"La Rana Viajera" - читать интересную книгу автора (Camba_Julio)

estс extinguiщndose. Por mi parte, yo he adquirido el convencimiento de
que todos los toros son igualmente mansos, y de que si en la plaza
tratan, a veces, de matar a los toreros, es por la misma razєn en virtud
de la cual los toreros tratan--tambiщn a veces--de matar a los toros:
para entretener al p·blico. Dэas atrсs estuve en una ganaderэa. Los
toros pacэan por allэ de una manera perfectamente bucєlica, dejсndose
acariciar de los vaqueros y de los visitantes.

--┐Y щstas son las fieras?--dije yo.

--бHombre!--me contestaron--. ┐Quщ quiere usted que hagan aquэ? Ya las
verс usted en la plaza...

Esto de suponer que el toro no desarrolla su verdadera naturaleza de
fiera mientras no llega a la plaza, es algo asэ como imaginarse que el
tigre tampoco desarrolla la suya hasta que lo llevan a un circo. Si en
el interior de ┴frica nos enseёaran unos tigres muy sociables, y si ante
nuestra estupefacciєn nos dijeran que esa sociabilidad era natural y que
esperсsemos a ver a los tigres en Price, esta contestaciєn nos parecerэa
bastante absurda. Pues igualmente absurda me pareciє a mэ la
contestaciєn que me dieron en la ganaderэa sobre la ferocidad de los
toros.

No. El toro no es un animal mсs feroz que el torero. Es, al contrario,
una bestia pacэfica que ama la naturaleza y que sigue un rщgimen
estrictamente vegetariano. Algunos se dejan lidiar, y el p·blico los
llama bravos. Ahora, sin embargo, la mayorэa parece que van a declararse
en huelga. Yo he visto recientemente un toro que, a los dos minutos, se
dio cuenta de que todo en la plaza estaba organizado en contra suya y
adoptє una actitud que pudiщramos llamar de cuernos caэdos. Los toreros
corrэan detrсs de щl enseёсndole unas telas vistosas y llamсndole con
sus voces mсs dulces; pero todo era en vano. A veces, el toro se paraba
un instante y parecэa que iba a dejarse conquistar. Unos toreros le
sonreэan con sonrisa tentadora. Otros procuraban excitar su orgullo...
El toro reflexionaba un rato. Luego hacэa un movimiento de cabeza como
diciendo:

--бNo! бNunca!... Este negocio no me conviene...

Y seguэa su camino, insensible a todos los requerimientos.

Fue entonces cuando el viejo aficionado me dijo que ya no habэa toros:

--Ya no hay toros. Ya no hay emociєn. бVaya un veranito el que nos
espera!

Y yo, condolido, le di lo que consideraba un buen consejo.

--Vсyase usted al Congreso--le dije--. Un viejo aficionado como usted no
lo pasarс allэ del todo mal.