"Harry Harrison - Bill, Heroe Galactico (1965)" - читать интересную книгу автора (Harrison Harry)BILL, HЙROE GALБCTICO Harry Harrison Titulo
original: Bill, the galactic hero Traducciуn: Luis Vigil © 1965 by Harry Harrison © 1970 By Ediciones Dronte Merced 4 - Barcelona Depуsito Legal B-29595-70 Ediciуn electrуnica de
Sadrac, Bs.As. 2000 A mi camarada
BRIAN W. ALDISS que consulta el
sextante y marca el curso para
todos nosotros. UNO Bill no se dio
nunca cuenta de que el sexo fue la causa de todo. Si aquella maсana el sol no
hubiera estado quemando tanto en el luminoso cielo de Phigerinadon II, y si no
hubiera entrevisto el amplio y nнveo posterior de Inga-Marнa Calyphigia
mientras se baсaba en el arroyo, hubiera prestado mбs atenciуn al arado que a
las apremiantes presiones de la heterosexualidad, y hubiera seguido su curso
hasta el otro lado de la colina antes de que sonase la seductora mъsica a lo
largo del camino. Quizб nunca la hubiera oнdo, y su vida hubiera sido muy, muy
diferente. Pero la oyу, y dejу caer el manillar del arado conectado a la
robomula, y se dio la vuelta y abriу la boca. Desde luego,
era una visiуn maravillosa. Abriendo la marcha iba un robot-banda, de cuatro
metros de alto, esplйndido en su gran morriуn negro de hъsar que ocultaba los
altavoces de alta fidelidad. Los dorados pilares de sus piernas golpeaban
rнtmicamente mientras treinta brazos articulados taснan, pulsaban y tecleaban
una extraordinaria variedad de instrumentos. La marcial mъsica surgнa en oleada
tras inspiradora oleada, y hasta los pesados pies de campesino de Bill se
agitaron en sus zuecos mientras las brillantes botas del pelotуn de soldados
marcaban el paso en perfecto unнsono. Las medallas tintineaban en la hombrнa
extensiуn de sus pechos, ataviados de escarlata, y ciertamente no podнa
imaginarse una visiуn mбs noble en todo el mundo. A retaguardia marchaba el
sargento, resplandeciente en sus dorados y entorchados, con una nube de
medallas y pasadores, espada y pistola, con la tripa enfajada y ojo de acero,
que buscу a Bill allн donde este se hallaba, contemplando asombrado por encima
de la valla. La masiva
cabeza hizo un gesto en su direcciуn, la boca de acero se doblу en una amistosa
sonrisa, y hubo un guiсo de complicidad. Entonces la pequeсa legiуn hubo
pasado, y apresurбndose tras ella llegу un grupo de robots auxiliares cubiertos
de polvo, saltando y arrastrбndose o deslizбndose sobre cadenas. Tan pronto
como estos hubieron pasado, Bill escalу torpemente la verja de raнles y corriу
tras ellos. No habнan ocurrido mбs que dos acontecimientos interesante en los
ъltimos cuatro aсos, y no estaba dispuesto a perderse lo que parecнa ser el
tercero. Una multitud se
habнa ya arremolinado en la plaza del mercado cuando llegу Bill, y estaban
escuchando el entusiasta concierto de la banda. El robot se adentrу en los
gloriosos compases de SOLDADOS ESTELARES AVANTE HACIA EL CIELO, siguiendo luego
con Los COHETES RUGEN, y casi demoliйndose a sн mismo en el tumultuoso ritmo de
Los ZAPADORES CAVAN TRINCHERAS. Interpretу esta ъltima marcha con tal energнa
que una de sus piernas saliу disparada, elevбndose hacia lo alto, pero la logrу
recoger antes de que cayese al suelo, y la mъsica terminу con el robot
balanceбndose sobre la pierna que le quedaba y marcando el compбs con la
desencajada. Igualmente, tras un ъltimo redoble de los tambores, que casi
destruyу los tнmpanos del auditorio, la usу para seсalar al otro lado de la
plaza, en donde se habнa erigido una pantalla tridimensional y un puesto de
refrescos. Los soldados habнan desaparecido en el interior de la taberna, y el
sargento reclutador se hallaba solo entre sus robots, enarbolando una sonrisa
de bienvenida. - ЎEscuchen
esto! ЎBebidas gratis para todos, regalo del Emperador, y algunas movidas
escenas de emocionantes aventuras en climas exуticos para divertirles mientras
trasegan las bebidas! - gritу con una voz inmensa y correosa. La mayor parte
de la gente vagу hacia allн, con Bill entre ellos, aunque algunos amargados
antimilitaristas tradicionales se escaparan por entre las casas. Las bebidas
refrescantes eran servidas por un robot que tenнa un grifo por ombligo y una
interminable provisiуn de vasos de plбstico en la cadera. Bill sorbiу
alegremente el suyo, mientras seguнa las emocionantes aventuras de los soldados
espaciales a todo color, con efectos sonoros y subsуnicos estimulantes. Habнa
batallas, y muerte, y gloria, aunque solo morнan los chingers: los soldados tan
solo sufrнan pequeсas y limpias heridas en sus extremidades, que podнan ser
cubiertas fбcilmente por pequeсos vendajes. Y mientras Bill estaba gozando con
todo esto, el Sargento Reclutador Grue estaba gozando con йl, con sus pequeсos
ojos porcinos brillando codiciosamente mientras se clavaban en el cogote de
Bill. ЎEste es el que
busco!, se regocijу para sн mismo, mientras su amarillenta lengua mojaba
involuntariamente sus labios. Ya podнa notar el peso del dinero de la
recompensa en su bolsillo. El resto del auditorio era el habitual grupo de
hombres de demasiada edad, mujeres obesas, muchachos barbilampiсos y otros
inalistables. Todos excepto aquel pedazo de carne de caсуn electrуnico de anchas
espaldas, mentуn cuadrado y cabello rizado. Con una mano precisa en los
controles, el sargento disminuyу los subsуnicos ambientales y dirigiу un
concentrado rayo estimulante a la parte trasera de la cabeza de su vнctima.
Bill se agitу en el asiento, casi tomando parte en la gloriosa batalla que se
desarrollaba ante йl. Cuando muriу el
ъltimo acorde y la pantalla se apagу, el robot de los refrescos golpeу
metбlicamente su pecho y aullу: - ЎBeban,
beban, beban! El borreguil
auditorio caminу en aquella direcciуn, excepto Bill, que fue arrebatado de
entre ellos por un poderoso brazo. - Tenga, ya le
he traнdo una bebida para usted - le dijo el sargento, pasбndole un vaso tan
cargado con drogas reductoras del ego que los sobrantes de la disoluciуn se
estaban cristalizando en el fondo -. Es usted un tipo que se distingue por
encima de todos los individuos que hay por aquн. їNo ha pensado nunca en seguir
una carrera en las fuerzas armadas? - Yo no soy
ningъn tipo marcial, sargento... - Bill encontrу algo raro entre los dientes y
escupiу para librarse de ello, y se asombrу de la repentina vaguedad de sus
pensamientos. El solo hecho de que estuviera aъn consciente tras el volumen de
drogas y subsуnicos que habнa recibido era un tributo a su fнsico -. No soy del
tipo militar. Mi mayor ambiciуn es ayudar, en la mejor forma posible, en la
profesiуn que he escogido de Operador Tйcnico en Fertilizantes, y ya casi he
terminado el cursillo por correspondencia... - Ese es un mal
trabajo para un chico brillante como usted - le dijo el sargento, mientras lo
palmeaba en el brazo para comprobar sus bнceps: rocas. Resistiу el impulso de
abrir sus labios para mirar el estado de sus muelas; mбs tarde -. Deje ese
trabajo a quienes les guste. No hay posibilidad de mejora en йl. Mientras que
en el ejйrcito la promociуn no tiene lнmite. ЎPero si hasta el mismo Gran
Almirante Pflunger subiу por los cohetes, como se dice, desde recluta hasta
gran almirante! їQuй le parece esto? - Me parece
estupendo para ese seсor Pflunger, pero creo que trabajar con fertilizantes es
mбs divertido. Je, je... Me estб entrando sueсo. Creo que me irй a casa a echar
una dormida. - No antes de
que vea esto, como un favor personal hacia mн, claro - le dijo el sargento,
poniйndose frente a йl y seсalando un gran libro que mantenнa abierto un
pequeсo robot -. Las ropas hacen al hombre, y a la mayor parte de los hombres
les avergonzarнa ser vistos en un traje tan burdo como ese que lleva usted
colgando, o arrastrando esas barcazas rotas que usa por zapatos. їPor quй ir
asн cuando podrнa ir asн? Los ojos de
Bill siguieron el grueso dedo hasta el grabado en color del libro, en el que un
milagro de la ingenierнa mal empleada hizo que su propio rostro apareciera en
la figura ilustrada ataviada con el rojo uniforme. El sargento hizo pasar las
pбginas, y en cada grabado el uniforme era algo mбs brillante, y la graduaciуn
mбs alta. El ъltimo era el de un gran almirante, y Bill parpadeу ante su propio
rostro bajo el casco emplumado, ahora con algunas arrugas en las comisuras de los
ojos y ostentando un elegante bigote canoso, pero indudablemente aъn su rostro. - Asн es como
se le verнa - murmurу el sargento a su oнdo - una vez hubiera subido por las
escaleras del йxito. Seguro que le gustarнa probarse un uniforme. ЎSastre! Cuando Bill
abriу su boca para protestar, el sargento le habнa introducido en ella un
grueso cigarro, y antes de que pudiera sacбrselo el sastre robot habнa llegado
a su lado, corrido un brazo provisto de cortina a su alrededor, y lo habнa
desnudado. - ЎHey! ЎHey...
! - dijo. - No le harб
ningъn daсo - dijo el sargento, introduciendo su enorme cabeza entre las
cortinas y sonriendo ante la musculoso visiуn del cuerpo de Bill. Clavу un dedo
en un pectoral (como una roca) y luego se retirу. - ЎHuy! - dijo
Bill cuando el sastre extendiу un frнo metro y lo palpу con йl, tomando sus
medidas. Algo hizo chung dentro de su torso tubular, y una brillante chaqueta
roja comenzу a surgir por un orificio en el frente. En un instante se la hubo
colocado a Bill, abotonбndole los brillantes botones dorados. Unos lujosos
pantalones de piel gris aparecieron luego, y mбs tarde unas lustrosas botas
altas y negras. Bill se tambaleу cuando la cortina fue apartada y un alto
espejo motorizado rodу frente a йl. - Oh, cуmo les
gustan los uniformes a las chicas - dijo el sargento -. Y uno no puede
culparlas por ello. Una memoria de
la visiуn de las blancas lunas gemelas de Inga-Marнa Calyphigia oscureciу la
vista de Bill por un momento, y cuando esta se hubo aclarado se dio cuenta de
que tenнa aferrada una estilogrбfica y estaba a punto de firmar el contrato que
el sargento reclutador mantenнa frente a йl. - No - dijo
Bill, un poco asombrado ante su propia firmeza de mente -. En realidad no lo
deseo. Como Operador Tйcnico en Fertilizantes... - Y no solo
recibirб este bello uniforme, una paga de alistamiento y un examen mйdico
gratuito, sino que tambiйn se le concederбn estas magnнficas medallas. - El
sargento tomу una caja plana que le ofrecнa un robot, y la abriу para mostrar
un deslumbrante conjunto de pasadores y cintas -. Esta es la Honorable Medalla
del Alistamiento - entonу con voz grave, clavando una nebulosa incrustada de
joyas, colgando de una ancha banda de color chartreuse en el amplio pecho de
Bill -. Y el Cuerno Chapado de Congratulaciones del Emperador, la Explosiуn
Solar de Adelante Hacia la Victoria, la Alabemos a las Madres de los
Victoriosos Caнdos, y la Cornucopia que Siempre Mana, que no significa nada
pero que luce bonita y puede ser usada para llevar anticonceptivos. Dio un paso
atrбs y admirу el pecho de Bill, que ahora estaba repleto de tiras, metal
brillante y deslumbrantes joyas de plбstico. - Es que no
puedo - dijo Bill -. Gracias de todas formas por la oferta, pero... El sargento
sonriу, preparado hasta para esta resistencia de ъltima hora, y apretу el botуn
de su cinto que ponнa en funcionamiento la grabaciуn hipnуtico programada en el
interior del tacуn de la bota de Bill. La potente corriente neural surgiу por
los contactos, y la mano de Bill saltу y se agitу, y cuando la momentбnea
neblina se alzу de su vista vio que habнa firmado con su nombre. - Pero... - Bienvenido a
las Tropas Especiales - voceу el sargento, dбndole una palmada en la espalda
(como una roca) y recuperando su pluma -. ЎA formar! - gritу con voz mбs fuerte,
y los reclutas surgieron tambaleantes de la taberna. - ЎQuй le han
hecho a mi hijo! - gimiу la madre de Bill, apareciendo en la plaza del mercado,
apretбndose el pecho con una mano y arrastrando a su hijo pequeсo Charlie con
la otra. Charlie comenzу a llorar y orinarse en los pantalones. - Su hijo es
ahora un soldado para la mayor gloria del Emperador - dijo el sargento,
empujando a los boquiabiertos y decaнdos reclutas hacia la formaciуn. - ЎNo! ЎNo
puede ser...! - lloriqueу la madre de Bill, arrancбndose su canoso pelo -. Soy
una pobre viuda, y йl es mi ъnico apoyo... No pueden... - Madre... -
dijo Bill. Pero el sargento lo empujу de nuevo a la formaciуn. - Sea valiente,
seсora - dijo -. No puede haber mayor gloria para una madre. - Le dejу caer una
gran moneda reluciente en la mano -. Aquн estб la paga del alistamiento, el
chelнn del Emperador. Sй que йl desea que lo reciba usted. ЎAtenciуn! Con un golpeteo
de tacones, los desgarbados reclutas alzaron los hombros y las barbillas. Para
sorpresa suya, tambiйn lo hizo Bill. - ЎDerecha...
ar! En un ъnico y
grбcil movimiento, giraron cuando el robot de mando emitiу la orden al
activador hipnуtico de cada bota. - ЎDe frente...
ar! - y lo hicieron en perfecto ritmo, tan bien controlados que, por mucho que
lo intentу, Bill no pudo ni girar la cabeza ni lanzar un ъltimo saludo a su
madre. Esta desapareciу tras йl, y un ъltimo chillido angustiado se perdiу
entre el golpear de pisadas al paso. - Sube el ritmo
a ciento treinta - ordenу el sargento, contemplando el reloj colocado bajo la
uсa de su dedo meсique -. Tan solo hay veinte kilуmetros hasta la estaciуn, y
esta noche estaremos en el campamento, muchachos. El robot de
mando incremento un tanto su metrуnomo, y las botas golpearon con mayor
velocidad y los hombres empezaron a sudar. Para cuando habнan llegado a la
estaciуn de helicуpteros ya era casi de noche; sus uniformes de papel rojo
colgaban hechos girones, la purpurina se habнa corrido en sus botones de lata,
y la carga superficial que repelнa el polvo de sus delgadas botas de plбstico
habнa desaparecido. Se veнan tan deprimidos, desmoralizados, polvorientos y
miserables como se sentнan en realidad. DOS No fue la
grabaciуn de una corneta tocando diana lo que despertу a Bill, sino los
supersуnicos que corrieron a lo largo del armazуn metбlico de su litera,
agitбndolo en tal forma que hasta los empastes se desprendieron de sus dientes.
Saltу en pie, y se quedу tembloroso en la grisбcea maсana. Como era verano, el
suelo estaba refrigerado: no se mimaba a los hombres del campamento Leуn
Trotsky. Las pбlidas y congeladas figuras de los otros reclutas se alzaron a
cada lado, y cuando las vibraciones, que agitaban el alma, murieron, sacaron de
debajo de las literas sus gruesos uniformes de combate hechos con tela de saco
y papel de lija, se los vistieron rбpidamente, introdujeron sus pies en las
grandes botas pъrpura de los reclutas, y trastabillaron hacia el alba. - Estoy aquн
para romperos el alma - les dijo una voz rica en amenazas; y miraron al frente,
y temblaron aъn mбs cuando contemplaron al jefe de los demonios de aquel
infierno. El suboficial
Deseomortal Drang era un especialista desde las puntas de las irritadas lanzas
de su cabello hasta las rugosas suelas paseantes de sus botas que brillaban
como espejos. Era de amplias espaldas y delgado talle, mientras que sus largos
brazos colgaban como los de algъn horrible antropoide, y los nudillos de sus
inmensos puсos se veнan agrietados por la rotura de millares de dientes. Era
imposible contemplar su detestable figura e imaginar que habнa surgido de la
tierna matriz de alguna mujer. Era imposible que hubiera nacido; debнa de haber
sido fabricado a la medida para el gobierno. Lo mбs horrible de todo era la
cabeza. ЎEl rostro! El cabello llegaba hasta un dedo de distancia por encima de
los negros mechones de sus cejas, que estaban colocadas como unos matorrales
que crecieran al borde de los negros pozos que ocultaban sus ojos, visibles tan
solo como nefastos destellos rojos en la negrura estigia. Una nariz, partida y
aplastada, se agazapaba sobre la boca, que era como una herida de cuchillo en
el hinchado vientre de un cadбver, mientras por entre los labios surgнan las
grandes extremidades de los caninos, de cinco centнmetros de largo como mнnimo,
y que descansaban en surcos del labio inferior. - Soy el
Oficial Subalterno Deseomortal Drang, y me llamarйis «Seсor» o «Milord». -
Comenzу a caminar arriba y abajo, huraсo, ante la fila de aterrorizados
reclutas -. Soy vuestro padre y vuestra madre, y todo vuestro universo, y
vuestro mбs dedicado enemigo, y pronto harй que maldigбis el dнa en que
nacisteis. Destruirй vuestra voluntad. Cuando diga «rana», saltarйis. Mi tarea
es convertiros en soldados, y los soldados guardan disciplina. La disciplina
significa simplemente una obediencia ciega, una pйrdida de la propia voluntad y
una absoluta subordinaciуn. Esto es todo lo que pido... Se detuvo ante
Bill, que no estaba temblando tanto como los demбs, y gruсу: - No me gusta
tu cara. Un mes de cocina los domingos. - Seсor... - Y otro mes
por contestar. Esperу, pero
Bill permaneciу en silencio. Ya habнa aprendido su primera lecciуn de como ser
un buen soldado: ten la boca cerrada. Deseomortal siguiу caminando. - En este
momento no sois otra cosa mбs que horribles, sуrdidos y fofos trozos de
repugnante carne civil. Yo transformarй esa carne en mъsculo, vuestra voluntad
en gelatina, vuestras mentes en mбquinas. Pronto os convertirйis en buenos
soldados u os matarй. Muy pronto empezarйis a oнr habladurнas acerca de mн,
malйvolas habladurнas que os dirбn como una vez matй y me comн a un recluta que
me desobedeciу. Se detuvo y se
los quedу mirando, y la tapa del ataъd que era su boca se abriу lentamente en
la repugnante imitaciуn de una sonrisa, mientras una gota de saliva se formaba
en la punta de cada uno de sus blancos colmillos. - Esas
habladurнas son ciertas. Se oyу un
gemido entre la hilera de reclutas, y se agitaron como si un soplo de viento
helado los hubiera recorrido. La sonrisa desapareciу. - Ahora iremos
corriendo a por los desayunos, tan pronto como se hayan ofrecido algunos
voluntarios para una misiуn fбcil. їAlguno de vosotros sabe guiar un helicoche? Dos reclutas
alzaron esperanzadamente sus manos, y les hizo un gesto para que se
adelantaran. - De acuerdo,
vosotros dos tenйis escobas y cubos detrбs de esa puerta. Limpiad la letrina
mientras los demбs comen. Asн tendrйis mejor apetito al mediodнa. Esta fue la
segunda lecciуn que recibiу Bill sobre como ser un buen soldado: no presentarse
nunca voluntario. Los dнas de
entrenamiento de los reclutas pasaron con una velocidad terriblemente
letбrgico. Con los dнas, las condiciones se hacнan peores, y Bill se sentнa
cada vez mбs exhausto. Esto parecнa imposible, pero sin embargo era verdad. Un
amplio nъmero de mentes brillantes y sбdicas lo habнan diseсado en esa forma.
Las cabezas de los reclutas fueron afeitadas para conseguir una mayor
uniformidad, y su aparato genital pintado con un antisйptico color naranja para
controlar la ladilla endйmica. La comida era teуricamente nutritiva pero
increнblemente repugnante, y cuando, por error, se servнa un plato en buen
estado, se retiraba en el ъltimo momento y era echado a la basura, y al
cocinero se le rebajaba de grado. Su sueсo era interrumpido por supuestos
ataques de gas, y su tiempo libre ocupado en el cuidado de su equipo. El
sйptimo dнa estaba destinado al descanso, pero todos ellos habнan sido
castigados, como Bill en la cocina, y transcurrнa como cualquier otro dнa. Por
esto, al tercer domingo de su prisiуn, cuando estaban tambaleбndose en la
ъltima hora del dнa antes de que las luces fueran apagadas y se les permitiera
finalmente arrastrarse a su endurecidas literas, Bill empujу contra el dйbil
campo de fuerza que cerraba la puerta, sabiamente diseсado para permitir que
las moscas del desierto entrasen pero no pudiesen salir de los barracones, y se
deslizу al interior. Tras catorce horas de cocina, sus piernas vibraban de
cansancio, y sus brazos estaban arrugados y pбlidos como los de un muerto a
causa de la continuada inmersiуn en agua jabonosa. Dejу caer su guerrera al
suelo, donde quedу rнgidamente en pie, sostenida por su carga de sudor, grasa y
polvo, y retirу su afeitadora de su taquilla. En la letrina, girу la cabeza
buscando un espacio limpio en uno de los espejos. Todos ellos habнan sido
pintarrajeados con grandes letras que expresaban unos mensajes tan sugestivos
como: TEN LA BOCA
CERRADA: LOS CHINGERS ESCUCHAN Y SI HABLAS ESTE HOMBRE PUEDE MORIR. Finalmente,
enchufу la afeitadora al lado de їTE GUSTARНA QUE TU HERMANA SE CASASE CON
UNO?, y centrу su cara en el espejo. Unos ojos sanguinolentos y ojerosos le
devolvieron la mirada mientras deslizaba la zumbadora mбquina por los famйlicos
pliegues de su mandнbula. Le llevу mбs de un minuto el que el significado de la
pregunta penetrase en su cerebro, embotado por la fatiga. - No tengo
ninguna hermana - gruсу desalentado -. Y, si la tuviera, їpor quй iba a desear
casarse con un lagarto? Era una
pregunta retуrica, pero tuvo una respuesta desde el extremo mбs alejado de la
habitaciуn: - No significa
exactamente lo que dice; estб ahн tan solo para hacernos odiar mбs al enemigo. Bill se
sobresaltу, pues habнa pensado que estaba solo en la letrina, y la afeitadora
zumbу irritada y arrancу un trozo de carne de su labio. - їQuiйn estб
ahн? їPor quй se esconde? - espetу; y entonces reconociу a la agazapada figura
entre las sombras y los muchos pares de botas -. Ah, eres tъ, Ansioso. - Su ira
desapareciу, y volviу al espejo. Ansioso Beager
formaba de tal manera parte de la letrina que uno se olvidaba de que estaba
allн. Era un jovencito de rostro redondo, que siempre sonreнa, cuyas mejillas
nunca perdнan su rojizo brillo, y cuya sonrisa se veнa tan fuera de lugar allн
en Campo Leуn Trotsky que todo el mundo deseaba matarlo hasta que se acordaba
de que estaba loco. Debнa de estarlo, porque siempre estaba ansioso por ayudar
a sus compaсeros, y se habнa prestado voluntario para una limpieza permanente
de la letrina. Y no solo era eso, sino que ademбs le gustaba limpiar las botas,
y se habнa ofrecido a hacerlo a uno tras otro de sus camaradas, hasta que al
final limpiaba las botas de todos los componentes del pelotуn, cada noche. En
cualquier momento que estuvieran en los barracones siempre se podнa hallar a
Ansioso Beager acurrucado al extremo de los tronos que era su dominio personal,
rodeado por montones de zapatos, sacбndoles brillo con diligencia, mientras su
rostro estaba iluminado por una sonrisa. Permanecнa allн aъn despuйs de que
apagaran las luces, trabajando a la luz de una vela colocada sobre un pote de
crema para el calzado, y habitualmente se levantaba antes que los demбs por la
maсana, acabando su trabajo voluntario y aъn sonriendo. A veces, cuando las
botas estaban muy sucias, trabajaba durante toda la noche. El chico estaba obviamente
loco, pero nadie lo denunciaba porque limpiaba muy bien las botas, y todos
rezaban para que no muriese exhausto antes de que terminasen su entrenamiento
como reclutas. - Bueno, si eso
es lo que quieren decir, їpor quй no ponen simplemente «Odiad mбs al enemigo»?
- se quejу Bill. Apuntу con el pulgar a la pared mбs lejana, donde habнa un
cartelуn con el tнtulo CONOCED AL ENEMIGO. Representaba una ilustraciуn a
tamaсo natural de un chinger, un saurio de dos metros diez de altura que se
parecнa mucho a un canguro verde cubierto de escamas y con cuatro brazos, pero
con cabeza de cocodrilo -. їQuiйn iba a ser la hermana que se quisiese casar
con una cosa asн? їY quй iba a hacer una cosa asн con una hermana, excepto
quizб comйrsela? Ansioso colocу
una ъltima pizca de pъrpura en una bota y tomу otra. Arrugу el ceсo por un
breve instante para demostrar lo seriamente que pensaba. - Bueno, verбs,
esto... No se refiere a una verdadera hermana. Es tan solo parte de la guerra
psicolуgica. Tenemos que ganar la guerra. Para ganarla, tenemos que luchar
duro. Para luchar duro, tenemos que ser buenos soldados. Los buenos soldados
deben de odiar al enemigo. Asн es como van las cosas. Los chingers son la ъnica
raza no humana descubierta en la galaxia que haya sobrepasado el estadio del
salvajismo, asн que naturalmente tenemos que aniquilarlos. - їQuй diablos
quieres decir con eso de naturalmente? Yo no quiero aniquilar a nadie. Tan solo
quiero volver a casa y ser un Operador Tйcnico en Fertilizantes. - Bueno, no me
referнa a ti personalmente, por supuesto. ЎJe, je! - Ansioso abriу un nuevo
bote de crema con manos tiznadas de pъrpura, e introdujo sus dedos en el
interior - Me refiero a la raza humana. Asн es como hacemos las cosas. Si no
los aniquilamos, serбn ellos quienes lo hagan con nosotros. Naturalmente, ellos
dicen que la guerra va contra su religiуn, y que tan solo luchan para
defenderse, y que jamбs han realizado ningъn ataque. Pero no podemos creerlos
aunque sea cierto. Podrнan cambiar su religiуn o cambiar de idea algъn dнa, y
entonces їquй pasarнa? La mejor respuesta es aniquilarlos ahora. Bill desenchufу
la afeitadora y se lavу la cara con la tibia y herrumbroso agua. - No obstante,
me sigue pareciendo insensato. De acuerdo, la hermana que yo tengo no debe de
casarse con ninguno de ellos, pero їquй hay de eso? - seсalу a lo pintado en
las paredes: MANTENGA LIMPIA
LA DUCHA - EL ENEMIGO LE ESCUCHA. - O eso - el
rуtulo sobre el urinario que decнa: ABRУCHESE LA
BRAGUETA - EL ENEMIGO NADA RESPETA. - Si es que
olvidamos por un momento el hecho de que no tenemos aquн ningъn secreto por el
que valga la pena recorrer ni un kilуmetro, y mucho menos veinticinco aсos-luz,
їcуmo podrнa ser espнa un chinger? їQuй clase de disfraz podrнa hacer pasar a
un lagarto de dos metros diez por un recluta? Ni siquiera se podrнa enmascarar
a uno para que se pareciese a Deseomortal Drang, aunque ya se parezcan
bastante... Las luces se
apagaron y, como si el pronunciar su nombre lo hubiera conjurado como un
demonio del infierno, la voz de Deseomortal resonу por los barracones: - ЎA las
literas! ЎA las literas! їEs que no sabйis, sucios mamones, que estamos en
guerra? Bill se
tambaleу por entre la oscuridad de los barracones, en los que la ъnica
iluminaciуn era el rojo brillo de los ojos de Deseomortal. Cayу dormido en el
mismo instante en que su cabeza tocу la almohada de carborundo, y le pareciу
que tan solo habнa pasado un momento cuando la diana lo hizo saltar de su
litera. En el desayuno, mientras estaba cortando trabajosamente su sucedбneo de
cafй en trozos lo bastante pequeсos como para poder ser tragados, las
telenoticias informaron de duras luchas en el sector de Beta Lira con
crecientes bajas. Un rugido recorriу el comedor cuando se anunciу esto, no por
un exceso de patriotismo, sino porque las malas noticias hacнan que las cosas
se pusieran aъn peor para ellos. No sabнan como se podнa lograr esto, pero
estaban seguros de que asн serнa. No se equivocaban. Como aquella maсana era
algo mбs fresca de lo usual, el desfile del lunes se retrasу hasta el mediodнa,
cuando la pista de entrenamiento, de ferroconcreto, se hubo calentado lo
bastante como para producir el mayor nъmero posible de desvanecimientos por el
calor. Pero esto tan solo era el comienzo. Desde donde se encontraba Bill, en
posiciуn de firmes cerca del final, podнa ver como se habнa montado la garita
con aire acondicionado en la tribuna de revista. Eso significaba jefazos. La
guarda del gatillo de su rifle atуmico le hizo un agujero en el hombro, y una
gota de sudor se formу y luego cayу desde la punta de su nariz. Por los
rabillos de sus ojos podнa ver un continuo movimiento mientras otros reclutas
se derrumbaban, entre las apretadas filas, de a millares, y eran arrastrados
por los enfermeros hasta las ambulancias que los esperaban. Una vez allн, se
los ponнa a la sombra de los vehнculos hasta que revivнan y podнan ser
devueltos a sus puestos en la formaciуn. Entonces la
banda iniciу los compases de ЎADELANTE, ESPACIONAUTAS, Y VENCERЙIS A LOS
CHINGERS!, y la seсal radiada a cada tacуn de bota les hizo presentar armas al
mismo tiempo, y los millares de rifles brillaron al sol. El vehнculo de mando
del general comandante, reconocible por las dos estrellas pintadas en йl, se
acercу a la garita de revista, y una pequeсa y obesa figura se moviу
rбpidamente por entre el horneado aire hasta el confort del recinto. Bill nunca
lo habнa visto tan de cerca, al menos por delante, aunque en una ocasiуn,
cuando regresaba a altas horas de su trabajo en la cocina, habнa visto al
general metiйndose en su coche cerca del teatro del campo. Al menos, Bill pensу
que lo era, pues lo ъnico que habнa visto fue una rбpida visiуn posterior. Por
lo tanto, tenнa una imagen mental del general que era la de una amplia parte
posterior sobrepuesta a una figura similar a la de una hormiga. Pensaba en los
oficiales en esos mismos tйrminos generales, ya que, naturalmente, los reclutas
no veнan para nada a los oficiales durante su entrenamiento. Bill habнa podido
dar una buena ojeada a un subteniente en cierta ocasiуn, cerca de la sala de
los ordenanzas, y sabнa que tenнa rostro. Y tambiйn habнa contemplado a aquel
oficial mйdico a no mбs de diez metros de distancia, cuando les habнa hablado
sobre los peligros de las enfermedades venйreas, pero Bill habнa tenido la
suerte de estar detrбs de un poste y habнa podido dormirse en seguida. Cuando la banda
se callу, los altavoces antigravitatorios flotaron sobre las tropas y el
general pronunciу un discurso. No tenнa nada que decir que importase a nadie, y
lo cerrу con el anuncio de que debido a las pйrdidas en el campo de batalla su
programa de entrenamiento serнa acelerado, que era exactamente lo que se
esperaban. Entonces la banda tocу algo mбs, y marcharon de regreso a los
barracones, se cambiaron a sus бsperos uniformes de combate y marcharon, esta
vez a paso ligero, hasta el campo de tiro, en donde dispararon sus rifles
atуmicos a rйplicas en plбstico de chingers que surgнan de agujeros en el
terreno. Su punterнa era muy mala, hasta que Deseomortal Drang surgiу de uno de
los agujeros, y cada soldado cambiу el tiro a automбtico y lo alcanzу con cada
disparo de cada rifle, lo cual es realmente difнcil. Entonces se disolviу el
humo, y dejaron de dar gritos de jъbilo y comenzaron a sollozar cuando vieron
que tan solo era una rйplica en plбstico de Deseomortal, ahora hecha pedazos, y
el original apareciу tras ellos y rechinу sus colmillos y los castigу a todos
con un mes de cocina. - El cuerpo
humano es una cosa maravillosa - dijo un mes mбs tarde Caliente Brown, mientras
estaban sentados alrededor de una mesa en el Club de Tropa, comiendo salchichas
embutidas en plбstico y rellenas de barridos de carretera y bebiendo aguada
cerveza tibia. Caliente Brown era un pastor de thoats de las llanuras, y era
por eso por lo que le llamaban Caliente, ya que todo el mundo sabe lo que hacen
los pastores de thoats con sus thoats. Era alto, delgado y de arqueadas
piernas, y tenнa la piel quemada hasta el color del cuero antiguo. Pero era un
gran pensador, porque la ъnica rosa que tenнa en gran cantidad era tiempo para
pensar. Podнa albergar un pensamiento durante dнas, hasta semanas, antes de
mencionarlo en voz alta, y mientras lo pensaba nada podнa molestarle. Hasta
dejaba que lo llamaran Caliente sin protestar, mientras que si se lo llamas a
cualquier otro soldado te partirб la cara. Bill y Ansioso y los demбs soldados
del pelotуn que se hallaban alrededor de la mesa aplaudieron y gritaron, como
hacнan siempre cuando Caliente decнa algo. - ЎDi algo mбs,
Caliente! - ЎHablas...
pensй que estabas muerto! - ЎSigue...!
їPor quй es el cuerpo algo maravilloso? Esperaron en
expectante silencio, mientras Caliente conseguнa romper un pedazo de su
salchicha y, tras un inefectivo masticar, lo tragaba con un esfuerzo que
constelaba sus ojos de lбgrimas. Amenguу el dolor con un trago de cerveza y
hablу: - El cuerpo
humano es algo maravilloso porque, si no muere, vive. Esperaron a por
mбs, hasta que se dieron cuenta de que habнa terminado y entonces mugieron. - Muchacho,
eres un calenturiento. - Presйntate
para la escuela de suboficiales. - Sн, pero...
їquй es lo que eso significa? Bill sabнa lo
que significaba, pero no lo dijo. Tan solo habнa en el pelotуn la mitad de
hombres de los que habнa en el primer dнa. Uno habнa sido transferido, pero
todos los demбs estaban en el hospital, o en el manicomio, o habнan sido
licenciados por conveniencia del gobierno ya que estaban demasiado tullidos
para el servicio activo. O muertos. Los supervivientes, tras perder cada gramo
de peso que no fuera hueso o los esenciales tejidos de conexiуn, habнan
recuperado el peso perdido en forma de mъsculos, y estaban ahora totalmente
adaptados a los rigores del Campo Leуn Trotsky, aunque seguнan odiбndolo. Bill
se maravillaba de la eficiencia del sistema. Los civiles tenнan que preocuparse
de exбmenes, escalafones, planes de retiro, ascensos, y un millar de otros
factores que limitaban su eficiencia como trabajadores. ЎPero quй fбcilmente lo
solucionaban los militares! Simplemente mataban a los mбs dйbiles y usaban a
los supervivientes. Respetaba al sistema, aunque seguнa odiбndolo. - їSabйis lo
que necesito? - dijo Horroroso Ugglesway - Necesito una mujer. - No digas
obscenidades - dijo rбpidamente Bill, al que habнan educado tal y como debнa
ser. - ЎNo estoy
diciendo obscenidades! - gimoteу Horroroso -. No es como si dijera: Quiero
reengancharme, o pienso que Deseomortal es humano, ni nada de eso. Tan solo he
dicho que necesito una mujer. їAcaso no la necesitamos todos? - Yo necesito
un trago - dijo Caliente Brown, mientras daba un largo sorbo a su vaso de
cerveza deshidratada y reconstruida, se estremecнa, y la escupнa entre sus
dientes en un largo chorro hasta el concreto, de donde se evaporу
inmediatamente. - Afirmativo,
afirmativo - aceptу Horroroso, agitando su cara llena de granos arriba y abajo
-. Necesito una mujer y un trago. - Su gemido se hizo casi suplicante -.
Despuйs de todo, їquй otra cosa puede desear un soldado ademбs de licenciarse? Pensaron acerca
de ello durante largo rato, pero no pudieron hallar ninguna otra cosa que deseasen
realmente. Ansioso Beager sacу la cabeza de debajo de la mesa, donde estaba
escondido limpiando una bota, y dijo que deseaba mбs crema, pero lo ignoraron.
Hasta el mismo Bill, ahora que empleaba su mente en ello, no podнa pensar en
nada que desease realmente fuera de ese par de cosas inextricablemente unidas.
Tratу de pensar concentradamente en cualquier otra cosa, ya que tenнa vagas
memorias de haber deseado algo mбs cuando habнa sido civil, pero nada le vino a
la mente. - Je, je, tan
solo faltan siete semanas para que nos den nuestro primer pase - dijo Ansioso
bajo la mesa. Y entonces chillу cuando todos lo patearon a un tiempo. Pero por lento
que se arrastrase el tiempo subjetivo, los calendarios objetivos seguнan
operando, y las siete semanas pasaron y se eliminaron a sн mismas una tras
otra. Atareadas semanas repletas de todos los cursos esenciales de
entrenamiento de reclutas: prбcticas con la bayoneta, entrenamiento con armas
ligeras, inspecciуn de armas cortas, esberizamiento, charlas de orientaciуn,
movimientos con armas, cantos comunales, y los Artнculos del Cуdigo de Guerra.
Estos ъltimos eran leнdos con aterradora regularidad dos veces por semana, y
eran una absoluta tortura a causa de la intensa somnolencia que ocasionaban. Al
primer zumbido de la gastada voz monуtona de la grabadora, las cabezas
comenzaban a inclinarse. Pero cada asiento del auditorio estaba conectado a un
encefalуgrafo que registraba las ondas cerebrales del soldado. Tan pronto como
la curva de la onda Alfa indicaba la transiciуn de la conciencia a la
somnolencia, una poderosa descarga de electricidad era disparada contra los
adormecidos fondillos, despertando dolorosamente a su propietario. El hъmedo
auditorio era una mal iluminada cбmara de torturas, repleta de la ronroneante
voz aburrida, interrumpida por los agudos chillidos de los electrificados, el
mar de los cabeceantes soldados, punteado aquн y allб por figuras saltando
dolorosamente. Nadie escuchaba
nunca las terribles ejecuciones y sentencias de los Artнculos para los mбs
inocentes crнmenes. Todo el mundo sabнa que habнa abandonado sus derechos
humanos al alistarse, y el recordatorio de todo lo que habнan perdido no les
interesaba en lo mбs mнnimo. Lo que realmente les interesaba era contar las
horas hasta el momento en que recibirнan su primer pase. El ritual por el que
esta recompensa era reticentemente entregada era humillante en forma poco
comъn, pero ya se esperaban eso y, simplemente, bajaban la vista y seguнan en
la fila, dispuestos a sacrificar cualquier migaja que aъn les restase de su
autorespeto a cambio del arrugado trozo de plбstico. Terminado el rito, habнa
carreras hasta el tren monorraнl cuya vнa colgaba de los pilares cargados
elйctricamente, corriendo por encima de las alambradas de diez metros de alto,
cruzando los terrenos de arenas movedizas y llegando hasta la pequeсa ciudad
agrнcola de Leyville. Al menos habнa
sido una ciudad agrнcola antes de que se edificase el Campo Leуn Trotsky, y
esporбdicamente, en las horas en que los soldados no estaban de paseo, seguнa
su tradicional inclinaciуn agrнcola. El resto del tiempo se cerraban los
almacenes de grano y alimentos, y se abrнan los bares y prostнbulos. Muchas
veces los mismos edificios eran utilizados para ambas misiones. Se bajaba una
palanca cuando descendнa en la estaciуn el primero de los soldados, y los
depуsitos de grano se convertнan en camas, las dependientas en prostitutas, y
los cajeros mantenнan su funciуn, aunque los precios subнan, mientras los
mostradores eran llenados de vasos para servir como bares. Fue en uno de estos
establecimientos, un salуn de pompas fъnebres transformado en bar, en donde
entraron Bill y sus amigos. - їQuй serб,
muchachos? - les dijo el propietario del Bar y Grill del Descanso Final. - Un doble de
lнquido embalsamador - le dijo Caliente Brown. - Sin bromas -
dijo el dueсo, mientras su sonrisa se desvanecнa por un segundo, tomando una
botella en la que el brillante letrero VERDADERO WHISKY habнa sido engomado
sobre el grabado en el cristal LНQUIDO EMBALSAMADOR -. Si hay problemas,
llamarй a los PM. - La sonrisa regresу cuando el dinero cayу sobre el mostrador
-. Decidme quй veneno querйis, caballeros. Se sentaron
alrededor de una larga y estrecha mesa tan gruesa como ancha, con asas de
bronce a ambos lados, y dejaron que el bendito descanso del alcohol etнlico se
abriera camino por entre el polvo que llenaba sus gargantas. - Nunca bebн
antes de entrar en el ejйrcito - dijo Bill, tragбndose cuatro dedos completos
del Viejo Matarriсones y poniendo el vaso para que le sirvieran mбs. - Nunca tuviste
necesidad - le dijo Horroroso, sirviйndole. - Seguro que no
- afirmу Caliente Brown, paladeando con gusto y llevбndose de nuevo una botella
a los labios. - Je, je - riу
Ansioso Beager, sorbiendo dubitativo el borde de su vaso -. Sabe como un tinte
hecho con azъcar, serrнn, diversos йsteres y cierto nъmero de alcoholes
nocivos. - Bebe - dijo
Caliente incoherentemente, sin apartar los labios del gollete de la botella -.
Todo eso es bueno para tu salud. - Ahora quiero
una mujer - dijo Horroroso; y se produjo una carrera, y todos se apretujaron en
la puerta tratando de salir al mismo tiempo, hasta que alguien gritу: ЎMirad!,
y se giraron para ver a Ansioso aъn sentado ante la mesa. - ЎMujeres! -
dijo Horroroso entusiбsticamente, con el tono de voz en que uno dice: ЎComida!
cuando llama a un perro. El grupo de hombres se agitу en la puerta y golpeу con
los pies. Ansioso no se moviу. - Je, je...
Creo que me quedarй aquн - dijo, con su sonrisa tan simple como siempre -. Pero
vosotros podйis ir. - їNo te
sientes bien, Ansioso? - Me siento
bien. - їAcaso no has
llegado a tu pubertad? - Je, je... - їQuй es lo
que vas a hacer aquн? Ansioso buscу
debajo de la mesa un macuto. Lo abriу para mostrarles que estaba repleto de
grandes botas pъrpuras. - Pensй ponerme
al dнa con mi limpieza. Caminaron
lentamente por la acera de madera, silenciosos por el momento. - Me pregunto
si hay algo que no funciona en Ansioso - dijo Bill, pero nadie le respondiу.
Estaban mirando a lo largo de la calle, a un cartel brillantemente iluminado
que emitнa un atractivo resplandor. EL DESCANSO DEL
ESPACIONAUTA, decнa, STRIP-TEASE CONTINUO y LAS MEJORES BEBIDAS, y aъn mejor
HABITACIONES PRIVADAS PARA LOS INVITADOS Y SUS AMIGOS. Caminaron mбs de prisa.
La fachada del Descanso del Espacionauta estaba cubierta por escaparates a
prueba de golpes llenos de fotos tridimensionales de las artistas completamente
vestidas (triangulito y dos estrellas), y mбs allб otras de las mismas desnudas
(sin triangulito y con las estrellas caнdas). Bill hizo acallar los rбpidos
jadeos seсalando a un pequeсo rуtulo casi perdido entre el tumescente tesoro de
glбndulas mamarias. SOLO PARA
OFICIALES, decнa. - Largo -
chirriу un PM, empujбndolos con su porra electrуnica. Se arrastraron
alejбndose. El siguiente
establecimiento admitнa a hombres de todas las clases sociales, pero la entrada
era de setenta y siete crйditos, mбs de lo que tenнan entre todos ellos.
Despuйs de esto, los SOLO PARA OFICIALES comenzaban de nuevo, hasta que
terminaba el pavimento y todas las luces estaban tras ellos. - їQuй es eso?
- preguntу Horroroso al oнr el sonido de voces murmurando desde una cercana
calle oscura; y mirando de cerca pudieron ver una lнnea de soldados que se
extendнa hasta perderse de vista en una distante esquina -. їQuй es esto? - le
preguntу al ъltimo de la cola. - La casa de
las fulanas de los soldados. Y no trates de colarte, chaval. A la cola, a la
cola. Se unieron a
ella instantбneamente, y Bill quedу el ъltimo, pero no por mucho rato. Fueron
avanzando lentamente, y otros soldados aparecieron y formaron cola tras ellos.
La noche era frнa, y tomу muchos tragos revitalizadores de su botella. Se oнan
pocas conversaciones, y hasta estas morнan al irse aproximando a la puerta
iluminada con luz roja. Se abrнa y cerraba a intervalos regulares, y uno a uno
los amigos de Bill se introdujeron. Entonces llegу su turno, y la puerta empezу
a abrirse, y йl comenzу a adelantarse, y las sirenas comenzaron a chillar, y un
enorme PM de gruesa tripa saltу entre Bill y la puerta. - Llamada de
emergencia. ЎDe vuelta a la base! - ladrу. Bill aullу un
estrangulado gruсido de frustraciуn, y saltу hacia adelante. Pero un golpecito
de la porra electrуnica lo volviу con los demбs. Se lo llevaron medio atontado
entre la masa de cuerpos, mientras las sirenas gemнan, y la aurora artificial
en el cielo formaba las palabras: ЎA LAS ARMAS! en letras llameantes de dos
centenares de kilуmetros de largo cada una. Alguien extendiу una mano,
sosteniendo a Bill cuando comenzaba a caer bajo las botas pъrpura. Era su
compaсero, Horroroso, que mostraba una sonrisa de satisfacciуn, y por ello lo
odiу y tratу de golpearle. Pero antes de que pudiera alzar el puсo se vieron
introducidos en el vagуn del monorraнl, lanzados a travйs de la noche y escupidos
de vuelta en el Campo Leуn Trotsky. Olvidу su irritaciуn cuando las engarfiadas
pezuсas de Deseomortal Drang lo arrancaron de la multitud. - Empaquen los
macutos - carraspeo -. Van a partir. - No pueden
hacernos eso... No hemos terminado nuestro entrenamiento. - Pueden hacer
lo que quieran, y normalmente lo hacen. Se acaba de combatir una gloriosa
batalla espacial hasta su victoriosa conclusiуn. Y han habido cuatro millones
de bajas, con una aproximaciуn de algunos centenares de miles. Se necesitan reemplazos,
y esos sois vosotros. Preparaos para embarcar en los transportes
inmediatamente, o antes. - No podemos...
ЎNo tenemos equipo espacial! La intendencia... - Todo el
personal de intendencia ya ha sido embarcado. - La comida... - Los cocineros
y los pinches ya estбn en el espacio. Esta es una emergencia. Todo el personal
no esencial estб siendo enviado. Probablemente a su muerte - se acariciу un
colmillo, y los inundу con una horrible sonrisa -. Mientras, yo permanecerй
aquн, en tranquila seguridad, para entrenar a vuestros reemplazos. El tubo de
llegada hizo un sonido apagado y, mientras abrнa la cбpsula del mensaje y leнa
su contenido, su sonrisa se hizo lentamente pedazos. - Me embarcan
tambiйn a mн - dijo con voz hueca. TRES 86.672.890
reclutas habнan sido ya embarcados para el espacio desde el Campo Leуn Trotsky,
asн que el proceso era automбtico y funcionaba perfectamente, aunque esta vez
se estaba devorando a sн mismo, como una serpiente que se traga su propia cola.
Bill y sus compaсeros fueron el ъltimo grupo de reclutas enviado, y la
serpiente comenzу a digerirse a sн misma justo tras ellos. Apenas se les hubo
arrebatado su naciente barba y los hubieron despiojado en el despiojador
ultrasуnico, los barberos se lanzaron unos contra otros y en un amasijo de
brazos, rizos de pelo, trozos de bigote, pedazos de carne y gotas de sangre, se
afeitaron y cortaron el pelo unos a otros, y luego arrastraron al operador tras
ellos en la cбmara ultrasуnica. Los enfermeros se inocularon a sн mismos
inyecciones contra la fiebre de los cohetes y los constipados espaciales, los
oficinistas se hicieron a sн mismos libretas de paga y los cargadores se
empujaron a patadas unos a otros por las rampas que subнan hasta los
transbordadores. Los cohetes ardнan, dejando columnas de fuego como lenguas
escarlatas que lamieran las torres de lanzamiento, quemando las rampas en un
bello espectбculo pirotйcnico ya que los operadores de las rampas tambiйn
estaban a bordo. Las naves rugieron y produjeron ecos en el cielo de la noche,
dejando al Campo Leуn Trotsky convertido en una silenciosa ciudad fantasma en
la que pedazos de уrdenes del dнa y listas de castigo se agitaban y volaban
desde los tablones de anuncios, bailando a travйs de las abandonadas calles
para chocar finalmente contra las ruidosas y encendidas ventanas del Club de
Oficiales, en el que se estaba desarrollando una fenomenal borrachera, aunque
hubiera muchas quejas puesto que los oficiales tenнan que servirse a sн mismos. Arriba y arriba
subieron los transbordadores, hacia la gran flota de naves del espacio profundo
que oscurecнa las estrellas de encima, una nueva flota, la mбs poderosa que la
galaxia hubiera visto jamбs, de hecho tan nueva que las naves estaban aъn
siendo construidas. Los sopletes brillaban en cegadores puntos de luz, mientras
los ribetes al rojo describнan sus trayectorias planas por el espacio hasta los
cestos que los esperaban. Los puntos de luz morнan a medida que los monstruos
de los mares espaciales eran completados, y se oнan apagados chillidos en la
longitud de onda de las radios de los trajes espaciales cuando los obreros, en
lugar de ser devueltos a los astilleros, eran forzosamente reclutados al
servicio de la nave que acababan de construir. Esto era una guerra total. Bill
se tambaleу a lo largo del cimbreante tubo de plбstico que conectaba el
transbordador a un acorazado espacial, y dejу caer sus macutos frente a un
suboficial que se sentaba tras un escritorio en la compuerta, del tamaсo de un
hangar. O tratу de dejarlos caer, puesto que al no haber gravedad los macutos
se quedaron en medio del aire, y cuando los empujу fue йl quien se elevу.
(Puesto que un cuerpo, cuando estб cayendo libremente, se dice que estб en
caнda libre, y cualquier cosa con peso no tiene peso, y por cada acciуn hay una
igual pero opuesta reacciуn, o algo asн) El suboficial mirу hacia arriba,
farfullу, y tirу de Bill, bajбndolo a cubierta. - No tolerarй
ninguno de esos trucos de novato espacial, soldado. їNombre? - Bill, con
elle. - Bil - murmurу
el suboficial, chupando el plumнn de su estilogrбfica. Y luego escribiу el
nombre en la lista de embarque con grandes letras de analfabeto -. La elle es
tan solo para los oficiales, chalado... a ver si lo aprendes. їCuбl es tu
clasificaciуn? - Recluta, sin
cualificar, sin entrenar, con mareo espacial. - Bueno, no
vomites aquн. Para eso tienes tu recinto. Ahora eres un especialista en
fusibles de sexta clase, sin cualificar. Quedas asignado al compartimiento 34
J-89T-001. Muйvete, y mantйn ese saco de patatas sobre tu cabeza No bien hubo
encontrado Bill su compartimiento y lanzado los macutos sobre una litera, en
donde flotaron a quince centнmetros por encima de la colchoneta rellena de
rocas, cuando Ansioso Beager entrу, seguido de Caliente Brown y una multitud de
extraсos, algunos de los cuales llevaban sopletes y expresiones de irritaciуn. - їDуnde estб
Horroroso y el resto del pelotуn? - preguntу Bill. Caliente se
alzу de hombros y se atу a una litera para echar un sueсecito. Ansioso abriу
una de las seis bolsas que siempre llevaba encima y sacу algunas botas para
limpiar. - їEstбis
salvados? - una voz profunda, vibrante de emociуn, sonу en el otro extremo del
compartimiento. Bill mirу hacia allн, asombrado, y el enorme soldado que se
encontraba allн apercibiу el movimiento y apuntу hacia йl un inmenso dedo -.
Tъ, hermano, їestбs salvado? - Eso es
bastante difнcil de decir - murmurу Bill, inclinбndose y rebuscando en su
macuto, esperando a que el hombre se largase. Pero no lo hizo. En realidad, se
acercу y se sentу en la litera de Bill. Bill tratу de ignorarlo, pero esto era
difнcil, porque el soldado tenнa mбs de un metro ochenta de altura, era
musculoso y tenнa una mandнbula de acero. Gozaba de una negra piel purpъrea que
le hizo sentir un poco de envidia a Bill, ya que la suya tan solo era de un
gris rosбceo. Como el uniforme de a bordo del soldado tenнa casi la misma
tonalidad de negro, parecнa de una sola pieza, lo cual era muy efectivo con su
abierta sonrisa y su aguda mirada. - Bienvenido a bordo del Fanny Girl - dijo, y
con un amistoso apretуn de manos desencajу la mayor parte de los huesos de los
nudillos de Bill -, esta vieja nave de la flota comisionada hace casi una
semana. Yo soy el reverendo especialista en fusibles de sexta clase Tembo, y
veo por el grabado de tu macuto que te llamas Bill, y como somos compaсeros,
por favor, Bill, llбmame Tembo. Y, їcuбl es la condiciуn de tu alma? - No he tenido
muchas oportunidades de pensar en eso ъltimamente... - Pienso que
no, puesto que vienes del entrenamiento de reclutas, y el atender a una capilla
durante ese entrenamiento se castiga con una corte marcial. Pero todo eso ya
pasу, y ahora puedes ser salvado. їPuedo preguntarte si eres de la fe...? - Mi familia
eran Zoroastrianos Fundamentalistas, asн que supongo que... - Supersticiones,
muchacho. Vulgares supersticiones. Ha sido la mano del destino la que nos ha
reunido en esta nave, para que tu alma tenga esta oportunidad de ser salvada
del oscuro abismo. їHas oнdo hablar de la Tierra? - Me gustan las
comidas sencillas... - Es un
planeta, muchacho: la cuna de la raza humana. El hogar del que todos venimos,
їcomprendes? Un mundo verde y hermoso, una joya en el espacio. Tembo habнa sacado un pequeсo proyector de su
bolsillo mientras hablaba, y una imagen multicolor apareciу en la mampara, un
planeta flotando artнsticamente en el vacнo, rodeado de blancas nubes.
Repentinamente, fieros rayos surgieron de las nubes, y todo esto hiriу e hirviу
mientras grandes cicatrices aparecнan el en el planeta de abajo. Del
microscуpico altavoz surgiу dйbil sonido de los truenos -. Pero las guerras
estallaron entre los hijos del hombre, y se golpearon unos a otros con las
energнas atуmicas hasta que la misma Tierra gimiу, y cuando los relбmpagos
finales enorme fue el holocausto se apagaron la muerte reinaba en el norte, la
muerte reinaba en el oeste, la muerte reinaba en el este, muerte, muerte,
muerte. - їTe das
cuenta de lo que eso significa? - la voz de Tembo era elocuente en su
sentimiento, y quedу suspendida por un instante a medio vuelo, esperando la
respuesta a su pregunta catequista. - No estoy
seguro - dijo Bill, rebuscando sin objetivo en su macuto -. Yo vengo de
Phigerinadon II, es un sitio tranquilo... - ЎLa muerte no
reinaba en el Sur! Y їpor quй fue salvado el Sur?, te preguntarбs. Y la
respuesta es: porque fue deseo de Samedi que todos los falsos profetas y las
falsas religiones y los falsos dioses fueran borrados del rostro de la Tierra
de forma que tan solo quedase la verdadera fe. La Primera Iglesia Reformada
Vudъ... Sonу el crбneo
humano de tal generala, una aullante alarma calculada para producir una
frecuencia resonante en se hallara en forma que el hueso vibrase como si la
cabeza el interior de una tremenda campana, y los ojos se desenfocasen con cada
sonido. Hubo un correteo hacia el corredor, en donde el horrible sonido no era
tan intenso y en donde los suboficiales estaban esperando para llevarlos a sus
puestos. Bill siguiу a Ansioso Beager, subiendo por una aceitosa escalera hasta
llegar a la compuerta en el piso de la sala de fusibles. Grandes hileras de
fusibles se extendнan por todos lados, mientras de la parte superior de las
hileras surgнan cables del grosor de un brazo que subнan hasta el techo y
desaparecнan en йl. Frente a las hileras, regularmente espaciados, se veнan
unos agujeros redondos de mбs de un palmo de diбmetro. - Mis frases
iniciales serбn breves: si alguno de vosotros me crea problemas, yo
personalmente lo tirarй de cabeza por el mбs cercano conducto de fusibles - un
grasiento нndice apuntу a uno de los agujeros del piso, y reconocieron la voz
de su nuevo dueсo. Era mбs bajo y mбs ancho y mбs grueso de tripa que
Deseomortal, pero existнa una semejanza genйrica que era inconfundible -. Soy
el especialista en fusibles de primera clase Bilis. Os cogerй a vosotros,
repugnantes y los echarй por el conducto de fusibles mбs cercano. Esta es una
especialidad altamente especializada y eficientemente tйcnica, que usualmente
se tarda un aсo en enseсar a un hombre inteligente, pero esto es la guerra, asн
que vais a aprenderlo a hacerlo ahora, o de lo contrario... Os harй una
demostraciуn. Tembo, al frente y al centro. Toma el tablero 19J-9, estб fuera
de circuito ahora. Tembo golpeу
los tacones y se colocу en rнgido firmes frente al tablero. Extendiйndose a
ambos lados de йl, se hallaban los fusibles, cilindros de cerбmica blanca
recubiertos en ambas extremidades por metal. Cada uno de un palmo de diбmetro,
un metro y medio de alto, y pesando treinta y cinco kilos. Habнa una banda roja
rodeando el centro de cada fusible. El primera clase Bilis golpeу una de esas
bandas. - Cada fusible
tiene una de estas bandas rojas que se llama una banda de fusibles y es de
color rojo. Cuando el fusible se quema, esta banda se vuelve negra. No espero
que os acordйis de todo eso ahora, pero estб en vuestro manual, y os lo vais a
saber al pie de la letra antes de que haya acabado con vosotros, o de lo
contrario... Ahora os demostrarй lo que pasarб cuando se queme un fusible.
Tembo: Ўese es un fusible fundido! ЎAr! - ЎUggg! -
chillу Tembo, y saltу sobre el fusible y lo cogiу con ambas manos -. ЎUggg! -
dijo de nuevo, y lo arrancу de los bornes. Y de nuevo -: ЎUggg! - cuando lo
dejу caer por el conducto de fusibles. Entonces, aъn ugggeando, sacу un fusible
nuevo de las hileras de almacenamiento y lo colocу en su lugar, y con un uggg
final se puso de nuevo firmes. - Y asн es como
se hace: por tiempos, en la forma militar. Y lo vais a aprender, o de lo
contrario... - sonу un apagado zumbido, atravesando el aire como un eructo mal
contenido -. Eso es la llamada a rancho, asн que os dejarй que vayбis, y
mientras estйis comiendo pensad en todo lo que vais a tener que aprender.
ЎRompan filas! Otros soldados
iban ya por el corredor, y los siguieron a las entraсas de la nave. - Je, je...
їCreйis que la comida serб algo mejor que la del campamento? - preguntу
Ansioso, lamiйndose excitadamente los labios. - Es
completamente imposible que sea peor - dijo Bill, cuando se unieron a una cola
que llegaba hasta una puerta marcada Comedor Consolidado Nє 2 -. Cualquier
cambio serб para mejorar. Despuйs de todo... їno somos ahora soldados en
campaсa? Tenemos que estar bien alimentados para el combate, segъn dice el
manual. La cola se
moviу hacia adelante con una dolorosa lentitud, pero en menos de una hora se
hallaron en la puerta. Tras ella, un cansado soldado de cocina vestido con un
mono grasiento y manchado de jabуn le entregу a Bill una jarra de plбstico
amarillo de un cajуn situado frente a йl. Bill siguiу hacia adelante, y cuando
el soldado frente a йl se apartу se encontrу con una pared desnuda de la que
emergнa un ъnico grifo sin llave. Un grueso cocinero que se hallaba junto a йl,
vistiendo un enorme gorro blanco de cocinero y una camiseta sucia, le indicу
que se adelantase con la cuchara sopera que llevaba en la mano. - Vamo', vamo',
їno ha com'нo nunca? 'A jarra bajo e' grifo, 'a chapa en e' bujero, Ўvenga ya! Bill puso la
jarra tal y como se lo habнa ordenado, y se fijу en una delgada ranura en la
pared metбlica, justamente a la altura de la vista. Su placa de identificaciуn
le colgaba del cuello, y la introdujo en la ranura. Algo hizo bzzz, y un
delgado chorro de fluido amarillento saliу a borbotones, llenando a medias el
recipiente. - ЎEl
siguiente! - chillу el cocinero. Y empujу a Bill, para que Ansioso pudiera
tomar su lugar. - їQuй es esto?
- preguntу Bill, contemplando la jarra. - їQuй й' й'to?
- se irritу el cocinero, poniйndose de un brillante color rojo ЎE'to й' tu
com'нa, so idiota! E'to й' un agua absolutamente quнmicamente pura, en la que
й'tan disue'to 18 aminoбcido', 16 vitamina', 11 sale' minerale', u' ester бcido
y glucosa, їQuй otra cosa e'peraba'? - їComida...? -
dijo esperanzado Bill; y entonces lo vio todo rojo, cuando la cuchara sopera le
golpeу la cabeza -. їPodrнan dбrmela sin el ester бcido? - preguntу
confiadamente, pero lo empujaron de vuelta al corredor, en donde se le uniу
Ansioso. - Je, je - dijo
Ansioso -, esto tiene todos los elementos nutritivos necesarios para mantener
indefinidamente la vida. їNo es maravilloso? Bill sorbiу su
jarra y luego suspirу trйmulamente. - Mira esto -
le dijo Tembo; y cuando Bill se dio la vuelta una imagen proyectada apareciу en
la pared del corredor. Mostraba un firmamento con nubes sobre las que parecнan
flotar pequeсas figuras -. El infierno te espera, muchacho, a menos que seas
salvado. Da la espalda a tus creencias supersticiosas y acуgete en la Primera
Iglesia Vudъ Reformada, que te abre los brazos; entra en su seno, y hallarбs tu
lugar en el cielo a la diestra de Samedi. Estarбs allн sentado con Mondonguй y
Bakalъ y Zandor, que saldrбn a recibirte. La escena
proyectada cambiу, las nubes se acercaron, mientras del pequeсo altavoz surgнa
el dйbil sonido de un coro celestial con acompaсamiento de tambores. Ahora las
figuras podнan ser vistas claramente, todas ellas de piel muy negra y tъnicas
blancas, de cuya espalda surgнan grandes alas negras. Se sonreнan y saludaban
unas a otras cuando se cruzaban sus nubes, mientras cantaban entusiбsticamente
y golpeaban los pequeсos tam-tams que llevaba cada una. Era una hermosa escena,
y los ojos de Bill se nublaron un tanto. - ЎAtenciуn! La aullante
tonalidad produjo ecos en las paredes, y los soldados echaron atrбs los
hombros, juntaron los tacones y miraron al frente. El coro celestial se
desvaneciу cuando Tembo volviу a meterse el proyector en el bolsillo. - Descansen -
ordenу el primera clase Bilis, y al girarse lo vieron guiando a dos PM con
pistolas empuсadas que actuaban como guardaespaldas de un oficial. Bill sabнa
que era un oficial porque habнan tenido un curso de Identificaciуn de
Oficiales, ademбs de porque en la parel de la letrina habнa un cartel titulado
CONOCE A TUS OFICIALES, y habнa tenido larga oportunidad de estudiarlo durante
un inicio de epidemia de amebiasis. Su mandнbula cayу cuando el oficial se
acercу lo bastante como para poderlo tocar, y se detuvo frente a Tembo. - Especialista
en fusibles de sexta clase Tembo, tengo buenas noticias para usted. En dos
semanas se termina su perнodo de siete aсos de alistamiento y, dado su
excelente comportamiento, el capitбn Zekial ha autorizado que le doblemos la
paga de despedida, un licenciamiento honorable con banda de mъsica, y el
transporte gratuito de regreso a la Tierra. Tembo, relajado
y firme, mirу hacia abajo, al diminuto teniente del bigotito rubio que se
encontraba frente a йl. - Eso serб
imposible, seсor. - ЎImposible! -
chirriу el teniente, balanceбndose sobre sus botas de tacуn alto -. ЎїQuiйn es
usted para decirme a mн lo que es imposible...?! - No soy yo,
seсor - le respondiу Tembo con la mayor calma -. La regla 13-9A, pбrrafo 45,
pбgina 8923, volumen 43, de las Reglas, Regulaciones y Artнculos de Guerra.
Ningъn soldado u oficial serб licenciado, a menos que lo sea con deshonor,
comportando sentencia de muerte, de una nave, puesto, base, campo, buque,
avanzadilla o campo de trabajo, en tiempo de emergencia... - їEs usted un
leguleyo, Tembo? - No, seсor.
Soy un leal soldado, seсor. Tan solo quiero cumplir con mi deber, seсor. - Hay algo muy
raro en usted, Tembo. Vi en su ficha que se alistу voluntariamente, sin
necesidad de que usaran drogas y/o hipnotismo. Ahora, rehъsa ser licenciado.
Eso es malo, Tembo, muy malo. Le da a usted un mal nombre. Le hace aparecer
como sospechoso. Le hace aparecer como espнa o algo similar. - Soy un leal
soldado del Emperador, seсor, y no un espнa. - No es ningъn
espнa, Tembo, ya hemos estudiado eso concienzudamente. Pero їpor quй estб en el
ejйrcito, Tembo? - Para ser un
leal soldado del Emperador, seсor, y para hacer todo lo que pueda en la
difusiуn de la fe. їEstб usted salvado, seсor? - ЎVigile su
lengua, soldado, o se meterб en lнos! Sн, conocemos esta historia, reverendo.
Pero no nos la creemos. Es usted muy astuto, pero ya lo averiguaremos... - se
marchу, murmurando para sн mismo, y todos se pusieron firmes hasta que hubo
desaparecido. Los otros soldados miraron a Tembo en forma extraсa, y no se
sintieron confortables hasta que tambiйn se hubo ido. Bill y Ansioso regresaron
lentamente a su camarote. - ЎSe negу a
aceptar que lo licenciaran...! - murmurу asombrado Bill. - Je, je - dijo
Ansioso -. Tal vez estй loco. No se me ocurre otra explicaciуn. - Nadie puede
estar tan loco - y luego -: Me pregunto que habrб aquн dentro - seсalando una
puerta con un gran cartel que decнa PROHIBIDA LA ENTRADA AL PERSONAL NO AUTORIZADO. - Je, je... No
sй... їNo serб comida? Se introdujeron
inmediatamente y cerraron la puerta tras ellos. Pero no habнa comida allн. En
lugar de ello, se hallaron en una amplia cбmara con una pared curvada, mientras
que, pegados a esta pared, se veнan complicados aparatos con medidores,
esferas, controles, palancas, conmutadores, una pantalla visora y un tubo de
escape. Bill se inclinу y leyу la placa del aparato mбs cercano: - Caсуn atуmico
tipo IV. ЎY fнjate que tamaсo tienen! Esta debe ser la baterнa principal de la
nave. - Se dio la vuelta y vio que Ansioso estaba con el brazo levantado, de
forma que su reloj de muсeca apuntaba a los caсones, y estaba apretando la
corona con el dedo нndice de la otra mano. - їQuй es lo
que estбs haciendo? - le preguntу Bill. - Je, je...
miraba quй hora era. - їCуmo puedes
saber quй hora es si tienes la correa hacia la vista y el reloj en el otro
lado? Se oyeron
pisadas a lo lejos en la larga sala de caсones, y recordaron el letrero de la
puerta. En un instante la habнan atravesado de nuevo, y Bill la cerrу
silenciosamente. Cuando se girу, Ansioso Beager habнa desaparecido, asн que
tuvo que regresar solo al camarote. Ansioso habнa regresado antes y estaba
atareado limpiando las botas de sus compaсeros, y no levantу la vista cuando
entrу Bill. Pero, їquй era
lo que habнa estado haciendo con su reloj? CUATRO Esta pregunta
estuvo molestando a Bill durante todo el tiempo de los dнas de su
entrenamiento, en los que dolorosamente aprendнan su tarea como especialistas
en fusibles. Era un trabajo agotador y tйcnico que necesitaba de toda su
atenciуn, pero en los momentos libres Bill se preocupaba. Se preocupaba cuando
hacнan cola para el rancho, y se preocupaba durante los pocos momentos, cada
noche, entre el instante en el que se apagaban las luces y el pesado descender
del sueсo sobre su fatigado cuerpo. Se preocupaba a cada momento que tenнa, y
perdнa peso. Perdнa peso no
porque se estuviera preocupando, sino por la misma razуn por la que todos
estaban perdiendo peso: la comida de la nave. Estaba estudiada para mantener la
vida, y esto lo hacнa. Pero nunca se habнa dicho quй tipo de vida iba a ser.
Era una vida aburrida, hambrienta, de adelgazamiento. Y, sin embargo, Bill no
se preocupaba por esto. Tenнa un problema mayor y necesitaba ayuda. Tras el
entrenamiento del domingo, a finales de su segunda semana, se quedу para hablar
con el primera clase Bilis en vez de unirse a los demбs en su trastabillante
carrera hacia el comedor. - Tengo un
problema, seсor... - No eres el
ъnico, pero una sola inyecciуn te lo curarб, y nadie puede decir que es un
hombre hasta que no lo ha pasado. - No es ese
tipo de problema. Me gustarнa... ver... al capellбn... Bilis se quedу
pбlido y se derrumbу contra la pared. - Ahora ya lo
he oнdo todo - dijo dйbilmente -. Vete a comer y, si tъ no lo cuentas, yo
tampoco dirй nada. - Lamento esto,
primera clase Bilis - dijo Bill enrojeciendo -, pero no puedo evitarlo. No es
culpa mнa el tener que verlo. Le podrнa haber pasado a cualquiera... - su voz
muriу, y se quedу mirando a sus pies, mientras frotaba una bota contra la otra.
El silencio prosiguiу hasta que finalmente hablу Bilis, pero toda la
camaraderнa habнa desaparecido de su voz. - De acuerdo,
soldado... Si es asн como lo quiere. Pero espero que el resto de los muchachos
no se enteren. No vaya a rancho y hбgalo ahora: aquн tiene un pase - garabateу
algo en un trozo de papel, y luego lo tirу con repugnancia al suelo, dбndose la
vuelta y marchбndose mientras Bill se inclinaba humildemente para recogerlo. Bill pasу a lo
largo de compuertas de salto, de corredores, a lo largo de pasarelas, y subiу
escaleras. En el directorio de la nave, el capellбn estaba marcado con el
compartimiento 362-B de la cubierta 89, y finalmente Bill la encontrу: una
puerta metбlica vulgar, ribeteada. Alzу la mano para golpear, mientras el sudor
manaba en grandes gotas de su rostro y su garganta estaba seca. Sus nudillos
sonaron huecos en el panel, y tras un perнodo interminable se oyу una voz
apagada del otro lado: - Vale, vale...
Tira adentro... Estб abierto. Bill entrу, y
se puso firme de un salto cuando vio al oficial que se hallaba tras el
solitario escritorio que casi llenaba la pequeсa habitaciуn. El oficial, un
cuarto teniente, aunque era joven, estaba quedбndose rбpidamente calvo. Se
veнan ojeras bajo sus ojos, y necesitaba afeitarse. Su corbata estaba mal
anudada y muy arrugada. Continuу rebuscando entre los montones de papeles que
llenaban el escritorio, tomбndolos, cambiбndolos de montуn, apuntando cosas en
algunos y echando otros a una atiborrada cubeta. Cuando moviу uno de los
montones, Bill vio un rуtulo sobre la mesa que decнa OFICIAL DE LAVANDERНA. - Excъseme,
seсor - dijo -, pero me he equivocado de oficina. Estoy buscando al capellбn. - Esta es la
oficina del capellбn, pero no entra de guardia hasta las 1300 horas, que es,
como cualquiera puede saber, aъn tan estъpido como parece ser usted, dentro de
quince minutos. - Gracias,
seсor. Volverй... - Bill se deslizу hacia la puerta. - Se quedarб y
trabajarб - el oficial alzу unos ojos sanguinolentos y cloqueу malйvolamente -.
Lo he cogido. Puede separar los informes sobre los paсuelos. He perdido
seiscientos y tal vez estйn por ahн. їSe cree que es fбcil ser un oficial de
lavanderнa? - lloriqueo autocompasivamente, y empujу un tambaleante montуn de
papeles hacia Bill, que comenzу a separarlos. Mucho antes de que hubiera
terminado, resonу un zumbador que indicaba el cambio de guardia. - ЎLo sabнa! -
sollozу desesperado el oficial -. Este trabajo no se acaba nunca, se hace peor
y peor. ЎY usted se cree que tiene problemas! - Extendiу una temblorosa mano y
dio la vuelta al rуtulo de la mesa. Por el otro lado decнa CAPELLБN. Entonces
agarrу la corbata y dio un tirуn de ella, llevбndola sobre su hombro derecho.
La corbata estaba unida al cuello, y el cuello estaba colocado sobre
rodamientos a bolas que corrнan suavemente por un carril fijado a su camisa. Se
oyу un suave chirrido mientras el cuello giraba, y entonces la corbata colgу
fuera de la vista a su espalda y su cuello estaba ahora al revйs, viйndose
blanco y liso y frнo al frente. El capellбn
juntу sus dedos frente a йl, bajу la vista y sonriу dulcemente. - їCуmo puedo
ayudarte, hijo? - Pensй que
usted era el oficial de lavanderнa - dijo Bill pasmado. - Lo soy, hijo
mнo, pero esa es tan solo una de las cargas que caen sobre estos hombros. Hay
muy poca necesidad de un capellбn en estos tiempos perturbados, pero mucha de
un oficial de lavanderнa. Hago lo que puedo por ser ъtil - inclinу humildemente
la cabeza. - Pero... їquй es
lo que es usted? їUn capellбn que pasa parte de su tiempo como oficial de
lavanderнa o un oficial de lavanderнa que a ratos es capellбn? - Eso es un
misterio, hijo mнo. Hay algunas cosas que es mejor no conocer. Pero te veo
turbado. їPuedo preguntarte si sigues la fe? - їQuй fe? - ЎEso es lo
que yo te pregunto a ti! - saltу el capellбn, y por un momento se transformу en
el oficial de lavanderнa -. їCуmo puedo ayudarte si no sй de quй religiуn eres? - Zoroastriano
Fundamentalista. El capellбn
tomу una hoja plastificada de un cajуn y pasу el dedo sobre ella. - Z... z... zen... zodomita... zoroastriano fundamentalista reformado. їEs esto? - Sн seсor. - Bien, no
tendremos problemas con esto - dijo -. 21 52 25... - marcу rбpidamente el
nъmero en un disco colocado en su escritorio y luego, con un gesto grandioso y
un brillo evangйlico en la mirada, barriу todos los papeles al suelo. Una
maquinaria oculta zumbу por un momento, una parte del tablero del escritorio se
hundiу, y reapareciу un momento mбs tarde portando una caja de plбstico negro
decorada con toros dorados, rampantes -. Excъsame un momento - dijo el
capellбn, abriendo la caja. Primero
desenrollу un largo trozo de tela blanca en la que estaban bordados los mismos
tonos dorados, colocбndosela al cuello, luego puso un grueso libro forrado en
piel al lado de la caja, y mбs tarde dispuso sobre esta dos toros metбlicos con
los lomos ahuecados. En uno de ellos vertiу agua destilada de un botellуn de
plбstico, y en el otro aceite aromбtico, que encendiу. Bill contemplу aquel
ritual familiar con creciente felicidad. - Es realmente
afortunado - dijo Bill - que tambiйn usted sea zoroastriano. Me hace mбs fбcil
el hablar con usted. - No hay nada
de afortunado en ello, hijo mнo, tan solo una planificaciуn inteligente - el
capellбn lanzу haoma en polvo sobre la llama, y la nariz de Bill se estremeciу
cuando el incienso drogado llenу con su olor la habitaciуn -. Por la gracia de
Ahura Mazdah soy un sacerdote ungido de zoroastro. Por el deseo de Alб un fiel
mohecнn del Islam, gracias a la intervenciуn de Yavhй un rabн circunciso, etc.,
etc. - su benigno rostro se transformу con una mueca salvaje -. Y tambiйn, dado
que hay dйficit de oficiales, soy el maldito oficial de lavanderнa - su rostro
se aclarу de nuevo -. Pero ahora tienes que contarme tu problema... - Bien, no es
fбcil. Tal vez sea una estъpida sospecha por mi parte, pero me preocupa uno de
mis compaсeros. Hay algo extraсo en йl. No estoy seguro de saberme explicar... - Ten
confianza, hijo mнo, y revйlame tus mбs profundos sentimientos sin temor. Lo
que oiga jamбs saldrб de esta habitaciуn, pues he jurado guardar el secreto en
sagrada promesa de mi vocaciуn. Descarga tu conciencia. - Muy amable
por su parte. Realmente, ya me siento mejor. Verб, este amigo mнo siempre ha
sido bastante raro: nos limpia las botas a todos, y se presenta voluntario para
encargarse de las letrinas, y no le gustan las chicas. El capellбn
asintiу beatнficamente y se abanicу algo del incienso hacia su nariz. - No veo nada
en eso que deba preocuparse, parece ser un chico decente. їPues no estб escrito
en el Vendidad que debemos ayudar a nuestros semejantes y tratar de compartir
sus penas y no seguir a las prostitutas por las calles? Bill hizo una
mueca. - Todo esto
estб muy bien para la escuela parroquias, pero no es la forma en que
comportarse en el ejйrcito. De cualquier forma, pensбbamos que estaba loco y
quizб fuera asн... pero eso no es todo. Estuve con йl en la cubierta de los
caсones, y apuntу su reloj a estos y apretу la coronilla y escuchй un click.
Podrнa ser una cбmara... Creo... Ўcreo que es un espнa chinger! - Bill se
recostу en la silla respirando fuertemente y sudando. Habнa dicho las palabras
fatales. El capellбn
continuу cabeceando, sonriente, medio inconsciente por los vapores del haoma.
Finalmente, surgiу de su ensueсo, se sonу, y abriу el grueso ejemplar del
Avesta. Canturreу en persa antiguo un rato, lo cual pareciу animarlo, y lo
cerrу de un golpe. - ЎNo
levantarбs falsos testimonios! - retumbу, clavando a Bill con una penetrante
mirada y un нndice acusador. - No me
comprende - sollozу Bill, agitбndose en la silla -. Ha hecho todas esas cosas,
lo vi usar el reloj. їCуmo puede llamar a esto ayuda espiritual? - Tan solo fue
un toque de atenciуn, muchacho, un toque de la antigua religiуn para renovar tu
sentido de culpa y volver a hacerte pensar en ir de nuevo regularmente a los
servicios. ЎNo has estado asistiendo a ellos! - їQuй otra
cosa podнa hacer? Se nos prohнbe ir a la capilla durante el entrenamiento de
reclutas. - Las circunstancias
no sirven de excusa, pero esta vez serбs perdonado porque Ahura Mazdah es todo
misericordioso. - їPero quй hay
de mi compaсero, el espнa? - Debes
olvidarte de tus sospechas, no son dignas de un seguidor de Zoroastro. Este
muchacho no debe sufrir por culpa de su natural inclinaciуn a ser amistoso, a
ayudar a sus camaradas, a mantenerse puro, a poseer un reloj defectuoso que
hace click. Y ademбs, si no te importa que introduzca un razonamiento lуgico,
їcуmo podrнa ser un espнa? Para ser un espнa tendrнa que ser un chinger, y los
chinger tienen dos metros diez de alto y cola. їLo entiendes? - Sн, sн -
murmurу desolado Bill -. Ya pude imaginar esto por mн mismo... pero sigue sin
explicarse todo... - Me satisface
a mн, y debe satisfacerte a ti. Creo que Arimбn te ha poseнdo para hacerte
pensar mal de tu camarada, y mejor serб que hagas algo de penitencia y te unas
a mн en una rбpida oraciуn antes de que el oficial de lavanderнa vuelva a estar
de servicio. Este ritual fue
terminado rбpidamente, y Bill ayudу a meter de nuevo las cosas en la caja, y la
contemplу desvanecerse en el interior del escritorio. Se despidiу, y dio la
vuelta para irse. - Tan solo un
momento, hijo - dijo el capellбn con su mбs cбlida sonrisa, extendiendo al
mismo tiempo el brazo sobre su hombro para agarrar la corbata. Tirу de ella y
el cuello girу, y mientras lo hacнa la expresiуn beatifica desapareciу de su
rostro para ser reemplazada por un gruсido. - їDуnde
infiernos creнa que se iba a ir, gusano? Vuelva a poner el culo sobre esta
silla. - Pe... pero...
- tartamudeу Bill -, me dijo que podнa irme. - Eso es lo que
dijo el capellбn, y como oficial de lavanderнa no tengo nada que ver con йl.
Ahora, rбpido: їcuбl es el nombre de ese espнa chinger que estб escondiendo? - Le hablй de
eso bajo juramento... - Se lo contу
al capellбn, y ese mantiene su palabra y no me lo ha dicho, pero tuve la suerte
de oнrlo - apretу un botуn rojo en el panel de control -. Los PM ya vienen
hacia aquн. Vale mбs que hable antes de que lleguen, gusano, o harй que lo aten
al casco sin traje espacial, y que ademбs no le dejen acercarse a la cantina en
un aсo. їEl nombre? - Ansioso
Beager - sollozу Bill, mientras afuera se oнan pesados pasos y dos cascos rojos
lograban introducirse en la pequeсa habitaciуn. - Tengo un
espнa para vosotros, chicos - anunciу el oficial de lavanderнa triunfalmente; y
los PM rechinaron los dientes, aullaron en lo profundo de sus gargantas, y se
lanzaron contra Bill. Este se desplomу bajo el asalto de puсos y porras, y
estaba cubierto de sangre antes de que el oficial de lavanderнa pudiera apartar
a aquellos supermusculosos retardados mentales, aunque no logrу evitar que se
quedaran mirбndolo con los ojos a no mбs de tres centнmetros de йl. - No es este...
- jadeу, y le tirу a Bill una toalla para que se secase parte de la sangre -.
Este es nuestro informador, el leal y patriota hйroe que delatу a su compaсero,
de nombre Ansioso Beager, al que ahora atraparemos y encadenaremos para que
pueda ser interrogado. Vamos. Los PM llevaron
a Bill entre ellos, y para cuando estuvieron en los alojamientos de los
especialistas en fusibles el aire producido por su rбpido paso le habнa hecho
recuperarse un tanto. El oficial de lavanderнa abriу la puerta tan solo lo
bastante como para introducir la cabeza. - ЎHola,
chavales! - dijo alegremente -. їEstб aquн Ansioso Beager? Ansioso levantу
la vista de la bota que estaba limpiando, saludando con la mano y sonriendo. - Ese soy yo...
je, je... - ЎA por йl! -
explotу el oficial de lavanderнa, saltando a un lado y seсalando
acusadoramente. Bill se echу al suelo cuando los PM lo soltaron y entraron
atronando en el compartimiento. Para cuando logrу volver a ponerse en pie,
Beager estaba en el suelo, esposado y encadenado de pies y manos, pero aъn
sonriendo. - Je, je...
їTambiйn querйis que os limpie las botas? - No consentirй
insolencias de un sucio espнa - raspу el oficial de lavanderнa, abofeteando la
ofensiva sonrisa. O al menos tratу de abofetear la ofensiva sonrisa, pero
Beager abriу su boca y mordiу la mano que lo golpeaba, apretando con tal fuerza
que el oficial no pudo apartarla -. ЎMe ha mordido! - aullу el hombre, y tratу
desesperadamente de liberarse. Ambos PM, cada uno de ellos esposado a un brazo
del prisionero, alzaron sus porras y le dieron una soberana paliza. En aquel
momento, la tapa de los sesos de Ansioso Beager saltу. Si esto hubiera
ocurrido en cualquier otro momento, se hubiera considerado el hecho como poco
usual, pero, al suceder en aquel instante, fue espectacularmente poco usual, y
todos ellos, Bill incluido, se quedaron con la boca abierta cuando un lagarto
de quince centнmetros de alto saltу del abierto crбneo hasta el suelo, donde
hizo una abolladura bastante grande al golpearlo. Tenнa cuatro pequeсos brazos,
una larga cola, una cabeza similar a la de un pequeсo cocodrilo, y era de un
brillante color verde. Parecнa ser exactamente igual a un chinger, solo que
tenнa menos de un palmo de alto en vez de tener mбs de dos metros. - Todos los
guarros humanos olйis mal - dijo en una dйbil imitaciуn de la voz de Ansioso
Beager - Los chingers no sudamos. ЎVivan los chingers! - cargу a travйs del
compartimiento hacia la litera de Beager. La parбlisis
prevaleciу. Todos los especialistas en fusibles que habнan sido testigos de los
imposibles acontecimientos se quedaron en pie o sentados tal y como estaban
antes, congelados por el asombro y con los ojos salidos como si fueran huevos
duros. El oficial de lavanderнa estaba atrapado por los dientes que le mordнan
la mano, mientras que los dos PM trasteaban con las esposas que los sujetaban
al cuerpo inmуvil. Tan solo Bill podнa moverse y, aъn atontado por la paliza,
se inclinу para atrapar a la pequeсa criatura. Unas garras diminutas pero
poderosas se cerraron sobre su carne, y se sintiу alzado por el aire y lanzado
violentamente contra una mampara. - Je, je... Eso
es para ti, soplуn - chillу la diminuta voz. Antes de que
nadie mбs pudiera interferir, el lagartoide corriу hasta el montуn de sacos de
Beager, abriу el de encima de todos ellos y se sumergiу en el interior. Un
instante mбs tarde se oyу un zumbido que creciу en volumen, y del saco emergiу
la aguzada nariz de un brillante proyectil. Fue saliendo hasta que una pequeсa
espacionave de no mбs de sesenta centнmetros de largo flotу en el compartimiento.
Entonces girу sobre su eje vertical, deteniйndose cuando apuntaba al casco. El
zumbido aumentу de tono, y la nave saliу repentinamente disparada y atravesу el
metal de la pared como si no fuera mбs duro que el cartуn mojado. Se oyeron
otros sonidos distantes de rotura a medida que atravesaba plancha tras plancha,
hasta que con un clang final atravesу el casco exterior de la nave y escapу al
espacio. Se oyу un rugido de aire escapando al vacнo, y el clamor de las
sirenas de alarma. - Maldita
sea... - dijo el oficial de lavanderнa, luego cerrу su asombrada boca y chillу
-: ЎSбquenme esta cosa de la mano... me estб mordiendo hasta matarme! Los dos PM
seguнan agitбndose hacia delante y hacia atrбs, espesados a la inmуvil figura
del que fue Ansioso Beager. Beager seguнa sonriendo alrededor del bocado que
daba a la mano del oficial, y no fue hasta que Bill buscу su rifle atуmico y
metiу el caсуn en la boca de Beager, haciendo palanca hasta abrir la mandнbula,
que el oficial de lavanderнa logrу retirar la mano. Mientras hacнa esto, Bill
vio que la parte superior de la cabeza de Ansioso se habнa abierto justamente
por encima de las orejas, y estaba sujeta en la parte trasera por una brillante
bisagra de bronce. En el interior del bostezante crбneo, en lugar de cerebro y
huesos y otras cosas, habнa una pequeсa habitaciуn de control con una diminuta
silla, minъsculos mandos, pantallas de televisiуn, y un refrigerador de agua.
Ansioso era tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que habнa huido
en la espacionave: una criatura que parecнa un chinger, pero que tan solo tenнa
quince centнmetros de alto. - ЎHey! - dijo
Bill -, Ansioso es tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que ha
escapado en la espacionave. Parecнa un chinger, pero tan solo tenнa quince
centнmetros de alto... - Quince
centнmetros o dos metros diez, їquй diferencia hay en eso? - gruсу petulante el
oficial de lavanderнa, mientras se anudaba un paсuelo alrededor de su mano
herida -. No esperarб que les digamos a los reclutas lo pequeсos que son en
realidad nuestros enemigos, o explicarles que proceden de un planeta de diez g.
Tenemos que mantener alta la moral. CINCO Ahora que
Ansioso Beager habнa resultado ser un espнa chinger, Bill se sentнa muy
solitario. Caliente Brown, que casi nunca hablaba, ahora hablaba aъn menos, lo
cual significaba nunca, asн que no habнa nadie con quien Bill pudiera charlar.
Caliente era el ъnico otro especialista en fusibles en el compartimiento que
hubiera estado en el pelotуn de Bill en el Campo Leуn Trotsky, y todos los
demбs hombres estaban muy agrupados y acostumbraban a reunirse y murmurar si
alguien se les acercaba. Su ъnica diversiуn era el soldar, y cada vez que no
estaban de servicio sacaban los soldadores y soldaban cosas al suelo, y al
siguiente descanso las arrancaban de nuevo, lo cual es una forma tan tonta de
perder el tiempo como cualquier otra, aunque parecнa divertirles. Asн que Bill
estaba algo fuera de sн y trataba de charlar con Ansioso Beager. - ЎMira los
problemas en que me has metido! - gimoteaba. Beager
simplemente sonreнa, sin conmoverse por la queja. - Al menos
cierra tu cabeza cuando te hablo - gruсу Bill, y se la cerrу de un golpe. Pero
no servнa de nada. Ansioso ya no podнa hacer otra cosa que sonreнr. Habнa
limpiado su ъltima bota. Ahora estaba allн de pie, realmente era muy pesado y
ademбs estaba magnetizado al suelo, y los tйcnicos en fusibles colgaban sus
camisas sucias y sus soldaduras de йl. Se quedу allн durante tres guardias
antes de que alguien pensase que habнa que hacer algo acerca de йl, y
finalmente llegу un pelotуn de PM con palancas, lo inclinу, colocбndolo sobre
una carretilla, y se lo llevу. - Hasta la
vista - le despidiу Bill, agitando su paсuelo. Luego volviу a
limpiarse las botas. Era un buen compaсero, aunque fuera un espнa chinger. Caliente no le
respondiу, y los soldadores no hablaban con йl, y pasaba la mayor parte de su
tiempo evitando al reverendo Tembo. La gran dama de la flota, Fanny Girl,
estaba aъn en уrbita mientras se le instalaban los motores. Habнa muy poco que
hacer puesto que, a pesar de lo que dijera el primera clase Bilis, todos ellos
habнan aprendido las tareas del cuidado de los fusibles en algo menos del aсo
previsto, en realidad les llevу algo asн como quizб quince minutos. En su
tiempo libre, Bill correteaba por la nave, yendo tan lejos como le permitнan
los PM que guardaban las compuertas, y hasta llegу a pensar en volver a ver al
capellбn para tener a alguien con quien charlar. Pero, si calculaba mal la
hora, se encontrarнa de nuevo con el oficial de lavanderнa, y esto era mбs de
lo que podнa soportar. Asн que caminу a travйs de la nave, muy solitario, y
mirу por la puerta de un compartimiento y vio una bota sobre una cama. Bill se detuvo,
helado, inmуvil, anonadado, rнgido, horrorizado, desmayado, y tuvo que luchar
para controlar su vejiga sъbitamente contraнda. Conocнa aquella
bota. Nunca olvidarнa aquella bota hasta el dнa en que muriese, tal y como
nunca podrнa olvidar su nъmero de serie, pudiйndole decir del derecho, del
revйs o desde el centro. Cada detalle de aquella terrible bota aparecнa claro
en su memoria, desde los cordones similares a serpientes en la repulsiva piel
de la parte superior, que se decнa era piel humana, hasta las rugosas suelas de
patear manchadas con algo rojo que tan solo podнa ser sangre humana. Aquella
bota pertenecнa a Deseomortal Drang. La bota estaba
unida a una pierna y, paralizado por el terror, tan incapaz de controlarse como
un pбjaro frente a una serpiente, se hallу inclinбndose mбs y mбs hacia el
interior del compartimiento, mientras sus ojos recorrнan la pierna hasta llegar
al cinturуn, a la camisa, al cuello, sobre el que se hallaba un rostro que
habнa tenido un papel estelar en todas sus pesadillas desde que se habнa
alistado. Los labios se movieron... - їEres tъ, Bill? Entra y siйntate. Bill entrу
tambaleбndose. - Toma un
caramelo - le dijo Deseomortal, y sonriу. Los reflejos
empujaron a los dedos de Bill hasta la caja ofrecida, e hicieron que sus
mandнbulas comenzaran a masticar la primera comida sуlida que habнa atravesado
sus labios desde hacнa semanas. La saliva surgiу de los polvorientos orificios,
y su estуmago iniciу un rugido preliminar, mientras sus pensamientos giraban
locamente en cнrculos mientras trataba de imaginarse cual era la expresiуn del
rostro de Deseomortal. Los labios curvados en las comisuras, mбs allб de los
colmillos, y arruguitas en las mejillas. No habнa forma. No podнa reconocerla. - He oнdo que
Ansioso Beager resultу ser un espнa chinger - dijo Deseomortal, cerrando la
caja de caramelos y metiйndola bajo su almohada -. Debнa de haberme dado cuenta
de eso antes. Sabнa que habнa algo muy raro en йl, limpiando las botas de sus
compaсeros y todas esas tonterнas. Pero pensй que se trataba simplemente de un
loco. Debнa de habйrmelo imaginado... - Deseomortal -
dijo roncamente Bill -; no puede ser, lo sй... ЎPero se estб comportando usted
como un ser humano! Deseomortal se
riу, no con su risa de un cuchillo desgarrando huesos humanos sino con una casi
normal. Bill
tartamudeу: - Pero si usted
es un sбdico, un pervertido, una bestia, un monstruo, una cosa, un asesino... - Vaya,
gracias, Bill. Eres muy amable. Trato de cumplir con mi trabajo lo mejor que
sй. Pero soy lo bastante humano como para agradecer unas palabras de alabanza
de vez en cuando. El ser un asesino es difнcil de proyectar, pero me alegra que
lograse daros esa impresiуn, hasta a unos reclutas tan estъpidos como йrais
vosotros. - Pe... pero...
їno es usted realmente un...? - ЎOjo ahora! -
cortу Deseomortal, y habнa en estas palabras lo bastante del antiguo veneno y
ruindad como para hacer bajar en seis grados la temperatura del cuerpo de Bill.
Entonces Deseomortal sonriу de nuevo -. No puedo echarte la culpa, hijo, porque
te comportes de esa manera, ya que eres bastante estъpido y de un planeta
atrasado, y por haber sido retardada tu educaciуn por los soldados y todo eso.
ЎPero despierta, chico! La educaciуn militar es algo demasiado importante como
para arriesgarse a que unos aficionados intervengan en ella. Si hubieras leнdo algunas
de las cosas que ponen nuestros libros de estudio, tu sangre se congelarнa. їTe
das cuenta de que en los tiempos prehistуricos los sargentos, o como quiera que
se les llamase, eran verdaderos sбdicos? Las fuerzas armadas dejaban que esa
gente, que realmente no sabнan nada, destruyeran a los reclutas. Dejaban que
estos aprendiesen a odiar al ejйrcito antes de aprender a temerlo, lo cual
destruye la disciplina. ЎY no hablemos de cуmo se malgastaban! Siempre estaban
haciendo que la gente caminase hasta morir por accidente, o ahogaban a un
pelotуn, o tonterнas asн. Tan solo esas pйrdidas le harнan llorar a uno. - їMe permite
preguntarle de quй se graduу en la universidad? - preguntу Bill en una voz
dйbil y humilde. - Disciplina
Militar, Rotura de la Moral e Interpretaciуn de Personajes. Un curso duro, de
cuatro aсos, pero me graduй con una Sigma Cum, lo que no estб mal para un chico
que venнa de una familia de trabajadores. He hecho una carrera del ejйrcito, y
es por esto por lo que no puedo comprender el porquй esos bastardos
desagradecidos me han metido en esta podrida lata - alzу sus gafas de montura
de oro para enjuagar una lбgrima que se formaba. - їEspera
gratitud del ejйrcito? - preguntу humildemente Bill. - No, claro que
no, quй tonto he sido. Gracias por traerme de nuevo a la realidad, Bill;
llegarбs a ser un buen soldado. Pero lo que espero es una indiferencia criminal
de la que pueda tomar ventajas a travйs de los mйtodos bien probados: soborno,
redacciуn de уrdenes falsas, mercado negro y demбs cosas usuales. Es
simplemente que habнa estado realizando un buen trabajo con vosotros, los
desgraciados del Campo Leуn Trotsky, y lo menos que esperaba era que me
mantuviesen en ello, lo cual fue bastante estъpido por mi parte. Lo mejor serб
que comience a preocuparme de mi traslado ahora mismo - se puso en pie, y
guardу los caramelos y las gafas de montura de oro en una taquilla con llave. Bill, que en
los momentos de asombro no lograba ajustarse instantбneamente, estaba aъn
agitando la cabeza y golpeбndola de vez en cuando con la palma de la mano. - Tuvo suerte -
dijo - al haber nacido asн, eso le ayuda en su carrera... Me refiero al hecho
de que tenga unos colmillos tan bonitos. - Nada de
suerte - dijo Deseomortal, haciendo sonar uno de sus largos colmillos -.
Tremendamente caro. їSabes lo que cuestan un par de colmillos mutantes, hechos
crecer en una probeta, e injertados quirъrgicamente? ЎEs imposible
que lo sepas! Trabajй durante las vacaciones de verano de tres aсos para ganar
lo bastante como para comprarme estos; pero te aseguro que valнa la pena. La
imagen es lo mбs importante. Estudiй las viejas grabaciones de los destructores
de moral prehistуricos, y a su manera, cruda, eran buenos. Naturalmente, eran
seleccionados por su tipo fнsico y su bajo нndice de inteligencia, pero sabнan
ponerse en su papel. Tenнan cabezas en forma de bala, se afeitaban
completamente el crбneo y mostraban sus cicatrices, tenнan mandнbulas gruesas,
modales repulsivos, todo. Me imaginй que una pequeсa inversiуn al principio pagarнa
buenos dividendos al final. Y crйeme que fue un sacrificio, no verбs muchos
colmillos injertados por ahн. Por un montуn de razones. Oh, tal vez sean buenos
para comer carne dura, pero їpara quй otra cosa sirven? Espera hasta que beses
a tu primera chica... Ahora piйrdete, Bill. Tengo cosas que hacer. Ya nos
veremos... Sus ъltimas
palabras se perdieron en la distancia, ya que los bien condicionados reflejos
de Bill lo habнan llevado a lo largo del corredor en el mismo instante en que
habнa sido despedido. Cuando el terror espontбneo desapareciу, comenzу a
caminar con cuidadosos pasos, como un pato que tuviera una articulaciуn rota,
pensando que asн se le verнa como un espacionauta veterano. Estaba comenzando a
sentirse como un viejo soldado, y momentбneamente se hallaba bajo la falsa
creencia de que sabнa mбs acerca del ejйrcito de lo que este sabнa de йl. Esta
falsa concepciуn tan patйtica fue instantбneamente disipada por los altavoces
del techo, que eructaron y luego lanzaron sus voces nasales a travйs de la
nave: - Atenciуn,
уrdenes directas del mismo Viejo, el capitбn Zekial, que tanto habйis estado
esperando oнr. Vamos a entrar en acciуn, asн que tendremos que arreglarlo todo
a proa y a popa, amarrando todo el equipo suelto. Un bajo gruсido
de dolor, que surgнa de los corazones, resonу en cada compartimiento de la
inmensa nave. SEIS Se oнa hablar
mucho a radio macuto, y los rumores de las letrinas proliferaban, acerca del
primer vuelo de la Fanny Girl. Pero nada de todo ello era cierto. Los rumores
eran iniciados por PM infiltrados, y por lo tanto no tenнan valor alguno. Casi
la ъnica cosa de que podнan estar seguros era de que quizб fueran a algъn
lugar, porque parecнan estarse preparando para ir a algъn lugar. Hasta Tembo
admitiу esto mientras ataban los fusiles en el almacйn. - Aunque quizб
- aсadiу - estemos haciendo todo esto para engaсar a posibles espнas y hacerles
creer que vamos a algъn lugar cuando en realidad son otras naves las que van
allн. - їDуnde? -
preguntу irritablemente Bill, atando su нndice en un nudo y dejando parte de la
uсa cuando logrу sacarlo. - Bueno, a
cualquier parte. Eso no importa. - A Tembo no le preocupaba ninguna cosa que no
hiciera referencia a su fe -. Pero yo sй a dуnde vas a ir tъ, Bill. - їA dуnde? -
preguntу ansiosamente, ya que era un perenne creyente en toda clase de rumores. - Directamente
al infierno, a menos que seas salvado. - No empieces
de nuevo... - rogу Bill. - Mira - le
dijo tentadoramente Tembo, y proyectу una celestial escena con puertas de oro,
nubes y el suave latir de un tam-tam como mъsica de fondo. - ЎApaga esas
tonterнas del cielo! - chillу el primera clase Bilis, y la escena se
desvaneciу. Algo tirу
ligeramente del estуmago de Bill, pero йl lo ignorу, creyendo que se trataba
simplemente de otro de los sнntomas continuamente sentidos por sus
aterrorizadas tripas que, a pesar de que se estaban atrofiando hasta la muerte,
aъn no se daban cuenta de que su maravillosa maquinaria triturante y disolvente
habнa sido condenada a una dieta lнquida. Pero Tembo dejу de trabajar e inclinу
la cabeza hacia un lado, y luego se golpeу experimentalmente el estуmago. - Nos estamos
moviendo - dijo, afirmativo -. Y ademбs vamos a las estrellas. Han conectado
los motores interestelares. - їTe refieres
a que estamos atravesando el subespacio, y que pronto experimentaremos el
terrible tirуn en cada fibra de nuestro cuerpo? - No, ya no
usan los antiguos motores subespaciales porque, aunque un montуn de naves
entraban en el subespacio con un tirуn que descoyuntaba todas las fibras,
ninguna de ellas logrу salir jamбs. Leн en la Gaceta del Soldado que un
matemбtico habнa dicho que se habнa producido un ligero error en las
ecuaciones, y que el tiempo era distinto en el subespacio, pero que era
diferente en mбs rбpido en vez de diferente en mбs lento, asн que tal vez pase
toda la eternidad antes de que esas naves salgan. - Entonces,
їvamos al hiperespacio? - Nada de eso. - їO estamos
siendo disueltos en nuestros бtomos componentes y grabados en la memoria de un
gigantesco computador que piensa que estamos en otra parte y asн resulta que
estamos allн? - ЎCaramba! -
dijo Tembo, mientras sus cejas subнan hasta su cabello -. Para ser un muchacho
campesino zoroastriano tienes ideas bastante raras. їHas estado fumando o
bebiendo algo que no me hayas contado? - ЎDнmelo! -
rogу Bill -. Si no es nada de eso... їquй es? Tenemos que cruzar el espacio
interestelar para luchar con los chingers... їCуmo vamos a hacerlo? - Es asн -
Tembo mirу a su alrededor para asegurarse de que el primera clase Bilis no se
hallaba por allн, y luego juntу las manos ahuecadas, formando una esfera -.
Imagнnate que mis manos son la nave, flotando en el espacio. Entonces se
conecta el Dispositivo Hinchador... - їEl quй? - El
Dispositivo Hinchador, que se llama asн porque hincha las cosas. їSabes?, todo
estб hecho a base de cosas pequeсitas llamadas electrones, protones, neutrones,
trontones y cosas asн, que en alguna manera estбn unidas por una especie de
energнa ligadora. Pero, si uno debilita la energнa que mantiene a las cosas
juntas (me olvidaba decirte que ademбs esas cositas estбn girando todo el rato
como si estuvieran locas, aunque quizб ya lo supieras...) bueno, se debilita la
energнa y, como estбn corriendo tan deprisa, las cositas comienzan a separarse
unas de otras, y cuanto mбs dйbil es la energнa mбs lejos se separan. їMe
sigues? - Creo que sн,
aunque no estoy seguro de que me guste lo que cuentas. - Tranquilo.
Ahora... їves mis manos? A medida que la energнa se debilita, la nave se hace
mбs grande - separу las manos -, se hace mбs grande, hasta que lo es tanto como
un planeta, luego como un sol, y por fin como todo un sistema estelar. El
Dispositivo Hinchador nos puede hacer tan grandes como queramos. Entonces se
invierte el proceso, nos encogemos hasta nuestro tamaсo real, y allн estamos. - їDуnde
estamos? - Donde
queramos estar - respondiу pacientemente Tembo. Bill se girу y
dio industriosamente abrillantador a un fusible, mientras el primera clase
Bilis pasaba, con un brillo de sospecha en sus ojos. Tan pronto como hubo
girado una esquina, Bill se inclinу y le silbу a Tembo: - їCуmo podemos
estar en otra parte distinta a donde nos encontrбbamos al empezar? El hacerse
mayores y luego mбs pequeсos no lleva a nadie a ningъn sitio. - Bueno, son
bastante astutos con eso del Dispositivo Hinchador. La forma de operar que me
han contado es similar a cuando uno toma una goma elбstica cogiйndola de un
extremo con cada mano. Uno no mueve la mano izquierda, pero estira la goma tan
lejos como puede con la derecha. Cuando uno deja que la goma vuelva a su tamaсo
normal, mantiene la mano derecha quieta y suelta la izquierda. їTe das cuenta? No has movido la goma, sino que la has estirado y la
has dejado ir, pero se ha movido. Como nuestra nave estб haciendo ahora. Se estб
haciendo mayor, pero en una direcciуn. Cuando la proa alcance el lugar a donde
estamos yendo, la popa estarб donde estбbamos. Entonces encogemos y, Ўbang!,
allн estamos. Y tъ podrнas llegar al cielo con la misma facilidad, hijo mнo, si
tan solo... - ЎPredicando
en horas de servicio, Tembo! - aullу el primera clase Bilis desde el otro lado
de la plataforma de fusibles, sobre la que estaba mirбndolos con un espejo
atado al extremo de un palo -. Te tendrй puliendo bornes de fusible durante un
aсo. Ya se te ha advertido antes. Ataron y
pulieron en silencio despuйs de esto, hasta que el pequeсo planeta tan grande
como una pelota de tenis atravesу la pared. Un perfecto planetita con diminutas
zonas polares, frentes helados, cubierto de nubes, con ocйanos y todo eso. - їQuй es eso?
- exclamу Bill. - Mala
navegaciуn - gruсу Tembo -. Un poco de retroceso. La nave estб yendo algo hacia
atrбs en lugar de ir solo en la otra direcciуn. ЎNo, no, no lo toques, a veces
puede causar accidentes! Es el planeta que acabamos de dejar, Phigerinadon Il. - Mi hogar -
sollozу Bill, notando como las lбgrimas le corrнan mientras el planeta se
empequeсecнa hasta tener el tamaсo de una canica -. Adiуs, mamб - saludу con la
mano mientras la canica disminuнa hasta ser una mota y luego se desvanecнa. Despuйs de eso
el viaje pasу sin mбs acontecimientos, particularmente ya que no podнan notar
cuando se estaban moviendo, no sabнan cuando se detenнan, y no tenнan ni idea
de donde estaban. Aunque estuvieron seguros de que habнan llegado a algъn lugar
cuando se les ordenу retirar los atalajes de los fusibles. La tranquilidad durу
tres guardias, y entonces sonу generala. Bill corriу con los demбs, contento
por primera vez desde que se habнa alistado. Todos los sacrificios, los duros
momentos pasados, no serнan en vano. Al fin iba a entrar en acciуn contra los
sucios chingers. Se colocaron en
Primer Tiempo frente a las bancadas de fusibles, con los ojos clavados en las
rojas banda de los fusibles, que se llamaban bandas de fusible. A travйs de las
suelas de sus botas, Bill podнa notar un dйbil y lejano temblor en la cubierta. - їQuй es eso?
- le preguntу a Tembo por la comisura de los labios. - Los motores,
no el Dispositivo Hinchador. Motores atуmicos. Significa que debemos estar
maniobrando, haciendo algo. - їPero quй? - ЎVigilen las
bandas de fusibles! - aullу el primera clase Bilis. Bill estaba
comenzando a sudar, y repentinamente se dio cuenta de que el calor estaba
aumentando en forma molesta. Tembo, sin
apartar la vista de los fusibles, se desnudу, plegando cuidadosamente la ropa
tras de sн. - їPodemos
hacer eso? - preguntу Bill, desabrochбndose el cuello -. їQuй es lo que pasa? - Va contra las
normas, pero uno tiene que desnudarse o cocerse. Desnъdate, hijo, o morirбs sin
haberte salvado. Debemos de estar a punto de entrar en acciуn, ya que han
puesto los escudos. Diecisiete escudos de fuerza, un escudo electromagnйtico,
un casco blindado doble y una delgada capa de gelatina pseudoviviente que fluye
y cierra cualquier abertura. Con todo eso no hay la mбs mнnima pйrdida de
energнa desde la nave, ni forma alguna en que librarse de ella. Ni del calor.
Con los motores en marcha y todo el mundo sudando, el calor puede llegar a ser
bastante fuerte. Sobre todo cuando disparen los caсones. La temperatura
siguiу alta, justo en la frontera de lo tolerable durante horas, mientras
contemplaban las bandas de fusibles. En un momento, se oyу un dйbil sonido
metбlico que Bill notу mбs que oyу a travйs de sus pies desnudos sobre el
caliente metal. - їY quй fue eso? - Disparo de
torpedos. - їContra quй? Tembo se alzу
simplemente de hombros como toda respuesta, y no apartу su vigilante mirada de
las bandas de los fusibles. Bill se agitу en una mezcla de frustraciуn,
aburrimiento, agotamiento por el calor y fatiga durante otra hora, hasta que
sonу el fin de la alarma y un hбlito de aire fresco llegу por los ventiladores.
Para cuando se hubo revestido de nuevo en su uniforme, Tembo habнa
desaparecido, y йl se arrastrу cansinamente hasta su camarote. En el tablero de
anuncios del corredor habнa un nuevo anuncio multicopiado, y se inclinу para
leer su mensaje. DE: Capitбn
Zekial A: Todo el
personal ASUNTO:
Reciente encuentro El 23-11-8956
esta nave ha participado en la destrucciуn mediante torpedos atуmicos de la
instalaciуn enemiga 17KL-345, y junto con las otras naves de la flotilla
llamada Muleta Roja ha cumplido su misiуn, por lo que se autoriza
consecuentemente a que el personal de esta nave adhiera un Nъcleo Atуmico al
pasador de la Medalla de Unidad de Combate en Servicio Activo, o bien, si esta
es su primera misiуn de este tipo, se les autoriza para usar la Medalla de
Servicio Activo. NOTA: Se ha
observado a ciertos miembros del personal con sus Nъcleos Atуmicos invertidos,
y esto estб mal, y es un crimen merecedor de consejo de guerra, punible con la
muerte. SIETE Tras la heroica
destrucciуn de 17KL-345, pasaron semanas de entrenamientos y pruebas para
restaurar a los cansados veteranos del combate a su habitual condiciуn fнsica.
Pero en el transcurso de estos deprimentes meses sonу una llamada por los
altavoces, una que Bill jamбs habнa oнdo antes, un sonido metбlico como el de
barras de acero golpeadas unas contra otras en el interior de un tambor
metбlico lleno de canicas. No significaba nada para йl o para los otros nuevos
soldados, pero hizo que Tembo saltase de su litera para iniciar una rбpida
Danza de la Maldiciуn Mortal con un raudo acompaсamiento de tam-tam efectuado
sobre la tapa de su taquilla. - їYa te has
vuelto loco? - preguntу apagadamente Bill desde donde estaba despatarrado,
leyendo un desvencijado ejemplar de un libro de historietas denominado
Asombrosas y realmente repugnantes aventuras sexuales (con efectos sonoros
incorporados). Un desgarrador aullido estaba surgiendo de la pбgina que contemplaba. - їNo lo
conoces? - preguntу Tembo -. ЎNo lo conoces! Ese es el toque de correo,
muchacho, el mбs grato de los sonidos escuchados en el espacio. El resto de la
guardia lo pasaron corriendo y esperando, haciendo cola y todo lo demбs. La
entrega del correo se efectuaba con la mбxima ineficiencia posible, pero
finalmente, a pesar de todas las barreras, se distribuyу el correo, y Bill
recibiу una preciosa postal espacial de su madre. En un lado de la postal se
veнa una fotografнa de la refinerнa Estrйpito, S. A., situada justo al lado de
su pueblo, y esto solo ya fue bastante como para producirle un nudo en la
garganta. Luego, en el
pequeсo cuadrado en el que se permitнa inscribir el mensaje, los patйticos
trazos de su madre habнan escrito: «Mala cosecha, adeudados, la robomula tiene
las glбndulas sobrecargadas, espero que tъ estйs igual - Cariсos, mamб.» No
obstante, era un mensaje de casa, y lo leyу y lo volviу a leer mientras hacнan
cola para la comida. Tembo, delante suyo, tambiйn tenнa una postal, llena de
бngeles e iglesias, que es lo que uno podнa esperar, y Bill se quedу anonadado
cuando vio que Tembo leнa la postal por ъltima vez y luego la sumergнa en su
jarra de la comida. - їPor quй
haces eso? - le preguntу asombrado. - їPara quй
otra cosa sirve el correo? - zumbу Tembo, metiendo aъn mбs la postal -. Mira
ahora. Ante la
asombrada mirada de Bill, la postal estaba comenzando a hincharse. La
superficie blanca se rompiу y se desprendiу en pequeсas motas, mientras el
marrуn interior crecнa y crecнa hasta llenar la jarra y hacerse de un par de
centнmetros de grueso. Tembo sacу la goteante tablilla y le dio un gran bocado
en un extremo. - Chocolate
deshidratado - dijo con la boca llena ЎBueno! Prueba el tuyo. Antes de que
acabase de hablar, Bill ya habнa metido su postal en el lнquido, y estaba
contemplando arrobado como crecнa. El mensaje se disolviу, pero en lugar de una
masa marrуn la suya era blanca. - Dulce... o
quizб pan - dijo, tratando de no babear. La masa blanca
se estaba hinchando, apretбndose contra los lados de la jarra, saliendo por la
parte superior. Bill tomу el extremo y lo alzу con una mano mientras crecнa.
Subiу y subiу hasta que hubo absorbido hasta la ъltima gota de lнquido, y Bill
tuvo entre sus manos extendidas una hilera de gruesas letras unidas de cerca de
dos metros de largo: VOTAD POR HONESTO GEEK EL AMIGO DE LOS SOLDADOS, decнan.
Bill se inclinу y le dio un tremendo bocado a la T. Se atraganto y escupiу los
hъmedos trozos al suelo. - Cartуn - dijo
huecamente -. Madre siempre compra saldos. Hasta cuando se trata de chocolate
deshidratado... - buscу en su jarra algo con lo que sacarse el sabor a
periуdico viejo de la boca, pero estaba vacнa. En algъn lugar,
muy arriba en el escalafуn del poder, se tomу una decisiуn, se resolviу un problema,
y se dio una orden. De las pequeсas cosas nacen las grandes: La cagada de un
pajarilla cae sobre la ladera cubierta de nieve de una montaсa, rueda, recoge
nieve, se hace mбs y mбs grande, gigante y mбs gigante, hasta que es una
atronadora masa de nieve y hielo, una avalancha, una aterradora masa de muerte
rodante que arrasa todo un poblado. De pequeсos comienzos... їquiйn sabe quй
comienzo tuvo esto? Tal vez los dioses lo sepan, pero se estбn riendo. Tal vez
la altiva y emperingotada esposa de algъn Alto Ministro vio una alhaja que
deseaba y con astuta y cortante lengua exacerbу al calzonazos de su marido
hasta que, para tener algo de paz, le prometiу regalбrsela, y entonces buscу el
dinero para comprarla. Tal vez fuera asн como llegase a oнdos del Emperador la
insinuaciуn sobre una nueva campaсa en el 77sub7avo sector, tranquilo desde
hacнa aсos, pues una victoria allн, o hasta un empate, si es que producнa las
suficientes muertes, significarнa una medalla, una recompensa, algo de dinero.
Y asн la avaricia de una mujer, como la cagada de un pajarilla, puso en marcha
la bola de nieve de la guerra, reuniendo poderosas flotas, nave a nave, como
una roca en un estanque que produce ondas hasta que la mбs apartada de las
gotas es alcanzada por su movimiento... - Vamos a
entrar en acciуn - dijo Tembo mientras olisqueaba su jarra de comida -. Estбn
cargando el rancho con estimulantes, reductores del dolor, salitre y
antibiуticos. - їEs por eso
por lo que estбn siempre tocando mъsica patriуtica? - gritу Bill, para poderse
hacer oнr entre el constante rugido de los pнfanos y tambores que surgнa de los
altavoces. Tembo asintiу. - Queda poco
tiempo para que seas salvado, para que asegures tu lugar en las legiones de
Samedi... - їPor quй no
hablas con Caliente Brown? - aullу Bill ЎYa me salen los tam-tams por los
oнdos! Cada vez que miro a una pared veo бngeles flotando en nubes. ЎDeja de
molestarme! Dedнcate a Caliente... cualquiera que haga lo que йl hace con los
thoats probablemente se unirб a tu manada de vudъ en un segundo. - He hablado
con Brown acerca de su alma, pero ese tema aъn estб dudoso. Nunca me contesta,
asн que no estoy seguro de si me escucha o no. Pero tъ eres diferente, hijo
mнo. Tu demuestras irritaciуn, lo cual indica que sientes dudas. Y la duda es
el primer paso hacia la fe... La mъsica se
cortу en medio de un compбs, y durante tres segundos hubo un estallido de
silencio que terminу abruptamente. - Atenciуn.
Atenciуn todos... Estйn atentos... En unos momentos conectaremos con la nave
almirante para escuchar un informe del almirante... Atentos todos. - la voz fue
cortada por el toque de generala, pero siguiу de nuevo cuando hubo terminado el
repugnante sonido - Ў...y ahora nos encontramos en el puente de ese gigantesco
conquistador de las rutas espaciales, el superacorazado de treinta kilуmetros
de largo, poderosamente blindado, mayestбticamente armado, denominado La reina
de las hadas...! Los hombres de guardia se estбn haciendo ahora a un lado, y
acercбndose a mн en un simple uniforme de platino trenzado llega el Gran
Almirante de la Flota, el Muy Honorable Lord Arqueуptero. ЎAdmirable! їPodrнa
dedicarnos un momento, Su Excelencia? - La siguiente
voz que oirбn serб... La siguiente
voz fue un estallido de mъsica mientras los tйcnicos en fusibles vigilaban sus
bandas de fusible, pero la siguiente voz despuйs de esto tuvo todas las ricas
tonalidades adenoidales que siempre se asociaban con los Pares del Imperio. - Chicos...
Ўvamos a entrar en acciуn! Esta, la mбs poderosa flota que jamбs haya visto la galaxia,
se estб dirigiendo en lнnea recta hacia el enemigo para dar el golpe devastador
que puede decidir esta guerra. En mi tanque de operaciones situado frente a mн
veo una mirнada de puntitos de luz, extendiйndose tan lejos como abarca la
vista, y cada punto de luz Ўy os digo que son como agujeros en una manta!, no
es una nave, ni un escuadrуn... Ўsino una flota entera! Estamos barriйndolo
todo, acercбndonos... El sonido de un
tam-tam llenу el aire, y en la banda del fusible que Bill estaba vigilando aparecieron
un par de puertas doradas abriйndose. - ЎTembo! -
chillу -. ЎїQuieres apagar eso?! ЎQuiero oнr lo de la batalla! - Memeces
grabadas - sorbiу Tembo -. Mejor serб que gastes los pocos momentos de tu vida
que quizб te queden en buscar la salvaciуn. Esto que oyes no es ningъn
almirante, sino una grabaciуn. Ya la he oнdo cinco veces antes; y tan solo la
ponen para dar moral antes de lo que estбn seguros que va a ser una batalla con
elevadas pйrdidas. Esto nunca fue un almirante, sino que lo sacaron de un viejo
programa de televisiуn... - ЎYuppiii! -
aullу Bill, saltando hacia adelante. El fusible que estaba contemplando se
habнa cuarteado con una brillante descarga en los bornes, y en el mismo
instante la banda del fusible se habнa quemado y pasado del rojo al negro -.
ЎUggg! - gruсу, y luego, ЎUggg!, ЎUggg!, ЎUggg! - en rбpida sucesiуn,
quemбndose las palmas con el fusible aъn caliente, dejбndolo caer sobre su pie,
y finalmente logrando meterlo por el conducto de fusibles. Cuando se dio la
vuelta, Tembo ya habнa colocado un fusible nuevo en los bornes vacнos. - Ese era mi
fusible... No tenнas que haber... - habнa lбgrimas en sus ojos. - Lo siento.
Pero segъn las reglas tengo que ayudar si estoy libre. - Bueno, al
menos hemos entrado en acciуn - dijo Bill, de vuelta a su posiciуn, y tratando
de darse masajes a su dolido pie. - No, aъn no,
aъn hace demasiado frнo. Eso fue tan solo una averнa en los fusibles, uno puede
distinguirlo por la descarga en los bornes. Ocurre a veces cuando los fusibles
son viejos. - ...armadas
masivas tripuladas por heroicos soldados... - Podrнamos
haber estado en combate - bufу Bill. - ...el atronar
de las descargas atуmicas y las brillantes estelas de los torpedos al ataque... - Creo que ya
estamos ahora. Parece que hace mбs calor, їno, Bill? Mejor serб que nos
desnudemos; si realmente hay una batalla, quizб luego no nos sea posible. - ЎVamos,
vamos, en pelotas! - aullу el primera clase Bilis, saltando como una gacela por
entre las hileras de fusibles, vestido tan solo con un par de sucios calcetines
y con sus galones y la insignia de su especialidad tatuados. Se oyу un sъbito
chisporroteo en el aire, y Bill notу como los muсones de su rapado cabello se
le ponнan de punta. - їQuй es eso?
- gimoteу. - Una descarga
secundaria de la bancada de fusibles - seсalу Tembo -. Lo que sucede es
secreto, pero he oнdo decir que significa que uno de los escudos defensivos
estб siendo atacado con radiaciones, y que al irse sobrecargando sube a lo
largo del espectro hasta el verde, hasta el azul, hasta el ultravioleta, para
pasar finalmente al negro y desmoronarse el escudo. - Eso suena
bastante raro. - Ya te he
dicho que es tan solo un rumor. Todo eso es secreto... - ЎЎYa estб!! Un tremendo
bang hendiу el hъmedo aire de la sala de fusibles, y una bancada de estos se
arqueу, humeу y se ennegreciу. Uno de ellos se partiу en dos, desparramando en
todas direcciones pequeсos fragmentos como metralla. Los especialistas en
fusibles saltaron, aferraron los fusibles, deslizaron repuestos con manos
sudorosas, apenas si viйndose por entre las nauseabundas humaredas. Los
fusibles fueron conectados, y hubo un momento de silencio, interrumpido tan
solo por el dolorido sonar de una pantalla de comunicaciones. - ЎHijo de
padre! - murmurу el primera clase Bilis, dбndole una patada a un fusible que se
interponнa en su camino y zambullйndose hacia la pantalla. Su chaqueta de
uniforme colgaba de un gancho junto a esta, y se la colocу antes de darle un
puсetazo al botуn de encendido. Acabу de abrocharse el ъltimo botуn justamente
cuando se iluminу la pantalla. Bilis saludу, asн que debнa hallarse frente a un
oficial. La pantalla estaba de lado, de modo que Bill no podнa asegurarlo, y la
voz tenнa el tartamudeante gimoteo de los sinbarbilla-y-con-muchos-dientes que
estaba comenzando a asociar con la oficialidad. - Ha tardado en
contestar, primera clase Bilis... їQuizб el segunda clase Bilis podrнa
contestar mбs rбpido? - Tenga piedad,
seсor... Soy un hombre viejo - cayу al suelo de rodillas, en una actitud de
sъplica que lo hizo desaparecer de la pantalla. - ЎPуngase en
pie, idiota! їHan reparado los fusibles despuйs de la ъltima sobrecarga? - Reemplazamos,
seсor, no reparamos... - ЎNada de
tecnicismos, so cerdo! ЎUna respuesta clara! - Todo estб en
orden, seсor. Operando en el verde. No hay quejas de nadie, su excelencia. - їPor quй no
va usted de uniforme? - Estoy de
uniforme, seсor - gimoteу Bilis, acercбndose mбs a la pantalla para que no se
pudieran ver sus desnudas caderas ni sus temblorosas piernas. - ЎNo me
mienta! Hay sudor en su frente. No se le permite sudar de uniforme. їMe ve
sudar a mн? Y yo ademбs llevo puesta una gorra... en su бngulo correcto. Me
olvidarй de ello, por esta vez, porque tengo un corazуn de oro. Puede
retirarse. - ЎSucio
cabrуn! - maldijo Bilis con toda la fuerza de sus pulmones, arrancбndose la
chaqueta de su envarado cuerpo. La temperatura sobrepasaba los cincuenta
grados, y seguнa subiendo -. ЎSudor! Tienen aire acondicionado en el puente...
їY dуnde os creйis que va a parar su calor? ЎAquн! ЎЎayyyyyyl! Dos bancadas
completas de fusibles estallaron simultбneamente y tres de estos explotaron
como bombas. Al mismo tiempo, el suelo se agitу lo bastante bajo sus pies como
para notarlo. - ЎProblemas gordos! - chillу Tembo -. Cualquier cosa que sea lo
bastante fuerte como para hacerse notar a travйs del campo estбtico debe ser lo
bastante potente como para aplastar la nave como si fuera una galleta. ЎAhн hay
mбs! - saltу a la bancada y pateу un fusible quemado, metiendo otro nuevo. Era un
infierno. Los fusibles estaban estallando como bombas, enviando silbantes
partнculas de mortнfera cerбmica a travйs del aire. Se oyу el restallido de un
rayo cuando una plancha cortocircuito con el suelo metбlico, y un horrible
aullido, por suerte de corta duraciуn, sonу mientras la descarga atravesaba el
cuerpo de un tйcnico en fusibles. Un humo grasiento hervнa y colgaba en
cortinas que casi hacнan imposible el ver. Bill raspу los restos de un fusible
roto de los oscurecidos bornes, saltу hacia el depуsito de repuestos, tomу el
fusible de treinta y cinco kilos de peso en sus doloridos brazos, y acababa de
girarse hacia las bancadas cuando estallу el universo... Todos los
fusibles que quedaban parecieron haber cortocircuitado al mismo tiempo, y el
chirriante restallido de la electricidad atravesу toda la habitaciуn. En su
cegadora luz, y en un ъnico momento eterno, Bill vio como la llama atravesaba
las hileras de tйcnicos en fusibles, desparramбndolos e incinerбndolos como
partнculas de polvo caнdas en las llamas. Tembo se derrumbу y se arrugу, una
masa de carne asada; un trozo de plancha al rojo abriу al primera clase Bilis
de arriba abajo en una ъnica y horrible herida. - ЎMira quй
grieta tiene Bilis! - gritу Caliente, y luego chillу cuando una bola de
electricidad rodу sobre йl y lo convirtiу en un humeante amasijo en una
fracciуn de segundo. Por casualidad,
por simple accidente, Bill mantenнa la sуlida masa del fusible frente a йl
cuando le golpeу la llama. Esta lamiу su brazo izquierdo, que estaba en la
parte exterior del fusible, y lanzу su llameante peso contra el grueso
cilindro. La fuerza golpeу a Bill, lo derribу hacia atrбs, contra las hileras
de fusibles de reserva, y lo hizo rodar por el suelo mientras la destructora
llamarada chisporroteaba a unos centнmetros de su cabeza. Muriу, tan
repentinamente como habнa nacido, dejando tras ella ъnicamente humo, calor, el
acre olor de la carne asada, la destrucciуn, y la muerte, muerte, muerte. Bill
se arrastrу dolorido hasta la compuerta, sin que nada mбs se moviera en toda la
quemada y retorcida longitud de la sala de fusibles. El
compartimiento de abajo parecнa igual de caliente, y el aire tan desprovisto de
alimento para los pulmones como el que acababa de abandonar. Siguiу
arrastrбndose, apenas consciente del hecho de que se deslizaba sobre dos
rodillas llagadas y una mano ensangrentada. Su otro brazo simplemente colgaba y
se arrastraba, un trozo retorcido y quemado de escoria, y tan solo la bendiciуn
de un profundo shock le evitaba el estar aullando por un dolor insoportable. Siguiу
arrastrбndose, sobre el umbral de una puerta, a lo largo de un pasadizo. El
aire era aquн mбs limpio y mucho mбs frнo: se sentу e inhalу su bendita
frescura. El compartimiento le era familiar, y sin embargo no conocido.
Parpadeу, tratando de comprender el porquй. Largo y estrecho, con una pared
curvada de la que surgнan las partes traseras de inmensos caсones. Claro, se
trataba de la baterнa principal, los caсones que el espнa chinger Ansioso
Beager habнa fotografiado. Aunque ahora era diferente, con el techo mбs cercano
al suelo, hundido y abollado, como si un gigantesco martillo lo hubiera
golpeado desde el exterior. Habнa un hombre derrumbado en el asiento del
artillero del arma mбs cercana. - їQuй pasa? -
preguntу Bill, arrastrбndose hacia el hombre y asiйndolo por el hombro.
Sorprendentemente, el artillero tan solo pesaba algunos gramos, y cayу del
asiento ligero como una pluma, y con un rostro de pergamino viejo, tal y como
si no le quedase una gota de lнquido en su cuerpo. - Rayo deshidratante
- gruсу Bill -. Creн que tan solo existнa en la televisiуn. El asiento del
artillero estaba acolchado, y parecнa muy confortable, mucho mбs que el
deformado suelo de acero; Bill se dejу caer en la reciйn abandonada posiciуn y
mirу con ojos que no veнan a la pantalla situada frente a йl. Pequeсos puntos
mуviles de luz. En grandes
letras, encima mismo de la pantalla, se leнa: LAS LUCES
VERDES SON NUESTRAS NAVES, LAS LUCES ROJAS EL ENEMIGO. EL OLVIDAR ESTO ES UN
CRIMEN QUE MERECERБ UNA CORTE MARCIAL. - No lo
olvidarй - murmurу Bill, mientras comenzaba a resbalar de la silla. Para
detenerse, se agarrу a una enorme palanca que se alzaba frente a йl, y cuando
lo hizo un cнrculo de luz con una x en su interior se moviу en la pantalla. Era
muy interesante. Puso el cнrculo alrededor de una de las luces verdes, y
entonces recordу algo acerca de una corte marcial. Se riу un poco y lo moviу
hasta una luz roja, con la x justo encima de la luz. Habнa un botуn rojo en la
parte superior de la palanca, y lo apretу porque parecнa del tipo de los
botones hechos para ser apretados. El caсуn junto a йl hizo uuffle... en una
forma muy tranquila, y la luz roja desapareciу. No muy interesado, soltу la
palanca. - ЎOh, eres un
luchador nato! - dijo una voz, y con algъn esfuerzo Bill girу su cabeza. Habнa
un hombre con restos de galones dorados. Se adelantу -. Lo vi - exhalу -. No lo
olvidarй nunca mientras viva. ЎEres un luchador nato! ЎQuй estуmago! ЎSin
miedo! ЎAdelante contra el enemigo, sin cuartel, no abandonйis la nave...! - їQuй
idioteces estб diciendo? - preguntу pastosamente Bill. - ЎUn hйroe! -
dijo el oficial, dando palmadas en la espalda de Bill, lo cual le produjo un
agudo dolor, y fue la ъltima gota para su mente consciente, que abandonу las
riendas del mando y se retirу a descansar. Bill se desmayу. OCHO - Y ahora serбs
un soldadito bueno y te beberбs tu comida... Las cбlidas
notas de la voz se insinuaron en un sueсo especialmente repugnante que Bill se
complaciу en abandonar y, con un tremendo esfuerzo, logrу forzar sus ojos a que
se abriesen. Un rбpido parpadeo los puso en foco, y vio ante йl una jarra sobre
una bandeja sostenida por una blanca mano unida a un blanco brazo que estaba
conectado a un blanco uniforme relleno de pechos femeninos. Con un gutural gruсido
animal, Bill apartу de un manotazo la bandeja y se lanzу sobre el traje. No
logrу alcanzarlo porque su brazo izquierdo estaba vendado en algo y colgaba de
cables, asн que girу alrededor de su cama como un escarabajo pinchado, lanzando
gritos inarticulados. La enfermera chillу y escapу. - Me alegra ver
que se siente mejor - dijo el doctor arrojбndolo contra la cama con un bien
entrenado gesto e inmovilizando el aъn ansioso brazo de Bill con un limpio
golpe de judo -. Le servirй algo mбs de cena y se la beberб ahora mismo, y
entonces dejaremos que entren sus compaсeros para el descubrimiento. Estбn
todos esperando afuera. El dolor ya
abandonaba su brazo, y pudo rodear con sus dedos la jarra. Dio un sorbo. - їQuй
compaсeros? їQuй descubrimiento? їQuй pasa aquн? - preguntу suspicaz. Entonces se
abriу la puerta y entraron los soldados. Bill contemplу sus rostros, buscando
compaсeros, pero todo lo que vio fueron ex-soldadores y extraсos. Entonces
recordу. - ЎCaliente
Brown asado! - aullу -. ЎTembo achicharrado! ЎEl primera
clase Bilis destripado! ЎEstбn todos muertos! - se ocultу bajo las sбbanas y
gimiу terriblemente. - Esa no es la
forma de comportarse de un hйroe - le dijo el doctor, arrastrбndolo hasta la
almohada y arreglando las sбbanas bajo sus brazos -. Eres un hйroe, soldado, un
hombre cuyo valor, ingenio, integridad, estricto cumplimiento de su deber,
espнritu de lucha y mortнfera punterнa salvу la nave. Todos los escudos estaban
inutilizados, la sala de mбquinas destruida, los artilleros muertos, el control
perdido, y el acorazado enemigo se acercaba para acabarnos cuando tъ apareciste
como un бngel vengador, herido y casi muerto, y con tu ъltimo esfuerzo
consciente disparaste el caсonazo que escuchу toda la flota, el solitario
disparo que destruyу al enemigo y salvу a nuestra nave, la vieja gran dama de
la flota Fanny Girl - le pasу una hoja de papel a Bill -. Naturalmente, estoy
leyйndose el informe oficial. Por mi parte, creo que fue pura suerte. - Me tiene
celos - gruсу Bill, ya enamorado de su nueva imagen. - ЎNo se haga
el freudiano conmigo! - aullу el doctor; y luego lloriqueo, desconsolado -:
Siempre quise ser un hйroe, pero lo ъnico que hago es cuidar a los hйroes. Voy
a sacarte esas vendas. Descolgу los
cables que mantenнa en alto el brazo de Bill, y comenzу a desenrollar las
vendas, mientras los soldados se apelotonaban para contemplar. - їCуmo estб mi
brazo, doctor? - Bill se sintiу repentinamente preocupado. - Asado como un
filete. Tuve que amputarlo. - Entonces,
їquй es eso? - ululу Bill, horrorizado. - Otro brazo
que te injertй. Habнa muchos sueltos despuйs de la batalla. La nave tuvo un
cuarenta y dos por ciento de bajas, y realmente me pude dedicar a cortar, picar
y coser. Te lo aseguro. Cayу el ъltimo
vendaje, y los soldados dijeron ah con satisfacciуn. - Vaya, es un
brazo magnнfico. - Prueba a
hacer algo. - Y tiene un
cosido estupendo cerca del hombro: ЎFijбos que bien le han quedado los puntos! - Y ademбs
tiene buenos mъsculos, y es largo, no como la mierda que lleva al otro lado. - Mбs largo y
mбs oscuro... Ўtiene un maravilloso color! - ЎEs el brazo
de Tembo! - bramу Bill -. ЎSбquenmelo! - se arrastrу por la cama, pero el brazo
lo siguiу. Lo aplastaron de nuevo contra las almohadas. - Eres un tipo
de suerte, Bill, al tener un buen brazo como este. Y ademбs es el brazo de un
amigo. - Sabemos que
le hubiera gustado que tъ lo heredases. - Siempre
tendrбs algo que te lo recuerde. Realmente, no
era un mal brazo. Bill lo doblу y flexionу los dedos de la mano, mirбndolo aъn
con sospecha. Se lo notaba bien. Lo extendiу y agarrу el brazo de un soldado,
apretando. Podнa notar como los huesos del hombre se comprimнan, mientras este
chillaba y se estremecнa. Entonces Bill mirу con mбs detenimiento la mano, y
comenzу a escupir blasfemias contra el doctor. - ЎEstъpido
cortahuesos! ЎDoctor de thoat! Menudo trabajo ha hecho... Ўeste es un brazo
derecho! - Asн que es un
brazo derecho... їy quй? - Pero usted
cortу mi brazo izquierdo. Ahora tengo dos brazos derechos... - Escuche,
habнa un dйficit de brazos izquierdos. No soy ningъn milagrero. Lo hago lo
mejor que sй, y solo tengo quejas. Puede estar contento de que no le injertara
una pierna - Sonriу diabуlicamente -, y puede aъn estar mбs contento de que no
le injertase... - Es un buen
brazo, Bill - dijo el soldado al que le habнa aplastado el brazo, mientras se
lo friccionaba -. Y ademбs tienes suerte: ahora podrбs saludar con ambos
brazos, y nadie mбs puede hacerlo. - Tienes razуn
- dijo humildemente Bill -. No habнa pensado en ello. Realmente, soy un hombre
afortunado - intentу un saludo con su brazo izquierdo-derecho, y el codo se
doblу perfectamente sobre su pecho, y las yemas de los dedos se agitaron sobre
su ceja. Todos los soldados se pusieron firmes y devolvieron el saludo. La
puerta se abriу de un empujуn y un oficial metiу la cabeza por ella. - Descansen,
muchachos, esto es tan solo una visita informal del Viejo. - ЎEl Capitбn
Zekial viene aquн! - Nunca he
visto al Viejo... - los soldados piaban como pajarillos, y estaban tan
nerviosos como vнrgenes en una ceremonia de desfloraciуn. Otros tres oficiales
atravesaron la puerta, y finalmente entrу un enfermero que llevaba de la mano a
un retardado mental de diez aсos de edad con un chupete y uniforme de capitбn. - Ehhh... hola,
chicos... - dijo el capitбn. - El capitбn
desea saludamos a todos - dijo eficientemente un primer teniente. - їE-e-te e-de
la-ama? - Y
especialmente desea dar su enhorabuena personal al hйroe del momento. - ...ha-нa a-go
mб-pe-o lo-e olvi-ado... - Y
adicionalmente desea informar al valiente luchador que salvу nuestra nave que
estб siendo promocionado hasta el grado de tйcnico en fusibles de primera
clase, cuya antedicha promociуn incluye un realistamiento automбtico por siete
aсos, que le serбn aсadidos a los de su alistamiento original; y que cuando sea
dado de alta del hospital irб con el primer medio de transporte disponible
hasta el Planeta Imperial de Helior, para recibir allн la recompensa a su
heroicidad en forma del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, de la
propia mano del Emperador. - ...ero ir a mear... - Pero ahora
las exigencias de su mando lo obligan a regresar al puente, y quiere daros a
todos una afectuosa despedida. - їNo es el
Viejo algo joven para su grado? - preguntу Bill. - No mбs que
muchos otros - el doctor rebuscу entre sus agujas hipodйrmicas, buscando alguna
lo bastante despuntada como para dar una inyecciуn -. Tienes que recordar que
todos los capitanes tienen que pertenecer a la nobleza, y aъn una nobleza tan
numerosa como la nuestra estб muy solicitada para todas las tareas de un
imperio galбctico. Tomamos lo que podemos - encontrу una aguja torcida y la
colocу en la jeringuilla. - De acuerdo,
es joven, pero їno es tambiйn algo estъpido para su puesto? - Cuidado con
eso, muchacho, que es lesa majestad. Si tienes un imperio de un par de millares
de aсos de antigьedad, y una nobleza que va apareбndose consigo misma, tendrбs
todos los genes defectuosos y recesivos apareciendo, y acabarбs con un grupo de
gentes que serбn algo mбs exуticos que lo que pueda ofrecer un manicomio
normal. No hay nada malo en el Viejo que un nuevo cociente de inteligencia no
pudiera curar. Deberнas de haber visto al capitбn de la ъltima nave en que
servн... - se estremeciу, y clavу maliciosamente la aguja en la carne de Bill.
Este aullу y luego, dolorido, contemplу como la sangre surgнa del orificio
abierto por la hipodйrmica al ser retirada esta. Se cerrу la
puerta, y Bill se quedу solo, contemplando la desnuda pared y su futuro. Era un
especialista en fusibles de primera clase, y esto era bueno. Pero el
alistamiento obligatorio por siete aсos mбs ya no era tan bueno. Su buen бnimo
decayу. Deseу poder hablar con alguno de sus viejos compaсeros, y entonces
recordу que todos estaban muertos, y su бnimo decayу aъn mбs. Tratу de animarse
a sн mismo, pero no pudo pensar en nada que lo alegrase hasta que descubriу que
podнa estrecharse a sн mismo la mano. Esto le hizo sentirse algo mejor. Se arrellanу en
las almohadas y se estrechу la mano hasta que se quedу dormido. LIBRO SEGUNDO -
UN BAСO EN EL REACTOR DE PISCINA UNO Ante ellos, el
frente del cilнndrico transbordador era una ъnica y gigantesca ventana, un
grueso escudo de cristal blindado repleto ahora por las ensortijadas volutas de
nubes a travйs de las que caнan. Bill se recostу confortablemente en la silla
de desaceleraciуn, contemplando la escena con ansiedad. En la gruesa nave habнa
asientos para veinte personas, pero solo estaban ocupados tres, incluyendo el
de Bill. Sentado junto a йl, y trataba de no mirarlo demasiado, habнa un
artillero de primera clase que parecнa haber sido disparado por uno de sus
caсones. Su rostro era casi todo de plбstico, y contenнa un ъnico y
sanguinolento ojo. Era un cesto ambulante, ya que sus cuatro amputados miembros
habнan sido reemplazados por brillantes artilugios, repletos de
resplandecientes pistones, controles electrуnicos y bobinas. Su insignia de
artillero estaba soldada al chasis metбlico que hacнa las veces de su
antebrazo. El tercer hombre, una bestia de sargento de infanterнa, se habнa
quedado dormido en el mismo momento en que habнan subido a bordo tras llegar
del transporte interestelar. - ЎPor mil
ranchos podridos! ЎMira eso! - se asombrу Bill, cuando la nave atravesу las
nubes y allн, extendiйndose ante ellos, vio la brillante esfera dorada de
Helior, el Planeta Imperial, la capital de diez mil soles. - ЎQuй albedo!
- gruсу el artillero, desde algъn punto del interior de su rostro de plбstico
-. Hace daсo a la vista. -
ЎNaturalmente! Es oro sуlido... їTe imaginas un planeta recubierto de oro
sуlido? - No, no puedo
imaginбrmelo. Ni tampoco me lo creo. Costarнa demasiado. Pero me puedo imaginar
uno recubierto de aluminio anodizado. Como este. Mirбndolo
mejor, Bill se pudo dar cuenta de que realmente no brillaba como oro, y comenzу
a sentirse de nuevo deprimido. ЎNo! Se obligу a mirar de nuevo. ЎUno podнa
arrancar el oro, pero no podнa arrancar la gloria! Helior seguнa siendo el
Mundo Imperial, el ojo que nunca dormнa y lo veнa todo colocado en el corazуn
de la galaxia. Todo lo que pasaba en cualquier planeta, en cualquier nave del
espacio, llegaba hasta aquн, era codificado, archivado, clasificado, anotado,
juzgado, perdido, encontrado, y resuelto. Desde Helior llegaban las уrdenes que
gobernaban los mundos del hombre, que mantenнan lejos la noche del dominio
alienнgena. Helior, un mundo transformado por el hombre, cuyos mares, montaсas
y continentes habнan sido recubiertos por una coraza de metal, de varios
kilуmetros de espesor, piso tras piso de niveles con una poblaciуn global
dedicada a un ъnico ideal: gobernar. El brillante nivel superior estaba moteado
de espacionaves de todo tamaсo, mientras el oscuro cielo parpadeaba con otras
que llegaban y partнan. La escena se aproximу mбs y mбs, y luego hubo un
repentino estallido de luz y la ventana se oscureciу. - ЎNos hemos
estrellado! - jadeу Bill -. ЎYa podemos darnos por muertos...! - Cierra el
buzуn. Eso ha sido simplemente que se ha roto la pelнcula. Como no va ningъn
oficial en este viaje, no se preocuparбn de arreglarla. - їPelнcula? - їQuй otra
cosa te esperabas? їEstбs tan mochales que te creнas que iban a construir
transbordadores con grandes ventanales en la proa, justo donde se produce la
mбxima fricciуn en la reentrada, para que el calor hiciese bonitos agujeros?
Una pelнcula. Igual es de noche ahora. El piloto los
hizo purй con quince g cuando aterrizaron. (El tambiйn sabнa que no llevaba
oficiales en este viaje) y mientras estaban haciendo chasquear sus vйrtebras de
nuevo a sus posiciones y tratando de introducir sus ojos otra vez en su уrbitas
para tratar de ver algo, se abriу la compuerta. No solo era de noche, sino que
ademбs llovнa. Un Descargador de Pasajeros de Segunda Clase introdujo adentro
su cabeza y los barriу con una sonrisa profesionalmente amistosa. - Bienvenidos a
Helios, Planeta Imperial de las mil delicias... - su rostro cambiу a su
habitual mueca de repugnancia -. їNo hay ningъn oficial con vosotros,
desgraciados? Vamos, fuera de ahн, salid a escape, tenemos trabajo que hacer. Lo ignoraron
mientras pasaba a su lado y se dirigнa a despertar al sargento de infanterнa,
que aъn roncaba como una hйlice rota, sin que su sueсo hubiera sido perturbado
por una nimiedad tal como quince g. El ronquido cambiу a un oscuro gruсido,
cortado por el agudo chillido del Descargador de Pasajeros de Segunda Clase
cuando recibiу una patada en los testнculos. Aъn murmurando, el sargento se
uniу a ellos mientras abandonaba la nave, y ayudу a mantener firmes las
entrechocantes piernas metбlicas del artillero en la resbaladiza y hъmeda rampa
metбlica de descenso. Contemplaron con pйtrea resignaciуn como sus macutos eran
lanzados desde el compartimiento de equipajes a un profundo charco de agua. Y
como un ъltimo y dйbil intento de venganza, el Descargador de Pasajeros de
Segunda Clase desconectу el campo repulsor que habнa estado protegiйndolos de
la lluvia, e inmediatamente se quedaron calados y congelados por el gйlido
viento. Se echaron los macutos al hombro, exceptuando el artillero, que
arrastraba el suyo sobre pequeсas ruedecitas, y comenzaron a caminar hacia las
luces mбs cercanas, situadas al menos a un par de kilуmetros de distancia y
apenas visibles entre la cortina de agua. A mitad de camino, el artillero se
quedу rнgido cuando se cortocircuitaron sus relйs, asн que le colocaron las
ruedecillas bajo los pies, cargaron los macutos sobre sus piernas, y les sirviу
como una estupenda carretilla el resto del camino. - Soy una
estupenda carretilla - se quejу el artillero. - No te quejes
- le dijo el sargento -. Al menos ya tienes un trabajo civil. Dio una patada
a la puerta para abrirla, y caminaron y rodaron al deseado calor de la oficina
de operaciones. - їTienen una
lata de disolvente? - le preguntу Bill al hombre situado tras el mostrador. - їTienen
уrdenes de viaje? - les preguntу el hombre, ignorando sus palabras. - Tengo una
lata en mi macuto - dijo el artillero, abriйndolo y trasteando en su interior. Entregaron sus
уrdenes, la del artillero estaba abotonada en el bolsillo del pecho, y el
oficinista las metiу por la rendija de una gigantesca mбquina situada tras йl.
La mбquina zumbу y encendiу las luces, y Bill goteу disolvente en todas las
conexiones elйctricas del artillero hasta que logrу sacar el agua. Sonу una
bocina, las уrdenes fueron regurgitadas, y por otro orificio comenzу a salir
una cinta grabada. El oficinista la arrancу y la leyу rбpidamente. - Estбn en
problemas - dijo con sбdica alegrнa -. Se supone que los tres van a recibir el
Dardo Pъrpura en una ceremonia con el Emperador, que van a filmar dentro de
tres horas. No lograrбn llegar a tiempo. - Eso no es de
su cochina incumbencia - graznу el sargento -. Acabamos de salir de la nave.
їAdуnde vamos? - Бrea 1457-D,
Nivel K-9, Bloque 823-7, Corredor 492, Cбmara 34, Habitaciуn 62. Pidan por el
productor Ratt. - їY cуmo vamos
hasta allн? - preguntу Bill. - No me lo
pregunten, yo tan solo trabajo aquн - tirу tres gruesos volъmenes sobre el
mostrador, cada uno de ellos de unos treinta centнmetros cuadrados y casi del
mismo grosor, con una cadena soldada al lomo -. Busquen su propio camino, aquн
tienen su plano. Pero tendrбn que firmarme un recibo. El perderlo es una ofensa
merecedora de corte marcial y castigada con... El oficinista
se dio repentinamente cuenta de que estaba solo en la habitaciуn con los tres
veteranos, y mientras se ponнa mortalmente pбlido extendiу la mano hacia un
botуn rojo. Pero antes de que su dedo pudiera tocarlo, el brazo metбlico del
artillero, escupiendo chispas y humeando, lo clavу contra el mostrador. El
sargento se inclinу hasta que su rostro estuvo a un centнmetro del oficinista,
y luego hablу con una voz baja y frнa que rizaba la sangre. - Nunca
encontraremos nuestro propio camino. Usted lo encontrarб por nosotros. Nos
proveerб de un Guнa. - Los Guнas son
tan solo para los oficiales - protestу dйbilmente el oficinista, y luego exhalу
todo el aire de sus pulmones cuando un dedo duro como el acero se le clavу en
el estуmago. - Trбtenos como
a oficiales - espetу el sargento -. No nos molesta. Castaсeбndole
los dientes, el oficinista ordenу un Guнa, y se abriу una pequeсa puertecilla
metбlica en la pared mбs lejana. El Guнa tenнa un cuerpo metбlico tubular que
corrнa sobre seis ruedas neumбticas, con una cabeza construida para que
pareciese un perro de caza y una vibrante cola metбlica. - Chucho, aquн
- ordenу el sargento, y el Guнa corriу hacia йl y sacу una lengua de plбstico
roja y con un dйbil chirrido de engranajes comenzу a emitir el sonido de un
jadeo metбlico. El sargento tomу el trozo de cinta grabada y rбpidamente marcу
el cуdigo 1457-D K-9 823-7 492 Flm-34 62 en los botones que decoraban la cabeza
del Guнa. Se oyeron dos alegres ladridos, desapareciу la lengua roja, vibrу la
cola, y el Guнa rodу por el corredor. Los veteranos lo siguieron Les llevу una
hora, por tobogбn, escalera mecбnica, as. censor, neumocar, mula, monorraнl,
acera rodante y barra deslizante, el alcanzar la habitaciуn 62. Mientras
estaban sentados en el tobogбn, habнan asegurado las cadenas de sus planos a
sus cinturones, pues hasta Bill empezaba a darse cuenta del valor de una guнa
en esta ciudad del tamaсo de un mundo. En la puerta de la habitaciуn 62, el
Guнa aullу tres veces, y luego rodу alejбndose antes de que pudieran atraparlo. - Debнamos
habernos dado mejor maсa - dijo el sargento -. Esas cosas valen su peso en
diamantes. Abriу una
puerta, para descubrir a un tipo obeso sentado frente a un escritorio y
gritбndole a un visiofono: - ЎNo me
importa un pimiento cual sea su excusa, tengo excusas a millares! Todo lo que
sй es que tengo un programa y las cбmaras estбn dispuestas a rodar, y їdуnde
estбn los actores? Se lo pregunto, їy quй es lo que me contesta? - los mirу, y
comenzу a chillar -: ЎFuera! ЎFuera! ЎїNo pueden ver que estoy ocupado?! El sargento se
adelantу y lanzу el visiofono contra el suelo, y luego lo pateу hasta reducirlo
a humeantes restos. - Tienes una
forma muy directa de conseguir que te atiendan - le dijo Bill. - Dos aсos de
combate le hacen a uno ser muy directo en todo - dijo el sargento, rechinando
los dientes en una forma molesta y ruidosa. Luego -: Aquн estamos, Ratt. їQuй
es lo que hacemos? El productor
Ratt se hizo camino a puntapiйs por entre los restos, y abriу una puerta
situada tras el escritorio. - ЎA sus
puestos! ЎLuces! - gritу. Y hubo un inmenso correteo y una repentina
luz deslumbrante. Los veteranos que iban a ser honrados lo siguieron a travйs
de la puerta hasta un inmenso estudio que resonaba con un caos organizado.
Cбmaras sobre plataformas motorizadas rodaban alrededor del platу, en el que
decorados y utilerнa simulaban el extremo de una sala real del trono. Las
ventanas de celosнas brillaban por una imaginaria luz solar, y un rayo de sol
dorado de un reflector iluminaba el trono. Guiados por las instrucciones
gritadas del director, una manada de nobles y de funcionarios de alto rango
tomaron posiciones frente al trono. - ЎLos ha
llamado desgraciados! - se atraganto Bill. - ЎLo fusilarбn! - Mira que eres
estъpido. Esos son actores. їCrees acaso que pueden conseguir nobles para algo
como eso? - dijo el artillero, desenrollando un cable de su pierna derecha y
enchufбndolo para recargar sus baterнas. - Tan solo
tenemos tiempo para ensayar esto una vez antes de que llegue el Emperador, asн
que nada de errores. - El director Ratt subiу los peldaсos y se arrellanу en el
trono - Harй el papel del Emp. Vosotros, los principales, tenйis los papeles
mбs fбciles, y no quiero que la pifiйis. No tenemos tiempo para repeticiones.
Os pondrйis ahн, en lнnea, y cuando diga «se rueda» os ponйis firmes, como os
han enseсado, a menos que los contribuyentes hayan estado malgastando su
dinero. Usted, el tipo de la izquierda metido en una pajarera, apague los
motores, estб estropeando la banda sonora. Si hace rechinar las marchas otra
vez mбs, le arrancarй todos los fusibles. Afirmativo. Estйn firmes hasta que
digan sus nombres, den un paso al frente y saluden. El Emperador les clavarб la
medalla; saluden, pуnganse firmes otra vez y den un paso atrбs. їMe entienden,
o es demasiado complicado para sus pequeсas mentes indoctrinadas? - ЎVбyase a
reventar por ahн! - rugiу el sargento. - Muy listo. De
acuerdo... ЎHagamos un intento! Ensayaron la
ceremonia dos veces antes de que se oyera un tremendo resoplar de cornetas y
seis generales con pistolas de rayos mortнferos firmemente empuсadas corrieran
a paso ligero hasta el platу y se detuvieran de espaldas al trono. Todos los
extras, cбmaras y tйcnicos y hasta el director Ratt, hicieron una profunda
reverencia mientras los veteranos se ponнan firmes. El Emperador entrу, subiу
los peldaсos y se desplomу en el trono. - Continъe... -
dijo con una voz aburrida, y eructу tras su mano. - ЎSe rueda! -
aullу con todos sus pulmones el director, y se tambaleу fuera del radio de
acciуn de las cбmaras. La mъsica se
alzу en una tremenda oleada, y comenzу la ceremonia. Mientras el Ministro de
Condecoraciones y Protocolo leнa la naturaleza de las heroicas acciones que los
nobles hйroes habнan realizado para merecer la mбs noble de todas las medallas:
el Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, el Emperador se alzу del
trono y caminу mayestбticamente hacia adelante. El sargento de infanterнa era
el primero, y Bill lo contemplу con el rabillo del ojo mientras el Emperador
tomaba una medalla de platino adornada con oro, plata y rubнes, de una caja que
le ofrecнan, y la clavaba en el pecho del hombre. Entonces el sargento dio un
paso atrбs hacia su posiciуn, y fue el tumo de Bill. Como desde una inmensa
distancia, oyу pronunciar su nombre con ruidosas tonalidades de trueno, y se
adelantу con cada gramo de precisiуn que se le habнa enseсado en el Campo Leуn
Trotsky. ЎAllн, frente a йl, se hallaba el hombre mбs amado de la galaxia! La
larga e hinchada nariz que adornaba un billуn de billetes de banco estaba
apuntada hacia йl. La prominente mandнbula y los salidos dientes que llenaban
un billуn de pantallas de televisiуn estaban pronunciando su nombre. ЎUno de
los imperiales ojos estrбbicos le estaba mirando a йl! La pasiуn saltу en las
entraсas de Bill como grandes olas rompiйndose contra los acantilados. Hizo el
mejor de sus saludos. En realidad
hizo el mejor de los saludos posibles, ya que no habнa mucha gente con dos
brazos derechos. Ambos brazos giraron en precisos cнrculos, ambos codos se
doblaron en perfectos бngulos, ambas palmas quedaron vibrando netamente junto a
ambas cejas. Estaba bien hecho, y tomу al Emperador por sorpresa, y por un
vibrante momento logrу apuntar ambos ojos hacia Bill, antes de que volvieran a
separarse de nuevo al azar. El Emperador, todavнa algo confuso por el poco
usual saludo, tomу la medalla y clavу la aguja a travйs de la tъnica de Bill,
perforando netamente su estremecida carne. Bill no sintiу
ningъn dolor, pero el repentino pinchazo descargу la creciente emociуn que
habнa estado corriendo por йl. Abandonando el saludo, cayу de rodillas en el
buen viejo estilo de los siervos campesinos tal y como se veнa en la televisiуn
histуrica, que de hecho era de donde su servil subconsciente habнa sacado la
idea, y tomу la enfermiza y deformada mano del Emperador. - ЎPadre
nuestro! - exultу Bill, besando la mano. Con ojos de
odio, la guardia personal de generales saltу hacia adelante, y la muerte batiу
sus negras alas sobre Bill; pero el Emperador sonriу y separу gentilmente su
mano, limpiando la saliva en la tъnica de Bill. Un signo casual de su dedo
devolviу a la guardia a su posiciуn, y se moviу hacia el artillero, le clavу la
medalla que quedaba y se echу hacia atrбs. - ЎCorten! -
gritу el director Ratt - Procesen esto, es un hallazgo con ese imbйcil
campesino lloriqueando. Cuando Bill se
puso en pie, vio que el Emperador no habнa regresado al trono, sino que se
hallaba entre la multitud de actores. La guardia personal habнa desaparecido.
Bill parpadeу, asombrado, cuando un hombre le arrebatу la corona de la cabeza,
la metiу en una caja y se marchу con ella. - Tengo el
freno atascado - dijo el artillero, saludando aъn con un vibrante brazo -.
Bбjame esta maldita cosa, por favor. Nunca funciona bien por encima del nivel
del hombro. - Pero... el
Emperador... - dijo Bill, tirando del brazo atascado hasta que los frenos
chirriaron y se soltaron. - Un actor...
їQuй otra cosa te imaginabas? їCreнas que iban a hacer que el verdadero
Emperador les diese medallas a los soldados? Apuesto a que solo se las da a los
mariscales. Pero hacen ver como si lo fuera de verdad, y asн algъn estъpido,
como tъ, se emociona. Estuviste magnнfico. - Aquн tienen -
dijo un hombre, entregбndoles copias de metal estampado de las medallas que
llevaban y arrebatбndoles los originales. - ЎA sus
puestos! - la amplificada voz del director retumbу -. Tenemos tan solo diez
minutos para ensayar lo de la Emperatriz besando a los sextillizos aldebarianos
para el Programa de la Fertilidad. Traed a esos niсos de plбstico aquн, y echad
a esos malditos espectadores. Se empujу a los
hйroes al corredor, y la puerta se cerrу tras ellos con un seco golpe. DOS - Estoy cansado
- dijo el artillero y ademбs me duele la quemadura. Habнa tenido un
cortocircuito durante una acciуn en la Vieja Taberna de los Soldados,
prendiйndose fuego. - Venga, vamos
- insistiу Bill -. Tenemos pases por tres dнas antes de que salga nuestra nave,
y estamos en Helior, el Planeta Imperial. Hay maravillas que ver: los Jardines
Colgantes, las Fuentes del Arco Iris, los Palacios Enjoyados. No puedes
perdйrtelo. - Ya verбs si
no. Tan pronto como haya recuperado algo del sueсo que llevo atrasado,
regresarй a la Vieja Taberna. Si tienes tanta necesidad de llevar a alguien de
la mano mientras haces el turista, coge al sargento. - Aъn estб
borracho. El sargento de
infanterнa era un bebedor solitario que no creнa en los ritos sociales. Ni
tampoco se preocupaba por las disoluciones o por gastar dinero en bellos
envoltorios. Habнa gastado todo su dinero en sobornar a un enfermero, y habнa
obtenido dos bidones de alcohol puro de noventa y nueve grados, un barril de
glucosa y una soluciуn salina, una aguja hipodйrmico y un trozo de tubo de
goma. La mezcla de todo ello en los bidones habнa sido colocada sobre una
repisa encima de su litera, con el tubo conectado a la aguja y йsta clavada en
una inyecciуn intravenosa. Ahora estaba quieto, bien alimentado y completa y
absolutamente borracho todo el tiempo, y, si no le cortaban el fluido, podrнa
permanecer borracho durante dos aсos y medio. Bill dio un
retoque al brillo de sus botas y cerrу el cepillo en su taquilla con el resto
de sus cosas. Tal vez regresase tarde: era fбcil perderse aquн en Helior sin un
Guнa. Les habнa llevado casi todo un dнa el encontrar el camino desde el
estudio hasta su alojamiento, aun cuando llevaban al sargento, un hombre experto
en mapas, dirigiйndoles. Mientras permanecнan cerca de su propia бrea, no habнa
problema; pero Bill ya estaba harto de los placeres previstos para los
guerreros. Querнa ver Helior, el verdadero Helior, la primera ciudad de la
galaxia. Si nadie querнa ir con йl, irнa solo. A pesar del
Plano, era realmente difнcil el decir exactamente a quй distancia estaba
cualquier cosa en Helior, ya que los planos eran todos diagramбticos y no
tenнan escala. Pero el viaje que planeaba parecнa ser largo, ya que uno de los
trozos mбs largos en que tendrнa que tomar un medio de transporte: un coche
magnйtico evacuado tъnelinear, atravesaba al menos ochenta y cuatro submapas.
ЎSu destino podнa muy bien hallarse en el otro lado del planeta! ЎUna ciudad
tan grande como un planeta! ЎEl concepto era casi demasiado amplio como para
poderlo abarcar! De hecho, cuando pensу en ello, el concepto le resultу
demasiado amplio como para abarcarlo. Los bocadillos
que habнa comprado en el automбtico del cuartel se le acabaron antes de llegar
a medio camino, y su estуmago, ajustбndose ansiosamente a la comida sуlida de
nuevo, rugiу protestas hasta que abandonу el tobogбn en el Area 9266-L, Nivel
algo u otro, o dondequiera diablos que se hallase, y buscу una cantina.
Evidentemente estaba en un Area de mecanografiado, porque las multitudes
estaban compuestas casi totalmente por mujeres de hombros redondeados y largos
dedos. La ъnica cantina que pudo hallar estaba repleta de ellas, y se sentу en
medio de la charloteante y chillona multitud, y se obligу a comer un menъ
compuesto de la ъnica comida que se podнa obtener allн: sбndwich de queso
pasado con pasta de anchoa en pan dulce, purй de patatas con uvas y salsa de
cebolla, pasados con tй de hierbas servido tibio en tazas del tamaсo de un
pulgar. No le habrнa sabido tan mal si el automбtico no hubiera cubierto
inevitablemente todo con salsa de manteca amarga. Ninguna de las chicas pareciу
fijarse en йl, ya que todas estaban bajo suave hipnosis durante las horas de
trabajo para disminuir sus porcentajes de error. Trabajу con la comida,
sintiйndose como un fantasma mientras charlaban y chillaban a su alrededor, con
sus dedos, si no los empleaban en comer, golpeando compulsivamente lo que
decнan en los bordes de las mesas mientras hablaban. Finalmente logrу escapar,
pero la comida le produjo un efecto deprimente, y fue probablemente por ello
por lo que cometiу un error, abordando un vehнculo equivocado. Como los mismos
nъmero de Nivel y Bloque se repetнan en cada Area, era posible llegar a un Area
equivocada y pasar una buena cantidad de tiempo acabando de perderse antes de
darse finalmente cuenta del error. Bill lo hizo, y tras el usual astronуmico
nъmero de cambios y variedades de transporte, abordу un ascensor que terminaba,
o asн pensу, en los renombrados en toda la galaxia Jardines de Palacio. Todos
los demбs pasajeros salieron a niveles inferiores, y el robo-ascensor tomу
velocidad mientras se abalanzaba hacia el piso superior. Bill se alzу en el
aire mientras frenaba, deteniйndose, y sus oнdos restallaron con el cambio de
presiуn, y cuando las puertas se abrieron saliу a un viento cargado de nieve.
Boqueу incrйdulo y, tras йl, las puertas se cerraron y el ascensor se
desvaneciу. Las puertas se
habнan abierto directamente a una llanura metбlica que constituнa el nivel mбs
exterior de la ciudad, ahora oscurecido por los torbellinos de nieve. Bill
tanteу buscando el botуn para llamar de nuevo al ascensor, cuando una oleada de
aire apartу la nieve y un cбlido sol cayу sobre йl desde un cielo sin nubes. Era
imposible. - Esto es
imposible - dijo Bill, con genuina indignaciуn. - Nada es
imposible si yo lo deseo - dijo una voz rasposa por encima del hombro de Bill
-. Pues yo soy el Espнritu de la Vida. Bill resbalу
hacia un lado como un robocaballo homeostбtico, llevando sus ojos hasta el
pequeсo hombre de patillas blancas con nariz respingona y ojos enrojecidos que
habнa aparecido silenciosamente tras йl. - Tiene una
pйrdida en su tanque de pensamiento - saltу Bill, irritado consigo mismo por
ser tan asustadizo. - Uno tiene que
estar loco para seguir en este trabajo - sollozу el hombrecillo, y apartу un
carбmbano que le colgaba de la nariz -. Medio helado, medio asado, y medio
borracho la mitad del tiempo. El Espнritu de la Vida - dijo con voz temblorosa
-. Mнo es el poder... - Ahora que lo
menciona - las palabras de Bill fueron ahogadas por un sъbito torbellino de
nieve -, yo tambiйn me siento algo borracho. ЎUau...! El viento
cambiу de direcciуn y se llevу las nubes de nieve que cubrнan la vista, y Bill
se asombrу ante el repentinamente surgido paisaje. Nieve y charcos
de agua constelaban el suelo hasta el mismo horizonte. La capa dorada se habнa
desgastado, y el metal era gris y carcomido bajo ella, recorrido por pequeсos
arroyuelos de уxido. Hileras de grandes tuberнas, cada una de ellas del grosor
de la altura de un hombre, se aproximaban hacia йl desde mбs allб del
horizonte, terminando en bocas similares a chimeneas. Las chimeneas estaban
oscurecidas por torbellinos de vapor y nieve que saltaban por el aire en un
rugido apagado, aunque una de las columnas de vapor se desplomу y la nube se
dispersу mientras Bill la contemplaba. - ЎTerminaron
con la nъmero dieciocho! - gritу ante un micrуfono el viejo, asiendo un bloc de
notas y corriendo por entre la humedad hacia una herrumbrosa y descuidada acera
rodante que gruснa y gemнa a lo largo de las caсerнas. Bill lo siguiу,
chillбndole al hombre, que lo ignoraba completamente. Mientras la acera,
traqueteando y estremeciйndose, se los llevaba, Bill comenzу a preguntarse
adуnde se dirigнan las caсerнas, y al cabo de un minuto, cuando se le aclarу lo
bastante la cabeza, la curiosidad lo dominу y se tendiу para ver quй eran las
misteriosas protuberancias que se apreciaban a lo lejos. Lentamente, pudo
observar que eran una hilera de gigantescas espacionaves, cada una de las
cuales estaba conectada a una de las caсerнas. Con inesperada agilidad, el
viejo saltу de la acera y corriу hacia la nave situada en el punto dieciocho,
en el que las diminutas figuras de los trabajadores, muy en lo alto, estaban
desconectando las uniones de la caсerнa a la nave. El viejo copiу los nъmeros
de un contador colocado en la tuberнa mientras Bill observaba como una grъa
giraba llevando el final de un grueso tubo flexible que emergнa desde la porciуn
de la superficie en donde se hallaban. Estaba unido a la vбlvula de la parte
superior de la espacionave. Una vibraciуn agitaba el tubo, y de alrededor de la
uniуn con la nave emergнan nubecillas de humo negro que flotaban sobre la sucia
llanura metбlica. - їPodrнa
decirme quй infiernos estб pasando aquн? - preguntу suplicante Bill. - ЎLa vida! ЎLa
vida imperecedera! - graznу el viejo, surgiendo desde las profundidades de su
depresiуn hasta llegar a las alturas de la alegrнa manнaca. - їPodrнa ser
algo mбs especнfico? - Aquн tenemos
un mundo forrado en metal - golpeу con su pie, y se oyу un bump apagado -. їQuй
es lo que esto significa? - Significa que
el mundo estб forrado de metal. - Correcto.
Para ser un soldado, tiene usted una inteligencia bastante notable. Asн que uno
toma un planeta y lo forra con metal, y consigue un planeta en el que las
ъnicas cosas verdes que crecen son los Jardines Imperiales y un par de macetas
de ventana. їQuй es lo que pasa entonces? - Que se muere
todo el mundo - dijo Bill, pues despuйs de todo era un muchacho campesino, y se
creнa todas aquellas estupideces de la fotosнntesis y la clorofila. - Correcto de
nuevo. Usted y yo y el Emperador y un par de billones de otros imbйciles
estamos ocupados en transformar todo el oxнgeno en biуxido de carbono, y sin
plantas que lo transformen de nuevo en oxнgeno tan solo serнa cuestiуn de
tiempo el que respirбsemos hasta matarnos. - їEntonces
esas naves traen oxнgeno lнquido? El viejo afirmу
con la cabeza y saltу de nuevo sobre la acera rodante. Bill lo siguiу. - Afirmativo.
Lo consiguen gratis en los planetas agrнcolas. Despuйs de que lo dejan aquн,
son cargadas con el carbуn extraнdo a elevado costo del biуxido de carbono, y
se remontan con йl hasta los mundos industriales, en donde es usado como
combustible, como fertilizante, o para sacar de йl innumerables plбsticos y
otros productos... Bill descendiу
de la acera rodante en el ascensor mбs cercano, mientras el viejo y su voz se
desvanecнan entre el vapor. Y acurrucбndose, con la cabeza martilleбndole por
la excesiva proporciуn de oxнgeno, comenzу a hojear furiosamente su Plano.
Mientras estaba esperando el ascensor, encontrу donde estaba mediante el nъmero
de cуdigo de la puerta, y comenzу a planear un nuevo camino hacia los jardines
de Palacio. Esta vez no
permitiу que se le distrajese. Comiendo tan solo barras de caramelo y sorbiendo
bebidas carbуnicas de las mбquinas tragaperras que encontrу en su camino, evitу
los peligros y distracciones de los restaurantes; manteniйndose despierto,
logrу no perderse ninguna conexiуn. Con ojeras y los dientes podridos, se
tambaleу saliendo de un pozo gravitatorio y, con el corazуn palpitante, vio por
fin un signo iluminado, y oloroso, en forma de colores, que decнa: JARDINES
COLGANTES. Habнa un torniquete de entrada y una taquilla. - Uno, por
favor. - Serбn diez
pavos Imperiales. - їNo es un
tanto caro? - dijo Bill en tono de reproche, sacando los billetes uno a uno de
su delgado montуn. - Si es pobre,
no venga a Helior. El robot cajero
tenнa grabadas todo tipo de respuestas cortantes. Bill lo ignorу y se introdujo
en los jardines. Eran todo lo que siempre habнa soсado y mбs. Mientras caminaba
a lo largo del sendero de ceniza gris por el interior de la pared exterior,
podнa ver los arbustos verdes y la hierba justo al otro lado de la reja de
titanio. A no mбs de cien metros de distancia, al otro lado de la hierba,
flotaban las mбs exуticas plantas y flores de todos los mundos del Imperio. ЎY
allн, diminutas en la distancia, estaban las Fuentes del Arco Iris, casi
invisibles al ojo desnudo! Bill introdujo una moneda en uno de los telescopios
y observу cуmo sus colores brillaban y desaparecнan casi tan bien como si los
estuviera viendo en la televisiуn. Siguiу circulando por el interior de la
pared, baсado por la luz del sol artificial situado en la parte superior del
gigantesco domo. Pero hasta los
espirituales placeres de los jardines se desvanecнan frente a la omnipresente
fatiga que lo asнa con manos de hierro. Habнa unos bancos de acero y se desplomу
en uno para descansar un momento, y luego cerrу los ojos para reposar la vista.
Le cayу la cabeza hacia adelante, y antes de que se pudiera dar cuenta ya
estaba totalmente dormido, Otros
visitantes pasaron a lo largo de las cenizas sin molestarle, y tampoco se
enterу cuando uno de ellos se sentу en el extremo mбs alejado del banco. Como Bill nunca
vio al hombre, no hay necesidad de describirlo. Baste decir que tenнa una tez
cetrina, una nariz enrojecida y rota, ojos ferales que miraban por debajo de un
siniestro entrecejo, caderas amplias y hombros estrechos, pies desiguales,
delgado, huesudo, los dedos sucios, y con un tic. Largos segundos
de eternidad tictaquearon mientras el hombre permaneciу allн sentado. Luego,
durante unos momentos, no se vio a ningъn otro visitante. Con un rбpido
movimiento serpentina, el reciйn llegado sacу un soplete atуmico de bolsillo.
La diminuta pero increнblemente caliente llama suspirу con brevedad, mientras
lo apretaba contra la cadena que aseguraba el plano de Bill a su cinturуn,
justamente en el punto en que esta descansaba sobre el banco de metal. En un
instante, el metal de la cadena estaba soldado al del banco. Bill seguнa
durmiendo. Una sonrisa de
lobo parpadeу en el rostro del hombre como los repugnantes anillos formados en
el agua de una cloaca por una rata zambullйndose. Entonces, con un ъnico y
rбpido movimiento, la llama atуmica cortу la cadena cerca del volumen.
Volviйndose a guardar el soplete de bolsillo, el ladrуn se alzу, tomу el plano
de Bill de su regazo, y desapareciу rбpidamente. TRES Al principio,
Bill no se dio cuenta de la magnitud de su pйrdida. Emergiу lentamente de su
sueсo, con la cabeza espesa y la sensaciуn de que algo iba mal. Tan solo
despuйs de repetidos tirones se dio cuenta de que la cadena estaba soldada al
asiento y de que el libro habнa desaparecido. La cadena no podнa ser arrancada,
y al final tuvo que soltбrsela del cinturуn y dejarla colgando. Regresando
hasta la entrada, llamу en la ventanilla de la taquilla. - No se
devuelve el dinero - dijo el robot. - Deseo
denunciar un crimen. - La policнa se
encarga de los crнmenes. Usted quiere hablar con la policнa por telйfono. Aquн
hay un telйfono. El nъmero es 111-11-111. - Se abriу una portezuela y saliу
despedido un telйfono que le dio a Bill en el pecho, echбndolo hacia atrбs.
Marcу el nъmero. - Policнa -
dijo una voz, y un sargento con cara de bulldog, vistiendo un uniforme azul
prusia y un rictus, apareciу en la pantalla. - Deseo
denunciar un robo. - їGrave o leve? - No lo sй. Me
han robado mi Plano. - Leve. Vaya a
la estaciуn de policнa mбs cercana. Este es el circuito de emergencia y lo estб
ocupando ilegalmente. La pena por ocupar ilegalmente un circuito de emergencia
es... - Bill apretу con fuerza el botуn y la pantalla se oscureciу. Se volviу
al cajero robot. - No se
devuelve el dinero - dijo este. Bill dio un bufido de impaciencia. - Cбllate. Todo
lo que quiero saber es dуnde estб la estaciуn de policнa mбs cercana. - Soy un robot
cajero y no de informaciуn. No tengo ese dato en mi memoria. Le sugiero que
consulte su plano. - ЎPero si me
han robado mi plano! - Le sugiero
que hable con la policнa. - Pero... -
Bill se puso rojo y pateу irritado la taquilla. - No se
devuelve el dinero - dijo una voz desde su interior, mientras se alejaba. - Traguitos,
traguitos para que se ponga mona - dijo un robot-bar, acercбndose y
susurrбndole al oнdo. Luego emitiу el sonido de cubos de hielo sonando en un
vaso helado. - Es una
estupenda idea. Una cerveza. Grande. - Metiу unas monedas en la ranura, y
agarrу la jarra que cayу por el dispensador, evitando apenas que cayese al
suelo. Lo refrescу y lo restaurу, y le calmу la irritaciуn. Contemplу el
letrero que decнa: «AL PALACIO ENJOYADO» -. Irй al Palacio. Le darй una mirada,
y buscarй a alguien allн que pueda guiarme hasta una estaciуn de policнa. ЎAy! El robot-bar le
habнa arrancado la jarra de la mano, casi llevбndosela el dedo нndice en el
proceso, y con una impecable precisiуn robуtica la habнa arrojado a la abierta
boca de una rampa de desperdicios, situada a diez metros de distancia, que
salнa de una pared. El Palacio
Enjoyado parecнa ser casi tan accesible como los Jardines Colgantes, y decidiу
dar cuenta del robo antes de pagar la entrada al recinto verjado que circundaba
a una respetable distancia el palacio. Cerca de la entrada habнa un policнa,
sacando tripa y haciendo girar su porra, que debнa saber dуnde se hallaba la
estaciуn de policнa. - їDуnde estб
la estaciуn de policнa? - preguntу Bill. - No soy
ninguna central de informaciуn... Use su Plano. - Pero - dijo a
travйs de apretados dientes -, no puedo. Me han robado el plano, y es por eso
por lo que deseo... ЎAuggh! Bill habнa
dicho Ўauggh! porque el policнa, con un movimiento bien aprendido, le habнa
clavado la porra en el sobaco y acorralado con ella contra un rincуn. - Yo fui
soldado antes de lograr pagar mi licencia - dijo el policнa. - Apreciarнa
mejor sus reminiscencias si me sacara la porra del sobaco - gimiу Bill, y luego
suspirу agradecido cuando esta desapareciу. - Como fui
soldado, no me gustarнa ver a un compaсero poseedor del Dardo Pъrpura con la
Nebulosa del Saco de Carbуn meterse en lнos. Por otra parte, soy un policнa
honesto y no acepto sobornos, pero si un compaсero me prestase veinticinco
pavos hasta el dнa de cobro, le estarнa muy agradecido. Bill habнa
nacido estъpido, pero estaba aprendiendo. El dinero apareciу y se desvaneciу
rбpidamente, y el policнa se relajу, golpeando con la punta de su porra sus
amarillentos dientes. - Muchacho,
dйjame que te diga algo antes de hablarte oficialmente en virtud de mi cargo,
ya que ahora hemos estado hablando de compaсero a compaсero. Hay un montуn de
formas en que meterse en lнos aquн en Helior, pero la mбs fбcil es perder el
Plano. En Helior eso se paga con la horca. Sй de un chico que fue a la estaciуn
para informar que alguien le robу el Plano y lo espesaron antes de que hubieran
transcurrido diez segundos, tal vez cinco. Y ahora, їquй es lo que querнas
decirme? - їTiene
lumbre? - No fumo. - Entonces,
adiуs. - Tуmatelo con
calma, muchacho. Bill doblу una
esquina y se aplastу contra la pared, respirando profundamente. їY ahora quй?
Apenas si podнa hallar su camino por aquellos lugares con el plano... їcуmo iba
a hacerlo sin йl? Tenнa un peso en su interior que trataba de ignorar. Apartу
su sensaciуn de terror y tratу de pensar, pero pensar la causaba dolor de
cabeza. Parecнa que hacнa aсos desde su ъltima buena comida, y al pensar en la
comida comenzу a segregar saliva a tal velocidad que casi se ahogу. Comida, eso
era lo que necesitaba, comida para poder pensar, tenнa que relajarse sobre un
jugoso filete, y cuando el hombrecillo interior estuviera satisfecho podrнa
pensar claramente y hallar una forma en que salir de este lнo. Tenнa que haber
una forma de hacerlo. Le quedaba casi un dнa completo antes de tener que
regresar al cuartel, y eso era bastante. Dando la vuelta a una esquina, penetrу
en un alto tъnel deslumbrante de luz, y la mбs brillante de las luces era un
signo que decнa: «EL TRAJE ESPACIAL DORADO». - El Traje
Espacial Dorado - dijo Bill -. Eso es lo que necesito. Menudo restaurante,
famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los
que ha aparecido. He ahн la forma en que volver a recuperar mi antigua moral.
Serб caro, pero quй infiernos... Apretбndose el
cinturуn y arreglбndose el cuello, subiу por las amplias escalinatas doradas y
atravesу la imitaciуn de compuerta espacial. El maitre le hizo una seсa y le
sonriу, la suave mъsica le acariciу en el camino, y el suelo se abriу bajo sus
pies. Araсando inerme las lisas paredes, cayу por un dorado tubo que se
inclinaba gradualmente, hasta que, cuando emergiу de йl, cruzу el aire y cayу,
de bruces, en un polvoriento callejуn metбlico. Frente a йl, pintado en la
pared con letras de medio metro de alto, se leнa el imperativo mensaje:
«LБRGATE, DESGRACIADO». Se alzу y se quitу el polvo, y un robot se le aproximу
y le murmurу al oнdo con la voz de una joven y bella muchacha: - Apuesto a que
estбs hambriento, cariсo. їPor quй no pruebas la pizza con curry al estilo
neoindio de Giuseppe Sing? Estбs tan solo a unos pasos de su establecimiento,
tienes la direcciуn en la parte de atrбs de la tarjeta. El robot sacу
una tarjeta de una ranura en su pecho y la colocу cuidadosamente en la boca de
Bill. Era un robot barato y mal ajustado. Bill escupiу la
pastosa tarjeta y la limpiу en su paсuelo. - їQuй pasу? -
preguntу. - Apuesto a que
estбs hambriento, cariсo... grrr-ark - el robot cambiу de grabaciуn al oнr las
palabras de Bill -. Has sido expulsado de El Traje Espacial Dorado, famoso en
toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha
aparecido, porque eres un desgraciado sin dinero. Cuando entraste en el
establecimiento te miraron con rayos X y computaron automбticamente el
contenido de tus bolsillos. Como este contenido era obviamente inferior a la
consumiciуn mнnima de entrada, una bebida e impuestos, te expulsaron. Pero aъn
estбs hambriento, їno, cariсo? - el robot lo mirу de reojo y su almibarada y
sexy voz surgiу por entre las rendijas de su altavoz bucal -. Ven a Sing, en
donde la comida es buena y barata. Prueba la fabulosa lasaсa de Sing con dahl y
salsa de lima. Bill fue allн,
no porque desease nada de esa repugnante concocciуn italobombayesa, sino porque
en la parte trasera de la tarjeta habнa un mapa de instrucciones. Notaba una
sensaciуn de seguridad al saber de nuevo cуmo ir de algъn punto a otro,
siguiendo las direcciones, bajando por aquella escalera, cayendo por aquel tubo
gravitatorio, agarrбndose como podнa a las anillas deslizantes. Tras un ъltimo
giro, su nariz fue tomada al asalto por una oleada de aroma de grasa rancia,
ajo pasado y carne chamuscada, y supo que ya habнa llegado. La comida era
increнblemente cara, y mucho peor de lo que jamбs podrнa haber imaginado que
fuera, pero calmу el doloroso rugir de su estуmago, por atontamiento ya que no
por placentera saciaciуn. Con una uсa tratу de desprender horribles trozos de
ternilla de entre sus dientes, mientras miraba al hombre sentado frente a йl en
la mesa, que estaba quejбndose en voz baja mientras se obligaba a tragar
cucharadas de algo inmencionable. Su compaсero de mesa estaba vestido con
brillantes ropas festivas, y parecнa ser un tipo gordo, amable y amistoso. - Hey... - dijo
Bill, sonriendo. - Cбete muerto
- gruсу el hombre. - Todo lo que
dije fue hey. - Petulantemente. - Ya es
bastante. Todos los que se han molestado en hablarme en las diecisйis horas que
he pasado en este llamado planeta de placer, me han timado o estafado o robado
mi dinero en una forma u otra. Estoy casi arruinado, y aъn me quedan seis dнas
de mi vacaciуn. Ver Helior y Vivir. - Tan solo
querнa preguntarle si podrнa darle una ojeada a su plano mientras estб
comiendo. - Ya te he
dicho que todo el mundo quiere timarme. Cбete muerto. - Por favor. - De acuerdo...
Por veinticinco pavos, en contante y por anticipado. Y tan solo mientras estй
comiendo. - ЎVale! - Bill
puso el dinero sobre la mesa de un golpe, se zambullу bajo la mesa y, sentado
con las piernas cruzadas, comenzу a ojear furiosamente el volumen, apuntando
las instrucciones de viaje tan aprisa como podнa encontrar su camino. Sobre йl,
el gordo continuaba comiendo y gruсendo, y cuando tomaba un bocado
particularmente malo, la sacudida tiraba de la cadena y hacнa perder el punto a
Bill. Este ya habнa casi logrado marcar una ruta hasta medio camino del refugio
en el Cuartel de Trбnsito para Tropa antes de que el hombre tirase del libro y
se marchase. Cuando Ulises
regresу de su terrorнfico viaje, se guardу mucho de daсar los oнdos de Penйlope
con los increнbles detalles de su viaje. Cuando Ricardo Corazуn de Leуn,
finalmente liberado de su calabozo, volviу a casa tras los aсos repletos de
peligros de las Cruzadas, no asaltу la sensibilidad de la reina Berengaria con
anйcdotas horripilantes, simplemente la saludу y le abriу el cinturуn de
castidad. Ni yo tampoco, gentil lector, profanarй tu escucha con los peligros y
desesperaciones de los periplos de Bill, pues estбn fuera de todo lo
imaginable. Baste decir que lo logrу: llegу al C.T.T. A travйs de enrojecidos
ojos, contemplу parpadeante el cartel CUARTEL DE TRБNSITO PARA TROPA, y luego
tuvo que apoyarse contra la pared, pues la alegrнa lo dejaba sin fuerzas. ЎLo
habнa logrado! Tan solo habнa sobrepasado en ocho dнas su permiso, y esto no
podнa importar mucho. Pronto se hallarнa de nuevo entre los amistosos brazos de
los soldados, apartado de los kilуmetros sin fin de corredores metбlicos, las
multitudes continuamente apresuradas, los toboganes, corredizos resbalantes,
tubos gravitatorios, elevadores, subidas de succiуn y demбs. Podrнa
emborracharse con sus compaсeros y dejar que el alcohol disolviese las memorias
de sus terribles viajes, tratando de olvidar el horror sin fin de aquellos dнas
errabundos, sin comida ni agua, ni el sonido de una voz humana, tambaleбndose
sin fin a travйs de las profundidades estigias de los Niveles del Papel Carbуn.
Todo esto habнa pasado. Se sacу el polvo de su arrugado uniforme, dбndose
vergonzosa cuenta de los descosidos, arrugas y botones que le faltaban. Si
podнa meterse en el cuartel sin ser detenido, se cambiarнa de uniforme antes de
presentarse al oficial de guardia. Algunas cabezas
se volvieron hacia йl, pero logrу pasar perfectamente por la sala de dнa hasta
llegar a los dormitorios. Solo que su colchуn estaba enrollado, habнan
desaparecido sus mantas y su taquilla estaba vacнa. Comenzaba a creer que se
encontraba en un lнo, y para los soldados un lнo nunca es algo fбcil.
Reprimiendo una gйlida sensaciуn de desesperaciуn, se aseу como mejor pudo en
la letrina, dio un trago reparador del grifo de agua frнa, y luego se arrastrу
hasta la sala de dнa. El sargento primero estaba en su escritorio, un
gigantesco hombre, musculoso y de aspecto sбdico, con una piel oscura del mismo
color que la de su viejo amigo Tembo. Tenнa un muсeco de plбstico ataviado con
uniforme de capitбn en una mano, y le estaba clavando clips desdoblados con la
otra. Sin volver la cabeza, girу los ojos hacia Bill y dio un bufido. - Estбs en un
buen lнo, soldado, al venir a la sala de dнa con un uniforme como ese. - Estoy en un
lнo mбs grande del que se imagina, sargento - dijo Bill, apoyбndose dйbil en el
escritorio. El sargento contemplу las asimйtricas manos de Bill, mientras sus
ojos corrнan rбpidamente de una a otra. - їDe dуnde has
sacado esa mano, soldado? ЎHabla! Conozco esa mano. - Perteneciу a
un amigo mнo, y tambiйn tengo el brazo que iba con ella. Ansioso por
pasar a cualquier tema que no fuera el de sus crнmenes militares, Bill extendiу
la mano para que el sargento la contemplara. Pero se horrorizу cuando los dedos
formaron un duro puсo, los mъsculos se apretaron en su brazo, y el puсo volу
hacia adelante para dar de lleno en la mandнbula del sargento primero,
echбndolo hacia atrбs con silla y todo. - ЎSargento! -
gritу Bill, y agarrу su mano rebelde con la otra, llevбndola, no sin luchar, de
nuevo a su costado. El sargento se
alzу lentamente, y Bill se echу hacia atrбs, temblando. No se lo podнa creer
cuando vio que el sargento se sentaba de nuevo, sonriendo. - Ya sabнa yo
que conocнa esa mano, es la de mi viejo amigo Tembo. Siempre bromeбbamos asн.
Ten buen cuidado con esa mano, їme escuchas? їLlevas algo mбs de Tembo por ahн?
- y cuando Bill le dijo que no, repicу un rбpido toque de tam-tam en el borde
del escritorio -. Bueno, se ha ido al Gran Rito Jujъ en el cielo. - La sonrisa
se desvaneciу y volviу a aparecer el rictus -. Estбs en un buen lнo, soldado.
Dйjame ver tu tarjeta de identificaciуn. La arrancу de
los inertes dedos de Bill y la introdujo en una rendija del escritorio.
Parpadearon luces, zumbу un mecanismo, vibrу, y se encendiу una pantalla. El
sargento primero leyу el mensaje que allн habнa y, mientras lo hacнa, el rictus
desapareciу de su rostro para ser reemplazado por una expresiуn de frнa cуlera.
Cuando volviу a llevar sus ojos a Bill, eran rendijas entrecerradas que lo
clavaron al suelo con una mirada que podrнa cortar la leche en un instante o
destruir formas de vida inferiores como roedores o cucarachas. Congelу la
sangre de Bill en sus venas y enviу por su cuerpo un estremecimiento que lo
hizo agitarse como un arbusto al viento. - їDe dуnde
robaste esta tarjeta de identificaciуn? їQuiйn eres? Al tercer
intento, Bill logrу extraer algunas palabras de sus paralizados labios. - Soy yo... Esa
es mi tarjeta... Soy yo, el tйcnico en fusibles de primera clase Bill... - Eres un
mentiroso - una uсa exclusivamente diseсada para seccionar venas yugulares
golpeу la tarjeta -. Esta tarjeta debe de haber sido robada, porque el tйcnico
en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas. Eso es lo que
dice el archivo, y los archivos no mienten. Te la has cargado, estъpido. Apretу un botуn
rojo marcado POLICНA MILITAR, y a lo lejos se pudo oнr un timbre de alarma
zumbando irritadamente. Bill agitу los pies y sus ojos rodaron, buscando una
forma en que escapar. - Aguбntalo
ahн, Tembo - saltу el sargento -. Quiero llegar al fondo de esto. El brazo
izquierdo/derecho de Bill se agarrу al borde del escritorio, y no pudo
arrancarlo de allн. Aъn se estaba peleando con йl cuando resonaron pesadas
botas a sus espaldas. - їQuй pasa? -
gruсу una voz familiar. - Usurpaciуn de
la personalidad de un suboficial mбs otros cargos de menor importancia que no
importan, pues este solo ya implica una lobotomнa con arco voltaico y treinta
latigazos. - Oh, seсor -
riу Bill, girando y alegrando sus ojos al ver una muy odiada figura -.
ЎDeseomortal Drang! Dнgales que me conoce. Uno de los dos
hombres era el usual bruto de casco rojo, porra y pistola, con forma humana.
Pero el otro tan solo podнa ser Deseomortal. - їConoce al
prisionero? - preguntу el sargento primero. Deseomortal
bizqueу, recorriendo con sus ojos todo el cuerpo de Bill. - Conocн a un
trasteafusibles de sexta clase llamado Bill, pero tenнa dos manos que se
complementaban. Hay algo bastante extraсo aquн. Le atizaremos un poco en el
cuerpo de guardia y ya le haremos saber lo que confiese. - Afirmativo.
Pero cuidado con el brazo izquierdo. Es de un amigo mнo. - No lo
tocaremos. - ЎPero yo soy
Bill! - gritу Bill -. Ese soy yo, el que estб en mi tarjeta. Puedo probarlo. - Es un
impostor - dijo el sargento, y seсalу a los controles de su escritorio -. Los
archivos dicen que el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн
hace ocho dнas, y los archivos no mienten. - Los archivos
no pueden mentir, o no existirнa el orden en el universo - dijo Deseomortal,
atornillando profundamente su porra en las tripas de Bill y empujбndolo hacia
la puerta -. їAъn no han llegado esos aprietapulgares que reclamamos? - le
preguntу al otro PM. Tan solo pudo ser
la fatiga lo que llevу a Bill a hacer lo que hizo. La fatiga, la desesperaciуn,
y el miedo combinados que le dominaron, pues en lo mбs profundo de su corazуn
era un buen soldado, y habнa aprendido a ser Bravo, y Limpio, y Reverente, y
Heterosexual, y todo lo demбs. Pero cada hombre tiene su punto de rotura, y
Bill habнa llegado al suyo. Tenнa fe en la imparcialidad de la justicia, pues
no le habнan enseсado la verdad, pero en realidad era el pensamiento de la
tortura lo que le molestaba. Cuando sus ojos, enloquecidos por el miedo, vieron
el cartel que decнa LAVANDERIA, una sinapsis se cerrу, sin voliciуn consciente
por su parte, y saltу hacia adelante, arrancбndose con su repentina y
desesperada acciуn de la mano que lo aferraba por el brazo. ЎHuida! Tras la
portezuela basculante en la pared, debнa de haber una caнda hasta la lavanderнa
con un hermoso montуn de suaves sбbanas y toallas al fondo que amortiguarнan su
caнda. ЎPodrнa escapar! Ignorando los terribles y bestiales gritos de los PM,
se zambullу de cabeza por la abertura. Cayу un metro y
medio, dio de cabeza, y casi se la abriу. No era una caнda, sino una profunda
caja metбlica de recogida. Tras йl, los PM
golpeaban la portezuela basculante, pero no podнan moverla ya que las piernas
de Bill la habнan bloqueado e impedнan que se abriese. - ЎEstб
cerrada! - gritу Deseomortal -. ЎNos la ha jugado! їAdуnde va a parar esa caнda
de lavanderнa? - cometiendo la misma equivocaciуn de Bill. - No lo sй, yo
tambiйn soy nuevo aquн - jadeу el otro hombre. - ЎSerбs nuevo
en la silla elйctrica si no encontramos a ese cerdo! Las voces
disminuyeron mientras las pesadas botas corrнan alejбndose, y Bill se
estremeciу. Su cuello estaba doblado en un бngulo raro y le dolнa, sus rodillas
le apretaban el pecho, y estaba medio sofocado por la ropa contra la que se
aplastaba su rostro. Tratу de extender las piernas y empujar la tapa de metal,
pero se oyу un click cuando algo se abriу y cayу hacia adelante, al abrirse la
caja de recogida al corredor de servicio al otro lado de la pared. - ЎAhн estб! -
dijo una odiada voz familiar, y Bill se tambaleу alejбndose. Las botas que
corrнan estaban pisбndole los talones cuando llegу a un tubo gravitatorio y de
nuevo se zambullу de cabeza, con bastante mбs йxito esta vez. Cuando los apoplйcticos
PM saltaron tras йl, el mecanismo automбtico los separу unos buenos cinco
metros unos de otros. Era una caнda lenta y suave, y la visiуn de Bill se
aclarу finalmente. Mirу hacia arriba, y se estremeciу a la vista de la
fisonomнa repleta de colmillos de Deseomortal flotando tras йl. - Viejo amigo -
sollozу Bill, juntando sus manos en una actitud de ruego -. їPor quй me
persigue? - No me llames
amigo, espнa chinger. Ni siquiera eres un buen espнa: tus brazos no concuerdan
- mientras caнa, Deseomortal sacу la pistola de la funda y la apuntу
directamente entre los ojos de Bill -. Muerto mientras tratabas de escapar. - Tenga piedad
- rogу Bill. - Muerte a los
chingers - apretу el gatillo. CUATRO La bala surgiу
lentamente de entre la nube de gases en expansiуn, y planeу medio metro hacia
Bill antes de que el zumbante campo gravitatorio la detuviese. La simple mente
del mecanismo automбtico tradujo la velocidad de la bala como masa y asumiу que
otro cuerpo habнa entrado en el tubo gravitatorio, y le dio una posiciуn. La
caнda de Deseomortal se detuvo hasta que se hallу a cinco metros por detrбs de
la bala, mientras que el otro PM tambiйn asumнa la misma posiciуn relativa tras
йl. El vacнo entre Bill y sus perseguidores era ahora el doble, y aprovechу esto,
saliendo por la abertura del siguiente nivel. Un elevador abierto lo atrajo
hacia sн, y se metiу en su interior y cerrу la puerta antes de que el
blasfemante Deseomortal pudiera surgir del tubo. Tras esto, la
escapatoria fue simplemente cuestiуn de enmaraсar su rastro. Utilizу diferentes
mйtodos de transporte, al azar, y durante todo el tiempo estuvo huyendo hacia
niveles inferiores como si buscase, cual un topo, escapar horadando un hueco.
Lo que finalmente lo detuvo fue el agotamiento, haciйndole caer al suelo,
apoyado contra una pared y jadeando como un triceratops en celo. Gradualmente,
tuvo conciencia de sus alrededores, dбndose cuenta de que estaba a
profundidades mayores de las que jamбs habнa alcanzado. Los corredores eran
tйtricos y antiguos, manufacturados con planchas metбlicas ribeteadas. Pilares
masivos, algunos de ellos de mбs de una treintena de metros de diбmetro,
rompнan la aridez de las paredes, grandes estructuras que soportaban la masa
del mundo-ciudad de encima. La mayor parte de las puertas que veнa estaban
cerradas y atrancadas, con complejos candados colgando de ellas. Tambiйn se dio
cuenta de que habнa menos luz, mientras arrastraba cansadamente sus pies
buscando algo que beber: su garganta ardнa como fuego. Delante de йl, en la pared,
se hallaba un dispensador de bebidas, diferenciбndose de la mayor parte de los
que habнa visto porque el frontis del mecanismo estaba reforzado con gruesas
barras de acero, y adornado con un gran cartel que decнa: Esta mбquina estб
protegida por alarmas tipo los-cuece-vivos. cualquier intento de abrir el
mecanismo harб pasar cien mil voltios por el culpable. hallу las monedas
suficientes en su bolsillo para pagar una heroнna-cola doble, y se echу
cuidadosamente hacia atrбs, fuera del radio de acciуn de cualquier chispa,
mientras se llenaba el vaso. Se sentнa mucho
mejor tras bebйrsela, hasta que mirу su billetero y entonces se sintiу mucho
peor. Tenнa ocho pavos imperiales, y cuando se le acabasen: їentonces quй? La
piedad por sн mismo logrу atravesar el bloque que el cansancio y las drogas
establecнan sobre sus sentidos, y llorу. Se daba cuenta, en forma vaga, de que
ocasionalmente pasaba alguien, pero no prestaba atenciуn. No, hasta que tres
hombres se detuvieron frente a йl y dejaron que un cuarto cayera al suelo. Bill
los contemplу, y luego apartу la mirada, mientras sus palabras llegaban
vagamente a sus oнdos, sin que esto registrase significado, pues se lo estaba
pasando mucho mejor hundiйndose en su lacrimosa desesperaciуn. - Pobre viejo
Golph. Parece que estб acabado. - Seguro. Estб
teniendo la agonнa mбs bonita que jamбs he oнdo. Dejadlo aquн para que lo
recojan los robots de limpieza. - їPero quй hay
del trabajo? Tenemos que ser cukoo para que salga bien. - Demos una
mirada a este desplanado. Una pesada bota
golpeando al costado de Bill lo hizo rodar y llamу su atenciуn. Parpadeу,
contemplando el cнrculo de hombres, todos ellos similares en sus andrajosas
ropas, sucias pieles y barbudos rostros. Todos eran diferentes en su tamaсo y
forma, aunque todo tenнan algo en comъn: ninguno de ellos llevaba un Plano, y
todos ellos parecнan extraсamente desnudos sin los pesados volъmenes colgantes. - їDуnde estб
tu plano? - preguntу el mayor y mбs peludo, dando otra patada a Bill. - Robado... -
comenzу a llorar de nuevo. - їEres
soldado? - Se me
quedaron mi tarjeta de identificaciуn... - їTienes
pavos? -
Desaparecidos. Todos han desaparecido... como los envases no canjeables de la
antigьedad. - Entonces eres
uno de los desplanados - cantaron al unнsono, ayudбndole a ponerse en pie -. Y
ahora, ъnete a nosotros en la canciуn de los desplanados - y con trйmulas voces
cantaron: - Mantenйos
unidos todos y uno, pues los Hermanos Desplanados siempre deberбn unirse y
luchar para conseguir el derecho de que el poder se desplome y la verdad
triunfe, y para que asн nosotros, que otrora fuimos libres, podamos alguna vez
ser libres para ver los cielos del azul encima, y oнr el gentil glop-glop de la
nieve. - No rima
demasiado bien - dijo Bill. - Ah, andamos
faltos de talentos por aquн abajo, andamos - dijo el mбs pequeсo y viejo de los
desplanados, tosiendo con una tos entrecortado y raquнtica. - Cбllate -
dijo el mбs grande, dбndole un puсetazo en los riсones al viejo; y dirigiйndose
luego a Bill -: Soy Litvok, y esta es mi manada. Formas parte de mi manada
ahora, reciйn llegado, y tu nombre es Golph 28169 menos. - No, no lo
soy. Mi nombre es Bill, y es mбs fбcil de decir... - le dieron otra patada.. - ЎCierra el
pico! Bill es un nombre difнcil porque es un nombre nuevo, y nunca recuerdo
nombres nuevos. Yo siempre he tenido un Golph 28169 menos en mi manada. їCuбl
es tu nombre? - Bi... Ўay!
ЎQuiero decir Golph! - Asн estб
mejor... pero no olvides que tambiйn tienes un apellido. - Yo estoy
hambriento - gimiу el viejo -. їCuбndo vamos a hacer el asalto? - Ahora.
Seguidme. Pasaron por
encima del viejo Golph etc., que habнa expirado mientras se iniciaba el nuevo,
y se apresuraron a lo largo de un oscuro y hъmedo pasadizo. Bill los siguiу,
preguntбndose en dуnde se habнa metido ahora, pero demasiado cansado como para
preocuparse en este momento. Estaban hablando de comida; despuйs de conseguirse
alguna comida podrнa pensar quй hacer a continuaciуn, pero mientras tanto se
sentнa contento porque alguien se ocupase de йl y pensase por йl. Era como
volver a estar de nuevo con el ejйrcito, solo que mejor, pues uno no tenнa que
afeitarse. El pequeсo
grupo de hombres emergiу a una sala brillantemente iluminada, molestбndoles
algo el repentino resplandor. Litvok les hizo una seсa para que se detuvieran y
mirу cuidadosamente en ambas direcciones, luego hizo pantalla con una mano
rebozada de suciedad detrбs de su oreja en forma de coliflor y escuchу,
frunciendo el ceсo por el esfuerzo. - Parece que
todo estб bien. Schmutzig, tъ te quedas aquн y das la alarma si viene alguien;
Sporco, atraviesa la sala hasta el otro lado y haz lo mismo; tъ, el nuevo
Golph, vienes conmigo. Los dos
centinelas se dirigieron hacia sus puestos, mientras Bill seguнa a Litvok hasta
una salita que contenнa una puerta metбlica cerrada que el fornido jefe abriу
con un simple golpe de martillo de metal que sacу de algъn lugar oculto entre
sus mugrientas ropas. En el interior, habнa un cierto nъmero de tubos de
diversas dimensiones que se alzaban del suelo y se desvanecнan en el techo de
arriba. Cada tubo estaba marcado con un nъmero, y Litvok lo seсalу. - Tenemos que
encontrar el kl-9256-B - dijo -. Vamos. Bill encontrу
rбpidamente el tubo, tenнa el grosor de su muсeca, y acababa de llamar al jefe
de la manada cuando sonу un agudo silbido en la sala. - ЎFuera! -
dijo Litvok, y empujу a Bill frente a йl. Luego cerrу la puerta y se puso
frente a ella, de tal forma que con su cuerpo cubrнa la cerradura rota. Se oyу
un siseo y un ronroneo crecientes que se acercaban desde la sala hacia ellos,
mientras esperaban en la salita. Litvok ocultaba su martillo tras de sн, y el
ruido creciу hasta que apareciу un robot de limpieza que girу hacia ellos sus
ojos binoculares montados sobre antenas. - їHarбn el
favor de echarse a un lado? Este robot desea limpiar el lugar en el que se
encuentran - dijo una voz grabada desde el interior del robot, con tono firme.
Hizo girar esperanzado sus cepillos en su direcciуn. - Lбrgate -
gruсу Litvok. - La
interferencia con un robot de limpieza durante el desempeсo de su deber es un
crimen castigable, al mismo tiempo que un acto antisocial. їSe han entretenido
en pensar cuбl serнa la situaciуn si el Departamento de Limpieza no...? - Bocazas -
rugiу Litvok, y golpeу al robot en la parte alta de su caja craneana con el
martillo. - ЎUonkiti! -
aullу el robot, y escapу zigzagueando a lo largo de la sala, chorreando agua
por sus aspersores. - Acabemos con
esto - dijo Litvok, abriendo de nuevo la puerta. Le entregу el martillo a Bill,
y sacando una sierra de metales de algъn lugar de sus despedazadas ropas atacу
la tuberнa con frenйticos tirones. La tuberнa de metal era dura, y al cabo de
un minuto ya estaba empapado en sudor y comenzaba a cansarse. - Sigue tъ - le
chillу a Bill -, ve tan de prisa como puedas, y luego te sustituirй. Turnбndose, les
llevу menos de tres minutos el segar completamente el tubo. Litvok volviу a
meterse la sierra entre sus ropas y tomу el martillo. - Prepбrate -
dijo, escupiendo en sus manos y dando luego un tremendo martillazo a la
tuberнa. Con dos golpes
logrу que la parte superior del tubo cortado se doblase hasta desalinearse con
la parte inferior, y del orificio comenzу a manar un rнo sin fin de salchichas
tipo Frankfurt verdes enlazadas. Litvok tomу un extremo de la cadena y se lo
echу por sobre los hombros de Bill, luego comenzу a enrollar vueltas y mбs
vueltas de las cosas sobre sus hombros y brazos, cada vez mбs alto. Llegaron al
nivel de los ojos de Bill, y este pudo leer las blancas letras estampadas sobre
sus formas de color gris hierba: SUPERCLORAS, decнa, y tambiйn: ЎREPLETAS DE
SOL! y: LA MARCA DE DISTINCIУN, y: PRUEBE NUESTRAs TROTAMBURGUESAS LA PRУXIMA
VEZ. - Ya basta -
gruсу Bill, tambaleбndose bajo el peso. Litvok cortу la cadena y comenzу a
enrollбrsela sobre sus propios hombros, cuando el fluir de cosas verdes cesу
repentinamente. Tirу de las ъltimas que quedaban en el tubo y corriу hacia la
puerta. - Ha sonado la
alarma, nos persiguen. ЎHuyamos antes de que lleguen los polis! - Silbу
fuertemente, y los vigнas llegaron corriendo para unнrselas. Corrieron, con
Bill tambaleбndose bajo el peso de las salchichas, en una carrera de pesadilla
a travйs de los tъneles, bajando escaleras de mano y tubos aceitados, hasta que
alcanzaron una polvorienta бrea desierta en la que las dйbiles luces eran pocas
y muy espaciadas. Litvok abriу una trampilla del suelo y se dejaron caer uno a
uno, para arrastrarse por un tъnel de cables y tubos entre dos niveles.
Schmutzig y Sporco iban detrбs para recoger las salchichas que caнan de la
dolorida espalda de Bill. Finalmente, a travйs de una rejilla cortada, llegaron
a su totalmente oscuro destino, y Bill se derrumbу en el suelo, que se hallaba
cubierto de despojos. Con gritos de ansia, los otros le arrebataron su carga, y
al cabo de un minuto ardнa un fuego en una papelera de metal y las verdes
salchichas se estaban tostando en una parrilla. El delicioso
olor de la clorofila asada animу a Bill, que mirу a su alrededor con interйs. A
la parpadeante luz de las llamas vio que se encontraba en una inmensa cбmara
que se desvanecнa por todos los lados en la oscuridad. Unos gruesos pilares
soportaban el techo y la ciudad de encima, y entre ellos se alzaban inmensas
pilas y montones de todos los tamaсos. El viejo, Sporco, caminу hasta el montуn
mбs cercano y arrancу algo. Cuando regresу, Bill pudo ver que llevaba hojas de
papel, que comenzу a echar una a una al fuego. Una de las hojas cayу cerca de
Bill, y este vio, antes de echarla a las llamas, que se trataba de un impreso
gubernamental de algъn tipo, amarillento por la edad. Aunque a Bill
nunca le habнan gustado las supercloras, le encantaron ahora. El apetito servнa
de salsa, y el papel ardiendo les daba un nuevo sabor. Ayudaron a pasar las
salchichas con herrumbrosa agua de un cubo colocado bajo una gotera de una
tuberнa, con lo que tuvieron un festнn de reyes. Esta es la buena vida, pensу
Bill, sacando otra super del fuego y sorbiendo: buena comida, buena bebida,
buenos amigos. Un hombre libre. Litvok y el
viejo ya estaban durmiendo sobre camas hechas con papel arrugado, cuando el
otro, Schmutzig, se acercу a Bill. - їHas
encontrado mi tarjeta de identidad? - preguntу con un hueco suspiro, y Bill se
dio cuenta de que el hombre estaba loco. Las llamas se reflejaban en forma
extraсa en los astillados cristales de sus gafas, y Bill pudo ver que tenнan
montura de plata, y que en otro tiempo debieron de ser muy caras. Alrededor del
cuello de Schmutzig, medio ocultos por su descuidada barba, se encontraban los
restos de un cuello de camisa, y jirones de lo que en otro tiempo fue una
elegante corbata. - No, no he
visto tu tarjeta de identidad - dijo Bill En realidad, no he visto la mнa desde
que el sargento primero se la llevу y se olvidу de devolvйrmela. - Bill comenzу
a sentirse compasivo hacia sн mismo de nuevo, y las asquerosas salchichas
estaban pesando como plomo en su estуmago. Schmutzig ignorу su respuesta,
inmerso como estaba en su mucho mбs interesante monomanнa. - Soy un hombre
importante, їsabes?: Schmutzig von Drek es un nombre que cuenta, ya se
enterarбn. Creen que pueden salirse con la suya, pero no podrбn. Dijeron que
era un error, un simple error, que la grabaciуn en los archivos se rompiу, y
cuando la repararon tuvieron que cortar un trocito chiquito, y que allн era
donde estaba la informaciуn acerca de mн. La primera noticia que tuve de ello
fue cuando a final de mes no llegу mi paga, y fui a verlos y pareciу que nunca
habнan oнdo hablar de mн. Pero todo el mundo ha oнdo hablar de mн, von Drek es
un apellido muy antiguo. Ya era jefe intermedio antes de cumplir los veintidуs,
y tenнa trescientos cincuenta y seis operarios bajo mis уrdenes en la Divisiуn
de Grapas y Clips para Papel de la 89.11 Ala de Abastecimiento para Oficinas.
Asн que no podнan hacerme creer que jamбs habнan oнdo hablar de mн, aunque hubiera
olvidado mi tarjeta de identificaciуn en casa, en otro traje. Ni tenнan razуn
para llevarse todo lo que habнa en mi departamento mientras yo estaba fuera de
йl tan solo porque estaba arrendado a lo que ellos llamaban una persona
imaginaria. Podrнa haber probado que era quien decнa si hubiera tenido mi
tarjeta de identidad... їHas visto mi tarjeta de identidad? Ahora me toca a
mн, pensу Bill. Y dijo en voz alta: - Eso suena a
mala pasada. Te dirй lo que harй: te ayudarй a buscarla. Me irй por ahн a ver
si la encuentro. Antes de que la
confusa cabeza de Schmutzig pudiera pensar una respuesta, Bill ya se habнa
escabullido por entre los montaсosos montones de viejos archivos, muy contento
consigo mismo por haber logrado ser mбs listo que un loco de mediana edad. Se
sentнa placenteramente repleto, y cansado, y no querнa ser molestado de nuevo.
Lo que necesitaba ahora era una buena noche de descanso, y luego, por la
maсana, ya pensarнa en todo este lнo, y hasta quizб encontrase cуmo salir de
йl. Tanteando su camino por entre los atiborrados pasadizos, recorriу una larga
distancia, separбndose de los otros desplanados, antes de subir a un
tambaleante montуn de papel y, de ahн, subir a otro aъn mбs alto. Suspirу
aliviado y arreglу un mantoncito de papel para que le sirviera de almohada, y
cerrу despuйs los ojos. Entonces las
luces se encendieron en hileras en el techo del almacйn, y agudos silbatos de
la policнa sonaron por todas partes, asн como gritos guturales que lo llenaron
de terror. - ЎAgarra a
ese! ЎNo lo dejes escapar! - ЎYa tengo a
este ladrуn! - Vosotros,
malditos desplanados, habйis robado vuestra ъltima superclora. Os mandarбn a
las minas de sales de uranio de Zana-21 Y luego: - їLos tenemos
a todos...? - y mientras Bill seguнa recostado, agarrбndose desesperadamente a
los impresos, y con el corazуn palpitando aterrorizado, llegу por fin la
respuesta: - Sн, cuatro.
Los hemos estado vigilando durante mucho tiempo, esperando agarrarlos si
intentaban algo como esto. - Pero aquн
solo hay tres. - Vi al cuarto
antes: se lo llevaba un robot de limpieza, y estaba tan tieso como un palo. - Afirmativo.
Entonces vбmonos. El miedo corriу
de nuevo a travйs de Bill. їCuбnto tiempo pasarнa antes de que alguno del grupo
hablase y lo delatase para mejorar su situaciуn, diciйndole a los polis que
acababan de conseguir un nuevo recluta? Tenнa que irse de allн. Toda la policнa
parecнa estar ahora reunida alrededor de donde habнan asado las salchichas, y
tenнa que correr el riesgo. Deslizбndose de la pila tan silenciosamente como
pudo, comenzу a reptar en direcciуn opuesta. Si no habнa salida en aquella
direcciуn, estaba atrapado... ЎNo tenнa que pensar asн! Tras йl sonaron
silbatos, y supo que ya habнan comenzado a perseguirlo. La adrenalina fluyу a
raudales en su riego sanguнneo, y saliу corriendo hacia adelante, mientras las
ricas proteнnas equinas de las salchichas aсadнan fuerza a sus piernas y le
imprimнan una carrera que era un verdadero trote. Delante de йl vio una puerta,
y se echу con todo su peso contra ella. Por un instante permaneciу inmуvil, y
luego se abriу rechinando sobre sus oxidadas bisagras. Sin reparar en el
peligro, se abalanzу por una escalera en espiral, bajando y bajando, hasta
llegar a otra puerta, huyendo locamente, pensando ъnicamente en el escape. De nuevo, con
el instinto de un animal perseguido, huyу hacia abajo. No se fijу en que las
paredes estaban ahora remachadas y en algunos sitios recubiertas de уxido, ni
pensу que era poco usual el que tuviera que abrir una atrancada puerta de
madera: Ўmadera en un planeta que no habнa visto un бrbol en un centenar de
milenios! El aire era mбs hъmedo y a veces maloliente, y su empavorecida
carrera lo llevу a travйs de un tъnel de piedra en el que bestias innominadas
huyeron frente a йl con el tamborileo de malignas garras. Habнa largos espacios
condenados a la oscuridad eterna, en donde tenнa que hallar su camino a
tientas, corriendo sus dedos a lo largo del repugnante y viscoso moho que
cubrнa las paredes. Donde habнa luces, brillaban dйbilmente tras sus cargas de
telaraсas y cadбveres de insectos. Chapoteу a travйs de charcos de agua
estancada, hasta que, lentamente, la extraсeza de lo que lo rodeaba le penetrу
y le hizo mirar a su alrededor. En el suelo, bajo sus pies, habнa otra puerta,
y aъn impelido por el reflejo de la huida la abriу, pero no llevaba a ninguna
parte. En lugar de esto daba acceso a un depуsito de alguna clase de metal
granuloso, no muy diferente al azъcar en bruto. Aunque quizб fuese un
aislamiento. Tal vez fuera comestible. Se inclinу y cogiу un poco entre sus
dedos, y lo aplastу con los dientes. No, no era comestible. Lo escupiу, aunque
habнa algo realmente familiar en йl. Entonces recordу. Era polvo.
Tierra. Suelo. Arena. La cosa esa de que estбn hechos los planetas, de que este
planeta estaba hecho. ЎEra la superficie de Helior, sobre la que descansaba el
increнble peso de aquella ciudad que circundaba el mundo! Mirу hacia arriba, y
por un inenarrable momento se dio cuenta repentinamente de aquel peso, de todo
aquel peso, sobre su cabeza, apretando y tratando de aplastarlo. Ahora estaba
en el fondo, en el verdadero fondo, y obsesionado por una claustrofobia
galopante. Dando un dйbil gemido, corriу por el pasillo hasta que llegу a una
inmensa puerta sellada y atrancada. No habнa salida por allн. Y cuando mirу al
oscuro grosor de la puerta, decidiу que realmente no deseaba continuar por
aquel camino. їQuй innombrables horrores podнan acechar tras una puerta como
aquella, situada en el fondo del mundo? Entonces,
mientras la contemplaba, paralizado y con los ojos muy abiertos, la puerta
chirriу y comenzу a abrirse. Dio la vuelta para echar a correr, y gritу muy
alto su terror cuando algo lo aferrу en un apretуn irresistible... CINCO No es que Bill
no tratara de resistirse, pero era imposible. Se agitу entre las garras de
esquelйtico blancura que lo aferraban, y tratу fъtilmente de arrancбrselas de
sus brazos, mientras todo el rato daba dйbiles gemidos de desesperaciуn, como
un borrego apresado por las garras de un бguila. Agitбndose sin efectividad,
fue arrastrado hacia atrбs a travйs del tremendo pуrtico que se abriу sin
intervenciуn de mano humana. - Bienvenido...
- dijo una voz sepulcral, y Bill se tambaleу cuando el apretуn inmovilizador
fue soltado, y luego se girу para enfrentarse con el gran robot blanco, ahora
inmуvil. Al lado del robot se alzaba un hombrecillo de chaqueta blanca, que
llevaba puesta una enorme cabeza monda y una sena expresiуn. - No tiene por
quй decirme su nombre - dijo el hombrecillo -, a menos que lo desee. Pero yo soy
el Inspector Jeyes. їHa venido en busca de asilo? - їAcaso lo
ofrece? - preguntу Bill, dubitativo. - Es un punto
interesante, muy interesante - Jeyes se frotу sus arrugadas manos con un sonido
seco y бspero -. Pero no debemos meternos ahora en argumentos teolуgicos, a
pesar de lo tentadores que puedan ser, se lo aseguro. Asн que creo que lo mejor
serб que haga una declaraciуn de hecho, sн, realmente. Encontrarб asilo aquн...
їHa venido para obtenerlo? Bill, ahora que
se habнa recobrado de su primitiva emociуn, estaba comportбndose
cautelosamente, recordando todos los follones en que se habнa visto envuelto
por abrir su boca. - Escuche, no
sй ni quien es usted ni donde estoy, ni quй me pedirб a cambio de eso del
asilo. - Muy correcto,
aunque le aseguro que el error fue mнo, ya que le tomй por uno de los
desplanados de la ciudad, a pesar de que me doy cuenta de que los harapos que
lleva puestos fueron en otro tiempo el uniforme de paseo de un soldado, y que
el trozo de latуn oxidado en su pecho es lo que resta de una noble
condecoraciуn. Bienvenido a Helior, el Planeta Imperial. Y їquй tal va la
guerra? - Bien,
gracias... Pero їa quй viene todo esto? - Soy el
inspector Jeyes, del Departamento Municipal de Limpieza. Puedo ver, y
sinceramente espero que perdonarб mi indiscreciуn, que se halla usted en
dificultades, mal uniformado, sin Plano, y tal vez hasta le habrб desaparecido
su tarjeta de identidad. - Contemplу el inquieto agitarse de Bill con ojos
astutos, de pбjaro -. Pero no tiene por quй ser asн. Acepte el asilo.
Proveeremos por ustedes, le daremos un buen trabajo, un nuevo uniforme, y hasta
una nueva tarjeta de identidad. - ЎTodo lo que
tengo que hacer es convertirme en un barrendero! - resoplу Bill. - Preferimos la
apelaciуn de Agentes de Saneamiento - contestу humildemente el inspector Jeyes. - Ya me lo
pensarй - dijo frнamente Bill. - їPuedo
ayudarle a llegar a una decisiуn? - preguntу el inspector, apretando un botуn
en la pared. El pуrtico a la oscuridad total se abriу de nuevo, chirriante, y
el robot agarrу a Bill y comenzу a empujarle. - ЎAsilo! -
chillу Bill, y luego resoplу cuando el robot lo soltу y la puerta se cerrу de
nuevo -. Iba a pedirlo de todas maneras, no tenнa por quй empujarme. - Un millar de
excusas, deseamos que se sienta feliz aquн. Bienvenido al DM de L. Aъn
corriendo el riesgo de embarazarle, їpodrнa preguntarle si necesitarб una nueva
tarjeta de identidad? Muchos de nuestros reclutas prefieren iniciar una nueva
vida aquн en el departamento, y tenemos una vasta selecciуn de tarjetas entre
las que pueden escoger. Tiene que recordar que eventualmente acabamos
recogiйndolo todo, incluyendo los cadбveres y las papeleras vaciadas, y le
sorprenderнa el nъmero de tarjetas que recogemos de esta forma. Si me hace el
favor de entrar en este ascensor... El DM de L
tenнa un montуn de tarjetas, cajones y cajones de ellas, limpiamente archivadas
por orden alfabйtico. En poco tiempo, Bill encontrу una con una descripciуn que
se aproximaba bastante a la suya, emitida a nombre de un tal Wilhelm Stuzzicadenti,
y se la enseсу al inspector. - Muy bien, me
alegra contar con usted, Villy... - Prefiero que
me llame Bill. - ...y
bienvenido al servicio, Bill. Siempre estamos faltos de personal aquн abajo, y
podrб escoger las tareas que desee, sн, realmente, dependiendo naturalmente de
su talento y de sus intereses. Cuando piensa en limpieza, їquй es lo que le
viene a la mente? - Basura. El inspector
suspirу. - Esa es la
reacciуn usual, pero habнa esperado algo mejor de usted. La Basura es una de
las cosas con la que nuestra Divisiуn de Recogida tiene que enfrentarse.
Tambiйn hay Restos, Desperdicios y Porquerнa. Ademбs, hay los otros
departamentos independientes: Limpieza de los Departamentos, Reparaciуn de
Caсerнas, Investigaciуn, Eliminaciуn de Aguas Residuales... - Este ъltimo
suena realmente interesante. Antes de que fuera alistado a la fuerza estaba
cursando por correspondencia la carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes. - ЎPero si esto
es maravilloso! Tiene que contarme mбs de eso. Pero antes siйntese, pуngase
confortable - llevу a Bill hasta un enorme sillуn tapizado, y luego se girу
para sacar dos recipientes de plбstico de un dispensador -, y tуmese una
refrescante Alco-Sacudida mientras habla. - No hay mucho
que decir, nunca pude terminar mi carrera, y parece que jamбs lograrй
satisfacer mi ambiciуn de toda la vida de trabajar con fertilizantes. Tal vez
su Departamento de Eliminaciуn de Aguas Residuales... - Lo siento, es
algo que me destroza el corazуn, visto que casi coincide con su especialidad por
asн decirlo, pero esa es una tarea que no nos da ningъn problema, ya que estб
casi totalmente automatizada. Estamos muy satisfechos de nuestro rйcord con las
aguas residuales porque es realmente grande: debe de haber ciento cincuenta mil
millones de personas en Helior... - ЎHuau! - ...tiene
razуn, puedo verlo en el brillo de su ojos. Sн, ese es un montуn de aguas
residuales, y espero en algъn momento tener el honor de mostrarle nuestra
factorнa. Pero recuerde, donde hay aguas residuales tiene que haber comida, y
con Helior importando toda su comida tenemos una operaciуn en cнrculo cerrado
que es el sueсo de un ingeniero de Saneamiento. Las naves de los planetas
agrнcolas traen la comida procesada que va a la poblaciуn, donde sufre lo que
podrнamos llamar la Cadena de Mando. Nosotros recogemos los efluvios y los
procesamos, con los tratamientos usuales, fнsicos y quнmicos, bacterias
anaerobias y similares... їNo le estoy aburriendo con todo esto? - No, por
favor... - dijo Bill, sonriendo y secбndose una lбgrima con el puсo -. Es
simplemente que me siento tan feliz. Hacнa tanto que no tenнa una conversaciуn
inteligente... - Ya me lo
puedo imaginar; tiene que ser brutal en el servicio. - Le dio una palmada a
Bill en el hombro, en un amistoso gesto de bienvenida -. Olvнdese de todo eso:
ahora estб entre amigos. їDуnde estбbamos? Oh, sн, las bacterias. Entonces hay
la deshidrataciуn y la compresiуn. Producimos uno de los mejores ladrillos de
fertilizante condensado de toda la galaxia civilizada, y me enfrentarнa con
cualquiera que tratase de negarlo... - ЎY seguro que
ganarнa! - afirmу fervientemente Bill. - Las cadenas
automбticas y los ascensores se llevan los ladrillos a los espaciopuertos,
donde son cargados en las astronaves en cuanto son vaciadas, una carga completa
por cada carga completa, ese es nuestro lema. Y he oнdo que en algunos de los
planetas de suelo pobre dan vivas cuando las naves aterrizan. No, no podemos
protestar de nuestro tratamiento de las aguas residuales, son los otros
departamentos los que nos crean problemas - el inspector Jeyes vaciу su
recipiente y se quedу sentado con cara huraсa, habiendo desaparecido su placer
tan repentinamente como habнa aparecido. - ЎNo, no haga
eso! - le chillу a Bill, cuando este terminу su bebida e iniciу el gesto de
tirar el recipiente vacнo al receptor de desperdicios de la pared -. No querнa
gritar en esa forma - se disculpу -, pero ese es nuestro gran, gran problema.
Los desechos. їHa pensado alguna vez en cuantos periуdicos tiran cada dнa
ciento cincuenta mil millones de personas? їO cuantos recipientes no
recuperables? їO platos de un solo uso? Estamos trabajando en Investigaciуn
acerca de este problema, dнa y noche, pero no logramos solucionarlo. Es una
pesadilla. Ese recipiente de Alco-Sacudida que tiene en la mano es una de
nuestras respuestas, pero tan solo es una gota de agua en el ocйano. Cuando las
ъltimas gotas de lнquido se evaporaron del recipiente, este comenzу a agitarse
obscenamente en la mano de Bill y, horrorizado, lo dejу caer al suelo, donde
continuу agitбndose y cambiando de forma, desmoronбndose y aplanбndose ante sus
ojos. - Tenemos que
agradecerle a los matemбticos esta soluciуn - dijo el inspector -. Para un
topуlogo, un disco o una taza o un recipiente de lнquido tienen todos la misma
forma: un sуlido con un agujero, y cualquiera de ellos puede ser convertido en
cualquiera de los otros por una continua transformaciуn uno-a-uno. Asн que
hicimos los recipientes con un plбstico con memoria que regresaba a su forma
original una vez seco... mнrelo ahн. El recipiente
habнa cesado de agitarse, y ahora yacнa tranquilo en el suelo, un disco plano y
finamente grabado con un agujero en el centro. El inspector Jeyes lo recogiу y
le arrancу la etiqueta de Alco-Sacudida, y Bill pudo entonces leer la otra
etiqueta que habнa estado oculta debajo: Amor en уrbita, Ўboing, boing, boing!,
cantado por Los Coleуpteros. - їNo es
ingenioso? El recipiente se ha transformado en un disco de una de las mбs
molestas canciones del momento, un objeto que ningъn adicto a la Alco-Sacudida
puede, en ningъn caso, arrojar. Es recogido pues y guardado con cariсo, y no
lanzado a un recipiente de basuras para crearnos otro problema. El inspector
Jeyes tomу ambas manos de Bill entre las suyas, y cuando lo mirу directamente a
los ojos los suyos estaban bastante hъmedos. - Diga que lo
harб, Bill... que se dedicarб a la investigaciуn. Tenemos tal falta de hombres
ingeniosos y entrenados que comprendan nuestros problemas. Tal vez no acabу con
su carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes, pero puede ayudar, una mente
joven con ideas jуvenes, una nueva escoba para ayudar a barrer las cosas, їeh? - Lo harй -
dijo con determinaciуn Bill -. La investigaciуn en los residuos es algo en lo
que un hombre puede hincar el diente. - Se lo ha ganado.
Habitaciуn, manutenciуn y uniforme, mбs un salario digno, y todos los restos y
porquerнas que desee. Nunca le sabrб mal esta decisiуn... Una aullante
sirena lo interrumpiу, y un instante despuйs un hombre sudoroso y excitado
entrу corriendo en la habitaciуn. - ЎInspector,
esta vez sн que se ha disparado el cohete: la Operaciуn Platillo Volador ha
fallado! Hay aquн un equipo de astronomнa que se estб pelando con nuestro grupo
de investigaciуn, revolcados por el suelo como si fueran animales... El inspector
Jeyes estaba en la puerta antes de que el mensajero hubiera terminado, y Bill
corriу tras suyo, lanzбndose por una rampa justamente despuйs de йl. Tomaron
una cinta de sillas rodantes, pero era demasiado lenta para el inspector, que
saltaba como un conejo de silla en silla, y Bill le seguнa de cerca. Entonces
entraron en un laboratorio repleto de complejo equipo electrуnico y de hombres
que se agitaban y luchaban, rodando y pateando en un lнo inexplicable. - ЎParen en
seguida, paren! - chillу el inspector, pero nadie le escuchу. - Tal vez yo
pueda ayudar - dijo Bill -. Aprendemos estas cosas en el ejйrcito. їCuбles son
los Agentes de Saneamiento? - Los de
uniforme marrуn. - No me diga
mбs - dijo Bill, zumbando alegremente, se introdujo en la gruсente multitud y,
con un puсetazo aquн, un aplastamiento de riсones allб, y tal vez con algunos
golpes de karate que destruyen la laringe, restaurу el orden en la habitaciуn.
Ninguno de aquellos agitados intelectuales tenнa un gran fнsico, y pasу a
travйs de ellos como un cuchillo por la mantequilla, y entonces comenzу a
extirpar a sus nuevos camaradas del lнo. - їQuй ocurre,
Basurero, quй ha pasado? - preguntу el inspector Jeyes. - Son esos,
seсor. Irrumpen aquн gritando, diciйndonos que acabemos con la Operaciуn Platillo
Volador, justo cuando habнamos superado nuestro rйcord de eliminaciуn, cuando
habнamos hallado que casi podнamos aceptar el doble de entradas... - їQuй es eso
de la Operaciуn Platillo Volador? - preguntу Bill, muy confuso por lo que
sucedнa. Ninguno de los astrуnomos estaba aъn despierto, aunque alguno de ellos
gemнa ya, asн que el inspector tuvo tiempo para explicarle, apuntando a un
gigantesco aparato que llenaba todo un costado de la habitaciуn. - Quizб fuera
la respuesta a nuestros problemas - dijo - Son todos esos malditos platos y
vasos eliminables de las comidas preparadas y demбs. ЎNo me atrevo ni a decirle
cuantos metros cъbicos se han acumulado! Tal vez serнa mejor decir kilуmetros
cъbicos. Pero Basurero estaba mirando un dнa una revista y leyу un artнculo
sobre un transmisor de materia, e hicimos un pedido y compramos el modelo mбs
grande que encontramos. Lo conectamos a la cinta sin fin y a los cargadores -
abriу un panel al lado de la mбquina, y Bill vio un torrente de utensilios de
plбstico usados que entraban a gran velocidad -, y alimentamos todos estos
malditos desperdicios en el lado de entrada de la mбquina, y ha funcionado como
un sueсo desde entonces. - Pero...
їadуnde van? - Bill seguнa alelado -. їDуnde estб la salida del transmisor? - Una pregunta
inteligente: ese era nuestro gran problema. Al principio simplemente los
lanzбbamos al espacio, pero Astronomнa dijo que demasiados de ellos regresaban
como meteoritos y estropeaban sus observaciones estelares. Aumentamos la
energнa y los lanzamos mбs lejos, poniйndolos en уrbita, pero Navegaciуn dijo
que estбbamos creando una molestia en el espacio, formando un peligro para la
navegaciуn, y tuvimos que ir mбs lejos. Finalmente, Basurero consiguiу de
Astronomнa las coordenadas de la estrella mбs cercana, y desde entonces los
hemos estado echando a la estrella sin tener problemas y satisfaciendo a todo
el mundo. - So estъpido -
dijo uno de los astrуnomos, entre labios rotos, mientras trataba de ponerse en
pie -. ЎSus malditos desperdicios voladores han iniciado una nova en esa
estrella! No podнamos imaginar quй era lo que la causaba hasta que hallamos su
peticiуn de informaciуn en los archivos y nos enteramos de su imbйcil operaciуn
de aquн abajo... - Cuidado con
lo que dice o lo vuelvo a dormir, so mamуn - gruсу Bill. El astrуnomo
retrocediу y se puso pбlido, luego continuу en un tono mбs suave: - Mire, tienen
que comprender lo que ha pasado. No pueden estar lanzando todos esos бtomos de
carbono e hidrуgeno a un sol y esperar que no pase nada. La cosa se ha vuelto
nova, y me han dicho que no lograron evacuar completamente algunas bases de los
planetas interiores. - La
eliminaciуn de los desperdicios no se realiza sin peligros. Al menos murieron
en servicio a la humanidad. - Bueno, sн,
eso es fбcil de decir. Lo hecho, hecho estб. Pero tendrбn que detener su
Operaciуn Platillo Volador. ЎInmediatamente! - їPor quй? -
preguntу el inspector Jeyes -. Tengo que admitir que este pequeсo asunto de la
nova no estaba previsto, pero ya ha sucedido y no podemos hacer mucho al
respecto. Y han oнdo decirle a Basurero que casi ha doblado la entrada, y que
pronto recuperaremos el tiempo perdido... - їPor quй cree
que se ha doblado la capacidad de eliminaciуn? - gruсу el astrуnomo -. Han
convertido a esa estrella en tan inestable que estб consumiйndolo todo y a
punto de convertirse en una supernova, que no solo destruirб a todos sus
planetas, sino que tal vez sus efectos lleguen hasta Helior y su sol. ЎDetenga
inmediatamente su mбquina infernal! El inspector suspirу
y luego agitу la mano, en forma cansada y sin embargo final. - Apбgala,
Basurero... Tenнa que haber imaginado que esto era demasiado bueno para durar. - Pero, seсor -
el ingeniero estaba apretujбndose las manos con desesperaciуn -, volveremos a
donde empezamos. Se comenzarб a amontonar de nuevo... - ЎHaga lo que
se le ordena! Con un suspiro
resignado, Basurero se arrastrу hasta el tablero de control y cerrу un
conmutador. El tableteo y repiqueteo de las cintas sin fin muriу, y los
zumbantes generadores cayeron en el silencio. Por toda la habitaciуn, los
hombres de limpieza se hallaban en grupos silenciosos y deprimidos, mientras
los astrуnomos volvнan a la consciencia y se ayudaban los unos a los otros a
salir de la habitaciуn. Cuando salнa el ъltimo, se girу y, mostrando los
dientes, escupiу la palabra: -
ЎRecogebasuras! - una llave inglesa lanzada contra йl golpeу la puerta cerrada,
y la derrota fue completa. - Bien, uno no
puede vencer en todas las ocasiones - dijo enйrgicamente el inspector Jeyes, aunque
sus palabras tenнan un tono hueco -. No obstante, Basurero, te traigo sangre
nueva. Este es Bill, un joven de brillantes ideas para tu equipo de
investigaciуn. - Es un placer
- dijo Basurero, haciendo desaparecer la mano de Bill en el interior de una de
sus manazas. Era un hombre enorme, ancho, alto y grueso, con tez olivбcea y
pelo negro oscuro que le colgaba casi hasta los hombros -. Ven, vamos a tripear
un poco, y mientras te explicarй como estбn las cosas aquн y tъ me hablarбs de
ti. Caminaron por
los prнstinos corredores del DM de L, mientras Bill le contaba su vida a su
nuevo jefe. Basurero estaba tan interesado en esta que se equivocу al dar un
giro y abriу una puerta sin mirar. Surgiу un torrente de potes y bandejas de
plбstico que les llegу hasta las rodillas antes de que pudieran forzarla a
cerrarse de nuevo. - їLo ves? - le
dijo a Bill con mal contenida rabia -. Estamos inundados. Hemos usado todo el
espacio disponible para almacenamiento, y siguen amontonбndose las cosas. Por
Krishna que no sй lo que va a pasar; ya no tenemos donde poner mбs. Se sacу un
silbato de plata del bolsillo y soplу enйrgicamente por йl. No produjo sonido
alguno. Bill se distanciу un poco, contemplбndolo con sospecha, y Basurero le
dirigiу un resoplido. - No pongas esa
cara de susto... aъn no se me ha perdido ningъn tornillo. Esto es un Silbato
Supersуnico para Robots, que produce un sonido demasiado agudo para los oнdos
humanos, pero que los robots pueden oнr perfectamente... їlo ves? - Con un
resonar de ruedas, un robot basurero, un robas, llegу rбpidamente y, con
veloces movimientos de sus brazos recogedores, comenzу a cargar toda la basura
plбstica en su depуsito. - Eso del
silbato es una gran idea - comentу Bill -. Me gusta eso de poder llamar a un
robot cuando uno lo necesita. їCrees que podrнa tener uno, ahora que soy Agente
de Saneamiento como tъ y los demбs? - Son algo
especial - le contestу Basurero, entrando en la cantina por la puerta correcta
-. Difнciles de conseguir, їentiendes? - No, no
entiendo. їTendrй uno o no? Basurero lo
ignorу, contemplando absorto el menъ y marcando un nъmero. La comida preparada
y congelada saliу por el dispensador, y la empujу al calentador radar. - їBien? -
inquiriу Bill. - Si tanto te
interesa - explicу Basurero un tanto embarazado -, te dirй que los sacamos de
los paquetes de cereales. En realidad, se trata de silbatos para perros que les
regalan a los chicos consumidores. Ya te mostrarй donde estб el vertedero de
las cajas y te podrбs buscar uno. - Lo harй. Yo
tambiйn quiero poder llamar a los robots. Se llevaron sus
comidas, ya calientes, a una de las mesas y entre bocados Basurero maldijo la
bandeja de plбstico de la que estaba comiendo, pinchбndola irritado al final. - Mira esto -
dijo -: contribuimos a nuestra propia perdiciуn. Espera a ver como se amontonan
ahora que hemos apagado el transmisor de materia. - їHabйis
pensado en echarlas al mar? - El Proyecto
Gran Chapuzуn estб trabajando en eso. No puedo contarte mucho acerca del mismo
porque es alto secreto. Tienes que pensar que los mares de este planeta estбn
cubiertos como todo lo demбs y que, en estos dнas, el agua ya es un verdadero
purй. Echamos desperdicios en ellos tanto tiempo como pudimos, hasta que
elevamos tanto su nivel que las olas llegaban hasta las escotillas de
inspecciуn a la marea alta. Seguimos echando, pero a un ritmo mucho mбs lento. - їY cуmo es
eso posible? - se asombrу Bill. Basurero mirу
cuidadosamente a su alrededor, luego se inclinу por sobre la mesa, se colocу el
нndice junto a la nariz, guiсу un ojo, sonriу y dijo chissss en un siseo
apagado. - їEs secreto?
- interrogу Bill. - Puedes estar seguro.
Metereologнa se nos echarнa encima si se enterase. Lo que hacemos es evaporar y
condensar el agua, y volver a tirar la sal al mar. ЎAdemбs, hemos arreglado en
secreto ciertas tuberнas para que funcionen en sentido contrario! En cuanto nos
enteramos que estб lloviendo en el techo, bombeamos nuestra agua y la dejamos
mezclarse con la lluvia. Los de Metereologнa ya estбn medio locos. Cada aсo,
desde que iniciamos el Proyecto Gran Chapuzуn, se ha incrementado la densidad
de la lluvia en las zonas templadas en setenta y cinco centнmetros, y cae tanta
nieve en los polos que algunos de los pisos superiores se estбn desplomando
bajo el peso de la nieve. ЎPero hay que Eliminar la Basura! ЎSeguiremos siempre
barriendo! No cuentes nada de esto: como sabes, es un secreto. - Ni una
palabra; aunque, realmente, es una gran idea. Sonriendo
orgullosamente, Basurero limpiу su bandeja y, echбndose hacia delante, la
introdujo por un vertedero de desperdicios en la pared. Pero, al hacerlo,
cayeron en cascada otras catorce bandejas sobre la mesa. - ЎLo dicho! -
Rechinу los dientes, instantбneamente deprimido -. Aquн es donde se acaba todo.
Estamos en el fondo, y todo lo que echan en los demбs niveles acaba aquн, y
estamos siendo invadidos sin que tengamos donde guardarlo ni forma en que
eliminarlo. Tendrй que correr ahora. Serб preciso poner en marcha el Proyecto
Gran Pulga de inmediato. Se alzу, y Bill
lo siguiу hasta la puerta. - їEso de la
Gran Pulga tambiйn es secreto? - No lo serб en
cuanto salga a la luz. Hemos sobornado a un inspector del Departamento de
Salubridad para que diga haber encontrado evidencias de que uno de los
dormitorios, uno de los grandes, estб siendo infestado por los insectos. Uno de
los de kilуmetro de largo, por kilуmetro de ancho, por kilуmetro de alto.
Piensa en eso: 1.000.000.000 de metros cъbicos de espacio de almacenamiento no
utilizado. Sacarбn a todo el mundo para fumigar el lugar, y antes de que logren
volver ya lo habremos llenado de bandejas de plбstico. - їY no
protestarбn? - Naturalmente
que protestarбn, pero їde quй les va a servir? Le echaremos las culpas a un
error departamental, y les diremos que envнen la protesta a travйs de los
canales habituales; y, en este planeta, los canales habituales son realmente
complicados. Uno tiene que acostumbrarse a un retraso de diez a veinte aсos en
la mayor parte de los trбmites. Aquн estб tu oficina - seсalу a una puerta
abierta -. Ponte cуmodo y estudia los archivos, y mira a ver si se te ocurre
alguna idea para el turno siguiente. Se alejу a toda
prisa. Era una oficina
pequeсa, pero Bill se sintiу orgulloso de ella. Cerrу la puerta y admirу los
archivadores, el escritorio, la silla giratoria, la lбmpara, todo ello
construido con una gran diversidad de botellas viejas, potes, cajas, bandejas y
desperdicios. Pero ya habrнa mucho tiempo para disfrutar de ello. Ahora tenнa
que ponerse a trabajar. Abriу el cajуn superior de un archivador y se quedу
mirando al cadбver de ropa negra, barba espesa y rostro blanco que estaba allн
metido. Lo cerrу de un golpe y se retirу rбpidamente. - Venga, venga
- se dijo a sн mismo con firmeza -. Soldado, ya has visto los suficientes
cadбveres antes como para que te pongas nervioso al ver a este. Regresу, tirу
de nuevo del cajуn, y el cadбver abriу unos ojos perlinos y gomosos y lo
contemplу fijamente. SEIS - їQuй es lo
que estб haciendo usted en mi archivador? - le preguntу Bill al hombre cuando
este saliу del interior, estirando sus agarrotados mъsculos. Era bajito, y su
traje mugriento y pasado de moda estaba muy arrugado. - Tenнa que
verle... en privado. Esta es la mejor forma, lo sй por experiencia. їEstб usted
descontento? - їQuiйn es
usted? - La gente me
llama Equis. - їX? - Lo ha cogido
en seguida, es usted inteligente - una sonrisa pasу por su rostro, dejбndole
contemplar por un instante los restos ennegrecidos de sus dientes,
desvaneciйndose luego tan rбpidamente como habнa llegado -. Es usted el tipo de
hombre que necesitamos en el Partido, un hombre que promete. - їQuй partido? - No pregunte
mucho o se meterб en lнos. La disciplina es estricta. Pнnchese en la muсeca
para poder hacer el Juramento de Sangre. - їPara quй? -
Bill lo contemplу muy fijamente, al tanto de cualquier movimiento sospechoso. - Usted odia al
Emperador que lo esclavizу en su ejйrcito fascista; usted es un hombre libre,
amante de la libertad y temeroso de Dios, dispuesto a perder su vida para
salvar a sus seres queridos; usted estб dispuesto a unirse a la lucha, a la
gloriosa revoluciуn que liberarб... - ЎFuera! -
aullу Bill, cogiйndolo por las ropas y empujбndolo hacia la puerta. X se escapу
de su apretуn y corriу tras el escritorio. - Ahora es tan
solo un lacayo de los criminales, pero libere su mente de las cadenas, lea este
libro - algo revoloteу hasta el suelo -, y piense. Volverй. Cuando Bill
saltу sobre йl, X hizo algo a la pared y se abriу un panel, tras el que se
desvaneciу. Se cerrу con un click, y cuando Bill lo mirу de cerca no pudo
hallar ni marca ni seсal en la superficie, aparentemente sуlida. Con dedos
temblorosos recogiу el libro y leyу el tнtulo: SANGRE, UNA GUIA PARA EL
AFICIONADO A LA INSURRECCION ARMADA; luego, con rostro pбlido, lo echу a un
lado. Tratу mбs tarde de quemarlo, pero las pбginas eran ininflamables. Tampoco
pudo romperlas, las tijeras se embotaron sin poder cortar una sola hoja.
Desesperadamente, acabу por tirarlo detrбs del archivador y tratar de olvidar
que estaba allн. Tras la
calculada y sбdica esclavitud del servicio, el trabajar honestamente por sus
basuras le representу un gran placer para Bill. Se zambullу en sus tareas, y
estaba tan concentrado que ni notу que se abrнa la puerta, por lo que se asustу
cuando el hombre hablу: - їEs este el
Departamento de Limpieza? - Bill alzу la mirada para ver a la rubicunda faz del
reciйn llegado contemplбndole por encima de la inmensa pila de bandejas de
plбstico que agarraba entre sus extendidos brazos. Sin mirar atrбs, el hombre
cerrу la puerta de una patada y, bajo la pila de bandejas, apareciу otra mano
con una pistola -. Un movimiento y lo mato - amenazу. Bill podнa
contar tan bien como el que mбs, y dos manos mбs una hacen tres, asн que
decidiу efectuar un movimiento que valiese la pena, o sea que largу una patada
al montуn de bandejas para que le pegaran al pistolero en la barbilla y lo
echaran hacia atrбs. Cayeron las bandejas, y antes de que la ъltima hubiera
llegado al suelo, Bill ya estaba sentado sobre la espalda del hombre, doblando
su cabeza en el mortнfero casi dislocamiento venusiano que podнa partir una
espina dorsal como si se tratase de un dйbil bastoncillo. - Me rindo -
gimiу el hombre -. I surrender, tu m'as eu, jб estб bй, ti prego
camerata... - Supongo que
todos vosotros, los espнas chinger, hablбis un montуn de idiomas - replicу
Bill, aumentando la presiуn. - Mi ser...
amigo - gorgoteу el hombre. - Tъ ser
chinger, tener tres brazos. El hombre Se
estremeciу un poco mбs y se le saltу uno de los brazos. Bill lo recogiу para
mirarlo mejor, dбndole primero una patada a la pistola y mandбndola a un
apartado rincуn. - Es un brazo
falso - dijo Bill. - їQuй otra
cosa podнa...? - dijo roncamente el hombre, dбndose masajes en el cuello con
las dos manos autйnticas - Es parte del disfraz. Muy efectivo. Puedo llevar
algo y seguir teniendo aъn una mano libre. їCуmo es que no se uniу a la
revoluciуn? Bill comenzу a
sudar y a mirar subrepticiamente al archivador que ocultaba el libro peligroso. - їDe quй
habla? Soy un leal amante del Emperador... - Ya. Entonces,
їcуmo es que no ha informado a la C.I.A. que un hombre llamado X vino a ganarlo
para su causa? - їCуmo sabe
eso? - Nuestra tarea
es saberlo todo. Aquн estб mi identificaciуn: agente Pinkerton, de la Comisiуn
Intergalбctica de Averiguaciones - le pasу una tarjeta de identidad incrustada
de joyas, con foto en colores y todo eso. - Simplemente
no querнa lнos - gimiу Bill -. Eso es todo. No molesto a nadie, y no quiero que
nadie me moleste. - Un noble
sentimiento... Ўpara un anarquista! Muchacho, їes usted un anarquista? - sus
aguzados ojos atravesaron una y otra vez a Bill. - ЎNo! ЎEso no!
ЎNo sй ni como se escribe eso! - De verdad que
espero que sea asн. Es usted un buen chico, y me gustarнa que siguiese asн. Le
voy a dar una segunda oportunidad. Cuando vea de nuevo a X dнgale que ha
cambiado de idea y que quiere unirse al Partido. Lo harб y trabajarб para
nosotros. Cada vez que haya una reuniуn, me telefonearб al regresar, mi nъmero
estб escrito en esta barra de caramelo - lanzу un envoltorio sobre la mesa -:
Memorнcelo, y despuйs se la come. їQueda todo claro? - No. No quiero
hacerlo. - Lo harб, o
mandarй que lo fusilen por ayudar al enemigo antes de que pase una hora.
Durante el tiempo que nos informe, le pagaremos cien pavos al mes. - їPor
adelantado? - Por
adelantado - el montуn de billetes aterrizу en el escritorio -. Eso es por este
mes. Vea de ganбrselo -. Se metiу el brazo extra bajo otro real, recogiу las
bandejas y se fue. A medida que
Bill pensaba en ello, mбs nervioso estaba al ver el lнo en que lo habнan metido.
Lo ъltimo que deseaba era ser mezclado en una revoluciуn ahora que habнa
logrado paz, seguridad, y una cantidad ilimitada de desperdicios; pero no, no
lo dejaban en paz. Si no se unнa al Partido, la C.I.A. no lo dejarнa en paz, y
una vez descubriesen su verdadera identidad ya podнa considerarse muerto. Pero
aъn habнa la posibilidad de que X se olvidase de йl y no regresase, y, si no se
lo pedнan, їcуmo iba a afiliarse? Se agarrу a este clavo ardiendo y se sumergiу
en su trabajo para olvidarse de los problemas. Casi de
inmediato, hallу un filуn en los archivos de Desperdicios. Tras una cuidadosa
comprobaciуn, averiguу que su idea no habнa sido intentada antes. Le llevу
menos de una hora el reunir el material que necesitaba y, menos de tres horas
mбs tarde, tras interrogar a todos los que encontraba y caminar interminables
kilуmetros, logrу hallar la oficina de Basurero. - Ahora ya
puedes buscarte el camino de regreso - gruсу este -. їO es que no puedes ver
que estoy ocupado? Con temblorosos
dedos, se sirviу otro medio vaso de Viejo Veneno Orgбnico y lo tragу de un
sorbo. - Puedes
olvidarte de tus problemas... - їY quй te
crees que estoy haciendo? Esfъmate. - No sin
haberte enseсado esto. Una nueva manera de sacarse de encima las bandejas de
plбstico. Basurero se
tambaleу, poniйndose en pie, y la botella cayу, sin que tratase de retenerla,
al suelo, donde su contenido, al derramarse, comenzу a hacer un agujero en el
revestimiento de teflуn. - їHablas en
serio? їEs positivo? їTienes una nueva soluciуn...? - Positivo. - Desearнa no
tener que hacer esto - Basurero se estremeciу y tomу de un estante una jarra
marcada SERENADOR, LA CURA INSTANTБNEA PARA LA EMBRIAGUEZ. NO DEBE DE TOMARSE
SIN RECETA MЙDICA Y UNA PУLIZA DE SEGURO DE VIDA. Extrajo una pнldora moteada,
del tamaсo de una nuez, la mirу, se estremeciу, y luego la tragу con un
dolorido gulp. Instantбneamente, todo su cuerpo comenzу a vibrar y cerrу los
ojos cuando algo hizo gmmmmmff en su interior y una dйbil columna de humo
surgiу de sus orejas. Cuando abriу de nuevo los ojos, estos tenнan un brillante
color escarlata, pero estaban sobrios. - їQuй es? -
preguntу roncamente. - їSabes lo que
es esto? - le preguntу Bill, lanzando un grueso volumen sobre el escritorio. - El listнn de
telйfonos de la ciudad de Storhestelortby en Prociуn III, segъn dice en la
portada. - їSabes
cuбntos directorios telefуnicos viejos tenemos? - Mi mente se
niega a pensar en ello. Continuamente estбn cambiбndolos, y nosotros recibimos
los viejos. їY quй? - Te lo voy a
enseсar. їTienes algunas bandejas de plбstico? - їBromeas? -
Basurero abriу un armario empotrado y de йl cayeron con estrйpito centenares de
bandejas. - Estupendo.
Ahora yo pondrй algunas cosas mбs: algo de papel de embalar, cordel y cartуn
tomados de un montуn de desperdicios, y ya tendremos todo lo que necesitamos.
Si llamas a un robot de trabajos generales, te demostrarй el siguiente paso de
mi plan. - Un
tra-ge-bot, son dos largos y un corto - Basurero silbу con fuerza con su
silbato silencioso, y luego gimiу y se aferrу la cabeza hasta que dejу de
vibrar. Se abriу la puerta de un empellуn y por ella apareciу un robot, cuyos
brazos y tentбculos vibraban expectantes. Bill seсalу. - Al trabajo,
robot. Toma cincuenta de esas bandejas, empaquйtalas con cartуn y papel, y бtalas
bien aseguradas con el cordel. Zumbando con
electrуnica dicha, el robot se abalanzу y un momento mбs tarde, un perfecto
paquete se hallaba en el suelo. Bill abriу el listнn al azar y seсalу un
nombre. - Ahora pon la
direcciуn que te seсalo, marca el paquete como «regalo gratuito, sin
impuestos»... Ўy mбndalo por correo! De uno de los
dedos del robot surgiу un rotulador, con el que rбpidamente copiу la direcciуn
en el paquete, lo pesу balanceбndolo en un brazo, lo franqueу con la
franqueadora del escritorio de Basurero, y lo lanzу limpiamente por el buzуn de
la pared. Se oyу el chuff del soplido cuando el tubo neumбtico se lo llevу
hacia los niveles superiores. La boca de Basurero estaba desencajada mientras
seguнa la rбpida desapariciуn de las cincuenta bandejas, asн que Bill redondeу
su argumentaciуn: - El trabajo
robуtico para el empaquetado es gratuito, las direcciones nos salen gratis, y
tambiйn los materiales de embalado. Y a eso se aсade el que, al ser esta una
oficina gubernamental, el franqueo es gratuito. - Tienes
razуn... Ўfuncionarб! Un plan muy inspirado. Lo pondrй en marcha en gran escala
de inmediato. Inundaremos la Galaxia habitada con esas malditas bandejas. No sй
como agradecйrtelo... - їQuй te
parecerнa una prima en metбlico...? - Una excelente
idea. Te harй un cheque ahora mismo. Bill regresу a su oficina con la mano
todavнa dolorida por los apretones de felicitaciуn y los oнdos aъn vibrando por
las palabras de agradecimiento. Era un mundo maravilloso en el que vivir. Cerrу
la puerta de golpe tras йl y se sentу en su escritorio, antes de darse cuenta
de que un amplio y mugriento abrigo negro colgaba tras la puerta. Luego se dio
cuenta de que era el abrigo de X. Luego se dio cuenta de que unos ojos lo
miraban desde la oscuridad del cuello del abrigo, y se le detuvo el corazуn al
comprender que X habнa regresado. SIETE - їHa cambiado
de idea acerca de unirse al Partido? - le preguntу X mientras se liberaba del
colgador y caнa al suelo. - He estado
pensando en ello - se estremeciу culpablemente Bill. - El pensar
equivale al actuar. Debemos apartar el hedor de las sanguijuelas fascistas de
los olfatos de nuestros seres queridos y de nuestros hogares. - Me ha
convencido. Me afiliarй. - La lуgica
siempre vence. Firme en este impreso, una gotita de sangre aquн, y alce la mano
mientras pronuncio el juramento secreto. Bill alzу la
mano, y los labios de X se movieron en silencio. - No le oigo -
se quejу Bill. - Ya le dije
que era un juramento secreto. Todo lo que tiene que hacer es decir sн. - Sн. - Bienvenido a
la Gloriosa Revoluciуn - X le besу calurosamente en ambas mejillas -. Ahora
venga conmigo a la reuniуn de la resistencia; estб a punto de empezar. X corriу hacia
la pared trasera y recorriу con los dedos el dibujo que formaba, apretando en
una forma especial sobre algunos puntos; se oyу un clic, y la puerta secreta se
abriу. Bill mirу dubitativo la oscura y hъmeda escalera que bajaba. - їAdуnde va
esto? - A la
resistencia, їadуnde iba a ir? Sнgame, procurando no perderse. Estas son
catacumbas milenarias desconocidas para los de la ciudad de arriba, y en ellas
habitan cosas desde tiempos inmemoriales. Habнa antorchas
en un nicho en la pared, y X prendiу una y abriу camino por entre la repugnante
y hъmeda oscuridad. Bill lo acompaсу, siguiendo la parpadeante y humeante luz
mientras serpenteaban a travйs de cavernas que amenazaban derrumbarse,
tropezando con herrumbrosos raнles en un tъnel y chapoteando en oscura agua que
les llegaba hasta las rodillas. En una ocasiуn, oyeron el chasquido de gigantescas
garras cerca de ellos y una raspante voz inhumana les hablу desde la negrura: - San... -
dijo. - ...gre -
respondiу X; y luego le susurrу al oнdo de Bill, cuando hubieron pasado sin
percance -: Es un excelente centinela. Se trata de un antropуfago de Dapdrof,
que se lo come a uno al momento si no le da el santo y seсa del dнa. - їY cuбl es el
santo y seсa? - preguntу Bill, dбndose cuenta de que estaba haciendo demasiado
por los cien pavos de la C.I.A. - Los dнas
impares es Sangre, los pares Delenda est Cartago y los domingos Necrofilia. - No les ponen
las cosas fбciles a los miembros. - El
antropуfago tiene hambre, y tenemos que mantenerlo contento. Ahora... silencio
absoluto. Apagarй la luz, y lo llevarй por el brazo. - Se apagу la luz, y unos
dedos se clavaron profundamente en el bнceps de Bill. Caminaron a tientas
durante un tiempo que pareciу interminable, hasta que se vio una dйbil luz muy
por delante. El suelo del tъnel se hizo llano, y vio una puerta abierta
iluminada por una luz parpadeante. Se girу hacia su acompaсante y gritу: - їQuй es
usted? La pбlida,
blanca y renqueante criatura que lo aferraba por el brazo se girу lentamente
para contemplarlo a travйs de ojos parecidos a huevos escalfados. Su tez era
totalmente blanca, su cabeza estaba desprovista de cabello y por toda
vestimenta llevaba tan solo un trozo de ropa arrollado a su cintura, mientras
que en su frente llevaba marcada al fuego la letra escarlata A. - Soy un
androide - dijo con voz бtona -, como cualquier estъpido podrнa saber al ver la
letra A en mi frente. Los hombres me llaman Golem. - їY quй es lo
que le llaman las mujeres? El androide no
contestу a esta ridнcula broma, empujando a Bill a travйs de la puerta hasta
una amplia sala iluminada con antorchas. Bill dio una mirada, con los ojos
desorbitados, a su alrededor, y tratу de escapar, pero el androide estaba
bloqueando la puerta. - Siйntese - le
dijo a Bill, y este se sentу. Se sentу entre
la mбs asombrosa colecciуn de tipos raros, extraсos y estrafalarios que jamбs
se hubiera reunido. En adiciуn a hombres de aspecto muy revolucionario con
barbas, sombreros negros y pequeсas bombas redondas con largas mechas, y
mujeres revolucionarias con faldas cortas, medias negras, cabello largo,
boquillas, sostenes con las cintas rotas y halitosis, tambiйn habнan robots
revolucionarios, androides, y un cierto nъmero de cosas extraсas que es mejor
no describir. X estaba sentado tras una mesa de madera de cocina golpeando
sobre ella con la culata de un revуlver. - ЎOrden!
ЎOrden! El camarada XC-189-725-PU de la Resistencia Unificada Robot tiene la
palabra. ЎSilencio! Un gran y muy
mellado robot se puso en pie. Uno de sus tubos oculares habнa desaparecido.
Mirу a la concurrencia con su ojo bueno, hizo la mejor mueca que podнa con un
rostro inmуvil, y luego dio un largo trago de aceite de mбquina de una lata que
le entregу un delgado y adulador robot barbero. - Nosotros, los
de R.U.R. - dijo con voz cascada -, conocemos nuestros derechos. Trabajamos
duro y valemos tanto como cualquiera, y mбs que los desgraciados androides que
dicen que casi son hombres. Todo lo que queremos es igualdad de derechos,
igualdad de derechos... Le obligaron a
volver a su asiento entre las protestas de una claque de androides que agitaban
sus pбlidos brazos como si fuesen un puchero de fideos al fuego. X golpeу de
nuevo pidiendo orden, y casi lo habнa logrado cuando se produjo una repentina
conmociуn en una entrada lateral y alguien se abriу camino hasta la mesa del
orador. Aunque en realidad no era alguien, sino algo; para ser exactos, se
trataba de una caja rectangular de un metro de lado, con ruedas, y repleta de
luces, diales y conmutadores que arrastraba tras de sн un pesado cable que se
desvanecнa mбs allб de la puerta. - їQuiйn es
usted? - preguntу X, apuntando con recelo su pistola a la cosa. - Soy el
representante de los computadores y cerebros electrуnicos de Helior, unidos en
comitй para obtener igualdad de derechos segъn la ley. Mientras
hablaba, la mбquina escribнa las palabras en tarjetas perforadas que surgнan en
un rбpido torrente, a cuatro palabras por tarjeta. X apartу irritado las
tarjetas de la mesa. - Esperarб su
turno como los demбs - dijo. -
ЎDiscriminaciуn! - aullу la mбquina, en una voz tan alta que las antorchas
parpadearon. Continuу gritando y escupiendo un torrente de tarjetas, en cada
una de las cuales estaba escrita con airadas letras la palabra
ЎDiscriminaciуn!, asн como metros y metros de cinta amarilla en la que estaba
grabado el mismo mensaje. El viejo robot, XC-189-725-PU, se alzу de su silla
con un rechinar de engranajes desgastados y claqueteу hasta el cable blindado
que surgнa del representante de los computadores. Sus garras cortadoras
hidrбulicas dieron un solo tajo, y el cable quedу segado. Las luces de la caja
se apagaron y el rнo de tarjetas se secу; el cable cortado se agitу, escupiу
algunas chispas por la parte seccionado, y luego se arrastrу hacia atrбs en
direcciуn a la puerta, como una monstruosa serpiente, y se desvaneciу. - Orden en la
reuniуn - dijo X roncamente, y golpeу de nuevo. Bill se
estrechу la cabeza entre las manos y se preguntу si esto valнa los cien pavos
al mes. Pero cien pavos
al mes era buen dinero, a pesar de todo, y Bill lo ahorrу hasta el ъltimo
cйntimo. Pasaron fбciles y descansados meses en los que asistiу regularmente a
las reuniones, y en los que informу regularmente a la C.I.A., y a primeros de
cada uno de ellos encontraba su dinero como relleno de la pasta que
invariablemente escogнa para el desayuno. Guardaba los grasientos billetes en
un gato de juguete de goma que hallу en un montуn de desperdicios, y poco a
poco el gatito creciу. La revoluciуn tan solo empleaba una pequeсa parte de su
tiempo, y le encantaba su trabajo en el DM de L. Estaba al frente de la
Operaciуn Paquete Sorpresa, y ahora tenнa a un equipo de un millar de robots
trabajando a tiempo completo en el empaquetado y envнo de bandejas de plбstico
a cada planeta de la Galaxia. Pensaba en ello como un trabajo benйfico, y podнa
imaginar los emocionados gritos de alegrнa en el lejano planeta Lejano o en el
distante planeta Distante, cuando el inesperado paquete llegase y el tesoro de
bello, brillante y moldeado plбstico cayese estrepitosamente al suelo. Pero
Bill estaba viviendo en un idнlico paraнso; y su complacencia bovina fue
cruelmente despedazada un dнa cuando un robot se le acercу y le susurrу al
oнdo: - Sic temper
tiranosaurio, pбsalo - y luego se alejу. Era la seсal.
ЎIba a comenzar la revoluciуn! OCHO Bill cerrу la
puerta de su oficina y apretу por ъltima vez en una forma especial sobre
algunos puntos, y el panel secreto se descorriу, abriйndose. Realmente ya no se
descorrнa, sino que se desplomaba con un tremendo estrйpito, y ya lo habнa
usado tanto durante aquel feliz aсo como Agente de Saneamiento que hasta cuando
estaba cerrado dejaba pasar una muy perceptible corriente de aire que le daba
en el cogote. Pero ya no serнa necesario mantener el secreto: habнa llegado al
fin la crisis que tanto le habнa preocupado, y sabнa que se acercaban grandes
cambios, fuera cual fuese el resultado de la revoluciуn; y la experiencia le
habнa enseсado que los cambios siempre eran para empeorar. Con piernas pesadas
e inseguras, trastabillу por las cavernas, tropezу con los herrumbrosos raнles,
vadeу el agua, y dio la contraseсa al invisible antropуfago que hablaba con la
boca llena, por lo que casi no se le entendнa. Alguien, en la excitaciуn del
momento, habнa dado un santo y seсa equivocado. Bill se estremeciу; esto era un
mal presagio para el porvenir. Como de
costumbre, Bill se sentу junto a los robots, buenos y sуlidos tipos con una
educaciуn intrнnseca, por su construcciуn, a pesar de sus tendencias
revolucionarias. Mientras X martilleaba pidiendo silencio, Bill se preparу para
la prueba. Durante meses el agente Pinkerton le habнa estado pidiendo mбs
informaciуn que la simple fecha de las reuniones, temario discutido y nъmero de
asistentes. Insistнa en pedir hechos, hechos, hechos, que hiciera algo por
ganarse el dinero. - Tengo una
pregunta - dijo Bill en voz alta pero temblorosa, mientras sus palabras caнan
como bombas en el repentino silencio que siguiу al frenйtico golpear de X. - No es tiempo
para preguntas - le respondiу impacientemente X -. Ha llegado la hora de
actuar. - No me importa
el actuar - dijo Bill, nerviosamente consciente de que todos los ojos, humanos,
electrуnicos y criados en probetas, lo contemplaban -. Pero desearнa saber para
quiйn lo voy a hacer. Nunca nos ha dicho quiйn va a suceder al Emperador cuando
este haya desaparecido. - Nuestro lнder
es un hombre llamado X, eso es todo lo que necesita saber. - ЎPero ese es
tambiйn el nombre de usted! - Al fin estб
adquiriendo un rudimento de la Ciencia Revolucionaria. Todos los jefes de
cйlula son llamados X para confundir al enemigo. - No sй lo que
le pasarб al enemigo, pero a mн sн que me confunde. - Habla como un
contrarrevolucionario - chillу X, y apuntу el revуlver a Bill. Las filas de
atrбs se vaciaron cuando todos se apresuraron a salir del campo de tiro. - ЎNo lo soy!
Soy tan buen revolucionario como cualquiera de los presentes... ЎArriba la
Revoluciуn! - dio el saludo del Partido, con las dos manos agarradas sobre la
cabeza, y se sentу apresuradamente. Todos los demбs saludaron a su vez y X,
algo aplacado, apuntу con el caсуn de su arma a un gran mapa colgado de la
pared. - Ese es el
objetivo de nuestra cйlula: la Planta de Energнa Imperial en la Plaza
Chauvinнstica. Nos concentraremos cerca de ella en pelotones, y luego nos
uniremos para un ataque conjunto a las 0016 horas. No se espera que haya
resistencia, pues la planta no estб vigilada. Se les entregarбn armas y
antorchas al salir, asн como instrucciones impresas sobre la ruta correcta
hasta los puntos de reuniуn, en beneficio de los desplanados de entre ustedes.
їAlguna pregunta? - amartillу el revуlver, y lo apuntу al encogido Bill. No
hubo preguntas -. Excelente. Nos pondremos en pie, y cantaremos el Himno de la
Gloriosa Revoluciуn. En un coro
mixto de voces y altavoces mecбnicos, cantaron: Alzaos, oh
prisioneros de la burocracia, Repugnantes obreros de Helior, Alzaos y haced la
Revoluciуn, ЎCon pistolas, pies, puсos y garras! Animados por
este entusiasta y monуtono ejercicio, salieron en lentas filas, recogiendo sus
equipos revolucionarios. Bill se metiу en el bolsillo las instrucciones
impresas, se echу al hombro su antorcha y el lanzarrayos de pedernal, y se
apresurу una vez mбs a lo largo de los corredores. Casi no le quedaba tiempo
para el largo viaje que tendrнa que hacer, y debнa de informar previamente a la
C.I.A. Esto era mбs
fбcil de decir que de hacer, y comenzу a sudar mientras marcaba de nuevo el
nъmero. Era imposible conseguir lнnea y, o bien las centralitas estaban
ocupadas, o bien los revolucionarios habнan comenzado a interferir las
comunicaciones. Suspirу tranquilizado cuando las insolentes facciones de Pinkerton
llenaron por fin la pequeсa pantalla. - їQuй pasa? - He
descubierto el nombre del lнder de la revoluciуn. Es un hombre llamado X. - їY pretende
una prima por eso, estъpido? Esa informaciуn estб en los archivos desde hace
meses. їAlgo mбs? - Bueno... la
revoluciуn va a comenzar a las 0016 horas, y pensй que le gustarнa saberlo. Esto le
demostrarб lo que valgo, pensу. Pinkerton bostezу. - їEso es todo?
Para su conocimiento, le dirй que esa informaciуn ya estб pasada. No es usted
el ъnico espнa que tenemos, aunque probablemente sea el peor. Ahora escuche.
Anуtese esto en algъn sitio para que no lo olvide. Su cйlula tiene que atacar
la Planta de Energнa Imperial. Vaya con ellos hasta la Plaza, luego busque una
tienda con el letrero JAMONES HEBREOS CONGELADOS, donde estarб escondida
nuestra unidad. Vaya allн y presйntese a mн, їentiende? - Afirmativo. -
Se cortу la comunicaciуn, y Bill buscу un trozo de papel de embalar y una
cuerda con los que envolver la antorcha y el lanzarrayos hasta que llegara el
momento de usarlos. Tenнa que apresurarse: quedaba poco tiempo para la hora
cero, y la distancia a recorrer era mucha y la ruta muy complicada. - Casi ha
llegado tarde - le dijo Golem el androide, cuando Bill casi se derrumbу en el
callejуn sin salida que era el punto de reuniуn. - No me grites,
hijo de probeta - jadeу Bill, rasgando el papel del paquete -. Dame lumbre para
mi antorcha. Ardiу una
cerilla, y en un instante se prendieron y humearon las embreadas antorchas. La
tensiуn creciу mientras el segundero se acercaba a la hora, y los pies se
agitaron nerviosos sobre el pavimento metбlico. Bill saltу cuando sonу el agudo
toque de un silbato, y entonces surgieron del callejуn en una oleada humana e
inhumana, con un gutural grito surgiendo de gargantas y altavoces, con las
armas dispuestas. Corrieron por pasillos y corredores, con chispas como lluvia
cayendo de sus antorchas. ЎEso era la revoluciуn! Bill se dejу llevar por la
emociуn y la masa de cuerpos, y vitoreу tan enйrgicamente como los demбs, y
apretу la antorcha primero contra una pared y luego contra una de las sillas de
una acera rodante, lo cual hizo que se apagara, pues todo lo que hay en Helior
o estб hecho en metal o es incombustible. No habнa tiempo de volverla a
encender, y la arrojу a lo lejos cuando surgнan a la inmensa plaza que se
hallaba frente a la planta de energнa. La mayor parte de las antorchas se
habнan ya apagado, pero no las necesitarнan, tan solo tendrнan que utilizar
ahora sus lanzarrayos de pedernal para volarle las tripas a cualquier sucio
lacayo del Emperador que tratase de interponerse en su camino. Otros grupos
estaban surgiendo de las calles que llevaban a la plaza, uniйndose en una
arrolladora masa ciega que atronaba hacia las tйtricas paredes de la estaciуn
de energнa. Un letrero
luminoso que parpadeaba llamу la atenciуn de Bill. Decнa: JAMONES HEBREOS
CONGELADOS, y tragу saliva al volverle la memoria. ЎPor Arimбn que se habнa
olvidado de que era un espнa de la C.I.A., y habнa estado a punto de unirse al
ataque a la planta de energнa! ЎAъn tenнa tiempo de escapar antes de que cayese
el contragolpe! Sudando bastante, comenzу a abrirse camino por entre la
multitud hacia el letrero... luego se hallу al borde de la misma y corriendo
hacia la seguridad. No era tarde todavнa. Asiу la manija y tirу de ella, pero
la puerta no quiso abrirse. Aterrorizado, la girу y agitу hasta que todo el
frontis del edificio comenzу a estremecerse, moviйndose de un lado para otro y
crujiendo. Se lo quedу contemplando en paralizado horror, hasta que un fuerte
siseo le llamу la atenciуn: - Ven aquн,
estъpido mamуn - susurrу la voz; y mirу, para ver al agente Pinkerton de la
C.I.A. en la esquina del edificio haciйndole seсas irritado. Bill siguiу al
agente, torciendo la esquina, y encontrу allн a una apreciable multitud, y
habнa sitio bastante para todos porque no habнa edificio. Ahora Bill podнa ver
que el edificio era tan solo un decorado hecho de cartуn piedra con una manija
clavada, asegurado por unos soportes de madera a la parte delantera de un
tanque atуmico. Un cierto nъmero de soldados con pesadas armaduras y agentes de
la C.I.A., asн como un nъmero aъn mayor de revolucionarios, estaban agrupados
alrededor de los costados acorazados y de las orugas del tanque. Al lado de
Bill estaba el androide, Golem. - ЎUsted! - se
atraganto Bill, y el androide arrugу los labios en una cuidadosa y ensayada
mueca despectiva. -
Naturalmente... lo vigilaba para la C.I.A. No se deja nada al azar en esta
organizaciуn. Pinkerton
estaba mirando a travйs de un orificio en el falso frontis. - Creo que
todos los agentes se han puesto ya a salvo - dijo -, pero tal vez deberнamos
esperar algo mбs. Segъn las ъltimas estadнsticas, habнa agentes de sesenta y
cinco grupos de investigaciуn, espionaje y contraespionaje vigilando esta operaciуn.
Esos revolucionarios no tenнan ninguna posibilidad... Desde la planta
aullу una sirena, lo cual era aparentemente una seсal preestablecida, pues los
soldados golpearon el decorado de cartуn piedra hasta que se soltу y cayу al
suelo. La Plaza Chauvinнstica
estaba vacнa. Bueno,
realmente, no estaba vacнa. Bill mirу bien y vio que todavнa quedaba en ella un
hombre; al principio, no lo habla visto. Estaba corriendo en su direcciуn, pero
se parу con un dйbil gemido cuando vio lo que estaba escondido tras el
edificio. - ЎMe rindo! -
gritу, y Bill vio que era el hombre llamado X. Se abrieron las puertas de la
planta de energнa y por ellas surgiу un escuadrуn de tanques lanzallamas. - ЎCobarde! -
bufу Pinkerton, echando hacia atrбs el seguro de su pistola -. No trate de
escurrir el bulto ahora, X, y al menos muera como un hombre. - No soy X...
ese es tan solo un nombre falso - se arrancу su falsa barba y bigote para
mostrar un agitado y anodino rostro -. Soy Gill O'Teen, Graduado y Doctor por
la Escuela Imperial de Contraespionaje y Dobleagentismo. Fui encargado de esta
operaciуn, puedo probarlo, tengo documentos. El Prнncipe Microcйfalo me pagу
para que destronase a su tнo y asн pudiese proclamarse йl Emperador... - Me cree
estъpido - cortу Pinkerton, apuntбndole con su arma -. El Viejo Emperador,
descanse en paz, muriу hace un aсo, y el Prнncipe Microcйfalo es el Nuevo
Emperador. ЎNo puede hacer una revoluciуn contra el hombre que lo contratу! - Nunca leo los
periуdicos - gimiу O'Teen, alias X. - ЎFuego! - ordenу
implacable Pinkerton, y de todos lados cayу una avalancha de proyectiles
atуmicos, chorros de llamas, balas y granadas. Bill se echу al suelo y, cuando
alzу la cabeza, la plaza estaba vacнa, a excepciуn de una grasienta mancha y un
poco profundo hueco en el pavimento. Mientras seguнa mirando, apareciу zumbando
un robot barrendero y absorbiу la grasa. Zumbу otro poco, y rellenу el hueco
con un chorro de lнquido reparador de un tanque de su interior. Cuando rodу
alejбndose, no quedaba ni rastro de nada. - Hola, Bill...
- dijo una voz que era tan paralizadoramente familiar que el cabello de Bill se
puso de punta y le quedу como si fuera la cerda de un cepillo. Se girу y vio un
pelotуn de PM que estaba allн, y especialmente contemplу a la enorme y repugnante
forma del que los mandaba. - Deseomortal
Drang... - se asombrу. - El mismo. - ЎSбlveme! -
jadeу Bill, corriendo hacia el agente Pinkerton de la C.I.A. y abrasбndose a
sus rodillas. - їSalvarlo? -
riу este, dбndole un rodillazo en la mandнbula y echбndolo de espaldas -. Yo
soy quien los ha llamado. Muchacho, comprobamos tu historial, y averiguamos que
estбs en un buen lнo. Hace un aсo que desertaste del Ejйrcito, y no queremos a
desertores en nuestro equipo. - Pero trabajй
para usted... le ayudй... - Llйvenselo -
dijo Pinkerton, y le dio la espalda. - No hay
justicia - gimiу Bill, mientras los odiados dedos se clavaban de nuevo en sus
brazos. - Claro que no
- le dijo Deseomortal -. їO es que creнas lo contrario? Se lo llevaron
a rastras. LIBRO TRES - E=
MC O Al INFIERNO UNO - Quiero un
abogado. ЎTengo que tener un abogado! ЎSй cuales son mis derechos! Bill golpeaba
los barrotes de su celda con la jarra mellada en la que le servнan su ъnica
comida diaria de pan y agua, gritando a todo pulmуn para atraer la atenciуn.
Nadie llegу en respuesta a sus llamadas y finalmente, ronco, cansado y
deprimido, se echу en el nudoso camastro de plбstico y se puso a contemplar el
techo metбlico. Hundido en su miseria, contemplу el gancho durante largos
minutos hasta que finalmente lo vio por primera vez. їUn gancho? їPara quй
habrнa allн un gancho? Aъn en su apatнa le preocupaba, tal y como le preocupaba
el que le hubieran dado un resistente cinturуn de plбstico con una firme
hebilla para sus pantalones de presidiario. їY quiйn usa un cinturуn en unos
pantalones que forman parte de un mono? Le habнan quitado todo lo que llevaba y
le habнan entregado tan solo unas zapatillas de papel, un mono arrugado y un
excelente cinturуn. їPor quй? їY por quй habнa un sуlido gancho rompiendo la
simйtrica desnudez del techo? - ЎEstoy
salvado! - gritу Bill; y saltу hacia arriba, balanceбndose en el borde del
camastro y secбndose el cinturуn. Habнa un agujero en el refuerzo del extremo
del cinturуn que se ajustaba perfectamente al gancho; mientras que, por otra
parte, la hebilla formaba un perfecto nudo corredizo que se ajustarнa
maravillosamente a su cuello. Y podrнa pasбrselo por la cabeza, ajustar la
hebilla bajo su oreja, saltar desde el camastro y estrangularse dolorosamente
con los pies a un palmo del suelo. Era perfecto. - ЎEs perfecto!
- gritу alegremente, y saltу del camastro y corriу en cнrculos bajo el nudo,
gritando Jauu-jauu-jauu tapбndose y destapбndose la boca con la mano. - ЎNo estoy
perdido, acabado, terminado y eliminado! ЎQuieren que me mate yo mismo para
facilitarles las cosas! Esta vez se
echу en la cama sonriendo feliz y tratando de pensar en ello. Tenнa que haber
una posibilidad de que pudiera escapar de esto con vida, o no se habrнan tomado
este trabajo para asegurarse de que tenнa una oportunidad de colgarse йl mismo.
їO acaso estarнan jugando una partida doble, haciйndole creer que habнa
esperanzas cuando no habнa ninguna? No, eso era imposible. Tenнan una buena
serie de atributos: mezquindad, avaricia, irritabilidad, vengatividad,
superioridad, apetencia de poder... la lista era casi interminable, pero de una
cosa estaba seguro: la sutileza no estaba en ella. Pero, їa quiйn
le estaba echando las culpas? Por primera vez en su vida, Bill se preguntу
quienes serнan esos ellos a los que siempre se les echan las culpas. Todo el
mundo los culpaba a ellos de todo, todo el mundo sabнa que ellos traнan los
problemas. Hasta sabнa por experiencia propia como eran ellos. Pero, їquiйn
eran ellos? Se oyу raspar
una pisada en la parte exterior de la puerta, y cuando mirу vio a Deseomortal
Drang contemplбndolo con resentimiento. - їQuiйn son
ellos? - preguntу Bill. - Ellos son
cualquiera que quiere formar parte de su grupo - le contestу filosуficamente
Deseomortal, haciendo resonar uno de sus colmillos -. Ellos son tanto un estado
mental como una instituciуn. - ЎNo me suelte
esas paparruchadas mнsticas! Lo que quiero es una respuesta concreta a una
pregunta concreta. - Estoy
contestбndote concretamente - le dijo con toda sinceridad Deseomortal -. Mueren
y son reemplazados, pero la instituciуn de los ellos continъa. - Lamento haber
hecho esa pregunta - dijo Bill, deslizбndose hasta que pudo susurrar por entre
los barrotes Necesito un abogado. Deseomortal, viejo camarada, їpuede hallarme
un buen abogado? - Ya nombrarбn
un abogado para representarte. Bill produjo el
sonido mбs soez que conocнa. - Claro, y
todos sabemos lo que me pasarб con uno de esos abogados. Necesito un abogado
que me ayude. Tengo dinero para pagarle... - Bueno, їy por
quй no lo dijiste antes? - Deseomortal se puso sus gafas de montura de oro y
ojeу lentamente las pбginas de una pequeсa agenda -. Me llevarй un diez por
ciento de comisiуn por ocuparme de este asunto. - Afirmativo. - Bien...
їquieres un abogado barato y honesto o uno caro y deshonesto? - Tengo 17.000
pavos escondidos donde nadie puede encontrarlos. - Tendrнas que
habйrmelo dicho desde el principio. - Deseomortal cerrу la agenda y se la
guardу -. Debieron de sospechar algo de esto, y por eso te dieron el cinturуn y
la celda con el gancho. Con esa cantidad de dinero puedes contratar al mejor de
todos. - їY quiйn es? - Abdul
O'Brien-Cohen. - Mбndelo a
buscar. No habнan
pasado mбs que dos jarras de agua y pan duro cuando se oyeran nuevos pasos en
el corredor y una clara y penetrante voz rebotу en las gйlidas paredes. - Salaam,
muchachуn, a fe mнa que he pasado un condenado rato para llegar hasta aquн. - Este es un
caso de consejo de guerra - le dijo Bill al hombre de aspecto ordinario y con
rostro vulgar que se hallaba al otro lado de los barrotes -. No creo que
permitan que intervenga un abogado civil. - Begorrah,
pueblerino... por voluntad de Alб estoy preparado para cualquier contingencia -
se sacу un enhiesto bigote de engomadas puntas de un bolsillo y se lo pegу al
labio superior. Al mismo tiempo, sacу pecho, y sus hombros parecieron hacerse
mбs anchos, y un resplandor acerado apareciу en su mirada, y su rostro adquiriу
una rigidez militar -. Me complace conocerle. Estamos juntos en esto, y quiero
que sepa que no lo abandonarй aunque tan solo sea un soldado. - їQuй pasу con
Abdul O'Brien-Cohen? - Estoy en la
escala de reserva del Cuerpo Imperial de Leguleyos: el capitбn A. C. O'Brien a
su servicio. їSe mencionу una suma de 17.000? - Me llevarй el
diez por ciento de eso - dijo Deseomortal, apareciendo. Se iniciaron
las negociaciones, que duraron un cierto nъmero de horas. Los tres se
agradaban, se respetaban y desconfiaban mutuamente unos de otros, asн que se
establecieron elaborados sistemas de seguridad. Cuando Deseomortal y el abogado
se marcharon, tenнan minuciosas instrucciones de como hallar el dinero, y Bill
tenнa declaraciones firmadas con sangre y las huellas digitales de los otros
jurando que eran miembros del Partido dedicados a destronar al Emperador. Cuando
regresaron con el dinero, Bill les devolviу las declaraciones tan pronto como
O'Brien le hubo firmado un recibo comprometiйndose a defenderlo en el consejo
de guerra a cambio de la suma de 15.300 pavos. Todo se llevу a cabo en una
forma muy digna y satisfactoria. - їLe gustarнa
saber mi versiуn de los hechos? - preguntу Bill. - Naturalmente
que no, no tiene nada que ver con las acusaciones. Cuando se alistу en el
Ejйrcito firmу una renuncia a todos sus Derechos Humanos. Pueden hacer lo que
quieran con usted. La ъnica ventaja que tiene es que tambiйn ellos son
prisioneros de su propio sistema, y deben regirse por el complejo y
autocontradictorio cуdigo de leyes que han edificado durante siglos. Quieren
fusilarlo por desertor, y han preparado una acusaciуn irrebatible. - ЎEntonces me
fusilarбn! - Quizб, pero
ese es un riesgo que tenemos que correr. - їTenemos...?
їRecibirб usted la mitad de los disparos? - No se haga el
listo cuando hable con un oficial, so cerdo. Confнe en mн, tenga fe, y espere a
que cometan algunos errores. Despuйs de
esto, solo fue cosa de marcar el tiempo que pasу hasta el juicio. Bill supo que
ya estaba cerca cuando le dieron un uniforme con la insignia de especialista en
fusibles de primera clase en la manga. Luego llegу la guardia marcando el paso,
se abriу la puerta, y Deseomortal le hizo una seсa para que saliera. Marcharon
juntos, y Bill sacу todo el placer que pudo de cambiar el paso para hacer
equivocarse a sus guardianes. Pero una vez hubo traspuesto la puerta de la
corte, adoptу una postura marcial y tratу de parecer un viejo luchador con sus
medallas tintineando en el pecho. Habнa una silla vacнa al lado de un muy
arreglado, uniformado y militar Capitбn O'Brien. - Asн estб bien
- le dijo O'Brien -. Siga con el papel de veterano, gбneles en su propio juego. Se pusieron en
pie cuando entraron los oficiales de la Corte. Bill y O'Brien estaban sentados
a un extremo de una larga mesa de plбstico negro, mientras que al otro extremo
de la misma se hallaba el fiscal, un Mayor canoso y de aspecto severo que
llevaba un corsй barato. Los diez oficiales de la Corte se sentaron en el lado
largo de la mesa, desde donde podнan mirar ceсudos a la audiencia y a los
testigos. - Comencemos -
dijo el Presidente de la Corte, un Almirante de la Flota, calvo y regordete,
con la adecuada solemnidad -. Que se inicie el juicio, que se cumpla la
justicia en el mбs breve plazo, y que se halle culpable al prisionero para que
sea fusilado. - Protesto -
dijo O'Brien, saltando en pie -. Esos comentarios demuestran prejuicios contra
el acusado, que es inocente hasta que no se pruebe su culpabilidad... - Se deniega la
protesta - el mazo del Presidente golpeу la mesa -. Se impone una multa de 50
pavos al abogado defensor por interrupciуn injustificada. El acusado es
culpable, como demostrarбn las pruebas, y serб fusilado. Se harб justicia. - Asн que van a
jugar de esa manera - murmurу O'Brien entre semicerrados labios -. Puedo
enfrentarme con ellos en cualquier terreno, siempre que conozca las reglas del
juego. El fiscal ya
habнa comenzado su intervenciуn inicial con monуtona voz: - ...y por
tanto probaremos que el especialista en fusibles de primera clase Bill
sobrepasу alevosamente el permiso que le habнa sido concedido oficialmente
durante un perнodo de nueve dнas, y consiguientemente resistiу su arresto y
escapу de quienes pretendнan retenerlo, eludiendo con йxito su persecuciуn,
tras lo cual permaneciу ausente por un perнodo de mбs de un aсo standard, por
lo que consecuentemente es culpable de deserciуn... - ЎCulpable
hasta el cuello! - gritу uno de los oficiales de la Corte, un Mayor de
Caballerнa con el rostro rojizo y un monуculo negro, saltando en pie y haciendo
caer su silla -. Voto culpable... ЎFusilen a este hijo de madre! - Estoy de
acuerdo, Sam - aceptу el Presidente, dando un golpecito con su mazo -. Pero
tenemos que fusilarlo segъn las reglas, asн que todavнa nos llevarб un tiempo. - Todo eso es
falso - siseу Bill a su abogado -. Los hechos son... - No se
preocupe por los hechos, Bill, a nadie de aquн le preocupan. Los hechos no
pueden alterar el caso. - ...y por
consiguiente pedimos la pena mбxima: la muerte - dijo finalmente el fiscal,
arrastrбndose hasta el fin de su intervenciуn. - їVa a
hacernos perder nuestro tiempo con una intervenciуn, Capitбn? - preguntу el
Presidente, fulminando a O'Brien con la mirada. - Tan solo unas
pocas palabras, si la Corte me permite... Se produjo una
repentina conmociуn entre los espectadores y una mujer desmaсada, con una
toquilla sobre la cabeza, aferrando contra su pecho un paquete envuelto en una
manteleta, corriу adelantбndose hasta la mesa. -
Excelencias... - jadeу -, no me quiten a mi Bill, la luz de mi vida. Es un buen
hombre, y todo lo que hizo fue solo por mн y por mi pequeснn - alzу el paquete,
y se pudo oнr un dйbil gemido -. Cada dнa querнa dejarme y regresar a su deber,
pero yo estaba enferma y el niсito estaba enfermo, y le suplicaba con lбgrimas
en los ojos que se quedase... - ЎSбquenla de
aquн! - la maza golpeу estrepitosamente. -... y йl se quedaba, jurando siempre
que serнa tan solo por otro dнa mбs, sabiendo siempre mi amor que si nos dejaba
нbamos a morir de hambre... - su voz fue apagada por la masa de los PM
uniformados de gala que se la llevaron forcejeando hacia la puerta - ...y
benditas sean sus excelencias si lo liberan, pero si lo condenan, malditos
almas negras, que se pudran sus cuerpos y ardan en el infierno... - se cerrу la
puerta y se cortу su voz. - Borren eso de
los archivos - dijo el Presidente, y le lanzу una airada mirada al abogado defensor
-. Y si creyese que usted tenнa algo que ver en este asunto, lo harнa fusilar
junto con su cliente. O'Brien
aparecнa como el hombre mбs inocente, con los dedos sobre el pecho y la cabeza
echada atrбs, comenzando un comentario inocente, cuando se produjo otra
interrupciуn: un viejo se puso en pie en uno de los bancos del pъblico y agitу
sus brazos para llamar la atenciуn. - Escuchadme,
todos y cada uno de vosotros. La justicia debe de ser cumplida, y yo soy su
instrumento. Habнa pensado guardar mi silencio y permitir que un hombre
inocente fuera ejecutado, pero no puedo hacerlo. Bill es mi hijo, mi ъnico
hijo, y le roguй olvidara su deber para ayudarme, pues muriйndome como estaba
de cбncer, deseaba verle por ъltima vez, pero йl se quedу para cuidarme... - se
vio una lucha cuando los PM asieron al hombre y comprobaron que estaba
encadenado al banco -. Sн, lo hizo, me cocinу gachas y me las hizo comer, y lo
hizo tan bien que poco a poco fui recuperбndome hasta que ya me ven ahora, soy
un hombre sano, curado por las gachas cocinadas por mi leal hijo. Y ahora mi
niсo tiene que morir porque me salvу, pero esto no serб asн. Tomad mi pobre
vieja vida inъtil a cambio de la suya. - Resoplу un cortafrнos atуmico, y el
viejo fue lanzado por la puerta. - ЎYa estб bien!
ЎYa es demasiado! - aullу el enrojecido Presidente de la Corte, golpeando con
tal fuerza que rompiу el mazo y lanzу los fragmentos por la sala -. Vacнen la
sala testigos. Esta Corte ordena que el resto de espectadores del juicio sea
llevado a travйs de las normas de la Jurisprudencia sin que sean admitidos ni
testigos ni pruebas - paseу una rбpida mirada por sus cуmplices, que asintieron
en solemne acuerdo - Por lo tanto, se halla al encausado culpable y serб
fusilado tan pronto como puedan arrastrarlo al pabellуn de fusilamientos Los oficiales
de la Corte estaban ya levantбndose de sus sillas cuando la lenta voz de
O'Brien los detuvo: - Naturalmente,
cae dentro de la jurisdicciуn de esta Corte el resolver la causa en la forma
asн prescrita, pero tambiйn es necesario citar el Artнculo o Precedente en el
cual se basa la decisiуn. El Presidente
suspirу y se sentу de nuevo. - Desearнa que
no tratase de ponerse difнcil, Capitбn.. conoce usted tan bien los Reglamentos
como yo, pero si insiste... Pablo, lйaselo. El Experto
Legal pasу las hojas de un grueso volumen sobre la mesa, encontrу el lugar,
seсalбndolo con el dedo, y comenzу a leer: - Artнculos de
Guerra, Ordenanzas Militares, pбrrafo, pбgina, etc., etc... sн, aquн estб,
pбrrafo 298-B... Si cualquier soldado de tropa se ausenta de su puesto
designado por un perнodo de mбs de un aсo standard, serб considerado como
culpable de deserciуn aunque se halle ausente en el juicio, y su castigo serб
una muerte dolorosa. - Eso parece
bastante claro. їAlguna otra pregunta. - inquiriу el Presidente. - No hay
preguntas, pero me gustarнa citar un precedente - O'Brien habнa colocado frente
a sн un alto montуn de libros y estaba leyendo del de mбs arriba -. Aquн estб:
el soldado Acuclillado Lьvening contra el Cuerpo Aйreo del Ejйrcito de los
Estados Unidos, en Texas 1944. Se dice aquн que Lьvening permaneciу ausente de
su puesto durante catorce meses, y entonces fue descubierto en un escondrijo
sobre el techo del comedor, de donde descendнa tan solo a altas horas de la noche
para comer y beber lo que hallaba en la despensa y para descargar sus tripas.
Como no habнa abandonado la base, no se le pudo considerar desertor ni ausente
de su destino, y tan solo se le pudo dar un leve castigo disciplinario. Los oficiales
de la corte se habнan sentado de nuevo y estaban contemplando al Experto Legal,
que estaba pasando a toda prisa las pбginas de sus propios libros. Finalmente,
emergiу de entre ellos con una sonrisa y una referencia. - Todo eso es correcto, Capitбn,
excepto por el hecho de que el acusado de este caso sн se ausentу de su punto
de destino: el Cuartel de Trбnsito para Tropa, y permaneciу errante por el
planeta Helior. - Todo eso es
correcto, caballero - contestу O'Brien, tomando otro grueso volumen y
agitбndolo por sobre su cabeza -. Pero en el caso de Arrastrado contra el
Cuerpo Naval Imperial de Acomodaciones, en Helior 8832, se aceptу a fines de
definiciуn legal que el planeta Helior serнa considerado como la ciudad de
Helior, y que la ciudad de Helior serнa considerada como el planeta Helior. - Todo lo cual
es indudablemente cierto - interrumpiу el Presidente -, pero totalmente fuera
de lugar. No tiene relaciуn con el presente caso, y le ruego que se apresure,
Capitбn, puesto que tengo un compromiso para ir a jugar al golf. - Podrб estar
jugando dentro de diez minutos, seсor, si acepta ambos precedentes. Entonces,
introducirй un ъltimo documento, una proclama redactada por el Almirante de la
Flota Marmoset... - ЎPero si ese
soy yo! - boqueу el Presidente. - ...al inicio
de las hostilidades con los Chingers, cuando la ciudad de Helior fue puesta
bajo ley marcial y considerada como un ъnico establecimiento militar en todo su
conjunto. Por
consiguiente, someto a la decisiуn de la Corte el hecho de que el acusado es
inocente del delito de deserciуn porque no saliу de este planeta, y por
consiguiente nunca abandonу esta ciudad, y por consiguiente jamбs saliу del
puesto al que estaba destinado. Cayу un pesado
silencio, que fue finalmente roto por la preocupada voz del Presidente cuando
se volviу hacia el Experto Legal: - їEs cierto lo
que dice este cochino, Pablo? їNo podemos fusilar al tнo ese? El Experto
Legal estaba sudando copiosamente mientras rebuscaba enfebrecido por sus textos
legales, hasta apartarlos finalmente y contestar con voz amargada: - Es lo
bastante exacto, y no hay forma de escaparnos de ello. Ese maldito pisaverde
judeoбrabeirlandйs nos tiene cogidos. El acusado es inocente de los cargos que
se le imputan. - їNo habrб
ejecuciуn...? - preguntу uno de los oficiales de la Corte con una voz aguda y
entrecortado; y otro, mбs viejo, dejу caer la cabeza entre sus brazos y comenzу
a sollozar. - Bueno, pero
no se va a escapar tan fбcilmente - dijo el presidente, haciendo una mueca
hacia Bill -. Si el acusado estuvo en su puesto durante el pasado aсo, entonces
tenнa que haber estado de servicio. Y, durante ese aсo, durmiу. Lo que
significa que durmiу estando de servicio. Por consiguiente, lo condeno a
trabajos forzados en una prisiуn militar por un perнodo de un aсo y un dнa, y
ordeno que sea degradado a especialista en fusibles de sйptima clase.
Arrбnquenle los galones y llйvenselo; me esperan en el campo de golf. DOS La prisiуn de
trбnsito era un edificio provisional hecho de planchas de plбstico atornilladas
a torcidos marcos de aluminio, y estaba en el centro de un gran cuadrilбtero.
PM con бtomorifles con las bayonetas casadas hacнan la ronda alrededor del
perнmetro de seis alambradas electrificadas. Se abrieron las puertas mъltiples
por control remoto, y el robotesposador que lo habнa llevado hasta allн lo
arrastrу a travйs de ellas. Esta condenada mбquina consistнa en un robusto y
macizo cubo de una altura que le llegaba hasta las rodillas y que rodaba sobre
ruidosas orugas. De su parte superior surgнa una barra terminada en unas
esposas. Bill estaba encadenado a ellas. Era imposible escapar, pues si se
intentaba forzar cualquier parte del robot este hacнa estallar, sбdicamente,
una minibomba atуmica que llevaba en su interior, volбndose junto con su
prisionero, asн como cualquier otra persona que se hallase en los alrededores.
Una vez dentro del edificio, el robot se detuvo, y no protestу cuando el
Sargento de Guardia abriу las esposas. Tan pronto como fue soltado su
prisionero, la mбquina rodу, desvaneciйndose en su perrera. - De acuerdo,
chico listo, ahora estбs a mi cargo, y eso significa que tendrбs problemas - le
espetу el Sargento a Bill. Tenнa la cabeza rapada, una mandнbula amplia y
cubierta de cicatrices, y ojos pequeсos y juntos en los que ardнa la
consumidora llama de la estupidez. Bill cerrу sus
propios ojos hasta que no fueron mбs que rendijas y lentamente alzу su brazo
izquierdo/derecho, flexionando el bнceps. El mъsculo de Tembo se hinchу y
partiу la delgada manga de la chaqueta de presidiario con un sonido rasgante.
Luego, Bill seсalу la cinta del Dardo Pъrpura que llevaba clavada en el pecho. - їSabe como me
ganй esto? - preguntу con una cortante voz бtona -. La obtuve matando con mis
propias manos trece chingers en el interior de una casamata contra la que me
habнan mandado. Y estoy ahora aquн porque despuйs de matar a los chingers
regresй a matar al sargento que me habнa enviado contra ella. Asн que... їde
quй problemas hablaba, sargento? - Si no me
buscas problemas, yo no te los buscarй a ti - chirriу el Sargento de Guardia
mientras se alejaba -. Estбs en la celda 13, justo ahн arriba... - se detuvo
repentinamente y comenzу a comerse todas las uсas de una mano al mismo tiempo,
con un sonido masticante. Bill le lanzу una buena mirada asesina, para acabar de
redondear la cosa, y luego se girу y subiу arriba. La puerta del
nъmero 13 estaba abierta, y Bill contemplу la estrecha celda, mal iluminada por
la luz que se filtraba a travйs de las paredes translъcidas de plбstico. La
litera de dos pisos casi ocupaba todo el espacio, dejando tan solo un estrecho
pasadizo a un lado. En la parte opuesta habнan dos maltrechas taquillas
atornilladas a la pared, que, junto con el pintado mensaje: SED LIMPIOS, NO
OBSCENOS: LA PALABRA SOEZ AYUDA AL ENEMIGO, completaban el mobiliario. Un
hombrecillo de rostro puntiagudo y ojos saltones yacнa en la litera inferior,
mirando fijamente a Bill. Este le devolviу la mirada y frunciу el ceсo. - Adelante,
sargento - le dijo el hombrecillo, mientras se subнa por el soporte hasta la
litera de arriba -. Te he estado guardando la litera de abajo, seguro que sн.
Mi nombre es Negrillo y estoy cumpliendo una condena de diez meses por decirle
a un segundo teniente que se fuera a... Terminу la
frase con un tono interrogativo que Bill ignorу. Le dolнan los pies. Se sacу a
tirones las botas pъrpura y se tendiу sobre la colchoneta. La cabeza de
Negrillo apareciу por el borde de la litera, semejante a un roedor contemplando
el paisaje. - Falta aъn
mucho para el rancho... їquй te parecerнa una Trotamburguesa? - al lado de la
cabeza apareciу una mano que le pasу un brillante paquete a Bill. Tras
contemplarlo con recelo, Bill tirу de la cinta selladora en el extremo del
envoltorio de plбstico. Tan pronto como el aire se introdujo y entrу en
contacto con el forro combustible, la hamburguesa comenzу a humear, y al cabo
de tres segundos estaba en su punto. Alzando el pan, Bill le puso catchup de un
pequeсo bolsillo situado al otro extremo del envoltorio, y le dio un dubitativo
bocado. Era estupenda y jugosa carne de caballo. - Esta vieja
yegua gris sigue sabiendo tan bien como siempre - dijo Bill con la boca llena
-. їCуmo consigues meterlas aquн dentro? Negrillo sonriу
e hizo un guiсo teatral. - Contactos -
dijo -. Me las traen, todo lo que tengo que hacer es pedirlas. No entendн bien
tu nombre... - Bill - la
comida habнa apaciguado su pйsimo humor. - Un aсo y un dнa por dormirme estando
de servicio. Me iban a fusilar por desertor, pero tenнa un buen abogado. Y esa
era una buena hamburguesa. Lбstima no tener nada con que pasarla. Negrillo sacу
una botellita marcada JARABE PARA LA TOS Y se la pasу a Bill: - Especialmente
preparado para mн por un amigo enfermero. Mitad alcohol de quemar y mitad йter. - ЎGulppp! -
dijo Bill, limpiбndose las lбgrimas tras haberse tragado media botella. Se
sentнa casi en paz con el mundo -. Eres un buen compaсero, Negrillo. - Puedes estar
seguro - le dijo Negrillo ansiosamente -. Y nunca es malo tener compaсeros en
el Ejйrcito, la Marina o las Fuerzas Espaciales, en cualquier parte. Eso lo
sabe bien el viejo Negrillo, seguro. їTienes buenos mъsculos, Bill? Bill flexionу
lentamente los mъsculos de Tembo. - Eso es algo
que a mн me gusta ver - dijo admirado Negrillo -. Con tus mъsculos y mi cerebro
podremos apaсбrnoslas de maravilla... - ЎYo tambiйn
tengo cerebro! - ЎRelбjalo!
Dale un respiro, mientras yo pienso por los dos. He servido en mбs ejйrcitos
que dнas hayas pasado tъ en este. Obtuve mi primera medalla a las уrdenes de
Anнbal, por la herida de aquн - seсalу una blanca cicatriz del dorso de su mano
-. Pero me di cuenta de que llevaba las de perder y me pasй a los chicos de
Rуmulo y Remo mientras era tiempo. He estado aprendiendo desde entonces, y
siempre logro salir con bien. Vi de donde soplaba el viento y comн un trozo del
jabуn de la lavanderнa y asн estuve malo la maсana de Waterloo, y te aseguro
que no me supo mal perderme aquello. Vi como se estaba preparando algo similar
en el Somme... їo era Ypres?; me olvido de algunos de los antiguos nombres; asн
que masquй un cigarrillo, y me lo puse en el sobaco, y asн logrй tener fiebre y
tambiйn me perdн aquel espectбculo. Siempre hay una forma en que escaparse, ese
es mi lema. - Nunca he oнdo
hablar de esas batallas. їFueron contra los chingers? - No, mucho
antes, muchнsimo antes. Guerras y guerras antes. - Eso
significarнa que eres muy viejo, Negrillo. Y no pareces muy viejo. - Soy realmente
viejo, pero normalmente no se lo digo a la gente porque se rнen de mн. Pero me
acuerdo de haber visto construir las pirбmides, y aъn recuerdo el repugnante
rancho que nos daban en el ejйrcito asirio, y la vez que le ganamos a la tribu
de Wug cuando trataron de entrar en nuestra caverna, a base de echarles piedras
encima. - Eso suena a
una sarta de trolas - dijo cansinamente Bill, vaciando la botella. - Ajб, eso es
lo que me dicen todos, y por eso ya no cuento las viejas historias. No me creen
ni cuando les muestro mi amuleto - le mostrу un pequeсo triбngulo blanco con un
borde irregular -. El diente de un pterodactilo. Se lo volй con una pedrada de una
honda que acababa de inventar... - Parece un
trozo de plбstico. - їEntiendes
ahora? Es por eso por lo que ya no cuento las viejas historias. Simplemente, me
voy reenganchando y sigo la corriente... Bill se sentу y
se quedу con la boca abierta. - ЎReengancharse!
Pero eso es un suicidio... - Ni hablar. En
una guerra, el sitio mбs seguro es el Ejйrcito. A los imbйciles de primera
lнnea les vuelan los culos a tiros y a los civiles de retaguardia se los vuelan
a bombazos, pero los tнos de enmedio viven completamente seguros. Se necesitan
30, 50 o quizб hasta 70 tipos en medio para suministrar a cada uno de los de
primera lнnea. Una vez aprendes a ser un buen archivero ya estбs a salvo.
їQuiйn ha oнdo hablar de que disparen contra un archivero? Yo soy un excelente
archivero. Pero eso solo en tiempo de guerra. En tiempo de paz, cuando se
equivocan y hay paz por un tiempo, es mejor estar con las tropas de combate.
Tienen mejor comida, permisos mбs largos, y bien poco mбs que hacer. Viajan
mucho. - їY quй pasa
cuando comienza una guerra? - Conozco 735
formas distintas de que me lleven al hospital. - їMe enseсarбs
un par? - dijo Bill. - Harнa
cualquier cosa por un compaсero. Ya te las enseсarй por la noche, despuйs de
que nos hayan traнdo el rancho. Y el guardiбn que lo trae estб siendo difнcil
acerca de un pequeсo favor que le pedн. ЎMuchacho, cуmo me gustarнa que se le
partiese un brazo! - їQuй brazo? -
Bill chascу sus nudillos con un fuerte sonido. - El que
quieras. La Prisiуn
Plasticasa era un centro de trбnsito en donde guardaban a los prisioneros que
llevaban de un lugar a otro. En ella se vivнa una vida fбcil y relajada que era
disfrutada tanto por los guardianes como los prisioneros, sin que nada
estropeara el tranquilo discurrir de los dнas. Habнa habido un guardiбn nuevo,
un tipo verdaderamente ansioso que venнa de la Guardia Nacional Territorial,
pero tuvo un accidente mientras servнa las comidas y se rompiу un brazo. Hasta
los otros guardianes se habнan alegrado de verlo partir. Mбs o menos una vez a
la semana se llevaban a Negrillo con una guardia armada a la Secciуn de
Archivos de la base, donde estaba falsificando documentos para un teniente
coronel que era muy activo en el mercado negro y querнa llegar a millonario
antes de retirarse. Mientras trabajaba en los archivos, Negrillo hacia que los
guardianes de la prisiуn recibiesen promociones no merecidas, tiempo libre
extra y primas en metбlico por medallas inexistentes. Como resultado, Bill y
Negrillo comнan y bebнan muy bien, y engordaron. Todo era muy pacнfico hasta el
dнa en que Negrillo regresу de una sesiуn en los archivos y despertу a Bill. - Buenas
noticias - le dijo -: nos largamos. - їY quй hay de
bueno en eso? - preguntу Bill, molesto porque lo hubieran despertado y aъn
medio trompa de la borrachera de la tarde anterior -. Me gusta este lugar. - Pero pronto
se iba a poner mal para nosotros. El coronel me mira de mala manera, y creo que
piensa enviarnos al otro extremo de la Galaxia, donde se lucha en serio. Pero
no pensarб hacerlo hasta la semana prуxima, cuando acabe de arreglarle los
libros, asн que he preparado unas уrdenes secretas para que seamos enviados
esta semana a Tabes Dorsalis, donde estбn las minas de cemento. - ЎEl Mundo
Polvoriento! - gritу roncamente Bill, y agarrу a Negrillo por el cuello,
agitбndolo -. Una mina de cemento que ocupa todo un mundo, y en donde la gente
muere de silicosis a las pocas horas. Es el lugar mбs infecto del Universo... Negrillo logrу
soltarse y escapar al otro extremo de la celda. - ЎAlto! - se
atraganto -. ЎNo te precipites! ЎCierra la tapa de tu buzуn y mantйn seca la
pуlvora! їTe crees que iba a enviarnos a un sitio asн? Eso es lo que muestran
en los programas de la tele, pero yo sй la verdad. Si trabajas en las minas de
cemento, de acuerdo, las cosas no estбn muy bien. Pero tienen una enorme base
llena de oficinistas y similares, y usan a prisioneros en libertad provisional
en la secciуn mуvil porque no tienen bastantes tropas. Cuando estaba trabajando
en los archivos cambiй tu clasificaciуn de especialista en fusibles, que es un
trabajo suicida, a conductor, y aquн tienes tu carnet de conducir que te
autoriza para hacerlo con cualquier cosa, desde un monociclo hasta un tanque
atуmico de 89 toneladas. Asн que tendremos trabajos fбciles y, ademбs, toda la base
cuenta con acondicionamiento de aire. - Pero se
estaba bien aquн - se quejу Bill, mirando ceсudo la tarjeta de plбstico que
certificaba su aptitud en el manejo de una serie de extraсos vehнculos que en
muchos casos ni conocнa de vista. - Las cosas
vienen y van, pero son todas iguales - dijo Negrillo, empaquetando un pequeсo
equipaje. Comenzaron a
darse cuenta de que algo andaba mal cuando la columna de prisioneros fue
aherrojada y encadenada con argollas y esposas, y arrastrada hasta el
transporte espacial por un pelotуn de PM de combate. - ЎMovйos! -
gritaban -. Ya tendrйis tiempo de relajaros cuando lleguemos a Tabes Dorsalgia. - їAdуnde
vamos? - se atraganto Bill. - Ya me oнste;
salta, so mamуn. - Me dijiste
Tabes Dorsalis - le rezongу Bill a Negrillo, que estaba delante suyo en la
cadena -. Tabes Dorsalgia es la base en Veniola donde hay los peores
combates... Ўvamos a la lucha! - Un error de
escritura - suspirу Negrillo -. Uno no puede ganar siempre. Evitу la patada
que le lanzу Bill, y luego esperу pacientemente mientras los PM lo dejaban sin
sentido con sus porras y los arrastraban a bordo. TRES Veniola... un
mundo neblinoso de horrores innombrables arrastrбndose en su уrbita alrededor
de la macabra estrella verde Hernia como algъn repugnante monstruo estelar
reciйn salido del pozo de la nada. їQuй secretos se ocultan entre sus nieblas
eternas? їQuй horrores sin nombre ondulan y se estremecen en sus tenebrosas
ciйnagas y oscuros lagos sin fondo? Enfrentados con los inenarrables terrores
de este planeta, los hombres se vuelven locos antes que enfrentarse con lo
inenfrentable. Veniola... mundo de pantanos, el cubil de los repugnantes e
inimaginables venianos... Hacнa calor,
habнa humedad y hedнa. La madera de las reciйn construidas chozas estaba ya blancuzca
y comenzaba a pudrirse. Uno se sacaba los zapatos y, antes de que llegasen al
suelo, los hongos ya crecнan en su interior. Una vez en el campamento, les
quitaron las cadenas, ya que no habнa ningъn lugar al que pudieran escapar los
trabajadores forzados, y Bill buscу a Negrillo mientras los dedos del brazo
derecho de Tembo se abrнan y cerraban como hambrientas bocas. Entonces recordу
que Negrillo le habнa hablado a uno de los guardianes cuando estaban saliendo
de la nave y le habнa pasado algo, y un poco despuйs lo habнan liberado de la
hilera y se lo habнan llevado. En aquel momento ya debнa de estar dirigiendo la
secciуn de archivos, y maсana vivirнa en los alojamientos de las enfermeras.
Bill suspirу y dejу que todo aquello se fuera de su mente, ya que era tan solo
otro factor antagуnico sobre el que no tenнa control, y se dejу caer en la
litera mбs prуxima. Instantбneamente, un zarcillo surgiу veloz de una grieta en
el suelo, dio tres vueltas a la litera, atбndolo sуlidamente contra ella, y
clavу once pequeсos tentбculos en su pierna, comenzando a chuparle la sangre. - ЎUggggg! - se
esforzу Bill contra la presiуn de la cosa verde que le ahogaba. - Nunca te
acuestes sin un cuchillo en la mano - le dijo un delgado y amarillento
sargento, mientras pasaba a su lado con su propio cuchillo y segaba el zarcillo
por donde surgнa de las planchas del suelo. - Gracias,
sargento - dijo Bill, desenredando los anillos y tirando el vegetal por la
ventana. De repente, el
sargento comenzу a vibrar como un alambre en tensiуn al que se le da un
pellizco y se desplomу al pie de la litera de Bill. - Bo...
bolsillo... camisa... pipipнldoras... - tartamudeу por entre castaсeteantes
dientes. Bill sacу una caja de pнldoras del bolsillo del sargento y le
introdujo algunas en la boca. La vibraciуn se detuvo y el hombre se desplomу
contra la pared, mбs chupado y amarillo que antes e inundado en sudor. - Ictericia y
fiebre de los pantanos y filariasis galopante, nunca sй cuando me darб un
ataque, es por eso por lo que no pueden devolverme al combate, pues no puedo
aguantar un arma. Yo, el Sargento Primero Ferkel, el mejor de los malditos
lanzallameros de los Kortacuellos de Kirjassoff, y aquн me tienen haciendo de
niсera en un campo de trabajos forzados. їY crees que me molesta? Pues no, me
hace feliz, y la ъnica otra cosa que me harнa mбs feliz serнa que me sacasen de
este maldito pozo de letrina del tamaсo de un planeta. - їCree que el
alcohol le harнa daсo en sus condiciones? - le preguntу Bill, pasбndole una
botella de jarabe para la tos -. їVan mal las cosas por aquн? - No solo no me
harб daсo sino que... - se oyу un profundo gorgoteo,. y cuando el sargento
hablу de nuevo su voz era mбs ronca pero mбs fuerte -. Mal no es la palabra
adecuada. El luchar con los chingers ya es malo de por sн, pero en este planeta
tienen a los nativos, los venianos, de su parte. Esos venianos son como
lagartijas acuбticas mohosas y tienen apenas la bastante inteligencia como para
aguantar un arma y oprimir el gatillo, pero este es su planeta, y ahн en los
pantanos son la misma muerte personificada. Se esconden bajo el barro, y nadan
bajo el agua, y saltan desde los бrboles, y todo el planeta estб repleto de
ellos. No tienen fuentes de aprovisionamiento, ni divisiones organizadas, ni
mandos, tan solo luchan. Si uno se muere, los demбs se lo comen. Si uno es
herido en la pierna, los demбs se la comen y le crece otra nueva. Si uno de
ellos se queda sin municiуn o dardos venenosos o lo que sea, simplemente nada
un centenar de kilуmetros hasta su base, carga y regresa al combate. Llevamos
aquн luchando tres aсos, y ahora controlamos un centenar de kilуmetros
cuadrados de territorio. - Un centenar,
eso suena a mucho. - Pero solo a
un estъpido como tъ. Eso son diez por diez kilуmetros, y tal vez sean dos kilуmetros
cuadrados mбs de lo que capturamos en los primitivos aterrizajes. Se oyу un
chapoteo de cansados pies, y unos agotados y embarcados hombres comenzaron a
arrastrarse al interior de las chozas. El Sargento Ferkel se alzу
trabajosamente y le dio un largo soplido a su silbato. - De acuerdo,
los nuevos, oнd esto. Habйis sido asignados a la escuadra B que ahora estб
formбndose, escuadra que irб al pantano y acabarб la tarea que estos insolentes
cebollones de la escuadra A han comenzado esta maсana. Trabajarйis como los
buenos allб afuera. No voy a apelar a vuestra lealtad, vuestro honor y vuestro
sentido del deber... - sacу su pistola atуmica de la funda y abriу de un tiro
un boquete en el techo, por el que de inmediato comenzу a gotear la lluvia -.
Tan solo voy a apelar a vuestro instinto de supervivencia, porque a todo aquel
que se escabulla, se haga el remolуn o no dй todo de sн, le volarй la tapa de
los sesos. Ahora, afuera. Con los dientes
desnudos y las manos temblando, parecнa lo bastante enfermo y de mala uva como
para hacerlo. Bill y el resto de la escuadra B se apresuraron a salir bajo la
lluvia y a formar filas. - Coged las
hachas, coged los picos, sacad el uranio - rugiу el cabo de la guardia armada
mientras se peleaban con el barro camino de la puerta de la empalizada. La
escuadra de forzados, llevando sus herramientas, iba en el centro, mientras que
la guardia armada iba en la parte exterior. La guardia no estaba allн para
impedir que algъn prisionero escapase, sino para darles una relativa protecciуn
contra el enemigo. Se arrastraron lentamente a lo largo del sendero de бrboles
abatidos que serpenteaba por el pantano. De pronto, se oyу un silbido en lo
alto y pasaron relampagueantes transportes pesados. - Hoy tenemos
suerte - dijo uno de los prisioneros mбs veteranos -, envнan la infanterнa
pesada otra vez. No sabнa que les quedase alguna. - їQuieres
decir que capturarбn mбs territorio? - preguntу Bill. - Ni hablar,
todo lo que consiguen es que los maten. Pero, mientras los aniquilan, nos
presionarбn menos y tal vez podamos trabajar sin perder demasiados hombres. Sin que se lo
ordenasen, se detuvieron todos para mirar como la infanterнa pesada caнa como
lluvia en los pantanos de enfrente... y se desvanecнa con la facilidad de las
gotas de agua. De tanto en tanto se oнa un «buum» y se veнa un resplandor
cuando una bomba atуmica mediana estallaba, atomizando posiblemente algunos
venianos, pero habнan billones de enemigos esperando su turno. A lo lejos
chasquearon las armas cortas y restallaron las granadas. Luego vieron como por
sobre los бrboles se aproximaba una rebosante e insegura figura. Era un infante
pesado con su escafandra acorazada y casco hermйtico, con bombas atуmicas y
granadas sujetas por todas partes, un verdadero polvorнn andante, o mejor dicho
saltante, ya que con toda la chatarra que llevaba encima no habrнa podido
caminar ni por una carretera asfaltada, por lo que se movнa a saltos, usando
dos cohetes atornillados a sus caderas. Sus saltos se hacнan mбs y mбs bajos a
medida que se acercaba. Cayу a unos cincuenta metros o asн de distancia y se
hundiу lentamente hasta la cintura en el pantano, mientras sus cohetes siseaban
al tocar el agua. Luego saltу de nuevo, mucho menos esta vez, con sus cohetes
disparando en falso y apagбndose, y lanzу el casco por el aire. - Hey, chicos -
dijo -. Los malditos chingers me dieron en el tanque de combustible. Casi se me
han apagado los cohetes, no puedo saltar mucho mбs. їVerdad que le echarйis una
mano a un compaсero...? - golpeу el agua con un gran salpicуn. - Sal de ese
traje de lata y te sacaremos - le gritу el cabo de la guardia. - їEstбs
mochales? - gritу el soldado -. Lleva una hora el meterse o salir de esta cosa. Disparу sus
cohetes, pero estos tan solo hicieron puffff y se levantу un palmo en el agua,
para caer de nuevo. - ЎSe acabу el
combustible! ЎAyudadme, bastardos! їEs que estamos en la
semana-de-joder-al-compaсero...? - aullу, y luego se hundiу, hasta que su
cabeza estuvo bajo el agua y se vieron unas pocas burbujas y luego nada mбs. - Siempre
estamos en la semana-de-joder-al-compaсero - dijo el cabo -. ЎPoned en marcha
la columna! - ordenу, y se arrastraron hacia adelante -. Esos trajes pesan una
tonelada y media, se hunden como el plomo. Si este era un
dнa tranquilo, Bill no deseaba ver uno ajetreado. Como todo el planeta Veniola
era un pantano, no se podнan realizar avances hasta que no se construнa una
ruta. Los soldados en solitario podнan penetrar algo mбs allб del camino, pero
para los suministros o el equipo y hasta para los hombres muy armados se
necesitaba un camino. Por tanto, los forzados estaban construyendo un camino de
бrboles abatidos. En primera lнnea. Los disparos de
los бtomorifles hacнan hervir el agua a su alrededor, y los dardos venenosos
caнan tan densamente como las hojas de los бrboles. Los ataques y contraataques
de los dos lados eran constantes mientras los prisioneros cortaban бrboles, los
descortezaban y los ataban, para hacer avanzar la ruta unos centнmetros mбs.
Bill descortezу y talу y tratу de ignorar los alaridos de los cuerpos que
caнan, hasta que comenzу a hacerse de noche. La escuadra, ahora mucho mбs
reducida, marchу de regreso en el atardecer. - Al menos
avanzamos 30 metros esta tarde - le dijo Bill al prisionero veterano que
marchaba a su lado. - Eso no significa
nada. Los venianos vienen nadando por la noche y se llevan los troncos. Instantбneamente,
Bill tomу la decisiуn de largarse de allн. - їTienes algo
mбs de ese zumo de la alegrнa? - le preguntу el Sargento Ferkel cuando Bill se
desplomу en su litera y comenzу a desprenderse parte del barro de las botas con
la hoja de su cuchillo. Antes de responderle, le dio un rбpido tajo a una
planta que salнa por entre las planchas del suelo. - їCree que
podrнa perder un momento en darme unos consejos, sargento? - Soy una
fluida fuente de consejos una vez tengo lubrificada la garganta. Bill se sacу
una botella del bolsillo. - їCуmo sale
uno de este equipo? - le preguntу. - Uno hace que
lo maten - le contestу el sargento mientras se llevaba la botella a los labios. Bill se la
arrebatу. - Eso lo sabнa
sin su ayuda - resoplу. - Bueno, pues
eso es todo lo que vas a saber sin mi ayuda - resoplу en respuesta el sargento. Sus narices se
tocaban y se gruснan desde lo mбs hondo de sus gargantas. Habiendo probado lo
valientes que eran los dos y como sabнan demostrarlo, se relajaron, y el
Sargento Ferkel se echу hacia atrбs mientras Bill suspiraba y le pasaba la
botella. - їQuй tal si
me diera un trabajo en la furrielerнa? - preguntу Bill. - No tenemos
furrielerнa. No tenemos oficina. Todo el mundo muere mбs pronto o mбs tarde
aquн, asн que, їpara quй preocuparse en llevar archivos? - їY si le
hieren a uno? - Lo envнan al
hospital, lo ponen bueno, lo devuelven aquн. - ЎSolo queda
el amotinarse! - chillу Bill. - No nos valiу
las ъltimas cuatro veces que lo intentamos. Simplemente se llevaron las naves
de suministro y no nos dieron vнveres hasta que aceptamos volver a combatir. La
quнmica de este lugar estб mal, y toda la comida del planeta es puro veneno
para nuestros metabolismos. Un par de chicos lo comprobaron por las malas.
Cualquier motнn que quiera tener posibilidades de йxito ha de conseguir
capturar las bastantes naves como para escapar del planeta. Si tienes alguna
idea de como hacerlo, te pondrй en contacto con el Comitй Permanente de
Motines. - їNo hay forma
alguna en que salir de aquн? - Ya te humm a
esto humm... - le dijo Ferkel, y se desplomу borracho como una cuba. - Ya lo verй
por mн mismo - dijo Bill, mientras le sacaba la pistola de su funda al sargento
y luego se deslizaba por la puerta trasera. Reflectores
blindados iluminaban las posiciones avanzadas, enfrentadas al enemigo, y Bill
se dirigiу en el sentido opuesto, hacia el distante resplandor de los cohetes
aterrizando. El terreno pantanoso estaba moteado por barracones y almacenes,
pero Bill se mantuvo alejado de ellos porque estaban todos guardados, y los
guardianes tenнan el disparo fбcil. Disparaban contra todo lo que veнan, contra
todo lo que oнan, y si no veнan o oнan nada disparaban de vez en cuando, de todas
formas, para mantenerse alta la moral. Las luces brillaban fuertes al frente, y
Bill reptу sobre su estуmago para atisbar por encima de una mata a una alta
verja iluminada por reflectores y protegida por alambres de espino que se
extendнa en ambas direcciones hasta perderse de vista. Un disparo de
un бtomorifle quemу un boquete en el barro a un metro tras йl, y un reflector
girу, enmarcбndolo en su destello. - Saludos de su
oficial de mando - atronу una voz amplificada desde los altavoces de la verja -.
Esta es una grabaciуn. Estб usted tratando de salir de la zona de combate para
entrar en la zona restringida al mando. Esto estб prohibido. Su presencia ha
sido detectada por maquinaria automбtica y estos mismos dispositivos tienen
ahora apuntado un cierto nъmero de armas contra usted. Dispararбn en sesenta
segundos si no se marcha. ЎSea patriota! Cumpla con su deber. ЎMuerte a los
chingers! Cincuenta y cinco segundos. їLe gustarнa que su madre supiese que su
hijo es un cobarde? Cincuenta segundos. Su Emperador ha gastado un capital en
su entrenamiento, їes esa la forma de pagбrselo? Cuarenta y cinco segundos... Bill maldijo y
disparу contra el altavoz mбs prуximo, pero los restantes a lo largo de la
valla continuaron sonando con la voz. Se dio la vuelta y volviу por donde habнa
venido. Cuando se
acercaba a su choza, evitando la parte delantera para no arriesgarse al fuego
de los nerviosos guardianes del complejo, se apagaron todas las luces. Al mismo
tiempo sonaron disparos y explosiones por todas partes. CUATRO Algo se deslizу
cerca por el barro, y el dedo de Bill se contrajo espontбneamente sobre el
gatillo, disparando. Al breve resplandor atуmico vio los humeantes restos de un
veniano muerto, asн como un gran nъmero de venianos vivos chapoteando al ataque.
Bill se zambullу a un lado al momento, de forma que los disparos que le
hicieron en contestaciуn no le alcanzaron, y huyу en la direcciуn opuesta. Tan
solo pensaba en salvar el pellejo, y lo hizo escapando de los disparos y de los
enemigos que le atacaban tan lejos como pudo. El que lo hiciera en la direcciуn
en que no habнa sendero, metiйndose en el pantano, fue algo que no se detuvo a
considerar en aquel momento. Sobrevive, le gritaba su arrugado y empequeсecido
ego, y йl corrнa. El correr se
hizo mбs difнcil cuando el suelo se transformу en barro, y aъn mбs cuando el
barro dejу paso al agua abierta. Tras chapotear desesperadamente por un tiempo
interminable, Bill llegу a mбs barro. Ya le habнa pasado el primer momento de
histeria, el combate era tan solo un lejano murmullo en la distancia, y estaba
exhausto. Se dejу caer sobre una masa de barro, e instantбneamente unos agudos
dientes se le clavaron profundamente en las nalgas. Chillando roncamente,
corriу hasta chocar con un бrbol. No iba lo bastante aprisa como para hacerse
mucho daсo, y el tacto de la rugosa corteza bajo sus dedos despertу todos sus
instintos eoantrуpicos de supervivencia: se subiу a йl. En lo alto habнa dos
ramas que salнan en бngulo del tronco, y se apoyу en ellas, apretado contra la
sуlida madera y con su arma preparada y apuntada hacia adelante. Nada le
molestaba ahora, y los sonidos nocturnos se hicieron mбs dйbiles y lejanos, la
oscuridad era completa, y al cabo de unos segundos comenzу a cabecear. Se
sobresaltу algunas veces, parpadeу, y finalmente se quedу dormido. Ya brillaban
las primeras grisбceas luces del alba cuando abriу sus pesados ojos y parpadeу.
En una rama cercana estaba colgado un pequeсo lagarto que lo contemplaba con
sus ojos como joyas. - Je, je... de
verdad que estabas como un tronco - le dijo el chinger. El disparo de
Bill abriу una cicatriz humeante en la parte superior de la rama, y luego el
chinger apareciу de nuevo por debajo de la rama y se limpiу meticulosamente la
ceniza de sus garras. - Ojo con ese
gatillo, Bill - dijo -. Je, je... si hubiera querido te podrнa haber liquidado
en cualquier momento mientras estabas dormido. - Te conozco -
dijo hoscamente Bill -. Eres Ansioso Beager, їno? - Je, je... їno
te gusta encontrarte con viejos amigos? - un cienpiйs pasaba a su lado y
Ansioso Beager, el chinger, lo agarrу con tres de sus brazos y comenzу a
arrancarle patas con el cuarto y a comйrselas -. Te reconocн, Bill, y quise
hablar contigo. Me he sentido mal desde que te llamй soplуn, no hice bien. Tan
solo cumplнas con tu deber cuando me denunciaste. Pero, їquerrнas decirme como
fue que me descubriste...? - dijo, guiсando un ojo en complicidad. - їPor quй no
te vas a comer mierda, desgraciado? - gruсу Bill, y buscу en su bolsillo una
botella de jarabe para la tos. Ansioso Chinger suspirу. - Bueno,
supongo que no querrбs hablar de nada de trascendencia militar, pero espero que
quieras contestarme a unas preguntas. - Echу a un lado el cadбver desmembrado y
rebuscу en su bolsa marsupial, sacando una tablilla y un diminuto instrumento
de escritura -. Tienes que darte cuenta de que no escogн voluntariamente el
espionaje como profesiуn, sino que me obligaron a hacerlo en virtud de mi
especialidad, la exopologнa... їhas oнdo hablar de esta ciencia? - Una vez nos
dieron una charla de orientaciуn, la hizo un exopуlogo, y de lo ъnico que sabнa
hablar era de tipos y bichos extraterrestres. - Sн, mбs o
menos es eso. Es la ciencia que estudia las formas de vida distintas a la
propia y, naturalmente, para nosotros el homo sapiens entra en esa
clasificaciуn: es un bicho raro... - se ocultу a medias tras al rama cuando
Bill alzу el arma. - ЎOjo con lo
que dices, mamуn! - Lo siento,
tan solo es una forma de expresarse. Resumiendo, como me especialicй en el
estudio de tu especie, me enviaron como espнa, en contra mнa; pero esos son los
sacrificios que uno tiene que realizar en tiempo de guerra. No obstante, al
verte aquн, he recordado que hay una serie de preguntas y problemas aъn sin
respuesta, y me gustarнa tener tu ayuda para resolverlos, por pura curiosidad
cientнfica, naturalmente. - їComo cuбles?
- preguntу suspicaz Bill, vaciando la botella y lanzбndola contra la selva. - Bueno... je,
je... para empezar por algo simple, їque es lo que sientes por los chingers? - ЎMuerte a los
chingers! - la pequeсa pluma volaba sobre la tablilla. - Pero te han
condicionado para que digas, eso. їQuй es lo que sentнas antes de entrar en el
Ejйrcito? - Los chingers
no me importaban un pito - con el rabillo del ojo, Bill vigilaba un movimiento
sospechoso entre las hojas del бrbol, arriba. - ЎEstupendo!
Entonces, їpodrнas explicarme quiйn es el que nos odia a los chingers hasta el
punto de querer luchar contra nosotros una guerra de exterminio? - Supongo que,
en realidad, nadie odia a los chingers. Es simplemente que no hay nadie mбs con
quien hacer la guerra, asн que tenemos que hacerla con vosotros - las inquietas
hojas se habнan separado y unos ojos alargados, colocados en una gran cabeza
plana, miraban hacia abajo. - ЎLo sabнa! Y
esto me lleva a la pregunta verdaderamente importante: їPor quй os gusta a los
horno sapiens hacer la guerra? La mano de Bill
se apretу sobre la culata de la pistola, mientras la monstruosa cabeza
descendнa silenciosamente por entre las hojas tras Ansioso Chinger Beager. Estaba
unida a un cuerpo serpentina de un palmo de grosor y, aparentemente,
interminable. - їHacer la
guerra? No sй - dijo Bill, distraнdo por el silencioso aproximarse de la
gigantesca serpiente -. Supongo que es porque nos gusta. No parece haber otra
razуn. - ЎOs gusta! -
rechinу el chinger, saltando arriba y abajo excitado -. A ninguna raza
civilizada le pueden gustar las guerras: la muerte, el asesinato, la
mutilaciуn, las violencias, la tortura y el dolor, para nombrar tan solo
algunos de los factores - concomitantes a la misma. ЎVuestra raza no puede ser
civilizada! La serpiente
atacу con la velocidad del rayo, y Ansioso Chinger Beager se desvaneciу por su
espinosa garganta con tan solo un apagado gemido. - Ajб...
supongo que no estamos civilizados - dijo Bill con la pistola dispuesta, pero
la serpiente siguiу descendiendo. Al menos pasaron reptando cincuenta metros de
la misma antes de que apareciese y desapareciese la cola -. El maldito espнa se
lo tenнa bien merecido - gruсу feliz, y comenzу a descender. Una vez en el
suelo, Bill comenzу a darse cuenta del mal lнo en que se hallaba. El hъmedo
pantano se habнa tragado todas las huellas de su paso de la noche anterior, y
no tenнa ni la menor idea de en quй direcciуn se hallaba la zona de los
combates. El sol tan solo era una difusa luz tras las capas de nubes y niebla,
y notу un escalofrнo repentino al darse cuenta de las escasas posibilidades que
tenнa de hallar su camino de regreso. El бrea de invasiуn, de tan solo diez
kilуmetros de lado, era un punto microscуpico en la piel de este planeta. Y no
obstante, si no la encontraba, ya podнa darse por muerto. Y si se quedaba allн
tambiйn morirнa, asн que, tomando lo que le parecнa la direcciуn mбs
prometedora, iniciу la marcha. - Estoy chafado
- dijo, y lo estaba. Unas pocas horas de arrastrarse por los pantanos no habнan
hecho mбs que debilitar sus mъsculos, llenarle la piel de picaduras de
insectos, sacarle un litro de sangre gracias a las omnipresentes sanguijuelas y
vaciar la carga de su pistola al matar a una docena o asн de las formas de vida
locales que lo querнan como desayuno. Tambiйn sentнa hambre y sed. Y seguнa
perdido. El resto del
dнa siguiу la pauta de la maсana, asн que cuando el cielo comenzу a oscurecer
estaba al borde del agotamiento y habнa terminado su suministro de medicina
para la tos. Cuando subiу a un бrbol para encontrar un punto en el que
descansar, estaba aъn mбs hambriento, por lo que cogiу un excelente fruto rojo. - Se supone que
es veneno. - Lo mirу con suspicacia, y luego lo husmeу. Olнa excelentemente. Lo
tirу lejos. Por la maсana
todavнa tenнa mбs hambre. - їDeberнa
meterme el caсуn de la pistola en la boca y disparar? - se preguntу, sopesando
la pistola atуmica en la mano -. Aъn queda mucho tiempo para hacer eso. Aъn
pueden pasar muchas cosas - y, sin embargo, no pudo acabar de creйrselo cuando
oyу voces que venнan por la jungla, voces humanas. Se ocultу tras la rama y
apuntу en aquella direcciуn. Las voces se
acercaron, y tambiйn un sonido de cadenas. Un veniano armado pasу bajo el
бrbol, pero Bill retuvo el fuego cuando otras figuras surgieron de entre la
niebla. Era una larga hilera de prisioneros humanos que llevaban al cuello las
argollas usadas para traer a Bill y a los otros al campo de trabajos forzados,
unidas por una larga cadena. Cada uno de los hombres llevaba una enorme caja
sobre la cabeza. Bill los dejу pasar por debajo y contу cuidadosamente los
guardianes venianos. Eran cinco mбs un sexto vigilando la retaguardia, y cuando
este estuvo bajo el бrbol Bill se dejу caer sobre йl, abriйndole el crбneo con
sus pesadas botas. El veniano estaba armado con una copia, hecha por los
chingers, del бtomorifle standard, y Bill sonriу malйvolamente cuando sostuvo
su familiar peso. Tras guardarse la pistola en el cinto, se deslizу tras la
columna, con el rifle a punto. Logrу matar al quinto guardiбn poniйndose tras
йl y reventбndole la cabeza con la culata del rifle. Los dos ъltimos humanos de
la hilera lo vieron, pero tuvieron la suficiente cordura como para callarse
cuando se acercу sigilosamente al cuarto. Pero un estremecimiento de los
prisioneros o algъn sonido casual puso en guardia al veniano, que se dio la
vuelta, alzando el rifle. Ya no habнa posibilidad de matarlo en silencio, asн
que Bill le asу la cabeza y corriу tan de prisa como pudo hacia delante. Se
produjo un incrйdulo silencio cuando resonу el disparo entre la neblina y Bill
lo llenу con un grito: - ЎCuerpo a
tierra... rбpido! Los soldados se
zambulleron en el barro, y Bill aguantу su бtomorifle a la altura de la cadera
mientras corrнa, abanicando de un lado a otro, frente a йl, como si manejase
una manguera, y manteniendo el gatillo en tiro automбtico. Una lнnea continua
de fuego cruzу el aire a la altura de un metro del suelo y formando un arco. Se
oyeron chillidos y gemidos entre la niebla, y al fin se agotу la carga del
rifle. Bill lo echу a un lado y sacу la pistola. Dos de los guardias que
quedaban estaban por el suelo, y el ъltimo estaba herido y solo pudo lanzar un
mal dirigido disparo antes de que tambiйn lo asase. - No estб mal -
dijo, deteniйndose y jadeando -. Seis de un total de seis. De la lнnea de
prisioneros le llegaban dйbiles gemidos, y Bill ahuecу disgustado los labios
cuando vio los tres hombres que no se habнan tirado al suelo al oнr su grito de
aviso. - їQuй pasa? -
le dijo a uno, moviйndolo con la bota. -. їNunca habнas entrado en combate? -
pero no le contestу porque estaba tostadamente muerto. - Nunca... - le
contestу el de al lado, boqueando de dolor -. Llame al enfermero. Estoy herido,
hay uno al principio de la hilera. ЎOh, oh, їpor quй salн nunca de la Fanny
Hill?! Enfermero... Bill frunciу el
entrecejo al ver los tres balones dorados de un Cuarto Teniente en el cuello
del hombre, y luego se inclinу y le raspу algo del barro de la cara. - ЎTъ! ЎEl
oficial de lavanderнa! - gritу con ultrajada ira, alzando la pistola para
completar el trabajo. - ЎNo soy yo! -
gimiу el teniente, reconociendo por fin a Bill -. ЎEl oficial de lavanderнa se
fue, tragado por un desagьe! Yo soy tu amado pastor local que te trae las
bendiciones de Ahura Mazdah, hijo mнo... їHas ido leyendo el Avesta cada dнa
antes de irte a dormir...? - ЎBah! - rugiу
Bill; ahora ya no podнa matarlo, asн que caminу hasta el tercer herido. - Hola Bill...
- le saludу una dйbil voz -. Supongo que ya he perdido mis antiguos reflejos...
No puedo culparte por haberme dado, tendrнa que haberme incrustado en el barro
como los otros... - Maldita sea,
eso es lo que tendrнas que haber hecho - dijo Bill, contemplando al familiar y
odiado rostro colmilludo -. Te estбs muriendo, Deseomortal. Esta vez te ha
tocado. - Lo sй - dijo
Deseomortal, y tosiу. Tenнa cerrados los ojos. - Haced un
cнrculo con la cadena - gritу Bill -. Quiero aquн al enfermero. La hilera de
prisioneros se curvу y miraron como el enfermero examinaba a los heridos. - El teniente
solo necesita una venda - dijo -. Tan solo tiene quemaduras superficiales. Pero
a este tнo de los colmillos le ha llegado la hora. - їPuedes
conservarlo con vida? - le preguntу Bill. - Por un
tiempo, aunque no puedo asegurar cuanto. - Mбntenlo en
vida. - Mirу alrededor del cнrculo de prisioneros -. їHay alguna manera en que
sacaros esas argollas? - preguntу. - No sin las
llaves - le dijo un tosco sargento de infanterнa -, y los lagartos no las
traнan. Tendremos que llevarlas hasta que estemos de regreso. їCуmo es que
arriesgaste el cuello para salvarnos? - preguntу con sospecha. - їY quiйn
querнa salvaros? - resoplу Bill -. Tenнa hambre, y me imaginй que eso que
llevabais serнa comida. - Sн, lo es -
contestу el sargento, pareciendo ya mбs tranquilo -. Asн se entiende el por quй
corriste el riesgo. Bill abriу una
lata de raciones y hundiу el rostro en ella. CINCO El muerto fue
cortado de su sitio en la cadena, y los dos hombres de delante y atrбs del
herido Deseomortal querнan hacer lo mismo con йl. Bill razonу con ellos, les
explicу que lo mбs humanitario era cargar con su compaсero, y estuvieron de
acuerdo con йl cuando los amenazу con asarles las piernas si no lo hacнan.
Mientras los encadenados comнan, Bill cortу dos ramas flexibles y construyу una
camilla con tres guerreras que le dieron. Entregу los rifles capturados al
tosco sargento y a los soldados que parecнan con mбs experiencia de combate,
guardбndose uno para sн mismo. - їHay alguna
posibilidad de que podamos regresar? le preguntу el sargento, que estaba
limpiando cuidadosamente el agua del arma. - Tal vez.
Podemos regresar por donde hemos venido, es fбcil seguir las seсales que hemos
dejado todos nosotros arrastrбndonos hasta aquн. Tendremos que estar atentos
por si hay venianos, y cazarlos antes de que puedan correr la voz acerca de
nosotros. Cuando lleguemos donde podamos oнr los combates, trataremos de hallar
un бrea tranquila... y de abrimos paso. Un cincuenta por ciento de
posibilidades. - Eso es mбs de
lo que tenнamos hace una hora. - Ya lo sй.
Pero disminuirбn si nos quedamos mucho tiempo aquн. - Entonces
pongбmonos en marcha. El seguir la
pista fue aъn mбs fбcil de lo que Bill se habнa imaginado, y a primera hora de
la tarde oyeron los primeros sonidos de la lucha, un retumbar apagado en la
distancia. Habнan matado instantбneamente al ъnico veniano al que habнan visto.
Bill detuvo la marcha. - Comed todo lo
que querбis, luego tirad la comida - dijo -. Pasad la orden. Pronto tendremos
que marchar a toda prisa - fue a ver que tal estaba Deseomortal. - Mal - jadeу
este, con la cara tan blanca como el papel -. Esto es el fin, Bill... lo sй...
ya he aterrorizado a mi ъltimo recluta... he cobrado mi ъltima paga... he hecho
mi ъltima guardia... hasta la vista, Bill... eres un buen compaсero...
cuidбndote de mн asн... - Me alegra que
pienses eso, Deseomortal, y tal vez quieras hacerme un favor. - Rebuscу por los
bolsillos del moribundo hasta que encontrу su libro de notas de suboficial,
abriйndolo y garabateando en una de las pбginas en blanco -. їQuй tal si me
firmaras esto, en recuerdo de los viejos tiempos...? їDeseomortal? La gran
mandнbula colgaba abierta, los malйvolos ojos rojos estaban desorbitados y
perdidos en el infinito. - El sucio
mamуn se me ha muerto antes - dijo disgustado Bill. Tras meditar por un
momento, mojу con tinta de la pluma la yema del pulgar de Deseomortal y la
apretу contra el papel para dejar la huella. - ЎEnfermero! -
gritу, y la hilera de hombres se arqueу para que el enfermero pudiera llegar -.
їCуmo estб? - Tieso como un
arenque - dijo el enfermero, tras un examen profesional. - Antes de
morir me dejу en herencia sus colmillos, lo tengo aquн escrito, їves? Son
colmillos verdaderos, hechos crecer en una probeta, y cuestan un fortunуn.
їPueden ser trasplantados? - Seguro,
siempre que se los arranquen y los congelen antes de que pasen doce horas. - No hay
problema con eso, simplemente nos llevaremos el cadбver con nosotros. - Mirу a
los dos camilleros y jugueteу con su arma, y no hubo protestas -. Mбndeme aquн
a ese teniente. El teniente
vino. - Capellбn -
dijo Bill, alzando la pбgina del libro de notas -. Me gustarнa tener la firma
de un oficial en esto. Justo antes de morir este hombre me dictу su testamento,
pero estaba demasiado dйbil para firmarlo, asн que le puso la huella dactilar.
Ahora usted escriba que lo vio hacerlo y que todo estб bien y es legal, y firme
con su nombre. - Pero... no
podrнa hacer eso, hijo mнo. No vi como el fallecido dictaba su testamento y
Glummmmp... Dijo Glummmmp
porque Bill le habнa metido el caсуn de la pistola atуmica en la boca y lo
estaba haciendo girar con el dedo vibrando sobre el gatillo. - Dispara -
dijo el sargento de infanterнa, y tres de los hombres, que podнan ver lo que
estaba pasando, aplaudieron. Bill retirу lentamente la pistola. - Tendrй gran
placer en ayudar - dijo el capellбn, arrebatбndole la pluma. Bill leyу el
documento, gruсу satisfecho, y luego se acuclillу junto al enfermero. - їEstбs en el
hospital? - le preguntу. - En efecto, y
si logro regresar no voy a salir de йl nunca mбs. Tuve la mala suerte de estar
recogiendo heridos cuando se produjo el ataque. - He oнdo que
no se llevan a ningъn herido. Que solo los ponen en condiciones y los devuelven
a la lнnea de fuego. - Oнste bien.
Esta va a ser una guerra difнcil de sobrevivir. - Pero deben de
haber algunos heridos demasiado graves como para volverlos al servicio activo. - Son los
milagros de la medicina moderna - le contestу el enfermero, mientras se
enfrentaba con un pastel de carne deshidratado -. O te mueres, o te han puesto
bueno en un par de semanas. - їY si a uno
le vuelan un brazo? - Tienen un
congelador lleno de brazos viejos. Te cosen uno y bang, de vuelta al servicio. - їY que tal
con los pies? - le preguntу Bill preocupado. - ЎTienes
razуn... me olvidй! Hay escasez de pies. Tenemos a tantos tнos sin pies que se
nos estбn acabando las camas. Habнan comenzado justamente a sacarlos del
planeta cuando me capturaron. - їTienes
algunas pнldoras contra el dolor? - le preguntу Bill, cambiando de
conversaciуn. El enfermero sacу una botella blanca. - Tres de estas
y te reirнas mientras te estuviesen cortando la cabeza. - Dame tres. - Si por
casualidad ves a un tipo que le hayan volado un pie, lo mejor serб que le ates
algo alrededor de la pierna, por sobre la rodilla, para cortar la hemorragia. - Gracias,
compaсero. - De nada. - Pongбmonos en
marcha - dijo el sargento de infanterнa -. Cuanto antes lo hagamos, mбs
posibilidades tendremos. Ocasionales
relбmpagos de los бtomorifles quemaban el follaje por encima de ellos, y el
estampido seco de las armas pesadas hacнa agitarse el barro bajo sus pies.
Caminaron paralelamente a la lнnea de fuego hasta que este hubo cesado, luego
se detuvieron. Bill, que era el ъnico no encadenado, se adelantу en
reconocimiento. Las lнneas enemigas parecнan poco densas, y encontrу un lugar
que parecнa ser el mejor para atravesarlas. Luego, antes de regresar, se sacу
una fuerte cuerda que habнa tomado de los paquetes y se hizo un torniquete
sobre la rodilla derecha, apretбndolo con un palo, tragбndose luego las tres
pнldoras. Se quedу tras unos espesos matorrales cuando llamу a los otros. - Todo recto, y
luego a la derecha por entre esos бrboles. Vamos... Ўrбpido! Bill abriу la
marcha hasta que los primeros hombres pudieron ver las lнneas al frente. Luego
gritу: - їQuй es esto?
- y se introdujo entre el espeso follaje ЎChingers! - gritу, y se sentу con la
espalda recostada en un бrbol. Tomу buena
punterнa con la pistola y se volу el pie derecho. - ЎMovйos, rбpido!
- aullу, y escuchу el estrйpito de los asustados hombres entre la maleza. Lanzу
lejos su pistola, disparу al azar hacia los бrboles unas cuantas veces, luego
se irguiу. El бtomorifle le servнa bastante como muleta para cojear, y no tenнa
mucho camino que recorrer. Dos soldados, que debнan ser bisoсos o habrнan
sabido mejor lo que se hacнan, salieron de sus refugios para ayudarle. - Gracias,
compaсeros - jadeу, y se desplomу al suelo -. La guerra es un puro infierno. EPILOGO La mъsica
marcial creaba ecos en la ladera de la colina, rebotando en las aristas rocosas
y perdiйndose en las silenciosas sombras verdes bajo los бrboles. Girando la
curva, marcando orgullosamente el paso entre el polvo, llegу el pequeсo desfile
a cuya cabeza se encontraba la magnнfica forma del robot-banda. El sol se
reflejaba en sus doradas extremidades y parpadeaba en los metбlicos
instrumentos que tocaba con tanto entusiasmo. Una pequeсa formaciуn de robots
surtidos rodaba y traqueteaba tras йl, y cerrando la columna iba la solitaria
figura del canoso sargento reclutador, marchando solitario, con las hileras de
sus medallas tintineando. Aunque el camino era liso, el sargento trastabilleу
de pronto, casi cayendo, y se puso a blasfemar con toda la experiencia de los
largos aсos de oficio. - ЎAlto! -
ordenу, y, mientras su pequeсa compaснa frenaba hasta detenerse, se recostу
contra la pared de piedra que bordeaba el camino y se arremangу la pernera
derecha de su pantalуn. Cuando silbу, uno de los robots se acercу rбpidamente y
le presentу una caja de herramientas, de la que el sargento tomу una gran llave
inglesa, con la que se apretу una de las tuercas del tobillo de su pie
artificial. Luego le echу unas gotas de aceite a una juntura y volviу a bajarse
la pernera. Cuando se irguiу, se dio cuenta de que una robomula estaba tirando
de un arado tras la verja, con un robusto mocetуn pueblerino guiбndola. - ЎCerveza! -
ladrу el sargento, y luego -: El lamento de un espacionauta. El robot-banda
iniciу los compases de la suave melodнa de la vieja canciуn, y para cuando el
surco llegу hasta los lнmites del campo ya estaban sobre la cerca dos jarras de
cerveza helada. - Esa es una
bonita canciуn - dijo el campesino. - Bebe una
cerveza conmigo - dijo el sargento, echando en la jarra un polvillo blanco de
un paquete que tapaba con la mano. - No me
importarнa hacerlo, hoy hace aquн mбs calor que en el in... - Dilo
tranquilamente: infierno. Ya he oнdo antes esa palabra. - A mami no le
gusta que diga palabrotas. Vaya si tiene usted unos dientes largos, seсor. El sargento
hizo resonar un colmillo. - Un tiparrуn
como tъ no deberнa preocuparse por algunas palabrotas mбs o menos. Si fueras
soldado, podrнas decir infierno, o hasta mamуn, todas las veces que quisieras. - No creo que
desee decir nada como eso - se ruborizу, a pesar de lo curtido de su rostro -.
Gracias por la cerveza, pero ahora tengo que seguir arando. Mami me dijo que
jamбs tenнa que hablar con los soldados. - Tu mami tiene
razуn, hijo. La mayor parte de ellos son un rebaсo de sucios borrachos y
blasfemos. Escucha: їte gustarнa ver una foto que tengo de una robomula nueva
que puede funcionar 1.000 horas sin que tenga que ser lubrificada? - el
sargento echу la mano hacia atrбs y un robot le puso en ella un visor. - ЎEso sн que
suena interesante! - el pueblerino se llevу el visor a los ojos y mirу por йl,
y se puso aъn mбs encarnado -. Esto no es una mula, seсor, es una chica, y sus
ropas son... El sargento
extendiу rбpidamente la mano y apretу un botуn en lo alto del visor. Algo hizo
trunk en su interior, y el campesino se quedу quieto, rнgido y paralizado. No
se moviу ni cambiу de expresiуn cuando el sargento le quitу la pequeсa mбquina
de entre sus paralizados dedos. - Toma esta
pluma - le dijo el sargento, y los dedos del otros se cerraron sobre ella -.
Ahora firma en este documento, justamente debajo de donde dice firma del
recluta... - la pluma rechinу, y un repentino chillido traspasу el aire. - ЎMi Charlie!
їQuй le estб haciendo a mi Charlie? - una vieja mujer de pelo blanco gimiу
mientras llegaba corriendo por la colina. - Su hijo es
ahora un soldado para mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, haciйndole
una seсa al robot sastre. - ЎNo... por
favor! - suplicу la mujer, agarrando la mano del sargento y regбndola con sus
lбgrimas -. Ya perdн un hijo... їno es eso bastante...? - Parpadeу entre las
lбgrimas, y luego parpadeу de nuevo -. Pero tъ... Ўtъ eres mi hijo! ЎMi Bill
que ha vuelto a casal Te reconozco a pesar de esos dientes, y de las
cicatrices, y de esa mano negra y del pie artificial. ЎUna madre nunca olvida! El sargento
mirу con el ceсo fruncido a la mujer. - Creo que tal
vez tenga razуn - dijo -. Ya me pareciу que el nombre de Phigerinadon II me
sonaba familiar. El sastre robot
habнa cumplido con su tarea, la guerrera de papel rojo brillaba orgullosa al
sol, las botas unimoleculares resplandecнan. - ЎA formar! -
gritу Bill, y el recluta saltу la tapia. - Billy,
Billy... - gimoteу la mujer -, Ўeste es tu hermanito Charlie! No irбs a
llevarte a tu propio hermanito al Ejйrcito, їno? Bill pensу en
su madre, y luego pensу en su hermano menor Charlie, y luego pensу en el mes
que le quitarнan de su perнodo de servicio por cada recluta que llevase, y dio
al momento su respuesta: - Sн - dijo. La mъsica
resonу, los soldados marcharon, la madre llorу, como siempre han hecho las
madres, y la marcial pequeсa formaciуn marcу el paso por el camino, sobre la
colina, y se perdiу de vista en el atardecer. FIN BILL, HЙROE GALБCTICO Harry Harrison Titulo
original: Bill, the galactic hero Traducciуn: Luis Vigil © 1965 by Harry Harrison © 1970 By Ediciones Dronte Merced 4 - Barcelona Depуsito Legal B-29595-70 Ediciуn electrуnica de
Sadrac, Bs.As. 2000 A mi camarada
BRIAN W. ALDISS que consulta el
sextante y marca el curso para
todos nosotros. UNO Bill no se dio
nunca cuenta de que el sexo fue la causa de todo. Si aquella maсana el sol no
hubiera estado quemando tanto en el luminoso cielo de Phigerinadon II, y si no
hubiera entrevisto el amplio y nнveo posterior de Inga-Marнa Calyphigia
mientras se baсaba en el arroyo, hubiera prestado mбs atenciуn al arado que a
las apremiantes presiones de la heterosexualidad, y hubiera seguido su curso
hasta el otro lado de la colina antes de que sonase la seductora mъsica a lo
largo del camino. Quizб nunca la hubiera oнdo, y su vida hubiera sido muy, muy
diferente. Pero la oyу, y dejу caer el manillar del arado conectado a la
robomula, y se dio la vuelta y abriу la boca. Desde luego,
era una visiуn maravillosa. Abriendo la marcha iba un robot-banda, de cuatro
metros de alto, esplйndido en su gran morriуn negro de hъsar que ocultaba los
altavoces de alta fidelidad. Los dorados pilares de sus piernas golpeaban
rнtmicamente mientras treinta brazos articulados taснan, pulsaban y tecleaban
una extraordinaria variedad de instrumentos. La marcial mъsica surgнa en oleada
tras inspiradora oleada, y hasta los pesados pies de campesino de Bill se
agitaron en sus zuecos mientras las brillantes botas del pelotуn de soldados
marcaban el paso en perfecto unнsono. Las medallas tintineaban en la hombrнa
extensiуn de sus pechos, ataviados de escarlata, y ciertamente no podнa
imaginarse una visiуn mбs noble en todo el mundo. A retaguardia marchaba el
sargento, resplandeciente en sus dorados y entorchados, con una nube de
medallas y pasadores, espada y pistola, con la tripa enfajada y ojo de acero,
que buscу a Bill allн donde este se hallaba, contemplando asombrado por encima
de la valla. La masiva
cabeza hizo un gesto en su direcciуn, la boca de acero se doblу en una amistosa
sonrisa, y hubo un guiсo de complicidad. Entonces la pequeсa legiуn hubo
pasado, y apresurбndose tras ella llegу un grupo de robots auxiliares cubiertos
de polvo, saltando y arrastrбndose o deslizбndose sobre cadenas. Tan pronto
como estos hubieron pasado, Bill escalу torpemente la verja de raнles y corriу
tras ellos. No habнan ocurrido mбs que dos acontecimientos interesante en los
ъltimos cuatro aсos, y no estaba dispuesto a perderse lo que parecнa ser el
tercero. Una multitud se
habнa ya arremolinado en la plaza del mercado cuando llegу Bill, y estaban
escuchando el entusiasta concierto de la banda. El robot se adentrу en los
gloriosos compases de SOLDADOS ESTELARES AVANTE HACIA EL CIELO, siguiendo luego
con Los COHETES RUGEN, y casi demoliйndose a sн mismo en el tumultuoso ritmo de
Los ZAPADORES CAVAN TRINCHERAS. Interpretу esta ъltima marcha con tal energнa
que una de sus piernas saliу disparada, elevбndose hacia lo alto, pero la logrу
recoger antes de que cayese al suelo, y la mъsica terminу con el robot
balanceбndose sobre la pierna que le quedaba y marcando el compбs con la
desencajada. Igualmente, tras un ъltimo redoble de los tambores, que casi
destruyу los tнmpanos del auditorio, la usу para seсalar al otro lado de la
plaza, en donde se habнa erigido una pantalla tridimensional y un puesto de
refrescos. Los soldados habнan desaparecido en el interior de la taberna, y el
sargento reclutador se hallaba solo entre sus robots, enarbolando una sonrisa
de bienvenida. - ЎEscuchen
esto! ЎBebidas gratis para todos, regalo del Emperador, y algunas movidas
escenas de emocionantes aventuras en climas exуticos para divertirles mientras
trasegan las bebidas! - gritу con una voz inmensa y correosa. La mayor parte
de la gente vagу hacia allн, con Bill entre ellos, aunque algunos amargados
antimilitaristas tradicionales se escaparan por entre las casas. Las bebidas
refrescantes eran servidas por un robot que tenнa un grifo por ombligo y una
interminable provisiуn de vasos de plбstico en la cadera. Bill sorbiу
alegremente el suyo, mientras seguнa las emocionantes aventuras de los soldados
espaciales a todo color, con efectos sonoros y subsуnicos estimulantes. Habнa
batallas, y muerte, y gloria, aunque solo morнan los chingers: los soldados tan
solo sufrнan pequeсas y limpias heridas en sus extremidades, que podнan ser
cubiertas fбcilmente por pequeсos vendajes. Y mientras Bill estaba gozando con
todo esto, el Sargento Reclutador Grue estaba gozando con йl, con sus pequeсos
ojos porcinos brillando codiciosamente mientras se clavaban en el cogote de
Bill. ЎEste es el que
busco!, se regocijу para sн mismo, mientras su amarillenta lengua mojaba
involuntariamente sus labios. Ya podнa notar el peso del dinero de la
recompensa en su bolsillo. El resto del auditorio era el habitual grupo de
hombres de demasiada edad, mujeres obesas, muchachos barbilampiсos y otros
inalistables. Todos excepto aquel pedazo de carne de caсуn electrуnico de anchas
espaldas, mentуn cuadrado y cabello rizado. Con una mano precisa en los
controles, el sargento disminuyу los subsуnicos ambientales y dirigiу un
concentrado rayo estimulante a la parte trasera de la cabeza de su vнctima.
Bill se agitу en el asiento, casi tomando parte en la gloriosa batalla que se
desarrollaba ante йl. Cuando muriу el
ъltimo acorde y la pantalla se apagу, el robot de los refrescos golpeу
metбlicamente su pecho y aullу: - ЎBeban,
beban, beban! El borreguil
auditorio caminу en aquella direcciуn, excepto Bill, que fue arrebatado de
entre ellos por un poderoso brazo. - Tenga, ya le
he traнdo una bebida para usted - le dijo el sargento, pasбndole un vaso tan
cargado con drogas reductoras del ego que los sobrantes de la disoluciуn se
estaban cristalizando en el fondo -. Es usted un tipo que se distingue por
encima de todos los individuos que hay por aquн. їNo ha pensado nunca en seguir
una carrera en las fuerzas armadas? - Yo no soy
ningъn tipo marcial, sargento... - Bill encontrу algo raro entre los dientes y
escupiу para librarse de ello, y se asombrу de la repentina vaguedad de sus
pensamientos. El solo hecho de que estuviera aъn consciente tras el volumen de
drogas y subsуnicos que habнa recibido era un tributo a su fнsico -. No soy del
tipo militar. Mi mayor ambiciуn es ayudar, en la mejor forma posible, en la
profesiуn que he escogido de Operador Tйcnico en Fertilizantes, y ya casi he
terminado el cursillo por correspondencia... - Ese es un mal
trabajo para un chico brillante como usted - le dijo el sargento, mientras lo
palmeaba en el brazo para comprobar sus bнceps: rocas. Resistiу el impulso de
abrir sus labios para mirar el estado de sus muelas; mбs tarde -. Deje ese
trabajo a quienes les guste. No hay posibilidad de mejora en йl. Mientras que
en el ejйrcito la promociуn no tiene lнmite. ЎPero si hasta el mismo Gran
Almirante Pflunger subiу por los cohetes, como se dice, desde recluta hasta
gran almirante! їQuй le parece esto? - Me parece
estupendo para ese seсor Pflunger, pero creo que trabajar con fertilizantes es
mбs divertido. Je, je... Me estб entrando sueсo. Creo que me irй a casa a echar
una dormida. - No antes de
que vea esto, como un favor personal hacia mн, claro - le dijo el sargento,
poniйndose frente a йl y seсalando un gran libro que mantenнa abierto un
pequeсo robot -. Las ropas hacen al hombre, y a la mayor parte de los hombres
les avergonzarнa ser vistos en un traje tan burdo como ese que lleva usted
colgando, o arrastrando esas barcazas rotas que usa por zapatos. їPor quй ir
asн cuando podrнa ir asн? Los ojos de
Bill siguieron el grueso dedo hasta el grabado en color del libro, en el que un
milagro de la ingenierнa mal empleada hizo que su propio rostro apareciera en
la figura ilustrada ataviada con el rojo uniforme. El sargento hizo pasar las
pбginas, y en cada grabado el uniforme era algo mбs brillante, y la graduaciуn
mбs alta. El ъltimo era el de un gran almirante, y Bill parpadeу ante su propio
rostro bajo el casco emplumado, ahora con algunas arrugas en las comisuras de los
ojos y ostentando un elegante bigote canoso, pero indudablemente aъn su rostro. - Asн es como
se le verнa - murmurу el sargento a su oнdo - una vez hubiera subido por las
escaleras del йxito. Seguro que le gustarнa probarse un uniforme. ЎSastre! Cuando Bill
abriу su boca para protestar, el sargento le habнa introducido en ella un
grueso cigarro, y antes de que pudiera sacбrselo el sastre robot habнa llegado
a su lado, corrido un brazo provisto de cortina a su alrededor, y lo habнa
desnudado. - ЎHey! ЎHey...
! - dijo. - No le harб
ningъn daсo - dijo el sargento, introduciendo su enorme cabeza entre las
cortinas y sonriendo ante la musculoso visiуn del cuerpo de Bill. Clavу un dedo
en un pectoral (como una roca) y luego se retirу. - ЎHuy! - dijo
Bill cuando el sastre extendiу un frнo metro y lo palpу con йl, tomando sus
medidas. Algo hizo chung dentro de su torso tubular, y una brillante chaqueta
roja comenzу a surgir por un orificio en el frente. En un instante se la hubo
colocado a Bill, abotonбndole los brillantes botones dorados. Unos lujosos
pantalones de piel gris aparecieron luego, y mбs tarde unas lustrosas botas
altas y negras. Bill se tambaleу cuando la cortina fue apartada y un alto
espejo motorizado rodу frente a йl. - Oh, cуmo les
gustan los uniformes a las chicas - dijo el sargento -. Y uno no puede
culparlas por ello. Una memoria de
la visiуn de las blancas lunas gemelas de Inga-Marнa Calyphigia oscureciу la
vista de Bill por un momento, y cuando esta se hubo aclarado se dio cuenta de
que tenнa aferrada una estilogrбfica y estaba a punto de firmar el contrato que
el sargento reclutador mantenнa frente a йl. - No - dijo
Bill, un poco asombrado ante su propia firmeza de mente -. En realidad no lo
deseo. Como Operador Tйcnico en Fertilizantes... - Y no solo
recibirб este bello uniforme, una paga de alistamiento y un examen mйdico
gratuito, sino que tambiйn se le concederбn estas magnнficas medallas. - El
sargento tomу una caja plana que le ofrecнa un robot, y la abriу para mostrar
un deslumbrante conjunto de pasadores y cintas -. Esta es la Honorable Medalla
del Alistamiento - entonу con voz grave, clavando una nebulosa incrustada de
joyas, colgando de una ancha banda de color chartreuse en el amplio pecho de
Bill -. Y el Cuerno Chapado de Congratulaciones del Emperador, la Explosiуn
Solar de Adelante Hacia la Victoria, la Alabemos a las Madres de los
Victoriosos Caнdos, y la Cornucopia que Siempre Mana, que no significa nada
pero que luce bonita y puede ser usada para llevar anticonceptivos. Dio un paso
atrбs y admirу el pecho de Bill, que ahora estaba repleto de tiras, metal
brillante y deslumbrantes joyas de plбstico. - Es que no
puedo - dijo Bill -. Gracias de todas formas por la oferta, pero... El sargento
sonriу, preparado hasta para esta resistencia de ъltima hora, y apretу el botуn
de su cinto que ponнa en funcionamiento la grabaciуn hipnуtico programada en el
interior del tacуn de la bota de Bill. La potente corriente neural surgiу por
los contactos, y la mano de Bill saltу y se agitу, y cuando la momentбnea
neblina se alzу de su vista vio que habнa firmado con su nombre. - Pero... - Bienvenido a
las Tropas Especiales - voceу el sargento, dбndole una palmada en la espalda
(como una roca) y recuperando su pluma -. ЎA formar! - gritу con voz mбs fuerte,
y los reclutas surgieron tambaleantes de la taberna. - ЎQuй le han
hecho a mi hijo! - gimiу la madre de Bill, apareciendo en la plaza del mercado,
apretбndose el pecho con una mano y arrastrando a su hijo pequeсo Charlie con
la otra. Charlie comenzу a llorar y orinarse en los pantalones. - Su hijo es
ahora un soldado para la mayor gloria del Emperador - dijo el sargento,
empujando a los boquiabiertos y decaнdos reclutas hacia la formaciуn. - ЎNo! ЎNo
puede ser...! - lloriqueу la madre de Bill, arrancбndose su canoso pelo -. Soy
una pobre viuda, y йl es mi ъnico apoyo... No pueden... - Madre... -
dijo Bill. Pero el sargento lo empujу de nuevo a la formaciуn. - Sea valiente,
seсora - dijo -. No puede haber mayor gloria para una madre. - Le dejу caer una
gran moneda reluciente en la mano -. Aquн estб la paga del alistamiento, el
chelнn del Emperador. Sй que йl desea que lo reciba usted. ЎAtenciуn! Con un golpeteo
de tacones, los desgarbados reclutas alzaron los hombros y las barbillas. Para
sorpresa suya, tambiйn lo hizo Bill. - ЎDerecha...
ar! En un ъnico y
grбcil movimiento, giraron cuando el robot de mando emitiу la orden al
activador hipnуtico de cada bota. - ЎDe frente...
ar! - y lo hicieron en perfecto ritmo, tan bien controlados que, por mucho que
lo intentу, Bill no pudo ni girar la cabeza ni lanzar un ъltimo saludo a su
madre. Esta desapareciу tras йl, y un ъltimo chillido angustiado se perdiу
entre el golpear de pisadas al paso. - Sube el ritmo
a ciento treinta - ordenу el sargento, contemplando el reloj colocado bajo la
uсa de su dedo meсique -. Tan solo hay veinte kilуmetros hasta la estaciуn, y
esta noche estaremos en el campamento, muchachos. El robot de
mando incremento un tanto su metrуnomo, y las botas golpearon con mayor
velocidad y los hombres empezaron a sudar. Para cuando habнan llegado a la
estaciуn de helicуpteros ya era casi de noche; sus uniformes de papel rojo
colgaban hechos girones, la purpurina se habнa corrido en sus botones de lata,
y la carga superficial que repelнa el polvo de sus delgadas botas de plбstico
habнa desaparecido. Se veнan tan deprimidos, desmoralizados, polvorientos y
miserables como se sentнan en realidad. DOS No fue la
grabaciуn de una corneta tocando diana lo que despertу a Bill, sino los
supersуnicos que corrieron a lo largo del armazуn metбlico de su litera,
agitбndolo en tal forma que hasta los empastes se desprendieron de sus dientes.
Saltу en pie, y se quedу tembloroso en la grisбcea maсana. Como era verano, el
suelo estaba refrigerado: no se mimaba a los hombres del campamento Leуn
Trotsky. Las pбlidas y congeladas figuras de los otros reclutas se alzaron a
cada lado, y cuando las vibraciones, que agitaban el alma, murieron, sacaron de
debajo de las literas sus gruesos uniformes de combate hechos con tela de saco
y papel de lija, se los vistieron rбpidamente, introdujeron sus pies en las
grandes botas pъrpura de los reclutas, y trastabillaron hacia el alba. - Estoy aquн
para romperos el alma - les dijo una voz rica en amenazas; y miraron al frente,
y temblaron aъn mбs cuando contemplaron al jefe de los demonios de aquel
infierno. El suboficial
Deseomortal Drang era un especialista desde las puntas de las irritadas lanzas
de su cabello hasta las rugosas suelas paseantes de sus botas que brillaban
como espejos. Era de amplias espaldas y delgado talle, mientras que sus largos
brazos colgaban como los de algъn horrible antropoide, y los nudillos de sus
inmensos puсos se veнan agrietados por la rotura de millares de dientes. Era
imposible contemplar su detestable figura e imaginar que habнa surgido de la
tierna matriz de alguna mujer. Era imposible que hubiera nacido; debнa de haber
sido fabricado a la medida para el gobierno. Lo mбs horrible de todo era la
cabeza. ЎEl rostro! El cabello llegaba hasta un dedo de distancia por encima de
los negros mechones de sus cejas, que estaban colocadas como unos matorrales
que crecieran al borde de los negros pozos que ocultaban sus ojos, visibles tan
solo como nefastos destellos rojos en la negrura estigia. Una nariz, partida y
aplastada, se agazapaba sobre la boca, que era como una herida de cuchillo en
el hinchado vientre de un cadбver, mientras por entre los labios surgнan las
grandes extremidades de los caninos, de cinco centнmetros de largo como mнnimo,
y que descansaban en surcos del labio inferior. - Soy el
Oficial Subalterno Deseomortal Drang, y me llamarйis «Seсor» o «Milord». -
Comenzу a caminar arriba y abajo, huraсo, ante la fila de aterrorizados
reclutas -. Soy vuestro padre y vuestra madre, y todo vuestro universo, y
vuestro mбs dedicado enemigo, y pronto harй que maldigбis el dнa en que
nacisteis. Destruirй vuestra voluntad. Cuando diga «rana», saltarйis. Mi tarea
es convertiros en soldados, y los soldados guardan disciplina. La disciplina
significa simplemente una obediencia ciega, una pйrdida de la propia voluntad y
una absoluta subordinaciуn. Esto es todo lo que pido... Se detuvo ante
Bill, que no estaba temblando tanto como los demбs, y gruсу: - No me gusta
tu cara. Un mes de cocina los domingos. - Seсor... - Y otro mes
por contestar. Esperу, pero
Bill permaneciу en silencio. Ya habнa aprendido su primera lecciуn de como ser
un buen soldado: ten la boca cerrada. Deseomortal siguiу caminando. - En este
momento no sois otra cosa mбs que horribles, sуrdidos y fofos trozos de
repugnante carne civil. Yo transformarй esa carne en mъsculo, vuestra voluntad
en gelatina, vuestras mentes en mбquinas. Pronto os convertirйis en buenos
soldados u os matarй. Muy pronto empezarйis a oнr habladurнas acerca de mн,
malйvolas habladurнas que os dirбn como una vez matй y me comн a un recluta que
me desobedeciу. Se detuvo y se
los quedу mirando, y la tapa del ataъd que era su boca se abriу lentamente en
la repugnante imitaciуn de una sonrisa, mientras una gota de saliva se formaba
en la punta de cada uno de sus blancos colmillos. - Esas
habladurнas son ciertas. Se oyу un
gemido entre la hilera de reclutas, y se agitaron como si un soplo de viento
helado los hubiera recorrido. La sonrisa desapareciу. - Ahora iremos
corriendo a por los desayunos, tan pronto como se hayan ofrecido algunos
voluntarios para una misiуn fбcil. їAlguno de vosotros sabe guiar un helicoche? Dos reclutas
alzaron esperanzadamente sus manos, y les hizo un gesto para que se
adelantaran. - De acuerdo,
vosotros dos tenйis escobas y cubos detrбs de esa puerta. Limpiad la letrina
mientras los demбs comen. Asн tendrйis mejor apetito al mediodнa. Esta fue la
segunda lecciуn que recibiу Bill sobre como ser un buen soldado: no presentarse
nunca voluntario. Los dнas de
entrenamiento de los reclutas pasaron con una velocidad terriblemente
letбrgico. Con los dнas, las condiciones se hacнan peores, y Bill se sentнa
cada vez mбs exhausto. Esto parecнa imposible, pero sin embargo era verdad. Un
amplio nъmero de mentes brillantes y sбdicas lo habнan diseсado en esa forma.
Las cabezas de los reclutas fueron afeitadas para conseguir una mayor
uniformidad, y su aparato genital pintado con un antisйptico color naranja para
controlar la ladilla endйmica. La comida era teуricamente nutritiva pero
increнblemente repugnante, y cuando, por error, se servнa un plato en buen
estado, se retiraba en el ъltimo momento y era echado a la basura, y al
cocinero se le rebajaba de grado. Su sueсo era interrumpido por supuestos
ataques de gas, y su tiempo libre ocupado en el cuidado de su equipo. El
sйptimo dнa estaba destinado al descanso, pero todos ellos habнan sido
castigados, como Bill en la cocina, y transcurrнa como cualquier otro dнa. Por
esto, al tercer domingo de su prisiуn, cuando estaban tambaleбndose en la
ъltima hora del dнa antes de que las luces fueran apagadas y se les permitiera
finalmente arrastrarse a su endurecidas literas, Bill empujу contra el dйbil
campo de fuerza que cerraba la puerta, sabiamente diseсado para permitir que
las moscas del desierto entrasen pero no pudiesen salir de los barracones, y se
deslizу al interior. Tras catorce horas de cocina, sus piernas vibraban de
cansancio, y sus brazos estaban arrugados y pбlidos como los de un muerto a
causa de la continuada inmersiуn en agua jabonosa. Dejу caer su guerrera al
suelo, donde quedу rнgidamente en pie, sostenida por su carga de sudor, grasa y
polvo, y retirу su afeitadora de su taquilla. En la letrina, girу la cabeza
buscando un espacio limpio en uno de los espejos. Todos ellos habнan sido
pintarrajeados con grandes letras que expresaban unos mensajes tan sugestivos
como: TEN LA BOCA
CERRADA: LOS CHINGERS ESCUCHAN Y SI HABLAS ESTE HOMBRE PUEDE MORIR. Finalmente,
enchufу la afeitadora al lado de їTE GUSTARНA QUE TU HERMANA SE CASASE CON
UNO?, y centrу su cara en el espejo. Unos ojos sanguinolentos y ojerosos le
devolvieron la mirada mientras deslizaba la zumbadora mбquina por los famйlicos
pliegues de su mandнbula. Le llevу mбs de un minuto el que el significado de la
pregunta penetrase en su cerebro, embotado por la fatiga. - No tengo
ninguna hermana - gruсу desalentado -. Y, si la tuviera, їpor quй iba a desear
casarse con un lagarto? Era una
pregunta retуrica, pero tuvo una respuesta desde el extremo mбs alejado de la
habitaciуn: - No significa
exactamente lo que dice; estб ahн tan solo para hacernos odiar mбs al enemigo. Bill se
sobresaltу, pues habнa pensado que estaba solo en la letrina, y la afeitadora
zumbу irritada y arrancу un trozo de carne de su labio. - їQuiйn estб
ahн? їPor quй se esconde? - espetу; y entonces reconociу a la agazapada figura
entre las sombras y los muchos pares de botas -. Ah, eres tъ, Ansioso. - Su ira
desapareciу, y volviу al espejo. Ansioso Beager
formaba de tal manera parte de la letrina que uno se olvidaba de que estaba
allн. Era un jovencito de rostro redondo, que siempre sonreнa, cuyas mejillas
nunca perdнan su rojizo brillo, y cuya sonrisa se veнa tan fuera de lugar allн
en Campo Leуn Trotsky que todo el mundo deseaba matarlo hasta que se acordaba
de que estaba loco. Debнa de estarlo, porque siempre estaba ansioso por ayudar
a sus compaсeros, y se habнa prestado voluntario para una limpieza permanente
de la letrina. Y no solo era eso, sino que ademбs le gustaba limpiar las botas,
y se habнa ofrecido a hacerlo a uno tras otro de sus camaradas, hasta que al
final limpiaba las botas de todos los componentes del pelotуn, cada noche. En
cualquier momento que estuvieran en los barracones siempre se podнa hallar a
Ansioso Beager acurrucado al extremo de los tronos que era su dominio personal,
rodeado por montones de zapatos, sacбndoles brillo con diligencia, mientras su
rostro estaba iluminado por una sonrisa. Permanecнa allн aъn despuйs de que
apagaran las luces, trabajando a la luz de una vela colocada sobre un pote de
crema para el calzado, y habitualmente se levantaba antes que los demбs por la
maсana, acabando su trabajo voluntario y aъn sonriendo. A veces, cuando las
botas estaban muy sucias, trabajaba durante toda la noche. El chico estaba obviamente
loco, pero nadie lo denunciaba porque limpiaba muy bien las botas, y todos
rezaban para que no muriese exhausto antes de que terminasen su entrenamiento
como reclutas. - Bueno, si eso
es lo que quieren decir, їpor quй no ponen simplemente «Odiad mбs al enemigo»?
- se quejу Bill. Apuntу con el pulgar a la pared mбs lejana, donde habнa un
cartelуn con el tнtulo CONOCED AL ENEMIGO. Representaba una ilustraciуn a
tamaсo natural de un chinger, un saurio de dos metros diez de altura que se
parecнa mucho a un canguro verde cubierto de escamas y con cuatro brazos, pero
con cabeza de cocodrilo -. їQuiйn iba a ser la hermana que se quisiese casar
con una cosa asн? їY quй iba a hacer una cosa asн con una hermana, excepto
quizб comйrsela? Ansioso colocу
una ъltima pizca de pъrpura en una bota y tomу otra. Arrugу el ceсo por un
breve instante para demostrar lo seriamente que pensaba. - Bueno, verбs,
esto... No se refiere a una verdadera hermana. Es tan solo parte de la guerra
psicolуgica. Tenemos que ganar la guerra. Para ganarla, tenemos que luchar
duro. Para luchar duro, tenemos que ser buenos soldados. Los buenos soldados
deben de odiar al enemigo. Asн es como van las cosas. Los chingers son la ъnica
raza no humana descubierta en la galaxia que haya sobrepasado el estadio del
salvajismo, asн que naturalmente tenemos que aniquilarlos. - їQuй diablos
quieres decir con eso de naturalmente? Yo no quiero aniquilar a nadie. Tan solo
quiero volver a casa y ser un Operador Tйcnico en Fertilizantes. - Bueno, no me
referнa a ti personalmente, por supuesto. ЎJe, je! - Ansioso abriу un nuevo
bote de crema con manos tiznadas de pъrpura, e introdujo sus dedos en el
interior - Me refiero a la raza humana. Asн es como hacemos las cosas. Si no
los aniquilamos, serбn ellos quienes lo hagan con nosotros. Naturalmente, ellos
dicen que la guerra va contra su religiуn, y que tan solo luchan para
defenderse, y que jamбs han realizado ningъn ataque. Pero no podemos creerlos
aunque sea cierto. Podrнan cambiar su religiуn o cambiar de idea algъn dнa, y
entonces їquй pasarнa? La mejor respuesta es aniquilarlos ahora. Bill desenchufу
la afeitadora y se lavу la cara con la tibia y herrumbroso agua. - No obstante,
me sigue pareciendo insensato. De acuerdo, la hermana que yo tengo no debe de
casarse con ninguno de ellos, pero їquй hay de eso? - seсalу a lo pintado en
las paredes: MANTENGA LIMPIA
LA DUCHA - EL ENEMIGO LE ESCUCHA. - O eso - el
rуtulo sobre el urinario que decнa: ABRУCHESE LA
BRAGUETA - EL ENEMIGO NADA RESPETA. - Si es que
olvidamos por un momento el hecho de que no tenemos aquн ningъn secreto por el
que valga la pena recorrer ni un kilуmetro, y mucho menos veinticinco aсos-luz,
їcуmo podrнa ser espнa un chinger? їQuй clase de disfraz podrнa hacer pasar a
un lagarto de dos metros diez por un recluta? Ni siquiera se podrнa enmascarar
a uno para que se pareciese a Deseomortal Drang, aunque ya se parezcan
bastante... Las luces se
apagaron y, como si el pronunciar su nombre lo hubiera conjurado como un
demonio del infierno, la voz de Deseomortal resonу por los barracones: - ЎA las
literas! ЎA las literas! їEs que no sabйis, sucios mamones, que estamos en
guerra? Bill se
tambaleу por entre la oscuridad de los barracones, en los que la ъnica
iluminaciуn era el rojo brillo de los ojos de Deseomortal. Cayу dormido en el
mismo instante en que su cabeza tocу la almohada de carborundo, y le pareciу
que tan solo habнa pasado un momento cuando la diana lo hizo saltar de su
litera. En el desayuno, mientras estaba cortando trabajosamente su sucedбneo de
cafй en trozos lo bastante pequeсos como para poder ser tragados, las
telenoticias informaron de duras luchas en el sector de Beta Lira con
crecientes bajas. Un rugido recorriу el comedor cuando se anunciу esto, no por
un exceso de patriotismo, sino porque las malas noticias hacнan que las cosas
se pusieran aъn peor para ellos. No sabнan como se podнa lograr esto, pero
estaban seguros de que asн serнa. No se equivocaban. Como aquella maсana era
algo mбs fresca de lo usual, el desfile del lunes se retrasу hasta el mediodнa,
cuando la pista de entrenamiento, de ferroconcreto, se hubo calentado lo
bastante como para producir el mayor nъmero posible de desvanecimientos por el
calor. Pero esto tan solo era el comienzo. Desde donde se encontraba Bill, en
posiciуn de firmes cerca del final, podнa ver como se habнa montado la garita
con aire acondicionado en la tribuna de revista. Eso significaba jefazos. La
guarda del gatillo de su rifle atуmico le hizo un agujero en el hombro, y una
gota de sudor se formу y luego cayу desde la punta de su nariz. Por los
rabillos de sus ojos podнa ver un continuo movimiento mientras otros reclutas
se derrumbaban, entre las apretadas filas, de a millares, y eran arrastrados
por los enfermeros hasta las ambulancias que los esperaban. Una vez allн, se
los ponнa a la sombra de los vehнculos hasta que revivнan y podнan ser
devueltos a sus puestos en la formaciуn. Entonces la
banda iniciу los compases de ЎADELANTE, ESPACIONAUTAS, Y VENCERЙIS A LOS
CHINGERS!, y la seсal radiada a cada tacуn de bota les hizo presentar armas al
mismo tiempo, y los millares de rifles brillaron al sol. El vehнculo de mando
del general comandante, reconocible por las dos estrellas pintadas en йl, se
acercу a la garita de revista, y una pequeсa y obesa figura se moviу
rбpidamente por entre el horneado aire hasta el confort del recinto. Bill nunca
lo habнa visto tan de cerca, al menos por delante, aunque en una ocasiуn,
cuando regresaba a altas horas de su trabajo en la cocina, habнa visto al
general metiйndose en su coche cerca del teatro del campo. Al menos, Bill pensу
que lo era, pues lo ъnico que habнa visto fue una rбpida visiуn posterior. Por
lo tanto, tenнa una imagen mental del general que era la de una amplia parte
posterior sobrepuesta a una figura similar a la de una hormiga. Pensaba en los
oficiales en esos mismos tйrminos generales, ya que, naturalmente, los reclutas
no veнan para nada a los oficiales durante su entrenamiento. Bill habнa podido
dar una buena ojeada a un subteniente en cierta ocasiуn, cerca de la sala de
los ordenanzas, y sabнa que tenнa rostro. Y tambiйn habнa contemplado a aquel
oficial mйdico a no mбs de diez metros de distancia, cuando les habнa hablado
sobre los peligros de las enfermedades venйreas, pero Bill habнa tenido la
suerte de estar detrбs de un poste y habнa podido dormirse en seguida. Cuando la banda
se callу, los altavoces antigravitatorios flotaron sobre las tropas y el
general pronunciу un discurso. No tenнa nada que decir que importase a nadie, y
lo cerrу con el anuncio de que debido a las pйrdidas en el campo de batalla su
programa de entrenamiento serнa acelerado, que era exactamente lo que se
esperaban. Entonces la banda tocу algo mбs, y marcharon de regreso a los
barracones, se cambiaron a sus бsperos uniformes de combate y marcharon, esta
vez a paso ligero, hasta el campo de tiro, en donde dispararon sus rifles
atуmicos a rйplicas en plбstico de chingers que surgнan de agujeros en el
terreno. Su punterнa era muy mala, hasta que Deseomortal Drang surgiу de uno de
los agujeros, y cada soldado cambiу el tiro a automбtico y lo alcanzу con cada
disparo de cada rifle, lo cual es realmente difнcil. Entonces se disolviу el
humo, y dejaron de dar gritos de jъbilo y comenzaron a sollozar cuando vieron
que tan solo era una rйplica en plбstico de Deseomortal, ahora hecha pedazos, y
el original apareciу tras ellos y rechinу sus colmillos y los castigу a todos
con un mes de cocina. - El cuerpo
humano es una cosa maravillosa - dijo un mes mбs tarde Caliente Brown, mientras
estaban sentados alrededor de una mesa en el Club de Tropa, comiendo salchichas
embutidas en plбstico y rellenas de barridos de carretera y bebiendo aguada
cerveza tibia. Caliente Brown era un pastor de thoats de las llanuras, y era
por eso por lo que le llamaban Caliente, ya que todo el mundo sabe lo que hacen
los pastores de thoats con sus thoats. Era alto, delgado y de arqueadas
piernas, y tenнa la piel quemada hasta el color del cuero antiguo. Pero era un
gran pensador, porque la ъnica rosa que tenнa en gran cantidad era tiempo para
pensar. Podнa albergar un pensamiento durante dнas, hasta semanas, antes de
mencionarlo en voz alta, y mientras lo pensaba nada podнa molestarle. Hasta
dejaba que lo llamaran Caliente sin protestar, mientras que si se lo llamas a
cualquier otro soldado te partirб la cara. Bill y Ansioso y los demбs soldados
del pelotуn que se hallaban alrededor de la mesa aplaudieron y gritaron, como
hacнan siempre cuando Caliente decнa algo. - ЎDi algo mбs,
Caliente! - ЎHablas...
pensй que estabas muerto! - ЎSigue...!
їPor quй es el cuerpo algo maravilloso? Esperaron en
expectante silencio, mientras Caliente conseguнa romper un pedazo de su
salchicha y, tras un inefectivo masticar, lo tragaba con un esfuerzo que
constelaba sus ojos de lбgrimas. Amenguу el dolor con un trago de cerveza y
hablу: - El cuerpo
humano es algo maravilloso porque, si no muere, vive. Esperaron a por
mбs, hasta que se dieron cuenta de que habнa terminado y entonces mugieron. - Muchacho,
eres un calenturiento. - Presйntate
para la escuela de suboficiales. - Sн, pero...
їquй es lo que eso significa? Bill sabнa lo
que significaba, pero no lo dijo. Tan solo habнa en el pelotуn la mitad de
hombres de los que habнa en el primer dнa. Uno habнa sido transferido, pero
todos los demбs estaban en el hospital, o en el manicomio, o habнan sido
licenciados por conveniencia del gobierno ya que estaban demasiado tullidos
para el servicio activo. O muertos. Los supervivientes, tras perder cada gramo
de peso que no fuera hueso o los esenciales tejidos de conexiуn, habнan
recuperado el peso perdido en forma de mъsculos, y estaban ahora totalmente
adaptados a los rigores del Campo Leуn Trotsky, aunque seguнan odiбndolo. Bill
se maravillaba de la eficiencia del sistema. Los civiles tenнan que preocuparse
de exбmenes, escalafones, planes de retiro, ascensos, y un millar de otros
factores que limitaban su eficiencia como trabajadores. ЎPero quй fбcilmente lo
solucionaban los militares! Simplemente mataban a los mбs dйbiles y usaban a
los supervivientes. Respetaba al sistema, aunque seguнa odiбndolo. - їSabйis lo
que necesito? - dijo Horroroso Ugglesway - Necesito una mujer. - No digas
obscenidades - dijo rбpidamente Bill, al que habнan educado tal y como debнa
ser. - ЎNo estoy
diciendo obscenidades! - gimoteу Horroroso -. No es como si dijera: Quiero
reengancharme, o pienso que Deseomortal es humano, ni nada de eso. Tan solo he
dicho que necesito una mujer. їAcaso no la necesitamos todos? - Yo necesito
un trago - dijo Caliente Brown, mientras daba un largo sorbo a su vaso de
cerveza deshidratada y reconstruida, se estremecнa, y la escupнa entre sus
dientes en un largo chorro hasta el concreto, de donde se evaporу
inmediatamente. - Afirmativo,
afirmativo - aceptу Horroroso, agitando su cara llena de granos arriba y abajo
-. Necesito una mujer y un trago. - Su gemido se hizo casi suplicante -.
Despuйs de todo, їquй otra cosa puede desear un soldado ademбs de licenciarse? Pensaron acerca
de ello durante largo rato, pero no pudieron hallar ninguna otra cosa que deseasen
realmente. Ansioso Beager sacу la cabeza de debajo de la mesa, donde estaba
escondido limpiando una bota, y dijo que deseaba mбs crema, pero lo ignoraron.
Hasta el mismo Bill, ahora que empleaba su mente en ello, no podнa pensar en
nada que desease realmente fuera de ese par de cosas inextricablemente unidas.
Tratу de pensar concentradamente en cualquier otra cosa, ya que tenнa vagas
memorias de haber deseado algo mбs cuando habнa sido civil, pero nada le vino a
la mente. - Je, je, tan
solo faltan siete semanas para que nos den nuestro primer pase - dijo Ansioso
bajo la mesa. Y entonces chillу cuando todos lo patearon a un tiempo. Pero por lento
que se arrastrase el tiempo subjetivo, los calendarios objetivos seguнan
operando, y las siete semanas pasaron y se eliminaron a sн mismas una tras
otra. Atareadas semanas repletas de todos los cursos esenciales de
entrenamiento de reclutas: prбcticas con la bayoneta, entrenamiento con armas
ligeras, inspecciуn de armas cortas, esberizamiento, charlas de orientaciуn,
movimientos con armas, cantos comunales, y los Artнculos del Cуdigo de Guerra.
Estos ъltimos eran leнdos con aterradora regularidad dos veces por semana, y
eran una absoluta tortura a causa de la intensa somnolencia que ocasionaban. Al
primer zumbido de la gastada voz monуtona de la grabadora, las cabezas
comenzaban a inclinarse. Pero cada asiento del auditorio estaba conectado a un
encefalуgrafo que registraba las ondas cerebrales del soldado. Tan pronto como
la curva de la onda Alfa indicaba la transiciуn de la conciencia a la
somnolencia, una poderosa descarga de electricidad era disparada contra los
adormecidos fondillos, despertando dolorosamente a su propietario. El hъmedo
auditorio era una mal iluminada cбmara de torturas, repleta de la ronroneante
voz aburrida, interrumpida por los agudos chillidos de los electrificados, el
mar de los cabeceantes soldados, punteado aquн y allб por figuras saltando
dolorosamente. Nadie escuchaba
nunca las terribles ejecuciones y sentencias de los Artнculos para los mбs
inocentes crнmenes. Todo el mundo sabнa que habнa abandonado sus derechos
humanos al alistarse, y el recordatorio de todo lo que habнan perdido no les
interesaba en lo mбs mнnimo. Lo que realmente les interesaba era contar las
horas hasta el momento en que recibirнan su primer pase. El ritual por el que
esta recompensa era reticentemente entregada era humillante en forma poco
comъn, pero ya se esperaban eso y, simplemente, bajaban la vista y seguнan en
la fila, dispuestos a sacrificar cualquier migaja que aъn les restase de su
autorespeto a cambio del arrugado trozo de plбstico. Terminado el rito, habнa
carreras hasta el tren monorraнl cuya vнa colgaba de los pilares cargados
elйctricamente, corriendo por encima de las alambradas de diez metros de alto,
cruzando los terrenos de arenas movedizas y llegando hasta la pequeсa ciudad
agrнcola de Leyville. Al menos habнa
sido una ciudad agrнcola antes de que se edificase el Campo Leуn Trotsky, y
esporбdicamente, en las horas en que los soldados no estaban de paseo, seguнa
su tradicional inclinaciуn agrнcola. El resto del tiempo se cerraban los
almacenes de grano y alimentos, y se abrнan los bares y prostнbulos. Muchas
veces los mismos edificios eran utilizados para ambas misiones. Se bajaba una
palanca cuando descendнa en la estaciуn el primero de los soldados, y los
depуsitos de grano se convertнan en camas, las dependientas en prostitutas, y
los cajeros mantenнan su funciуn, aunque los precios subнan, mientras los
mostradores eran llenados de vasos para servir como bares. Fue en uno de estos
establecimientos, un salуn de pompas fъnebres transformado en bar, en donde
entraron Bill y sus amigos. - їQuй serб,
muchachos? - les dijo el propietario del Bar y Grill del Descanso Final. - Un doble de
lнquido embalsamador - le dijo Caliente Brown. - Sin bromas -
dijo el dueсo, mientras su sonrisa se desvanecнa por un segundo, tomando una
botella en la que el brillante letrero VERDADERO WHISKY habнa sido engomado
sobre el grabado en el cristal LНQUIDO EMBALSAMADOR -. Si hay problemas,
llamarй a los PM. - La sonrisa regresу cuando el dinero cayу sobre el mostrador
-. Decidme quй veneno querйis, caballeros. Se sentaron
alrededor de una larga y estrecha mesa tan gruesa como ancha, con asas de
bronce a ambos lados, y dejaron que el bendito descanso del alcohol etнlico se
abriera camino por entre el polvo que llenaba sus gargantas. - Nunca bebн
antes de entrar en el ejйrcito - dijo Bill, tragбndose cuatro dedos completos
del Viejo Matarriсones y poniendo el vaso para que le sirvieran mбs. - Nunca tuviste
necesidad - le dijo Horroroso, sirviйndole. - Seguro que no
- afirmу Caliente Brown, paladeando con gusto y llevбndose de nuevo una botella
a los labios. - Je, je - riу
Ansioso Beager, sorbiendo dubitativo el borde de su vaso -. Sabe como un tinte
hecho con azъcar, serrнn, diversos йsteres y cierto nъmero de alcoholes
nocivos. - Bebe - dijo
Caliente incoherentemente, sin apartar los labios del gollete de la botella -.
Todo eso es bueno para tu salud. - Ahora quiero
una mujer - dijo Horroroso; y se produjo una carrera, y todos se apretujaron en
la puerta tratando de salir al mismo tiempo, hasta que alguien gritу: ЎMirad!,
y se giraron para ver a Ansioso aъn sentado ante la mesa. - ЎMujeres! -
dijo Horroroso entusiбsticamente, con el tono de voz en que uno dice: ЎComida!
cuando llama a un perro. El grupo de hombres se agitу en la puerta y golpeу con
los pies. Ansioso no se moviу. - Je, je...
Creo que me quedarй aquн - dijo, con su sonrisa tan simple como siempre -. Pero
vosotros podйis ir. - їNo te
sientes bien, Ansioso? - Me siento
bien. - їAcaso no has
llegado a tu pubertad? - Je, je... - їQuй es lo
que vas a hacer aquн? Ansioso buscу
debajo de la mesa un macuto. Lo abriу para mostrarles que estaba repleto de
grandes botas pъrpuras. - Pensй ponerme
al dнa con mi limpieza. Caminaron
lentamente por la acera de madera, silenciosos por el momento. - Me pregunto
si hay algo que no funciona en Ansioso - dijo Bill, pero nadie le respondiу.
Estaban mirando a lo largo de la calle, a un cartel brillantemente iluminado
que emitнa un atractivo resplandor. EL DESCANSO DEL
ESPACIONAUTA, decнa, STRIP-TEASE CONTINUO y LAS MEJORES BEBIDAS, y aъn mejor
HABITACIONES PRIVADAS PARA LOS INVITADOS Y SUS AMIGOS. Caminaron mбs de prisa.
La fachada del Descanso del Espacionauta estaba cubierta por escaparates a
prueba de golpes llenos de fotos tridimensionales de las artistas completamente
vestidas (triangulito y dos estrellas), y mбs allб otras de las mismas desnudas
(sin triangulito y con las estrellas caнdas). Bill hizo acallar los rбpidos
jadeos seсalando a un pequeсo rуtulo casi perdido entre el tumescente tesoro de
glбndulas mamarias. SOLO PARA
OFICIALES, decнa. - Largo -
chirriу un PM, empujбndolos con su porra electrуnica. Se arrastraron
alejбndose. El siguiente
establecimiento admitнa a hombres de todas las clases sociales, pero la entrada
era de setenta y siete crйditos, mбs de lo que tenнan entre todos ellos.
Despuйs de esto, los SOLO PARA OFICIALES comenzaban de nuevo, hasta que
terminaba el pavimento y todas las luces estaban tras ellos. - їQuй es eso?
- preguntу Horroroso al oнr el sonido de voces murmurando desde una cercana
calle oscura; y mirando de cerca pudieron ver una lнnea de soldados que se
extendнa hasta perderse de vista en una distante esquina -. їQuй es esto? - le
preguntу al ъltimo de la cola. - La casa de
las fulanas de los soldados. Y no trates de colarte, chaval. A la cola, a la
cola. Se unieron a
ella instantбneamente, y Bill quedу el ъltimo, pero no por mucho rato. Fueron
avanzando lentamente, y otros soldados aparecieron y formaron cola tras ellos.
La noche era frнa, y tomу muchos tragos revitalizadores de su botella. Se oнan
pocas conversaciones, y hasta estas morнan al irse aproximando a la puerta
iluminada con luz roja. Se abrнa y cerraba a intervalos regulares, y uno a uno
los amigos de Bill se introdujeron. Entonces llegу su turno, y la puerta empezу
a abrirse, y йl comenzу a adelantarse, y las sirenas comenzaron a chillar, y un
enorme PM de gruesa tripa saltу entre Bill y la puerta. - Llamada de
emergencia. ЎDe vuelta a la base! - ladrу. Bill aullу un
estrangulado gruсido de frustraciуn, y saltу hacia adelante. Pero un golpecito
de la porra electrуnica lo volviу con los demбs. Se lo llevaron medio atontado
entre la masa de cuerpos, mientras las sirenas gemнan, y la aurora artificial
en el cielo formaba las palabras: ЎA LAS ARMAS! en letras llameantes de dos
centenares de kilуmetros de largo cada una. Alguien extendiу una mano,
sosteniendo a Bill cuando comenzaba a caer bajo las botas pъrpura. Era su
compaсero, Horroroso, que mostraba una sonrisa de satisfacciуn, y por ello lo
odiу y tratу de golpearle. Pero antes de que pudiera alzar el puсo se vieron
introducidos en el vagуn del monorraнl, lanzados a travйs de la noche y escupidos
de vuelta en el Campo Leуn Trotsky. Olvidу su irritaciуn cuando las engarfiadas
pezuсas de Deseomortal Drang lo arrancaron de la multitud. - Empaquen los
macutos - carraspeo -. Van a partir. - No pueden
hacernos eso... No hemos terminado nuestro entrenamiento. - Pueden hacer
lo que quieran, y normalmente lo hacen. Se acaba de combatir una gloriosa
batalla espacial hasta su victoriosa conclusiуn. Y han habido cuatro millones
de bajas, con una aproximaciуn de algunos centenares de miles. Se necesitan reemplazos,
y esos sois vosotros. Preparaos para embarcar en los transportes
inmediatamente, o antes. - No podemos...
ЎNo tenemos equipo espacial! La intendencia... - Todo el
personal de intendencia ya ha sido embarcado. - La comida... - Los cocineros
y los pinches ya estбn en el espacio. Esta es una emergencia. Todo el personal
no esencial estб siendo enviado. Probablemente a su muerte - se acariciу un
colmillo, y los inundу con una horrible sonrisa -. Mientras, yo permanecerй
aquн, en tranquila seguridad, para entrenar a vuestros reemplazos. El tubo de
llegada hizo un sonido apagado y, mientras abrнa la cбpsula del mensaje y leнa
su contenido, su sonrisa se hizo lentamente pedazos. - Me embarcan
tambiйn a mн - dijo con voz hueca. TRES 86.672.890
reclutas habнan sido ya embarcados para el espacio desde el Campo Leуn Trotsky,
asн que el proceso era automбtico y funcionaba perfectamente, aunque esta vez
se estaba devorando a sн mismo, como una serpiente que se traga su propia cola.
Bill y sus compaсeros fueron el ъltimo grupo de reclutas enviado, y la
serpiente comenzу a digerirse a sн misma justo tras ellos. Apenas se les hubo
arrebatado su naciente barba y los hubieron despiojado en el despiojador
ultrasуnico, los barberos se lanzaron unos contra otros y en un amasijo de
brazos, rizos de pelo, trozos de bigote, pedazos de carne y gotas de sangre, se
afeitaron y cortaron el pelo unos a otros, y luego arrastraron al operador tras
ellos en la cбmara ultrasуnica. Los enfermeros se inocularon a sн mismos
inyecciones contra la fiebre de los cohetes y los constipados espaciales, los
oficinistas se hicieron a sн mismos libretas de paga y los cargadores se
empujaron a patadas unos a otros por las rampas que subнan hasta los
transbordadores. Los cohetes ardнan, dejando columnas de fuego como lenguas
escarlatas que lamieran las torres de lanzamiento, quemando las rampas en un
bello espectбculo pirotйcnico ya que los operadores de las rampas tambiйn
estaban a bordo. Las naves rugieron y produjeron ecos en el cielo de la noche,
dejando al Campo Leуn Trotsky convertido en una silenciosa ciudad fantasma en
la que pedazos de уrdenes del dнa y listas de castigo se agitaban y volaban
desde los tablones de anuncios, bailando a travйs de las abandonadas calles
para chocar finalmente contra las ruidosas y encendidas ventanas del Club de
Oficiales, en el que se estaba desarrollando una fenomenal borrachera, aunque
hubiera muchas quejas puesto que los oficiales tenнan que servirse a sн mismos. Arriba y arriba
subieron los transbordadores, hacia la gran flota de naves del espacio profundo
que oscurecнa las estrellas de encima, una nueva flota, la mбs poderosa que la
galaxia hubiera visto jamбs, de hecho tan nueva que las naves estaban aъn
siendo construidas. Los sopletes brillaban en cegadores puntos de luz, mientras
los ribetes al rojo describнan sus trayectorias planas por el espacio hasta los
cestos que los esperaban. Los puntos de luz morнan a medida que los monstruos
de los mares espaciales eran completados, y se oнan apagados chillidos en la
longitud de onda de las radios de los trajes espaciales cuando los obreros, en
lugar de ser devueltos a los astilleros, eran forzosamente reclutados al
servicio de la nave que acababan de construir. Esto era una guerra total. Bill
se tambaleу a lo largo del cimbreante tubo de plбstico que conectaba el
transbordador a un acorazado espacial, y dejу caer sus macutos frente a un
suboficial que se sentaba tras un escritorio en la compuerta, del tamaсo de un
hangar. O tratу de dejarlos caer, puesto que al no haber gravedad los macutos
se quedaron en medio del aire, y cuando los empujу fue йl quien se elevу.
(Puesto que un cuerpo, cuando estб cayendo libremente, se dice que estб en
caнda libre, y cualquier cosa con peso no tiene peso, y por cada acciуn hay una
igual pero opuesta reacciуn, o algo asн) El suboficial mirу hacia arriba,
farfullу, y tirу de Bill, bajбndolo a cubierta. - No tolerarй
ninguno de esos trucos de novato espacial, soldado. їNombre? - Bill, con
elle. - Bil - murmurу
el suboficial, chupando el plumнn de su estilogrбfica. Y luego escribiу el
nombre en la lista de embarque con grandes letras de analfabeto -. La elle es
tan solo para los oficiales, chalado... a ver si lo aprendes. їCuбl es tu
clasificaciуn? - Recluta, sin
cualificar, sin entrenar, con mareo espacial. - Bueno, no
vomites aquн. Para eso tienes tu recinto. Ahora eres un especialista en
fusibles de sexta clase, sin cualificar. Quedas asignado al compartimiento 34
J-89T-001. Muйvete, y mantйn ese saco de patatas sobre tu cabeza No bien hubo
encontrado Bill su compartimiento y lanzado los macutos sobre una litera, en
donde flotaron a quince centнmetros por encima de la colchoneta rellena de
rocas, cuando Ansioso Beager entrу, seguido de Caliente Brown y una multitud de
extraсos, algunos de los cuales llevaban sopletes y expresiones de irritaciуn. - їDуnde estб
Horroroso y el resto del pelotуn? - preguntу Bill. Caliente se
alzу de hombros y se atу a una litera para echar un sueсecito. Ansioso abriу
una de las seis bolsas que siempre llevaba encima y sacу algunas botas para
limpiar. - їEstбis
salvados? - una voz profunda, vibrante de emociуn, sonу en el otro extremo del
compartimiento. Bill mirу hacia allн, asombrado, y el enorme soldado que se
encontraba allн apercibiу el movimiento y apuntу hacia йl un inmenso dedo -.
Tъ, hermano, їestбs salvado? - Eso es
bastante difнcil de decir - murmurу Bill, inclinбndose y rebuscando en su
macuto, esperando a que el hombre se largase. Pero no lo hizo. En realidad, se
acercу y se sentу en la litera de Bill. Bill tratу de ignorarlo, pero esto era
difнcil, porque el soldado tenнa mбs de un metro ochenta de altura, era
musculoso y tenнa una mandнbula de acero. Gozaba de una negra piel purpъrea que
le hizo sentir un poco de envidia a Bill, ya que la suya tan solo era de un
gris rosбceo. Como el uniforme de a bordo del soldado tenнa casi la misma
tonalidad de negro, parecнa de una sola pieza, lo cual era muy efectivo con su
abierta sonrisa y su aguda mirada. - Bienvenido a bordo del Fanny Girl - dijo, y
con un amistoso apretуn de manos desencajу la mayor parte de los huesos de los
nudillos de Bill -, esta vieja nave de la flota comisionada hace casi una
semana. Yo soy el reverendo especialista en fusibles de sexta clase Tembo, y
veo por el grabado de tu macuto que te llamas Bill, y como somos compaсeros,
por favor, Bill, llбmame Tembo. Y, їcuбl es la condiciуn de tu alma? - No he tenido
muchas oportunidades de pensar en eso ъltimamente... - Pienso que
no, puesto que vienes del entrenamiento de reclutas, y el atender a una capilla
durante ese entrenamiento se castiga con una corte marcial. Pero todo eso ya
pasу, y ahora puedes ser salvado. їPuedo preguntarte si eres de la fe...? - Mi familia
eran Zoroastrianos Fundamentalistas, asн que supongo que... - Supersticiones,
muchacho. Vulgares supersticiones. Ha sido la mano del destino la que nos ha
reunido en esta nave, para que tu alma tenga esta oportunidad de ser salvada
del oscuro abismo. їHas oнdo hablar de la Tierra? - Me gustan las
comidas sencillas... - Es un
planeta, muchacho: la cuna de la raza humana. El hogar del que todos venimos,
їcomprendes? Un mundo verde y hermoso, una joya en el espacio. Tembo habнa sacado un pequeсo proyector de su
bolsillo mientras hablaba, y una imagen multicolor apareciу en la mampara, un
planeta flotando artнsticamente en el vacнo, rodeado de blancas nubes.
Repentinamente, fieros rayos surgieron de las nubes, y todo esto hiriу e hirviу
mientras grandes cicatrices aparecнan el en el planeta de abajo. Del
microscуpico altavoz surgiу dйbil sonido de los truenos -. Pero las guerras
estallaron entre los hijos del hombre, y se golpearon unos a otros con las
energнas atуmicas hasta que la misma Tierra gimiу, y cuando los relбmpagos
finales enorme fue el holocausto se apagaron la muerte reinaba en el norte, la
muerte reinaba en el oeste, la muerte reinaba en el este, muerte, muerte,
muerte. - їTe das
cuenta de lo que eso significa? - la voz de Tembo era elocuente en su
sentimiento, y quedу suspendida por un instante a medio vuelo, esperando la
respuesta a su pregunta catequista. - No estoy
seguro - dijo Bill, rebuscando sin objetivo en su macuto -. Yo vengo de
Phigerinadon II, es un sitio tranquilo... - ЎLa muerte no
reinaba en el Sur! Y їpor quй fue salvado el Sur?, te preguntarбs. Y la
respuesta es: porque fue deseo de Samedi que todos los falsos profetas y las
falsas religiones y los falsos dioses fueran borrados del rostro de la Tierra
de forma que tan solo quedase la verdadera fe. La Primera Iglesia Reformada
Vudъ... Sonу el crбneo
humano de tal generala, una aullante alarma calculada para producir una
frecuencia resonante en se hallara en forma que el hueso vibrase como si la
cabeza el interior de una tremenda campana, y los ojos se desenfocasen con cada
sonido. Hubo un correteo hacia el corredor, en donde el horrible sonido no era
tan intenso y en donde los suboficiales estaban esperando para llevarlos a sus
puestos. Bill siguiу a Ansioso Beager, subiendo por una aceitosa escalera hasta
llegar a la compuerta en el piso de la sala de fusibles. Grandes hileras de
fusibles se extendнan por todos lados, mientras de la parte superior de las
hileras surgнan cables del grosor de un brazo que subнan hasta el techo y
desaparecнan en йl. Frente a las hileras, regularmente espaciados, se veнan
unos agujeros redondos de mбs de un palmo de diбmetro. - Mis frases
iniciales serбn breves: si alguno de vosotros me crea problemas, yo
personalmente lo tirarй de cabeza por el mбs cercano conducto de fusibles - un
grasiento нndice apuntу a uno de los agujeros del piso, y reconocieron la voz
de su nuevo dueсo. Era mбs bajo y mбs ancho y mбs grueso de tripa que
Deseomortal, pero existнa una semejanza genйrica que era inconfundible -. Soy
el especialista en fusibles de primera clase Bilis. Os cogerй a vosotros,
repugnantes y los echarй por el conducto de fusibles mбs cercano. Esta es una
especialidad altamente especializada y eficientemente tйcnica, que usualmente
se tarda un aсo en enseсar a un hombre inteligente, pero esto es la guerra, asн
que vais a aprenderlo a hacerlo ahora, o de lo contrario... Os harй una
demostraciуn. Tembo, al frente y al centro. Toma el tablero 19J-9, estб fuera
de circuito ahora. Tembo golpeу
los tacones y se colocу en rнgido firmes frente al tablero. Extendiйndose a
ambos lados de йl, se hallaban los fusibles, cilindros de cerбmica blanca
recubiertos en ambas extremidades por metal. Cada uno de un palmo de diбmetro,
un metro y medio de alto, y pesando treinta y cinco kilos. Habнa una banda roja
rodeando el centro de cada fusible. El primera clase Bilis golpeу una de esas
bandas. - Cada fusible
tiene una de estas bandas rojas que se llama una banda de fusibles y es de
color rojo. Cuando el fusible se quema, esta banda se vuelve negra. No espero
que os acordйis de todo eso ahora, pero estб en vuestro manual, y os lo vais a
saber al pie de la letra antes de que haya acabado con vosotros, o de lo
contrario... Ahora os demostrarй lo que pasarб cuando se queme un fusible.
Tembo: Ўese es un fusible fundido! ЎAr! - ЎUggg! -
chillу Tembo, y saltу sobre el fusible y lo cogiу con ambas manos -. ЎUggg! -
dijo de nuevo, y lo arrancу de los bornes. Y de nuevo -: ЎUggg! - cuando lo
dejу caer por el conducto de fusibles. Entonces, aъn ugggeando, sacу un fusible
nuevo de las hileras de almacenamiento y lo colocу en su lugar, y con un uggg
final se puso de nuevo firmes. - Y asн es como
se hace: por tiempos, en la forma militar. Y lo vais a aprender, o de lo
contrario... - sonу un apagado zumbido, atravesando el aire como un eructo mal
contenido -. Eso es la llamada a rancho, asн que os dejarй que vayбis, y
mientras estйis comiendo pensad en todo lo que vais a tener que aprender.
ЎRompan filas! Otros soldados
iban ya por el corredor, y los siguieron a las entraсas de la nave. - Je, je...
їCreйis que la comida serб algo mejor que la del campamento? - preguntу
Ansioso, lamiйndose excitadamente los labios. - Es
completamente imposible que sea peor - dijo Bill, cuando se unieron a una cola
que llegaba hasta una puerta marcada Comedor Consolidado Nє 2 -. Cualquier
cambio serб para mejorar. Despuйs de todo... їno somos ahora soldados en
campaсa? Tenemos que estar bien alimentados para el combate, segъn dice el
manual. La cola se
moviу hacia adelante con una dolorosa lentitud, pero en menos de una hora se
hallaron en la puerta. Tras ella, un cansado soldado de cocina vestido con un
mono grasiento y manchado de jabуn le entregу a Bill una jarra de plбstico
amarillo de un cajуn situado frente a йl. Bill siguiу hacia adelante, y cuando
el soldado frente a йl se apartу se encontrу con una pared desnuda de la que
emergнa un ъnico grifo sin llave. Un grueso cocinero que se hallaba junto a йl,
vistiendo un enorme gorro blanco de cocinero y una camiseta sucia, le indicу
que se adelantase con la cuchara sopera que llevaba en la mano. - Vamo', vamo',
їno ha com'нo nunca? 'A jarra bajo e' grifo, 'a chapa en e' bujero, Ўvenga ya! Bill puso la
jarra tal y como se lo habнa ordenado, y se fijу en una delgada ranura en la
pared metбlica, justamente a la altura de la vista. Su placa de identificaciуn
le colgaba del cuello, y la introdujo en la ranura. Algo hizo bzzz, y un
delgado chorro de fluido amarillento saliу a borbotones, llenando a medias el
recipiente. - ЎEl
siguiente! - chillу el cocinero. Y empujу a Bill, para que Ansioso pudiera
tomar su lugar. - їQuй es esto?
- preguntу Bill, contemplando la jarra. - їQuй й' й'to?
- se irritу el cocinero, poniйndose de un brillante color rojo ЎE'to й' tu
com'нa, so idiota! E'to й' un agua absolutamente quнmicamente pura, en la que
й'tan disue'to 18 aminoбcido', 16 vitamina', 11 sale' minerale', u' ester бcido
y glucosa, їQuй otra cosa e'peraba'? - їComida...? -
dijo esperanzado Bill; y entonces lo vio todo rojo, cuando la cuchara sopera le
golpeу la cabeza -. їPodrнan dбrmela sin el ester бcido? - preguntу
confiadamente, pero lo empujaron de vuelta al corredor, en donde se le uniу
Ansioso. - Je, je - dijo
Ansioso -, esto tiene todos los elementos nutritivos necesarios para mantener
indefinidamente la vida. їNo es maravilloso? Bill sorbiу su
jarra y luego suspirу trйmulamente. - Mira esto -
le dijo Tembo; y cuando Bill se dio la vuelta una imagen proyectada apareciу en
la pared del corredor. Mostraba un firmamento con nubes sobre las que parecнan
flotar pequeсas figuras -. El infierno te espera, muchacho, a menos que seas
salvado. Da la espalda a tus creencias supersticiosas y acуgete en la Primera
Iglesia Vudъ Reformada, que te abre los brazos; entra en su seno, y hallarбs tu
lugar en el cielo a la diestra de Samedi. Estarбs allн sentado con Mondonguй y
Bakalъ y Zandor, que saldrбn a recibirte. La escena
proyectada cambiу, las nubes se acercaron, mientras del pequeсo altavoz surgнa
el dйbil sonido de un coro celestial con acompaсamiento de tambores. Ahora las
figuras podнan ser vistas claramente, todas ellas de piel muy negra y tъnicas
blancas, de cuya espalda surgнan grandes alas negras. Se sonreнan y saludaban
unas a otras cuando se cruzaban sus nubes, mientras cantaban entusiбsticamente
y golpeaban los pequeсos tam-tams que llevaba cada una. Era una hermosa escena,
y los ojos de Bill se nublaron un tanto. - ЎAtenciуn! La aullante
tonalidad produjo ecos en las paredes, y los soldados echaron atrбs los
hombros, juntaron los tacones y miraron al frente. El coro celestial se
desvaneciу cuando Tembo volviу a meterse el proyector en el bolsillo. - Descansen -
ordenу el primera clase Bilis, y al girarse lo vieron guiando a dos PM con
pistolas empuсadas que actuaban como guardaespaldas de un oficial. Bill sabнa
que era un oficial porque habнan tenido un curso de Identificaciуn de
Oficiales, ademбs de porque en la parel de la letrina habнa un cartel titulado
CONOCE A TUS OFICIALES, y habнa tenido larga oportunidad de estudiarlo durante
un inicio de epidemia de amebiasis. Su mandнbula cayу cuando el oficial se
acercу lo bastante como para poderlo tocar, y se detuvo frente a Tembo. - Especialista
en fusibles de sexta clase Tembo, tengo buenas noticias para usted. En dos
semanas se termina su perнodo de siete aсos de alistamiento y, dado su
excelente comportamiento, el capitбn Zekial ha autorizado que le doblemos la
paga de despedida, un licenciamiento honorable con banda de mъsica, y el
transporte gratuito de regreso a la Tierra. Tembo, relajado
y firme, mirу hacia abajo, al diminuto teniente del bigotito rubio que se
encontraba frente a йl. - Eso serб
imposible, seсor. - ЎImposible! -
chirriу el teniente, balanceбndose sobre sus botas de tacуn alto -. ЎїQuiйn es
usted para decirme a mн lo que es imposible...?! - No soy yo,
seсor - le respondiу Tembo con la mayor calma -. La regla 13-9A, pбrrafo 45,
pбgina 8923, volumen 43, de las Reglas, Regulaciones y Artнculos de Guerra.
Ningъn soldado u oficial serб licenciado, a menos que lo sea con deshonor,
comportando sentencia de muerte, de una nave, puesto, base, campo, buque,
avanzadilla o campo de trabajo, en tiempo de emergencia... - їEs usted un
leguleyo, Tembo? - No, seсor.
Soy un leal soldado, seсor. Tan solo quiero cumplir con mi deber, seсor. - Hay algo muy
raro en usted, Tembo. Vi en su ficha que se alistу voluntariamente, sin
necesidad de que usaran drogas y/o hipnotismo. Ahora, rehъsa ser licenciado.
Eso es malo, Tembo, muy malo. Le da a usted un mal nombre. Le hace aparecer
como sospechoso. Le hace aparecer como espнa o algo similar. - Soy un leal
soldado del Emperador, seсor, y no un espнa. - No es ningъn
espнa, Tembo, ya hemos estudiado eso concienzudamente. Pero їpor quй estб en el
ejйrcito, Tembo? - Para ser un
leal soldado del Emperador, seсor, y para hacer todo lo que pueda en la
difusiуn de la fe. їEstб usted salvado, seсor? - ЎVigile su
lengua, soldado, o se meterб en lнos! Sн, conocemos esta historia, reverendo.
Pero no nos la creemos. Es usted muy astuto, pero ya lo averiguaremos... - se
marchу, murmurando para sн mismo, y todos se pusieron firmes hasta que hubo
desaparecido. Los otros soldados miraron a Tembo en forma extraсa, y no se
sintieron confortables hasta que tambiйn se hubo ido. Bill y Ansioso regresaron
lentamente a su camarote. - ЎSe negу a
aceptar que lo licenciaran...! - murmurу asombrado Bill. - Je, je - dijo
Ansioso -. Tal vez estй loco. No se me ocurre otra explicaciуn. - Nadie puede
estar tan loco - y luego -: Me pregunto que habrб aquн dentro - seсalando una
puerta con un gran cartel que decнa PROHIBIDA LA ENTRADA AL PERSONAL NO AUTORIZADO. - Je, je... No
sй... їNo serб comida? Se introdujeron
inmediatamente y cerraron la puerta tras ellos. Pero no habнa comida allн. En
lugar de ello, se hallaron en una amplia cбmara con una pared curvada, mientras
que, pegados a esta pared, se veнan complicados aparatos con medidores,
esferas, controles, palancas, conmutadores, una pantalla visora y un tubo de
escape. Bill se inclinу y leyу la placa del aparato mбs cercano: - Caсуn atуmico
tipo IV. ЎY fнjate que tamaсo tienen! Esta debe ser la baterнa principal de la
nave. - Se dio la vuelta y vio que Ansioso estaba con el brazo levantado, de
forma que su reloj de muсeca apuntaba a los caсones, y estaba apretando la
corona con el dedo нndice de la otra mano. - їQuй es lo
que estбs haciendo? - le preguntу Bill. - Je, je...
miraba quй hora era. - їCуmo puedes
saber quй hora es si tienes la correa hacia la vista y el reloj en el otro
lado? Se oyeron
pisadas a lo lejos en la larga sala de caсones, y recordaron el letrero de la
puerta. En un instante la habнan atravesado de nuevo, y Bill la cerrу
silenciosamente. Cuando se girу, Ansioso Beager habнa desaparecido, asн que
tuvo que regresar solo al camarote. Ansioso habнa regresado antes y estaba
atareado limpiando las botas de sus compaсeros, y no levantу la vista cuando
entrу Bill. Pero, їquй era
lo que habнa estado haciendo con su reloj? CUATRO Esta pregunta
estuvo molestando a Bill durante todo el tiempo de los dнas de su
entrenamiento, en los que dolorosamente aprendнan su tarea como especialistas
en fusibles. Era un trabajo agotador y tйcnico que necesitaba de toda su
atenciуn, pero en los momentos libres Bill se preocupaba. Se preocupaba cuando
hacнan cola para el rancho, y se preocupaba durante los pocos momentos, cada
noche, entre el instante en el que se apagaban las luces y el pesado descender
del sueсo sobre su fatigado cuerpo. Se preocupaba a cada momento que tenнa, y
perdнa peso. Perdнa peso no
porque se estuviera preocupando, sino por la misma razуn por la que todos
estaban perdiendo peso: la comida de la nave. Estaba estudiada para mantener la
vida, y esto lo hacнa. Pero nunca se habнa dicho quй tipo de vida iba a ser.
Era una vida aburrida, hambrienta, de adelgazamiento. Y, sin embargo, Bill no
se preocupaba por esto. Tenнa un problema mayor y necesitaba ayuda. Tras el
entrenamiento del domingo, a finales de su segunda semana, se quedу para hablar
con el primera clase Bilis en vez de unirse a los demбs en su trastabillante
carrera hacia el comedor. - Tengo un
problema, seсor... - No eres el
ъnico, pero una sola inyecciуn te lo curarб, y nadie puede decir que es un
hombre hasta que no lo ha pasado. - No es ese
tipo de problema. Me gustarнa... ver... al capellбn... Bilis se quedу
pбlido y se derrumbу contra la pared. - Ahora ya lo
he oнdo todo - dijo dйbilmente -. Vete a comer y, si tъ no lo cuentas, yo
tampoco dirй nada. - Lamento esto,
primera clase Bilis - dijo Bill enrojeciendo -, pero no puedo evitarlo. No es
culpa mнa el tener que verlo. Le podrнa haber pasado a cualquiera... - su voz
muriу, y se quedу mirando a sus pies, mientras frotaba una bota contra la otra.
El silencio prosiguiу hasta que finalmente hablу Bilis, pero toda la
camaraderнa habнa desaparecido de su voz. - De acuerdo,
soldado... Si es asн como lo quiere. Pero espero que el resto de los muchachos
no se enteren. No vaya a rancho y hбgalo ahora: aquн tiene un pase - garabateу
algo en un trozo de papel, y luego lo tirу con repugnancia al suelo, dбndose la
vuelta y marchбndose mientras Bill se inclinaba humildemente para recogerlo. Bill pasу a lo
largo de compuertas de salto, de corredores, a lo largo de pasarelas, y subiу
escaleras. En el directorio de la nave, el capellбn estaba marcado con el
compartimiento 362-B de la cubierta 89, y finalmente Bill la encontrу: una
puerta metбlica vulgar, ribeteada. Alzу la mano para golpear, mientras el sudor
manaba en grandes gotas de su rostro y su garganta estaba seca. Sus nudillos
sonaron huecos en el panel, y tras un perнodo interminable se oyу una voz
apagada del otro lado: - Vale, vale...
Tira adentro... Estб abierto. Bill entrу, y
se puso firme de un salto cuando vio al oficial que se hallaba tras el
solitario escritorio que casi llenaba la pequeсa habitaciуn. El oficial, un
cuarto teniente, aunque era joven, estaba quedбndose rбpidamente calvo. Se
veнan ojeras bajo sus ojos, y necesitaba afeitarse. Su corbata estaba mal
anudada y muy arrugada. Continuу rebuscando entre los montones de papeles que
llenaban el escritorio, tomбndolos, cambiбndolos de montуn, apuntando cosas en
algunos y echando otros a una atiborrada cubeta. Cuando moviу uno de los
montones, Bill vio un rуtulo sobre la mesa que decнa OFICIAL DE LAVANDERНA. - Excъseme,
seсor - dijo -, pero me he equivocado de oficina. Estoy buscando al capellбn. - Esta es la
oficina del capellбn, pero no entra de guardia hasta las 1300 horas, que es,
como cualquiera puede saber, aъn tan estъpido como parece ser usted, dentro de
quince minutos. - Gracias,
seсor. Volverй... - Bill se deslizу hacia la puerta. - Se quedarб y
trabajarб - el oficial alzу unos ojos sanguinolentos y cloqueу malйvolamente -.
Lo he cogido. Puede separar los informes sobre los paсuelos. He perdido
seiscientos y tal vez estйn por ahн. їSe cree que es fбcil ser un oficial de
lavanderнa? - lloriqueo autocompasivamente, y empujу un tambaleante montуn de
papeles hacia Bill, que comenzу a separarlos. Mucho antes de que hubiera
terminado, resonу un zumbador que indicaba el cambio de guardia. - ЎLo sabнa! -
sollozу desesperado el oficial -. Este trabajo no se acaba nunca, se hace peor
y peor. ЎY usted se cree que tiene problemas! - Extendiу una temblorosa mano y
dio la vuelta al rуtulo de la mesa. Por el otro lado decнa CAPELLБN. Entonces
agarrу la corbata y dio un tirуn de ella, llevбndola sobre su hombro derecho.
La corbata estaba unida al cuello, y el cuello estaba colocado sobre
rodamientos a bolas que corrнan suavemente por un carril fijado a su camisa. Se
oyу un suave chirrido mientras el cuello giraba, y entonces la corbata colgу
fuera de la vista a su espalda y su cuello estaba ahora al revйs, viйndose
blanco y liso y frнo al frente. El capellбn
juntу sus dedos frente a йl, bajу la vista y sonriу dulcemente. - їCуmo puedo
ayudarte, hijo? - Pensй que
usted era el oficial de lavanderнa - dijo Bill pasmado. - Lo soy, hijo
mнo, pero esa es tan solo una de las cargas que caen sobre estos hombros. Hay
muy poca necesidad de un capellбn en estos tiempos perturbados, pero mucha de
un oficial de lavanderнa. Hago lo que puedo por ser ъtil - inclinу humildemente
la cabeza. - Pero... їquй es
lo que es usted? їUn capellбn que pasa parte de su tiempo como oficial de
lavanderнa o un oficial de lavanderнa que a ratos es capellбn? - Eso es un
misterio, hijo mнo. Hay algunas cosas que es mejor no conocer. Pero te veo
turbado. їPuedo preguntarte si sigues la fe? - їQuй fe? - ЎEso es lo
que yo te pregunto a ti! - saltу el capellбn, y por un momento se transformу en
el oficial de lavanderнa -. їCуmo puedo ayudarte si no sй de quй religiуn eres? - Zoroastriano
Fundamentalista. El capellбn
tomу una hoja plastificada de un cajуn y pasу el dedo sobre ella. - Z... z... zen... zodomita... zoroastriano fundamentalista reformado. їEs esto? - Sн seсor. - Bien, no
tendremos problemas con esto - dijo -. 21 52 25... - marcу rбpidamente el
nъmero en un disco colocado en su escritorio y luego, con un gesto grandioso y
un brillo evangйlico en la mirada, barriу todos los papeles al suelo. Una
maquinaria oculta zumbу por un momento, una parte del tablero del escritorio se
hundiу, y reapareciу un momento mбs tarde portando una caja de plбstico negro
decorada con toros dorados, rampantes -. Excъsame un momento - dijo el
capellбn, abriendo la caja. Primero
desenrollу un largo trozo de tela blanca en la que estaban bordados los mismos
tonos dorados, colocбndosela al cuello, luego puso un grueso libro forrado en
piel al lado de la caja, y mбs tarde dispuso sobre esta dos toros metбlicos con
los lomos ahuecados. En uno de ellos vertiу agua destilada de un botellуn de
plбstico, y en el otro aceite aromбtico, que encendiу. Bill contemplу aquel
ritual familiar con creciente felicidad. - Es realmente
afortunado - dijo Bill - que tambiйn usted sea zoroastriano. Me hace mбs fбcil
el hablar con usted. - No hay nada
de afortunado en ello, hijo mнo, tan solo una planificaciуn inteligente - el
capellбn lanzу haoma en polvo sobre la llama, y la nariz de Bill se estremeciу
cuando el incienso drogado llenу con su olor la habitaciуn -. Por la gracia de
Ahura Mazdah soy un sacerdote ungido de zoroastro. Por el deseo de Alб un fiel
mohecнn del Islam, gracias a la intervenciуn de Yavhй un rabн circunciso, etc.,
etc. - su benigno rostro se transformу con una mueca salvaje -. Y tambiйn, dado
que hay dйficit de oficiales, soy el maldito oficial de lavanderнa - su rostro
se aclarу de nuevo -. Pero ahora tienes que contarme tu problema... - Bien, no es
fбcil. Tal vez sea una estъpida sospecha por mi parte, pero me preocupa uno de
mis compaсeros. Hay algo extraсo en йl. No estoy seguro de saberme explicar... - Ten
confianza, hijo mнo, y revйlame tus mбs profundos sentimientos sin temor. Lo
que oiga jamбs saldrб de esta habitaciуn, pues he jurado guardar el secreto en
sagrada promesa de mi vocaciуn. Descarga tu conciencia. - Muy amable
por su parte. Realmente, ya me siento mejor. Verб, este amigo mнo siempre ha
sido bastante raro: nos limpia las botas a todos, y se presenta voluntario para
encargarse de las letrinas, y no le gustan las chicas. El capellбn
asintiу beatнficamente y se abanicу algo del incienso hacia su nariz. - No veo nada
en eso que deba preocuparse, parece ser un chico decente. їPues no estб escrito
en el Vendidad que debemos ayudar a nuestros semejantes y tratar de compartir
sus penas y no seguir a las prostitutas por las calles? Bill hizo una
mueca. - Todo esto
estб muy bien para la escuela parroquias, pero no es la forma en que
comportarse en el ejйrcito. De cualquier forma, pensбbamos que estaba loco y
quizб fuera asн... pero eso no es todo. Estuve con йl en la cubierta de los
caсones, y apuntу su reloj a estos y apretу la coronilla y escuchй un click.
Podrнa ser una cбmara... Creo... Ўcreo que es un espнa chinger! - Bill se
recostу en la silla respirando fuertemente y sudando. Habнa dicho las palabras
fatales. El capellбn
continuу cabeceando, sonriente, medio inconsciente por los vapores del haoma.
Finalmente, surgiу de su ensueсo, se sonу, y abriу el grueso ejemplar del
Avesta. Canturreу en persa antiguo un rato, lo cual pareciу animarlo, y lo
cerrу de un golpe. - ЎNo
levantarбs falsos testimonios! - retumbу, clavando a Bill con una penetrante
mirada y un нndice acusador. - No me
comprende - sollozу Bill, agitбndose en la silla -. Ha hecho todas esas cosas,
lo vi usar el reloj. їCуmo puede llamar a esto ayuda espiritual? - Tan solo fue
un toque de atenciуn, muchacho, un toque de la antigua religiуn para renovar tu
sentido de culpa y volver a hacerte pensar en ir de nuevo regularmente a los
servicios. ЎNo has estado asistiendo a ellos! - їQuй otra
cosa podнa hacer? Se nos prohнbe ir a la capilla durante el entrenamiento de
reclutas. - Las circunstancias
no sirven de excusa, pero esta vez serбs perdonado porque Ahura Mazdah es todo
misericordioso. - їPero quй hay
de mi compaсero, el espнa? - Debes
olvidarte de tus sospechas, no son dignas de un seguidor de Zoroastro. Este
muchacho no debe sufrir por culpa de su natural inclinaciуn a ser amistoso, a
ayudar a sus camaradas, a mantenerse puro, a poseer un reloj defectuoso que
hace click. Y ademбs, si no te importa que introduzca un razonamiento lуgico,
їcуmo podrнa ser un espнa? Para ser un espнa tendrнa que ser un chinger, y los
chinger tienen dos metros diez de alto y cola. їLo entiendes? - Sн, sн -
murmurу desolado Bill -. Ya pude imaginar esto por mн mismo... pero sigue sin
explicarse todo... - Me satisface
a mн, y debe satisfacerte a ti. Creo que Arimбn te ha poseнdo para hacerte
pensar mal de tu camarada, y mejor serб que hagas algo de penitencia y te unas
a mн en una rбpida oraciуn antes de que el oficial de lavanderнa vuelva a estar
de servicio. Este ritual fue
terminado rбpidamente, y Bill ayudу a meter de nuevo las cosas en la caja, y la
contemplу desvanecerse en el interior del escritorio. Se despidiу, y dio la
vuelta para irse. - Tan solo un
momento, hijo - dijo el capellбn con su mбs cбlida sonrisa, extendiendo al
mismo tiempo el brazo sobre su hombro para agarrar la corbata. Tirу de ella y
el cuello girу, y mientras lo hacнa la expresiуn beatifica desapareciу de su
rostro para ser reemplazada por un gruсido. - їDуnde
infiernos creнa que se iba a ir, gusano? Vuelva a poner el culo sobre esta
silla. - Pe... pero...
- tartamudeу Bill -, me dijo que podнa irme. - Eso es lo que
dijo el capellбn, y como oficial de lavanderнa no tengo nada que ver con йl.
Ahora, rбpido: їcuбl es el nombre de ese espнa chinger que estб escondiendo? - Le hablй de
eso bajo juramento... - Se lo contу
al capellбn, y ese mantiene su palabra y no me lo ha dicho, pero tuve la suerte
de oнrlo - apretу un botуn rojo en el panel de control -. Los PM ya vienen
hacia aquн. Vale mбs que hable antes de que lleguen, gusano, o harй que lo aten
al casco sin traje espacial, y que ademбs no le dejen acercarse a la cantina en
un aсo. їEl nombre? - Ansioso
Beager - sollozу Bill, mientras afuera se oнan pesados pasos y dos cascos rojos
lograban introducirse en la pequeсa habitaciуn. - Tengo un
espнa para vosotros, chicos - anunciу el oficial de lavanderнa triunfalmente; y
los PM rechinaron los dientes, aullaron en lo profundo de sus gargantas, y se
lanzaron contra Bill. Este se desplomу bajo el asalto de puсos y porras, y
estaba cubierto de sangre antes de que el oficial de lavanderнa pudiera apartar
a aquellos supermusculosos retardados mentales, aunque no logrу evitar que se
quedaran mirбndolo con los ojos a no mбs de tres centнmetros de йl. - No es este...
- jadeу, y le tirу a Bill una toalla para que se secase parte de la sangre -.
Este es nuestro informador, el leal y patriota hйroe que delatу a su compaсero,
de nombre Ansioso Beager, al que ahora atraparemos y encadenaremos para que
pueda ser interrogado. Vamos. Los PM llevaron
a Bill entre ellos, y para cuando estuvieron en los alojamientos de los
especialistas en fusibles el aire producido por su rбpido paso le habнa hecho
recuperarse un tanto. El oficial de lavanderнa abriу la puerta tan solo lo
bastante como para introducir la cabeza. - ЎHola,
chavales! - dijo alegremente -. їEstб aquн Ansioso Beager? Ansioso levantу
la vista de la bota que estaba limpiando, saludando con la mano y sonriendo. - Ese soy yo...
je, je... - ЎA por йl! -
explotу el oficial de lavanderнa, saltando a un lado y seсalando
acusadoramente. Bill se echу al suelo cuando los PM lo soltaron y entraron
atronando en el compartimiento. Para cuando logrу volver a ponerse en pie,
Beager estaba en el suelo, esposado y encadenado de pies y manos, pero aъn
sonriendo. - Je, je...
їTambiйn querйis que os limpie las botas? - No consentirй
insolencias de un sucio espнa - raspу el oficial de lavanderнa, abofeteando la
ofensiva sonrisa. O al menos tratу de abofetear la ofensiva sonrisa, pero
Beager abriу su boca y mordiу la mano que lo golpeaba, apretando con tal fuerza
que el oficial no pudo apartarla -. ЎMe ha mordido! - aullу el hombre, y tratу
desesperadamente de liberarse. Ambos PM, cada uno de ellos esposado a un brazo
del prisionero, alzaron sus porras y le dieron una soberana paliza. En aquel
momento, la tapa de los sesos de Ansioso Beager saltу. Si esto hubiera
ocurrido en cualquier otro momento, se hubiera considerado el hecho como poco
usual, pero, al suceder en aquel instante, fue espectacularmente poco usual, y
todos ellos, Bill incluido, se quedaron con la boca abierta cuando un lagarto
de quince centнmetros de alto saltу del abierto crбneo hasta el suelo, donde
hizo una abolladura bastante grande al golpearlo. Tenнa cuatro pequeсos brazos,
una larga cola, una cabeza similar a la de un pequeсo cocodrilo, y era de un
brillante color verde. Parecнa ser exactamente igual a un chinger, solo que
tenнa menos de un palmo de alto en vez de tener mбs de dos metros. - Todos los
guarros humanos olйis mal - dijo en una dйbil imitaciуn de la voz de Ansioso
Beager - Los chingers no sudamos. ЎVivan los chingers! - cargу a travйs del
compartimiento hacia la litera de Beager. La parбlisis
prevaleciу. Todos los especialistas en fusibles que habнan sido testigos de los
imposibles acontecimientos se quedaron en pie o sentados tal y como estaban
antes, congelados por el asombro y con los ojos salidos como si fueran huevos
duros. El oficial de lavanderнa estaba atrapado por los dientes que le mordнan
la mano, mientras que los dos PM trasteaban con las esposas que los sujetaban
al cuerpo inmуvil. Tan solo Bill podнa moverse y, aъn atontado por la paliza,
se inclinу para atrapar a la pequeсa criatura. Unas garras diminutas pero
poderosas se cerraron sobre su carne, y se sintiу alzado por el aire y lanzado
violentamente contra una mampara. - Je, je... Eso
es para ti, soplуn - chillу la diminuta voz. Antes de que
nadie mбs pudiera interferir, el lagartoide corriу hasta el montуn de sacos de
Beager, abriу el de encima de todos ellos y se sumergiу en el interior. Un
instante mбs tarde se oyу un zumbido que creciу en volumen, y del saco emergiу
la aguzada nariz de un brillante proyectil. Fue saliendo hasta que una pequeсa
espacionave de no mбs de sesenta centнmetros de largo flotу en el compartimiento.
Entonces girу sobre su eje vertical, deteniйndose cuando apuntaba al casco. El
zumbido aumentу de tono, y la nave saliу repentinamente disparada y atravesу el
metal de la pared como si no fuera mбs duro que el cartуn mojado. Se oyeron
otros sonidos distantes de rotura a medida que atravesaba plancha tras plancha,
hasta que con un clang final atravesу el casco exterior de la nave y escapу al
espacio. Se oyу un rugido de aire escapando al vacнo, y el clamor de las
sirenas de alarma. - Maldita
sea... - dijo el oficial de lavanderнa, luego cerrу su asombrada boca y chillу
-: ЎSбquenme esta cosa de la mano... me estб mordiendo hasta matarme! Los dos PM
seguнan agitбndose hacia delante y hacia atrбs, espesados a la inmуvil figura
del que fue Ansioso Beager. Beager seguнa sonriendo alrededor del bocado que
daba a la mano del oficial, y no fue hasta que Bill buscу su rifle atуmico y
metiу el caсуn en la boca de Beager, haciendo palanca hasta abrir la mandнbula,
que el oficial de lavanderнa logrу retirar la mano. Mientras hacнa esto, Bill
vio que la parte superior de la cabeza de Ansioso se habнa abierto justamente
por encima de las orejas, y estaba sujeta en la parte trasera por una brillante
bisagra de bronce. En el interior del bostezante crбneo, en lugar de cerebro y
huesos y otras cosas, habнa una pequeсa habitaciуn de control con una diminuta
silla, minъsculos mandos, pantallas de televisiуn, y un refrigerador de agua.
Ansioso era tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que habнa huido
en la espacionave: una criatura que parecнa un chinger, pero que tan solo tenнa
quince centнmetros de alto. - ЎHey! - dijo
Bill -, Ansioso es tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que ha
escapado en la espacionave. Parecнa un chinger, pero tan solo tenнa quince
centнmetros de alto... - Quince
centнmetros o dos metros diez, їquй diferencia hay en eso? - gruсу petulante el
oficial de lavanderнa, mientras se anudaba un paсuelo alrededor de su mano
herida -. No esperarб que les digamos a los reclutas lo pequeсos que son en
realidad nuestros enemigos, o explicarles que proceden de un planeta de diez g.
Tenemos que mantener alta la moral. CINCO Ahora que
Ansioso Beager habнa resultado ser un espнa chinger, Bill se sentнa muy
solitario. Caliente Brown, que casi nunca hablaba, ahora hablaba aъn menos, lo
cual significaba nunca, asн que no habнa nadie con quien Bill pudiera charlar.
Caliente era el ъnico otro especialista en fusibles en el compartimiento que
hubiera estado en el pelotуn de Bill en el Campo Leуn Trotsky, y todos los
demбs hombres estaban muy agrupados y acostumbraban a reunirse y murmurar si
alguien se les acercaba. Su ъnica diversiуn era el soldar, y cada vez que no
estaban de servicio sacaban los soldadores y soldaban cosas al suelo, y al
siguiente descanso las arrancaban de nuevo, lo cual es una forma tan tonta de
perder el tiempo como cualquier otra, aunque parecнa divertirles. Asн que Bill
estaba algo fuera de sн y trataba de charlar con Ansioso Beager. - ЎMira los
problemas en que me has metido! - gimoteaba. Beager
simplemente sonreнa, sin conmoverse por la queja. - Al menos
cierra tu cabeza cuando te hablo - gruсу Bill, y se la cerrу de un golpe. Pero
no servнa de nada. Ansioso ya no podнa hacer otra cosa que sonreнr. Habнa
limpiado su ъltima bota. Ahora estaba allн de pie, realmente era muy pesado y
ademбs estaba magnetizado al suelo, y los tйcnicos en fusibles colgaban sus
camisas sucias y sus soldaduras de йl. Se quedу allн durante tres guardias
antes de que alguien pensase que habнa que hacer algo acerca de йl, y
finalmente llegу un pelotуn de PM con palancas, lo inclinу, colocбndolo sobre
una carretilla, y se lo llevу. - Hasta la
vista - le despidiу Bill, agitando su paсuelo. Luego volviу a
limpiarse las botas. Era un buen compaсero, aunque fuera un espнa chinger. Caliente no le
respondiу, y los soldadores no hablaban con йl, y pasaba la mayor parte de su
tiempo evitando al reverendo Tembo. La gran dama de la flota, Fanny Girl,
estaba aъn en уrbita mientras se le instalaban los motores. Habнa muy poco que
hacer puesto que, a pesar de lo que dijera el primera clase Bilis, todos ellos
habнan aprendido las tareas del cuidado de los fusibles en algo menos del aсo
previsto, en realidad les llevу algo asн como quizб quince minutos. En su
tiempo libre, Bill correteaba por la nave, yendo tan lejos como le permitнan
los PM que guardaban las compuertas, y hasta llegу a pensar en volver a ver al
capellбn para tener a alguien con quien charlar. Pero, si calculaba mal la
hora, se encontrarнa de nuevo con el oficial de lavanderнa, y esto era mбs de
lo que podнa soportar. Asн que caminу a travйs de la nave, muy solitario, y
mirу por la puerta de un compartimiento y vio una bota sobre una cama. Bill se detuvo,
helado, inmуvil, anonadado, rнgido, horrorizado, desmayado, y tuvo que luchar
para controlar su vejiga sъbitamente contraнda. Conocнa aquella
bota. Nunca olvidarнa aquella bota hasta el dнa en que muriese, tal y como
nunca podrнa olvidar su nъmero de serie, pudiйndole decir del derecho, del
revйs o desde el centro. Cada detalle de aquella terrible bota aparecнa claro
en su memoria, desde los cordones similares a serpientes en la repulsiva piel
de la parte superior, que se decнa era piel humana, hasta las rugosas suelas de
patear manchadas con algo rojo que tan solo podнa ser sangre humana. Aquella
bota pertenecнa a Deseomortal Drang. La bota estaba
unida a una pierna y, paralizado por el terror, tan incapaz de controlarse como
un pбjaro frente a una serpiente, se hallу inclinбndose mбs y mбs hacia el
interior del compartimiento, mientras sus ojos recorrнan la pierna hasta llegar
al cinturуn, a la camisa, al cuello, sobre el que se hallaba un rostro que
habнa tenido un papel estelar en todas sus pesadillas desde que se habнa
alistado. Los labios se movieron... - їEres tъ, Bill? Entra y siйntate. Bill entrу
tambaleбndose. - Toma un
caramelo - le dijo Deseomortal, y sonriу. Los reflejos
empujaron a los dedos de Bill hasta la caja ofrecida, e hicieron que sus
mandнbulas comenzaran a masticar la primera comida sуlida que habнa atravesado
sus labios desde hacнa semanas. La saliva surgiу de los polvorientos orificios,
y su estуmago iniciу un rugido preliminar, mientras sus pensamientos giraban
locamente en cнrculos mientras trataba de imaginarse cual era la expresiуn del
rostro de Deseomortal. Los labios curvados en las comisuras, mбs allб de los
colmillos, y arruguitas en las mejillas. No habнa forma. No podнa reconocerla. - He oнdo que
Ansioso Beager resultу ser un espнa chinger - dijo Deseomortal, cerrando la
caja de caramelos y metiйndola bajo su almohada -. Debнa de haberme dado cuenta
de eso antes. Sabнa que habнa algo muy raro en йl, limpiando las botas de sus
compaсeros y todas esas tonterнas. Pero pensй que se trataba simplemente de un
loco. Debнa de habйrmelo imaginado... - Deseomortal -
dijo roncamente Bill -; no puede ser, lo sй... ЎPero se estб comportando usted
como un ser humano! Deseomortal se
riу, no con su risa de un cuchillo desgarrando huesos humanos sino con una casi
normal. Bill
tartamudeу: - Pero si usted
es un sбdico, un pervertido, una bestia, un monstruo, una cosa, un asesino... - Vaya,
gracias, Bill. Eres muy amable. Trato de cumplir con mi trabajo lo mejor que
sй. Pero soy lo bastante humano como para agradecer unas palabras de alabanza
de vez en cuando. El ser un asesino es difнcil de proyectar, pero me alegra que
lograse daros esa impresiуn, hasta a unos reclutas tan estъpidos como йrais
vosotros. - Pe... pero...
їno es usted realmente un...? - ЎOjo ahora! -
cortу Deseomortal, y habнa en estas palabras lo bastante del antiguo veneno y
ruindad como para hacer bajar en seis grados la temperatura del cuerpo de Bill.
Entonces Deseomortal sonriу de nuevo -. No puedo echarte la culpa, hijo, porque
te comportes de esa manera, ya que eres bastante estъpido y de un planeta
atrasado, y por haber sido retardada tu educaciуn por los soldados y todo eso.
ЎPero despierta, chico! La educaciуn militar es algo demasiado importante como
para arriesgarse a que unos aficionados intervengan en ella. Si hubieras leнdo algunas
de las cosas que ponen nuestros libros de estudio, tu sangre se congelarнa. їTe
das cuenta de que en los tiempos prehistуricos los sargentos, o como quiera que
se les llamase, eran verdaderos sбdicos? Las fuerzas armadas dejaban que esa
gente, que realmente no sabнan nada, destruyeran a los reclutas. Dejaban que
estos aprendiesen a odiar al ejйrcito antes de aprender a temerlo, lo cual
destruye la disciplina. ЎY no hablemos de cуmo se malgastaban! Siempre estaban
haciendo que la gente caminase hasta morir por accidente, o ahogaban a un
pelotуn, o tonterнas asн. Tan solo esas pйrdidas le harнan llorar a uno. - їMe permite
preguntarle de quй se graduу en la universidad? - preguntу Bill en una voz
dйbil y humilde. - Disciplina
Militar, Rotura de la Moral e Interpretaciуn de Personajes. Un curso duro, de
cuatro aсos, pero me graduй con una Sigma Cum, lo que no estб mal para un chico
que venнa de una familia de trabajadores. He hecho una carrera del ejйrcito, y
es por esto por lo que no puedo comprender el porquй esos bastardos
desagradecidos me han metido en esta podrida lata - alzу sus gafas de montura
de oro para enjuagar una lбgrima que se formaba. - їEspera
gratitud del ejйrcito? - preguntу humildemente Bill. - No, claro que
no, quй tonto he sido. Gracias por traerme de nuevo a la realidad, Bill;
llegarбs a ser un buen soldado. Pero lo que espero es una indiferencia criminal
de la que pueda tomar ventajas a travйs de los mйtodos bien probados: soborno,
redacciуn de уrdenes falsas, mercado negro y demбs cosas usuales. Es
simplemente que habнa estado realizando un buen trabajo con vosotros, los
desgraciados del Campo Leуn Trotsky, y lo menos que esperaba era que me
mantuviesen en ello, lo cual fue bastante estъpido por mi parte. Lo mejor serб
que comience a preocuparme de mi traslado ahora mismo - se puso en pie, y
guardу los caramelos y las gafas de montura de oro en una taquilla con llave. Bill, que en
los momentos de asombro no lograba ajustarse instantбneamente, estaba aъn
agitando la cabeza y golpeбndola de vez en cuando con la palma de la mano. - Tuvo suerte -
dijo - al haber nacido asн, eso le ayuda en su carrera... Me refiero al hecho
de que tenga unos colmillos tan bonitos. - Nada de
suerte - dijo Deseomortal, haciendo sonar uno de sus largos colmillos -.
Tremendamente caro. їSabes lo que cuestan un par de colmillos mutantes, hechos
crecer en una probeta, e injertados quirъrgicamente? ЎEs imposible
que lo sepas! Trabajй durante las vacaciones de verano de tres aсos para ganar
lo bastante como para comprarme estos; pero te aseguro que valнa la pena. La
imagen es lo mбs importante. Estudiй las viejas grabaciones de los destructores
de moral prehistуricos, y a su manera, cruda, eran buenos. Naturalmente, eran
seleccionados por su tipo fнsico y su bajo нndice de inteligencia, pero sabнan
ponerse en su papel. Tenнan cabezas en forma de bala, se afeitaban
completamente el crбneo y mostraban sus cicatrices, tenнan mandнbulas gruesas,
modales repulsivos, todo. Me imaginй que una pequeсa inversiуn al principio pagarнa
buenos dividendos al final. Y crйeme que fue un sacrificio, no verбs muchos
colmillos injertados por ahн. Por un montуn de razones. Oh, tal vez sean buenos
para comer carne dura, pero їpara quй otra cosa sirven? Espera hasta que beses
a tu primera chica... Ahora piйrdete, Bill. Tengo cosas que hacer. Ya nos
veremos... Sus ъltimas
palabras se perdieron en la distancia, ya que los bien condicionados reflejos
de Bill lo habнan llevado a lo largo del corredor en el mismo instante en que
habнa sido despedido. Cuando el terror espontбneo desapareciу, comenzу a
caminar con cuidadosos pasos, como un pato que tuviera una articulaciуn rota,
pensando que asн se le verнa como un espacionauta veterano. Estaba comenzando a
sentirse como un viejo soldado, y momentбneamente se hallaba bajo la falsa
creencia de que sabнa mбs acerca del ejйrcito de lo que este sabнa de йl. Esta
falsa concepciуn tan patйtica fue instantбneamente disipada por los altavoces
del techo, que eructaron y luego lanzaron sus voces nasales a travйs de la
nave: - Atenciуn,
уrdenes directas del mismo Viejo, el capitбn Zekial, que tanto habйis estado
esperando oнr. Vamos a entrar en acciуn, asн que tendremos que arreglarlo todo
a proa y a popa, amarrando todo el equipo suelto. Un bajo gruсido
de dolor, que surgнa de los corazones, resonу en cada compartimiento de la
inmensa nave. SEIS Se oнa hablar
mucho a radio macuto, y los rumores de las letrinas proliferaban, acerca del
primer vuelo de la Fanny Girl. Pero nada de todo ello era cierto. Los rumores
eran iniciados por PM infiltrados, y por lo tanto no tenнan valor alguno. Casi
la ъnica cosa de que podнan estar seguros era de que quizб fueran a algъn
lugar, porque parecнan estarse preparando para ir a algъn lugar. Hasta Tembo
admitiу esto mientras ataban los fusiles en el almacйn. - Aunque quizб
- aсadiу - estemos haciendo todo esto para engaсar a posibles espнas y hacerles
creer que vamos a algъn lugar cuando en realidad son otras naves las que van
allн. - їDуnde? -
preguntу irritablemente Bill, atando su нndice en un nudo y dejando parte de la
uсa cuando logrу sacarlo. - Bueno, a
cualquier parte. Eso no importa. - A Tembo no le preocupaba ninguna cosa que no
hiciera referencia a su fe -. Pero yo sй a dуnde vas a ir tъ, Bill. - їA dуnde? -
preguntу ansiosamente, ya que era un perenne creyente en toda clase de rumores. - Directamente
al infierno, a menos que seas salvado. - No empieces
de nuevo... - rogу Bill. - Mira - le
dijo tentadoramente Tembo, y proyectу una celestial escena con puertas de oro,
nubes y el suave latir de un tam-tam como mъsica de fondo. - ЎApaga esas
tonterнas del cielo! - chillу el primera clase Bilis, y la escena se
desvaneciу. Algo tirу
ligeramente del estуmago de Bill, pero йl lo ignorу, creyendo que se trataba
simplemente de otro de los sнntomas continuamente sentidos por sus
aterrorizadas tripas que, a pesar de que se estaban atrofiando hasta la muerte,
aъn no se daban cuenta de que su maravillosa maquinaria triturante y disolvente
habнa sido condenada a una dieta lнquida. Pero Tembo dejу de trabajar e inclinу
la cabeza hacia un lado, y luego se golpeу experimentalmente el estуmago. - Nos estamos
moviendo - dijo, afirmativo -. Y ademбs vamos a las estrellas. Han conectado
los motores interestelares. - їTe refieres
a que estamos atravesando el subespacio, y que pronto experimentaremos el
terrible tirуn en cada fibra de nuestro cuerpo? - No, ya no
usan los antiguos motores subespaciales porque, aunque un montуn de naves
entraban en el subespacio con un tirуn que descoyuntaba todas las fibras,
ninguna de ellas logrу salir jamбs. Leн en la Gaceta del Soldado que un
matemбtico habнa dicho que se habнa producido un ligero error en las
ecuaciones, y que el tiempo era distinto en el subespacio, pero que era
diferente en mбs rбpido en vez de diferente en mбs lento, asн que tal vez pase
toda la eternidad antes de que esas naves salgan. - Entonces,
їvamos al hiperespacio? - Nada de eso. - їO estamos
siendo disueltos en nuestros бtomos componentes y grabados en la memoria de un
gigantesco computador que piensa que estamos en otra parte y asн resulta que
estamos allн? - ЎCaramba! -
dijo Tembo, mientras sus cejas subнan hasta su cabello -. Para ser un muchacho
campesino zoroastriano tienes ideas bastante raras. їHas estado fumando o
bebiendo algo que no me hayas contado? - ЎDнmelo! -
rogу Bill -. Si no es nada de eso... їquй es? Tenemos que cruzar el espacio
interestelar para luchar con los chingers... їCуmo vamos a hacerlo? - Es asн -
Tembo mirу a su alrededor para asegurarse de que el primera clase Bilis no se
hallaba por allн, y luego juntу las manos ahuecadas, formando una esfera -.
Imagнnate que mis manos son la nave, flotando en el espacio. Entonces se
conecta el Dispositivo Hinchador... - їEl quй? - El
Dispositivo Hinchador, que se llama asн porque hincha las cosas. їSabes?, todo
estб hecho a base de cosas pequeсitas llamadas electrones, protones, neutrones,
trontones y cosas asн, que en alguna manera estбn unidas por una especie de
energнa ligadora. Pero, si uno debilita la energнa que mantiene a las cosas
juntas (me olvidaba decirte que ademбs esas cositas estбn girando todo el rato
como si estuvieran locas, aunque quizб ya lo supieras...) bueno, se debilita la
energнa y, como estбn corriendo tan deprisa, las cositas comienzan a separarse
unas de otras, y cuanto mбs dйbil es la energнa mбs lejos se separan. їMe
sigues? - Creo que sн,
aunque no estoy seguro de que me guste lo que cuentas. - Tranquilo.
Ahora... їves mis manos? A medida que la energнa se debilita, la nave se hace
mбs grande - separу las manos -, se hace mбs grande, hasta que lo es tanto como
un planeta, luego como un sol, y por fin como todo un sistema estelar. El
Dispositivo Hinchador nos puede hacer tan grandes como queramos. Entonces se
invierte el proceso, nos encogemos hasta nuestro tamaсo real, y allн estamos. - їDуnde
estamos? - Donde
queramos estar - respondiу pacientemente Tembo. Bill se girу y
dio industriosamente abrillantador a un fusible, mientras el primera clase
Bilis pasaba, con un brillo de sospecha en sus ojos. Tan pronto como hubo
girado una esquina, Bill se inclinу y le silbу a Tembo: - їCуmo podemos
estar en otra parte distinta a donde nos encontrбbamos al empezar? El hacerse
mayores y luego mбs pequeсos no lleva a nadie a ningъn sitio. - Bueno, son
bastante astutos con eso del Dispositivo Hinchador. La forma de operar que me
han contado es similar a cuando uno toma una goma elбstica cogiйndola de un
extremo con cada mano. Uno no mueve la mano izquierda, pero estira la goma tan
lejos como puede con la derecha. Cuando uno deja que la goma vuelva a su tamaсo
normal, mantiene la mano derecha quieta y suelta la izquierda. їTe das cuenta? No has movido la goma, sino que la has estirado y la
has dejado ir, pero se ha movido. Como nuestra nave estб haciendo ahora. Se estб
haciendo mayor, pero en una direcciуn. Cuando la proa alcance el lugar a donde
estamos yendo, la popa estarб donde estбbamos. Entonces encogemos y, Ўbang!,
allн estamos. Y tъ podrнas llegar al cielo con la misma facilidad, hijo mнo, si
tan solo... - ЎPredicando
en horas de servicio, Tembo! - aullу el primera clase Bilis desde el otro lado
de la plataforma de fusibles, sobre la que estaba mirбndolos con un espejo
atado al extremo de un palo -. Te tendrй puliendo bornes de fusible durante un
aсo. Ya se te ha advertido antes. Ataron y
pulieron en silencio despuйs de esto, hasta que el pequeсo planeta tan grande
como una pelota de tenis atravesу la pared. Un perfecto planetita con diminutas
zonas polares, frentes helados, cubierto de nubes, con ocйanos y todo eso. - їQuй es eso?
- exclamу Bill. - Mala
navegaciуn - gruсу Tembo -. Un poco de retroceso. La nave estб yendo algo hacia
atrбs en lugar de ir solo en la otra direcciуn. ЎNo, no, no lo toques, a veces
puede causar accidentes! Es el planeta que acabamos de dejar, Phigerinadon Il. - Mi hogar -
sollozу Bill, notando como las lбgrimas le corrнan mientras el planeta se
empequeсecнa hasta tener el tamaсo de una canica -. Adiуs, mamб - saludу con la
mano mientras la canica disminuнa hasta ser una mota y luego se desvanecнa. Despuйs de eso
el viaje pasу sin mбs acontecimientos, particularmente ya que no podнan notar
cuando se estaban moviendo, no sabнan cuando se detenнan, y no tenнan ni idea
de donde estaban. Aunque estuvieron seguros de que habнan llegado a algъn lugar
cuando se les ordenу retirar los atalajes de los fusibles. La tranquilidad durу
tres guardias, y entonces sonу generala. Bill corriу con los demбs, contento
por primera vez desde que se habнa alistado. Todos los sacrificios, los duros
momentos pasados, no serнan en vano. Al fin iba a entrar en acciуn contra los
sucios chingers. Se colocaron en
Primer Tiempo frente a las bancadas de fusibles, con los ojos clavados en las
rojas banda de los fusibles, que se llamaban bandas de fusible. A travйs de las
suelas de sus botas, Bill podнa notar un dйbil y lejano temblor en la cubierta. - їQuй es eso?
- le preguntу a Tembo por la comisura de los labios. - Los motores,
no el Dispositivo Hinchador. Motores atуmicos. Significa que debemos estar
maniobrando, haciendo algo. - їPero quй? - ЎVigilen las
bandas de fusibles! - aullу el primera clase Bilis. Bill estaba
comenzando a sudar, y repentinamente se dio cuenta de que el calor estaba
aumentando en forma molesta. Tembo, sin
apartar la vista de los fusibles, se desnudу, plegando cuidadosamente la ropa
tras de sн. - їPodemos
hacer eso? - preguntу Bill, desabrochбndose el cuello -. їQuй es lo que pasa? - Va contra las
normas, pero uno tiene que desnudarse o cocerse. Desnъdate, hijo, o morirбs sin
haberte salvado. Debemos de estar a punto de entrar en acciуn, ya que han
puesto los escudos. Diecisiete escudos de fuerza, un escudo electromagnйtico,
un casco blindado doble y una delgada capa de gelatina pseudoviviente que fluye
y cierra cualquier abertura. Con todo eso no hay la mбs mнnima pйrdida de
energнa desde la nave, ni forma alguna en que librarse de ella. Ni del calor.
Con los motores en marcha y todo el mundo sudando, el calor puede llegar a ser
bastante fuerte. Sobre todo cuando disparen los caсones. La temperatura
siguiу alta, justo en la frontera de lo tolerable durante horas, mientras
contemplaban las bandas de fusibles. En un momento, se oyу un dйbil sonido
metбlico que Bill notу mбs que oyу a travйs de sus pies desnudos sobre el
caliente metal. - їY quй fue eso? - Disparo de
torpedos. - їContra quй? Tembo se alzу
simplemente de hombros como toda respuesta, y no apartу su vigilante mirada de
las bandas de los fusibles. Bill se agitу en una mezcla de frustraciуn,
aburrimiento, agotamiento por el calor y fatiga durante otra hora, hasta que
sonу el fin de la alarma y un hбlito de aire fresco llegу por los ventiladores.
Para cuando se hubo revestido de nuevo en su uniforme, Tembo habнa
desaparecido, y йl se arrastrу cansinamente hasta su camarote. En el tablero de
anuncios del corredor habнa un nuevo anuncio multicopiado, y se inclinу para
leer su mensaje. DE: Capitбn
Zekial A: Todo el
personal ASUNTO:
Reciente encuentro El 23-11-8956
esta nave ha participado en la destrucciуn mediante torpedos atуmicos de la
instalaciуn enemiga 17KL-345, y junto con las otras naves de la flotilla
llamada Muleta Roja ha cumplido su misiуn, por lo que se autoriza
consecuentemente a que el personal de esta nave adhiera un Nъcleo Atуmico al
pasador de la Medalla de Unidad de Combate en Servicio Activo, o bien, si esta
es su primera misiуn de este tipo, se les autoriza para usar la Medalla de
Servicio Activo. NOTA: Se ha
observado a ciertos miembros del personal con sus Nъcleos Atуmicos invertidos,
y esto estб mal, y es un crimen merecedor de consejo de guerra, punible con la
muerte. SIETE Tras la heroica
destrucciуn de 17KL-345, pasaron semanas de entrenamientos y pruebas para
restaurar a los cansados veteranos del combate a su habitual condiciуn fнsica.
Pero en el transcurso de estos deprimentes meses sonу una llamada por los
altavoces, una que Bill jamбs habнa oнdo antes, un sonido metбlico como el de
barras de acero golpeadas unas contra otras en el interior de un tambor
metбlico lleno de canicas. No significaba nada para йl o para los otros nuevos
soldados, pero hizo que Tembo saltase de su litera para iniciar una rбpida
Danza de la Maldiciуn Mortal con un raudo acompaсamiento de tam-tam efectuado
sobre la tapa de su taquilla. - їYa te has
vuelto loco? - preguntу apagadamente Bill desde donde estaba despatarrado,
leyendo un desvencijado ejemplar de un libro de historietas denominado
Asombrosas y realmente repugnantes aventuras sexuales (con efectos sonoros
incorporados). Un desgarrador aullido estaba surgiendo de la pбgina que contemplaba. - їNo lo
conoces? - preguntу Tembo -. ЎNo lo conoces! Ese es el toque de correo,
muchacho, el mбs grato de los sonidos escuchados en el espacio. El resto de la
guardia lo pasaron corriendo y esperando, haciendo cola y todo lo demбs. La
entrega del correo se efectuaba con la mбxima ineficiencia posible, pero
finalmente, a pesar de todas las barreras, se distribuyу el correo, y Bill
recibiу una preciosa postal espacial de su madre. En un lado de la postal se
veнa una fotografнa de la refinerнa Estrйpito, S. A., situada justo al lado de
su pueblo, y esto solo ya fue bastante como para producirle un nudo en la
garganta. Luego, en el
pequeсo cuadrado en el que se permitнa inscribir el mensaje, los patйticos
trazos de su madre habнan escrito: «Mala cosecha, adeudados, la robomula tiene
las glбndulas sobrecargadas, espero que tъ estйs igual - Cariсos, mamб.» No
obstante, era un mensaje de casa, y lo leyу y lo volviу a leer mientras hacнan
cola para la comida. Tembo, delante suyo, tambiйn tenнa una postal, llena de
бngeles e iglesias, que es lo que uno podнa esperar, y Bill se quedу anonadado
cuando vio que Tembo leнa la postal por ъltima vez y luego la sumergнa en su
jarra de la comida. - їPor quй
haces eso? - le preguntу asombrado. - їPara quй
otra cosa sirve el correo? - zumbу Tembo, metiendo aъn mбs la postal -. Mira
ahora. Ante la
asombrada mirada de Bill, la postal estaba comenzando a hincharse. La
superficie blanca se rompiу y se desprendiу en pequeсas motas, mientras el
marrуn interior crecнa y crecнa hasta llenar la jarra y hacerse de un par de
centнmetros de grueso. Tembo sacу la goteante tablilla y le dio un gran bocado
en un extremo. - Chocolate
deshidratado - dijo con la boca llena ЎBueno! Prueba el tuyo. Antes de que
acabase de hablar, Bill ya habнa metido su postal en el lнquido, y estaba
contemplando arrobado como crecнa. El mensaje se disolviу, pero en lugar de una
masa marrуn la suya era blanca. - Dulce... o
quizб pan - dijo, tratando de no babear. La masa blanca
se estaba hinchando, apretбndose contra los lados de la jarra, saliendo por la
parte superior. Bill tomу el extremo y lo alzу con una mano mientras crecнa.
Subiу y subiу hasta que hubo absorbido hasta la ъltima gota de lнquido, y Bill
tuvo entre sus manos extendidas una hilera de gruesas letras unidas de cerca de
dos metros de largo: VOTAD POR HONESTO GEEK EL AMIGO DE LOS SOLDADOS, decнan.
Bill se inclinу y le dio un tremendo bocado a la T. Se atraganto y escupiу los
hъmedos trozos al suelo. - Cartуn - dijo
huecamente -. Madre siempre compra saldos. Hasta cuando se trata de chocolate
deshidratado... - buscу en su jarra algo con lo que sacarse el sabor a
periуdico viejo de la boca, pero estaba vacнa. En algъn lugar,
muy arriba en el escalafуn del poder, se tomу una decisiуn, se resolviу un problema,
y se dio una orden. De las pequeсas cosas nacen las grandes: La cagada de un
pajarilla cae sobre la ladera cubierta de nieve de una montaсa, rueda, recoge
nieve, se hace mбs y mбs grande, gigante y mбs gigante, hasta que es una
atronadora masa de nieve y hielo, una avalancha, una aterradora masa de muerte
rodante que arrasa todo un poblado. De pequeсos comienzos... їquiйn sabe quй
comienzo tuvo esto? Tal vez los dioses lo sepan, pero se estбn riendo. Tal vez
la altiva y emperingotada esposa de algъn Alto Ministro vio una alhaja que
deseaba y con astuta y cortante lengua exacerbу al calzonazos de su marido
hasta que, para tener algo de paz, le prometiу regalбrsela, y entonces buscу el
dinero para comprarla. Tal vez fuera asн como llegase a oнdos del Emperador la
insinuaciуn sobre una nueva campaсa en el 77sub7avo sector, tranquilo desde
hacнa aсos, pues una victoria allн, o hasta un empate, si es que producнa las
suficientes muertes, significarнa una medalla, una recompensa, algo de dinero.
Y asн la avaricia de una mujer, como la cagada de un pajarilla, puso en marcha
la bola de nieve de la guerra, reuniendo poderosas flotas, nave a nave, como
una roca en un estanque que produce ondas hasta que la mбs apartada de las
gotas es alcanzada por su movimiento... - Vamos a
entrar en acciуn - dijo Tembo mientras olisqueaba su jarra de comida -. Estбn
cargando el rancho con estimulantes, reductores del dolor, salitre y
antibiуticos. - їEs por eso
por lo que estбn siempre tocando mъsica patriуtica? - gritу Bill, para poderse
hacer oнr entre el constante rugido de los pнfanos y tambores que surgнa de los
altavoces. Tembo asintiу. - Queda poco
tiempo para que seas salvado, para que asegures tu lugar en las legiones de
Samedi... - їPor quй no
hablas con Caliente Brown? - aullу Bill ЎYa me salen los tam-tams por los
oнdos! Cada vez que miro a una pared veo бngeles flotando en nubes. ЎDeja de
molestarme! Dedнcate a Caliente... cualquiera que haga lo que йl hace con los
thoats probablemente se unirб a tu manada de vudъ en un segundo. - He hablado
con Brown acerca de su alma, pero ese tema aъn estб dudoso. Nunca me contesta,
asн que no estoy seguro de si me escucha o no. Pero tъ eres diferente, hijo
mнo. Tu demuestras irritaciуn, lo cual indica que sientes dudas. Y la duda es
el primer paso hacia la fe... La mъsica se
cortу en medio de un compбs, y durante tres segundos hubo un estallido de
silencio que terminу abruptamente. - Atenciуn.
Atenciуn todos... Estйn atentos... En unos momentos conectaremos con la nave
almirante para escuchar un informe del almirante... Atentos todos. - la voz fue
cortada por el toque de generala, pero siguiу de nuevo cuando hubo terminado el
repugnante sonido - Ў...y ahora nos encontramos en el puente de ese gigantesco
conquistador de las rutas espaciales, el superacorazado de treinta kilуmetros
de largo, poderosamente blindado, mayestбticamente armado, denominado La reina
de las hadas...! Los hombres de guardia se estбn haciendo ahora a un lado, y
acercбndose a mн en un simple uniforme de platino trenzado llega el Gran
Almirante de la Flota, el Muy Honorable Lord Arqueуptero. ЎAdmirable! їPodrнa
dedicarnos un momento, Su Excelencia? - La siguiente
voz que oirбn serб... La siguiente
voz fue un estallido de mъsica mientras los tйcnicos en fusibles vigilaban sus
bandas de fusible, pero la siguiente voz despuйs de esto tuvo todas las ricas
tonalidades adenoidales que siempre se asociaban con los Pares del Imperio. - Chicos...
Ўvamos a entrar en acciуn! Esta, la mбs poderosa flota que jamбs haya visto la galaxia,
se estб dirigiendo en lнnea recta hacia el enemigo para dar el golpe devastador
que puede decidir esta guerra. En mi tanque de operaciones situado frente a mн
veo una mirнada de puntitos de luz, extendiйndose tan lejos como abarca la
vista, y cada punto de luz Ўy os digo que son como agujeros en una manta!, no
es una nave, ni un escuadrуn... Ўsino una flota entera! Estamos barriйndolo
todo, acercбndonos... El sonido de un
tam-tam llenу el aire, y en la banda del fusible que Bill estaba vigilando aparecieron
un par de puertas doradas abriйndose. - ЎTembo! -
chillу -. ЎїQuieres apagar eso?! ЎQuiero oнr lo de la batalla! - Memeces
grabadas - sorbiу Tembo -. Mejor serб que gastes los pocos momentos de tu vida
que quizб te queden en buscar la salvaciуn. Esto que oyes no es ningъn
almirante, sino una grabaciуn. Ya la he oнdo cinco veces antes; y tan solo la
ponen para dar moral antes de lo que estбn seguros que va a ser una batalla con
elevadas pйrdidas. Esto nunca fue un almirante, sino que lo sacaron de un viejo
programa de televisiуn... - ЎYuppiii! -
aullу Bill, saltando hacia adelante. El fusible que estaba contemplando se
habнa cuarteado con una brillante descarga en los bornes, y en el mismo
instante la banda del fusible se habнa quemado y pasado del rojo al negro -.
ЎUggg! - gruсу, y luego, ЎUggg!, ЎUggg!, ЎUggg! - en rбpida sucesiуn,
quemбndose las palmas con el fusible aъn caliente, dejбndolo caer sobre su pie,
y finalmente logrando meterlo por el conducto de fusibles. Cuando se dio la
vuelta, Tembo ya habнa colocado un fusible nuevo en los bornes vacнos. - Ese era mi
fusible... No tenнas que haber... - habнa lбgrimas en sus ojos. - Lo siento.
Pero segъn las reglas tengo que ayudar si estoy libre. - Bueno, al
menos hemos entrado en acciуn - dijo Bill, de vuelta a su posiciуn, y tratando
de darse masajes a su dolido pie. - No, aъn no,
aъn hace demasiado frнo. Eso fue tan solo una averнa en los fusibles, uno puede
distinguirlo por la descarga en los bornes. Ocurre a veces cuando los fusibles
son viejos. - ...armadas
masivas tripuladas por heroicos soldados... - Podrнamos
haber estado en combate - bufу Bill. - ...el atronar
de las descargas atуmicas y las brillantes estelas de los torpedos al ataque... - Creo que ya
estamos ahora. Parece que hace mбs calor, їno, Bill? Mejor serб que nos
desnudemos; si realmente hay una batalla, quizб luego no nos sea posible. - ЎVamos,
vamos, en pelotas! - aullу el primera clase Bilis, saltando como una gacela por
entre las hileras de fusibles, vestido tan solo con un par de sucios calcetines
y con sus galones y la insignia de su especialidad tatuados. Se oyу un sъbito
chisporroteo en el aire, y Bill notу como los muсones de su rapado cabello se
le ponнan de punta. - їQuй es eso?
- gimoteу. - Una descarga
secundaria de la bancada de fusibles - seсalу Tembo -. Lo que sucede es
secreto, pero he oнdo decir que significa que uno de los escudos defensivos
estб siendo atacado con radiaciones, y que al irse sobrecargando sube a lo
largo del espectro hasta el verde, hasta el azul, hasta el ultravioleta, para
pasar finalmente al negro y desmoronarse el escudo. - Eso suena
bastante raro. - Ya te he
dicho que es tan solo un rumor. Todo eso es secreto... - ЎЎYa estб!! Un tremendo
bang hendiу el hъmedo aire de la sala de fusibles, y una bancada de estos se
arqueу, humeу y se ennegreciу. Uno de ellos se partiу en dos, desparramando en
todas direcciones pequeсos fragmentos como metralla. Los especialistas en
fusibles saltaron, aferraron los fusibles, deslizaron repuestos con manos
sudorosas, apenas si viйndose por entre las nauseabundas humaredas. Los
fusibles fueron conectados, y hubo un momento de silencio, interrumpido tan
solo por el dolorido sonar de una pantalla de comunicaciones. - ЎHijo de
padre! - murmurу el primera clase Bilis, dбndole una patada a un fusible que se
interponнa en su camino y zambullйndose hacia la pantalla. Su chaqueta de
uniforme colgaba de un gancho junto a esta, y se la colocу antes de darle un
puсetazo al botуn de encendido. Acabу de abrocharse el ъltimo botуn justamente
cuando se iluminу la pantalla. Bilis saludу, asн que debнa hallarse frente a un
oficial. La pantalla estaba de lado, de modo que Bill no podнa asegurarlo, y la
voz tenнa el tartamudeante gimoteo de los sinbarbilla-y-con-muchos-dientes que
estaba comenzando a asociar con la oficialidad. - Ha tardado en
contestar, primera clase Bilis... їQuizб el segunda clase Bilis podrнa
contestar mбs rбpido? - Tenga piedad,
seсor... Soy un hombre viejo - cayу al suelo de rodillas, en una actitud de
sъplica que lo hizo desaparecer de la pantalla. - ЎPуngase en
pie, idiota! їHan reparado los fusibles despuйs de la ъltima sobrecarga? - Reemplazamos,
seсor, no reparamos... - ЎNada de
tecnicismos, so cerdo! ЎUna respuesta clara! - Todo estб en
orden, seсor. Operando en el verde. No hay quejas de nadie, su excelencia. - їPor quй no
va usted de uniforme? - Estoy de
uniforme, seсor - gimoteу Bilis, acercбndose mбs a la pantalla para que no se
pudieran ver sus desnudas caderas ni sus temblorosas piernas. - ЎNo me
mienta! Hay sudor en su frente. No se le permite sudar de uniforme. їMe ve
sudar a mн? Y yo ademбs llevo puesta una gorra... en su бngulo correcto. Me
olvidarй de ello, por esta vez, porque tengo un corazуn de oro. Puede
retirarse. - ЎSucio
cabrуn! - maldijo Bilis con toda la fuerza de sus pulmones, arrancбndose la
chaqueta de su envarado cuerpo. La temperatura sobrepasaba los cincuenta
grados, y seguнa subiendo -. ЎSudor! Tienen aire acondicionado en el puente...
їY dуnde os creйis que va a parar su calor? ЎAquн! ЎЎayyyyyyl! Dos bancadas
completas de fusibles estallaron simultбneamente y tres de estos explotaron
como bombas. Al mismo tiempo, el suelo se agitу lo bastante bajo sus pies como
para notarlo. - ЎProblemas gordos! - chillу Tembo -. Cualquier cosa que sea lo
bastante fuerte como para hacerse notar a travйs del campo estбtico debe ser lo
bastante potente como para aplastar la nave como si fuera una galleta. ЎAhн hay
mбs! - saltу a la bancada y pateу un fusible quemado, metiendo otro nuevo. Era un
infierno. Los fusibles estaban estallando como bombas, enviando silbantes
partнculas de mortнfera cerбmica a travйs del aire. Se oyу el restallido de un
rayo cuando una plancha cortocircuito con el suelo metбlico, y un horrible
aullido, por suerte de corta duraciуn, sonу mientras la descarga atravesaba el
cuerpo de un tйcnico en fusibles. Un humo grasiento hervнa y colgaba en
cortinas que casi hacнan imposible el ver. Bill raspу los restos de un fusible
roto de los oscurecidos bornes, saltу hacia el depуsito de repuestos, tomу el
fusible de treinta y cinco kilos de peso en sus doloridos brazos, y acababa de
girarse hacia las bancadas cuando estallу el universo... Todos los
fusibles que quedaban parecieron haber cortocircuitado al mismo tiempo, y el
chirriante restallido de la electricidad atravesу toda la habitaciуn. En su
cegadora luz, y en un ъnico momento eterno, Bill vio como la llama atravesaba
las hileras de tйcnicos en fusibles, desparramбndolos e incinerбndolos como
partнculas de polvo caнdas en las llamas. Tembo se derrumbу y se arrugу, una
masa de carne asada; un trozo de plancha al rojo abriу al primera clase Bilis
de arriba abajo en una ъnica y horrible herida. - ЎMira quй
grieta tiene Bilis! - gritу Caliente, y luego chillу cuando una bola de
electricidad rodу sobre йl y lo convirtiу en un humeante amasijo en una
fracciуn de segundo. Por casualidad,
por simple accidente, Bill mantenнa la sуlida masa del fusible frente a йl
cuando le golpeу la llama. Esta lamiу su brazo izquierdo, que estaba en la
parte exterior del fusible, y lanzу su llameante peso contra el grueso
cilindro. La fuerza golpeу a Bill, lo derribу hacia atrбs, contra las hileras
de fusibles de reserva, y lo hizo rodar por el suelo mientras la destructora
llamarada chisporroteaba a unos centнmetros de su cabeza. Muriу, tan
repentinamente como habнa nacido, dejando tras ella ъnicamente humo, calor, el
acre olor de la carne asada, la destrucciуn, y la muerte, muerte, muerte. Bill
se arrastrу dolorido hasta la compuerta, sin que nada mбs se moviera en toda la
quemada y retorcida longitud de la sala de fusibles. El
compartimiento de abajo parecнa igual de caliente, y el aire tan desprovisto de
alimento para los pulmones como el que acababa de abandonar. Siguiу
arrastrбndose, apenas consciente del hecho de que se deslizaba sobre dos
rodillas llagadas y una mano ensangrentada. Su otro brazo simplemente colgaba y
se arrastraba, un trozo retorcido y quemado de escoria, y tan solo la bendiciуn
de un profundo shock le evitaba el estar aullando por un dolor insoportable. Siguiу
arrastrбndose, sobre el umbral de una puerta, a lo largo de un pasadizo. El
aire era aquн mбs limpio y mucho mбs frнo: se sentу e inhalу su bendita
frescura. El compartimiento le era familiar, y sin embargo no conocido.
Parpadeу, tratando de comprender el porquй. Largo y estrecho, con una pared
curvada de la que surgнan las partes traseras de inmensos caсones. Claro, se
trataba de la baterнa principal, los caсones que el espнa chinger Ansioso
Beager habнa fotografiado. Aunque ahora era diferente, con el techo mбs cercano
al suelo, hundido y abollado, como si un gigantesco martillo lo hubiera
golpeado desde el exterior. Habнa un hombre derrumbado en el asiento del
artillero del arma mбs cercana. - їQuй pasa? -
preguntу Bill, arrastrбndose hacia el hombre y asiйndolo por el hombro.
Sorprendentemente, el artillero tan solo pesaba algunos gramos, y cayу del
asiento ligero como una pluma, y con un rostro de pergamino viejo, tal y como
si no le quedase una gota de lнquido en su cuerpo. - Rayo deshidratante
- gruсу Bill -. Creн que tan solo existнa en la televisiуn. El asiento del
artillero estaba acolchado, y parecнa muy confortable, mucho mбs que el
deformado suelo de acero; Bill se dejу caer en la reciйn abandonada posiciуn y
mirу con ojos que no veнan a la pantalla situada frente a йl. Pequeсos puntos
mуviles de luz. En grandes
letras, encima mismo de la pantalla, se leнa: LAS LUCES
VERDES SON NUESTRAS NAVES, LAS LUCES ROJAS EL ENEMIGO. EL OLVIDAR ESTO ES UN
CRIMEN QUE MERECERБ UNA CORTE MARCIAL. - No lo
olvidarй - murmurу Bill, mientras comenzaba a resbalar de la silla. Para
detenerse, se agarrу a una enorme palanca que se alzaba frente a йl, y cuando
lo hizo un cнrculo de luz con una x en su interior se moviу en la pantalla. Era
muy interesante. Puso el cнrculo alrededor de una de las luces verdes, y
entonces recordу algo acerca de una corte marcial. Se riу un poco y lo moviу
hasta una luz roja, con la x justo encima de la luz. Habнa un botуn rojo en la
parte superior de la palanca, y lo apretу porque parecнa del tipo de los
botones hechos para ser apretados. El caсуn junto a йl hizo uuffle... en una
forma muy tranquila, y la luz roja desapareciу. No muy interesado, soltу la
palanca. - ЎOh, eres un
luchador nato! - dijo una voz, y con algъn esfuerzo Bill girу su cabeza. Habнa
un hombre con restos de galones dorados. Se adelantу -. Lo vi - exhalу -. No lo
olvidarй nunca mientras viva. ЎEres un luchador nato! ЎQuй estуmago! ЎSin
miedo! ЎAdelante contra el enemigo, sin cuartel, no abandonйis la nave...! - їQuй
idioteces estб diciendo? - preguntу pastosamente Bill. - ЎUn hйroe! -
dijo el oficial, dando palmadas en la espalda de Bill, lo cual le produjo un
agudo dolor, y fue la ъltima gota para su mente consciente, que abandonу las
riendas del mando y se retirу a descansar. Bill se desmayу. OCHO - Y ahora serбs
un soldadito bueno y te beberбs tu comida... Las cбlidas
notas de la voz se insinuaron en un sueсo especialmente repugnante que Bill se
complaciу en abandonar y, con un tremendo esfuerzo, logrу forzar sus ojos a que
se abriesen. Un rбpido parpadeo los puso en foco, y vio ante йl una jarra sobre
una bandeja sostenida por una blanca mano unida a un blanco brazo que estaba
conectado a un blanco uniforme relleno de pechos femeninos. Con un gutural gruсido
animal, Bill apartу de un manotazo la bandeja y se lanzу sobre el traje. No
logrу alcanzarlo porque su brazo izquierdo estaba vendado en algo y colgaba de
cables, asн que girу alrededor de su cama como un escarabajo pinchado, lanzando
gritos inarticulados. La enfermera chillу y escapу. - Me alegra ver
que se siente mejor - dijo el doctor arrojбndolo contra la cama con un bien
entrenado gesto e inmovilizando el aъn ansioso brazo de Bill con un limpio
golpe de judo -. Le servirй algo mбs de cena y se la beberб ahora mismo, y
entonces dejaremos que entren sus compaсeros para el descubrimiento. Estбn
todos esperando afuera. El dolor ya
abandonaba su brazo, y pudo rodear con sus dedos la jarra. Dio un sorbo. - їQuй
compaсeros? їQuй descubrimiento? їQuй pasa aquн? - preguntу suspicaz. Entonces se
abriу la puerta y entraron los soldados. Bill contemplу sus rostros, buscando
compaсeros, pero todo lo que vio fueron ex-soldadores y extraсos. Entonces
recordу. - ЎCaliente
Brown asado! - aullу -. ЎTembo achicharrado! ЎEl primera
clase Bilis destripado! ЎEstбn todos muertos! - se ocultу bajo las sбbanas y
gimiу terriblemente. - Esa no es la
forma de comportarse de un hйroe - le dijo el doctor, arrastrбndolo hasta la
almohada y arreglando las sбbanas bajo sus brazos -. Eres un hйroe, soldado, un
hombre cuyo valor, ingenio, integridad, estricto cumplimiento de su deber,
espнritu de lucha y mortнfera punterнa salvу la nave. Todos los escudos estaban
inutilizados, la sala de mбquinas destruida, los artilleros muertos, el control
perdido, y el acorazado enemigo se acercaba para acabarnos cuando tъ apareciste
como un бngel vengador, herido y casi muerto, y con tu ъltimo esfuerzo
consciente disparaste el caсonazo que escuchу toda la flota, el solitario
disparo que destruyу al enemigo y salvу a nuestra nave, la vieja gran dama de
la flota Fanny Girl - le pasу una hoja de papel a Bill -. Naturalmente, estoy
leyйndose el informe oficial. Por mi parte, creo que fue pura suerte. - Me tiene
celos - gruсу Bill, ya enamorado de su nueva imagen. - ЎNo se haga
el freudiano conmigo! - aullу el doctor; y luego lloriqueo, desconsolado -:
Siempre quise ser un hйroe, pero lo ъnico que hago es cuidar a los hйroes. Voy
a sacarte esas vendas. Descolgу los
cables que mantenнa en alto el brazo de Bill, y comenzу a desenrollar las
vendas, mientras los soldados se apelotonaban para contemplar. - їCуmo estб mi
brazo, doctor? - Bill se sintiу repentinamente preocupado. - Asado como un
filete. Tuve que amputarlo. - Entonces,
їquй es eso? - ululу Bill, horrorizado. - Otro brazo
que te injertй. Habнa muchos sueltos despuйs de la batalla. La nave tuvo un
cuarenta y dos por ciento de bajas, y realmente me pude dedicar a cortar, picar
y coser. Te lo aseguro. Cayу el ъltimo
vendaje, y los soldados dijeron ah con satisfacciуn. - Vaya, es un
brazo magnнfico. - Prueba a
hacer algo. - Y tiene un
cosido estupendo cerca del hombro: ЎFijбos que bien le han quedado los puntos! - Y ademбs
tiene buenos mъsculos, y es largo, no como la mierda que lleva al otro lado. - Mбs largo y
mбs oscuro... Ўtiene un maravilloso color! - ЎEs el brazo
de Tembo! - bramу Bill -. ЎSбquenmelo! - se arrastrу por la cama, pero el brazo
lo siguiу. Lo aplastaron de nuevo contra las almohadas. - Eres un tipo
de suerte, Bill, al tener un buen brazo como este. Y ademбs es el brazo de un
amigo. - Sabemos que
le hubiera gustado que tъ lo heredases. - Siempre
tendrбs algo que te lo recuerde. Realmente, no
era un mal brazo. Bill lo doblу y flexionу los dedos de la mano, mirбndolo aъn
con sospecha. Se lo notaba bien. Lo extendiу y agarrу el brazo de un soldado,
apretando. Podнa notar como los huesos del hombre se comprimнan, mientras este
chillaba y se estremecнa. Entonces Bill mirу con mбs detenimiento la mano, y
comenzу a escupir blasfemias contra el doctor. - ЎEstъpido
cortahuesos! ЎDoctor de thoat! Menudo trabajo ha hecho... Ўeste es un brazo
derecho! - Asн que es un
brazo derecho... їy quй? - Pero usted
cortу mi brazo izquierdo. Ahora tengo dos brazos derechos... - Escuche,
habнa un dйficit de brazos izquierdos. No soy ningъn milagrero. Lo hago lo
mejor que sй, y solo tengo quejas. Puede estar contento de que no le injertara
una pierna - Sonriу diabуlicamente -, y puede aъn estar mбs contento de que no
le injertase... - Es un buen
brazo, Bill - dijo el soldado al que le habнa aplastado el brazo, mientras se
lo friccionaba -. Y ademбs tienes suerte: ahora podrбs saludar con ambos
brazos, y nadie mбs puede hacerlo. - Tienes razуn
- dijo humildemente Bill -. No habнa pensado en ello. Realmente, soy un hombre
afortunado - intentу un saludo con su brazo izquierdo-derecho, y el codo se
doblу perfectamente sobre su pecho, y las yemas de los dedos se agitaron sobre
su ceja. Todos los soldados se pusieron firmes y devolvieron el saludo. La
puerta se abriу de un empujуn y un oficial metiу la cabeza por ella. - Descansen,
muchachos, esto es tan solo una visita informal del Viejo. - ЎEl Capitбn
Zekial viene aquн! - Nunca he
visto al Viejo... - los soldados piaban como pajarillos, y estaban tan
nerviosos como vнrgenes en una ceremonia de desfloraciуn. Otros tres oficiales
atravesaron la puerta, y finalmente entrу un enfermero que llevaba de la mano a
un retardado mental de diez aсos de edad con un chupete y uniforme de capitбn. - Ehhh... hola,
chicos... - dijo el capitбn. - El capitбn
desea saludamos a todos - dijo eficientemente un primer teniente. - їE-e-te e-de
la-ama? - Y
especialmente desea dar su enhorabuena personal al hйroe del momento. - ...ha-нa a-go
mб-pe-o lo-e olvi-ado... - Y
adicionalmente desea informar al valiente luchador que salvу nuestra nave que
estб siendo promocionado hasta el grado de tйcnico en fusibles de primera
clase, cuya antedicha promociуn incluye un realistamiento automбtico por siete
aсos, que le serбn aсadidos a los de su alistamiento original; y que cuando sea
dado de alta del hospital irб con el primer medio de transporte disponible
hasta el Planeta Imperial de Helior, para recibir allн la recompensa a su
heroicidad en forma del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, de la
propia mano del Emperador. - ...ero ir a mear... - Pero ahora
las exigencias de su mando lo obligan a regresar al puente, y quiere daros a
todos una afectuosa despedida. - їNo es el
Viejo algo joven para su grado? - preguntу Bill. - No mбs que
muchos otros - el doctor rebuscу entre sus agujas hipodйrmicas, buscando alguna
lo bastante despuntada como para dar una inyecciуn -. Tienes que recordar que
todos los capitanes tienen que pertenecer a la nobleza, y aъn una nobleza tan
numerosa como la nuestra estб muy solicitada para todas las tareas de un
imperio galбctico. Tomamos lo que podemos - encontrу una aguja torcida y la
colocу en la jeringuilla. - De acuerdo,
es joven, pero їno es tambiйn algo estъpido para su puesto? - Cuidado con
eso, muchacho, que es lesa majestad. Si tienes un imperio de un par de millares
de aсos de antigьedad, y una nobleza que va apareбndose consigo misma, tendrбs
todos los genes defectuosos y recesivos apareciendo, y acabarбs con un grupo de
gentes que serбn algo mбs exуticos que lo que pueda ofrecer un manicomio
normal. No hay nada malo en el Viejo que un nuevo cociente de inteligencia no
pudiera curar. Deberнas de haber visto al capitбn de la ъltima nave en que
servн... - se estremeciу, y clavу maliciosamente la aguja en la carne de Bill.
Este aullу y luego, dolorido, contemplу como la sangre surgнa del orificio
abierto por la hipodйrmica al ser retirada esta. Se cerrу la
puerta, y Bill se quedу solo, contemplando la desnuda pared y su futuro. Era un
especialista en fusibles de primera clase, y esto era bueno. Pero el
alistamiento obligatorio por siete aсos mбs ya no era tan bueno. Su buen бnimo
decayу. Deseу poder hablar con alguno de sus viejos compaсeros, y entonces
recordу que todos estaban muertos, y su бnimo decayу aъn mбs. Tratу de animarse
a sн mismo, pero no pudo pensar en nada que lo alegrase hasta que descubriу que
podнa estrecharse a sн mismo la mano. Esto le hizo sentirse algo mejor. Se arrellanу en
las almohadas y se estrechу la mano hasta que se quedу dormido. LIBRO SEGUNDO -
UN BAСO EN EL REACTOR DE PISCINA UNO Ante ellos, el
frente del cilнndrico transbordador era una ъnica y gigantesca ventana, un
grueso escudo de cristal blindado repleto ahora por las ensortijadas volutas de
nubes a travйs de las que caнan. Bill se recostу confortablemente en la silla
de desaceleraciуn, contemplando la escena con ansiedad. En la gruesa nave habнa
asientos para veinte personas, pero solo estaban ocupados tres, incluyendo el
de Bill. Sentado junto a йl, y trataba de no mirarlo demasiado, habнa un
artillero de primera clase que parecнa haber sido disparado por uno de sus
caсones. Su rostro era casi todo de plбstico, y contenнa un ъnico y
sanguinolento ojo. Era un cesto ambulante, ya que sus cuatro amputados miembros
habнan sido reemplazados por brillantes artilugios, repletos de
resplandecientes pistones, controles electrуnicos y bobinas. Su insignia de
artillero estaba soldada al chasis metбlico que hacнa las veces de su
antebrazo. El tercer hombre, una bestia de sargento de infanterнa, se habнa
quedado dormido en el mismo momento en que habнan subido a bordo tras llegar
del transporte interestelar. - ЎPor mil
ranchos podridos! ЎMira eso! - se asombrу Bill, cuando la nave atravesу las
nubes y allн, extendiйndose ante ellos, vio la brillante esfera dorada de
Helior, el Planeta Imperial, la capital de diez mil soles. - ЎQuй albedo!
- gruсу el artillero, desde algъn punto del interior de su rostro de plбstico
-. Hace daсo a la vista. -
ЎNaturalmente! Es oro sуlido... їTe imaginas un planeta recubierto de oro
sуlido? - No, no puedo
imaginбrmelo. Ni tampoco me lo creo. Costarнa demasiado. Pero me puedo imaginar
uno recubierto de aluminio anodizado. Como este. Mirбndolo
mejor, Bill se pudo dar cuenta de que realmente no brillaba como oro, y comenzу
a sentirse de nuevo deprimido. ЎNo! Se obligу a mirar de nuevo. ЎUno podнa
arrancar el oro, pero no podнa arrancar la gloria! Helior seguнa siendo el
Mundo Imperial, el ojo que nunca dormнa y lo veнa todo colocado en el corazуn
de la galaxia. Todo lo que pasaba en cualquier planeta, en cualquier nave del
espacio, llegaba hasta aquн, era codificado, archivado, clasificado, anotado,
juzgado, perdido, encontrado, y resuelto. Desde Helior llegaban las уrdenes que
gobernaban los mundos del hombre, que mantenнan lejos la noche del dominio
alienнgena. Helior, un mundo transformado por el hombre, cuyos mares, montaсas
y continentes habнan sido recubiertos por una coraza de metal, de varios
kilуmetros de espesor, piso tras piso de niveles con una poblaciуn global
dedicada a un ъnico ideal: gobernar. El brillante nivel superior estaba moteado
de espacionaves de todo tamaсo, mientras el oscuro cielo parpadeaba con otras
que llegaban y partнan. La escena se aproximу mбs y mбs, y luego hubo un
repentino estallido de luz y la ventana se oscureciу. - ЎNos hemos
estrellado! - jadeу Bill -. ЎYa podemos darnos por muertos...! - Cierra el
buzуn. Eso ha sido simplemente que se ha roto la pelнcula. Como no va ningъn
oficial en este viaje, no se preocuparбn de arreglarla. - їPelнcula? - їQuй otra
cosa te esperabas? їEstбs tan mochales que te creнas que iban a construir
transbordadores con grandes ventanales en la proa, justo donde se produce la
mбxima fricciуn en la reentrada, para que el calor hiciese bonitos agujeros?
Una pelнcula. Igual es de noche ahora. El piloto los
hizo purй con quince g cuando aterrizaron. (El tambiйn sabнa que no llevaba
oficiales en este viaje) y mientras estaban haciendo chasquear sus vйrtebras de
nuevo a sus posiciones y tratando de introducir sus ojos otra vez en su уrbitas
para tratar de ver algo, se abriу la compuerta. No solo era de noche, sino que
ademбs llovнa. Un Descargador de Pasajeros de Segunda Clase introdujo adentro
su cabeza y los barriу con una sonrisa profesionalmente amistosa. - Bienvenidos a
Helios, Planeta Imperial de las mil delicias... - su rostro cambiу a su
habitual mueca de repugnancia -. їNo hay ningъn oficial con vosotros,
desgraciados? Vamos, fuera de ahн, salid a escape, tenemos trabajo que hacer. Lo ignoraron
mientras pasaba a su lado y se dirigнa a despertar al sargento de infanterнa,
que aъn roncaba como una hйlice rota, sin que su sueсo hubiera sido perturbado
por una nimiedad tal como quince g. El ronquido cambiу a un oscuro gruсido,
cortado por el agudo chillido del Descargador de Pasajeros de Segunda Clase
cuando recibiу una patada en los testнculos. Aъn murmurando, el sargento se
uniу a ellos mientras abandonaba la nave, y ayudу a mantener firmes las
entrechocantes piernas metбlicas del artillero en la resbaladiza y hъmeda rampa
metбlica de descenso. Contemplaron con pйtrea resignaciуn como sus macutos eran
lanzados desde el compartimiento de equipajes a un profundo charco de agua. Y
como un ъltimo y dйbil intento de venganza, el Descargador de Pasajeros de
Segunda Clase desconectу el campo repulsor que habнa estado protegiйndolos de
la lluvia, e inmediatamente se quedaron calados y congelados por el gйlido
viento. Se echaron los macutos al hombro, exceptuando el artillero, que
arrastraba el suyo sobre pequeсas ruedecitas, y comenzaron a caminar hacia las
luces mбs cercanas, situadas al menos a un par de kilуmetros de distancia y
apenas visibles entre la cortina de agua. A mitad de camino, el artillero se
quedу rнgido cuando se cortocircuitaron sus relйs, asн que le colocaron las
ruedecillas bajo los pies, cargaron los macutos sobre sus piernas, y les sirviу
como una estupenda carretilla el resto del camino. - Soy una
estupenda carretilla - se quejу el artillero. - No te quejes
- le dijo el sargento -. Al menos ya tienes un trabajo civil. Dio una patada
a la puerta para abrirla, y caminaron y rodaron al deseado calor de la oficina
de operaciones. - їTienen una
lata de disolvente? - le preguntу Bill al hombre situado tras el mostrador. - їTienen
уrdenes de viaje? - les preguntу el hombre, ignorando sus palabras. - Tengo una
lata en mi macuto - dijo el artillero, abriйndolo y trasteando en su interior. Entregaron sus
уrdenes, la del artillero estaba abotonada en el bolsillo del pecho, y el
oficinista las metiу por la rendija de una gigantesca mбquina situada tras йl.
La mбquina zumbу y encendiу las luces, y Bill goteу disolvente en todas las
conexiones elйctricas del artillero hasta que logrу sacar el agua. Sonу una
bocina, las уrdenes fueron regurgitadas, y por otro orificio comenzу a salir
una cinta grabada. El oficinista la arrancу y la leyу rбpidamente. - Estбn en
problemas - dijo con sбdica alegrнa -. Se supone que los tres van a recibir el
Dardo Pъrpura en una ceremonia con el Emperador, que van a filmar dentro de
tres horas. No lograrбn llegar a tiempo. - Eso no es de
su cochina incumbencia - graznу el sargento -. Acabamos de salir de la nave.
їAdуnde vamos? - Бrea 1457-D,
Nivel K-9, Bloque 823-7, Corredor 492, Cбmara 34, Habitaciуn 62. Pidan por el
productor Ratt. - їY cуmo vamos
hasta allн? - preguntу Bill. - No me lo
pregunten, yo tan solo trabajo aquн - tirу tres gruesos volъmenes sobre el
mostrador, cada uno de ellos de unos treinta centнmetros cuadrados y casi del
mismo grosor, con una cadena soldada al lomo -. Busquen su propio camino, aquн
tienen su plano. Pero tendrбn que firmarme un recibo. El perderlo es una ofensa
merecedora de corte marcial y castigada con... El oficinista
se dio repentinamente cuenta de que estaba solo en la habitaciуn con los tres
veteranos, y mientras se ponнa mortalmente pбlido extendiу la mano hacia un
botуn rojo. Pero antes de que su dedo pudiera tocarlo, el brazo metбlico del
artillero, escupiendo chispas y humeando, lo clavу contra el mostrador. El
sargento se inclinу hasta que su rostro estuvo a un centнmetro del oficinista,
y luego hablу con una voz baja y frнa que rizaba la sangre. - Nunca
encontraremos nuestro propio camino. Usted lo encontrarб por nosotros. Nos
proveerб de un Guнa. - Los Guнas son
tan solo para los oficiales - protestу dйbilmente el oficinista, y luego exhalу
todo el aire de sus pulmones cuando un dedo duro como el acero se le clavу en
el estуmago. - Trбtenos como
a oficiales - espetу el sargento -. No nos molesta. Castaсeбndole
los dientes, el oficinista ordenу un Guнa, y se abriу una pequeсa puertecilla
metбlica en la pared mбs lejana. El Guнa tenнa un cuerpo metбlico tubular que
corrнa sobre seis ruedas neumбticas, con una cabeza construida para que
pareciese un perro de caza y una vibrante cola metбlica. - Chucho, aquн
- ordenу el sargento, y el Guнa corriу hacia йl y sacу una lengua de plбstico
roja y con un dйbil chirrido de engranajes comenzу a emitir el sonido de un
jadeo metбlico. El sargento tomу el trozo de cinta grabada y rбpidamente marcу
el cуdigo 1457-D K-9 823-7 492 Flm-34 62 en los botones que decoraban la cabeza
del Guнa. Se oyeron dos alegres ladridos, desapareciу la lengua roja, vibrу la
cola, y el Guнa rodу por el corredor. Los veteranos lo siguieron Les llevу una
hora, por tobogбn, escalera mecбnica, as. censor, neumocar, mula, monorraнl,
acera rodante y barra deslizante, el alcanzar la habitaciуn 62. Mientras
estaban sentados en el tobogбn, habнan asegurado las cadenas de sus planos a
sus cinturones, pues hasta Bill empezaba a darse cuenta del valor de una guнa
en esta ciudad del tamaсo de un mundo. En la puerta de la habitaciуn 62, el
Guнa aullу tres veces, y luego rodу alejбndose antes de que pudieran atraparlo. - Debнamos
habernos dado mejor maсa - dijo el sargento -. Esas cosas valen su peso en
diamantes. Abriу una
puerta, para descubrir a un tipo obeso sentado frente a un escritorio y
gritбndole a un visiofono: - ЎNo me
importa un pimiento cual sea su excusa, tengo excusas a millares! Todo lo que
sй es que tengo un programa y las cбmaras estбn dispuestas a rodar, y їdуnde
estбn los actores? Se lo pregunto, їy quй es lo que me contesta? - los mirу, y
comenzу a chillar -: ЎFuera! ЎFuera! ЎїNo pueden ver que estoy ocupado?! El sargento se
adelantу y lanzу el visiofono contra el suelo, y luego lo pateу hasta reducirlo
a humeantes restos. - Tienes una
forma muy directa de conseguir que te atiendan - le dijo Bill. - Dos aсos de
combate le hacen a uno ser muy directo en todo - dijo el sargento, rechinando
los dientes en una forma molesta y ruidosa. Luego -: Aquн estamos, Ratt. їQuй
es lo que hacemos? El productor
Ratt se hizo camino a puntapiйs por entre los restos, y abriу una puerta
situada tras el escritorio. - ЎA sus
puestos! ЎLuces! - gritу. Y hubo un inmenso correteo y una repentina
luz deslumbrante. Los veteranos que iban a ser honrados lo siguieron a travйs
de la puerta hasta un inmenso estudio que resonaba con un caos organizado.
Cбmaras sobre plataformas motorizadas rodaban alrededor del platу, en el que
decorados y utilerнa simulaban el extremo de una sala real del trono. Las
ventanas de celosнas brillaban por una imaginaria luz solar, y un rayo de sol
dorado de un reflector iluminaba el trono. Guiados por las instrucciones
gritadas del director, una manada de nobles y de funcionarios de alto rango
tomaron posiciones frente al trono. - ЎLos ha
llamado desgraciados! - se atraganto Bill. - ЎLo fusilarбn! - Mira que eres
estъpido. Esos son actores. їCrees acaso que pueden conseguir nobles para algo
como eso? - dijo el artillero, desenrollando un cable de su pierna derecha y
enchufбndolo para recargar sus baterнas. - Tan solo
tenemos tiempo para ensayar esto una vez antes de que llegue el Emperador, asн
que nada de errores. - El director Ratt subiу los peldaсos y se arrellanу en el
trono - Harй el papel del Emp. Vosotros, los principales, tenйis los papeles
mбs fбciles, y no quiero que la pifiйis. No tenemos tiempo para repeticiones.
Os pondrйis ahн, en lнnea, y cuando diga «se rueda» os ponйis firmes, como os
han enseсado, a menos que los contribuyentes hayan estado malgastando su
dinero. Usted, el tipo de la izquierda metido en una pajarera, apague los
motores, estб estropeando la banda sonora. Si hace rechinar las marchas otra
vez mбs, le arrancarй todos los fusibles. Afirmativo. Estйn firmes hasta que
digan sus nombres, den un paso al frente y saluden. El Emperador les clavarб la
medalla; saluden, pуnganse firmes otra vez y den un paso atrбs. їMe entienden,
o es demasiado complicado para sus pequeсas mentes indoctrinadas? - ЎVбyase a
reventar por ahн! - rugiу el sargento. - Muy listo. De
acuerdo... ЎHagamos un intento! Ensayaron la
ceremonia dos veces antes de que se oyera un tremendo resoplar de cornetas y
seis generales con pistolas de rayos mortнferos firmemente empuсadas corrieran
a paso ligero hasta el platу y se detuvieran de espaldas al trono. Todos los
extras, cбmaras y tйcnicos y hasta el director Ratt, hicieron una profunda
reverencia mientras los veteranos se ponнan firmes. El Emperador entrу, subiу
los peldaсos y se desplomу en el trono. - Continъe... -
dijo con una voz aburrida, y eructу tras su mano. - ЎSe rueda! -
aullу con todos sus pulmones el director, y se tambaleу fuera del radio de
acciуn de las cбmaras. La mъsica se
alzу en una tremenda oleada, y comenzу la ceremonia. Mientras el Ministro de
Condecoraciones y Protocolo leнa la naturaleza de las heroicas acciones que los
nobles hйroes habнan realizado para merecer la mбs noble de todas las medallas:
el Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, el Emperador se alzу del
trono y caminу mayestбticamente hacia adelante. El sargento de infanterнa era
el primero, y Bill lo contemplу con el rabillo del ojo mientras el Emperador
tomaba una medalla de platino adornada con oro, plata y rubнes, de una caja que
le ofrecнan, y la clavaba en el pecho del hombre. Entonces el sargento dio un
paso atrбs hacia su posiciуn, y fue el tumo de Bill. Como desde una inmensa
distancia, oyу pronunciar su nombre con ruidosas tonalidades de trueno, y se
adelantу con cada gramo de precisiуn que se le habнa enseсado en el Campo Leуn
Trotsky. ЎAllн, frente a йl, se hallaba el hombre mбs amado de la galaxia! La
larga e hinchada nariz que adornaba un billуn de billetes de banco estaba
apuntada hacia йl. La prominente mandнbula y los salidos dientes que llenaban
un billуn de pantallas de televisiуn estaban pronunciando su nombre. ЎUno de
los imperiales ojos estrбbicos le estaba mirando a йl! La pasiуn saltу en las
entraсas de Bill como grandes olas rompiйndose contra los acantilados. Hizo el
mejor de sus saludos. En realidad
hizo el mejor de los saludos posibles, ya que no habнa mucha gente con dos
brazos derechos. Ambos brazos giraron en precisos cнrculos, ambos codos se
doblaron en perfectos бngulos, ambas palmas quedaron vibrando netamente junto a
ambas cejas. Estaba bien hecho, y tomу al Emperador por sorpresa, y por un
vibrante momento logrу apuntar ambos ojos hacia Bill, antes de que volvieran a
separarse de nuevo al azar. El Emperador, todavнa algo confuso por el poco
usual saludo, tomу la medalla y clavу la aguja a travйs de la tъnica de Bill,
perforando netamente su estremecida carne. Bill no sintiу
ningъn dolor, pero el repentino pinchazo descargу la creciente emociуn que
habнa estado corriendo por йl. Abandonando el saludo, cayу de rodillas en el
buen viejo estilo de los siervos campesinos tal y como se veнa en la televisiуn
histуrica, que de hecho era de donde su servil subconsciente habнa sacado la
idea, y tomу la enfermiza y deformada mano del Emperador. - ЎPadre
nuestro! - exultу Bill, besando la mano. Con ojos de
odio, la guardia personal de generales saltу hacia adelante, y la muerte batiу
sus negras alas sobre Bill; pero el Emperador sonriу y separу gentilmente su
mano, limpiando la saliva en la tъnica de Bill. Un signo casual de su dedo
devolviу a la guardia a su posiciуn, y se moviу hacia el artillero, le clavу la
medalla que quedaba y se echу hacia atrбs. - ЎCorten! -
gritу el director Ratt - Procesen esto, es un hallazgo con ese imbйcil
campesino lloriqueando. Cuando Bill se
puso en pie, vio que el Emperador no habнa regresado al trono, sino que se
hallaba entre la multitud de actores. La guardia personal habнa desaparecido.
Bill parpadeу, asombrado, cuando un hombre le arrebatу la corona de la cabeza,
la metiу en una caja y se marchу con ella. - Tengo el
freno atascado - dijo el artillero, saludando aъn con un vibrante brazo -.
Bбjame esta maldita cosa, por favor. Nunca funciona bien por encima del nivel
del hombro. - Pero... el
Emperador... - dijo Bill, tirando del brazo atascado hasta que los frenos
chirriaron y se soltaron. - Un actor...
їQuй otra cosa te imaginabas? їCreнas que iban a hacer que el verdadero
Emperador les diese medallas a los soldados? Apuesto a que solo se las da a los
mariscales. Pero hacen ver como si lo fuera de verdad, y asн algъn estъpido,
como tъ, se emociona. Estuviste magnнfico. - Aquн tienen -
dijo un hombre, entregбndoles copias de metal estampado de las medallas que
llevaban y arrebatбndoles los originales. - ЎA sus
puestos! - la amplificada voz del director retumbу -. Tenemos tan solo diez
minutos para ensayar lo de la Emperatriz besando a los sextillizos aldebarianos
para el Programa de la Fertilidad. Traed a esos niсos de plбstico aquн, y echad
a esos malditos espectadores. Se empujу a los
hйroes al corredor, y la puerta se cerrу tras ellos con un seco golpe. DOS - Estoy cansado
- dijo el artillero y ademбs me duele la quemadura. Habнa tenido un
cortocircuito durante una acciуn en la Vieja Taberna de los Soldados,
prendiйndose fuego. - Venga, vamos
- insistiу Bill -. Tenemos pases por tres dнas antes de que salga nuestra nave,
y estamos en Helior, el Planeta Imperial. Hay maravillas que ver: los Jardines
Colgantes, las Fuentes del Arco Iris, los Palacios Enjoyados. No puedes
perdйrtelo. - Ya verбs si
no. Tan pronto como haya recuperado algo del sueсo que llevo atrasado,
regresarй a la Vieja Taberna. Si tienes tanta necesidad de llevar a alguien de
la mano mientras haces el turista, coge al sargento. - Aъn estб
borracho. El sargento de
infanterнa era un bebedor solitario que no creнa en los ritos sociales. Ni
tampoco se preocupaba por las disoluciones o por gastar dinero en bellos
envoltorios. Habнa gastado todo su dinero en sobornar a un enfermero, y habнa
obtenido dos bidones de alcohol puro de noventa y nueve grados, un barril de
glucosa y una soluciуn salina, una aguja hipodйrmico y un trozo de tubo de
goma. La mezcla de todo ello en los bidones habнa sido colocada sobre una
repisa encima de su litera, con el tubo conectado a la aguja y йsta clavada en
una inyecciуn intravenosa. Ahora estaba quieto, bien alimentado y completa y
absolutamente borracho todo el tiempo, y, si no le cortaban el fluido, podrнa
permanecer borracho durante dos aсos y medio. Bill dio un
retoque al brillo de sus botas y cerrу el cepillo en su taquilla con el resto
de sus cosas. Tal vez regresase tarde: era fбcil perderse aquн en Helior sin un
Guнa. Les habнa llevado casi todo un dнa el encontrar el camino desde el
estudio hasta su alojamiento, aun cuando llevaban al sargento, un hombre experto
en mapas, dirigiйndoles. Mientras permanecнan cerca de su propia бrea, no habнa
problema; pero Bill ya estaba harto de los placeres previstos para los
guerreros. Querнa ver Helior, el verdadero Helior, la primera ciudad de la
galaxia. Si nadie querнa ir con йl, irнa solo. A pesar del
Plano, era realmente difнcil el decir exactamente a quй distancia estaba
cualquier cosa en Helior, ya que los planos eran todos diagramбticos y no
tenнan escala. Pero el viaje que planeaba parecнa ser largo, ya que uno de los
trozos mбs largos en que tendrнa que tomar un medio de transporte: un coche
magnйtico evacuado tъnelinear, atravesaba al menos ochenta y cuatro submapas.
ЎSu destino podнa muy bien hallarse en el otro lado del planeta! ЎUna ciudad
tan grande como un planeta! ЎEl concepto era casi demasiado amplio como para
poderlo abarcar! De hecho, cuando pensу en ello, el concepto le resultу
demasiado amplio como para abarcarlo. Los bocadillos
que habнa comprado en el automбtico del cuartel se le acabaron antes de llegar
a medio camino, y su estуmago, ajustбndose ansiosamente a la comida sуlida de
nuevo, rugiу protestas hasta que abandonу el tobogбn en el Area 9266-L, Nivel
algo u otro, o dondequiera diablos que se hallase, y buscу una cantina.
Evidentemente estaba en un Area de mecanografiado, porque las multitudes
estaban compuestas casi totalmente por mujeres de hombros redondeados y largos
dedos. La ъnica cantina que pudo hallar estaba repleta de ellas, y se sentу en
medio de la charloteante y chillona multitud, y se obligу a comer un menъ
compuesto de la ъnica comida que se podнa obtener allн: sбndwich de queso
pasado con pasta de anchoa en pan dulce, purй de patatas con uvas y salsa de
cebolla, pasados con tй de hierbas servido tibio en tazas del tamaсo de un
pulgar. No le habrнa sabido tan mal si el automбtico no hubiera cubierto
inevitablemente todo con salsa de manteca amarga. Ninguna de las chicas pareciу
fijarse en йl, ya que todas estaban bajo suave hipnosis durante las horas de
trabajo para disminuir sus porcentajes de error. Trabajу con la comida,
sintiйndose como un fantasma mientras charlaban y chillaban a su alrededor, con
sus dedos, si no los empleaban en comer, golpeando compulsivamente lo que
decнan en los bordes de las mesas mientras hablaban. Finalmente logrу escapar,
pero la comida le produjo un efecto deprimente, y fue probablemente por ello
por lo que cometiу un error, abordando un vehнculo equivocado. Como los mismos
nъmero de Nivel y Bloque se repetнan en cada Area, era posible llegar a un Area
equivocada y pasar una buena cantidad de tiempo acabando de perderse antes de
darse finalmente cuenta del error. Bill lo hizo, y tras el usual astronуmico
nъmero de cambios y variedades de transporte, abordу un ascensor que terminaba,
o asн pensу, en los renombrados en toda la galaxia Jardines de Palacio. Todos
los demбs pasajeros salieron a niveles inferiores, y el robo-ascensor tomу
velocidad mientras se abalanzaba hacia el piso superior. Bill se alzу en el
aire mientras frenaba, deteniйndose, y sus oнdos restallaron con el cambio de
presiуn, y cuando las puertas se abrieron saliу a un viento cargado de nieve.
Boqueу incrйdulo y, tras йl, las puertas se cerraron y el ascensor se
desvaneciу. Las puertas se
habнan abierto directamente a una llanura metбlica que constituнa el nivel mбs
exterior de la ciudad, ahora oscurecido por los torbellinos de nieve. Bill
tanteу buscando el botуn para llamar de nuevo al ascensor, cuando una oleada de
aire apartу la nieve y un cбlido sol cayу sobre йl desde un cielo sin nubes. Era
imposible. - Esto es
imposible - dijo Bill, con genuina indignaciуn. - Nada es
imposible si yo lo deseo - dijo una voz rasposa por encima del hombro de Bill
-. Pues yo soy el Espнritu de la Vida. Bill resbalу
hacia un lado como un robocaballo homeostбtico, llevando sus ojos hasta el
pequeсo hombre de patillas blancas con nariz respingona y ojos enrojecidos que
habнa aparecido silenciosamente tras йl. - Tiene una
pйrdida en su tanque de pensamiento - saltу Bill, irritado consigo mismo por
ser tan asustadizo. - Uno tiene que
estar loco para seguir en este trabajo - sollozу el hombrecillo, y apartу un
carбmbano que le colgaba de la nariz -. Medio helado, medio asado, y medio
borracho la mitad del tiempo. El Espнritu de la Vida - dijo con voz temblorosa
-. Mнo es el poder... - Ahora que lo
menciona - las palabras de Bill fueron ahogadas por un sъbito torbellino de
nieve -, yo tambiйn me siento algo borracho. ЎUau...! El viento
cambiу de direcciуn y se llevу las nubes de nieve que cubrнan la vista, y Bill
se asombrу ante el repentinamente surgido paisaje. Nieve y charcos
de agua constelaban el suelo hasta el mismo horizonte. La capa dorada se habнa
desgastado, y el metal era gris y carcomido bajo ella, recorrido por pequeсos
arroyuelos de уxido. Hileras de grandes tuberнas, cada una de ellas del grosor
de la altura de un hombre, se aproximaban hacia йl desde mбs allб del
horizonte, terminando en bocas similares a chimeneas. Las chimeneas estaban
oscurecidas por torbellinos de vapor y nieve que saltaban por el aire en un
rugido apagado, aunque una de las columnas de vapor se desplomу y la nube se
dispersу mientras Bill la contemplaba. - ЎTerminaron
con la nъmero dieciocho! - gritу ante un micrуfono el viejo, asiendo un bloc de
notas y corriendo por entre la humedad hacia una herrumbrosa y descuidada acera
rodante que gruснa y gemнa a lo largo de las caсerнas. Bill lo siguiу,
chillбndole al hombre, que lo ignoraba completamente. Mientras la acera,
traqueteando y estremeciйndose, se los llevaba, Bill comenzу a preguntarse
adуnde se dirigнan las caсerнas, y al cabo de un minuto, cuando se le aclarу lo
bastante la cabeza, la curiosidad lo dominу y se tendiу para ver quй eran las
misteriosas protuberancias que se apreciaban a lo lejos. Lentamente, pudo
observar que eran una hilera de gigantescas espacionaves, cada una de las
cuales estaba conectada a una de las caсerнas. Con inesperada agilidad, el
viejo saltу de la acera y corriу hacia la nave situada en el punto dieciocho,
en el que las diminutas figuras de los trabajadores, muy en lo alto, estaban
desconectando las uniones de la caсerнa a la nave. El viejo copiу los nъmeros
de un contador colocado en la tuberнa mientras Bill observaba como una grъa
giraba llevando el final de un grueso tubo flexible que emergнa desde la porciуn
de la superficie en donde se hallaban. Estaba unido a la vбlvula de la parte
superior de la espacionave. Una vibraciуn agitaba el tubo, y de alrededor de la
uniуn con la nave emergнan nubecillas de humo negro que flotaban sobre la sucia
llanura metбlica. - їPodrнa
decirme quй infiernos estб pasando aquн? - preguntу suplicante Bill. - ЎLa vida! ЎLa
vida imperecedera! - graznу el viejo, surgiendo desde las profundidades de su
depresiуn hasta llegar a las alturas de la alegrнa manнaca. - їPodrнa ser
algo mбs especнfico? - Aquн tenemos
un mundo forrado en metal - golpeу con su pie, y se oyу un bump apagado -. їQuй
es lo que esto significa? - Significa que
el mundo estб forrado de metal. - Correcto.
Para ser un soldado, tiene usted una inteligencia bastante notable. Asн que uno
toma un planeta y lo forra con metal, y consigue un planeta en el que las
ъnicas cosas verdes que crecen son los Jardines Imperiales y un par de macetas
de ventana. їQuй es lo que pasa entonces? - Que se muere
todo el mundo - dijo Bill, pues despuйs de todo era un muchacho campesino, y se
creнa todas aquellas estupideces de la fotosнntesis y la clorofila. - Correcto de
nuevo. Usted y yo y el Emperador y un par de billones de otros imbйciles
estamos ocupados en transformar todo el oxнgeno en biуxido de carbono, y sin
plantas que lo transformen de nuevo en oxнgeno tan solo serнa cuestiуn de
tiempo el que respirбsemos hasta matarnos. - їEntonces
esas naves traen oxнgeno lнquido? El viejo afirmу
con la cabeza y saltу de nuevo sobre la acera rodante. Bill lo siguiу. - Afirmativo.
Lo consiguen gratis en los planetas agrнcolas. Despuйs de que lo dejan aquн,
son cargadas con el carbуn extraнdo a elevado costo del biуxido de carbono, y
se remontan con йl hasta los mundos industriales, en donde es usado como
combustible, como fertilizante, o para sacar de йl innumerables plбsticos y
otros productos... Bill descendiу
de la acera rodante en el ascensor mбs cercano, mientras el viejo y su voz se
desvanecнan entre el vapor. Y acurrucбndose, con la cabeza martilleбndole por
la excesiva proporciуn de oxнgeno, comenzу a hojear furiosamente su Plano.
Mientras estaba esperando el ascensor, encontrу donde estaba mediante el nъmero
de cуdigo de la puerta, y comenzу a planear un nuevo camino hacia los jardines
de Palacio. Esta vez no
permitiу que se le distrajese. Comiendo tan solo barras de caramelo y sorbiendo
bebidas carbуnicas de las mбquinas tragaperras que encontrу en su camino, evitу
los peligros y distracciones de los restaurantes; manteniйndose despierto,
logrу no perderse ninguna conexiуn. Con ojeras y los dientes podridos, se
tambaleу saliendo de un pozo gravitatorio y, con el corazуn palpitante, vio por
fin un signo iluminado, y oloroso, en forma de colores, que decнa: JARDINES
COLGANTES. Habнa un torniquete de entrada y una taquilla. - Uno, por
favor. - Serбn diez
pavos Imperiales. - їNo es un
tanto caro? - dijo Bill en tono de reproche, sacando los billetes uno a uno de
su delgado montуn. - Si es pobre,
no venga a Helior. El robot cajero
tenнa grabadas todo tipo de respuestas cortantes. Bill lo ignorу y se introdujo
en los jardines. Eran todo lo que siempre habнa soсado y mбs. Mientras caminaba
a lo largo del sendero de ceniza gris por el interior de la pared exterior,
podнa ver los arbustos verdes y la hierba justo al otro lado de la reja de
titanio. A no mбs de cien metros de distancia, al otro lado de la hierba,
flotaban las mбs exуticas plantas y flores de todos los mundos del Imperio. ЎY
allн, diminutas en la distancia, estaban las Fuentes del Arco Iris, casi
invisibles al ojo desnudo! Bill introdujo una moneda en uno de los telescopios
y observу cуmo sus colores brillaban y desaparecнan casi tan bien como si los
estuviera viendo en la televisiуn. Siguiу circulando por el interior de la
pared, baсado por la luz del sol artificial situado en la parte superior del
gigantesco domo. Pero hasta los
espirituales placeres de los jardines se desvanecнan frente a la omnipresente
fatiga que lo asнa con manos de hierro. Habнa unos bancos de acero y se desplomу
en uno para descansar un momento, y luego cerrу los ojos para reposar la vista.
Le cayу la cabeza hacia adelante, y antes de que se pudiera dar cuenta ya
estaba totalmente dormido, Otros
visitantes pasaron a lo largo de las cenizas sin molestarle, y tampoco se
enterу cuando uno de ellos se sentу en el extremo mбs alejado del banco. Como Bill nunca
vio al hombre, no hay necesidad de describirlo. Baste decir que tenнa una tez
cetrina, una nariz enrojecida y rota, ojos ferales que miraban por debajo de un
siniestro entrecejo, caderas amplias y hombros estrechos, pies desiguales,
delgado, huesudo, los dedos sucios, y con un tic. Largos segundos
de eternidad tictaquearon mientras el hombre permaneciу allн sentado. Luego,
durante unos momentos, no se vio a ningъn otro visitante. Con un rбpido
movimiento serpentina, el reciйn llegado sacу un soplete atуmico de bolsillo.
La diminuta pero increнblemente caliente llama suspirу con brevedad, mientras
lo apretaba contra la cadena que aseguraba el plano de Bill a su cinturуn,
justamente en el punto en que esta descansaba sobre el banco de metal. En un
instante, el metal de la cadena estaba soldado al del banco. Bill seguнa
durmiendo. Una sonrisa de
lobo parpadeу en el rostro del hombre como los repugnantes anillos formados en
el agua de una cloaca por una rata zambullйndose. Entonces, con un ъnico y
rбpido movimiento, la llama atуmica cortу la cadena cerca del volumen.
Volviйndose a guardar el soplete de bolsillo, el ladrуn se alzу, tomу el plano
de Bill de su regazo, y desapareciу rбpidamente. TRES Al principio,
Bill no se dio cuenta de la magnitud de su pйrdida. Emergiу lentamente de su
sueсo, con la cabeza espesa y la sensaciуn de que algo iba mal. Tan solo
despuйs de repetidos tirones se dio cuenta de que la cadena estaba soldada al
asiento y de que el libro habнa desaparecido. La cadena no podнa ser arrancada,
y al final tuvo que soltбrsela del cinturуn y dejarla colgando. Regresando
hasta la entrada, llamу en la ventanilla de la taquilla. - No se
devuelve el dinero - dijo el robot. - Deseo
denunciar un crimen. - La policнa se
encarga de los crнmenes. Usted quiere hablar con la policнa por telйfono. Aquн
hay un telйfono. El nъmero es 111-11-111. - Se abriу una portezuela y saliу
despedido un telйfono que le dio a Bill en el pecho, echбndolo hacia atrбs.
Marcу el nъmero. - Policнa -
dijo una voz, y un sargento con cara de bulldog, vistiendo un uniforme azul
prusia y un rictus, apareciу en la pantalla. - Deseo
denunciar un robo. - їGrave o leve? - No lo sй. Me
han robado mi Plano. - Leve. Vaya a
la estaciуn de policнa mбs cercana. Este es el circuito de emergencia y lo estб
ocupando ilegalmente. La pena por ocupar ilegalmente un circuito de emergencia
es... - Bill apretу con fuerza el botуn y la pantalla se oscureciу. Se volviу
al cajero robot. - No se
devuelve el dinero - dijo este. Bill dio un bufido de impaciencia. - Cбllate. Todo
lo que quiero saber es dуnde estб la estaciуn de policнa mбs cercana. - Soy un robot
cajero y no de informaciуn. No tengo ese dato en mi memoria. Le sugiero que
consulte su plano. - ЎPero si me
han robado mi plano! - Le sugiero
que hable con la policнa. - Pero... -
Bill se puso rojo y pateу irritado la taquilla. - No se
devuelve el dinero - dijo una voz desde su interior, mientras se alejaba. - Traguitos,
traguitos para que se ponga mona - dijo un robot-bar, acercбndose y
susurrбndole al oнdo. Luego emitiу el sonido de cubos de hielo sonando en un
vaso helado. - Es una
estupenda idea. Una cerveza. Grande. - Metiу unas monedas en la ranura, y
agarrу la jarra que cayу por el dispensador, evitando apenas que cayese al
suelo. Lo refrescу y lo restaurу, y le calmу la irritaciуn. Contemplу el
letrero que decнa: «AL PALACIO ENJOYADO» -. Irй al Palacio. Le darй una mirada,
y buscarй a alguien allн que pueda guiarme hasta una estaciуn de policнa. ЎAy! El robot-bar le
habнa arrancado la jarra de la mano, casi llevбndosela el dedo нndice en el
proceso, y con una impecable precisiуn robуtica la habнa arrojado a la abierta
boca de una rampa de desperdicios, situada a diez metros de distancia, que
salнa de una pared. El Palacio
Enjoyado parecнa ser casi tan accesible como los Jardines Colgantes, y decidiу
dar cuenta del robo antes de pagar la entrada al recinto verjado que circundaba
a una respetable distancia el palacio. Cerca de la entrada habнa un policнa,
sacando tripa y haciendo girar su porra, que debнa saber dуnde se hallaba la
estaciуn de policнa. - їDуnde estб
la estaciуn de policнa? - preguntу Bill. - No soy
ninguna central de informaciуn... Use su Plano. - Pero - dijo a
travйs de apretados dientes -, no puedo. Me han robado el plano, y es por eso
por lo que deseo... ЎAuggh! Bill habнa
dicho Ўauggh! porque el policнa, con un movimiento bien aprendido, le habнa
clavado la porra en el sobaco y acorralado con ella contra un rincуn. - Yo fui
soldado antes de lograr pagar mi licencia - dijo el policнa. - Apreciarнa
mejor sus reminiscencias si me sacara la porra del sobaco - gimiу Bill, y luego
suspirу agradecido cuando esta desapareciу. - Como fui
soldado, no me gustarнa ver a un compaсero poseedor del Dardo Pъrpura con la
Nebulosa del Saco de Carbуn meterse en lнos. Por otra parte, soy un policнa
honesto y no acepto sobornos, pero si un compaсero me prestase veinticinco
pavos hasta el dнa de cobro, le estarнa muy agradecido. Bill habнa
nacido estъpido, pero estaba aprendiendo. El dinero apareciу y se desvaneciу
rбpidamente, y el policнa se relajу, golpeando con la punta de su porra sus
amarillentos dientes. - Muchacho,
dйjame que te diga algo antes de hablarte oficialmente en virtud de mi cargo,
ya que ahora hemos estado hablando de compaсero a compaсero. Hay un montуn de
formas en que meterse en lнos aquн en Helior, pero la mбs fбcil es perder el
Plano. En Helior eso se paga con la horca. Sй de un chico que fue a la estaciуn
para informar que alguien le robу el Plano y lo espesaron antes de que hubieran
transcurrido diez segundos, tal vez cinco. Y ahora, їquй es lo que querнas
decirme? - їTiene
lumbre? - No fumo. - Entonces,
adiуs. - Tуmatelo con
calma, muchacho. Bill doblу una
esquina y se aplastу contra la pared, respirando profundamente. їY ahora quй?
Apenas si podнa hallar su camino por aquellos lugares con el plano... їcуmo iba
a hacerlo sin йl? Tenнa un peso en su interior que trataba de ignorar. Apartу
su sensaciуn de terror y tratу de pensar, pero pensar la causaba dolor de
cabeza. Parecнa que hacнa aсos desde su ъltima buena comida, y al pensar en la
comida comenzу a segregar saliva a tal velocidad que casi se ahogу. Comida, eso
era lo que necesitaba, comida para poder pensar, tenнa que relajarse sobre un
jugoso filete, y cuando el hombrecillo interior estuviera satisfecho podrнa
pensar claramente y hallar una forma en que salir de este lнo. Tenнa que haber
una forma de hacerlo. Le quedaba casi un dнa completo antes de tener que
regresar al cuartel, y eso era bastante. Dando la vuelta a una esquina, penetrу
en un alto tъnel deslumbrante de luz, y la mбs brillante de las luces era un
signo que decнa: «EL TRAJE ESPACIAL DORADO». - El Traje
Espacial Dorado - dijo Bill -. Eso es lo que necesito. Menudo restaurante,
famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los
que ha aparecido. He ahн la forma en que volver a recuperar mi antigua moral.
Serб caro, pero quй infiernos... Apretбndose el
cinturуn y arreglбndose el cuello, subiу por las amplias escalinatas doradas y
atravesу la imitaciуn de compuerta espacial. El maitre le hizo una seсa y le
sonriу, la suave mъsica le acariciу en el camino, y el suelo se abriу bajo sus
pies. Araсando inerme las lisas paredes, cayу por un dorado tubo que se
inclinaba gradualmente, hasta que, cuando emergiу de йl, cruzу el aire y cayу,
de bruces, en un polvoriento callejуn metбlico. Frente a йl, pintado en la
pared con letras de medio metro de alto, se leнa el imperativo mensaje:
«LБRGATE, DESGRACIADO». Se alzу y se quitу el polvo, y un robot se le aproximу
y le murmurу al oнdo con la voz de una joven y bella muchacha: - Apuesto a que
estбs hambriento, cariсo. їPor quй no pruebas la pizza con curry al estilo
neoindio de Giuseppe Sing? Estбs tan solo a unos pasos de su establecimiento,
tienes la direcciуn en la parte de atrбs de la tarjeta. El robot sacу
una tarjeta de una ranura en su pecho y la colocу cuidadosamente en la boca de
Bill. Era un robot barato y mal ajustado. Bill escupiу la
pastosa tarjeta y la limpiу en su paсuelo. - їQuй pasу? -
preguntу. - Apuesto a que
estбs hambriento, cariсo... grrr-ark - el robot cambiу de grabaciуn al oнr las
palabras de Bill -. Has sido expulsado de El Traje Espacial Dorado, famoso en
toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha
aparecido, porque eres un desgraciado sin dinero. Cuando entraste en el
establecimiento te miraron con rayos X y computaron automбticamente el
contenido de tus bolsillos. Como este contenido era obviamente inferior a la
consumiciуn mнnima de entrada, una bebida e impuestos, te expulsaron. Pero aъn
estбs hambriento, їno, cariсo? - el robot lo mirу de reojo y su almibarada y
sexy voz surgiу por entre las rendijas de su altavoz bucal -. Ven a Sing, en
donde la comida es buena y barata. Prueba la fabulosa lasaсa de Sing con dahl y
salsa de lima. Bill fue allн,
no porque desease nada de esa repugnante concocciуn italobombayesa, sino porque
en la parte trasera de la tarjeta habнa un mapa de instrucciones. Notaba una
sensaciуn de seguridad al saber de nuevo cуmo ir de algъn punto a otro,
siguiendo las direcciones, bajando por aquella escalera, cayendo por aquel tubo
gravitatorio, agarrбndose como podнa a las anillas deslizantes. Tras un ъltimo
giro, su nariz fue tomada al asalto por una oleada de aroma de grasa rancia,
ajo pasado y carne chamuscada, y supo que ya habнa llegado. La comida era
increнblemente cara, y mucho peor de lo que jamбs podrнa haber imaginado que
fuera, pero calmу el doloroso rugir de su estуmago, por atontamiento ya que no
por placentera saciaciуn. Con una uсa tratу de desprender horribles trozos de
ternilla de entre sus dientes, mientras miraba al hombre sentado frente a йl en
la mesa, que estaba quejбndose en voz baja mientras se obligaba a tragar
cucharadas de algo inmencionable. Su compaсero de mesa estaba vestido con
brillantes ropas festivas, y parecнa ser un tipo gordo, amable y amistoso. - Hey... - dijo
Bill, sonriendo. - Cбete muerto
- gruсу el hombre. - Todo lo que
dije fue hey. - Petulantemente. - Ya es
bastante. Todos los que se han molestado en hablarme en las diecisйis horas que
he pasado en este llamado planeta de placer, me han timado o estafado o robado
mi dinero en una forma u otra. Estoy casi arruinado, y aъn me quedan seis dнas
de mi vacaciуn. Ver Helior y Vivir. - Tan solo
querнa preguntarle si podrнa darle una ojeada a su plano mientras estб
comiendo. - Ya te he
dicho que todo el mundo quiere timarme. Cбete muerto. - Por favor. - De acuerdo...
Por veinticinco pavos, en contante y por anticipado. Y tan solo mientras estй
comiendo. - ЎVale! - Bill
puso el dinero sobre la mesa de un golpe, se zambullу bajo la mesa y, sentado
con las piernas cruzadas, comenzу a ojear furiosamente el volumen, apuntando
las instrucciones de viaje tan aprisa como podнa encontrar su camino. Sobre йl,
el gordo continuaba comiendo y gruсendo, y cuando tomaba un bocado
particularmente malo, la sacudida tiraba de la cadena y hacнa perder el punto a
Bill. Este ya habнa casi logrado marcar una ruta hasta medio camino del refugio
en el Cuartel de Trбnsito para Tropa antes de que el hombre tirase del libro y
se marchase. Cuando Ulises
regresу de su terrorнfico viaje, se guardу mucho de daсar los oнdos de Penйlope
con los increнbles detalles de su viaje. Cuando Ricardo Corazуn de Leуn,
finalmente liberado de su calabozo, volviу a casa tras los aсos repletos de
peligros de las Cruzadas, no asaltу la sensibilidad de la reina Berengaria con
anйcdotas horripilantes, simplemente la saludу y le abriу el cinturуn de
castidad. Ni yo tampoco, gentil lector, profanarй tu escucha con los peligros y
desesperaciones de los periplos de Bill, pues estбn fuera de todo lo
imaginable. Baste decir que lo logrу: llegу al C.T.T. A travйs de enrojecidos
ojos, contemplу parpadeante el cartel CUARTEL DE TRБNSITO PARA TROPA, y luego
tuvo que apoyarse contra la pared, pues la alegrнa lo dejaba sin fuerzas. ЎLo
habнa logrado! Tan solo habнa sobrepasado en ocho dнas su permiso, y esto no
podнa importar mucho. Pronto se hallarнa de nuevo entre los amistosos brazos de
los soldados, apartado de los kilуmetros sin fin de corredores metбlicos, las
multitudes continuamente apresuradas, los toboganes, corredizos resbalantes,
tubos gravitatorios, elevadores, subidas de succiуn y demбs. Podrнa
emborracharse con sus compaсeros y dejar que el alcohol disolviese las memorias
de sus terribles viajes, tratando de olvidar el horror sin fin de aquellos dнas
errabundos, sin comida ni agua, ni el sonido de una voz humana, tambaleбndose
sin fin a travйs de las profundidades estigias de los Niveles del Papel Carbуn.
Todo esto habнa pasado. Se sacу el polvo de su arrugado uniforme, dбndose
vergonzosa cuenta de los descosidos, arrugas y botones que le faltaban. Si
podнa meterse en el cuartel sin ser detenido, se cambiarнa de uniforme antes de
presentarse al oficial de guardia. Algunas cabezas
se volvieron hacia йl, pero logrу pasar perfectamente por la sala de dнa hasta
llegar a los dormitorios. Solo que su colchуn estaba enrollado, habнan
desaparecido sus mantas y su taquilla estaba vacнa. Comenzaba a creer que se
encontraba en un lнo, y para los soldados un lнo nunca es algo fбcil.
Reprimiendo una gйlida sensaciуn de desesperaciуn, se aseу como mejor pudo en
la letrina, dio un trago reparador del grifo de agua frнa, y luego se arrastrу
hasta la sala de dнa. El sargento primero estaba en su escritorio, un
gigantesco hombre, musculoso y de aspecto sбdico, con una piel oscura del mismo
color que la de su viejo amigo Tembo. Tenнa un muсeco de plбstico ataviado con
uniforme de capitбn en una mano, y le estaba clavando clips desdoblados con la
otra. Sin volver la cabeza, girу los ojos hacia Bill y dio un bufido. - Estбs en un
buen lнo, soldado, al venir a la sala de dнa con un uniforme como ese. - Estoy en un
lнo mбs grande del que se imagina, sargento - dijo Bill, apoyбndose dйbil en el
escritorio. El sargento contemplу las asimйtricas manos de Bill, mientras sus
ojos corrнan rбpidamente de una a otra. - їDe dуnde has
sacado esa mano, soldado? ЎHabla! Conozco esa mano. - Perteneciу a
un amigo mнo, y tambiйn tengo el brazo que iba con ella. Ansioso por
pasar a cualquier tema que no fuera el de sus crнmenes militares, Bill extendiу
la mano para que el sargento la contemplara. Pero se horrorizу cuando los dedos
formaron un duro puсo, los mъsculos se apretaron en su brazo, y el puсo volу
hacia adelante para dar de lleno en la mandнbula del sargento primero,
echбndolo hacia atrбs con silla y todo. - ЎSargento! -
gritу Bill, y agarrу su mano rebelde con la otra, llevбndola, no sin luchar, de
nuevo a su costado. El sargento se
alzу lentamente, y Bill se echу hacia atrбs, temblando. No se lo podнa creer
cuando vio que el sargento se sentaba de nuevo, sonriendo. - Ya sabнa yo
que conocнa esa mano, es la de mi viejo amigo Tembo. Siempre bromeбbamos asн.
Ten buen cuidado con esa mano, їme escuchas? їLlevas algo mбs de Tembo por ahн?
- y cuando Bill le dijo que no, repicу un rбpido toque de tam-tam en el borde
del escritorio -. Bueno, se ha ido al Gran Rito Jujъ en el cielo. - La sonrisa
se desvaneciу y volviу a aparecer el rictus -. Estбs en un buen lнo, soldado.
Dйjame ver tu tarjeta de identificaciуn. La arrancу de
los inertes dedos de Bill y la introdujo en una rendija del escritorio.
Parpadearon luces, zumbу un mecanismo, vibrу, y se encendiу una pantalla. El
sargento primero leyу el mensaje que allн habнa y, mientras lo hacнa, el rictus
desapareciу de su rostro para ser reemplazado por una expresiуn de frнa cуlera.
Cuando volviу a llevar sus ojos a Bill, eran rendijas entrecerradas que lo
clavaron al suelo con una mirada que podrнa cortar la leche en un instante o
destruir formas de vida inferiores como roedores o cucarachas. Congelу la
sangre de Bill en sus venas y enviу por su cuerpo un estremecimiento que lo
hizo agitarse como un arbusto al viento. - їDe dуnde
robaste esta tarjeta de identificaciуn? їQuiйn eres? Al tercer
intento, Bill logrу extraer algunas palabras de sus paralizados labios. - Soy yo... Esa
es mi tarjeta... Soy yo, el tйcnico en fusibles de primera clase Bill... - Eres un
mentiroso - una uсa exclusivamente diseсada para seccionar venas yugulares
golpeу la tarjeta -. Esta tarjeta debe de haber sido robada, porque el tйcnico
en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas. Eso es lo que
dice el archivo, y los archivos no mienten. Te la has cargado, estъpido. Apretу un botуn
rojo marcado POLICНA MILITAR, y a lo lejos se pudo oнr un timbre de alarma
zumbando irritadamente. Bill agitу los pies y sus ojos rodaron, buscando una
forma en que escapar. - Aguбntalo
ahн, Tembo - saltу el sargento -. Quiero llegar al fondo de esto. El brazo
izquierdo/derecho de Bill se agarrу al borde del escritorio, y no pudo
arrancarlo de allн. Aъn se estaba peleando con йl cuando resonaron pesadas
botas a sus espaldas. - їQuй pasa? -
gruсу una voz familiar. - Usurpaciуn de
la personalidad de un suboficial mбs otros cargos de menor importancia que no
importan, pues este solo ya implica una lobotomнa con arco voltaico y treinta
latigazos. - Oh, seсor -
riу Bill, girando y alegrando sus ojos al ver una muy odiada figura -.
ЎDeseomortal Drang! Dнgales que me conoce. Uno de los dos
hombres era el usual bruto de casco rojo, porra y pistola, con forma humana.
Pero el otro tan solo podнa ser Deseomortal. - їConoce al
prisionero? - preguntу el sargento primero. Deseomortal
bizqueу, recorriendo con sus ojos todo el cuerpo de Bill. - Conocн a un
trasteafusibles de sexta clase llamado Bill, pero tenнa dos manos que se
complementaban. Hay algo bastante extraсo aquн. Le atizaremos un poco en el
cuerpo de guardia y ya le haremos saber lo que confiese. - Afirmativo.
Pero cuidado con el brazo izquierdo. Es de un amigo mнo. - No lo
tocaremos. - ЎPero yo soy
Bill! - gritу Bill -. Ese soy yo, el que estб en mi tarjeta. Puedo probarlo. - Es un
impostor - dijo el sargento, y seсalу a los controles de su escritorio -. Los
archivos dicen que el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн
hace ocho dнas, y los archivos no mienten. - Los archivos
no pueden mentir, o no existirнa el orden en el universo - dijo Deseomortal,
atornillando profundamente su porra en las tripas de Bill y empujбndolo hacia
la puerta -. їAъn no han llegado esos aprietapulgares que reclamamos? - le
preguntу al otro PM. Tan solo pudo ser
la fatiga lo que llevу a Bill a hacer lo que hizo. La fatiga, la desesperaciуn,
y el miedo combinados que le dominaron, pues en lo mбs profundo de su corazуn
era un buen soldado, y habнa aprendido a ser Bravo, y Limpio, y Reverente, y
Heterosexual, y todo lo demбs. Pero cada hombre tiene su punto de rotura, y
Bill habнa llegado al suyo. Tenнa fe en la imparcialidad de la justicia, pues
no le habнan enseсado la verdad, pero en realidad era el pensamiento de la
tortura lo que le molestaba. Cuando sus ojos, enloquecidos por el miedo, vieron
el cartel que decнa LAVANDERIA, una sinapsis se cerrу, sin voliciуn consciente
por su parte, y saltу hacia adelante, arrancбndose con su repentina y
desesperada acciуn de la mano que lo aferraba por el brazo. ЎHuida! Tras la
portezuela basculante en la pared, debнa de haber una caнda hasta la lavanderнa
con un hermoso montуn de suaves sбbanas y toallas al fondo que amortiguarнan su
caнda. ЎPodrнa escapar! Ignorando los terribles y bestiales gritos de los PM,
se zambullу de cabeza por la abertura. Cayу un metro y
medio, dio de cabeza, y casi se la abriу. No era una caнda, sino una profunda
caja metбlica de recogida. Tras йl, los PM
golpeaban la portezuela basculante, pero no podнan moverla ya que las piernas
de Bill la habнan bloqueado e impedнan que se abriese. - ЎEstб
cerrada! - gritу Deseomortal -. ЎNos la ha jugado! їAdуnde va a parar esa caнda
de lavanderнa? - cometiendo la misma equivocaciуn de Bill. - No lo sй, yo
tambiйn soy nuevo aquн - jadeу el otro hombre. - ЎSerбs nuevo
en la silla elйctrica si no encontramos a ese cerdo! Las voces
disminuyeron mientras las pesadas botas corrнan alejбndose, y Bill se
estremeciу. Su cuello estaba doblado en un бngulo raro y le dolнa, sus rodillas
le apretaban el pecho, y estaba medio sofocado por la ropa contra la que se
aplastaba su rostro. Tratу de extender las piernas y empujar la tapa de metal,
pero se oyу un click cuando algo se abriу y cayу hacia adelante, al abrirse la
caja de recogida al corredor de servicio al otro lado de la pared. - ЎAhн estб! -
dijo una odiada voz familiar, y Bill se tambaleу alejбndose. Las botas que
corrнan estaban pisбndole los talones cuando llegу a un tubo gravitatorio y de
nuevo se zambullу de cabeza, con bastante mбs йxito esta vez. Cuando los apoplйcticos
PM saltaron tras йl, el mecanismo automбtico los separу unos buenos cinco
metros unos de otros. Era una caнda lenta y suave, y la visiуn de Bill se
aclarу finalmente. Mirу hacia arriba, y se estremeciу a la vista de la
fisonomнa repleta de colmillos de Deseomortal flotando tras йl. - Viejo amigo -
sollozу Bill, juntando sus manos en una actitud de ruego -. їPor quй me
persigue? - No me llames
amigo, espнa chinger. Ni siquiera eres un buen espнa: tus brazos no concuerdan
- mientras caнa, Deseomortal sacу la pistola de la funda y la apuntу
directamente entre los ojos de Bill -. Muerto mientras tratabas de escapar. - Tenga piedad
- rogу Bill. - Muerte a los
chingers - apretу el gatillo. CUATRO La bala surgiу
lentamente de entre la nube de gases en expansiуn, y planeу medio metro hacia
Bill antes de que el zumbante campo gravitatorio la detuviese. La simple mente
del mecanismo automбtico tradujo la velocidad de la bala como masa y asumiу que
otro cuerpo habнa entrado en el tubo gravitatorio, y le dio una posiciуn. La
caнda de Deseomortal se detuvo hasta que se hallу a cinco metros por detrбs de
la bala, mientras que el otro PM tambiйn asumнa la misma posiciуn relativa tras
йl. El vacнo entre Bill y sus perseguidores era ahora el doble, y aprovechу esto,
saliendo por la abertura del siguiente nivel. Un elevador abierto lo atrajo
hacia sн, y se metiу en su interior y cerrу la puerta antes de que el
blasfemante Deseomortal pudiera surgir del tubo. Tras esto, la
escapatoria fue simplemente cuestiуn de enmaraсar su rastro. Utilizу diferentes
mйtodos de transporte, al azar, y durante todo el tiempo estuvo huyendo hacia
niveles inferiores como si buscase, cual un topo, escapar horadando un hueco.
Lo que finalmente lo detuvo fue el agotamiento, haciйndole caer al suelo,
apoyado contra una pared y jadeando como un triceratops en celo. Gradualmente,
tuvo conciencia de sus alrededores, dбndose cuenta de que estaba a
profundidades mayores de las que jamбs habнa alcanzado. Los corredores eran
tйtricos y antiguos, manufacturados con planchas metбlicas ribeteadas. Pilares
masivos, algunos de ellos de mбs de una treintena de metros de diбmetro,
rompнan la aridez de las paredes, grandes estructuras que soportaban la masa
del mundo-ciudad de encima. La mayor parte de las puertas que veнa estaban
cerradas y atrancadas, con complejos candados colgando de ellas. Tambiйn se dio
cuenta de que habнa menos luz, mientras arrastraba cansadamente sus pies
buscando algo que beber: su garganta ardнa como fuego. Delante de йl, en la pared,
se hallaba un dispensador de bebidas, diferenciбndose de la mayor parte de los
que habнa visto porque el frontis del mecanismo estaba reforzado con gruesas
barras de acero, y adornado con un gran cartel que decнa: Esta mбquina estб
protegida por alarmas tipo los-cuece-vivos. cualquier intento de abrir el
mecanismo harб pasar cien mil voltios por el culpable. hallу las monedas
suficientes en su bolsillo para pagar una heroнna-cola doble, y se echу
cuidadosamente hacia atrбs, fuera del radio de acciуn de cualquier chispa,
mientras se llenaba el vaso. Se sentнa mucho
mejor tras bebйrsela, hasta que mirу su billetero y entonces se sintiу mucho
peor. Tenнa ocho pavos imperiales, y cuando se le acabasen: їentonces quй? La
piedad por sн mismo logrу atravesar el bloque que el cansancio y las drogas
establecнan sobre sus sentidos, y llorу. Se daba cuenta, en forma vaga, de que
ocasionalmente pasaba alguien, pero no prestaba atenciуn. No, hasta que tres
hombres se detuvieron frente a йl y dejaron que un cuarto cayera al suelo. Bill
los contemplу, y luego apartу la mirada, mientras sus palabras llegaban
vagamente a sus oнdos, sin que esto registrase significado, pues se lo estaba
pasando mucho mejor hundiйndose en su lacrimosa desesperaciуn. - Pobre viejo
Golph. Parece que estб acabado. - Seguro. Estб
teniendo la agonнa mбs bonita que jamбs he oнdo. Dejadlo aquн para que lo
recojan los robots de limpieza. - їPero quй hay
del trabajo? Tenemos que ser cukoo para que salga bien. - Demos una
mirada a este desplanado. Una pesada bota
golpeando al costado de Bill lo hizo rodar y llamу su atenciуn. Parpadeу,
contemplando el cнrculo de hombres, todos ellos similares en sus andrajosas
ropas, sucias pieles y barbudos rostros. Todos eran diferentes en su tamaсo y
forma, aunque todo tenнan algo en comъn: ninguno de ellos llevaba un Plano, y
todos ellos parecнan extraсamente desnudos sin los pesados volъmenes colgantes. - їDуnde estб
tu plano? - preguntу el mayor y mбs peludo, dando otra patada a Bill. - Robado... -
comenzу a llorar de nuevo. - їEres
soldado? - Se me
quedaron mi tarjeta de identificaciуn... - їTienes
pavos? -
Desaparecidos. Todos han desaparecido... como los envases no canjeables de la
antigьedad. - Entonces eres
uno de los desplanados - cantaron al unнsono, ayudбndole a ponerse en pie -. Y
ahora, ъnete a nosotros en la canciуn de los desplanados - y con trйmulas voces
cantaron: - Mantenйos
unidos todos y uno, pues los Hermanos Desplanados siempre deberбn unirse y
luchar para conseguir el derecho de que el poder se desplome y la verdad
triunfe, y para que asн nosotros, que otrora fuimos libres, podamos alguna vez
ser libres para ver los cielos del azul encima, y oнr el gentil glop-glop de la
nieve. - No rima
demasiado bien - dijo Bill. - Ah, andamos
faltos de talentos por aquн abajo, andamos - dijo el mбs pequeсo y viejo de los
desplanados, tosiendo con una tos entrecortado y raquнtica. - Cбllate -
dijo el mбs grande, dбndole un puсetazo en los riсones al viejo; y dirigiйndose
luego a Bill -: Soy Litvok, y esta es mi manada. Formas parte de mi manada
ahora, reciйn llegado, y tu nombre es Golph 28169 menos. - No, no lo
soy. Mi nombre es Bill, y es mбs fбcil de decir... - le dieron otra patada.. - ЎCierra el
pico! Bill es un nombre difнcil porque es un nombre nuevo, y nunca recuerdo
nombres nuevos. Yo siempre he tenido un Golph 28169 menos en mi manada. їCuбl
es tu nombre? - Bi... Ўay!
ЎQuiero decir Golph! - Asн estб
mejor... pero no olvides que tambiйn tienes un apellido. - Yo estoy
hambriento - gimiу el viejo -. їCuбndo vamos a hacer el asalto? - Ahora.
Seguidme. Pasaron por
encima del viejo Golph etc., que habнa expirado mientras se iniciaba el nuevo,
y se apresuraron a lo largo de un oscuro y hъmedo pasadizo. Bill los siguiу,
preguntбndose en dуnde se habнa metido ahora, pero demasiado cansado como para
preocuparse en este momento. Estaban hablando de comida; despuйs de conseguirse
alguna comida podrнa pensar quй hacer a continuaciуn, pero mientras tanto se
sentнa contento porque alguien se ocupase de йl y pensase por йl. Era como
volver a estar de nuevo con el ejйrcito, solo que mejor, pues uno no tenнa que
afeitarse. El pequeсo
grupo de hombres emergiу a una sala brillantemente iluminada, molestбndoles
algo el repentino resplandor. Litvok les hizo una seсa para que se detuvieran y
mirу cuidadosamente en ambas direcciones, luego hizo pantalla con una mano
rebozada de suciedad detrбs de su oreja en forma de coliflor y escuchу,
frunciendo el ceсo por el esfuerzo. - Parece que
todo estб bien. Schmutzig, tъ te quedas aquн y das la alarma si viene alguien;
Sporco, atraviesa la sala hasta el otro lado y haz lo mismo; tъ, el nuevo
Golph, vienes conmigo. Los dos
centinelas se dirigieron hacia sus puestos, mientras Bill seguнa a Litvok hasta
una salita que contenнa una puerta metбlica cerrada que el fornido jefe abriу
con un simple golpe de martillo de metal que sacу de algъn lugar oculto entre
sus mugrientas ropas. En el interior, habнa un cierto nъmero de tubos de
diversas dimensiones que se alzaban del suelo y se desvanecнan en el techo de
arriba. Cada tubo estaba marcado con un nъmero, y Litvok lo seсalу. - Tenemos que
encontrar el kl-9256-B - dijo -. Vamos. Bill encontrу
rбpidamente el tubo, tenнa el grosor de su muсeca, y acababa de llamar al jefe
de la manada cuando sonу un agudo silbido en la sala. - ЎFuera! -
dijo Litvok, y empujу a Bill frente a йl. Luego cerrу la puerta y se puso
frente a ella, de tal forma que con su cuerpo cubrнa la cerradura rota. Se oyу
un siseo y un ronroneo crecientes que se acercaban desde la sala hacia ellos,
mientras esperaban en la salita. Litvok ocultaba su martillo tras de sн, y el
ruido creciу hasta que apareciу un robot de limpieza que girу hacia ellos sus
ojos binoculares montados sobre antenas. - їHarбn el
favor de echarse a un lado? Este robot desea limpiar el lugar en el que se
encuentran - dijo una voz grabada desde el interior del robot, con tono firme.
Hizo girar esperanzado sus cepillos en su direcciуn. - Lбrgate -
gruсу Litvok. - La
interferencia con un robot de limpieza durante el desempeсo de su deber es un
crimen castigable, al mismo tiempo que un acto antisocial. їSe han entretenido
en pensar cuбl serнa la situaciуn si el Departamento de Limpieza no...? - Bocazas -
rugiу Litvok, y golpeу al robot en la parte alta de su caja craneana con el
martillo. - ЎUonkiti! -
aullу el robot, y escapу zigzagueando a lo largo de la sala, chorreando agua
por sus aspersores. - Acabemos con
esto - dijo Litvok, abriendo de nuevo la puerta. Le entregу el martillo a Bill,
y sacando una sierra de metales de algъn lugar de sus despedazadas ropas atacу
la tuberнa con frenйticos tirones. La tuberнa de metal era dura, y al cabo de
un minuto ya estaba empapado en sudor y comenzaba a cansarse. - Sigue tъ - le
chillу a Bill -, ve tan de prisa como puedas, y luego te sustituirй. Turnбndose, les
llevу menos de tres minutos el segar completamente el tubo. Litvok volviу a
meterse la sierra entre sus ropas y tomу el martillo. - Prepбrate -
dijo, escupiendo en sus manos y dando luego un tremendo martillazo a la
tuberнa. Con dos golpes
logrу que la parte superior del tubo cortado se doblase hasta desalinearse con
la parte inferior, y del orificio comenzу a manar un rнo sin fin de salchichas
tipo Frankfurt verdes enlazadas. Litvok tomу un extremo de la cadena y se lo
echу por sobre los hombros de Bill, luego comenzу a enrollar vueltas y mбs
vueltas de las cosas sobre sus hombros y brazos, cada vez mбs alto. Llegaron al
nivel de los ojos de Bill, y este pudo leer las blancas letras estampadas sobre
sus formas de color gris hierba: SUPERCLORAS, decнa, y tambiйn: ЎREPLETAS DE
SOL! y: LA MARCA DE DISTINCIУN, y: PRUEBE NUESTRAs TROTAMBURGUESAS LA PRУXIMA
VEZ. - Ya basta -
gruсу Bill, tambaleбndose bajo el peso. Litvok cortу la cadena y comenzу a
enrollбrsela sobre sus propios hombros, cuando el fluir de cosas verdes cesу
repentinamente. Tirу de las ъltimas que quedaban en el tubo y corriу hacia la
puerta. - Ha sonado la
alarma, nos persiguen. ЎHuyamos antes de que lleguen los polis! - Silbу
fuertemente, y los vigнas llegaron corriendo para unнrselas. Corrieron, con
Bill tambaleбndose bajo el peso de las salchichas, en una carrera de pesadilla
a travйs de los tъneles, bajando escaleras de mano y tubos aceitados, hasta que
alcanzaron una polvorienta бrea desierta en la que las dйbiles luces eran pocas
y muy espaciadas. Litvok abriу una trampilla del suelo y se dejaron caer uno a
uno, para arrastrarse por un tъnel de cables y tubos entre dos niveles.
Schmutzig y Sporco iban detrбs para recoger las salchichas que caнan de la
dolorida espalda de Bill. Finalmente, a travйs de una rejilla cortada, llegaron
a su totalmente oscuro destino, y Bill se derrumbу en el suelo, que se hallaba
cubierto de despojos. Con gritos de ansia, los otros le arrebataron su carga, y
al cabo de un minuto ardнa un fuego en una papelera de metal y las verdes
salchichas se estaban tostando en una parrilla. El delicioso
olor de la clorofila asada animу a Bill, que mirу a su alrededor con interйs. A
la parpadeante luz de las llamas vio que se encontraba en una inmensa cбmara
que se desvanecнa por todos los lados en la oscuridad. Unos gruesos pilares
soportaban el techo y la ciudad de encima, y entre ellos se alzaban inmensas
pilas y montones de todos los tamaсos. El viejo, Sporco, caminу hasta el montуn
mбs cercano y arrancу algo. Cuando regresу, Bill pudo ver que llevaba hojas de
papel, que comenzу a echar una a una al fuego. Una de las hojas cayу cerca de
Bill, y este vio, antes de echarla a las llamas, que se trataba de un impreso
gubernamental de algъn tipo, amarillento por la edad. Aunque a Bill
nunca le habнan gustado las supercloras, le encantaron ahora. El apetito servнa
de salsa, y el papel ardiendo les daba un nuevo sabor. Ayudaron a pasar las
salchichas con herrumbrosa agua de un cubo colocado bajo una gotera de una
tuberнa, con lo que tuvieron un festнn de reyes. Esta es la buena vida, pensу
Bill, sacando otra super del fuego y sorbiendo: buena comida, buena bebida,
buenos amigos. Un hombre libre. Litvok y el
viejo ya estaban durmiendo sobre camas hechas con papel arrugado, cuando el
otro, Schmutzig, se acercу a Bill. - їHas
encontrado mi tarjeta de identidad? - preguntу con un hueco suspiro, y Bill se
dio cuenta de que el hombre estaba loco. Las llamas se reflejaban en forma
extraсa en los astillados cristales de sus gafas, y Bill pudo ver que tenнan
montura de plata, y que en otro tiempo debieron de ser muy caras. Alrededor del
cuello de Schmutzig, medio ocultos por su descuidada barba, se encontraban los
restos de un cuello de camisa, y jirones de lo que en otro tiempo fue una
elegante corbata. - No, no he
visto tu tarjeta de identidad - dijo Bill En realidad, no he visto la mнa desde
que el sargento primero se la llevу y se olvidу de devolvйrmela. - Bill comenzу
a sentirse compasivo hacia sн mismo de nuevo, y las asquerosas salchichas
estaban pesando como plomo en su estуmago. Schmutzig ignorу su respuesta,
inmerso como estaba en su mucho mбs interesante monomanнa. - Soy un hombre
importante, їsabes?: Schmutzig von Drek es un nombre que cuenta, ya se
enterarбn. Creen que pueden salirse con la suya, pero no podrбn. Dijeron que
era un error, un simple error, que la grabaciуn en los archivos se rompiу, y
cuando la repararon tuvieron que cortar un trocito chiquito, y que allн era
donde estaba la informaciуn acerca de mн. La primera noticia que tuve de ello
fue cuando a final de mes no llegу mi paga, y fui a verlos y pareciу que nunca
habнan oнdo hablar de mн. Pero todo el mundo ha oнdo hablar de mн, von Drek es
un apellido muy antiguo. Ya era jefe intermedio antes de cumplir los veintidуs,
y tenнa trescientos cincuenta y seis operarios bajo mis уrdenes en la Divisiуn
de Grapas y Clips para Papel de la 89.11 Ala de Abastecimiento para Oficinas.
Asн que no podнan hacerme creer que jamбs habнan oнdo hablar de mн, aunque hubiera
olvidado mi tarjeta de identificaciуn en casa, en otro traje. Ni tenнan razуn
para llevarse todo lo que habнa en mi departamento mientras yo estaba fuera de
йl tan solo porque estaba arrendado a lo que ellos llamaban una persona
imaginaria. Podrнa haber probado que era quien decнa si hubiera tenido mi
tarjeta de identidad... їHas visto mi tarjeta de identidad? Ahora me toca a
mн, pensу Bill. Y dijo en voz alta: - Eso suena a
mala pasada. Te dirй lo que harй: te ayudarй a buscarla. Me irй por ahн a ver
si la encuentro. Antes de que la
confusa cabeza de Schmutzig pudiera pensar una respuesta, Bill ya se habнa
escabullido por entre los montaсosos montones de viejos archivos, muy contento
consigo mismo por haber logrado ser mбs listo que un loco de mediana edad. Se
sentнa placenteramente repleto, y cansado, y no querнa ser molestado de nuevo.
Lo que necesitaba ahora era una buena noche de descanso, y luego, por la
maсana, ya pensarнa en todo este lнo, y hasta quizб encontrase cуmo salir de
йl. Tanteando su camino por entre los atiborrados pasadizos, recorriу una larga
distancia, separбndose de los otros desplanados, antes de subir a un
tambaleante montуn de papel y, de ahн, subir a otro aъn mбs alto. Suspirу
aliviado y arreglу un mantoncito de papel para que le sirviera de almohada, y
cerrу despuйs los ojos. Entonces las
luces se encendieron en hileras en el techo del almacйn, y agudos silbatos de
la policнa sonaron por todas partes, asн como gritos guturales que lo llenaron
de terror. - ЎAgarra a
ese! ЎNo lo dejes escapar! - ЎYa tengo a
este ladrуn! - Vosotros,
malditos desplanados, habйis robado vuestra ъltima superclora. Os mandarбn a
las minas de sales de uranio de Zana-21 Y luego: - їLos tenemos
a todos...? - y mientras Bill seguнa recostado, agarrбndose desesperadamente a
los impresos, y con el corazуn palpitando aterrorizado, llegу por fin la
respuesta: - Sн, cuatro.
Los hemos estado vigilando durante mucho tiempo, esperando agarrarlos si
intentaban algo como esto. - Pero aquн
solo hay tres. - Vi al cuarto
antes: se lo llevaba un robot de limpieza, y estaba tan tieso como un palo. - Afirmativo.
Entonces vбmonos. El miedo corriу
de nuevo a travйs de Bill. їCuбnto tiempo pasarнa antes de que alguno del grupo
hablase y lo delatase para mejorar su situaciуn, diciйndole a los polis que
acababan de conseguir un nuevo recluta? Tenнa que irse de allн. Toda la policнa
parecнa estar ahora reunida alrededor de donde habнan asado las salchichas, y
tenнa que correr el riesgo. Deslizбndose de la pila tan silenciosamente como
pudo, comenzу a reptar en direcciуn opuesta. Si no habнa salida en aquella
direcciуn, estaba atrapado... ЎNo tenнa que pensar asн! Tras йl sonaron
silbatos, y supo que ya habнan comenzado a perseguirlo. La adrenalina fluyу a
raudales en su riego sanguнneo, y saliу corriendo hacia adelante, mientras las
ricas proteнnas equinas de las salchichas aсadнan fuerza a sus piernas y le
imprimнan una carrera que era un verdadero trote. Delante de йl vio una puerta,
y se echу con todo su peso contra ella. Por un instante permaneciу inmуvil, y
luego se abriу rechinando sobre sus oxidadas bisagras. Sin reparar en el
peligro, se abalanzу por una escalera en espiral, bajando y bajando, hasta
llegar a otra puerta, huyendo locamente, pensando ъnicamente en el escape. De nuevo, con
el instinto de un animal perseguido, huyу hacia abajo. No se fijу en que las
paredes estaban ahora remachadas y en algunos sitios recubiertas de уxido, ni
pensу que era poco usual el que tuviera que abrir una atrancada puerta de
madera: Ўmadera en un planeta que no habнa visto un бrbol en un centenar de
milenios! El aire era mбs hъmedo y a veces maloliente, y su empavorecida
carrera lo llevу a travйs de un tъnel de piedra en el que bestias innominadas
huyeron frente a йl con el tamborileo de malignas garras. Habнa largos espacios
condenados a la oscuridad eterna, en donde tenнa que hallar su camino a
tientas, corriendo sus dedos a lo largo del repugnante y viscoso moho que
cubrнa las paredes. Donde habнa luces, brillaban dйbilmente tras sus cargas de
telaraсas y cadбveres de insectos. Chapoteу a travйs de charcos de agua
estancada, hasta que, lentamente, la extraсeza de lo que lo rodeaba le penetrу
y le hizo mirar a su alrededor. En el suelo, bajo sus pies, habнa otra puerta,
y aъn impelido por el reflejo de la huida la abriу, pero no llevaba a ninguna
parte. En lugar de esto daba acceso a un depуsito de alguna clase de metal
granuloso, no muy diferente al azъcar en bruto. Aunque quizб fuese un
aislamiento. Tal vez fuera comestible. Se inclinу y cogiу un poco entre sus
dedos, y lo aplastу con los dientes. No, no era comestible. Lo escupiу, aunque
habнa algo realmente familiar en йl. Entonces recordу. Era polvo.
Tierra. Suelo. Arena. La cosa esa de que estбn hechos los planetas, de que este
planeta estaba hecho. ЎEra la superficie de Helior, sobre la que descansaba el
increнble peso de aquella ciudad que circundaba el mundo! Mirу hacia arriba, y
por un inenarrable momento se dio cuenta repentinamente de aquel peso, de todo
aquel peso, sobre su cabeza, apretando y tratando de aplastarlo. Ahora estaba
en el fondo, en el verdadero fondo, y obsesionado por una claustrofobia
galopante. Dando un dйbil gemido, corriу por el pasillo hasta que llegу a una
inmensa puerta sellada y atrancada. No habнa salida por allн. Y cuando mirу al
oscuro grosor de la puerta, decidiу que realmente no deseaba continuar por
aquel camino. їQuй innombrables horrores podнan acechar tras una puerta como
aquella, situada en el fondo del mundo? Entonces,
mientras la contemplaba, paralizado y con los ojos muy abiertos, la puerta
chirriу y comenzу a abrirse. Dio la vuelta para echar a correr, y gritу muy
alto su terror cuando algo lo aferrу en un apretуn irresistible... CINCO No es que Bill
no tratara de resistirse, pero era imposible. Se agitу entre las garras de
esquelйtico blancura que lo aferraban, y tratу fъtilmente de arrancбrselas de
sus brazos, mientras todo el rato daba dйbiles gemidos de desesperaciуn, como
un borrego apresado por las garras de un бguila. Agitбndose sin efectividad,
fue arrastrado hacia atrбs a travйs del tremendo pуrtico que se abriу sin
intervenciуn de mano humana. - Bienvenido...
- dijo una voz sepulcral, y Bill se tambaleу cuando el apretуn inmovilizador
fue soltado, y luego se girу para enfrentarse con el gran robot blanco, ahora
inmуvil. Al lado del robot se alzaba un hombrecillo de chaqueta blanca, que
llevaba puesta una enorme cabeza monda y una sena expresiуn. - No tiene por
quй decirme su nombre - dijo el hombrecillo -, a menos que lo desee. Pero yo soy
el Inspector Jeyes. їHa venido en busca de asilo? - їAcaso lo
ofrece? - preguntу Bill, dubitativo. - Es un punto
interesante, muy interesante - Jeyes se frotу sus arrugadas manos con un sonido
seco y бspero -. Pero no debemos meternos ahora en argumentos teolуgicos, a
pesar de lo tentadores que puedan ser, se lo aseguro. Asн que creo que lo mejor
serб que haga una declaraciуn de hecho, sн, realmente. Encontrarб asilo aquн...
їHa venido para obtenerlo? Bill, ahora que
se habнa recobrado de su primitiva emociуn, estaba comportбndose
cautelosamente, recordando todos los follones en que se habнa visto envuelto
por abrir su boca. - Escuche, no
sй ni quien es usted ni donde estoy, ni quй me pedirб a cambio de eso del
asilo. - Muy correcto,
aunque le aseguro que el error fue mнo, ya que le tomй por uno de los
desplanados de la ciudad, a pesar de que me doy cuenta de que los harapos que
lleva puestos fueron en otro tiempo el uniforme de paseo de un soldado, y que
el trozo de latуn oxidado en su pecho es lo que resta de una noble
condecoraciуn. Bienvenido a Helior, el Planeta Imperial. Y їquй tal va la
guerra? - Bien,
gracias... Pero їa quй viene todo esto? - Soy el
inspector Jeyes, del Departamento Municipal de Limpieza. Puedo ver, y
sinceramente espero que perdonarб mi indiscreciуn, que se halla usted en
dificultades, mal uniformado, sin Plano, y tal vez hasta le habrб desaparecido
su tarjeta de identidad. - Contemplу el inquieto agitarse de Bill con ojos
astutos, de pбjaro -. Pero no tiene por quй ser asн. Acepte el asilo.
Proveeremos por ustedes, le daremos un buen trabajo, un nuevo uniforme, y hasta
una nueva tarjeta de identidad. - ЎTodo lo que
tengo que hacer es convertirme en un barrendero! - resoplу Bill. - Preferimos la
apelaciуn de Agentes de Saneamiento - contestу humildemente el inspector Jeyes. - Ya me lo
pensarй - dijo frнamente Bill. - їPuedo
ayudarle a llegar a una decisiуn? - preguntу el inspector, apretando un botуn
en la pared. El pуrtico a la oscuridad total se abriу de nuevo, chirriante, y
el robot agarrу a Bill y comenzу a empujarle. - ЎAsilo! -
chillу Bill, y luego resoplу cuando el robot lo soltу y la puerta se cerrу de
nuevo -. Iba a pedirlo de todas maneras, no tenнa por quй empujarme. - Un millar de
excusas, deseamos que se sienta feliz aquн. Bienvenido al DM de L. Aъn
corriendo el riesgo de embarazarle, їpodrнa preguntarle si necesitarб una nueva
tarjeta de identidad? Muchos de nuestros reclutas prefieren iniciar una nueva
vida aquн en el departamento, y tenemos una vasta selecciуn de tarjetas entre
las que pueden escoger. Tiene que recordar que eventualmente acabamos
recogiйndolo todo, incluyendo los cadбveres y las papeleras vaciadas, y le
sorprenderнa el nъmero de tarjetas que recogemos de esta forma. Si me hace el
favor de entrar en este ascensor... El DM de L
tenнa un montуn de tarjetas, cajones y cajones de ellas, limpiamente archivadas
por orden alfabйtico. En poco tiempo, Bill encontrу una con una descripciуn que
se aproximaba bastante a la suya, emitida a nombre de un tal Wilhelm Stuzzicadenti,
y se la enseсу al inspector. - Muy bien, me
alegra contar con usted, Villy... - Prefiero que
me llame Bill. - ...y
bienvenido al servicio, Bill. Siempre estamos faltos de personal aquн abajo, y
podrб escoger las tareas que desee, sн, realmente, dependiendo naturalmente de
su talento y de sus intereses. Cuando piensa en limpieza, їquй es lo que le
viene a la mente? - Basura. El inspector
suspirу. - Esa es la
reacciуn usual, pero habнa esperado algo mejor de usted. La Basura es una de
las cosas con la que nuestra Divisiуn de Recogida tiene que enfrentarse.
Tambiйn hay Restos, Desperdicios y Porquerнa. Ademбs, hay los otros
departamentos independientes: Limpieza de los Departamentos, Reparaciуn de
Caсerнas, Investigaciуn, Eliminaciуn de Aguas Residuales... - Este ъltimo
suena realmente interesante. Antes de que fuera alistado a la fuerza estaba
cursando por correspondencia la carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes. - ЎPero si esto
es maravilloso! Tiene que contarme mбs de eso. Pero antes siйntese, pуngase
confortable - llevу a Bill hasta un enorme sillуn tapizado, y luego se girу
para sacar dos recipientes de plбstico de un dispensador -, y tуmese una
refrescante Alco-Sacudida mientras habla. - No hay mucho
que decir, nunca pude terminar mi carrera, y parece que jamбs lograrй
satisfacer mi ambiciуn de toda la vida de trabajar con fertilizantes. Tal vez
su Departamento de Eliminaciуn de Aguas Residuales... - Lo siento, es
algo que me destroza el corazуn, visto que casi coincide con su especialidad por
asн decirlo, pero esa es una tarea que no nos da ningъn problema, ya que estб
casi totalmente automatizada. Estamos muy satisfechos de nuestro rйcord con las
aguas residuales porque es realmente grande: debe de haber ciento cincuenta mil
millones de personas en Helior... - ЎHuau! - ...tiene
razуn, puedo verlo en el brillo de su ojos. Sн, ese es un montуn de aguas
residuales, y espero en algъn momento tener el honor de mostrarle nuestra
factorнa. Pero recuerde, donde hay aguas residuales tiene que haber comida, y
con Helior importando toda su comida tenemos una operaciуn en cнrculo cerrado
que es el sueсo de un ingeniero de Saneamiento. Las naves de los planetas
agrнcolas traen la comida procesada que va a la poblaciуn, donde sufre lo que
podrнamos llamar la Cadena de Mando. Nosotros recogemos los efluvios y los
procesamos, con los tratamientos usuales, fнsicos y quнmicos, bacterias
anaerobias y similares... їNo le estoy aburriendo con todo esto? - No, por
favor... - dijo Bill, sonriendo y secбndose una lбgrima con el puсo -. Es
simplemente que me siento tan feliz. Hacнa tanto que no tenнa una conversaciуn
inteligente... - Ya me lo
puedo imaginar; tiene que ser brutal en el servicio. - Le dio una palmada a
Bill en el hombro, en un amistoso gesto de bienvenida -. Olvнdese de todo eso:
ahora estб entre amigos. їDуnde estбbamos? Oh, sн, las bacterias. Entonces hay
la deshidrataciуn y la compresiуn. Producimos uno de los mejores ladrillos de
fertilizante condensado de toda la galaxia civilizada, y me enfrentarнa con
cualquiera que tratase de negarlo... - ЎY seguro que
ganarнa! - afirmу fervientemente Bill. - Las cadenas
automбticas y los ascensores se llevan los ladrillos a los espaciopuertos,
donde son cargados en las astronaves en cuanto son vaciadas, una carga completa
por cada carga completa, ese es nuestro lema. Y he oнdo que en algunos de los
planetas de suelo pobre dan vivas cuando las naves aterrizan. No, no podemos
protestar de nuestro tratamiento de las aguas residuales, son los otros
departamentos los que nos crean problemas - el inspector Jeyes vaciу su
recipiente y se quedу sentado con cara huraсa, habiendo desaparecido su placer
tan repentinamente como habнa aparecido. - ЎNo, no haga
eso! - le chillу a Bill, cuando este terminу su bebida e iniciу el gesto de
tirar el recipiente vacнo al receptor de desperdicios de la pared -. No querнa
gritar en esa forma - se disculpу -, pero ese es nuestro gran, gran problema.
Los desechos. їHa pensado alguna vez en cuantos periуdicos tiran cada dнa
ciento cincuenta mil millones de personas? їO cuantos recipientes no
recuperables? їO platos de un solo uso? Estamos trabajando en Investigaciуn
acerca de este problema, dнa y noche, pero no logramos solucionarlo. Es una
pesadilla. Ese recipiente de Alco-Sacudida que tiene en la mano es una de
nuestras respuestas, pero tan solo es una gota de agua en el ocйano. Cuando las
ъltimas gotas de lнquido se evaporaron del recipiente, este comenzу a agitarse
obscenamente en la mano de Bill y, horrorizado, lo dejу caer al suelo, donde
continuу agitбndose y cambiando de forma, desmoronбndose y aplanбndose ante sus
ojos. - Tenemos que
agradecerle a los matemбticos esta soluciуn - dijo el inspector -. Para un
topуlogo, un disco o una taza o un recipiente de lнquido tienen todos la misma
forma: un sуlido con un agujero, y cualquiera de ellos puede ser convertido en
cualquiera de los otros por una continua transformaciуn uno-a-uno. Asн que
hicimos los recipientes con un plбstico con memoria que regresaba a su forma
original una vez seco... mнrelo ahн. El recipiente
habнa cesado de agitarse, y ahora yacнa tranquilo en el suelo, un disco plano y
finamente grabado con un agujero en el centro. El inspector Jeyes lo recogiу y
le arrancу la etiqueta de Alco-Sacudida, y Bill pudo entonces leer la otra
etiqueta que habнa estado oculta debajo: Amor en уrbita, Ўboing, boing, boing!,
cantado por Los Coleуpteros. - їNo es
ingenioso? El recipiente se ha transformado en un disco de una de las mбs
molestas canciones del momento, un objeto que ningъn adicto a la Alco-Sacudida
puede, en ningъn caso, arrojar. Es recogido pues y guardado con cariсo, y no
lanzado a un recipiente de basuras para crearnos otro problema. El inspector
Jeyes tomу ambas manos de Bill entre las suyas, y cuando lo mirу directamente a
los ojos los suyos estaban bastante hъmedos. - Diga que lo
harб, Bill... que se dedicarб a la investigaciуn. Tenemos tal falta de hombres
ingeniosos y entrenados que comprendan nuestros problemas. Tal vez no acabу con
su carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes, pero puede ayudar, una mente
joven con ideas jуvenes, una nueva escoba para ayudar a barrer las cosas, їeh? - Lo harй -
dijo con determinaciуn Bill -. La investigaciуn en los residuos es algo en lo
que un hombre puede hincar el diente. - Se lo ha ganado.
Habitaciуn, manutenciуn y uniforme, mбs un salario digno, y todos los restos y
porquerнas que desee. Nunca le sabrб mal esta decisiуn... Una aullante
sirena lo interrumpiу, y un instante despuйs un hombre sudoroso y excitado
entrу corriendo en la habitaciуn. - ЎInspector,
esta vez sн que se ha disparado el cohete: la Operaciуn Platillo Volador ha
fallado! Hay aquн un equipo de astronomнa que se estб pelando con nuestro grupo
de investigaciуn, revolcados por el suelo como si fueran animales... El inspector
Jeyes estaba en la puerta antes de que el mensajero hubiera terminado, y Bill
corriу tras suyo, lanzбndose por una rampa justamente despuйs de йl. Tomaron
una cinta de sillas rodantes, pero era demasiado lenta para el inspector, que
saltaba como un conejo de silla en silla, y Bill le seguнa de cerca. Entonces
entraron en un laboratorio repleto de complejo equipo electrуnico y de hombres
que se agitaban y luchaban, rodando y pateando en un lнo inexplicable. - ЎParen en
seguida, paren! - chillу el inspector, pero nadie le escuchу. - Tal vez yo
pueda ayudar - dijo Bill -. Aprendemos estas cosas en el ejйrcito. їCuбles son
los Agentes de Saneamiento? - Los de
uniforme marrуn. - No me diga
mбs - dijo Bill, zumbando alegremente, se introdujo en la gruсente multitud y,
con un puсetazo aquн, un aplastamiento de riсones allб, y tal vez con algunos
golpes de karate que destruyen la laringe, restaurу el orden en la habitaciуn.
Ninguno de aquellos agitados intelectuales tenнa un gran fнsico, y pasу a
travйs de ellos como un cuchillo por la mantequilla, y entonces comenzу a
extirpar a sus nuevos camaradas del lнo. - їQuй ocurre,
Basurero, quй ha pasado? - preguntу el inspector Jeyes. - Son esos,
seсor. Irrumpen aquн gritando, diciйndonos que acabemos con la Operaciуn Platillo
Volador, justo cuando habнamos superado nuestro rйcord de eliminaciуn, cuando
habнamos hallado que casi podнamos aceptar el doble de entradas... - їQuй es eso
de la Operaciуn Platillo Volador? - preguntу Bill, muy confuso por lo que
sucedнa. Ninguno de los astrуnomos estaba aъn despierto, aunque alguno de ellos
gemнa ya, asн que el inspector tuvo tiempo para explicarle, apuntando a un
gigantesco aparato que llenaba todo un costado de la habitaciуn. - Quizб fuera
la respuesta a nuestros problemas - dijo - Son todos esos malditos platos y
vasos eliminables de las comidas preparadas y demбs. ЎNo me atrevo ni a decirle
cuantos metros cъbicos se han acumulado! Tal vez serнa mejor decir kilуmetros
cъbicos. Pero Basurero estaba mirando un dнa una revista y leyу un artнculo
sobre un transmisor de materia, e hicimos un pedido y compramos el modelo mбs
grande que encontramos. Lo conectamos a la cinta sin fin y a los cargadores -
abriу un panel al lado de la mбquina, y Bill vio un torrente de utensilios de
plбstico usados que entraban a gran velocidad -, y alimentamos todos estos
malditos desperdicios en el lado de entrada de la mбquina, y ha funcionado como
un sueсo desde entonces. - Pero...
їadуnde van? - Bill seguнa alelado -. їDуnde estб la salida del transmisor? - Una pregunta
inteligente: ese era nuestro gran problema. Al principio simplemente los
lanzбbamos al espacio, pero Astronomнa dijo que demasiados de ellos regresaban
como meteoritos y estropeaban sus observaciones estelares. Aumentamos la
energнa y los lanzamos mбs lejos, poniйndolos en уrbita, pero Navegaciуn dijo
que estбbamos creando una molestia en el espacio, formando un peligro para la
navegaciуn, y tuvimos que ir mбs lejos. Finalmente, Basurero consiguiу de
Astronomнa las coordenadas de la estrella mбs cercana, y desde entonces los
hemos estado echando a la estrella sin tener problemas y satisfaciendo a todo
el mundo. - So estъpido -
dijo uno de los astrуnomos, entre labios rotos, mientras trataba de ponerse en
pie -. ЎSus malditos desperdicios voladores han iniciado una nova en esa
estrella! No podнamos imaginar quй era lo que la causaba hasta que hallamos su
peticiуn de informaciуn en los archivos y nos enteramos de su imbйcil operaciуn
de aquн abajo... - Cuidado con
lo que dice o lo vuelvo a dormir, so mamуn - gruсу Bill. El astrуnomo
retrocediу y se puso pбlido, luego continuу en un tono mбs suave: - Mire, tienen
que comprender lo que ha pasado. No pueden estar lanzando todos esos бtomos de
carbono e hidrуgeno a un sol y esperar que no pase nada. La cosa se ha vuelto
nova, y me han dicho que no lograron evacuar completamente algunas bases de los
planetas interiores. - La
eliminaciуn de los desperdicios no se realiza sin peligros. Al menos murieron
en servicio a la humanidad. - Bueno, sн,
eso es fбcil de decir. Lo hecho, hecho estб. Pero tendrбn que detener su
Operaciуn Platillo Volador. ЎInmediatamente! - їPor quй? -
preguntу el inspector Jeyes -. Tengo que admitir que este pequeсo asunto de la
nova no estaba previsto, pero ya ha sucedido y no podemos hacer mucho al
respecto. Y han oнdo decirle a Basurero que casi ha doblado la entrada, y que
pronto recuperaremos el tiempo perdido... - їPor quй cree
que se ha doblado la capacidad de eliminaciуn? - gruсу el astrуnomo -. Han
convertido a esa estrella en tan inestable que estб consumiйndolo todo y a
punto de convertirse en una supernova, que no solo destruirб a todos sus
planetas, sino que tal vez sus efectos lleguen hasta Helior y su sol. ЎDetenga
inmediatamente su mбquina infernal! El inspector suspirу
y luego agitу la mano, en forma cansada y sin embargo final. - Apбgala,
Basurero... Tenнa que haber imaginado que esto era demasiado bueno para durar. - Pero, seсor -
el ingeniero estaba apretujбndose las manos con desesperaciуn -, volveremos a
donde empezamos. Se comenzarб a amontonar de nuevo... - ЎHaga lo que
se le ordena! Con un suspiro
resignado, Basurero se arrastrу hasta el tablero de control y cerrу un
conmutador. El tableteo y repiqueteo de las cintas sin fin muriу, y los
zumbantes generadores cayeron en el silencio. Por toda la habitaciуn, los
hombres de limpieza se hallaban en grupos silenciosos y deprimidos, mientras
los astrуnomos volvнan a la consciencia y se ayudaban los unos a los otros a
salir de la habitaciуn. Cuando salнa el ъltimo, se girу y, mostrando los
dientes, escupiу la palabra: -
ЎRecogebasuras! - una llave inglesa lanzada contra йl golpeу la puerta cerrada,
y la derrota fue completa. - Bien, uno no
puede vencer en todas las ocasiones - dijo enйrgicamente el inspector Jeyes, aunque
sus palabras tenнan un tono hueco -. No obstante, Basurero, te traigo sangre
nueva. Este es Bill, un joven de brillantes ideas para tu equipo de
investigaciуn. - Es un placer
- dijo Basurero, haciendo desaparecer la mano de Bill en el interior de una de
sus manazas. Era un hombre enorme, ancho, alto y grueso, con tez olivбcea y
pelo negro oscuro que le colgaba casi hasta los hombros -. Ven, vamos a tripear
un poco, y mientras te explicarй como estбn las cosas aquн y tъ me hablarбs de
ti. Caminaron por
los prнstinos corredores del DM de L, mientras Bill le contaba su vida a su
nuevo jefe. Basurero estaba tan interesado en esta que se equivocу al dar un
giro y abriу una puerta sin mirar. Surgiу un torrente de potes y bandejas de
plбstico que les llegу hasta las rodillas antes de que pudieran forzarla a
cerrarse de nuevo. - їLo ves? - le
dijo a Bill con mal contenida rabia -. Estamos inundados. Hemos usado todo el
espacio disponible para almacenamiento, y siguen amontonбndose las cosas. Por
Krishna que no sй lo que va a pasar; ya no tenemos donde poner mбs. Se sacу un
silbato de plata del bolsillo y soplу enйrgicamente por йl. No produjo sonido
alguno. Bill se distanciу un poco, contemplбndolo con sospecha, y Basurero le
dirigiу un resoplido. - No pongas esa
cara de susto... aъn no se me ha perdido ningъn tornillo. Esto es un Silbato
Supersуnico para Robots, que produce un sonido demasiado agudo para los oнdos
humanos, pero que los robots pueden oнr perfectamente... їlo ves? - Con un
resonar de ruedas, un robot basurero, un robas, llegу rбpidamente y, con
veloces movimientos de sus brazos recogedores, comenzу a cargar toda la basura
plбstica en su depуsito. - Eso del
silbato es una gran idea - comentу Bill -. Me gusta eso de poder llamar a un
robot cuando uno lo necesita. їCrees que podrнa tener uno, ahora que soy Agente
de Saneamiento como tъ y los demбs? - Son algo
especial - le contestу Basurero, entrando en la cantina por la puerta correcta
-. Difнciles de conseguir, їentiendes? - No, no
entiendo. їTendrй uno o no? Basurero lo
ignorу, contemplando absorto el menъ y marcando un nъmero. La comida preparada
y congelada saliу por el dispensador, y la empujу al calentador radar. - їBien? -
inquiriу Bill. - Si tanto te
interesa - explicу Basurero un tanto embarazado -, te dirй que los sacamos de
los paquetes de cereales. En realidad, se trata de silbatos para perros que les
regalan a los chicos consumidores. Ya te mostrarй donde estб el vertedero de
las cajas y te podrбs buscar uno. - Lo harй. Yo
tambiйn quiero poder llamar a los robots. Se llevaron sus
comidas, ya calientes, a una de las mesas y entre bocados Basurero maldijo la
bandeja de plбstico de la que estaba comiendo, pinchбndola irritado al final. - Mira esto -
dijo -: contribuimos a nuestra propia perdiciуn. Espera a ver como se amontonan
ahora que hemos apagado el transmisor de materia. - їHabйis
pensado en echarlas al mar? - El Proyecto
Gran Chapuzуn estб trabajando en eso. No puedo contarte mucho acerca del mismo
porque es alto secreto. Tienes que pensar que los mares de este planeta estбn
cubiertos como todo lo demбs y que, en estos dнas, el agua ya es un verdadero
purй. Echamos desperdicios en ellos tanto tiempo como pudimos, hasta que
elevamos tanto su nivel que las olas llegaban hasta las escotillas de
inspecciуn a la marea alta. Seguimos echando, pero a un ritmo mucho mбs lento. - їY cуmo es
eso posible? - se asombrу Bill. Basurero mirу
cuidadosamente a su alrededor, luego se inclinу por sobre la mesa, se colocу el
нndice junto a la nariz, guiсу un ojo, sonriу y dijo chissss en un siseo
apagado. - їEs secreto?
- interrogу Bill. - Puedes estar seguro.
Metereologнa se nos echarнa encima si se enterase. Lo que hacemos es evaporar y
condensar el agua, y volver a tirar la sal al mar. ЎAdemбs, hemos arreglado en
secreto ciertas tuberнas para que funcionen en sentido contrario! En cuanto nos
enteramos que estб lloviendo en el techo, bombeamos nuestra agua y la dejamos
mezclarse con la lluvia. Los de Metereologнa ya estбn medio locos. Cada aсo,
desde que iniciamos el Proyecto Gran Chapuzуn, se ha incrementado la densidad
de la lluvia en las zonas templadas en setenta y cinco centнmetros, y cae tanta
nieve en los polos que algunos de los pisos superiores se estбn desplomando
bajo el peso de la nieve. ЎPero hay que Eliminar la Basura! ЎSeguiremos siempre
barriendo! No cuentes nada de esto: como sabes, es un secreto. - Ni una
palabra; aunque, realmente, es una gran idea. Sonriendo
orgullosamente, Basurero limpiу su bandeja y, echбndose hacia delante, la
introdujo por un vertedero de desperdicios en la pared. Pero, al hacerlo,
cayeron en cascada otras catorce bandejas sobre la mesa. - ЎLo dicho! -
Rechinу los dientes, instantбneamente deprimido -. Aquн es donde se acaba todo.
Estamos en el fondo, y todo lo que echan en los demбs niveles acaba aquн, y
estamos siendo invadidos sin que tengamos donde guardarlo ni forma en que
eliminarlo. Tendrй que correr ahora. Serб preciso poner en marcha el Proyecto
Gran Pulga de inmediato. Se alzу, y Bill
lo siguiу hasta la puerta. - їEso de la
Gran Pulga tambiйn es secreto? - No lo serб en
cuanto salga a la luz. Hemos sobornado a un inspector del Departamento de
Salubridad para que diga haber encontrado evidencias de que uno de los
dormitorios, uno de los grandes, estб siendo infestado por los insectos. Uno de
los de kilуmetro de largo, por kilуmetro de ancho, por kilуmetro de alto.
Piensa en eso: 1.000.000.000 de metros cъbicos de espacio de almacenamiento no
utilizado. Sacarбn a todo el mundo para fumigar el lugar, y antes de que logren
volver ya lo habremos llenado de bandejas de plбstico. - їY no
protestarбn? - Naturalmente
que protestarбn, pero їde quй les va a servir? Le echaremos las culpas a un
error departamental, y les diremos que envнen la protesta a travйs de los
canales habituales; y, en este planeta, los canales habituales son realmente
complicados. Uno tiene que acostumbrarse a un retraso de diez a veinte aсos en
la mayor parte de los trбmites. Aquн estб tu oficina - seсalу a una puerta
abierta -. Ponte cуmodo y estudia los archivos, y mira a ver si se te ocurre
alguna idea para el turno siguiente. Se alejу a toda
prisa. Era una oficina
pequeсa, pero Bill se sintiу orgulloso de ella. Cerrу la puerta y admirу los
archivadores, el escritorio, la silla giratoria, la lбmpara, todo ello
construido con una gran diversidad de botellas viejas, potes, cajas, bandejas y
desperdicios. Pero ya habrнa mucho tiempo para disfrutar de ello. Ahora tenнa
que ponerse a trabajar. Abriу el cajуn superior de un archivador y se quedу
mirando al cadбver de ropa negra, barba espesa y rostro blanco que estaba allн
metido. Lo cerrу de un golpe y se retirу rбpidamente. - Venga, venga
- se dijo a sн mismo con firmeza -. Soldado, ya has visto los suficientes
cadбveres antes como para que te pongas nervioso al ver a este. Regresу, tirу
de nuevo del cajуn, y el cadбver abriу unos ojos perlinos y gomosos y lo
contemplу fijamente. SEIS - їQuй es lo
que estб haciendo usted en mi archivador? - le preguntу Bill al hombre cuando
este saliу del interior, estirando sus agarrotados mъsculos. Era bajito, y su
traje mugriento y pasado de moda estaba muy arrugado. - Tenнa que
verle... en privado. Esta es la mejor forma, lo sй por experiencia. їEstб usted
descontento? - їQuiйn es
usted? - La gente me
llama Equis. - їX? - Lo ha cogido
en seguida, es usted inteligente - una sonrisa pasу por su rostro, dejбndole
contemplar por un instante los restos ennegrecidos de sus dientes,
desvaneciйndose luego tan rбpidamente como habнa llegado -. Es usted el tipo de
hombre que necesitamos en el Partido, un hombre que promete. - їQuй partido? - No pregunte
mucho o se meterб en lнos. La disciplina es estricta. Pнnchese en la muсeca
para poder hacer el Juramento de Sangre. - їPara quй? -
Bill lo contemplу muy fijamente, al tanto de cualquier movimiento sospechoso. - Usted odia al
Emperador que lo esclavizу en su ejйrcito fascista; usted es un hombre libre,
amante de la libertad y temeroso de Dios, dispuesto a perder su vida para
salvar a sus seres queridos; usted estб dispuesto a unirse a la lucha, a la
gloriosa revoluciуn que liberarб... - ЎFuera! -
aullу Bill, cogiйndolo por las ropas y empujбndolo hacia la puerta. X se escapу
de su apretуn y corriу tras el escritorio. - Ahora es tan
solo un lacayo de los criminales, pero libere su mente de las cadenas, lea este
libro - algo revoloteу hasta el suelo -, y piense. Volverй. Cuando Bill
saltу sobre йl, X hizo algo a la pared y se abriу un panel, tras el que se
desvaneciу. Se cerrу con un click, y cuando Bill lo mirу de cerca no pudo
hallar ni marca ni seсal en la superficie, aparentemente sуlida. Con dedos
temblorosos recogiу el libro y leyу el tнtulo: SANGRE, UNA GUIA PARA EL
AFICIONADO A LA INSURRECCION ARMADA; luego, con rostro pбlido, lo echу a un
lado. Tratу mбs tarde de quemarlo, pero las pбginas eran ininflamables. Tampoco
pudo romperlas, las tijeras se embotaron sin poder cortar una sola hoja.
Desesperadamente, acabу por tirarlo detrбs del archivador y tratar de olvidar
que estaba allн. Tras la
calculada y sбdica esclavitud del servicio, el trabajar honestamente por sus
basuras le representу un gran placer para Bill. Se zambullу en sus tareas, y
estaba tan concentrado que ni notу que se abrнa la puerta, por lo que se asustу
cuando el hombre hablу: - їEs este el
Departamento de Limpieza? - Bill alzу la mirada para ver a la rubicunda faz del
reciйn llegado contemplбndole por encima de la inmensa pila de bandejas de
plбstico que agarraba entre sus extendidos brazos. Sin mirar atrбs, el hombre
cerrу la puerta de una patada y, bajo la pila de bandejas, apareciу otra mano
con una pistola -. Un movimiento y lo mato - amenazу. Bill podнa
contar tan bien como el que mбs, y dos manos mбs una hacen tres, asн que
decidiу efectuar un movimiento que valiese la pena, o sea que largу una patada
al montуn de bandejas para que le pegaran al pistolero en la barbilla y lo
echaran hacia atrбs. Cayeron las bandejas, y antes de que la ъltima hubiera
llegado al suelo, Bill ya estaba sentado sobre la espalda del hombre, doblando
su cabeza en el mortнfero casi dislocamiento venusiano que podнa partir una
espina dorsal como si se tratase de un dйbil bastoncillo. - Me rindo -
gimiу el hombre -. I surrender, tu m'as eu, jб estб bй, ti prego
camerata... - Supongo que
todos vosotros, los espнas chinger, hablбis un montуn de idiomas - replicу
Bill, aumentando la presiуn. - Mi ser...
amigo - gorgoteу el hombre. - Tъ ser
chinger, tener tres brazos. El hombre Se
estremeciу un poco mбs y se le saltу uno de los brazos. Bill lo recogiу para
mirarlo mejor, dбndole primero una patada a la pistola y mandбndola a un
apartado rincуn. - Es un brazo
falso - dijo Bill. - їQuй otra
cosa podнa...? - dijo roncamente el hombre, dбndose masajes en el cuello con
las dos manos autйnticas - Es parte del disfraz. Muy efectivo. Puedo llevar
algo y seguir teniendo aъn una mano libre. їCуmo es que no se uniу a la
revoluciуn? Bill comenzу a
sudar y a mirar subrepticiamente al archivador que ocultaba el libro peligroso. - їDe quй
habla? Soy un leal amante del Emperador... - Ya. Entonces,
їcуmo es que no ha informado a la C.I.A. que un hombre llamado X vino a ganarlo
para su causa? - їCуmo sabe
eso? - Nuestra tarea
es saberlo todo. Aquн estб mi identificaciуn: agente Pinkerton, de la Comisiуn
Intergalбctica de Averiguaciones - le pasу una tarjeta de identidad incrustada
de joyas, con foto en colores y todo eso. - Simplemente
no querнa lнos - gimiу Bill -. Eso es todo. No molesto a nadie, y no quiero que
nadie me moleste. - Un noble
sentimiento... Ўpara un anarquista! Muchacho, їes usted un anarquista? - sus
aguzados ojos atravesaron una y otra vez a Bill. - ЎNo! ЎEso no!
ЎNo sй ni como se escribe eso! - De verdad que
espero que sea asн. Es usted un buen chico, y me gustarнa que siguiese asн. Le
voy a dar una segunda oportunidad. Cuando vea de nuevo a X dнgale que ha
cambiado de idea y que quiere unirse al Partido. Lo harб y trabajarб para
nosotros. Cada vez que haya una reuniуn, me telefonearб al regresar, mi nъmero
estб escrito en esta barra de caramelo - lanzу un envoltorio sobre la mesa -:
Memorнcelo, y despuйs se la come. їQueda todo claro? - No. No quiero
hacerlo. - Lo harб, o
mandarй que lo fusilen por ayudar al enemigo antes de que pase una hora.
Durante el tiempo que nos informe, le pagaremos cien pavos al mes. - їPor
adelantado? - Por
adelantado - el montуn de billetes aterrizу en el escritorio -. Eso es por este
mes. Vea de ganбrselo -. Se metiу el brazo extra bajo otro real, recogiу las
bandejas y se fue. A medida que
Bill pensaba en ello, mбs nervioso estaba al ver el lнo en que lo habнan metido.
Lo ъltimo que deseaba era ser mezclado en una revoluciуn ahora que habнa
logrado paz, seguridad, y una cantidad ilimitada de desperdicios; pero no, no
lo dejaban en paz. Si no se unнa al Partido, la C.I.A. no lo dejarнa en paz, y
una vez descubriesen su verdadera identidad ya podнa considerarse muerto. Pero
aъn habнa la posibilidad de que X se olvidase de йl y no regresase, y, si no se
lo pedнan, їcуmo iba a afiliarse? Se agarrу a este clavo ardiendo y se sumergiу
en su trabajo para olvidarse de los problemas. Casi de
inmediato, hallу un filуn en los archivos de Desperdicios. Tras una cuidadosa
comprobaciуn, averiguу que su idea no habнa sido intentada antes. Le llevу
menos de una hora el reunir el material que necesitaba y, menos de tres horas
mбs tarde, tras interrogar a todos los que encontraba y caminar interminables
kilуmetros, logrу hallar la oficina de Basurero. - Ahora ya
puedes buscarte el camino de regreso - gruсу este -. їO es que no puedes ver
que estoy ocupado? Con temblorosos
dedos, se sirviу otro medio vaso de Viejo Veneno Orgбnico y lo tragу de un
sorbo. - Puedes
olvidarte de tus problemas... - їY quй te
crees que estoy haciendo? Esfъmate. - No sin
haberte enseсado esto. Una nueva manera de sacarse de encima las bandejas de
plбstico. Basurero se
tambaleу, poniйndose en pie, y la botella cayу, sin que tratase de retenerla,
al suelo, donde su contenido, al derramarse, comenzу a hacer un agujero en el
revestimiento de teflуn. - їHablas en
serio? їEs positivo? їTienes una nueva soluciуn...? - Positivo. - Desearнa no
tener que hacer esto - Basurero se estremeciу y tomу de un estante una jarra
marcada SERENADOR, LA CURA INSTANTБNEA PARA LA EMBRIAGUEZ. NO DEBE DE TOMARSE
SIN RECETA MЙDICA Y UNA PУLIZA DE SEGURO DE VIDA. Extrajo una pнldora moteada,
del tamaсo de una nuez, la mirу, se estremeciу, y luego la tragу con un
dolorido gulp. Instantбneamente, todo su cuerpo comenzу a vibrar y cerrу los
ojos cuando algo hizo gmmmmmff en su interior y una dйbil columna de humo
surgiу de sus orejas. Cuando abriу de nuevo los ojos, estos tenнan un brillante
color escarlata, pero estaban sobrios. - їQuй es? -
preguntу roncamente. - їSabes lo que
es esto? - le preguntу Bill, lanzando un grueso volumen sobre el escritorio. - El listнn de
telйfonos de la ciudad de Storhestelortby en Prociуn III, segъn dice en la
portada. - їSabes
cuбntos directorios telefуnicos viejos tenemos? - Mi mente se
niega a pensar en ello. Continuamente estбn cambiбndolos, y nosotros recibimos
los viejos. їY quй? - Te lo voy a
enseсar. їTienes algunas bandejas de plбstico? - їBromeas? -
Basurero abriу un armario empotrado y de йl cayeron con estrйpito centenares de
bandejas. - Estupendo.
Ahora yo pondrй algunas cosas mбs: algo de papel de embalar, cordel y cartуn
tomados de un montуn de desperdicios, y ya tendremos todo lo que necesitamos.
Si llamas a un robot de trabajos generales, te demostrarй el siguiente paso de
mi plan. - Un
tra-ge-bot, son dos largos y un corto - Basurero silbу con fuerza con su
silbato silencioso, y luego gimiу y se aferrу la cabeza hasta que dejу de
vibrar. Se abriу la puerta de un empellуn y por ella apareciу un robot, cuyos
brazos y tentбculos vibraban expectantes. Bill seсalу. - Al trabajo,
robot. Toma cincuenta de esas bandejas, empaquйtalas con cartуn y papel, y бtalas
bien aseguradas con el cordel. Zumbando con
electrуnica dicha, el robot se abalanzу y un momento mбs tarde, un perfecto
paquete se hallaba en el suelo. Bill abriу el listнn al azar y seсalу un
nombre. - Ahora pon la
direcciуn que te seсalo, marca el paquete como «regalo gratuito, sin
impuestos»... Ўy mбndalo por correo! De uno de los
dedos del robot surgiу un rotulador, con el que rбpidamente copiу la direcciуn
en el paquete, lo pesу balanceбndolo en un brazo, lo franqueу con la
franqueadora del escritorio de Basurero, y lo lanzу limpiamente por el buzуn de
la pared. Se oyу el chuff del soplido cuando el tubo neumбtico se lo llevу
hacia los niveles superiores. La boca de Basurero estaba desencajada mientras
seguнa la rбpida desapariciуn de las cincuenta bandejas, asн que Bill redondeу
su argumentaciуn: - El trabajo
robуtico para el empaquetado es gratuito, las direcciones nos salen gratis, y
tambiйn los materiales de embalado. Y a eso se aсade el que, al ser esta una
oficina gubernamental, el franqueo es gratuito. - Tienes
razуn... Ўfuncionarб! Un plan muy inspirado. Lo pondrй en marcha en gran escala
de inmediato. Inundaremos la Galaxia habitada con esas malditas bandejas. No sй
como agradecйrtelo... - їQuй te
parecerнa una prima en metбlico...? - Una excelente
idea. Te harй un cheque ahora mismo. Bill regresу a su oficina con la mano
todavнa dolorida por los apretones de felicitaciуn y los oнdos aъn vibrando por
las palabras de agradecimiento. Era un mundo maravilloso en el que vivir. Cerrу
la puerta de golpe tras йl y se sentу en su escritorio, antes de darse cuenta
de que un amplio y mugriento abrigo negro colgaba tras la puerta. Luego se dio
cuenta de que era el abrigo de X. Luego se dio cuenta de que unos ojos lo
miraban desde la oscuridad del cuello del abrigo, y se le detuvo el corazуn al
comprender que X habнa regresado. SIETE - їHa cambiado
de idea acerca de unirse al Partido? - le preguntу X mientras se liberaba del
colgador y caнa al suelo. - He estado
pensando en ello - se estremeciу culpablemente Bill. - El pensar
equivale al actuar. Debemos apartar el hedor de las sanguijuelas fascistas de
los olfatos de nuestros seres queridos y de nuestros hogares. - Me ha
convencido. Me afiliarй. - La lуgica
siempre vence. Firme en este impreso, una gotita de sangre aquн, y alce la mano
mientras pronuncio el juramento secreto. Bill alzу la
mano, y los labios de X se movieron en silencio. - No le oigo -
se quejу Bill. - Ya le dije
que era un juramento secreto. Todo lo que tiene que hacer es decir sн. - Sн. - Bienvenido a
la Gloriosa Revoluciуn - X le besу calurosamente en ambas mejillas -. Ahora
venga conmigo a la reuniуn de la resistencia; estб a punto de empezar. X corriу hacia
la pared trasera y recorriу con los dedos el dibujo que formaba, apretando en
una forma especial sobre algunos puntos; se oyу un clic, y la puerta secreta se
abriу. Bill mirу dubitativo la oscura y hъmeda escalera que bajaba. - їAdуnde va
esto? - A la
resistencia, їadуnde iba a ir? Sнgame, procurando no perderse. Estas son
catacumbas milenarias desconocidas para los de la ciudad de arriba, y en ellas
habitan cosas desde tiempos inmemoriales. Habнa antorchas
en un nicho en la pared, y X prendiу una y abriу camino por entre la repugnante
y hъmeda oscuridad. Bill lo acompaсу, siguiendo la parpadeante y humeante luz
mientras serpenteaban a travйs de cavernas que amenazaban derrumbarse,
tropezando con herrumbrosos raнles en un tъnel y chapoteando en oscura agua que
les llegaba hasta las rodillas. En una ocasiуn, oyeron el chasquido de gigantescas
garras cerca de ellos y una raspante voz inhumana les hablу desde la negrura: - San... -
dijo. - ...gre -
respondiу X; y luego le susurrу al oнdo de Bill, cuando hubieron pasado sin
percance -: Es un excelente centinela. Se trata de un antropуfago de Dapdrof,
que se lo come a uno al momento si no le da el santo y seсa del dнa. - їY cuбl es el
santo y seсa? - preguntу Bill, dбndose cuenta de que estaba haciendo demasiado
por los cien pavos de la C.I.A. - Los dнas
impares es Sangre, los pares Delenda est Cartago y los domingos Necrofilia. - No les ponen
las cosas fбciles a los miembros. - El
antropуfago tiene hambre, y tenemos que mantenerlo contento. Ahora... silencio
absoluto. Apagarй la luz, y lo llevarй por el brazo. - Se apagу la luz, y unos
dedos se clavaron profundamente en el bнceps de Bill. Caminaron a tientas
durante un tiempo que pareciу interminable, hasta que se vio una dйbil luz muy
por delante. El suelo del tъnel se hizo llano, y vio una puerta abierta
iluminada por una luz parpadeante. Se girу hacia su acompaсante y gritу: - їQuй es
usted? La pбlida,
blanca y renqueante criatura que lo aferraba por el brazo se girу lentamente
para contemplarlo a travйs de ojos parecidos a huevos escalfados. Su tez era
totalmente blanca, su cabeza estaba desprovista de cabello y por toda
vestimenta llevaba tan solo un trozo de ropa arrollado a su cintura, mientras
que en su frente llevaba marcada al fuego la letra escarlata A. - Soy un
androide - dijo con voz бtona -, como cualquier estъpido podrнa saber al ver la
letra A en mi frente. Los hombres me llaman Golem. - їY quй es lo
que le llaman las mujeres? El androide no
contestу a esta ridнcula broma, empujando a Bill a travйs de la puerta hasta
una amplia sala iluminada con antorchas. Bill dio una mirada, con los ojos
desorbitados, a su alrededor, y tratу de escapar, pero el androide estaba
bloqueando la puerta. - Siйntese - le
dijo a Bill, y este se sentу. Se sentу entre
la mбs asombrosa colecciуn de tipos raros, extraсos y estrafalarios que jamбs
se hubiera reunido. En adiciуn a hombres de aspecto muy revolucionario con
barbas, sombreros negros y pequeсas bombas redondas con largas mechas, y
mujeres revolucionarias con faldas cortas, medias negras, cabello largo,
boquillas, sostenes con las cintas rotas y halitosis, tambiйn habнan robots
revolucionarios, androides, y un cierto nъmero de cosas extraсas que es mejor
no describir. X estaba sentado tras una mesa de madera de cocina golpeando
sobre ella con la culata de un revуlver. - ЎOrden!
ЎOrden! El camarada XC-189-725-PU de la Resistencia Unificada Robot tiene la
palabra. ЎSilencio! Un gran y muy
mellado robot se puso en pie. Uno de sus tubos oculares habнa desaparecido.
Mirу a la concurrencia con su ojo bueno, hizo la mejor mueca que podнa con un
rostro inmуvil, y luego dio un largo trago de aceite de mбquina de una lata que
le entregу un delgado y adulador robot barbero. - Nosotros, los
de R.U.R. - dijo con voz cascada -, conocemos nuestros derechos. Trabajamos
duro y valemos tanto como cualquiera, y mбs que los desgraciados androides que
dicen que casi son hombres. Todo lo que queremos es igualdad de derechos,
igualdad de derechos... Le obligaron a
volver a su asiento entre las protestas de una claque de androides que agitaban
sus pбlidos brazos como si fuesen un puchero de fideos al fuego. X golpeу de
nuevo pidiendo orden, y casi lo habнa logrado cuando se produjo una repentina
conmociуn en una entrada lateral y alguien se abriу camino hasta la mesa del
orador. Aunque en realidad no era alguien, sino algo; para ser exactos, se
trataba de una caja rectangular de un metro de lado, con ruedas, y repleta de
luces, diales y conmutadores que arrastraba tras de sн un pesado cable que se
desvanecнa mбs allб de la puerta. - їQuiйn es
usted? - preguntу X, apuntando con recelo su pistola a la cosa. - Soy el
representante de los computadores y cerebros electrуnicos de Helior, unidos en
comitй para obtener igualdad de derechos segъn la ley. Mientras
hablaba, la mбquina escribнa las palabras en tarjetas perforadas que surgнan en
un rбpido torrente, a cuatro palabras por tarjeta. X apartу irritado las
tarjetas de la mesa. - Esperarб su
turno como los demбs - dijo. -
ЎDiscriminaciуn! - aullу la mбquina, en una voz tan alta que las antorchas
parpadearon. Continuу gritando y escupiendo un torrente de tarjetas, en cada
una de las cuales estaba escrita con airadas letras la palabra
ЎDiscriminaciуn!, asн como metros y metros de cinta amarilla en la que estaba
grabado el mismo mensaje. El viejo robot, XC-189-725-PU, se alzу de su silla
con un rechinar de engranajes desgastados y claqueteу hasta el cable blindado
que surgнa del representante de los computadores. Sus garras cortadoras
hidrбulicas dieron un solo tajo, y el cable quedу segado. Las luces de la caja
se apagaron y el rнo de tarjetas se secу; el cable cortado se agitу, escupiу
algunas chispas por la parte seccionado, y luego se arrastrу hacia atrбs en
direcciуn a la puerta, como una monstruosa serpiente, y se desvaneciу. - Orden en la
reuniуn - dijo X roncamente, y golpeу de nuevo. Bill se
estrechу la cabeza entre las manos y se preguntу si esto valнa los cien pavos
al mes. Pero cien pavos
al mes era buen dinero, a pesar de todo, y Bill lo ahorrу hasta el ъltimo
cйntimo. Pasaron fбciles y descansados meses en los que asistiу regularmente a
las reuniones, y en los que informу regularmente a la C.I.A., y a primeros de
cada uno de ellos encontraba su dinero como relleno de la pasta que
invariablemente escogнa para el desayuno. Guardaba los grasientos billetes en
un gato de juguete de goma que hallу en un montуn de desperdicios, y poco a
poco el gatito creciу. La revoluciуn tan solo empleaba una pequeсa parte de su
tiempo, y le encantaba su trabajo en el DM de L. Estaba al frente de la
Operaciуn Paquete Sorpresa, y ahora tenнa a un equipo de un millar de robots
trabajando a tiempo completo en el empaquetado y envнo de bandejas de plбstico
a cada planeta de la Galaxia. Pensaba en ello como un trabajo benйfico, y podнa
imaginar los emocionados gritos de alegrнa en el lejano planeta Lejano o en el
distante planeta Distante, cuando el inesperado paquete llegase y el tesoro de
bello, brillante y moldeado plбstico cayese estrepitosamente al suelo. Pero
Bill estaba viviendo en un idнlico paraнso; y su complacencia bovina fue
cruelmente despedazada un dнa cuando un robot se le acercу y le susurrу al
oнdo: - Sic temper
tiranosaurio, pбsalo - y luego se alejу. Era la seсal.
ЎIba a comenzar la revoluciуn! OCHO Bill cerrу la
puerta de su oficina y apretу por ъltima vez en una forma especial sobre
algunos puntos, y el panel secreto se descorriу, abriйndose. Realmente ya no se
descorrнa, sino que se desplomaba con un tremendo estrйpito, y ya lo habнa
usado tanto durante aquel feliz aсo como Agente de Saneamiento que hasta cuando
estaba cerrado dejaba pasar una muy perceptible corriente de aire que le daba
en el cogote. Pero ya no serнa necesario mantener el secreto: habнa llegado al
fin la crisis que tanto le habнa preocupado, y sabнa que se acercaban grandes
cambios, fuera cual fuese el resultado de la revoluciуn; y la experiencia le
habнa enseсado que los cambios siempre eran para empeorar. Con piernas pesadas
e inseguras, trastabillу por las cavernas, tropezу con los herrumbrosos raнles,
vadeу el agua, y dio la contraseсa al invisible antropуfago que hablaba con la
boca llena, por lo que casi no se le entendнa. Alguien, en la excitaciуn del
momento, habнa dado un santo y seсa equivocado. Bill se estremeciу; esto era un
mal presagio para el porvenir. Como de
costumbre, Bill se sentу junto a los robots, buenos y sуlidos tipos con una
educaciуn intrнnseca, por su construcciуn, a pesar de sus tendencias
revolucionarias. Mientras X martilleaba pidiendo silencio, Bill se preparу para
la prueba. Durante meses el agente Pinkerton le habнa estado pidiendo mбs
informaciуn que la simple fecha de las reuniones, temario discutido y nъmero de
asistentes. Insistнa en pedir hechos, hechos, hechos, que hiciera algo por
ganarse el dinero. - Tengo una
pregunta - dijo Bill en voz alta pero temblorosa, mientras sus palabras caнan
como bombas en el repentino silencio que siguiу al frenйtico golpear de X. - No es tiempo
para preguntas - le respondiу impacientemente X -. Ha llegado la hora de
actuar. - No me importa
el actuar - dijo Bill, nerviosamente consciente de que todos los ojos, humanos,
electrуnicos y criados en probetas, lo contemplaban -. Pero desearнa saber para
quiйn lo voy a hacer. Nunca nos ha dicho quiйn va a suceder al Emperador cuando
este haya desaparecido. - Nuestro lнder
es un hombre llamado X, eso es todo lo que necesita saber. - ЎPero ese es
tambiйn el nombre de usted! - Al fin estб
adquiriendo un rudimento de la Ciencia Revolucionaria. Todos los jefes de
cйlula son llamados X para confundir al enemigo. - No sй lo que
le pasarб al enemigo, pero a mн sн que me confunde. - Habla como un
contrarrevolucionario - chillу X, y apuntу el revуlver a Bill. Las filas de
atrбs se vaciaron cuando todos se apresuraron a salir del campo de tiro. - ЎNo lo soy!
Soy tan buen revolucionario como cualquiera de los presentes... ЎArriba la
Revoluciуn! - dio el saludo del Partido, con las dos manos agarradas sobre la
cabeza, y se sentу apresuradamente. Todos los demбs saludaron a su vez y X,
algo aplacado, apuntу con el caсуn de su arma a un gran mapa colgado de la
pared. - Ese es el
objetivo de nuestra cйlula: la Planta de Energнa Imperial en la Plaza
Chauvinнstica. Nos concentraremos cerca de ella en pelotones, y luego nos
uniremos para un ataque conjunto a las 0016 horas. No se espera que haya
resistencia, pues la planta no estб vigilada. Se les entregarбn armas y
antorchas al salir, asн como instrucciones impresas sobre la ruta correcta
hasta los puntos de reuniуn, en beneficio de los desplanados de entre ustedes.
їAlguna pregunta? - amartillу el revуlver, y lo apuntу al encogido Bill. No
hubo preguntas -. Excelente. Nos pondremos en pie, y cantaremos el Himno de la
Gloriosa Revoluciуn. En un coro
mixto de voces y altavoces mecбnicos, cantaron: Alzaos, oh
prisioneros de la burocracia, Repugnantes obreros de Helior, Alzaos y haced la
Revoluciуn, ЎCon pistolas, pies, puсos y garras! Animados por
este entusiasta y monуtono ejercicio, salieron en lentas filas, recogiendo sus
equipos revolucionarios. Bill se metiу en el bolsillo las instrucciones
impresas, se echу al hombro su antorcha y el lanzarrayos de pedernal, y se
apresurу una vez mбs a lo largo de los corredores. Casi no le quedaba tiempo
para el largo viaje que tendrнa que hacer, y debнa de informar previamente a la
C.I.A. Esto era mбs
fбcil de decir que de hacer, y comenzу a sudar mientras marcaba de nuevo el
nъmero. Era imposible conseguir lнnea y, o bien las centralitas estaban
ocupadas, o bien los revolucionarios habнan comenzado a interferir las
comunicaciones. Suspirу tranquilizado cuando las insolentes facciones de Pinkerton
llenaron por fin la pequeсa pantalla. - їQuй pasa? - He
descubierto el nombre del lнder de la revoluciуn. Es un hombre llamado X. - їY pretende
una prima por eso, estъpido? Esa informaciуn estб en los archivos desde hace
meses. їAlgo mбs? - Bueno... la
revoluciуn va a comenzar a las 0016 horas, y pensй que le gustarнa saberlo. Esto le
demostrarб lo que valgo, pensу. Pinkerton bostezу. - їEso es todo?
Para su conocimiento, le dirй que esa informaciуn ya estб pasada. No es usted
el ъnico espнa que tenemos, aunque probablemente sea el peor. Ahora escuche.
Anуtese esto en algъn sitio para que no lo olvide. Su cйlula tiene que atacar
la Planta de Energнa Imperial. Vaya con ellos hasta la Plaza, luego busque una
tienda con el letrero JAMONES HEBREOS CONGELADOS, donde estarб escondida
nuestra unidad. Vaya allн y presйntese a mн, їentiende? - Afirmativo. -
Se cortу la comunicaciуn, y Bill buscу un trozo de papel de embalar y una
cuerda con los que envolver la antorcha y el lanzarrayos hasta que llegara el
momento de usarlos. Tenнa que apresurarse: quedaba poco tiempo para la hora
cero, y la distancia a recorrer era mucha y la ruta muy complicada. - Casi ha
llegado tarde - le dijo Golem el androide, cuando Bill casi se derrumbу en el
callejуn sin salida que era el punto de reuniуn. - No me grites,
hijo de probeta - jadeу Bill, rasgando el papel del paquete -. Dame lumbre para
mi antorcha. Ardiу una
cerilla, y en un instante se prendieron y humearon las embreadas antorchas. La
tensiуn creciу mientras el segundero se acercaba a la hora, y los pies se
agitaron nerviosos sobre el pavimento metбlico. Bill saltу cuando sonу el agudo
toque de un silbato, y entonces surgieron del callejуn en una oleada humana e
inhumana, con un gutural grito surgiendo de gargantas y altavoces, con las
armas dispuestas. Corrieron por pasillos y corredores, con chispas como lluvia
cayendo de sus antorchas. ЎEso era la revoluciуn! Bill se dejу llevar por la
emociуn y la masa de cuerpos, y vitoreу tan enйrgicamente como los demбs, y
apretу la antorcha primero contra una pared y luego contra una de las sillas de
una acera rodante, lo cual hizo que se apagara, pues todo lo que hay en Helior
o estб hecho en metal o es incombustible. No habнa tiempo de volverla a
encender, y la arrojу a lo lejos cuando surgнan a la inmensa plaza que se
hallaba frente a la planta de energнa. La mayor parte de las antorchas se
habнan ya apagado, pero no las necesitarнan, tan solo tendrнan que utilizar
ahora sus lanzarrayos de pedernal para volarle las tripas a cualquier sucio
lacayo del Emperador que tratase de interponerse en su camino. Otros grupos
estaban surgiendo de las calles que llevaban a la plaza, uniйndose en una
arrolladora masa ciega que atronaba hacia las tйtricas paredes de la estaciуn
de energнa. Un letrero
luminoso que parpadeaba llamу la atenciуn de Bill. Decнa: JAMONES HEBREOS
CONGELADOS, y tragу saliva al volverle la memoria. ЎPor Arimбn que se habнa
olvidado de que era un espнa de la C.I.A., y habнa estado a punto de unirse al
ataque a la planta de energнa! ЎAъn tenнa tiempo de escapar antes de que cayese
el contragolpe! Sudando bastante, comenzу a abrirse camino por entre la
multitud hacia el letrero... luego se hallу al borde de la misma y corriendo
hacia la seguridad. No era tarde todavнa. Asiу la manija y tirу de ella, pero
la puerta no quiso abrirse. Aterrorizado, la girу y agitу hasta que todo el
frontis del edificio comenzу a estremecerse, moviйndose de un lado para otro y
crujiendo. Se lo quedу contemplando en paralizado horror, hasta que un fuerte
siseo le llamу la atenciуn: - Ven aquн,
estъpido mamуn - susurrу la voz; y mirу, para ver al agente Pinkerton de la
C.I.A. en la esquina del edificio haciйndole seсas irritado. Bill siguiу al
agente, torciendo la esquina, y encontrу allн a una apreciable multitud, y
habнa sitio bastante para todos porque no habнa edificio. Ahora Bill podнa ver
que el edificio era tan solo un decorado hecho de cartуn piedra con una manija
clavada, asegurado por unos soportes de madera a la parte delantera de un
tanque atуmico. Un cierto nъmero de soldados con pesadas armaduras y agentes de
la C.I.A., asн como un nъmero aъn mayor de revolucionarios, estaban agrupados
alrededor de los costados acorazados y de las orugas del tanque. Al lado de
Bill estaba el androide, Golem. - ЎUsted! - se
atraganto Bill, y el androide arrugу los labios en una cuidadosa y ensayada
mueca despectiva. -
Naturalmente... lo vigilaba para la C.I.A. No se deja nada al azar en esta
organizaciуn. Pinkerton
estaba mirando a travйs de un orificio en el falso frontis. - Creo que
todos los agentes se han puesto ya a salvo - dijo -, pero tal vez deberнamos
esperar algo mбs. Segъn las ъltimas estadнsticas, habнa agentes de sesenta y
cinco grupos de investigaciуn, espionaje y contraespionaje vigilando esta operaciуn.
Esos revolucionarios no tenнan ninguna posibilidad... Desde la planta
aullу una sirena, lo cual era aparentemente una seсal preestablecida, pues los
soldados golpearon el decorado de cartуn piedra hasta que se soltу y cayу al
suelo. La Plaza Chauvinнstica
estaba vacнa. Bueno,
realmente, no estaba vacнa. Bill mirу bien y vio que todavнa quedaba en ella un
hombre; al principio, no lo habla visto. Estaba corriendo en su direcciуn, pero
se parу con un dйbil gemido cuando vio lo que estaba escondido tras el
edificio. - ЎMe rindo! -
gritу, y Bill vio que era el hombre llamado X. Se abrieron las puertas de la
planta de energнa y por ellas surgiу un escuadrуn de tanques lanzallamas. - ЎCobarde! -
bufу Pinkerton, echando hacia atrбs el seguro de su pistola -. No trate de
escurrir el bulto ahora, X, y al menos muera como un hombre. - No soy X...
ese es tan solo un nombre falso - se arrancу su falsa barba y bigote para
mostrar un agitado y anodino rostro -. Soy Gill O'Teen, Graduado y Doctor por
la Escuela Imperial de Contraespionaje y Dobleagentismo. Fui encargado de esta
operaciуn, puedo probarlo, tengo documentos. El Prнncipe Microcйfalo me pagу
para que destronase a su tнo y asн pudiese proclamarse йl Emperador... - Me cree
estъpido - cortу Pinkerton, apuntбndole con su arma -. El Viejo Emperador,
descanse en paz, muriу hace un aсo, y el Prнncipe Microcйfalo es el Nuevo
Emperador. ЎNo puede hacer una revoluciуn contra el hombre que lo contratу! - Nunca leo los
periуdicos - gimiу O'Teen, alias X. - ЎFuego! - ordenу
implacable Pinkerton, y de todos lados cayу una avalancha de proyectiles
atуmicos, chorros de llamas, balas y granadas. Bill se echу al suelo y, cuando
alzу la cabeza, la plaza estaba vacнa, a excepciуn de una grasienta mancha y un
poco profundo hueco en el pavimento. Mientras seguнa mirando, apareciу zumbando
un robot barrendero y absorbiу la grasa. Zumbу otro poco, y rellenу el hueco
con un chorro de lнquido reparador de un tanque de su interior. Cuando rodу
alejбndose, no quedaba ni rastro de nada. - Hola, Bill...
- dijo una voz que era tan paralizadoramente familiar que el cabello de Bill se
puso de punta y le quedу como si fuera la cerda de un cepillo. Se girу y vio un
pelotуn de PM que estaba allн, y especialmente contemplу a la enorme y repugnante
forma del que los mandaba. - Deseomortal
Drang... - se asombrу. - El mismo. - ЎSбlveme! -
jadeу Bill, corriendo hacia el agente Pinkerton de la C.I.A. y abrasбndose a
sus rodillas. - їSalvarlo? -
riу este, dбndole un rodillazo en la mandнbula y echбndolo de espaldas -. Yo
soy quien los ha llamado. Muchacho, comprobamos tu historial, y averiguamos que
estбs en un buen lнo. Hace un aсo que desertaste del Ejйrcito, y no queremos a
desertores en nuestro equipo. - Pero trabajй
para usted... le ayudй... - Llйvenselo -
dijo Pinkerton, y le dio la espalda. - No hay
justicia - gimiу Bill, mientras los odiados dedos se clavaban de nuevo en sus
brazos. - Claro que no
- le dijo Deseomortal -. їO es que creнas lo contrario? Se lo llevaron
a rastras. LIBRO TRES - E=
MC O Al INFIERNO UNO - Quiero un
abogado. ЎTengo que tener un abogado! ЎSй cuales son mis derechos! Bill golpeaba
los barrotes de su celda con la jarra mellada en la que le servнan su ъnica
comida diaria de pan y agua, gritando a todo pulmуn para atraer la atenciуn.
Nadie llegу en respuesta a sus llamadas y finalmente, ronco, cansado y
deprimido, se echу en el nudoso camastro de plбstico y se puso a contemplar el
techo metбlico. Hundido en su miseria, contemplу el gancho durante largos
minutos hasta que finalmente lo vio por primera vez. їUn gancho? їPara quй
habrнa allн un gancho? Aъn en su apatнa le preocupaba, tal y como le preocupaba
el que le hubieran dado un resistente cinturуn de plбstico con una firme
hebilla para sus pantalones de presidiario. їY quiйn usa un cinturуn en unos
pantalones que forman parte de un mono? Le habнan quitado todo lo que llevaba y
le habнan entregado tan solo unas zapatillas de papel, un mono arrugado y un
excelente cinturуn. їPor quй? їY por quй habнa un sуlido gancho rompiendo la
simйtrica desnudez del techo? - ЎEstoy
salvado! - gritу Bill; y saltу hacia arriba, balanceбndose en el borde del
camastro y secбndose el cinturуn. Habнa un agujero en el refuerzo del extremo
del cinturуn que se ajustaba perfectamente al gancho; mientras que, por otra
parte, la hebilla formaba un perfecto nudo corredizo que se ajustarнa
maravillosamente a su cuello. Y podrнa pasбrselo por la cabeza, ajustar la
hebilla bajo su oreja, saltar desde el camastro y estrangularse dolorosamente
con los pies a un palmo del suelo. Era perfecto. - ЎEs perfecto!
- gritу alegremente, y saltу del camastro y corriу en cнrculos bajo el nudo,
gritando Jauu-jauu-jauu tapбndose y destapбndose la boca con la mano. - ЎNo estoy
perdido, acabado, terminado y eliminado! ЎQuieren que me mate yo mismo para
facilitarles las cosas! Esta vez se
echу en la cama sonriendo feliz y tratando de pensar en ello. Tenнa que haber
una posibilidad de que pudiera escapar de esto con vida, o no se habrнan tomado
este trabajo para asegurarse de que tenнa una oportunidad de colgarse йl mismo.
їO acaso estarнan jugando una partida doble, haciйndole creer que habнa
esperanzas cuando no habнa ninguna? No, eso era imposible. Tenнan una buena
serie de atributos: mezquindad, avaricia, irritabilidad, vengatividad,
superioridad, apetencia de poder... la lista era casi interminable, pero de una
cosa estaba seguro: la sutileza no estaba en ella. Pero, їa quiйn
le estaba echando las culpas? Por primera vez en su vida, Bill se preguntу
quienes serнan esos ellos a los que siempre se les echan las culpas. Todo el
mundo los culpaba a ellos de todo, todo el mundo sabнa que ellos traнan los
problemas. Hasta sabнa por experiencia propia como eran ellos. Pero, їquiйn
eran ellos? Se oyу raspar
una pisada en la parte exterior de la puerta, y cuando mirу vio a Deseomortal
Drang contemplбndolo con resentimiento. - їQuiйn son
ellos? - preguntу Bill. - Ellos son
cualquiera que quiere formar parte de su grupo - le contestу filosуficamente
Deseomortal, haciendo resonar uno de sus colmillos -. Ellos son tanto un estado
mental como una instituciуn. - ЎNo me suelte
esas paparruchadas mнsticas! Lo que quiero es una respuesta concreta a una
pregunta concreta. - Estoy
contestбndote concretamente - le dijo con toda sinceridad Deseomortal -. Mueren
y son reemplazados, pero la instituciуn de los ellos continъa. - Lamento haber
hecho esa pregunta - dijo Bill, deslizбndose hasta que pudo susurrar por entre
los barrotes Necesito un abogado. Deseomortal, viejo camarada, їpuede hallarme
un buen abogado? - Ya nombrarбn
un abogado para representarte. Bill produjo el
sonido mбs soez que conocнa. - Claro, y
todos sabemos lo que me pasarб con uno de esos abogados. Necesito un abogado
que me ayude. Tengo dinero para pagarle... - Bueno, їy por
quй no lo dijiste antes? - Deseomortal se puso sus gafas de montura de oro y
ojeу lentamente las pбginas de una pequeсa agenda -. Me llevarй un diez por
ciento de comisiуn por ocuparme de este asunto. - Afirmativo. - Bien...
їquieres un abogado barato y honesto o uno caro y deshonesto? - Tengo 17.000
pavos escondidos donde nadie puede encontrarlos. - Tendrнas que
habйrmelo dicho desde el principio. - Deseomortal cerrу la agenda y se la
guardу -. Debieron de sospechar algo de esto, y por eso te dieron el cinturуn y
la celda con el gancho. Con esa cantidad de dinero puedes contratar al mejor de
todos. - їY quiйn es? - Abdul
O'Brien-Cohen. - Mбndelo a
buscar. No habнan
pasado mбs que dos jarras de agua y pan duro cuando se oyeran nuevos pasos en
el corredor y una clara y penetrante voz rebotу en las gйlidas paredes. - Salaam,
muchachуn, a fe mнa que he pasado un condenado rato para llegar hasta aquн. - Este es un
caso de consejo de guerra - le dijo Bill al hombre de aspecto ordinario y con
rostro vulgar que se hallaba al otro lado de los barrotes -. No creo que
permitan que intervenga un abogado civil. - Begorrah,
pueblerino... por voluntad de Alб estoy preparado para cualquier contingencia -
se sacу un enhiesto bigote de engomadas puntas de un bolsillo y se lo pegу al
labio superior. Al mismo tiempo, sacу pecho, y sus hombros parecieron hacerse
mбs anchos, y un resplandor acerado apareciу en su mirada, y su rostro adquiriу
una rigidez militar -. Me complace conocerle. Estamos juntos en esto, y quiero
que sepa que no lo abandonarй aunque tan solo sea un soldado. - їQuй pasу con
Abdul O'Brien-Cohen? - Estoy en la
escala de reserva del Cuerpo Imperial de Leguleyos: el capitбn A. C. O'Brien a
su servicio. їSe mencionу una suma de 17.000? - Me llevarй el
diez por ciento de eso - dijo Deseomortal, apareciendo. Se iniciaron
las negociaciones, que duraron un cierto nъmero de horas. Los tres se
agradaban, se respetaban y desconfiaban mutuamente unos de otros, asн que se
establecieron elaborados sistemas de seguridad. Cuando Deseomortal y el abogado
se marcharon, tenнan minuciosas instrucciones de como hallar el dinero, y Bill
tenнa declaraciones firmadas con sangre y las huellas digitales de los otros
jurando que eran miembros del Partido dedicados a destronar al Emperador. Cuando
regresaron con el dinero, Bill les devolviу las declaraciones tan pronto como
O'Brien le hubo firmado un recibo comprometiйndose a defenderlo en el consejo
de guerra a cambio de la suma de 15.300 pavos. Todo se llevу a cabo en una
forma muy digna y satisfactoria. - їLe gustarнa
saber mi versiуn de los hechos? - preguntу Bill. - Naturalmente
que no, no tiene nada que ver con las acusaciones. Cuando se alistу en el
Ejйrcito firmу una renuncia a todos sus Derechos Humanos. Pueden hacer lo que
quieran con usted. La ъnica ventaja que tiene es que tambiйn ellos son
prisioneros de su propio sistema, y deben regirse por el complejo y
autocontradictorio cуdigo de leyes que han edificado durante siglos. Quieren
fusilarlo por desertor, y han preparado una acusaciуn irrebatible. - ЎEntonces me
fusilarбn! - Quizб, pero
ese es un riesgo que tenemos que correr. - їTenemos...?
їRecibirб usted la mitad de los disparos? - No se haga el
listo cuando hable con un oficial, so cerdo. Confнe en mн, tenga fe, y espere a
que cometan algunos errores. Despuйs de
esto, solo fue cosa de marcar el tiempo que pasу hasta el juicio. Bill supo que
ya estaba cerca cuando le dieron un uniforme con la insignia de especialista en
fusibles de primera clase en la manga. Luego llegу la guardia marcando el paso,
se abriу la puerta, y Deseomortal le hizo una seсa para que saliera. Marcharon
juntos, y Bill sacу todo el placer que pudo de cambiar el paso para hacer
equivocarse a sus guardianes. Pero una vez hubo traspuesto la puerta de la
corte, adoptу una postura marcial y tratу de parecer un viejo luchador con sus
medallas tintineando en el pecho. Habнa una silla vacнa al lado de un muy
arreglado, uniformado y militar Capitбn O'Brien. - Asн estб bien
- le dijo O'Brien -. Siga con el papel de veterano, gбneles en su propio juego. Se pusieron en
pie cuando entraron los oficiales de la Corte. Bill y O'Brien estaban sentados
a un extremo de una larga mesa de plбstico negro, mientras que al otro extremo
de la misma se hallaba el fiscal, un Mayor canoso y de aspecto severo que
llevaba un corsй barato. Los diez oficiales de la Corte se sentaron en el lado
largo de la mesa, desde donde podнan mirar ceсudos a la audiencia y a los
testigos. - Comencemos -
dijo el Presidente de la Corte, un Almirante de la Flota, calvo y regordete,
con la adecuada solemnidad -. Que se inicie el juicio, que se cumpla la
justicia en el mбs breve plazo, y que se halle culpable al prisionero para que
sea fusilado. - Protesto -
dijo O'Brien, saltando en pie -. Esos comentarios demuestran prejuicios contra
el acusado, que es inocente hasta que no se pruebe su culpabilidad... - Se deniega la
protesta - el mazo del Presidente golpeу la mesa -. Se impone una multa de 50
pavos al abogado defensor por interrupciуn injustificada. El acusado es
culpable, como demostrarбn las pruebas, y serб fusilado. Se harб justicia. - Asн que van a
jugar de esa manera - murmurу O'Brien entre semicerrados labios -. Puedo
enfrentarme con ellos en cualquier terreno, siempre que conozca las reglas del
juego. El fiscal ya
habнa comenzado su intervenciуn inicial con monуtona voz: - ...y por
tanto probaremos que el especialista en fusibles de primera clase Bill
sobrepasу alevosamente el permiso que le habнa sido concedido oficialmente
durante un perнodo de nueve dнas, y consiguientemente resistiу su arresto y
escapу de quienes pretendнan retenerlo, eludiendo con йxito su persecuciуn,
tras lo cual permaneciу ausente por un perнodo de mбs de un aсo standard, por
lo que consecuentemente es culpable de deserciуn... - ЎCulpable
hasta el cuello! - gritу uno de los oficiales de la Corte, un Mayor de
Caballerнa con el rostro rojizo y un monуculo negro, saltando en pie y haciendo
caer su silla -. Voto culpable... ЎFusilen a este hijo de madre! - Estoy de
acuerdo, Sam - aceptу el Presidente, dando un golpecito con su mazo -. Pero
tenemos que fusilarlo segъn las reglas, asн que todavнa nos llevarб un tiempo. - Todo eso es
falso - siseу Bill a su abogado -. Los hechos son... - No se
preocupe por los hechos, Bill, a nadie de aquн le preocupan. Los hechos no
pueden alterar el caso. - ...y por
consiguiente pedimos la pena mбxima: la muerte - dijo finalmente el fiscal,
arrastrбndose hasta el fin de su intervenciуn. - їVa a
hacernos perder nuestro tiempo con una intervenciуn, Capitбn? - preguntу el
Presidente, fulminando a O'Brien con la mirada. - Tan solo unas
pocas palabras, si la Corte me permite... Se produjo una
repentina conmociуn entre los espectadores y una mujer desmaсada, con una
toquilla sobre la cabeza, aferrando contra su pecho un paquete envuelto en una
manteleta, corriу adelantбndose hasta la mesa. -
Excelencias... - jadeу -, no me quiten a mi Bill, la luz de mi vida. Es un buen
hombre, y todo lo que hizo fue solo por mн y por mi pequeснn - alzу el paquete,
y se pudo oнr un dйbil gemido -. Cada dнa querнa dejarme y regresar a su deber,
pero yo estaba enferma y el niсito estaba enfermo, y le suplicaba con lбgrimas
en los ojos que se quedase... - ЎSбquenla de
aquн! - la maza golpeу estrepitosamente. -... y йl se quedaba, jurando siempre
que serнa tan solo por otro dнa mбs, sabiendo siempre mi amor que si nos dejaba
нbamos a morir de hambre... - su voz fue apagada por la masa de los PM
uniformados de gala que se la llevaron forcejeando hacia la puerta - ...y
benditas sean sus excelencias si lo liberan, pero si lo condenan, malditos
almas negras, que se pudran sus cuerpos y ardan en el infierno... - se cerrу la
puerta y se cortу su voz. - Borren eso de
los archivos - dijo el Presidente, y le lanzу una airada mirada al abogado defensor
-. Y si creyese que usted tenнa algo que ver en este asunto, lo harнa fusilar
junto con su cliente. O'Brien
aparecнa como el hombre mбs inocente, con los dedos sobre el pecho y la cabeza
echada atrбs, comenzando un comentario inocente, cuando se produjo otra
interrupciуn: un viejo se puso en pie en uno de los bancos del pъblico y agitу
sus brazos para llamar la atenciуn. - Escuchadme,
todos y cada uno de vosotros. La justicia debe de ser cumplida, y yo soy su
instrumento. Habнa pensado guardar mi silencio y permitir que un hombre
inocente fuera ejecutado, pero no puedo hacerlo. Bill es mi hijo, mi ъnico
hijo, y le roguй olvidara su deber para ayudarme, pues muriйndome como estaba
de cбncer, deseaba verle por ъltima vez, pero йl se quedу para cuidarme... - se
vio una lucha cuando los PM asieron al hombre y comprobaron que estaba
encadenado al banco -. Sн, lo hizo, me cocinу gachas y me las hizo comer, y lo
hizo tan bien que poco a poco fui recuperбndome hasta que ya me ven ahora, soy
un hombre sano, curado por las gachas cocinadas por mi leal hijo. Y ahora mi
niсo tiene que morir porque me salvу, pero esto no serб asн. Tomad mi pobre
vieja vida inъtil a cambio de la suya. - Resoplу un cortafrнos atуmico, y el
viejo fue lanzado por la puerta. - ЎYa estб bien!
ЎYa es demasiado! - aullу el enrojecido Presidente de la Corte, golpeando con
tal fuerza que rompiу el mazo y lanzу los fragmentos por la sala -. Vacнen la
sala testigos. Esta Corte ordena que el resto de espectadores del juicio sea
llevado a travйs de las normas de la Jurisprudencia sin que sean admitidos ni
testigos ni pruebas - paseу una rбpida mirada por sus cуmplices, que asintieron
en solemne acuerdo - Por lo tanto, se halla al encausado culpable y serб
fusilado tan pronto como puedan arrastrarlo al pabellуn de fusilamientos Los oficiales
de la Corte estaban ya levantбndose de sus sillas cuando la lenta voz de
O'Brien los detuvo: - Naturalmente,
cae dentro de la jurisdicciуn de esta Corte el resolver la causa en la forma
asн prescrita, pero tambiйn es necesario citar el Artнculo o Precedente en el
cual se basa la decisiуn. El Presidente
suspirу y se sentу de nuevo. - Desearнa que
no tratase de ponerse difнcil, Capitбn.. conoce usted tan bien los Reglamentos
como yo, pero si insiste... Pablo, lйaselo. El Experto
Legal pasу las hojas de un grueso volumen sobre la mesa, encontrу el lugar,
seсalбndolo con el dedo, y comenzу a leer: - Artнculos de
Guerra, Ordenanzas Militares, pбrrafo, pбgina, etc., etc... sн, aquн estб,
pбrrafo 298-B... Si cualquier soldado de tropa se ausenta de su puesto
designado por un perнodo de mбs de un aсo standard, serб considerado como
culpable de deserciуn aunque se halle ausente en el juicio, y su castigo serб
una muerte dolorosa. - Eso parece
bastante claro. їAlguna otra pregunta. - inquiriу el Presidente. - No hay
preguntas, pero me gustarнa citar un precedente - O'Brien habнa colocado frente
a sн un alto montуn de libros y estaba leyendo del de mбs arriba -. Aquн estб:
el soldado Acuclillado Lьvening contra el Cuerpo Aйreo del Ejйrcito de los
Estados Unidos, en Texas 1944. Se dice aquн que Lьvening permaneciу ausente de
su puesto durante catorce meses, y entonces fue descubierto en un escondrijo
sobre el techo del comedor, de donde descendнa tan solo a altas horas de la noche
para comer y beber lo que hallaba en la despensa y para descargar sus tripas.
Como no habнa abandonado la base, no se le pudo considerar desertor ni ausente
de su destino, y tan solo se le pudo dar un leve castigo disciplinario. Los oficiales
de la corte se habнan sentado de nuevo y estaban contemplando al Experto Legal,
que estaba pasando a toda prisa las pбginas de sus propios libros. Finalmente,
emergiу de entre ellos con una sonrisa y una referencia. - Todo eso es correcto, Capitбn,
excepto por el hecho de que el acusado de este caso sн se ausentу de su punto
de destino: el Cuartel de Trбnsito para Tropa, y permaneciу errante por el
planeta Helior. - Todo eso es
correcto, caballero - contestу O'Brien, tomando otro grueso volumen y
agitбndolo por sobre su cabeza -. Pero en el caso de Arrastrado contra el
Cuerpo Naval Imperial de Acomodaciones, en Helior 8832, se aceptу a fines de
definiciуn legal que el planeta Helior serнa considerado como la ciudad de
Helior, y que la ciudad de Helior serнa considerada como el planeta Helior. - Todo lo cual
es indudablemente cierto - interrumpiу el Presidente -, pero totalmente fuera
de lugar. No tiene relaciуn con el presente caso, y le ruego que se apresure,
Capitбn, puesto que tengo un compromiso para ir a jugar al golf. - Podrб estar
jugando dentro de diez minutos, seсor, si acepta ambos precedentes. Entonces,
introducirй un ъltimo documento, una proclama redactada por el Almirante de la
Flota Marmoset... - ЎPero si ese
soy yo! - boqueу el Presidente. - ...al inicio
de las hostilidades con los Chingers, cuando la ciudad de Helior fue puesta
bajo ley marcial y considerada como un ъnico establecimiento militar en todo su
conjunto. Por
consiguiente, someto a la decisiуn de la Corte el hecho de que el acusado es
inocente del delito de deserciуn porque no saliу de este planeta, y por
consiguiente nunca abandonу esta ciudad, y por consiguiente jamбs saliу del
puesto al que estaba destinado. Cayу un pesado
silencio, que fue finalmente roto por la preocupada voz del Presidente cuando
se volviу hacia el Experto Legal: - їEs cierto lo
que dice este cochino, Pablo? їNo podemos fusilar al tнo ese? El Experto
Legal estaba sudando copiosamente mientras rebuscaba enfebrecido por sus textos
legales, hasta apartarlos finalmente y contestar con voz amargada: - Es lo
bastante exacto, y no hay forma de escaparnos de ello. Ese maldito pisaverde
judeoбrabeirlandйs nos tiene cogidos. El acusado es inocente de los cargos que
se le imputan. - їNo habrб
ejecuciуn...? - preguntу uno de los oficiales de la Corte con una voz aguda y
entrecortado; y otro, mбs viejo, dejу caer la cabeza entre sus brazos y comenzу
a sollozar. - Bueno, pero
no se va a escapar tan fбcilmente - dijo el presidente, haciendo una mueca
hacia Bill -. Si el acusado estuvo en su puesto durante el pasado aсo, entonces
tenнa que haber estado de servicio. Y, durante ese aсo, durmiу. Lo que
significa que durmiу estando de servicio. Por consiguiente, lo condeno a
trabajos forzados en una prisiуn militar por un perнodo de un aсo y un dнa, y
ordeno que sea degradado a especialista en fusibles de sйptima clase.
Arrбnquenle los galones y llйvenselo; me esperan en el campo de golf. DOS La prisiуn de
trбnsito era un edificio provisional hecho de planchas de plбstico atornilladas
a torcidos marcos de aluminio, y estaba en el centro de un gran cuadrilбtero.
PM con бtomorifles con las bayonetas casadas hacнan la ronda alrededor del
perнmetro de seis alambradas electrificadas. Se abrieron las puertas mъltiples
por control remoto, y el robotesposador que lo habнa llevado hasta allн lo
arrastrу a travйs de ellas. Esta condenada mбquina consistнa en un robusto y
macizo cubo de una altura que le llegaba hasta las rodillas y que rodaba sobre
ruidosas orugas. De su parte superior surgнa una barra terminada en unas
esposas. Bill estaba encadenado a ellas. Era imposible escapar, pues si se
intentaba forzar cualquier parte del robot este hacнa estallar, sбdicamente,
una minibomba atуmica que llevaba en su interior, volбndose junto con su
prisionero, asн como cualquier otra persona que se hallase en los alrededores.
Una vez dentro del edificio, el robot se detuvo, y no protestу cuando el
Sargento de Guardia abriу las esposas. Tan pronto como fue soltado su
prisionero, la mбquina rodу, desvaneciйndose en su perrera. - De acuerdo,
chico listo, ahora estбs a mi cargo, y eso significa que tendrбs problemas - le
espetу el Sargento a Bill. Tenнa la cabeza rapada, una mandнbula amplia y
cubierta de cicatrices, y ojos pequeсos y juntos en los que ardнa la
consumidora llama de la estupidez. Bill cerrу sus
propios ojos hasta que no fueron mбs que rendijas y lentamente alzу su brazo
izquierdo/derecho, flexionando el bнceps. El mъsculo de Tembo se hinchу y
partiу la delgada manga de la chaqueta de presidiario con un sonido rasgante.
Luego, Bill seсalу la cinta del Dardo Pъrpura que llevaba clavada en el pecho. - їSabe como me
ganй esto? - preguntу con una cortante voz бtona -. La obtuve matando con mis
propias manos trece chingers en el interior de una casamata contra la que me
habнan mandado. Y estoy ahora aquн porque despuйs de matar a los chingers
regresй a matar al sargento que me habнa enviado contra ella. Asн que... їde
quй problemas hablaba, sargento? - Si no me
buscas problemas, yo no te los buscarй a ti - chirriу el Sargento de Guardia
mientras se alejaba -. Estбs en la celda 13, justo ahн arriba... - se detuvo
repentinamente y comenzу a comerse todas las uсas de una mano al mismo tiempo,
con un sonido masticante. Bill le lanzу una buena mirada asesina, para acabar de
redondear la cosa, y luego se girу y subiу arriba. La puerta del
nъmero 13 estaba abierta, y Bill contemplу la estrecha celda, mal iluminada por
la luz que se filtraba a travйs de las paredes translъcidas de plбstico. La
litera de dos pisos casi ocupaba todo el espacio, dejando tan solo un estrecho
pasadizo a un lado. En la parte opuesta habнan dos maltrechas taquillas
atornilladas a la pared, que, junto con el pintado mensaje: SED LIMPIOS, NO
OBSCENOS: LA PALABRA SOEZ AYUDA AL ENEMIGO, completaban el mobiliario. Un
hombrecillo de rostro puntiagudo y ojos saltones yacнa en la litera inferior,
mirando fijamente a Bill. Este le devolviу la mirada y frunciу el ceсo. - Adelante,
sargento - le dijo el hombrecillo, mientras se subнa por el soporte hasta la
litera de arriba -. Te he estado guardando la litera de abajo, seguro que sн.
Mi nombre es Negrillo y estoy cumpliendo una condena de diez meses por decirle
a un segundo teniente que se fuera a... Terminу la
frase con un tono interrogativo que Bill ignorу. Le dolнan los pies. Se sacу a
tirones las botas pъrpura y se tendiу sobre la colchoneta. La cabeza de
Negrillo apareciу por el borde de la litera, semejante a un roedor contemplando
el paisaje. - Falta aъn
mucho para el rancho... їquй te parecerнa una Trotamburguesa? - al lado de la
cabeza apareciу una mano que le pasу un brillante paquete a Bill. Tras
contemplarlo con recelo, Bill tirу de la cinta selladora en el extremo del
envoltorio de plбstico. Tan pronto como el aire se introdujo y entrу en
contacto con el forro combustible, la hamburguesa comenzу a humear, y al cabo
de tres segundos estaba en su punto. Alzando el pan, Bill le puso catchup de un
pequeсo bolsillo situado al otro extremo del envoltorio, y le dio un dubitativo
bocado. Era estupenda y jugosa carne de caballo. - Esta vieja
yegua gris sigue sabiendo tan bien como siempre - dijo Bill con la boca llena
-. їCуmo consigues meterlas aquн dentro? Negrillo sonriу
e hizo un guiсo teatral. - Contactos -
dijo -. Me las traen, todo lo que tengo que hacer es pedirlas. No entendн bien
tu nombre... - Bill - la
comida habнa apaciguado su pйsimo humor. - Un aсo y un dнa por dormirme estando
de servicio. Me iban a fusilar por desertor, pero tenнa un buen abogado. Y esa
era una buena hamburguesa. Lбstima no tener nada con que pasarla. Negrillo sacу
una botellita marcada JARABE PARA LA TOS Y se la pasу a Bill: - Especialmente
preparado para mн por un amigo enfermero. Mitad alcohol de quemar y mitad йter. - ЎGulppp! -
dijo Bill, limpiбndose las lбgrimas tras haberse tragado media botella. Se
sentнa casi en paz con el mundo -. Eres un buen compaсero, Negrillo. - Puedes estar
seguro - le dijo Negrillo ansiosamente -. Y nunca es malo tener compaсeros en
el Ejйrcito, la Marina o las Fuerzas Espaciales, en cualquier parte. Eso lo
sabe bien el viejo Negrillo, seguro. їTienes buenos mъsculos, Bill? Bill flexionу
lentamente los mъsculos de Tembo. - Eso es algo
que a mн me gusta ver - dijo admirado Negrillo -. Con tus mъsculos y mi cerebro
podremos apaсбrnoslas de maravilla... - ЎYo tambiйn
tengo cerebro! - ЎRelбjalo!
Dale un respiro, mientras yo pienso por los dos. He servido en mбs ejйrcitos
que dнas hayas pasado tъ en este. Obtuve mi primera medalla a las уrdenes de
Anнbal, por la herida de aquн - seсalу una blanca cicatriz del dorso de su mano
-. Pero me di cuenta de que llevaba las de perder y me pasй a los chicos de
Rуmulo y Remo mientras era tiempo. He estado aprendiendo desde entonces, y
siempre logro salir con bien. Vi de donde soplaba el viento y comн un trozo del
jabуn de la lavanderнa y asн estuve malo la maсana de Waterloo, y te aseguro
que no me supo mal perderme aquello. Vi como se estaba preparando algo similar
en el Somme... їo era Ypres?; me olvido de algunos de los antiguos nombres; asн
que masquй un cigarrillo, y me lo puse en el sobaco, y asн logrй tener fiebre y
tambiйn me perdн aquel espectбculo. Siempre hay una forma en que escaparse, ese
es mi lema. - Nunca he oнdo
hablar de esas batallas. їFueron contra los chingers? - No, mucho
antes, muchнsimo antes. Guerras y guerras antes. - Eso
significarнa que eres muy viejo, Negrillo. Y no pareces muy viejo. - Soy realmente
viejo, pero normalmente no se lo digo a la gente porque se rнen de mн. Pero me
acuerdo de haber visto construir las pirбmides, y aъn recuerdo el repugnante
rancho que nos daban en el ejйrcito asirio, y la vez que le ganamos a la tribu
de Wug cuando trataron de entrar en nuestra caverna, a base de echarles piedras
encima. - Eso suena a
una sarta de trolas - dijo cansinamente Bill, vaciando la botella. - Ajб, eso es
lo que me dicen todos, y por eso ya no cuento las viejas historias. No me creen
ni cuando les muestro mi amuleto - le mostrу un pequeсo triбngulo blanco con un
borde irregular -. El diente de un pterodactilo. Se lo volй con una pedrada de una
honda que acababa de inventar... - Parece un
trozo de plбstico. - їEntiendes
ahora? Es por eso por lo que ya no cuento las viejas historias. Simplemente, me
voy reenganchando y sigo la corriente... Bill se sentу y
se quedу con la boca abierta. - ЎReengancharse!
Pero eso es un suicidio... - Ni hablar. En
una guerra, el sitio mбs seguro es el Ejйrcito. A los imbйciles de primera
lнnea les vuelan los culos a tiros y a los civiles de retaguardia se los vuelan
a bombazos, pero los tнos de enmedio viven completamente seguros. Se necesitan
30, 50 o quizб hasta 70 tipos en medio para suministrar a cada uno de los de
primera lнnea. Una vez aprendes a ser un buen archivero ya estбs a salvo.
їQuiйn ha oнdo hablar de que disparen contra un archivero? Yo soy un excelente
archivero. Pero eso solo en tiempo de guerra. En tiempo de paz, cuando se
equivocan y hay paz por un tiempo, es mejor estar con las tropas de combate.
Tienen mejor comida, permisos mбs largos, y bien poco mбs que hacer. Viajan
mucho. - їY quй pasa
cuando comienza una guerra? - Conozco 735
formas distintas de que me lleven al hospital. - їMe enseсarбs
un par? - dijo Bill. - Harнa
cualquier cosa por un compaсero. Ya te las enseсarй por la noche, despuйs de
que nos hayan traнdo el rancho. Y el guardiбn que lo trae estб siendo difнcil
acerca de un pequeсo favor que le pedн. ЎMuchacho, cуmo me gustarнa que se le
partiese un brazo! - їQuй brazo? -
Bill chascу sus nudillos con un fuerte sonido. - El que
quieras. La Prisiуn
Plasticasa era un centro de trбnsito en donde guardaban a los prisioneros que
llevaban de un lugar a otro. En ella se vivнa una vida fбcil y relajada que era
disfrutada tanto por los guardianes como los prisioneros, sin que nada
estropeara el tranquilo discurrir de los dнas. Habнa habido un guardiбn nuevo,
un tipo verdaderamente ansioso que venнa de la Guardia Nacional Territorial,
pero tuvo un accidente mientras servнa las comidas y se rompiу un brazo. Hasta
los otros guardianes se habнan alegrado de verlo partir. Mбs o menos una vez a
la semana se llevaban a Negrillo con una guardia armada a la Secciуn de
Archivos de la base, donde estaba falsificando documentos para un teniente
coronel que era muy activo en el mercado negro y querнa llegar a millonario
antes de retirarse. Mientras trabajaba en los archivos, Negrillo hacia que los
guardianes de la prisiуn recibiesen promociones no merecidas, tiempo libre
extra y primas en metбlico por medallas inexistentes. Como resultado, Bill y
Negrillo comнan y bebнan muy bien, y engordaron. Todo era muy pacнfico hasta el
dнa en que Negrillo regresу de una sesiуn en los archivos y despertу a Bill. - Buenas
noticias - le dijo -: nos largamos. - їY quй hay de
bueno en eso? - preguntу Bill, molesto porque lo hubieran despertado y aъn
medio trompa de la borrachera de la tarde anterior -. Me gusta este lugar. - Pero pronto
se iba a poner mal para nosotros. El coronel me mira de mala manera, y creo que
piensa enviarnos al otro extremo de la Galaxia, donde se lucha en serio. Pero
no pensarб hacerlo hasta la semana prуxima, cuando acabe de arreglarle los
libros, asн que he preparado unas уrdenes secretas para que seamos enviados
esta semana a Tabes Dorsalis, donde estбn las minas de cemento. - ЎEl Mundo
Polvoriento! - gritу roncamente Bill, y agarrу a Negrillo por el cuello,
agitбndolo -. Una mina de cemento que ocupa todo un mundo, y en donde la gente
muere de silicosis a las pocas horas. Es el lugar mбs infecto del Universo... Negrillo logrу
soltarse y escapar al otro extremo de la celda. - ЎAlto! - se
atraganto -. ЎNo te precipites! ЎCierra la tapa de tu buzуn y mantйn seca la
pуlvora! їTe crees que iba a enviarnos a un sitio asн? Eso es lo que muestran
en los programas de la tele, pero yo sй la verdad. Si trabajas en las minas de
cemento, de acuerdo, las cosas no estбn muy bien. Pero tienen una enorme base
llena de oficinistas y similares, y usan a prisioneros en libertad provisional
en la secciуn mуvil porque no tienen bastantes tropas. Cuando estaba trabajando
en los archivos cambiй tu clasificaciуn de especialista en fusibles, que es un
trabajo suicida, a conductor, y aquн tienes tu carnet de conducir que te
autoriza para hacerlo con cualquier cosa, desde un monociclo hasta un tanque
atуmico de 89 toneladas. Asн que tendremos trabajos fбciles y, ademбs, toda la base
cuenta con acondicionamiento de aire. - Pero se
estaba bien aquн - se quejу Bill, mirando ceсudo la tarjeta de plбstico que
certificaba su aptitud en el manejo de una serie de extraсos vehнculos que en
muchos casos ni conocнa de vista. - Las cosas
vienen y van, pero son todas iguales - dijo Negrillo, empaquetando un pequeсo
equipaje. Comenzaron a
darse cuenta de que algo andaba mal cuando la columna de prisioneros fue
aherrojada y encadenada con argollas y esposas, y arrastrada hasta el
transporte espacial por un pelotуn de PM de combate. - ЎMovйos! -
gritaban -. Ya tendrйis tiempo de relajaros cuando lleguemos a Tabes Dorsalgia. - їAdуnde
vamos? - se atraganto Bill. - Ya me oнste;
salta, so mamуn. - Me dijiste
Tabes Dorsalis - le rezongу Bill a Negrillo, que estaba delante suyo en la
cadena -. Tabes Dorsalgia es la base en Veniola donde hay los peores
combates... Ўvamos a la lucha! - Un error de
escritura - suspirу Negrillo -. Uno no puede ganar siempre. Evitу la patada
que le lanzу Bill, y luego esperу pacientemente mientras los PM lo dejaban sin
sentido con sus porras y los arrastraban a bordo. TRES Veniola... un
mundo neblinoso de horrores innombrables arrastrбndose en su уrbita alrededor
de la macabra estrella verde Hernia como algъn repugnante monstruo estelar
reciйn salido del pozo de la nada. їQuй secretos se ocultan entre sus nieblas
eternas? їQuй horrores sin nombre ondulan y se estremecen en sus tenebrosas
ciйnagas y oscuros lagos sin fondo? Enfrentados con los inenarrables terrores
de este planeta, los hombres se vuelven locos antes que enfrentarse con lo
inenfrentable. Veniola... mundo de pantanos, el cubil de los repugnantes e
inimaginables venianos... Hacнa calor,
habнa humedad y hedнa. La madera de las reciйn construidas chozas estaba ya blancuzca
y comenzaba a pudrirse. Uno se sacaba los zapatos y, antes de que llegasen al
suelo, los hongos ya crecнan en su interior. Una vez en el campamento, les
quitaron las cadenas, ya que no habнa ningъn lugar al que pudieran escapar los
trabajadores forzados, y Bill buscу a Negrillo mientras los dedos del brazo
derecho de Tembo se abrнan y cerraban como hambrientas bocas. Entonces recordу
que Negrillo le habнa hablado a uno de los guardianes cuando estaban saliendo
de la nave y le habнa pasado algo, y un poco despuйs lo habнan liberado de la
hilera y se lo habнan llevado. En aquel momento ya debнa de estar dirigiendo la
secciуn de archivos, y maсana vivirнa en los alojamientos de las enfermeras.
Bill suspirу y dejу que todo aquello se fuera de su mente, ya que era tan solo
otro factor antagуnico sobre el que no tenнa control, y se dejу caer en la
litera mбs prуxima. Instantбneamente, un zarcillo surgiу veloz de una grieta en
el suelo, dio tres vueltas a la litera, atбndolo sуlidamente contra ella, y
clavу once pequeсos tentбculos en su pierna, comenzando a chuparle la sangre. - ЎUggggg! - se
esforzу Bill contra la presiуn de la cosa verde que le ahogaba. - Nunca te
acuestes sin un cuchillo en la mano - le dijo un delgado y amarillento
sargento, mientras pasaba a su lado con su propio cuchillo y segaba el zarcillo
por donde surgнa de las planchas del suelo. - Gracias,
sargento - dijo Bill, desenredando los anillos y tirando el vegetal por la
ventana. De repente, el
sargento comenzу a vibrar como un alambre en tensiуn al que se le da un
pellizco y se desplomу al pie de la litera de Bill. - Bo...
bolsillo... camisa... pipipнldoras... - tartamudeу por entre castaсeteantes
dientes. Bill sacу una caja de pнldoras del bolsillo del sargento y le
introdujo algunas en la boca. La vibraciуn se detuvo y el hombre se desplomу
contra la pared, mбs chupado y amarillo que antes e inundado en sudor. - Ictericia y
fiebre de los pantanos y filariasis galopante, nunca sй cuando me darб un
ataque, es por eso por lo que no pueden devolverme al combate, pues no puedo
aguantar un arma. Yo, el Sargento Primero Ferkel, el mejor de los malditos
lanzallameros de los Kortacuellos de Kirjassoff, y aquн me tienen haciendo de
niсera en un campo de trabajos forzados. їY crees que me molesta? Pues no, me
hace feliz, y la ъnica otra cosa que me harнa mбs feliz serнa que me sacasen de
este maldito pozo de letrina del tamaсo de un planeta. - їCree que el
alcohol le harнa daсo en sus condiciones? - le preguntу Bill, pasбndole una
botella de jarabe para la tos -. їVan mal las cosas por aquн? - No solo no me
harб daсo sino que... - se oyу un profundo gorgoteo,. y cuando el sargento
hablу de nuevo su voz era mбs ronca pero mбs fuerte -. Mal no es la palabra
adecuada. El luchar con los chingers ya es malo de por sн, pero en este planeta
tienen a los nativos, los venianos, de su parte. Esos venianos son como
lagartijas acuбticas mohosas y tienen apenas la bastante inteligencia como para
aguantar un arma y oprimir el gatillo, pero este es su planeta, y ahн en los
pantanos son la misma muerte personificada. Se esconden bajo el barro, y nadan
bajo el agua, y saltan desde los бrboles, y todo el planeta estб repleto de
ellos. No tienen fuentes de aprovisionamiento, ni divisiones organizadas, ni
mandos, tan solo luchan. Si uno se muere, los demбs se lo comen. Si uno es
herido en la pierna, los demбs se la comen y le crece otra nueva. Si uno de
ellos se queda sin municiуn o dardos venenosos o lo que sea, simplemente nada
un centenar de kilуmetros hasta su base, carga y regresa al combate. Llevamos
aquн luchando tres aсos, y ahora controlamos un centenar de kilуmetros
cuadrados de territorio. - Un centenar,
eso suena a mucho. - Pero solo a
un estъpido como tъ. Eso son diez por diez kilуmetros, y tal vez sean dos kilуmetros
cuadrados mбs de lo que capturamos en los primitivos aterrizajes. Se oyу un
chapoteo de cansados pies, y unos agotados y embarcados hombres comenzaron a
arrastrarse al interior de las chozas. El Sargento Ferkel se alzу
trabajosamente y le dio un largo soplido a su silbato. - De acuerdo,
los nuevos, oнd esto. Habйis sido asignados a la escuadra B que ahora estб
formбndose, escuadra que irб al pantano y acabarб la tarea que estos insolentes
cebollones de la escuadra A han comenzado esta maсana. Trabajarйis como los
buenos allб afuera. No voy a apelar a vuestra lealtad, vuestro honor y vuestro
sentido del deber... - sacу su pistola atуmica de la funda y abriу de un tiro
un boquete en el techo, por el que de inmediato comenzу a gotear la lluvia -.
Tan solo voy a apelar a vuestro instinto de supervivencia, porque a todo aquel
que se escabulla, se haga el remolуn o no dй todo de sн, le volarй la tapa de
los sesos. Ahora, afuera. Con los dientes
desnudos y las manos temblando, parecнa lo bastante enfermo y de mala uva como
para hacerlo. Bill y el resto de la escuadra B se apresuraron a salir bajo la
lluvia y a formar filas. - Coged las
hachas, coged los picos, sacad el uranio - rugiу el cabo de la guardia armada
mientras se peleaban con el barro camino de la puerta de la empalizada. La
escuadra de forzados, llevando sus herramientas, iba en el centro, mientras que
la guardia armada iba en la parte exterior. La guardia no estaba allн para
impedir que algъn prisionero escapase, sino para darles una relativa protecciуn
contra el enemigo. Se arrastraron lentamente a lo largo del sendero de бrboles
abatidos que serpenteaba por el pantano. De pronto, se oyу un silbido en lo
alto y pasaron relampagueantes transportes pesados. - Hoy tenemos
suerte - dijo uno de los prisioneros mбs veteranos -, envнan la infanterнa
pesada otra vez. No sabнa que les quedase alguna. - їQuieres
decir que capturarбn mбs territorio? - preguntу Bill. - Ni hablar,
todo lo que consiguen es que los maten. Pero, mientras los aniquilan, nos
presionarбn menos y tal vez podamos trabajar sin perder demasiados hombres. Sin que se lo
ordenasen, se detuvieron todos para mirar como la infanterнa pesada caнa como
lluvia en los pantanos de enfrente... y se desvanecнa con la facilidad de las
gotas de agua. De tanto en tanto se oнa un «buum» y se veнa un resplandor
cuando una bomba atуmica mediana estallaba, atomizando posiblemente algunos
venianos, pero habнan billones de enemigos esperando su turno. A lo lejos
chasquearon las armas cortas y restallaron las granadas. Luego vieron como por
sobre los бrboles se aproximaba una rebosante e insegura figura. Era un infante
pesado con su escafandra acorazada y casco hermйtico, con bombas atуmicas y
granadas sujetas por todas partes, un verdadero polvorнn andante, o mejor dicho
saltante, ya que con toda la chatarra que llevaba encima no habrнa podido
caminar ni por una carretera asfaltada, por lo que se movнa a saltos, usando
dos cohetes atornillados a sus caderas. Sus saltos se hacнan mбs y mбs bajos a
medida que se acercaba. Cayу a unos cincuenta metros o asн de distancia y se
hundiу lentamente hasta la cintura en el pantano, mientras sus cohetes siseaban
al tocar el agua. Luego saltу de nuevo, mucho menos esta vez, con sus cohetes
disparando en falso y apagбndose, y lanzу el casco por el aire. - Hey, chicos -
dijo -. Los malditos chingers me dieron en el tanque de combustible. Casi se me
han apagado los cohetes, no puedo saltar mucho mбs. їVerdad que le echarйis una
mano a un compaсero...? - golpeу el agua con un gran salpicуn. - Sal de ese
traje de lata y te sacaremos - le gritу el cabo de la guardia. - їEstбs
mochales? - gritу el soldado -. Lleva una hora el meterse o salir de esta cosa. Disparу sus
cohetes, pero estos tan solo hicieron puffff y se levantу un palmo en el agua,
para caer de nuevo. - ЎSe acabу el
combustible! ЎAyudadme, bastardos! їEs que estamos en la
semana-de-joder-al-compaсero...? - aullу, y luego se hundiу, hasta que su
cabeza estuvo bajo el agua y se vieron unas pocas burbujas y luego nada mбs. - Siempre
estamos en la semana-de-joder-al-compaсero - dijo el cabo -. ЎPoned en marcha
la columna! - ordenу, y se arrastraron hacia adelante -. Esos trajes pesan una
tonelada y media, se hunden como el plomo. Si este era un
dнa tranquilo, Bill no deseaba ver uno ajetreado. Como todo el planeta Veniola
era un pantano, no se podнan realizar avances hasta que no se construнa una
ruta. Los soldados en solitario podнan penetrar algo mбs allб del camino, pero
para los suministros o el equipo y hasta para los hombres muy armados se
necesitaba un camino. Por tanto, los forzados estaban construyendo un camino de
бrboles abatidos. En primera lнnea. Los disparos de
los бtomorifles hacнan hervir el agua a su alrededor, y los dardos venenosos
caнan tan densamente como las hojas de los бrboles. Los ataques y contraataques
de los dos lados eran constantes mientras los prisioneros cortaban бrboles, los
descortezaban y los ataban, para hacer avanzar la ruta unos centнmetros mбs.
Bill descortezу y talу y tratу de ignorar los alaridos de los cuerpos que
caнan, hasta que comenzу a hacerse de noche. La escuadra, ahora mucho mбs
reducida, marchу de regreso en el atardecer. - Al menos
avanzamos 30 metros esta tarde - le dijo Bill al prisionero veterano que
marchaba a su lado. - Eso no significa
nada. Los venianos vienen nadando por la noche y se llevan los troncos. Instantбneamente,
Bill tomу la decisiуn de largarse de allн. - їTienes algo
mбs de ese zumo de la alegrнa? - le preguntу el Sargento Ferkel cuando Bill se
desplomу en su litera y comenzу a desprenderse parte del barro de las botas con
la hoja de su cuchillo. Antes de responderle, le dio un rбpido tajo a una
planta que salнa por entre las planchas del suelo. - їCree que
podrнa perder un momento en darme unos consejos, sargento? - Soy una
fluida fuente de consejos una vez tengo lubrificada la garganta. Bill se sacу
una botella del bolsillo. - їCуmo sale
uno de este equipo? - le preguntу. - Uno hace que
lo maten - le contestу el sargento mientras se llevaba la botella a los labios. Bill se la
arrebatу. - Eso lo sabнa
sin su ayuda - resoplу. - Bueno, pues
eso es todo lo que vas a saber sin mi ayuda - resoplу en respuesta el sargento. Sus narices se
tocaban y se gruснan desde lo mбs hondo de sus gargantas. Habiendo probado lo
valientes que eran los dos y como sabнan demostrarlo, se relajaron, y el
Sargento Ferkel se echу hacia atrбs mientras Bill suspiraba y le pasaba la
botella. - їQuй tal si
me diera un trabajo en la furrielerнa? - preguntу Bill. - No tenemos
furrielerнa. No tenemos oficina. Todo el mundo muere mбs pronto o mбs tarde
aquн, asн que, їpara quй preocuparse en llevar archivos? - їY si le
hieren a uno? - Lo envнan al
hospital, lo ponen bueno, lo devuelven aquн. - ЎSolo queda
el amotinarse! - chillу Bill. - No nos valiу
las ъltimas cuatro veces que lo intentamos. Simplemente se llevaron las naves
de suministro y no nos dieron vнveres hasta que aceptamos volver a combatir. La
quнmica de este lugar estб mal, y toda la comida del planeta es puro veneno
para nuestros metabolismos. Un par de chicos lo comprobaron por las malas.
Cualquier motнn que quiera tener posibilidades de йxito ha de conseguir
capturar las bastantes naves como para escapar del planeta. Si tienes alguna
idea de como hacerlo, te pondrй en contacto con el Comitй Permanente de
Motines. - їNo hay forma
alguna en que salir de aquн? - Ya te humm a
esto humm... - le dijo Ferkel, y se desplomу borracho como una cuba. - Ya lo verй
por mн mismo - dijo Bill, mientras le sacaba la pistola de su funda al sargento
y luego se deslizaba por la puerta trasera. Reflectores
blindados iluminaban las posiciones avanzadas, enfrentadas al enemigo, y Bill
se dirigiу en el sentido opuesto, hacia el distante resplandor de los cohetes
aterrizando. El terreno pantanoso estaba moteado por barracones y almacenes,
pero Bill se mantuvo alejado de ellos porque estaban todos guardados, y los
guardianes tenнan el disparo fбcil. Disparaban contra todo lo que veнan, contra
todo lo que oнan, y si no veнan o oнan nada disparaban de vez en cuando, de todas
formas, para mantenerse alta la moral. Las luces brillaban fuertes al frente, y
Bill reptу sobre su estуmago para atisbar por encima de una mata a una alta
verja iluminada por reflectores y protegida por alambres de espino que se
extendнa en ambas direcciones hasta perderse de vista. Un disparo de
un бtomorifle quemу un boquete en el barro a un metro tras йl, y un reflector
girу, enmarcбndolo en su destello. - Saludos de su
oficial de mando - atronу una voz amplificada desde los altavoces de la verja -.
Esta es una grabaciуn. Estб usted tratando de salir de la zona de combate para
entrar en la zona restringida al mando. Esto estб prohibido. Su presencia ha
sido detectada por maquinaria automбtica y estos mismos dispositivos tienen
ahora apuntado un cierto nъmero de armas contra usted. Dispararбn en sesenta
segundos si no se marcha. ЎSea patriota! Cumpla con su deber. ЎMuerte a los
chingers! Cincuenta y cinco segundos. їLe gustarнa que su madre supiese que su
hijo es un cobarde? Cincuenta segundos. Su Emperador ha gastado un capital en
su entrenamiento, їes esa la forma de pagбrselo? Cuarenta y cinco segundos... Bill maldijo y
disparу contra el altavoz mбs prуximo, pero los restantes a lo largo de la
valla continuaron sonando con la voz. Se dio la vuelta y volviу por donde habнa
venido. Cuando se
acercaba a su choza, evitando la parte delantera para no arriesgarse al fuego
de los nerviosos guardianes del complejo, se apagaron todas las luces. Al mismo
tiempo sonaron disparos y explosiones por todas partes. CUATRO Algo se deslizу
cerca por el barro, y el dedo de Bill se contrajo espontбneamente sobre el
gatillo, disparando. Al breve resplandor atуmico vio los humeantes restos de un
veniano muerto, asн como un gran nъmero de venianos vivos chapoteando al ataque.
Bill se zambullу a un lado al momento, de forma que los disparos que le
hicieron en contestaciуn no le alcanzaron, y huyу en la direcciуn opuesta. Tan
solo pensaba en salvar el pellejo, y lo hizo escapando de los disparos y de los
enemigos que le atacaban tan lejos como pudo. El que lo hiciera en la direcciуn
en que no habнa sendero, metiйndose en el pantano, fue algo que no se detuvo a
considerar en aquel momento. Sobrevive, le gritaba su arrugado y empequeсecido
ego, y йl corrнa. El correr se
hizo mбs difнcil cuando el suelo se transformу en barro, y aъn mбs cuando el
barro dejу paso al agua abierta. Tras chapotear desesperadamente por un tiempo
interminable, Bill llegу a mбs barro. Ya le habнa pasado el primer momento de
histeria, el combate era tan solo un lejano murmullo en la distancia, y estaba
exhausto. Se dejу caer sobre una masa de barro, e instantбneamente unos agudos
dientes se le clavaron profundamente en las nalgas. Chillando roncamente,
corriу hasta chocar con un бrbol. No iba lo bastante aprisa como para hacerse
mucho daсo, y el tacto de la rugosa corteza bajo sus dedos despertу todos sus
instintos eoantrуpicos de supervivencia: se subiу a йl. En lo alto habнa dos
ramas que salнan en бngulo del tronco, y se apoyу en ellas, apretado contra la
sуlida madera y con su arma preparada y apuntada hacia adelante. Nada le
molestaba ahora, y los sonidos nocturnos se hicieron mбs dйbiles y lejanos, la
oscuridad era completa, y al cabo de unos segundos comenzу a cabecear. Se
sobresaltу algunas veces, parpadeу, y finalmente se quedу dormido. Ya brillaban
las primeras grisбceas luces del alba cuando abriу sus pesados ojos y parpadeу.
En una rama cercana estaba colgado un pequeсo lagarto que lo contemplaba con
sus ojos como joyas. - Je, je... de
verdad que estabas como un tronco - le dijo el chinger. El disparo de
Bill abriу una cicatriz humeante en la parte superior de la rama, y luego el
chinger apareciу de nuevo por debajo de la rama y se limpiу meticulosamente la
ceniza de sus garras. - Ojo con ese
gatillo, Bill - dijo -. Je, je... si hubiera querido te podrнa haber liquidado
en cualquier momento mientras estabas dormido. - Te conozco -
dijo hoscamente Bill -. Eres Ansioso Beager, їno? - Je, je... їno
te gusta encontrarte con viejos amigos? - un cienpiйs pasaba a su lado y
Ansioso Beager, el chinger, lo agarrу con tres de sus brazos y comenzу a
arrancarle patas con el cuarto y a comйrselas -. Te reconocн, Bill, y quise
hablar contigo. Me he sentido mal desde que te llamй soplуn, no hice bien. Tan
solo cumplнas con tu deber cuando me denunciaste. Pero, їquerrнas decirme como
fue que me descubriste...? - dijo, guiсando un ojo en complicidad. - їPor quй no
te vas a comer mierda, desgraciado? - gruсу Bill, y buscу en su bolsillo una
botella de jarabe para la tos. Ansioso Chinger suspirу. - Bueno,
supongo que no querrбs hablar de nada de trascendencia militar, pero espero que
quieras contestarme a unas preguntas. - Echу a un lado el cadбver desmembrado y
rebuscу en su bolsa marsupial, sacando una tablilla y un diminuto instrumento
de escritura -. Tienes que darte cuenta de que no escogн voluntariamente el
espionaje como profesiуn, sino que me obligaron a hacerlo en virtud de mi
especialidad, la exopologнa... їhas oнdo hablar de esta ciencia? - Una vez nos
dieron una charla de orientaciуn, la hizo un exopуlogo, y de lo ъnico que sabнa
hablar era de tipos y bichos extraterrestres. - Sн, mбs o
menos es eso. Es la ciencia que estudia las formas de vida distintas a la
propia y, naturalmente, para nosotros el homo sapiens entra en esa
clasificaciуn: es un bicho raro... - se ocultу a medias tras al rama cuando
Bill alzу el arma. - ЎOjo con lo
que dices, mamуn! - Lo siento,
tan solo es una forma de expresarse. Resumiendo, como me especialicй en el
estudio de tu especie, me enviaron como espнa, en contra mнa; pero esos son los
sacrificios que uno tiene que realizar en tiempo de guerra. No obstante, al
verte aquн, he recordado que hay una serie de preguntas y problemas aъn sin
respuesta, y me gustarнa tener tu ayuda para resolverlos, por pura curiosidad
cientнfica, naturalmente. - їComo cuбles?
- preguntу suspicaz Bill, vaciando la botella y lanzбndola contra la selva. - Bueno... je,
je... para empezar por algo simple, їque es lo que sientes por los chingers? - ЎMuerte a los
chingers! - la pequeсa pluma volaba sobre la tablilla. - Pero te han
condicionado para que digas, eso. їQuй es lo que sentнas antes de entrar en el
Ejйrcito? - Los chingers
no me importaban un pito - con el rabillo del ojo, Bill vigilaba un movimiento
sospechoso entre las hojas del бrbol, arriba. - ЎEstupendo!
Entonces, їpodrнas explicarme quiйn es el que nos odia a los chingers hasta el
punto de querer luchar contra nosotros una guerra de exterminio? - Supongo que,
en realidad, nadie odia a los chingers. Es simplemente que no hay nadie mбs con
quien hacer la guerra, asн que tenemos que hacerla con vosotros - las inquietas
hojas se habнan separado y unos ojos alargados, colocados en una gran cabeza
plana, miraban hacia abajo. - ЎLo sabнa! Y
esto me lleva a la pregunta verdaderamente importante: їPor quй os gusta a los
horno sapiens hacer la guerra? La mano de Bill
se apretу sobre la culata de la pistola, mientras la monstruosa cabeza
descendнa silenciosamente por entre las hojas tras Ansioso Chinger Beager. Estaba
unida a un cuerpo serpentina de un palmo de grosor y, aparentemente,
interminable. - їHacer la
guerra? No sй - dijo Bill, distraнdo por el silencioso aproximarse de la
gigantesca serpiente -. Supongo que es porque nos gusta. No parece haber otra
razуn. - ЎOs gusta! -
rechinу el chinger, saltando arriba y abajo excitado -. A ninguna raza
civilizada le pueden gustar las guerras: la muerte, el asesinato, la
mutilaciуn, las violencias, la tortura y el dolor, para nombrar tan solo
algunos de los factores - concomitantes a la misma. ЎVuestra raza no puede ser
civilizada! La serpiente
atacу con la velocidad del rayo, y Ansioso Chinger Beager se desvaneciу por su
espinosa garganta con tan solo un apagado gemido. - Ajб...
supongo que no estamos civilizados - dijo Bill con la pistola dispuesta, pero
la serpiente siguiу descendiendo. Al menos pasaron reptando cincuenta metros de
la misma antes de que apareciese y desapareciese la cola -. El maldito espнa se
lo tenнa bien merecido - gruсу feliz, y comenzу a descender. Una vez en el
suelo, Bill comenzу a darse cuenta del mal lнo en que se hallaba. El hъmedo
pantano se habнa tragado todas las huellas de su paso de la noche anterior, y
no tenнa ni la menor idea de en quй direcciуn se hallaba la zona de los
combates. El sol tan solo era una difusa luz tras las capas de nubes y niebla,
y notу un escalofrнo repentino al darse cuenta de las escasas posibilidades que
tenнa de hallar su camino de regreso. El бrea de invasiуn, de tan solo diez
kilуmetros de lado, era un punto microscуpico en la piel de este planeta. Y no
obstante, si no la encontraba, ya podнa darse por muerto. Y si se quedaba allн
tambiйn morirнa, asн que, tomando lo que le parecнa la direcciуn mбs
prometedora, iniciу la marcha. - Estoy chafado
- dijo, y lo estaba. Unas pocas horas de arrastrarse por los pantanos no habнan
hecho mбs que debilitar sus mъsculos, llenarle la piel de picaduras de
insectos, sacarle un litro de sangre gracias a las omnipresentes sanguijuelas y
vaciar la carga de su pistola al matar a una docena o asн de las formas de vida
locales que lo querнan como desayuno. Tambiйn sentнa hambre y sed. Y seguнa
perdido. El resto del
dнa siguiу la pauta de la maсana, asн que cuando el cielo comenzу a oscurecer
estaba al borde del agotamiento y habнa terminado su suministro de medicina
para la tos. Cuando subiу a un бrbol para encontrar un punto en el que
descansar, estaba aъn mбs hambriento, por lo que cogiу un excelente fruto rojo. - Se supone que
es veneno. - Lo mirу con suspicacia, y luego lo husmeу. Olнa excelentemente. Lo
tirу lejos. Por la maсana
todavнa tenнa mбs hambre. - їDeberнa
meterme el caсуn de la pistola en la boca y disparar? - se preguntу, sopesando
la pistola atуmica en la mano -. Aъn queda mucho tiempo para hacer eso. Aъn
pueden pasar muchas cosas - y, sin embargo, no pudo acabar de creйrselo cuando
oyу voces que venнan por la jungla, voces humanas. Se ocultу tras la rama y
apuntу en aquella direcciуn. Las voces se
acercaron, y tambiйn un sonido de cadenas. Un veniano armado pasу bajo el
бrbol, pero Bill retuvo el fuego cuando otras figuras surgieron de entre la
niebla. Era una larga hilera de prisioneros humanos que llevaban al cuello las
argollas usadas para traer a Bill y a los otros al campo de trabajos forzados,
unidas por una larga cadena. Cada uno de los hombres llevaba una enorme caja
sobre la cabeza. Bill los dejу pasar por debajo y contу cuidadosamente los
guardianes venianos. Eran cinco mбs un sexto vigilando la retaguardia, y cuando
este estuvo bajo el бrbol Bill se dejу caer sobre йl, abriйndole el crбneo con
sus pesadas botas. El veniano estaba armado con una copia, hecha por los
chingers, del бtomorifle standard, y Bill sonriу malйvolamente cuando sostuvo
su familiar peso. Tras guardarse la pistola en el cinto, se deslizу tras la
columna, con el rifle a punto. Logrу matar al quinto guardiбn poniйndose tras
йl y reventбndole la cabeza con la culata del rifle. Los dos ъltimos humanos de
la hilera lo vieron, pero tuvieron la suficiente cordura como para callarse
cuando se acercу sigilosamente al cuarto. Pero un estremecimiento de los
prisioneros o algъn sonido casual puso en guardia al veniano, que se dio la
vuelta, alzando el rifle. Ya no habнa posibilidad de matarlo en silencio, asн
que Bill le asу la cabeza y corriу tan de prisa como pudo hacia delante. Se
produjo un incrйdulo silencio cuando resonу el disparo entre la neblina y Bill
lo llenу con un grito: - ЎCuerpo a
tierra... rбpido! Los soldados se
zambulleron en el barro, y Bill aguantу su бtomorifle a la altura de la cadera
mientras corrнa, abanicando de un lado a otro, frente a йl, como si manejase
una manguera, y manteniendo el gatillo en tiro automбtico. Una lнnea continua
de fuego cruzу el aire a la altura de un metro del suelo y formando un arco. Se
oyeron chillidos y gemidos entre la niebla, y al fin se agotу la carga del
rifle. Bill lo echу a un lado y sacу la pistola. Dos de los guardias que
quedaban estaban por el suelo, y el ъltimo estaba herido y solo pudo lanzar un
mal dirigido disparo antes de que tambiйn lo asase. - No estб mal -
dijo, deteniйndose y jadeando -. Seis de un total de seis. De la lнnea de
prisioneros le llegaban dйbiles gemidos, y Bill ahuecу disgustado los labios
cuando vio los tres hombres que no se habнan tirado al suelo al oнr su grito de
aviso. - їQuй pasa? -
le dijo a uno, moviйndolo con la bota. -. їNunca habнas entrado en combate? -
pero no le contestу porque estaba tostadamente muerto. - Nunca... - le
contestу el de al lado, boqueando de dolor -. Llame al enfermero. Estoy herido,
hay uno al principio de la hilera. ЎOh, oh, їpor quй salн nunca de la Fanny
Hill?! Enfermero... Bill frunciу el
entrecejo al ver los tres balones dorados de un Cuarto Teniente en el cuello
del hombre, y luego se inclinу y le raspу algo del barro de la cara. - ЎTъ! ЎEl
oficial de lavanderнa! - gritу con ultrajada ira, alzando la pistola para
completar el trabajo. - ЎNo soy yo! -
gimiу el teniente, reconociendo por fin a Bill -. ЎEl oficial de lavanderнa se
fue, tragado por un desagьe! Yo soy tu amado pastor local que te trae las
bendiciones de Ahura Mazdah, hijo mнo... їHas ido leyendo el Avesta cada dнa
antes de irte a dormir...? - ЎBah! - rugiу
Bill; ahora ya no podнa matarlo, asн que caminу hasta el tercer herido. - Hola Bill...
- le saludу una dйbil voz -. Supongo que ya he perdido mis antiguos reflejos...
No puedo culparte por haberme dado, tendrнa que haberme incrustado en el barro
como los otros... - Maldita sea,
eso es lo que tendrнas que haber hecho - dijo Bill, contemplando al familiar y
odiado rostro colmilludo -. Te estбs muriendo, Deseomortal. Esta vez te ha
tocado. - Lo sй - dijo
Deseomortal, y tosiу. Tenнa cerrados los ojos. - Haced un
cнrculo con la cadena - gritу Bill -. Quiero aquн al enfermero. La hilera de
prisioneros se curvу y miraron como el enfermero examinaba a los heridos. - El teniente
solo necesita una venda - dijo -. Tan solo tiene quemaduras superficiales. Pero
a este tнo de los colmillos le ha llegado la hora. - їPuedes
conservarlo con vida? - le preguntу Bill. - Por un
tiempo, aunque no puedo asegurar cuanto. - Mбntenlo en
vida. - Mirу alrededor del cнrculo de prisioneros -. їHay alguna manera en que
sacaros esas argollas? - preguntу. - No sin las
llaves - le dijo un tosco sargento de infanterнa -, y los lagartos no las
traнan. Tendremos que llevarlas hasta que estemos de regreso. їCуmo es que
arriesgaste el cuello para salvarnos? - preguntу con sospecha. - їY quiйn
querнa salvaros? - resoplу Bill -. Tenнa hambre, y me imaginй que eso que
llevabais serнa comida. - Sн, lo es -
contestу el sargento, pareciendo ya mбs tranquilo -. Asн se entiende el por quй
corriste el riesgo. Bill abriу una
lata de raciones y hundiу el rostro en ella. CINCO El muerto fue
cortado de su sitio en la cadena, y los dos hombres de delante y atrбs del
herido Deseomortal querнan hacer lo mismo con йl. Bill razonу con ellos, les
explicу que lo mбs humanitario era cargar con su compaсero, y estuvieron de
acuerdo con йl cuando los amenazу con asarles las piernas si no lo hacнan.
Mientras los encadenados comнan, Bill cortу dos ramas flexibles y construyу una
camilla con tres guerreras que le dieron. Entregу los rifles capturados al
tosco sargento y a los soldados que parecнan con mбs experiencia de combate,
guardбndose uno para sн mismo. - їHay alguna
posibilidad de que podamos regresar? le preguntу el sargento, que estaba
limpiando cuidadosamente el agua del arma. - Tal vez.
Podemos regresar por donde hemos venido, es fбcil seguir las seсales que hemos
dejado todos nosotros arrastrбndonos hasta aquн. Tendremos que estar atentos
por si hay venianos, y cazarlos antes de que puedan correr la voz acerca de
nosotros. Cuando lleguemos donde podamos oнr los combates, trataremos de hallar
un бrea tranquila... y de abrimos paso. Un cincuenta por ciento de
posibilidades. - Eso es mбs de
lo que tenнamos hace una hora. - Ya lo sй.
Pero disminuirбn si nos quedamos mucho tiempo aquн. - Entonces
pongбmonos en marcha. El seguir la
pista fue aъn mбs fбcil de lo que Bill se habнa imaginado, y a primera hora de
la tarde oyeron los primeros sonidos de la lucha, un retumbar apagado en la
distancia. Habнan matado instantбneamente al ъnico veniano al que habнan visto.
Bill detuvo la marcha. - Comed todo lo
que querбis, luego tirad la comida - dijo -. Pasad la orden. Pronto tendremos
que marchar a toda prisa - fue a ver que tal estaba Deseomortal. - Mal - jadeу
este, con la cara tan blanca como el papel -. Esto es el fin, Bill... lo sй...
ya he aterrorizado a mi ъltimo recluta... he cobrado mi ъltima paga... he hecho
mi ъltima guardia... hasta la vista, Bill... eres un buen compaсero...
cuidбndote de mн asн... - Me alegra que
pienses eso, Deseomortal, y tal vez quieras hacerme un favor. - Rebuscу por los
bolsillos del moribundo hasta que encontrу su libro de notas de suboficial,
abriйndolo y garabateando en una de las pбginas en blanco -. їQuй tal si me
firmaras esto, en recuerdo de los viejos tiempos...? їDeseomortal? La gran
mandнbula colgaba abierta, los malйvolos ojos rojos estaban desorbitados y
perdidos en el infinito. - El sucio
mamуn se me ha muerto antes - dijo disgustado Bill. Tras meditar por un
momento, mojу con tinta de la pluma la yema del pulgar de Deseomortal y la
apretу contra el papel para dejar la huella. - ЎEnfermero! -
gritу, y la hilera de hombres se arqueу para que el enfermero pudiera llegar -.
їCуmo estб? - Tieso como un
arenque - dijo el enfermero, tras un examen profesional. - Antes de
morir me dejу en herencia sus colmillos, lo tengo aquн escrito, їves? Son
colmillos verdaderos, hechos crecer en una probeta, y cuestan un fortunуn.
їPueden ser trasplantados? - Seguro,
siempre que se los arranquen y los congelen antes de que pasen doce horas. - No hay
problema con eso, simplemente nos llevaremos el cadбver con nosotros. - Mirу a
los dos camilleros y jugueteу con su arma, y no hubo protestas -. Mбndeme aquн
a ese teniente. El teniente
vino. - Capellбn -
dijo Bill, alzando la pбgina del libro de notas -. Me gustarнa tener la firma
de un oficial en esto. Justo antes de morir este hombre me dictу su testamento,
pero estaba demasiado dйbil para firmarlo, asн que le puso la huella dactilar.
Ahora usted escriba que lo vio hacerlo y que todo estб bien y es legal, y firme
con su nombre. - Pero... no
podrнa hacer eso, hijo mнo. No vi como el fallecido dictaba su testamento y
Glummmmp... Dijo Glummmmp
porque Bill le habнa metido el caсуn de la pistola atуmica en la boca y lo
estaba haciendo girar con el dedo vibrando sobre el gatillo. - Dispara -
dijo el sargento de infanterнa, y tres de los hombres, que podнan ver lo que
estaba pasando, aplaudieron. Bill retirу lentamente la pistola. - Tendrй gran
placer en ayudar - dijo el capellбn, arrebatбndole la pluma. Bill leyу el
documento, gruсу satisfecho, y luego se acuclillу junto al enfermero. - їEstбs en el
hospital? - le preguntу. - En efecto, y
si logro regresar no voy a salir de йl nunca mбs. Tuve la mala suerte de estar
recogiendo heridos cuando se produjo el ataque. - He oнdo que
no se llevan a ningъn herido. Que solo los ponen en condiciones y los devuelven
a la lнnea de fuego. - Oнste bien.
Esta va a ser una guerra difнcil de sobrevivir. - Pero deben de
haber algunos heridos demasiado graves como para volverlos al servicio activo. - Son los
milagros de la medicina moderna - le contestу el enfermero, mientras se
enfrentaba con un pastel de carne deshidratado -. O te mueres, o te han puesto
bueno en un par de semanas. - їY si a uno
le vuelan un brazo? - Tienen un
congelador lleno de brazos viejos. Te cosen uno y bang, de vuelta al servicio. - їY que tal
con los pies? - le preguntу Bill preocupado. - ЎTienes
razуn... me olvidй! Hay escasez de pies. Tenemos a tantos tнos sin pies que se
nos estбn acabando las camas. Habнan comenzado justamente a sacarlos del
planeta cuando me capturaron. - їTienes
algunas pнldoras contra el dolor? - le preguntу Bill, cambiando de
conversaciуn. El enfermero sacу una botella blanca. - Tres de estas
y te reirнas mientras te estuviesen cortando la cabeza. - Dame tres. - Si por
casualidad ves a un tipo que le hayan volado un pie, lo mejor serб que le ates
algo alrededor de la pierna, por sobre la rodilla, para cortar la hemorragia. - Gracias,
compaсero. - De nada. - Pongбmonos en
marcha - dijo el sargento de infanterнa -. Cuanto antes lo hagamos, mбs
posibilidades tendremos. Ocasionales
relбmpagos de los бtomorifles quemaban el follaje por encima de ellos, y el
estampido seco de las armas pesadas hacнa agitarse el barro bajo sus pies.
Caminaron paralelamente a la lнnea de fuego hasta que este hubo cesado, luego
se detuvieron. Bill, que era el ъnico no encadenado, se adelantу en
reconocimiento. Las lнneas enemigas parecнan poco densas, y encontrу un lugar
que parecнa ser el mejor para atravesarlas. Luego, antes de regresar, se sacу
una fuerte cuerda que habнa tomado de los paquetes y se hizo un torniquete
sobre la rodilla derecha, apretбndolo con un palo, tragбndose luego las tres
pнldoras. Se quedу tras unos espesos matorrales cuando llamу a los otros. - Todo recto, y
luego a la derecha por entre esos бrboles. Vamos... Ўrбpido! Bill abriу la
marcha hasta que los primeros hombres pudieron ver las lнneas al frente. Luego
gritу: - їQuй es esto?
- y se introdujo entre el espeso follaje ЎChingers! - gritу, y se sentу con la
espalda recostada en un бrbol. Tomу buena
punterнa con la pistola y se volу el pie derecho. - ЎMovйos, rбpido!
- aullу, y escuchу el estrйpito de los asustados hombres entre la maleza. Lanzу
lejos su pistola, disparу al azar hacia los бrboles unas cuantas veces, luego
se irguiу. El бtomorifle le servнa bastante como muleta para cojear, y no tenнa
mucho camino que recorrer. Dos soldados, que debнan ser bisoсos o habrнan
sabido mejor lo que se hacнan, salieron de sus refugios para ayudarle. - Gracias,
compaсeros - jadeу, y se desplomу al suelo -. La guerra es un puro infierno. EPILOGO La mъsica
marcial creaba ecos en la ladera de la colina, rebotando en las aristas rocosas
y perdiйndose en las silenciosas sombras verdes bajo los бrboles. Girando la
curva, marcando orgullosamente el paso entre el polvo, llegу el pequeсo desfile
a cuya cabeza se encontraba la magnнfica forma del robot-banda. El sol se
reflejaba en sus doradas extremidades y parpadeaba en los metбlicos
instrumentos que tocaba con tanto entusiasmo. Una pequeсa formaciуn de robots
surtidos rodaba y traqueteaba tras йl, y cerrando la columna iba la solitaria
figura del canoso sargento reclutador, marchando solitario, con las hileras de
sus medallas tintineando. Aunque el camino era liso, el sargento trastabilleу
de pronto, casi cayendo, y se puso a blasfemar con toda la experiencia de los
largos aсos de oficio. - ЎAlto! -
ordenу, y, mientras su pequeсa compaснa frenaba hasta detenerse, se recostу
contra la pared de piedra que bordeaba el camino y se arremangу la pernera
derecha de su pantalуn. Cuando silbу, uno de los robots se acercу rбpidamente y
le presentу una caja de herramientas, de la que el sargento tomу una gran llave
inglesa, con la que se apretу una de las tuercas del tobillo de su pie
artificial. Luego le echу unas gotas de aceite a una juntura y volviу a bajarse
la pernera. Cuando se irguiу, se dio cuenta de que una robomula estaba tirando
de un arado tras la verja, con un robusto mocetуn pueblerino guiбndola. - ЎCerveza! -
ladrу el sargento, y luego -: El lamento de un espacionauta. El robot-banda
iniciу los compases de la suave melodнa de la vieja canciуn, y para cuando el
surco llegу hasta los lнmites del campo ya estaban sobre la cerca dos jarras de
cerveza helada. - Esa es una
bonita canciуn - dijo el campesino. - Bebe una
cerveza conmigo - dijo el sargento, echando en la jarra un polvillo blanco de
un paquete que tapaba con la mano. - No me
importarнa hacerlo, hoy hace aquн mбs calor que en el in... - Dilo
tranquilamente: infierno. Ya he oнdo antes esa palabra. - A mami no le
gusta que diga palabrotas. Vaya si tiene usted unos dientes largos, seсor. El sargento
hizo resonar un colmillo. - Un tiparrуn
como tъ no deberнa preocuparse por algunas palabrotas mбs o menos. Si fueras
soldado, podrнas decir infierno, o hasta mamуn, todas las veces que quisieras. - No creo que
desee decir nada como eso - se ruborizу, a pesar de lo curtido de su rostro -.
Gracias por la cerveza, pero ahora tengo que seguir arando. Mami me dijo que
jamбs tenнa que hablar con los soldados. - Tu mami tiene
razуn, hijo. La mayor parte de ellos son un rebaсo de sucios borrachos y
blasfemos. Escucha: їte gustarнa ver una foto que tengo de una robomula nueva
que puede funcionar 1.000 horas sin que tenga que ser lubrificada? - el
sargento echу la mano hacia atrбs y un robot le puso en ella un visor. - ЎEso sн que
suena interesante! - el pueblerino se llevу el visor a los ojos y mirу por йl,
y se puso aъn mбs encarnado -. Esto no es una mula, seсor, es una chica, y sus
ropas son... El sargento
extendiу rбpidamente la mano y apretу un botуn en lo alto del visor. Algo hizo
trunk en su interior, y el campesino se quedу quieto, rнgido y paralizado. No
se moviу ni cambiу de expresiуn cuando el sargento le quitу la pequeсa mбquina
de entre sus paralizados dedos. - Toma esta
pluma - le dijo el sargento, y los dedos del otros se cerraron sobre ella -.
Ahora firma en este documento, justamente debajo de donde dice firma del
recluta... - la pluma rechinу, y un repentino chillido traspasу el aire. - ЎMi Charlie!
їQuй le estб haciendo a mi Charlie? - una vieja mujer de pelo blanco gimiу
mientras llegaba corriendo por la colina. - Su hijo es
ahora un soldado para mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, haciйndole
una seсa al robot sastre. - ЎNo... por
favor! - suplicу la mujer, agarrando la mano del sargento y regбndola con sus
lбgrimas -. Ya perdн un hijo... їno es eso bastante...? - Parpadeу entre las
lбgrimas, y luego parpadeу de nuevo -. Pero tъ... Ўtъ eres mi hijo! ЎMi Bill
que ha vuelto a casal Te reconozco a pesar de esos dientes, y de las
cicatrices, y de esa mano negra y del pie artificial. ЎUna madre nunca olvida! El sargento
mirу con el ceсo fruncido a la mujer. - Creo que tal
vez tenga razуn - dijo -. Ya me pareciу que el nombre de Phigerinadon II me
sonaba familiar. El sastre robot
habнa cumplido con su tarea, la guerrera de papel rojo brillaba orgullosa al
sol, las botas unimoleculares resplandecнan. - ЎA formar! -
gritу Bill, y el recluta saltу la tapia. - Billy,
Billy... - gimoteу la mujer -, Ўeste es tu hermanito Charlie! No irбs a
llevarte a tu propio hermanito al Ejйrcito, їno? Bill pensу en
su madre, y luego pensу en su hermano menor Charlie, y luego pensу en el mes
que le quitarнan de su perнodo de servicio por cada recluta que llevase, y dio
al momento su respuesta: - Sн - dijo. La mъsica
resonу, los soldados marcharon, la madre llorу, como siempre han hecho las
madres, y la marcial pequeсa formaciуn marcу el paso por el camino, sobre la
colina, y se perdiу de vista en el atardecer. FIN |
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