"El blog del Inquisidor" - читать интересную книгу автора (Silva Lorenzo)

Aviso preliminar

Aunque el azar me haya deparado la oportunidad o la obligación de publicarlo, yo no soy quien ha escrito este libro. Incluso he dudado si resultaba pertinente redactar estas líneas, y en el caso de que así fuera, si debían ir emplazadas como un prólogo, un epílogo o una mera nota a pie de página. Al final he optado por la fórmula del aviso previo porque me parece que es bueno que el lector se sitúe desde el principio, y porque buscar formas tortuosas de quitarme importancia acabaría suponiendo un pecado de vanidad mayor que comparecer aquí y de esta manera, sin más aspavientos.

En honor a la verdad, mi intervención no la considero irrelevante, aun siendo insuficiente para reclamar una cuota de autoría sobre las páginas que siguen. De no ser por mí, de hecho, puede que se hubieran perdido para siempre. Lo que van a leer estuvo colgado en una bitácora de Internet (o blog) que permaneció en línea durante unas cuantas semanas del otoño de 2007. Por casualidad di con ella, su inusual contenido despertó mi curiosidad y tuve la precaución de copiarlo en el disco duro de mi ordenador. Pocos días después, el enlace dejó de funcionar y el texto se volvió inaccesible.

He meditado mucho sobre el paso que doy al presentar la colección de anotaciones que componían aquel blog en forma de libro. Sé que más de uno juzgará que las palabras que pululan por la Red constituyen un material esencialmente efímero, que no justifica la consagración de la letra impresa. Otros dirán que debería pedir permiso a la titular de la bitácora, y si no pudiera obtenerlo, como es el caso, ya que desconozco su identidad, debería abstenerme de darlo a conocer. En cuanto a la primera objeción, hago constar mi convicción de que las páginas de este libro recogen las voces de dos seres que se comunicaron entre sí y con el mundo a través de genuinas piezas de literatura; cuando menos, en su escritura hay una ambición expresiva que, al margen de dónde y cómo se plasmara por vez primera, persigue y merece (en mi opinión) escapar al olvido. Por lo que toca al segundo y más grave reparo, me expongo de buen grado a cuantas acciones legales quieran emprender quienes pretendan ostentar un derecho legítimo sobre el texto. Tan pronto como lo acrediten, me comprometo a transferirles cualquier fruto económico que pueda generar su edición. En realidad, lo consideraría un precio módico, a cambio de satisfacer mi deseo de conocerlos.

Una última aclaración: gran parte del blog estaba escrito en lengua inglesa, en particular las anotaciones de su dueña y no pocas de las conversaciones que transcribe. Juzgué que era mejor, a efectos de la publicación, que todo estuviera en el mismo idioma y que ese idioma fuera el mío. Es un capricho, sin duda, que me ha permitido concederme el antojo suplementario de realizar la traducción correspondiente. No tema el lector por la posible infidelidad al original. Soy un lector competente de la lengua de Shakespeare, y mi empeño al verterla a la de Cervantes no ha sido otro que ponerme al servicio de lo que los autores quisieron decir y cómo quisieron decirlo. He respetado su tristeza y su ironía, su dureza y su ternura, que de todo hay en sus palabras y por eso creo que debo divulgarlas (ya no tengo edad para compartir los cuadros tremendistas ni tampoco las visiones edulcoradas de la existencia). En el mismo ánimo de serles leal, no he hecho por inventarme un título. He optado por dejar, simplemente, que este libro se abra con la primera palabra que la autora tecleó en su bitácora, y la única que he creído imprescindible conservar en su idioma originario. Una palabra, por lo demás, tan significativa y sugerente como a la postre premonitoria. *


El editor/traductor