"Harry Harrison - Bill, Heroe Galactico (1965)" - читать интересную книгу автора (Harrison Harry)

BILL, HЙROE GALБCTICO

BILL, HЙROE GALБCTICO

Harry Harrison

 

 

 

Titulo original: Bill, the galactic hero

Traducciуn: Luis Vigil

© 1965 by Harry Harrison

© 1970 By Ediciones Dronte

Merced 4 - Barcelona

Depуsito Legal B-29595-70

Ediciуn electrуnica de Sadrac, Bs.As. 2000

 

 

A mi camarada BRIAN W. ALDISS

que consulta el sextante y marca

el curso para todos nosotros.

 

UNO

 

Bill no se dio nunca cuenta de que el sexo fue la causa de todo. Si aquella maсana el sol no hubiera estado quemando tanto en el luminoso cielo de Phigerinadon II, y si no hubiera entrevisto el amplio y nнveo posterior de Inga-Marнa Calyphigia mientras se baсaba en el arroyo, hubiera prestado mбs atenciуn al arado que a las apremiantes presiones de la heterosexualidad, y hubiera seguido su curso hasta el otro lado de la colina antes de que sonase la seductora mъsica a lo largo del camino. Quizб nunca la hubiera oнdo, y su vida hubiera sido muy, muy diferente. Pero la oyу, y dejу caer el manillar del arado conectado a la robomula, y se dio la vuelta y abriу la boca.

Desde luego, era una visiуn maravillosa. Abriendo la marcha iba un robot-banda, de cuatro metros de alto, esplйndido en su gran morriуn negro de hъsar que ocultaba los altavoces de alta fidelidad. Los dorados pilares de sus piernas golpeaban rнtmicamente mientras treinta brazos articulados taснan, pulsaban y tecleaban una extraordinaria variedad de instrumentos. La marcial mъsica surgнa en oleada tras inspiradora oleada, y hasta los pesados pies de campesino de Bill se agitaron en sus zuecos mientras las brillantes botas del pelotуn de soldados marcaban el paso en perfecto unнsono. Las medallas tintineaban en la hombrнa extensiуn de sus pechos, ataviados de escarlata, y ciertamente no podнa imaginarse una visiуn mбs noble en todo el mundo. A retaguardia marchaba el sargento, resplandeciente en sus dorados y entorchados, con una nube de medallas y pasadores, espada y pistola, con la tripa enfajada y ojo de acero, que buscу a Bill allн donde este se hallaba, contemplando asombrado por encima de la valla.

La masiva cabeza hizo un gesto en su direcciуn, la boca de acero se doblу en una amistosa sonrisa, y hubo un guiсo de complicidad. Entonces la pequeсa legiуn hubo pasado, y apresurбndose tras ella llegу un grupo de robots auxiliares cubiertos de polvo, saltando y arrastrбndose o deslizбndose sobre cadenas. Tan pronto como estos hubieron pasado, Bill escalу torpemente la verja de raнles y corriу tras ellos. No habнan ocurrido mбs que dos acontecimientos interesante en los ъltimos cuatro aсos, y no estaba dispuesto a perderse lo que parecнa ser el tercero.

Una multitud se habнa ya arremolinado en la plaza del mercado cuando llegу Bill, y estaban escuchando el entusiasta concierto de la banda. El robot se adentrу en los gloriosos compases de SOLDADOS ESTELARES AVANTE HACIA EL CIELO, siguiendo luego con Los COHETES RUGEN, y casi demoliйndose a sн mismo en el tumultuoso ritmo de Los ZAPADORES CAVAN TRINCHERAS. Interpretу esta ъltima marcha con tal energнa que una de sus piernas saliу disparada, elevбndose hacia lo alto, pero la logrу recoger antes de que cayese al suelo, y la mъsica terminу con el robot balanceбndose sobre la pierna que le quedaba y marcando el compбs con la desencajada. Igualmente, tras un ъltimo redoble de los tambores, que casi destruyу los tнmpanos del auditorio, la usу para seсalar al otro lado de la plaza, en donde se habнa erigido una pantalla tridimensional y un puesto de refrescos. Los soldados habнan desaparecido en el interior de la taberna, y el sargento reclutador se hallaba solo entre sus robots, enarbolando una sonrisa de bienvenida.

- ЎEscuchen esto! ЎBebidas gratis para todos, regalo del Emperador, y algunas movidas escenas de emocionantes aventuras en climas exуticos para divertirles mientras trasegan las bebidas! - gritу con una voz inmensa y correosa.

La mayor parte de la gente vagу hacia allн, con Bill entre ellos, aunque algunos amargados antimilitaristas tradicionales se escaparan por entre las casas. Las bebidas refrescantes eran servidas por un robot que tenнa un grifo por ombligo y una interminable provisiуn de vasos de plбstico en la cadera. Bill sorbiу alegremente el suyo, mientras seguнa las emocionantes aventuras de los soldados espaciales a todo color, con efectos sonoros y subsуnicos estimulantes. Habнa batallas, y muerte, y gloria, aunque solo morнan los chingers: los soldados tan solo sufrнan pequeсas y limpias heridas en sus extremidades, que podнan ser cubiertas fбcilmente por pequeсos vendajes. Y mientras Bill estaba gozando con todo esto, el Sargento Reclutador Grue estaba gozando con йl, con sus pequeсos ojos porcinos brillando codiciosamente mientras se clavaban en el cogote de Bill.

ЎEste es el que busco!, se regocijу para sн mismo, mientras su amarillenta lengua mojaba involuntariamente sus labios. Ya podнa notar el peso del dinero de la recompensa en su bolsillo. El resto del auditorio era el habitual grupo de hombres de demasiada edad, mujeres obesas, muchachos barbilampiсos y otros inalistables. Todos excepto aquel pedazo de carne de caсуn electrуnico de anchas espaldas, mentуn cuadrado y cabello rizado. Con una mano precisa en los controles, el sargento disminuyу los subsуnicos ambientales y dirigiу un concentrado rayo estimulante a la parte trasera de la cabeza de su vнctima. Bill se agitу en el asiento, casi tomando parte en la gloriosa batalla que se desarrollaba ante йl.

Cuando muriу el ъltimo acorde y la pantalla se apagу, el robot de los refrescos golpeу metбlicamente su pecho y aullу:

- ЎBeban, beban, beban!

El borreguil auditorio caminу en aquella direcciуn, excepto Bill, que fue arrebatado de entre ellos por un poderoso brazo.

- Tenga, ya le he traнdo una bebida para usted - le dijo el sargento, pasбndole un vaso tan cargado con drogas reductoras del ego que los sobrantes de la disoluciуn se estaban cristalizando en el fondo -. Es usted un tipo que se distingue por encima de todos los individuos que hay por aquн. їNo ha pensado nunca en seguir una carrera en las fuerzas armadas?

- Yo no soy ningъn tipo marcial, sargento... - Bill encontrу algo raro entre los dientes y escupiу para librarse de ello, y se asombrу de la repentina vaguedad de sus pensamientos. El solo hecho de que estuviera aъn consciente tras el volumen de drogas y subsуnicos que habнa recibido era un tributo a su fнsico -. No soy del tipo militar. Mi mayor ambiciуn es ayudar, en la mejor forma posible, en la profesiуn que he escogido de Operador Tйcnico en Fertilizantes, y ya casi he terminado el cursillo por correspondencia...

- Ese es un mal trabajo para un chico brillante como usted - le dijo el sargento, mientras lo palmeaba en el brazo para comprobar sus bнceps: rocas. Resistiу el impulso de abrir sus labios para mirar el estado de sus muelas; mбs tarde -. Deje ese trabajo a quienes les guste. No hay posibilidad de mejora en йl. Mientras que en el ejйrcito la promociуn no tiene lнmite. ЎPero si hasta el mismo Gran Almirante Pflunger subiу por los cohetes, como se dice, desde recluta hasta gran almirante! їQuй le parece esto?

- Me parece estupendo para ese seсor Pflunger, pero creo que trabajar con fertilizantes es mбs divertido. Je, je... Me estб entrando sueсo. Creo que me irй a casa a echar una dormida.

- No antes de que vea esto, como un favor personal hacia mн, claro - le dijo el sargento, poniйndose frente a йl y seсalando un gran libro que mantenнa abierto un pequeсo robot -. Las ropas hacen al hombre, y a la mayor parte de los hombres les avergonzarнa ser vistos en un traje tan burdo como ese que lleva usted colgando, o arrastrando esas barcazas rotas que usa por zapatos. їPor quй ir asн cuando podrнa ir asн?

Los ojos de Bill siguieron el grueso dedo hasta el grabado en color del libro, en el que un milagro de la ingenierнa mal empleada hizo que su propio rostro apareciera en la figura ilustrada ataviada con el rojo uniforme. El sargento hizo pasar las pбginas, y en cada grabado el uniforme era algo mбs brillante, y la graduaciуn mбs alta. El ъltimo era el de un gran almirante, y Bill parpadeу ante su propio rostro bajo el casco emplumado, ahora con algunas arrugas en las comisuras de los ojos y ostentando un elegante bigote canoso, pero indudablemente aъn su rostro.

- Asн es como se le verнa - murmurу el sargento a su oнdo - una vez hubiera subido por las escaleras del йxito. Seguro que le gustarнa probarse un uniforme. ЎSastre!

Cuando Bill abriу su boca para protestar, el sargento le habнa introducido en ella un grueso cigarro, y antes de que pudiera sacбrselo el sastre robot habнa llegado a su lado, corrido un brazo provisto de cortina a su alrededor, y lo habнa desnudado.

- ЎHey! ЎHey... ! - dijo.

- No le harб ningъn daсo - dijo el sargento, introduciendo su enorme cabeza entre las cortinas y sonriendo ante la musculoso visiуn del cuerpo de Bill. Clavу un dedo en un pectoral (como una roca) y luego se retirу.

- ЎHuy! - dijo Bill cuando el sastre extendiу un frнo metro y lo palpу con йl, tomando sus medidas. Algo hizo chung dentro de su torso tubular, y una brillante chaqueta roja comenzу a surgir por un orificio en el frente. En un instante se la hubo colocado a Bill, abotonбndole los brillantes botones dorados. Unos lujosos pantalones de piel gris aparecieron luego, y mбs tarde unas lustrosas botas altas y negras. Bill se tambaleу cuando la cortina fue apartada y un alto espejo motorizado rodу frente a йl.

- Oh, cуmo les gustan los uniformes a las chicas - dijo el sargento -. Y uno no puede culparlas por ello.

Una memoria de la visiуn de las blancas lunas gemelas de Inga-Marнa Calyphigia oscureciу la vista de Bill por un momento, y cuando esta se hubo aclarado se dio cuenta de que tenнa aferrada una estilogrбfica y estaba a punto de firmar el contrato que el sargento reclutador mantenнa frente a йl.

- No - dijo Bill, un poco asombrado ante su propia firmeza de mente -. En realidad no lo deseo. Como Operador Tйcnico en Fertilizantes...

- Y no solo recibirб este bello uniforme, una paga de alistamiento y un examen mйdico gratuito, sino que tambiйn se le concederбn estas magnнficas medallas. - El sargento tomу una caja plana que le ofrecнa un robot, y la abriу para mostrar un deslumbrante conjunto de pasadores y cintas -. Esta es la Honorable Medalla del Alistamiento - entonу con voz grave, clavando una nebulosa incrustada de joyas, colgando de una ancha banda de color chartreuse en el amplio pecho de Bill -. Y el Cuerno Chapado de Congratulaciones del Emperador, la Explosiуn Solar de Adelante Hacia la Victoria, la Alabemos a las Madres de los Victoriosos Caнdos, y la Cornucopia que Siempre Mana, que no significa nada pero que luce bonita y puede ser usada para llevar anticonceptivos. Dio un paso atrбs y admirу el pecho de Bill, que ahora estaba repleto de tiras, metal brillante y deslumbrantes joyas de plбstico.

- Es que no puedo - dijo Bill -. Gracias de todas formas por la oferta, pero...

El sargento sonriу, preparado hasta para esta resistencia de ъltima hora, y apretу el botуn de su cinto que ponнa en funcionamiento la grabaciуn hipnуtico programada en el interior del tacуn de la bota de Bill. La potente corriente neural surgiу por los contactos, y la mano de Bill saltу y se agitу, y cuando la momentбnea neblina se alzу de su vista vio que habнa firmado con su nombre.

- Pero...

- Bienvenido a las Tropas Especiales - voceу el sargento, dбndole una palmada en la espalda (como una roca) y recuperando su pluma -. ЎA formar! - gritу con voz mбs fuerte, y los reclutas surgieron tambaleantes de la taberna.

- ЎQuй le han hecho a mi hijo! - gimiу la madre de Bill, apareciendo en la plaza del mercado, apretбndose el pecho con una mano y arrastrando a su hijo pequeсo Charlie con la otra. Charlie comenzу a llorar y orinarse en los pantalones.

- Su hijo es ahora un soldado para la mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, empujando a los boquiabiertos y decaнdos reclutas hacia la formaciуn.

- ЎNo! ЎNo puede ser...! - lloriqueу la madre de Bill, arrancбndose su canoso pelo -. Soy una pobre viuda, y йl es mi ъnico apoyo... No pueden...

- Madre... - dijo Bill. Pero el sargento lo empujу de nuevo a la formaciуn.

- Sea valiente, seсora - dijo -. No puede haber mayor gloria para una madre. - Le dejу caer una gran moneda reluciente en la mano -. Aquн estб la paga del alistamiento, el chelнn del Emperador. Sй que йl desea que lo reciba usted. ЎAtenciуn!

Con un golpeteo de tacones, los desgarbados reclutas alzaron los hombros y las barbillas. Para sorpresa suya, tambiйn lo hizo Bill.

- ЎDerecha... ar!

En un ъnico y grбcil movimiento, giraron cuando el robot de mando emitiу la orden al activador hipnуtico de cada bota.

- ЎDe frente... ar! - y lo hicieron en perfecto ritmo, tan bien controlados que, por mucho que lo intentу, Bill no pudo ni girar la cabeza ni lanzar un ъltimo saludo a su madre. Esta desapareciу tras йl, y un ъltimo chillido angustiado se perdiу entre el golpear de pisadas al paso.

- Sube el ritmo a ciento treinta - ordenу el sargento, contemplando el reloj colocado bajo la uсa de su dedo meсique -. Tan solo hay veinte kilуmetros hasta la estaciуn, y esta noche estaremos en el campamento, muchachos.

El robot de mando incremento un tanto su metrуnomo, y las botas golpearon con mayor velocidad y los hombres empezaron a sudar. Para cuando habнan llegado a la estaciуn de helicуpteros ya era casi de noche; sus uniformes de papel rojo colgaban hechos girones, la purpurina se habнa corrido en sus botones de lata, y la carga superficial que repelнa el polvo de sus delgadas botas de plбstico habнa desaparecido. Se veнan tan deprimidos, desmoralizados, polvorientos y miserables como se sentнan en realidad.

 

DOS

 

No fue la grabaciуn de una corneta tocando diana lo que despertу a Bill, sino los supersуnicos que corrieron a lo largo del armazуn metбlico de su litera, agitбndolo en tal forma que hasta los empastes se desprendieron de sus dientes. Saltу en pie, y se quedу tembloroso en la grisбcea maсana. Como era verano, el suelo estaba refrigerado: no se mimaba a los hombres del campamento Leуn Trotsky. Las pбlidas y congeladas figuras de los otros reclutas se alzaron a cada lado, y cuando las vibraciones, que agitaban el alma, murieron, sacaron de debajo de las literas sus gruesos uniformes de combate hechos con tela de saco y papel de lija, se los vistieron rбpidamente, introdujeron sus pies en las grandes botas pъrpura de los reclutas, y trastabillaron hacia el alba.

- Estoy aquн para romperos el alma - les dijo una voz rica en amenazas; y miraron al frente, y temblaron aъn mбs cuando contemplaron al jefe de los demonios de aquel infierno.

El suboficial Deseomortal Drang era un especialista desde las puntas de las irritadas lanzas de su cabello hasta las rugosas suelas paseantes de sus botas que brillaban como espejos. Era de amplias espaldas y delgado talle, mientras que sus largos brazos colgaban como los de algъn horrible antropoide, y los nudillos de sus inmensos puсos se veнan agrietados por la rotura de millares de dientes. Era imposible contemplar su detestable figura e imaginar que habнa surgido de la tierna matriz de alguna mujer. Era imposible que hubiera nacido; debнa de haber sido fabricado a la medida para el gobierno. Lo mбs horrible de todo era la cabeza. ЎEl rostro! El cabello llegaba hasta un dedo de distancia por encima de los negros mechones de sus cejas, que estaban colocadas como unos matorrales que crecieran al borde de los negros pozos que ocultaban sus ojos, visibles tan solo como nefastos destellos rojos en la negrura estigia. Una nariz, partida y aplastada, se agazapaba sobre la boca, que era como una herida de cuchillo en el hinchado vientre de un cadбver, mientras por entre los labios surgнan las grandes extremidades de los caninos, de cinco centнmetros de largo como mнnimo, y que descansaban en surcos del labio inferior.

- Soy el Oficial Subalterno Deseomortal Drang, y me llamarйis «Seсor» o «Milord». - Comenzу a caminar arriba y abajo, huraсo, ante la fila de aterrorizados reclutas -. Soy vuestro padre y vuestra madre, y todo vuestro universo, y vuestro mбs dedicado enemigo, y pronto harй que maldigбis el dнa en que nacisteis. Destruirй vuestra voluntad. Cuando diga «rana», saltarйis. Mi tarea es convertiros en soldados, y los soldados guardan disciplina. La disciplina significa simplemente una obediencia ciega, una pйrdida de la propia voluntad y una absoluta subordinaciуn. Esto es todo lo que pido...

Se detuvo ante Bill, que no estaba temblando tanto como los demбs, y gruсу:

- No me gusta tu cara. Un mes de cocina los domingos.

- Seсor...

- Y otro mes por contestar.

Esperу, pero Bill permaneciу en silencio. Ya habнa aprendido su primera lecciуn de como ser un buen soldado: ten la boca cerrada. Deseomortal siguiу caminando.

- En este momento no sois otra cosa mбs que horribles, sуrdidos y fofos trozos de repugnante carne civil. Yo transformarй esa carne en mъsculo, vuestra voluntad en gelatina, vuestras mentes en mбquinas. Pronto os convertirйis en buenos soldados u os matarй. Muy pronto empezarйis a oнr habladurнas acerca de mн, malйvolas habladurнas que os dirбn como una vez matй y me comн a un recluta que me desobedeciу.

Se detuvo y se los quedу mirando, y la tapa del ataъd que era su boca se abriу lentamente en la repugnante imitaciуn de una sonrisa, mientras una gota de saliva se formaba en la punta de cada uno de sus blancos colmillos.

- Esas habladurнas son ciertas.

Se oyу un gemido entre la hilera de reclutas, y se agitaron como si un soplo de viento helado los hubiera recorrido. La sonrisa desapareciу.

- Ahora iremos corriendo a por los desayunos, tan pronto como se hayan ofrecido algunos voluntarios para una misiуn fбcil. їAlguno de vosotros sabe guiar un helicoche?

Dos reclutas alzaron esperanzadamente sus manos, y les hizo un gesto para que se adelantaran.

- De acuerdo, vosotros dos tenйis escobas y cubos detrбs de esa puerta. Limpiad la letrina mientras los demбs comen. Asн tendrйis mejor apetito al mediodнa.

Esta fue la segunda lecciуn que recibiу Bill sobre como ser un buen soldado: no presentarse nunca voluntario.

 

Los dнas de entrenamiento de los reclutas pasaron con una velocidad terriblemente letбrgico. Con los dнas, las condiciones se hacнan peores, y Bill se sentнa cada vez mбs exhausto. Esto parecнa imposible, pero sin embargo era verdad. Un amplio nъmero de mentes brillantes y sбdicas lo habнan diseсado en esa forma. Las cabezas de los reclutas fueron afeitadas para conseguir una mayor uniformidad, y su aparato genital pintado con un antisйptico color naranja para controlar la ladilla endйmica. La comida era teуricamente nutritiva pero increнblemente repugnante, y cuando, por error, se servнa un plato en buen estado, se retiraba en el ъltimo momento y era echado a la basura, y al cocinero se le rebajaba de grado. Su sueсo era interrumpido por supuestos ataques de gas, y su tiempo libre ocupado en el cuidado de su equipo. El sйptimo dнa estaba destinado al descanso, pero todos ellos habнan sido castigados, como Bill en la cocina, y transcurrнa como cualquier otro dнa. Por esto, al tercer domingo de su prisiуn, cuando estaban tambaleбndose en la ъltima hora del dнa antes de que las luces fueran apagadas y se les permitiera finalmente arrastrarse a su endurecidas literas, Bill empujу contra el dйbil campo de fuerza que cerraba la puerta, sabiamente diseсado para permitir que las moscas del desierto entrasen pero no pudiesen salir de los barracones, y se deslizу al interior. Tras catorce horas de cocina, sus piernas vibraban de cansancio, y sus brazos estaban arrugados y pбlidos como los de un muerto a causa de la continuada inmersiуn en agua jabonosa. Dejу caer su guerrera al suelo, donde quedу rнgidamente en pie, sostenida por su carga de sudor, grasa y polvo, y retirу su afeitadora de su taquilla. En la letrina, girу la cabeza buscando un espacio limpio en uno de los espejos. Todos ellos habнan sido pintarrajeados con grandes letras que expresaban unos mensajes tan sugestivos como:

TEN LA BOCA CERRADA: LOS CHINGERS ESCUCHAN Y SI HABLAS ESTE HOMBRE PUEDE MORIR.

Finalmente, enchufу la afeitadora al lado de їTE GUSTARНA QUE TU HERMANA SE CASASE CON UNO?, y centrу su cara en el espejo. Unos ojos sanguinolentos y ojerosos le devolvieron la mirada mientras deslizaba la zumbadora mбquina por los famйlicos pliegues de su mandнbula. Le llevу mбs de un minuto el que el significado de la pregunta penetrase en su cerebro, embotado por la fatiga.

- No tengo ninguna hermana - gruсу desalentado -. Y, si la tuviera, їpor quй iba a desear casarse con un lagarto?

Era una pregunta retуrica, pero tuvo una respuesta desde el extremo mбs alejado de la habitaciуn:

- No significa exactamente lo que dice; estб ahн tan solo para hacernos odiar mбs al enemigo.

Bill se sobresaltу, pues habнa pensado que estaba solo en la letrina, y la afeitadora zumbу irritada y arrancу un trozo de carne de su labio.

- їQuiйn estб ahн? їPor quй se esconde? - espetу; y entonces reconociу a la agazapada figura entre las sombras y los muchos pares de botas -. Ah, eres tъ, Ansioso. - Su ira desapareciу, y volviу al espejo.

Ansioso Beager formaba de tal manera parte de la letrina que uno se olvidaba de que estaba allн. Era un jovencito de rostro redondo, que siempre sonreнa, cuyas mejillas nunca perdнan su rojizo brillo, y cuya sonrisa se veнa tan fuera de lugar allн en Campo Leуn Trotsky que todo el mundo deseaba matarlo hasta que se acordaba de que estaba loco. Debнa de estarlo, porque siempre estaba ansioso por ayudar a sus compaсeros, y se habнa prestado voluntario para una limpieza permanente de la letrina. Y no solo era eso, sino que ademбs le gustaba limpiar las botas, y se habнa ofrecido a hacerlo a uno tras otro de sus camaradas, hasta que al final limpiaba las botas de todos los componentes del pelotуn, cada noche. En cualquier momento que estuvieran en los barracones siempre se podнa hallar a Ansioso Beager acurrucado al extremo de los tronos que era su dominio personal, rodeado por montones de zapatos, sacбndoles brillo con diligencia, mientras su rostro estaba iluminado por una sonrisa. Permanecнa allн aъn despuйs de que apagaran las luces, trabajando a la luz de una vela colocada sobre un pote de crema para el calzado, y habitualmente se levantaba antes que los demбs por la maсana, acabando su trabajo voluntario y aъn sonriendo. A veces, cuando las botas estaban muy sucias, trabajaba durante toda la noche. El chico estaba obviamente loco, pero nadie lo denunciaba porque limpiaba muy bien las botas, y todos rezaban para que no muriese exhausto antes de que terminasen su entrenamiento como reclutas.

- Bueno, si eso es lo que quieren decir, їpor quй no ponen simplemente «Odiad mбs al enemigo»? - se quejу Bill. Apuntу con el pulgar a la pared mбs lejana, donde habнa un cartelуn con el tнtulo CONOCED AL ENEMIGO. Representaba una ilustraciуn a tamaсo natural de un chinger, un saurio de dos metros diez de altura que se parecнa mucho a un canguro verde cubierto de escamas y con cuatro brazos, pero con cabeza de cocodrilo -. їQuiйn iba a ser la hermana que se quisiese casar con una cosa asн? їY quй iba a hacer una cosa asн con una hermana, excepto quizб comйrsela?

Ansioso colocу una ъltima pizca de pъrpura en una bota y tomу otra. Arrugу el ceсo por un breve instante para demostrar lo seriamente que pensaba.

- Bueno, verбs, esto... No se refiere a una verdadera hermana. Es tan solo parte de la guerra psicolуgica. Tenemos que ganar la guerra. Para ganarla, tenemos que luchar duro. Para luchar duro, tenemos que ser buenos soldados. Los buenos soldados deben de odiar al enemigo. Asн es como van las cosas. Los chingers son la ъnica raza no humana descubierta en la galaxia que haya sobrepasado el estadio del salvajismo, asн que naturalmente tenemos que aniquilarlos.

- їQuй diablos quieres decir con eso de naturalmente? Yo no quiero aniquilar a nadie. Tan solo quiero volver a casa y ser un Operador Tйcnico en Fertilizantes.

- Bueno, no me referнa a ti personalmente, por supuesto. ЎJe, je! - Ansioso abriу un nuevo bote de crema con manos tiznadas de pъrpura, e introdujo sus dedos en el interior - Me refiero a la raza humana. Asн es como hacemos las cosas. Si no los aniquilamos, serбn ellos quienes lo hagan con nosotros. Naturalmente, ellos dicen que la guerra va contra su religiуn, y que tan solo luchan para defenderse, y que jamбs han realizado ningъn ataque. Pero no podemos creerlos aunque sea cierto. Podrнan cambiar su religiуn o cambiar de idea algъn dнa, y entonces їquй pasarнa? La mejor respuesta es aniquilarlos ahora.

Bill desenchufу la afeitadora y se lavу la cara con la tibia y herrumbroso agua.

- No obstante, me sigue pareciendo insensato. De acuerdo, la hermana que yo tengo no debe de casarse con ninguno de ellos, pero їquй hay de eso? - seсalу a lo pintado en las paredes:

MANTENGA LIMPIA LA DUCHA - EL ENEMIGO LE ESCUCHA.

- O eso - el rуtulo sobre el urinario que decнa:

ABRУCHESE LA BRAGUETA - EL ENEMIGO NADA RESPETA.

- Si es que olvidamos por un momento el hecho de que no tenemos aquн ningъn secreto por el que valga la pena recorrer ni un kilуmetro, y mucho menos veinticinco aсos-luz, їcуmo podrнa ser espнa un chinger? їQuй clase de disfraz podrнa hacer pasar a un lagarto de dos metros diez por un recluta? Ni siquiera se podrнa enmascarar a uno para que se pareciese a Deseomortal Drang, aunque ya se parezcan bastante...

Las luces se apagaron y, como si el pronunciar su nombre lo hubiera conjurado como un demonio del infierno, la voz de Deseomortal resonу por los barracones:

- ЎA las literas! ЎA las literas! їEs que no sabйis, sucios mamones, que estamos en guerra?

Bill se tambaleу por entre la oscuridad de los barracones, en los que la ъnica iluminaciуn era el rojo brillo de los ojos de Deseomortal. Cayу dormido en el mismo instante en que su cabeza tocу la almohada de carborundo, y le pareciу que tan solo habнa pasado un momento cuando la diana lo hizo saltar de su litera. En el desayuno, mientras estaba cortando trabajosamente su sucedбneo de cafй en trozos lo bastante pequeсos como para poder ser tragados, las telenoticias informaron de duras luchas en el sector de Beta Lira con crecientes bajas. Un rugido recorriу el comedor cuando se anunciу esto, no por un exceso de patriotismo, sino porque las malas noticias hacнan que las cosas se pusieran aъn peor para ellos. No sabнan como se podнa lograr esto, pero estaban seguros de que asн serнa. No se equivocaban. Como aquella maсana era algo mбs fresca de lo usual, el desfile del lunes se retrasу hasta el mediodнa, cuando la pista de entrenamiento, de ferroconcreto, se hubo calentado lo bastante como para producir el mayor nъmero posible de desvanecimientos por el calor. Pero esto tan solo era el comienzo. Desde donde se encontraba Bill, en posiciуn de firmes cerca del final, podнa ver como se habнa montado la garita con aire acondicionado en la tribuna de revista. Eso significaba jefazos. La guarda del gatillo de su rifle atуmico le hizo un agujero en el hombro, y una gota de sudor se formу y luego cayу desde la punta de su nariz. Por los rabillos de sus ojos podнa ver un continuo movimiento mientras otros reclutas se derrumbaban, entre las apretadas filas, de a millares, y eran arrastrados por los enfermeros hasta las ambulancias que los esperaban. Una vez allн, se los ponнa a la sombra de los vehнculos hasta que revivнan y podнan ser devueltos a sus puestos en la formaciуn.

Entonces la banda iniciу los compases de ЎADELANTE, ESPACIONAUTAS, Y VENCERЙIS A LOS CHINGERS!, y la seсal radiada a cada tacуn de bota les hizo presentar armas al mismo tiempo, y los millares de rifles brillaron al sol. El vehнculo de mando del general comandante, reconocible por las dos estrellas pintadas en йl, se acercу a la garita de revista, y una pequeсa y obesa figura se moviу rбpidamente por entre el horneado aire hasta el confort del recinto. Bill nunca lo habнa visto tan de cerca, al menos por delante, aunque en una ocasiуn, cuando regresaba a altas horas de su trabajo en la cocina, habнa visto al general metiйndose en su coche cerca del teatro del campo. Al menos, Bill pensу que lo era, pues lo ъnico que habнa visto fue una rбpida visiуn posterior. Por lo tanto, tenнa una imagen mental del general que era la de una amplia parte posterior sobrepuesta a una figura similar a la de una hormiga. Pensaba en los oficiales en esos mismos tйrminos generales, ya que, naturalmente, los reclutas no veнan para nada a los oficiales durante su entrenamiento. Bill habнa podido dar una buena ojeada a un subteniente en cierta ocasiуn, cerca de la sala de los ordenanzas, y sabнa que tenнa rostro. Y tambiйn habнa contemplado a aquel oficial mйdico a no mбs de diez metros de distancia, cuando les habнa hablado sobre los peligros de las enfermedades venйreas, pero Bill habнa tenido la suerte de estar detrбs de un poste y habнa podido dormirse en seguida.

Cuando la banda se callу, los altavoces antigravitatorios flotaron sobre las tropas y el general pronunciу un discurso. No tenнa nada que decir que importase a nadie, y lo cerrу con el anuncio de que debido a las pйrdidas en el campo de batalla su programa de entrenamiento serнa acelerado, que era exactamente lo que se esperaban. Entonces la banda tocу algo mбs, y marcharon de regreso a los barracones, se cambiaron a sus бsperos uniformes de combate y marcharon, esta vez a paso ligero, hasta el campo de tiro, en donde dispararon sus rifles atуmicos a rйplicas en plбstico de chingers que surgнan de agujeros en el terreno. Su punterнa era muy mala, hasta que Deseomortal Drang surgiу de uno de los agujeros, y cada soldado cambiу el tiro a automбtico y lo alcanzу con cada disparo de cada rifle, lo cual es realmente difнcil. Entonces se disolviу el humo, y dejaron de dar gritos de jъbilo y comenzaron a sollozar cuando vieron que tan solo era una rйplica en plбstico de Deseomortal, ahora hecha pedazos, y el original apareciу tras ellos y rechinу sus colmillos y los castigу a todos con un mes de cocina.

 

- El cuerpo humano es una cosa maravillosa - dijo un mes mбs tarde Caliente Brown, mientras estaban sentados alrededor de una mesa en el Club de Tropa, comiendo salchichas embutidas en plбstico y rellenas de barridos de carretera y bebiendo aguada cerveza tibia. Caliente Brown era un pastor de thoats de las llanuras, y era por eso por lo que le llamaban Caliente, ya que todo el mundo sabe lo que hacen los pastores de thoats con sus thoats. Era alto, delgado y de arqueadas piernas, y tenнa la piel quemada hasta el color del cuero antiguo. Pero era un gran pensador, porque la ъnica rosa que tenнa en gran cantidad era tiempo para pensar. Podнa albergar un pensamiento durante dнas, hasta semanas, antes de mencionarlo en voz alta, y mientras lo pensaba nada podнa molestarle. Hasta dejaba que lo llamaran Caliente sin protestar, mientras que si se lo llamas a cualquier otro soldado te partirб la cara. Bill y Ansioso y los demбs soldados del pelotуn que se hallaban alrededor de la mesa aplaudieron y gritaron, como hacнan siempre cuando Caliente decнa algo.

- ЎDi algo mбs, Caliente!

- ЎHablas... pensй que estabas muerto!

- ЎSigue...! їPor quй es el cuerpo algo maravilloso?

Esperaron en expectante silencio, mientras Caliente conseguнa romper un pedazo de su salchicha y, tras un inefectivo masticar, lo tragaba con un esfuerzo que constelaba sus ojos de lбgrimas. Amenguу el dolor con un trago de cerveza y hablу:

- El cuerpo humano es algo maravilloso porque, si no muere, vive.

Esperaron a por mбs, hasta que se dieron cuenta de que habнa terminado y entonces mugieron.

- Muchacho, eres un calenturiento.

- Presйntate para la escuela de suboficiales.

- Sн, pero... їquй es lo que eso significa?

Bill sabнa lo que significaba, pero no lo dijo. Tan solo habнa en el pelotуn la mitad de hombres de los que habнa en el primer dнa. Uno habнa sido transferido, pero todos los demбs estaban en el hospital, o en el manicomio, o habнan sido licenciados por conveniencia del gobierno ya que estaban demasiado tullidos para el servicio activo. O muertos. Los supervivientes, tras perder cada gramo de peso que no fuera hueso o los esenciales tejidos de conexiуn, habнan recuperado el peso perdido en forma de mъsculos, y estaban ahora totalmente adaptados a los rigores del Campo Leуn Trotsky, aunque seguнan odiбndolo. Bill se maravillaba de la eficiencia del sistema. Los civiles tenнan que preocuparse de exбmenes, escalafones, planes de retiro, ascensos, y un millar de otros factores que limitaban su eficiencia como trabajadores. ЎPero quй fбcilmente lo solucionaban los militares! Simplemente mataban a los mбs dйbiles y usaban a los supervivientes. Respetaba al sistema, aunque seguнa odiбndolo.

- їSabйis lo que necesito? - dijo Horroroso Ugglesway - Necesito una mujer.

- No digas obscenidades - dijo rбpidamente Bill, al que habнan educado tal y como debнa ser.

- ЎNo estoy diciendo obscenidades! - gimoteу Horroroso -. No es como si dijera: Quiero reengancharme, o pienso que Deseomortal es humano, ni nada de eso. Tan solo he dicho que necesito una mujer. їAcaso no la necesitamos todos?

- Yo necesito un trago - dijo Caliente Brown, mientras daba un largo sorbo a su vaso de cerveza deshidratada y reconstruida, se estremecнa, y la escupнa entre sus dientes en un largo chorro hasta el concreto, de donde se evaporу inmediatamente.

- Afirmativo, afirmativo - aceptу Horroroso, agitando su cara llena de granos arriba y abajo -. Necesito una mujer y un trago. - Su gemido se hizo casi suplicante -. Despuйs de todo, їquй otra cosa puede desear un soldado ademбs de licenciarse?

Pensaron acerca de ello durante largo rato, pero no pudieron hallar ninguna otra cosa que deseasen realmente. Ansioso Beager sacу la cabeza de debajo de la mesa, donde estaba escondido limpiando una bota, y dijo que deseaba mбs crema, pero lo ignoraron. Hasta el mismo Bill, ahora que empleaba su mente en ello, no podнa pensar en nada que desease realmente fuera de ese par de cosas inextricablemente unidas. Tratу de pensar concentradamente en cualquier otra cosa, ya que tenнa vagas memorias de haber deseado algo mбs cuando habнa sido civil, pero nada le vino a la mente.

- Je, je, tan solo faltan siete semanas para que nos den nuestro primer pase - dijo Ansioso bajo la mesa. Y entonces chillу cuando todos lo patearon a un tiempo.

Pero por lento que se arrastrase el tiempo subjetivo, los calendarios objetivos seguнan operando, y las siete semanas pasaron y se eliminaron a sн mismas una tras otra. Atareadas semanas repletas de todos los cursos esenciales de entrenamiento de reclutas: prбcticas con la bayoneta, entrenamiento con armas ligeras, inspecciуn de armas cortas, esberizamiento, charlas de orientaciуn, movimientos con armas, cantos comunales, y los Artнculos del Cуdigo de Guerra. Estos ъltimos eran leнdos con aterradora regularidad dos veces por semana, y eran una absoluta tortura a causa de la intensa somnolencia que ocasionaban. Al primer zumbido de la gastada voz monуtona de la grabadora, las cabezas comenzaban a inclinarse. Pero cada asiento del auditorio estaba conectado a un encefalуgrafo que registraba las ondas cerebrales del soldado. Tan pronto como la curva de la onda Alfa indicaba la transiciуn de la conciencia a la somnolencia, una poderosa descarga de electricidad era disparada contra los adormecidos fondillos, despertando dolorosamente a su propietario. El hъmedo auditorio era una mal iluminada cбmara de torturas, repleta de la ronroneante voz aburrida, interrumpida por los agudos chillidos de los electrificados, el mar de los cabeceantes soldados, punteado aquн y allб por figuras saltando dolorosamente.

Nadie escuchaba nunca las terribles ejecuciones y sentencias de los Artнculos para los mбs inocentes crнmenes. Todo el mundo sabнa que habнa abandonado sus derechos humanos al alistarse, y el recordatorio de todo lo que habнan perdido no les interesaba en lo mбs mнnimo. Lo que realmente les interesaba era contar las horas hasta el momento en que recibirнan su primer pase. El ritual por el que esta recompensa era reticentemente entregada era humillante en forma poco comъn, pero ya se esperaban eso y, simplemente, bajaban la vista y seguнan en la fila, dispuestos a sacrificar cualquier migaja que aъn les restase de su autorespeto a cambio del arrugado trozo de plбstico. Terminado el rito, habнa carreras hasta el tren monorraнl cuya vнa colgaba de los pilares cargados elйctricamente, corriendo por encima de las alambradas de diez metros de alto, cruzando los terrenos de arenas movedizas y llegando hasta la pequeсa ciudad agrнcola de Leyville.

Al menos habнa sido una ciudad agrнcola antes de que se edificase el Campo Leуn Trotsky, y esporбdicamente, en las horas en que los soldados no estaban de paseo, seguнa su tradicional inclinaciуn agrнcola. El resto del tiempo se cerraban los almacenes de grano y alimentos, y se abrнan los bares y prostнbulos. Muchas veces los mismos edificios eran utilizados para ambas misiones. Se bajaba una palanca cuando descendнa en la estaciуn el primero de los soldados, y los depуsitos de grano se convertнan en camas, las dependientas en prostitutas, y los cajeros mantenнan su funciуn, aunque los precios subнan, mientras los mostradores eran llenados de vasos para servir como bares. Fue en uno de estos establecimientos, un salуn de pompas fъnebres transformado en bar, en donde entraron Bill y sus amigos.

- їQuй serб, muchachos? - les dijo el propietario del Bar y Grill del Descanso Final.

- Un doble de lнquido embalsamador - le dijo Caliente Brown.

- Sin bromas - dijo el dueсo, mientras su sonrisa se desvanecнa por un segundo, tomando una botella en la que el brillante letrero VERDADERO WHISKY habнa sido engomado sobre el grabado en el cristal LНQUIDO EMBALSAMADOR -. Si hay problemas, llamarй a los PM. - La sonrisa regresу cuando el dinero cayу sobre el mostrador -. Decidme quй veneno querйis, caballeros.

Se sentaron alrededor de una larga y estrecha mesa tan gruesa como ancha, con asas de bronce a ambos lados, y dejaron que el bendito descanso del alcohol etнlico se abriera camino por entre el polvo que llenaba sus gargantas.

- Nunca bebн antes de entrar en el ejйrcito - dijo Bill, tragбndose cuatro dedos completos del Viejo Matarriсones y poniendo el vaso para que le sirvieran mбs.

- Nunca tuviste necesidad - le dijo Horroroso, sirviйndole.

- Seguro que no - afirmу Caliente Brown, paladeando con gusto y llevбndose de nuevo una botella a los labios.

- Je, je - riу Ansioso Beager, sorbiendo dubitativo el borde de su vaso -. Sabe como un tinte hecho con azъcar, serrнn, diversos йsteres y cierto nъmero de alcoholes nocivos.

- Bebe - dijo Caliente incoherentemente, sin apartar los labios del gollete de la botella -. Todo eso es bueno para tu salud.

- Ahora quiero una mujer - dijo Horroroso; y se produjo una carrera, y todos se apretujaron en la puerta tratando de salir al mismo tiempo, hasta que alguien gritу: ЎMirad!, y se giraron para ver a Ansioso aъn sentado ante la mesa.

- ЎMujeres! - dijo Horroroso entusiбsticamente, con el tono de voz en que uno dice: ЎComida! cuando llama a un perro. El grupo de hombres se agitу en la puerta y golpeу con los pies. Ansioso no se moviу.

- Je, je... Creo que me quedarй aquн - dijo, con su sonrisa tan simple como siempre -. Pero vosotros podйis ir.

- їNo te sientes bien, Ansioso?

- Me siento bien.

- їAcaso no has llegado a tu pubertad?

- Je, je...

- їQuй es lo que vas a hacer aquн?

Ansioso buscу debajo de la mesa un macuto. Lo abriу para mostrarles que estaba repleto de grandes botas pъrpuras.

- Pensй ponerme al dнa con mi limpieza.

Caminaron lentamente por la acera de madera, silenciosos por el momento.

- Me pregunto si hay algo que no funciona en Ansioso - dijo Bill, pero nadie le respondiу. Estaban mirando a lo largo de la calle, a un cartel brillantemente iluminado que emitнa un atractivo resplandor.

EL DESCANSO DEL ESPACIONAUTA, decнa, STRIP-TEASE CONTINUO y LAS MEJORES BEBIDAS, y aъn mejor HABITACIONES PRIVADAS PARA LOS INVITADOS Y SUS AMIGOS. Caminaron mбs de prisa. La fachada del Descanso del Espacionauta estaba cubierta por escaparates a prueba de golpes llenos de fotos tridimensionales de las artistas completamente vestidas (triangulito y dos estrellas), y mбs allб otras de las mismas desnudas (sin triangulito y con las estrellas caнdas). Bill hizo acallar los rбpidos jadeos seсalando a un pequeсo rуtulo casi perdido entre el tumescente tesoro de glбndulas mamarias.

SOLO PARA OFICIALES, decнa.

- Largo - chirriу un PM, empujбndolos con su porra electrуnica. Se arrastraron alejбndose.

El siguiente establecimiento admitнa a hombres de todas las clases sociales, pero la entrada era de setenta y siete crйditos, mбs de lo que tenнan entre todos ellos. Despuйs de esto, los SOLO PARA OFICIALES comenzaban de nuevo, hasta que terminaba el pavimento y todas las luces estaban tras ellos.

- їQuй es eso? - preguntу Horroroso al oнr el sonido de voces murmurando desde una cercana calle oscura; y mirando de cerca pudieron ver una lнnea de soldados que se extendнa hasta perderse de vista en una distante esquina -. їQuй es esto? - le preguntу al ъltimo de la cola.

- La casa de las fulanas de los soldados. Y no trates de colarte, chaval. A la cola, a la cola.

Se unieron a ella instantбneamente, y Bill quedу el ъltimo, pero no por mucho rato. Fueron avanzando lentamente, y otros soldados aparecieron y formaron cola tras ellos. La noche era frнa, y tomу muchos tragos revitalizadores de su botella. Se oнan pocas conversaciones, y hasta estas morнan al irse aproximando a la puerta iluminada con luz roja. Se abrнa y cerraba a intervalos regulares, y uno a uno los amigos de Bill se introdujeron. Entonces llegу su turno, y la puerta empezу a abrirse, y йl comenzу a adelantarse, y las sirenas comenzaron a chillar, y un enorme PM de gruesa tripa saltу entre Bill y la puerta.

- Llamada de emergencia. ЎDe vuelta a la base! - ladrу.

Bill aullу un estrangulado gruсido de frustraciуn, y saltу hacia adelante. Pero un golpecito de la porra electrуnica lo volviу con los demбs. Se lo llevaron medio atontado entre la masa de cuerpos, mientras las sirenas gemнan, y la aurora artificial en el cielo formaba las palabras: ЎA LAS ARMAS! en letras llameantes de dos centenares de kilуmetros de largo cada una. Alguien extendiу una mano, sosteniendo a Bill cuando comenzaba a caer bajo las botas pъrpura. Era su compaсero, Horroroso, que mostraba una sonrisa de satisfacciуn, y por ello lo odiу y tratу de golpearle. Pero antes de que pudiera alzar el puсo se vieron introducidos en el vagуn del monorraнl, lanzados a travйs de la noche y escupidos de vuelta en el Campo Leуn Trotsky. Olvidу su irritaciуn cuando las engarfiadas pezuсas de Deseomortal Drang lo arrancaron de la multitud.

- Empaquen los macutos - carraspeo -. Van a partir.

- No pueden hacernos eso... No hemos terminado nuestro entrenamiento.

- Pueden hacer lo que quieran, y normalmente lo hacen. Se acaba de combatir una gloriosa batalla espacial hasta su victoriosa conclusiуn. Y han habido cuatro millones de bajas, con una aproximaciуn de algunos centenares de miles. Se necesitan reemplazos, y esos sois vosotros. Preparaos para embarcar en los transportes inmediatamente, o antes.

- No podemos... ЎNo tenemos equipo espacial! La intendencia...

- Todo el personal de intendencia ya ha sido embarcado.

- La comida...

- Los cocineros y los pinches ya estбn en el espacio. Esta es una emergencia. Todo el personal no esencial estб siendo enviado. Probablemente a su muerte - se acariciу un colmillo, y los inundу con una horrible sonrisa -. Mientras, yo permanecerй aquн, en tranquila seguridad, para entrenar a vuestros reemplazos.

El tubo de llegada hizo un sonido apagado y, mientras abrнa la cбpsula del mensaje y leнa su contenido, su sonrisa se hizo lentamente pedazos.

- Me embarcan tambiйn a mн - dijo con voz hueca.

 

TRES

 

86.672.890 reclutas habнan sido ya embarcados para el espacio desde el Campo Leуn Trotsky, asн que el proceso era automбtico y funcionaba perfectamente, aunque esta vez se estaba devorando a sн mismo, como una serpiente que se traga su propia cola. Bill y sus compaсeros fueron el ъltimo grupo de reclutas enviado, y la serpiente comenzу a digerirse a sн misma justo tras ellos. Apenas se les hubo arrebatado su naciente barba y los hubieron despiojado en el despiojador ultrasуnico, los barberos se lanzaron unos contra otros y en un amasijo de brazos, rizos de pelo, trozos de bigote, pedazos de carne y gotas de sangre, se afeitaron y cortaron el pelo unos a otros, y luego arrastraron al operador tras ellos en la cбmara ultrasуnica. Los enfermeros se inocularon a sн mismos inyecciones contra la fiebre de los cohetes y los constipados espaciales, los oficinistas se hicieron a sн mismos libretas de paga y los cargadores se empujaron a patadas unos a otros por las rampas que subнan hasta los transbordadores. Los cohetes ardнan, dejando columnas de fuego como lenguas escarlatas que lamieran las torres de lanzamiento, quemando las rampas en un bello espectбculo pirotйcnico ya que los operadores de las rampas tambiйn estaban a bordo. Las naves rugieron y produjeron ecos en el cielo de la noche, dejando al Campo Leуn Trotsky convertido en una silenciosa ciudad fantasma en la que pedazos de уrdenes del dнa y listas de castigo se agitaban y volaban desde los tablones de anuncios, bailando a travйs de las abandonadas calles para chocar finalmente contra las ruidosas y encendidas ventanas del Club de Oficiales, en el que se estaba desarrollando una fenomenal borrachera, aunque hubiera muchas quejas puesto que los oficiales tenнan que servirse a sн mismos.

Arriba y arriba subieron los transbordadores, hacia la gran flota de naves del espacio profundo que oscurecнa las estrellas de encima, una nueva flota, la mбs poderosa que la galaxia hubiera visto jamбs, de hecho tan nueva que las naves estaban aъn siendo construidas. Los sopletes brillaban en cegadores puntos de luz, mientras los ribetes al rojo describнan sus trayectorias planas por el espacio hasta los cestos que los esperaban. Los puntos de luz morнan a medida que los monstruos de los mares espaciales eran completados, y se oнan apagados chillidos en la longitud de onda de las radios de los trajes espaciales cuando los obreros, en lugar de ser devueltos a los astilleros, eran forzosamente reclutados al servicio de la nave que acababan de construir. Esto era una guerra total. Bill se tambaleу a lo largo del cimbreante tubo de plбstico que conectaba el transbordador a un acorazado espacial, y dejу caer sus macutos frente a un suboficial que se sentaba tras un escritorio en la compuerta, del tamaсo de un hangar. O tratу de dejarlos caer, puesto que al no haber gravedad los macutos se quedaron en medio del aire, y cuando los empujу fue йl quien se elevу. (Puesto que un cuerpo, cuando estб cayendo libremente, se dice que estб en caнda libre, y cualquier cosa con peso no tiene peso, y por cada acciуn hay una igual pero opuesta reacciуn, o algo asн) El suboficial mirу hacia arriba, farfullу, y tirу de Bill, bajбndolo a cubierta.

- No tolerarй ninguno de esos trucos de novato espacial, soldado. їNombre?

- Bill, con elle.

- Bil - murmurу el suboficial, chupando el plumнn de su estilogrбfica. Y luego escribiу el nombre en la lista de embarque con grandes letras de analfabeto -. La elle es tan solo para los oficiales, chalado... a ver si lo aprendes. їCuбl es tu clasificaciуn?

- Recluta, sin cualificar, sin entrenar, con mareo espacial.

- Bueno, no vomites aquн. Para eso tienes tu recinto. Ahora eres un especialista en fusibles de sexta clase, sin cualificar. Quedas asignado al compartimiento 34 J-89T-001. Muйvete, y mantйn ese saco de patatas sobre tu cabeza

No bien hubo encontrado Bill su compartimiento y lanzado los macutos sobre una litera, en donde flotaron a quince centнmetros por encima de la colchoneta rellena de rocas, cuando Ansioso Beager entrу, seguido de Caliente Brown y una multitud de extraсos, algunos de los cuales llevaban sopletes y expresiones de irritaciуn.

- їDуnde estб Horroroso y el resto del pelotуn? - preguntу Bill.

Caliente se alzу de hombros y se atу a una litera para echar un sueсecito. Ansioso abriу una de las seis bolsas que siempre llevaba encima y sacу algunas botas para limpiar.

- їEstбis salvados? - una voz profunda, vibrante de emociуn, sonу en el otro extremo del compartimiento. Bill mirу hacia allн, asombrado, y el enorme soldado que se encontraba allн apercibiу el movimiento y apuntу hacia йl un inmenso dedo -. Tъ, hermano, їestбs salvado?

- Eso es bastante difнcil de decir - murmurу Bill, inclinбndose y rebuscando en su macuto, esperando a que el hombre se largase. Pero no lo hizo. En realidad, se acercу y se sentу en la litera de Bill. Bill tratу de ignorarlo, pero esto era difнcil, porque el soldado tenнa mбs de un metro ochenta de altura, era musculoso y tenнa una mandнbula de acero. Gozaba de una negra piel purpъrea que le hizo sentir un poco de envidia a Bill, ya que la suya tan solo era de un gris rosбceo. Como el uniforme de a bordo del soldado tenнa casi la misma tonalidad de negro, parecнa de una sola pieza, lo cual era muy efectivo con su abierta sonrisa y su aguda mirada. - Bienvenido a bordo del Fanny Girl - dijo, y con un amistoso apretуn de manos desencajу la mayor parte de los huesos de los nudillos de Bill -, esta vieja nave de la flota comisionada hace casi una semana. Yo soy el reverendo especialista en fusibles de sexta clase Tembo, y veo por el grabado de tu macuto que te llamas Bill, y como somos compaсeros, por favor, Bill, llбmame Tembo. Y, їcuбl es la condiciуn de tu alma?

- No he tenido muchas oportunidades de pensar en eso ъltimamente...

- Pienso que no, puesto que vienes del entrenamiento de reclutas, y el atender a una capilla durante ese entrenamiento se castiga con una corte marcial. Pero todo eso ya pasу, y ahora puedes ser salvado. їPuedo preguntarte si eres de la fe...?

- Mi familia eran Zoroastrianos Fundamentalistas, asн que supongo que...

- Supersticiones, muchacho. Vulgares supersticiones. Ha sido la mano del destino la que nos ha reunido en esta nave, para que tu alma tenga esta oportunidad de ser salvada del oscuro abismo. їHas oнdo hablar de la Tierra?

- Me gustan las comidas sencillas...

- Es un planeta, muchacho: la cuna de la raza humana. El hogar del que todos venimos, їcomprendes? Un mundo verde y hermoso, una joya en el espacio.

 Tembo habнa sacado un pequeсo proyector de su bolsillo mientras hablaba, y una imagen multicolor apareciу en la mampara, un planeta flotando artнsticamente en el vacнo, rodeado de blancas nubes. Repentinamente, fieros rayos surgieron de las nubes, y todo esto hiriу e hirviу mientras grandes cicatrices aparecнan el en el planeta de abajo. Del microscуpico altavoz surgiу dйbil sonido de los truenos -. Pero las guerras estallaron entre los hijos del hombre, y se golpearon unos a otros con las energнas atуmicas hasta que la misma Tierra gimiу, y cuando los relбmpagos finales enorme fue el holocausto se apagaron la muerte reinaba en el norte, la muerte reinaba en el oeste, la muerte reinaba en el este, muerte, muerte, muerte.

- їTe das cuenta de lo que eso significa? - la voz de Tembo era elocuente en su sentimiento, y quedу suspendida por un instante a medio vuelo, esperando la respuesta a su pregunta catequista.

- No estoy seguro - dijo Bill, rebuscando sin objetivo en su macuto -. Yo vengo de Phigerinadon II, es un sitio tranquilo...

- ЎLa muerte no reinaba en el Sur! Y їpor quй fue salvado el Sur?, te preguntarбs. Y la respuesta es: porque fue deseo de Samedi que todos los falsos profetas y las falsas religiones y los falsos dioses fueran borrados del rostro de la Tierra de forma que tan solo quedase la verdadera fe. La Primera Iglesia Reformada Vudъ...

Sonу el crбneo humano de tal generala, una aullante alarma calculada para producir una frecuencia resonante en se hallara en forma que el hueso vibrase como si la cabeza el interior de una tremenda campana, y los ojos se desenfocasen con cada sonido. Hubo un correteo hacia el corredor, en donde el horrible sonido no era tan intenso y en donde los suboficiales estaban esperando para llevarlos a sus puestos. Bill siguiу a Ansioso Beager, subiendo por una aceitosa escalera hasta llegar a la compuerta en el piso de la sala de fusibles. Grandes hileras de fusibles se extendнan por todos lados, mientras de la parte superior de las hileras surgнan cables del grosor de un brazo que subнan hasta el techo y desaparecнan en йl. Frente a las hileras, regularmente espaciados, se veнan unos agujeros redondos de mбs de un palmo de diбmetro.

- Mis frases iniciales serбn breves: si alguno de vosotros me crea problemas, yo personalmente lo tirarй de cabeza por el mбs cercano conducto de fusibles - un grasiento нndice apuntу a uno de los agujeros del piso, y reconocieron la voz de su nuevo dueсo. Era mбs bajo y mбs ancho y mбs grueso de tripa que Deseomortal, pero existнa una semejanza genйrica que era inconfundible -. Soy el especialista en fusibles de primera clase Bilis. Os cogerй a vosotros, repugnantes y los echarй por el conducto de fusibles mбs cercano. Esta es una especialidad altamente especializada y eficientemente tйcnica, que usualmente se tarda un aсo en enseсar a un hombre inteligente, pero esto es la guerra, asн que vais a aprenderlo a hacerlo ahora, o de lo contrario... Os harй una demostraciуn. Tembo, al frente y al centro. Toma el tablero 19J-9, estб fuera de circuito ahora.

Tembo golpeу los tacones y se colocу en rнgido firmes frente al tablero. Extendiйndose a ambos lados de йl, se hallaban los fusibles, cilindros de cerбmica blanca recubiertos en ambas extremidades por metal. Cada uno de un palmo de diбmetro, un metro y medio de alto, y pesando treinta y cinco kilos. Habнa una banda roja rodeando el centro de cada fusible. El primera clase Bilis golpeу una de esas bandas.

- Cada fusible tiene una de estas bandas rojas que se llama una banda de fusibles y es de color rojo. Cuando el fusible se quema, esta banda se vuelve negra. No espero que os acordйis de todo eso ahora, pero estб en vuestro manual, y os lo vais a saber al pie de la letra antes de que haya acabado con vosotros, o de lo contrario... Ahora os demostrarй lo que pasarб cuando se queme un fusible. Tembo: Ўese es un fusible fundido! ЎAr!

- ЎUggg! - chillу Tembo, y saltу sobre el fusible y lo cogiу con ambas manos -. ЎUggg! - dijo de nuevo, y lo arrancу de los bornes. Y de nuevo -: ЎUggg! - cuando lo dejу caer por el conducto de fusibles. Entonces, aъn ugggeando, sacу un fusible nuevo de las hileras de almacenamiento y lo colocу en su lugar, y con un uggg final se puso de nuevo firmes.

- Y asн es como se hace: por tiempos, en la forma militar. Y lo vais a aprender, o de lo contrario... - sonу un apagado zumbido, atravesando el aire como un eructo mal contenido -. Eso es la llamada a rancho, asн que os dejarй que vayбis, y mientras estйis comiendo pensad en todo lo que vais a tener que aprender. ЎRompan filas!

Otros soldados iban ya por el corredor, y los siguieron a las entraсas de la nave.

- Je, je... їCreйis que la comida serб algo mejor que la del campamento? - preguntу Ansioso, lamiйndose excitadamente los labios.

- Es completamente imposible que sea peor - dijo Bill, cuando se unieron a una cola que llegaba hasta una puerta marcada Comedor Consolidado Nє 2 -. Cualquier cambio serб para mejorar. Despuйs de todo... їno somos ahora soldados en campaсa? Tenemos que estar bien alimentados para el combate, segъn dice el manual.

La cola se moviу hacia adelante con una dolorosa lentitud, pero en menos de una hora se hallaron en la puerta. Tras ella, un cansado soldado de cocina vestido con un mono grasiento y manchado de jabуn le entregу a Bill una jarra de plбstico amarillo de un cajуn situado frente a йl. Bill siguiу hacia adelante, y cuando el soldado frente a йl se apartу se encontrу con una pared desnuda de la que emergнa un ъnico grifo sin llave. Un grueso cocinero que se hallaba junto a йl, vistiendo un enorme gorro blanco de cocinero y una camiseta sucia, le indicу que se adelantase con la cuchara sopera que llevaba en la mano.

- Vamo', vamo', їno ha com'нo nunca? 'A jarra bajo e' grifo, 'a chapa en e' bujero, Ўvenga ya!

Bill puso la jarra tal y como se lo habнa ordenado, y se fijу en una delgada ranura en la pared metбlica, justamente a la altura de la vista. Su placa de identificaciуn le colgaba del cuello, y la introdujo en la ranura. Algo hizo bzzz, y un delgado chorro de fluido amarillento saliу a borbotones, llenando a medias el recipiente.

- ЎEl siguiente! - chillу el cocinero. Y empujу a Bill, para que Ansioso pudiera tomar su lugar.

- їQuй es esto? - preguntу Bill, contemplando la jarra.

- їQuй й' й'to? - se irritу el cocinero, poniйndose de un brillante color rojo ЎE'to й' tu com'нa, so idiota! E'to й' un agua absolutamente quнmicamente pura, en la que й'tan disue'to 18 aminoбcido', 16 vitamina', 11 sale' minerale', u' ester бcido y glucosa, їQuй otra cosa e'peraba'?

- їComida...? - dijo esperanzado Bill; y entonces lo vio todo rojo, cuando la cuchara sopera le golpeу la cabeza -. їPodrнan dбrmela sin el ester бcido? - preguntу confiadamente, pero lo empujaron de vuelta al corredor, en donde se le uniу Ansioso.

- Je, je - dijo Ansioso -, esto tiene todos los elementos nutritivos necesarios para mantener indefinidamente la vida. їNo es maravilloso?

Bill sorbiу su jarra y luego suspirу trйmulamente.

- Mira esto - le dijo Tembo; y cuando Bill se dio la vuelta una imagen proyectada apareciу en la pared del corredor. Mostraba un firmamento con nubes sobre las que parecнan flotar pequeсas figuras -. El infierno te espera, muchacho, a menos que seas salvado. Da la espalda a tus creencias supersticiosas y acуgete en la Primera Iglesia Vudъ Reformada, que te abre los brazos; entra en su seno, y hallarбs tu lugar en el cielo a la diestra de Samedi. Estarбs allн sentado con Mondonguй y Bakalъ y Zandor, que saldrбn a recibirte.

La escena proyectada cambiу, las nubes se acercaron, mientras del pequeсo altavoz surgнa el dйbil sonido de un coro celestial con acompaсamiento de tambores. Ahora las figuras podнan ser vistas claramente, todas ellas de piel muy negra y tъnicas blancas, de cuya espalda surgнan grandes alas negras. Se sonreнan y saludaban unas a otras cuando se cruzaban sus nubes, mientras cantaban entusiбsticamente y golpeaban los pequeсos tam-tams que llevaba cada una. Era una hermosa escena, y los ojos de Bill se nublaron un tanto.

- ЎAtenciуn!

La aullante tonalidad produjo ecos en las paredes, y los soldados echaron atrбs los hombros, juntaron los tacones y miraron al frente. El coro celestial se desvaneciу cuando Tembo volviу a meterse el proyector en el bolsillo.

- Descansen - ordenу el primera clase Bilis, y al girarse lo vieron guiando a dos PM con pistolas empuсadas que actuaban como guardaespaldas de un oficial. Bill sabнa que era un oficial porque habнan tenido un curso de Identificaciуn de Oficiales, ademбs de porque en la parel de la letrina habнa un cartel titulado CONOCE A TUS OFICIALES, y habнa tenido larga oportunidad de estudiarlo durante un inicio de epidemia de amebiasis. Su mandнbula cayу cuando el oficial se acercу lo bastante como para poderlo tocar, y se detuvo frente a Tembo.

- Especialista en fusibles de sexta clase Tembo, tengo buenas noticias para usted. En dos semanas se termina su perнodo de siete aсos de alistamiento y, dado su excelente comportamiento, el capitбn Zekial ha autorizado que le doblemos la paga de despedida, un licenciamiento honorable con banda de mъsica, y el transporte gratuito de regreso a la Tierra.

Tembo, relajado y firme, mirу hacia abajo, al diminuto teniente del bigotito rubio que se encontraba frente a йl.

- Eso serб imposible, seсor.

- ЎImposible! - chirriу el teniente, balanceбndose sobre sus botas de tacуn alto -. ЎїQuiйn es usted para decirme a mн lo que es imposible...?!

- No soy yo, seсor - le respondiу Tembo con la mayor calma -. La regla 13-9A, pбrrafo 45, pбgina 8923, volumen 43, de las Reglas, Regulaciones y Artнculos de Guerra. Ningъn soldado u oficial serб licenciado, a menos que lo sea con deshonor, comportando sentencia de muerte, de una nave, puesto, base, campo, buque, avanzadilla o campo de trabajo, en tiempo de emergencia...

- їEs usted un leguleyo, Tembo?

- No, seсor. Soy un leal soldado, seсor. Tan solo quiero cumplir con mi deber, seсor.

- Hay algo muy raro en usted, Tembo. Vi en su ficha que se alistу voluntariamente, sin necesidad de que usaran drogas y/o hipnotismo. Ahora, rehъsa ser licenciado. Eso es malo, Tembo, muy malo. Le da a usted un mal nombre. Le hace aparecer como sospechoso. Le hace aparecer como espнa o algo similar.

- Soy un leal soldado del Emperador, seсor, y no un espнa.

- No es ningъn espнa, Tembo, ya hemos estudiado eso concienzudamente. Pero їpor quй estб en el ejйrcito, Tembo?

- Para ser un leal soldado del Emperador, seсor, y para hacer todo lo que pueda en la difusiуn de la fe. їEstб usted salvado, seсor?

- ЎVigile su lengua, soldado, o se meterб en lнos! Sн, conocemos esta historia, reverendo. Pero no nos la creemos. Es usted muy astuto, pero ya lo averiguaremos... - se marchу, murmurando para sн mismo, y todos se pusieron firmes hasta que hubo desaparecido. Los otros soldados miraron a Tembo en forma extraсa, y no se sintieron confortables hasta que tambiйn se hubo ido. Bill y Ansioso regresaron lentamente a su camarote.

- ЎSe negу a aceptar que lo licenciaran...! - murmurу asombrado Bill.

- Je, je - dijo Ansioso -. Tal vez estй loco. No se me ocurre otra explicaciуn.

- Nadie puede estar tan loco - y luego -: Me pregunto que habrб aquн dentro - seсalando una puerta con un gran cartel que decнa PROHIBIDA LA ENTRADA AL PERSONAL NO AUTORIZADO.

- Je, je... No sй... їNo serб comida?

Se introdujeron inmediatamente y cerraron la puerta tras ellos. Pero no habнa comida allн. En lugar de ello, se hallaron en una amplia cбmara con una pared curvada, mientras que, pegados a esta pared, se veнan complicados aparatos con medidores, esferas, controles, palancas, conmutadores, una pantalla visora y un tubo de escape. Bill se inclinу y leyу la placa del aparato mбs cercano:

- Caсуn atуmico tipo IV. ЎY fнjate que tamaсo tienen! Esta debe ser la baterнa principal de la nave. - Se dio la vuelta y vio que Ansioso estaba con el brazo levantado, de forma que su reloj de muсeca apuntaba a los caсones, y estaba apretando la corona con el dedo нndice de la otra mano.

- їQuй es lo que estбs haciendo? - le preguntу Bill.

- Je, je... miraba quй hora era.

- їCуmo puedes saber quй hora es si tienes la correa hacia la vista y el reloj en el otro lado?

Se oyeron pisadas a lo lejos en la larga sala de caсones, y recordaron el letrero de la puerta. En un instante la habнan atravesado de nuevo, y Bill la cerrу silenciosamente. Cuando se girу, Ansioso Beager habнa desaparecido, asн que tuvo que regresar solo al camarote. Ansioso habнa regresado antes y estaba atareado limpiando las botas de sus compaсeros, y no levantу la vista cuando entrу Bill.

Pero, їquй era lo que habнa estado haciendo con su reloj?

 

CUATRO

 

Esta pregunta estuvo molestando a Bill durante todo el tiempo de los dнas de su entrenamiento, en los que dolorosamente aprendнan su tarea como especialistas en fusibles. Era un trabajo agotador y tйcnico que necesitaba de toda su atenciуn, pero en los momentos libres Bill se preocupaba. Se preocupaba cuando hacнan cola para el rancho, y se preocupaba durante los pocos momentos, cada noche, entre el instante en el que se apagaban las luces y el pesado descender del sueсo sobre su fatigado cuerpo. Se preocupaba a cada momento que tenнa, y perdнa peso.

Perdнa peso no porque se estuviera preocupando, sino por la misma razуn por la que todos estaban perdiendo peso: la comida de la nave. Estaba estudiada para mantener la vida, y esto lo hacнa. Pero nunca se habнa dicho quй tipo de vida iba a ser. Era una vida aburrida, hambrienta, de adelgazamiento. Y, sin embargo, Bill no se preocupaba por esto. Tenнa un problema mayor y necesitaba ayuda. Tras el entrenamiento del domingo, a finales de su segunda semana, se quedу para hablar con el primera clase Bilis en vez de unirse a los demбs en su trastabillante carrera hacia el comedor.

- Tengo un problema, seсor...

- No eres el ъnico, pero una sola inyecciуn te lo curarб, y nadie puede decir que es un hombre hasta que no lo ha pasado.

- No es ese tipo de problema. Me gustarнa... ver... al capellбn...

Bilis se quedу pбlido y se derrumbу contra la pared.

- Ahora ya lo he oнdo todo - dijo dйbilmente -. Vete a comer y, si tъ no lo cuentas, yo tampoco dirй nada.

- Lamento esto, primera clase Bilis - dijo Bill enrojeciendo -, pero no puedo evitarlo. No es culpa mнa el tener que verlo. Le podrнa haber pasado a cualquiera... - su voz muriу, y se quedу mirando a sus pies, mientras frotaba una bota contra la otra. El silencio prosiguiу hasta que finalmente hablу Bilis, pero toda la camaraderнa habнa desaparecido de su voz.

- De acuerdo, soldado... Si es asн como lo quiere. Pero espero que el resto de los muchachos no se enteren. No vaya a rancho y hбgalo ahora: aquн tiene un pase - garabateу algo en un trozo de papel, y luego lo tirу con repugnancia al suelo, dбndose la vuelta y marchбndose mientras Bill se inclinaba humildemente para recogerlo.

Bill pasу a lo largo de compuertas de salto, de corredores, a lo largo de pasarelas, y subiу escaleras. En el directorio de la nave, el capellбn estaba marcado con el compartimiento 362-B de la cubierta 89, y finalmente Bill la encontrу: una puerta metбlica vulgar, ribeteada. Alzу la mano para golpear, mientras el sudor manaba en grandes gotas de su rostro y su garganta estaba seca. Sus nudillos sonaron huecos en el panel, y tras un perнodo interminable se oyу una voz apagada del otro lado:

- Vale, vale... Tira adentro... Estб abierto.

Bill entrу, y se puso firme de un salto cuando vio al oficial que se hallaba tras el solitario escritorio que casi llenaba la pequeсa habitaciуn. El oficial, un cuarto teniente, aunque era joven, estaba quedбndose rбpidamente calvo. Se veнan ojeras bajo sus ojos, y necesitaba afeitarse. Su corbata estaba mal anudada y muy arrugada. Continuу rebuscando entre los montones de papeles que llenaban el escritorio, tomбndolos, cambiбndolos de montуn, apuntando cosas en algunos y echando otros a una atiborrada cubeta. Cuando moviу uno de los montones, Bill vio un rуtulo sobre la mesa que decнa OFICIAL DE LAVANDERНA.

- Excъseme, seсor - dijo -, pero me he equivocado de oficina. Estoy buscando al capellбn.

- Esta es la oficina del capellбn, pero no entra de guardia hasta las 1300 horas, que es, como cualquiera puede saber, aъn tan estъpido como parece ser usted, dentro de quince minutos.

- Gracias, seсor. Volverй... - Bill se deslizу hacia la puerta.

- Se quedarб y trabajarб - el oficial alzу unos ojos sanguinolentos y cloqueу malйvolamente -. Lo he cogido. Puede separar los informes sobre los paсuelos. He perdido seiscientos y tal vez estйn por ahн. їSe cree que es fбcil ser un oficial de lavanderнa? - lloriqueo autocompasivamente, y empujу un tambaleante montуn de papeles hacia Bill, que comenzу a separarlos. Mucho antes de que hubiera terminado, resonу un zumbador que indicaba el cambio de guardia.

- ЎLo sabнa! - sollozу desesperado el oficial -. Este trabajo no se acaba nunca, se hace peor y peor. ЎY usted se cree que tiene problemas! - Extendiу una temblorosa mano y dio la vuelta al rуtulo de la mesa. Por el otro lado decнa CAPELLБN. Entonces agarrу la corbata y dio un tirуn de ella, llevбndola sobre su hombro derecho. La corbata estaba unida al cuello, y el cuello estaba colocado sobre rodamientos a bolas que corrнan suavemente por un carril fijado a su camisa. Se oyу un suave chirrido mientras el cuello giraba, y entonces la corbata colgу fuera de la vista a su espalda y su cuello estaba ahora al revйs, viйndose blanco y liso y frнo al frente.

El capellбn juntу sus dedos frente a йl, bajу la vista y sonriу dulcemente.

- їCуmo puedo ayudarte, hijo?

- Pensй que usted era el oficial de lavanderнa - dijo Bill pasmado.

- Lo soy, hijo mнo, pero esa es tan solo una de las cargas que caen sobre estos hombros. Hay muy poca necesidad de un capellбn en estos tiempos perturbados, pero mucha de un oficial de lavanderнa. Hago lo que puedo por ser ъtil - inclinу humildemente la cabeza.

- Pero... їquй es lo que es usted? їUn capellбn que pasa parte de su tiempo como oficial de lavanderнa o un oficial de lavanderнa que a ratos es capellбn?

- Eso es un misterio, hijo mнo. Hay algunas cosas que es mejor no conocer. Pero te veo turbado. їPuedo preguntarte si sigues la fe?

- їQuй fe?

- ЎEso es lo que yo te pregunto a ti! - saltу el capellбn, y por un momento se transformу en el oficial de lavanderнa -. їCуmo puedo ayudarte si no sй de quй religiуn eres?

- Zoroastriano Fundamentalista.

El capellбn tomу una hoja plastificada de un cajуn y pasу el dedo sobre ella.

- Z... z... zen... zodomita... zoroastriano fundamentalista reformado. їEs esto?

- Sн seсor.

- Bien, no tendremos problemas con esto - dijo -. 21 52 25... - marcу rбpidamente el nъmero en un disco colocado en su escritorio y luego, con un gesto grandioso y un brillo evangйlico en la mirada, barriу todos los papeles al suelo. Una maquinaria oculta zumbу por un momento, una parte del tablero del escritorio se hundiу, y reapareciу un momento mбs tarde portando una caja de plбstico negro decorada con toros dorados, rampantes -. Excъsame un momento - dijo el capellбn, abriendo la caja.

Primero desenrollу un largo trozo de tela blanca en la que estaban bordados los mismos tonos dorados, colocбndosela al cuello, luego puso un grueso libro forrado en piel al lado de la caja, y mбs tarde dispuso sobre esta dos toros metбlicos con los lomos ahuecados. En uno de ellos vertiу agua destilada de un botellуn de plбstico, y en el otro aceite aromбtico, que encendiу. Bill contemplу aquel ritual familiar con creciente felicidad.

- Es realmente afortunado - dijo Bill - que tambiйn usted sea zoroastriano. Me hace mбs fбcil el hablar con usted.

- No hay nada de afortunado en ello, hijo mнo, tan solo una planificaciуn inteligente - el capellбn lanzу haoma en polvo sobre la llama, y la nariz de Bill se estremeciу cuando el incienso drogado llenу con su olor la habitaciуn -. Por la gracia de Ahura Mazdah soy un sacerdote ungido de zoroastro. Por el deseo de Alб un fiel mohecнn del Islam, gracias a la intervenciуn de Yavhй un rabн circunciso, etc., etc. - su benigno rostro se transformу con una mueca salvaje -. Y tambiйn, dado que hay dйficit de oficiales, soy el maldito oficial de lavanderнa - su rostro se aclarу de nuevo -. Pero ahora tienes que contarme tu problema...

- Bien, no es fбcil. Tal vez sea una estъpida sospecha por mi parte, pero me preocupa uno de mis compaсeros. Hay algo extraсo en йl. No estoy seguro de saberme explicar...

- Ten confianza, hijo mнo, y revйlame tus mбs profundos sentimientos sin temor. Lo que oiga jamбs saldrб de esta habitaciуn, pues he jurado guardar el secreto en sagrada promesa de mi vocaciуn. Descarga tu conciencia.

- Muy amable por su parte. Realmente, ya me siento mejor. Verб, este amigo mнo siempre ha sido bastante raro: nos limpia las botas a todos, y se presenta voluntario para encargarse de las letrinas, y no le gustan las chicas.

El capellбn asintiу beatнficamente y se abanicу algo del incienso hacia su nariz.

- No veo nada en eso que deba preocuparse, parece ser un chico decente. їPues no estб escrito en el Vendidad que debemos ayudar a nuestros semejantes y tratar de compartir sus penas y no seguir a las prostitutas por las calles?

Bill hizo una mueca.

- Todo esto estб muy bien para la escuela parroquias, pero no es la forma en que comportarse en el ejйrcito. De cualquier forma, pensбbamos que estaba loco y quizб fuera asн... pero eso no es todo. Estuve con йl en la cubierta de los caсones, y apuntу su reloj a estos y apretу la coronilla y escuchй un click. Podrнa ser una cбmara... Creo... Ўcreo que es un espнa chinger! - Bill se recostу en la silla respirando fuertemente y sudando. Habнa dicho las palabras fatales.

El capellбn continuу cabeceando, sonriente, medio inconsciente por los vapores del haoma. Finalmente, surgiу de su ensueсo, se sonу, y abriу el grueso ejemplar del Avesta. Canturreу en persa antiguo un rato, lo cual pareciу animarlo, y lo cerrу de un golpe.

- ЎNo levantarбs falsos testimonios! - retumbу, clavando a Bill con una penetrante mirada y un нndice acusador.

- No me comprende - sollozу Bill, agitбndose en la silla -. Ha hecho todas esas cosas, lo vi usar el reloj. їCуmo puede llamar a esto ayuda espiritual?

- Tan solo fue un toque de atenciуn, muchacho, un toque de la antigua religiуn para renovar tu sentido de culpa y volver a hacerte pensar en ir de nuevo regularmente a los servicios. ЎNo has estado asistiendo a ellos!

- їQuй otra cosa podнa hacer? Se nos prohнbe ir a la capilla durante el entrenamiento de reclutas.

- Las circunstancias no sirven de excusa, pero esta vez serбs perdonado porque Ahura Mazdah es todo misericordioso.

- їPero quй hay de mi compaсero, el espнa?

- Debes olvidarte de tus sospechas, no son dignas de un seguidor de Zoroastro. Este muchacho no debe sufrir por culpa de su natural inclinaciуn a ser amistoso, a ayudar a sus camaradas, a mantenerse puro, a poseer un reloj defectuoso que hace click. Y ademбs, si no te importa que introduzca un razonamiento lуgico, їcуmo podrнa ser un espнa? Para ser un espнa tendrнa que ser un chinger, y los chinger tienen dos metros diez de alto y cola. їLo entiendes?

- Sн, sн - murmurу desolado Bill -. Ya pude imaginar esto por mн mismo... pero sigue sin explicarse todo...

- Me satisface a mн, y debe satisfacerte a ti. Creo que Arimбn te ha poseнdo para hacerte pensar mal de tu camarada, y mejor serб que hagas algo de penitencia y te unas a mн en una rбpida oraciуn antes de que el oficial de lavanderнa vuelva a estar de servicio.

Este ritual fue terminado rбpidamente, y Bill ayudу a meter de nuevo las cosas en la caja, y la contemplу desvanecerse en el interior del escritorio. Se despidiу, y dio la vuelta para irse.

- Tan solo un momento, hijo - dijo el capellбn con su mбs cбlida sonrisa, extendiendo al mismo tiempo el brazo sobre su hombro para agarrar la corbata. Tirу de ella y el cuello girу, y mientras lo hacнa la expresiуn beatifica desapareciу de su rostro para ser reemplazada por un gruсido.

- їDуnde infiernos creнa que se iba a ir, gusano? Vuelva a poner el culo sobre esta silla.

- Pe... pero... - tartamudeу Bill -, me dijo que podнa irme.

- Eso es lo que dijo el capellбn, y como oficial de lavanderнa no tengo nada que ver con йl. Ahora, rбpido: їcuбl es el nombre de ese espнa chinger que estб escondiendo?

- Le hablй de eso bajo juramento...

- Se lo contу al capellбn, y ese mantiene su palabra y no me lo ha dicho, pero tuve la suerte de oнrlo - apretу un botуn rojo en el panel de control -. Los PM ya vienen hacia aquн. Vale mбs que hable antes de que lleguen, gusano, o harй que lo aten al casco sin traje espacial, y que ademбs no le dejen acercarse a la cantina en un aсo. їEl nombre?

- Ansioso Beager - sollozу Bill, mientras afuera se oнan pesados pasos y dos cascos rojos lograban introducirse en la pequeсa habitaciуn.

- Tengo un espнa para vosotros, chicos - anunciу el oficial de lavanderнa triunfalmente; y los PM rechinaron los dientes, aullaron en lo profundo de sus gargantas, y se lanzaron contra Bill. Este se desplomу bajo el asalto de puсos y porras, y estaba cubierto de sangre antes de que el oficial de lavanderнa pudiera apartar a aquellos supermusculosos retardados mentales, aunque no logrу evitar que se quedaran mirбndolo con los ojos a no mбs de tres centнmetros de йl.

- No es este... - jadeу, y le tirу a Bill una toalla para que se secase parte de la sangre -. Este es nuestro informador, el leal y patriota hйroe que delatу a su compaсero, de nombre Ansioso Beager, al que ahora atraparemos y encadenaremos para que pueda ser interrogado. Vamos.

Los PM llevaron a Bill entre ellos, y para cuando estuvieron en los alojamientos de los especialistas en fusibles el aire producido por su rбpido paso le habнa hecho recuperarse un tanto. El oficial de lavanderнa abriу la puerta tan solo lo bastante como para introducir la cabeza.

- ЎHola, chavales! - dijo alegremente -. їEstб aquн Ansioso Beager?

Ansioso levantу la vista de la bota que estaba limpiando, saludando con la mano y sonriendo.

- Ese soy yo... je, je...

- ЎA por йl! - explotу el oficial de lavanderнa, saltando a un lado y seсalando acusadoramente. Bill se echу al suelo cuando los PM lo soltaron y entraron atronando en el compartimiento. Para cuando logrу volver a ponerse en pie, Beager estaba en el suelo, esposado y encadenado de pies y manos, pero aъn sonriendo.

- Je, je... їTambiйn querйis que os limpie las botas?

- No consentirй insolencias de un sucio espнa - raspу el oficial de lavanderнa, abofeteando la ofensiva sonrisa. O al menos tratу de abofetear la ofensiva sonrisa, pero Beager abriу su boca y mordiу la mano que lo golpeaba, apretando con tal fuerza que el oficial no pudo apartarla -. ЎMe ha mordido! - aullу el hombre, y tratу desesperadamente de liberarse. Ambos PM, cada uno de ellos esposado a un brazo del prisionero, alzaron sus porras y le dieron una soberana paliza.

En aquel momento, la tapa de los sesos de Ansioso Beager saltу.

Si esto hubiera ocurrido en cualquier otro momento, se hubiera considerado el hecho como poco usual, pero, al suceder en aquel instante, fue espectacularmente poco usual, y todos ellos, Bill incluido, se quedaron con la boca abierta cuando un lagarto de quince centнmetros de alto saltу del abierto crбneo hasta el suelo, donde hizo una abolladura bastante grande al golpearlo. Tenнa cuatro pequeсos brazos, una larga cola, una cabeza similar a la de un pequeсo cocodrilo, y era de un brillante color verde. Parecнa ser exactamente igual a un chinger, solo que tenнa menos de un palmo de alto en vez de tener mбs de dos metros.

- Todos los guarros humanos olйis mal - dijo en una dйbil imitaciуn de la voz de Ansioso Beager - Los chingers no sudamos. ЎVivan los chingers! - cargу a travйs del compartimiento hacia la litera de Beager.

La parбlisis prevaleciу. Todos los especialistas en fusibles que habнan sido testigos de los imposibles acontecimientos se quedaron en pie o sentados tal y como estaban antes, congelados por el asombro y con los ojos salidos como si fueran huevos duros. El oficial de lavanderнa estaba atrapado por los dientes que le mordнan la mano, mientras que los dos PM trasteaban con las esposas que los sujetaban al cuerpo inmуvil. Tan solo Bill podнa moverse y, aъn atontado por la paliza, se inclinу para atrapar a la pequeсa criatura. Unas garras diminutas pero poderosas se cerraron sobre su carne, y se sintiу alzado por el aire y lanzado violentamente contra una mampara.

- Je, je... Eso es para ti, soplуn - chillу la diminuta voz.

Antes de que nadie mбs pudiera interferir, el lagartoide corriу hasta el montуn de sacos de Beager, abriу el de encima de todos ellos y se sumergiу en el interior. Un instante mбs tarde se oyу un zumbido que creciу en volumen, y del saco emergiу la aguzada nariz de un brillante proyectil. Fue saliendo hasta que una pequeсa espacionave de no mбs de sesenta centнmetros de largo flotу en el compartimiento. Entonces girу sobre su eje vertical, deteniйndose cuando apuntaba al casco. El zumbido aumentу de tono, y la nave saliу repentinamente disparada y atravesу el metal de la pared como si no fuera mбs duro que el cartуn mojado. Se oyeron otros sonidos distantes de rotura a medida que atravesaba plancha tras plancha, hasta que con un clang final atravesу el casco exterior de la nave y escapу al espacio. Se oyу un rugido de aire escapando al vacнo, y el clamor de las sirenas de alarma.

- Maldita sea... - dijo el oficial de lavanderнa, luego cerrу su asombrada boca y chillу -: ЎSбquenme esta cosa de la mano... me estб mordiendo hasta matarme!

Los dos PM seguнan agitбndose hacia delante y hacia atrбs, espesados a la inmуvil figura del que fue Ansioso Beager. Beager seguнa sonriendo alrededor del bocado que daba a la mano del oficial, y no fue hasta que Bill buscу su rifle atуmico y metiу el caсуn en la boca de Beager, haciendo palanca hasta abrir la mandнbula, que el oficial de lavanderнa logrу retirar la mano. Mientras hacнa esto, Bill vio que la parte superior de la cabeza de Ansioso se habнa abierto justamente por encima de las orejas, y estaba sujeta en la parte trasera por una brillante bisagra de bronce. En el interior del bostezante crбneo, en lugar de cerebro y huesos y otras cosas, habнa una pequeсa habitaciуn de control con una diminuta silla, minъsculos mandos, pantallas de televisiуn, y un refrigerador de agua. Ansioso era tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que habнa huido en la espacionave: una criatura que parecнa un chinger, pero que tan solo tenнa quince centнmetros de alto.

- ЎHey! - dijo Bill -, Ansioso es tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que ha escapado en la espacionave. Parecнa un chinger, pero tan solo tenнa quince centнmetros de alto...

- Quince centнmetros o dos metros diez, їquй diferencia hay en eso? - gruсу petulante el oficial de lavanderнa, mientras se anudaba un paсuelo alrededor de su mano herida -. No esperarб que les digamos a los reclutas lo pequeсos que son en realidad nuestros enemigos, o explicarles que proceden de un planeta de diez g. Tenemos que mantener alta la moral.

 

CINCO

 

Ahora que Ansioso Beager habнa resultado ser un espнa chinger, Bill se sentнa muy solitario. Caliente Brown, que casi nunca hablaba, ahora hablaba aъn menos, lo cual significaba nunca, asн que no habнa nadie con quien Bill pudiera charlar. Caliente era el ъnico otro especialista en fusibles en el compartimiento que hubiera estado en el pelotуn de Bill en el Campo Leуn Trotsky, y todos los demбs hombres estaban muy agrupados y acostumbraban a reunirse y murmurar si alguien se les acercaba. Su ъnica diversiуn era el soldar, y cada vez que no estaban de servicio sacaban los soldadores y soldaban cosas al suelo, y al siguiente descanso las arrancaban de nuevo, lo cual es una forma tan tonta de perder el tiempo como cualquier otra, aunque parecнa divertirles. Asн que Bill estaba algo fuera de sн y trataba de charlar con Ansioso Beager.

- ЎMira los problemas en que me has metido! - gimoteaba.

Beager simplemente sonreнa, sin conmoverse por la queja.

- Al menos cierra tu cabeza cuando te hablo - gruсу Bill, y se la cerrу de un golpe. Pero no servнa de nada. Ansioso ya no podнa hacer otra cosa que sonreнr. Habнa limpiado su ъltima bota. Ahora estaba allн de pie, realmente era muy pesado y ademбs estaba magnetizado al suelo, y los tйcnicos en fusibles colgaban sus camisas sucias y sus soldaduras de йl. Se quedу allн durante tres guardias antes de que alguien pensase que habнa que hacer algo acerca de йl, y finalmente llegу un pelotуn de PM con palancas, lo inclinу, colocбndolo sobre una carretilla, y se lo llevу.

- Hasta la vista - le despidiу Bill, agitando su paсuelo.

Luego volviу a limpiarse las botas. Era un buen compaсero, aunque fuera un espнa chinger.

Caliente no le respondiу, y los soldadores no hablaban con йl, y pasaba la mayor parte de su tiempo evitando al reverendo Tembo. La gran dama de la flota, Fanny Girl, estaba aъn en уrbita mientras se le instalaban los motores. Habнa muy poco que hacer puesto que, a pesar de lo que dijera el primera clase Bilis, todos ellos habнan aprendido las tareas del cuidado de los fusibles en algo menos del aсo previsto, en realidad les llevу algo asн como quizб quince minutos. En su tiempo libre, Bill correteaba por la nave, yendo tan lejos como le permitнan los PM que guardaban las compuertas, y hasta llegу a pensar en volver a ver al capellбn para tener a alguien con quien charlar. Pero, si calculaba mal la hora, se encontrarнa de nuevo con el oficial de lavanderнa, y esto era mбs de lo que podнa soportar. Asн que caminу a travйs de la nave, muy solitario, y mirу por la puerta de un compartimiento y vio una bota sobre una cama.

Bill se detuvo, helado, inmуvil, anonadado, rнgido, horrorizado, desmayado, y tuvo que luchar para controlar su vejiga sъbitamente contraнda.

Conocнa aquella bota. Nunca olvidarнa aquella bota hasta el dнa en que muriese, tal y como nunca podrнa olvidar su nъmero de serie, pudiйndole decir del derecho, del revйs o desde el centro. Cada detalle de aquella terrible bota aparecнa claro en su memoria, desde los cordones similares a serpientes en la repulsiva piel de la parte superior, que se decнa era piel humana, hasta las rugosas suelas de patear manchadas con algo rojo que tan solo podнa ser sangre humana. Aquella bota pertenecнa a Deseomortal Drang.

La bota estaba unida a una pierna y, paralizado por el terror, tan incapaz de controlarse como un pбjaro frente a una serpiente, se hallу inclinбndose mбs y mбs hacia el interior del compartimiento, mientras sus ojos recorrнan la pierna hasta llegar al cinturуn, a la camisa, al cuello, sobre el que se hallaba un rostro que habнa tenido un papel estelar en todas sus pesadillas desde que se habнa alistado. Los labios se movieron...

- їEres tъ, Bill? Entra y siйntate.

Bill entrу tambaleбndose.

- Toma un caramelo - le dijo Deseomortal, y sonriу.

Los reflejos empujaron a los dedos de Bill hasta la caja ofrecida, e hicieron que sus mandнbulas comenzaran a masticar la primera comida sуlida que habнa atravesado sus labios desde hacнa semanas. La saliva surgiу de los polvorientos orificios, y su estуmago iniciу un rugido preliminar, mientras sus pensamientos giraban locamente en cнrculos mientras trataba de imaginarse cual era la expresiуn del rostro de Deseomortal. Los labios curvados en las comisuras, mбs allб de los colmillos, y arruguitas en las mejillas. No habнa forma. No podнa reconocerla.

- He oнdo que Ansioso Beager resultу ser un espнa chinger - dijo Deseomortal, cerrando la caja de caramelos y metiйndola bajo su almohada -. Debнa de haberme dado cuenta de eso antes. Sabнa que habнa algo muy raro en йl, limpiando las botas de sus compaсeros y todas esas tonterнas. Pero pensй que se trataba simplemente de un loco. Debнa de habйrmelo imaginado...

- Deseomortal - dijo roncamente Bill -; no puede ser, lo sй... ЎPero se estб comportando usted como un ser humano!

Deseomortal se riу, no con su risa de un cuchillo desgarrando huesos humanos sino con una casi normal.

Bill tartamudeу:

- Pero si usted es un sбdico, un pervertido, una bestia, un monstruo, una cosa, un asesino...

- Vaya, gracias, Bill. Eres muy amable. Trato de cumplir con mi trabajo lo mejor que sй. Pero soy lo bastante humano como para agradecer unas palabras de alabanza de vez en cuando. El ser un asesino es difнcil de proyectar, pero me alegra que lograse daros esa impresiуn, hasta a unos reclutas tan estъpidos como йrais vosotros.

- Pe... pero... їno es usted realmente un...?

- ЎOjo ahora! - cortу Deseomortal, y habнa en estas palabras lo bastante del antiguo veneno y ruindad como para hacer bajar en seis grados la temperatura del cuerpo de Bill. Entonces Deseomortal sonriу de nuevo -. No puedo echarte la culpa, hijo, porque te comportes de esa manera, ya que eres bastante estъpido y de un planeta atrasado, y por haber sido retardada tu educaciуn por los soldados y todo eso. ЎPero despierta, chico! La educaciуn militar es algo demasiado importante como para arriesgarse a que unos aficionados intervengan en ella. Si hubieras leнdo algunas de las cosas que ponen nuestros libros de estudio, tu sangre se congelarнa. їTe das cuenta de que en los tiempos prehistуricos los sargentos, o como quiera que se les llamase, eran verdaderos sбdicos? Las fuerzas armadas dejaban que esa gente, que realmente no sabнan nada, destruyeran a los reclutas. Dejaban que estos aprendiesen a odiar al ejйrcito antes de aprender a temerlo, lo cual destruye la disciplina. ЎY no hablemos de cуmo se malgastaban! Siempre estaban haciendo que la gente caminase hasta morir por accidente, o ahogaban a un pelotуn, o tonterнas asн. Tan solo esas pйrdidas le harнan llorar a uno.

- їMe permite preguntarle de quй se graduу en la universidad? - preguntу Bill en una voz dйbil y humilde.

- Disciplina Militar, Rotura de la Moral e Interpretaciуn de Personajes. Un curso duro, de cuatro aсos, pero me graduй con una Sigma Cum, lo que no estб mal para un chico que venнa de una familia de trabajadores. He hecho una carrera del ejйrcito, y es por esto por lo que no puedo comprender el porquй esos bastardos desagradecidos me han metido en esta podrida lata - alzу sus gafas de montura de oro para enjuagar una lбgrima que se formaba.

- їEspera gratitud del ejйrcito? - preguntу humildemente Bill.

- No, claro que no, quй tonto he sido. Gracias por traerme de nuevo a la realidad, Bill; llegarбs a ser un buen soldado. Pero lo que espero es una indiferencia criminal de la que pueda tomar ventajas a travйs de los mйtodos bien probados: soborno, redacciуn de уrdenes falsas, mercado negro y demбs cosas usuales. Es simplemente que habнa estado realizando un buen trabajo con vosotros, los desgraciados del Campo Leуn Trotsky, y lo menos que esperaba era que me mantuviesen en ello, lo cual fue bastante estъpido por mi parte. Lo mejor serб que comience a preocuparme de mi traslado ahora mismo - se puso en pie, y guardу los caramelos y las gafas de montura de oro en una taquilla con llave.

Bill, que en los momentos de asombro no lograba ajustarse instantбneamente, estaba aъn agitando la cabeza y golpeбndola de vez en cuando con la palma de la mano.

- Tuvo suerte - dijo - al haber nacido asн, eso le ayuda en su carrera... Me refiero al hecho de que tenga unos colmillos tan bonitos.

- Nada de suerte - dijo Deseomortal, haciendo sonar uno de sus largos colmillos -. Tremendamente caro. їSabes lo que cuestan un par de colmillos mutantes, hechos crecer en una probeta, e injertados quirъrgicamente? ЎEs imposible que lo sepas! Trabajй durante las vacaciones de verano de tres aсos para ganar lo bastante como para comprarme estos; pero te aseguro que valнa la pena. La imagen es lo mбs importante. Estudiй las viejas grabaciones de los destructores de moral prehistуricos, y a su manera, cruda, eran buenos. Naturalmente, eran seleccionados por su tipo fнsico y su bajo нndice de inteligencia, pero sabнan ponerse en su papel. Tenнan cabezas en forma de bala, se afeitaban completamente el crбneo y mostraban sus cicatrices, tenнan mandнbulas gruesas, modales repulsivos, todo. Me imaginй que una pequeсa inversiуn al principio pagarнa buenos dividendos al final. Y crйeme que fue un sacrificio, no verбs muchos colmillos injertados por ahн. Por un montуn de razones. Oh, tal vez sean buenos para comer carne dura, pero їpara quй otra cosa sirven? Espera hasta que beses a tu primera chica... Ahora piйrdete, Bill. Tengo cosas que hacer. Ya nos veremos...

Sus ъltimas palabras se perdieron en la distancia, ya que los bien condicionados reflejos de Bill lo habнan llevado a lo largo del corredor en el mismo instante en que habнa sido despedido. Cuando el terror espontбneo desapareciу, comenzу a caminar con cuidadosos pasos, como un pato que tuviera una articulaciуn rota, pensando que asн se le verнa como un espacionauta veterano. Estaba comenzando a sentirse como un viejo soldado, y momentбneamente se hallaba bajo la falsa creencia de que sabнa mбs acerca del ejйrcito de lo que este sabнa de йl. Esta falsa concepciуn tan patйtica fue instantбneamente disipada por los altavoces del techo, que eructaron y luego lanzaron sus voces nasales a travйs de la nave:

- Atenciуn, уrdenes directas del mismo Viejo, el capitбn Zekial, que tanto habйis estado esperando oнr. Vamos a entrar en acciуn, asн que tendremos que arreglarlo todo a proa y a popa, amarrando todo el equipo suelto.

Un bajo gruсido de dolor, que surgнa de los corazones, resonу en cada compartimiento de la inmensa nave.

 

SEIS

 

Se oнa hablar mucho a radio macuto, y los rumores de las letrinas proliferaban, acerca del primer vuelo de la Fanny Girl. Pero nada de todo ello era cierto. Los rumores eran iniciados por PM infiltrados, y por lo tanto no tenнan valor alguno. Casi la ъnica cosa de que podнan estar seguros era de que quizб fueran a algъn lugar, porque parecнan estarse preparando para ir a algъn lugar. Hasta Tembo admitiу esto mientras ataban los fusiles en el almacйn.

- Aunque quizб - aсadiу - estemos haciendo todo esto para engaсar a posibles espнas y hacerles creer que vamos a algъn lugar cuando en realidad son otras naves las que van allн.

- їDуnde? - preguntу irritablemente Bill, atando su нndice en un nudo y dejando parte de la uсa cuando logrу sacarlo.

- Bueno, a cualquier parte. Eso no importa. - A Tembo no le preocupaba ninguna cosa que no hiciera referencia a su fe -. Pero yo sй a dуnde vas a ir tъ, Bill.

- їA dуnde? - preguntу ansiosamente, ya que era un perenne creyente en toda clase de rumores.

- Directamente al infierno, a menos que seas salvado.

- No empieces de nuevo... - rogу Bill.

- Mira - le dijo tentadoramente Tembo, y proyectу una celestial escena con puertas de oro, nubes y el suave latir de un tam-tam como mъsica de fondo.

- ЎApaga esas tonterнas del cielo! - chillу el primera clase Bilis, y la escena se desvaneciу.

Algo tirу ligeramente del estуmago de Bill, pero йl lo ignorу, creyendo que se trataba simplemente de otro de los sнntomas continuamente sentidos por sus aterrorizadas tripas que, a pesar de que se estaban atrofiando hasta la muerte, aъn no se daban cuenta de que su maravillosa maquinaria triturante y disolvente habнa sido condenada a una dieta lнquida. Pero Tembo dejу de trabajar e inclinу la cabeza hacia un lado, y luego se golpeу experimentalmente el estуmago.

- Nos estamos moviendo - dijo, afirmativo -. Y ademбs vamos a las estrellas. Han conectado los motores interestelares.

- їTe refieres a que estamos atravesando el subespacio, y que pronto experimentaremos el terrible tirуn en cada fibra de nuestro cuerpo?

- No, ya no usan los antiguos motores subespaciales porque, aunque un montуn de naves entraban en el subespacio con un tirуn que descoyuntaba todas las fibras, ninguna de ellas logrу salir jamбs. Leн en la Gaceta del Soldado que un matemбtico habнa dicho que se habнa producido un ligero error en las ecuaciones, y que el tiempo era distinto en el subespacio, pero que era diferente en mбs rбpido en vez de diferente en mбs lento, asн que tal vez pase toda la eternidad antes de que esas naves salgan.

- Entonces, їvamos al hiperespacio?

- Nada de eso.

- їO estamos siendo disueltos en nuestros бtomos componentes y grabados en la memoria de un gigantesco computador que piensa que estamos en otra parte y asн resulta que estamos allн?

- ЎCaramba! - dijo Tembo, mientras sus cejas subнan hasta su cabello -. Para ser un muchacho campesino zoroastriano tienes ideas bastante raras. їHas estado fumando o bebiendo algo que no me hayas contado?

- ЎDнmelo! - rogу Bill -. Si no es nada de eso... їquй es? Tenemos que cruzar el espacio interestelar para luchar con los chingers... їCуmo vamos a hacerlo?

- Es asн - Tembo mirу a su alrededor para asegurarse de que el primera clase Bilis no se hallaba por allн, y luego juntу las manos ahuecadas, formando una esfera -. Imagнnate que mis manos son la nave, flotando en el espacio. Entonces se conecta el Dispositivo Hinchador...

- їEl quй?

- El Dispositivo Hinchador, que se llama asн porque hincha las cosas. їSabes?, todo estб hecho a base de cosas pequeсitas llamadas electrones, protones, neutrones, trontones y cosas asн, que en alguna manera estбn unidas por una especie de energнa ligadora. Pero, si uno debilita la energнa que mantiene a las cosas juntas (me olvidaba decirte que ademбs esas cositas estбn girando todo el rato como si estuvieran locas, aunque quizб ya lo supieras...) bueno, se debilita la energнa y, como estбn corriendo tan deprisa, las cositas comienzan a separarse unas de otras, y cuanto mбs dйbil es la energнa mбs lejos se separan. їMe sigues?

- Creo que sн, aunque no estoy seguro de que me guste lo que cuentas.

- Tranquilo. Ahora... їves mis manos? A medida que la energнa se debilita, la nave se hace mбs grande - separу las manos -, se hace mбs grande, hasta que lo es tanto como un planeta, luego como un sol, y por fin como todo un sistema estelar. El Dispositivo Hinchador nos puede hacer tan grandes como queramos. Entonces se invierte el proceso, nos encogemos hasta nuestro tamaсo real, y allн estamos.

- їDуnde estamos?

- Donde queramos estar - respondiу pacientemente Tembo.

Bill se girу y dio industriosamente abrillantador a un fusible, mientras el primera clase Bilis pasaba, con un brillo de sospecha en sus ojos. Tan pronto como hubo girado una esquina, Bill se inclinу y le silbу a Tembo:

- їCуmo podemos estar en otra parte distinta a donde nos encontrбbamos al empezar? El hacerse mayores y luego mбs pequeсos no lleva a nadie a ningъn sitio.

- Bueno, son bastante astutos con eso del Dispositivo Hinchador. La forma de operar que me han contado es similar a cuando uno toma una goma elбstica cogiйndola de un extremo con cada mano. Uno no mueve la mano izquierda, pero estira la goma tan lejos como puede con la derecha. Cuando uno deja que la goma vuelva a su tamaсo normal, mantiene la mano derecha quieta y suelta la izquierda. їTe das cuenta? No has movido la goma, sino que la has estirado y la has dejado ir, pero se ha movido. Como nuestra nave estб haciendo ahora. Se estб haciendo mayor, pero en una direcciуn. Cuando la proa alcance el lugar a donde estamos yendo, la popa estarб donde estбbamos. Entonces encogemos y, Ўbang!, allн estamos. Y tъ podrнas llegar al cielo con la misma facilidad, hijo mнo, si tan solo...

- ЎPredicando en horas de servicio, Tembo! - aullу el primera clase Bilis desde el otro lado de la plataforma de fusibles, sobre la que estaba mirбndolos con un espejo atado al extremo de un palo -. Te tendrй puliendo bornes de fusible durante un aсo. Ya se te ha advertido antes.

Ataron y pulieron en silencio despuйs de esto, hasta que el pequeсo planeta tan grande como una pelota de tenis atravesу la pared. Un perfecto planetita con diminutas zonas polares, frentes helados, cubierto de nubes, con ocйanos y todo eso.

- їQuй es eso? - exclamу Bill.

- Mala navegaciуn - gruсу Tembo -. Un poco de retroceso. La nave estб yendo algo hacia atrбs en lugar de ir solo en la otra direcciуn. ЎNo, no, no lo toques, a veces puede causar accidentes! Es el planeta que acabamos de dejar, Phigerinadon Il.

- Mi hogar - sollozу Bill, notando como las lбgrimas le corrнan mientras el planeta se empequeсecнa hasta tener el tamaсo de una canica -. Adiуs, mamб - saludу con la mano mientras la canica disminuнa hasta ser una mota y luego se desvanecнa.

Despuйs de eso el viaje pasу sin mбs acontecimientos, particularmente ya que no podнan notar cuando se estaban moviendo, no sabнan cuando se detenнan, y no tenнan ni idea de donde estaban. Aunque estuvieron seguros de que habнan llegado a algъn lugar cuando se les ordenу retirar los atalajes de los fusibles. La tranquilidad durу tres guardias, y entonces sonу generala. Bill corriу con los demбs, contento por primera vez desde que se habнa alistado. Todos los sacrificios, los duros momentos pasados, no serнan en vano. Al fin iba a entrar en acciуn contra los sucios chingers.

Se colocaron en Primer Tiempo frente a las bancadas de fusibles, con los ojos clavados en las rojas banda de los fusibles, que se llamaban bandas de fusible. A travйs de las suelas de sus botas, Bill podнa notar un dйbil y lejano temblor en la cubierta.

- їQuй es eso? - le preguntу a Tembo por la comisura de los labios.

- Los motores, no el Dispositivo Hinchador. Motores atуmicos. Significa que debemos estar maniobrando, haciendo algo.

- їPero quй?

- ЎVigilen las bandas de fusibles! - aullу el primera clase Bilis.

Bill estaba comenzando a sudar, y repentinamente se dio cuenta de que el calor estaba aumentando en forma molesta.

Tembo, sin apartar la vista de los fusibles, se desnudу, plegando cuidadosamente la ropa tras de sн.

- їPodemos hacer eso? - preguntу Bill, desabrochбndose el cuello -. їQuй es lo que pasa?

- Va contra las normas, pero uno tiene que desnudarse o cocerse. Desnъdate, hijo, o morirбs sin haberte salvado. Debemos de estar a punto de entrar en acciуn, ya que han puesto los escudos. Diecisiete escudos de fuerza, un escudo electromagnйtico, un casco blindado doble y una delgada capa de gelatina pseudoviviente que fluye y cierra cualquier abertura. Con todo eso no hay la mбs mнnima pйrdida de energнa desde la nave, ni forma alguna en que librarse de ella. Ni del calor. Con los motores en marcha y todo el mundo sudando, el calor puede llegar a ser bastante fuerte. Sobre todo cuando disparen los caсones.

La temperatura siguiу alta, justo en la frontera de lo tolerable durante horas, mientras contemplaban las bandas de fusibles. En un momento, se oyу un dйbil sonido metбlico que Bill notу mбs que oyу a travйs de sus pies desnudos sobre el caliente metal.

- їY quй fue eso?

- Disparo de torpedos.

- їContra quй?

Tembo se alzу simplemente de hombros como toda respuesta, y no apartу su vigilante mirada de las bandas de los fusibles. Bill se agitу en una mezcla de frustraciуn, aburrimiento, agotamiento por el calor y fatiga durante otra hora, hasta que sonу el fin de la alarma y un hбlito de aire fresco llegу por los ventiladores. Para cuando se hubo revestido de nuevo en su uniforme, Tembo habнa desaparecido, y йl se arrastrу cansinamente hasta su camarote. En el tablero de anuncios del corredor habнa un nuevo anuncio multicopiado, y se inclinу para leer su mensaje.

DE: Capitбn Zekial

A: Todo el personal

ASUNTO: Reciente encuentro

El 23-11-8956 esta nave ha participado en la destrucciуn mediante torpedos atуmicos de la instalaciуn enemiga 17KL-345, y junto con las otras naves de la flotilla llamada Muleta Roja ha cumplido su misiуn, por lo que se autoriza consecuentemente a que el personal de esta nave adhiera un Nъcleo Atуmico al pasador de la Medalla de Unidad de Combate en Servicio Activo, o bien, si esta es su primera misiуn de este tipo, se les autoriza para usar la Medalla de Servicio Activo.

NOTA: Se ha observado a ciertos miembros del personal con sus Nъcleos Atуmicos invertidos, y esto estб mal, y es un crimen merecedor de consejo de guerra, punible con la muerte.

 

SIETE

 

Tras la heroica destrucciуn de 17KL-345, pasaron semanas de entrenamientos y pruebas para restaurar a los cansados veteranos del combate a su habitual condiciуn fнsica. Pero en el transcurso de estos deprimentes meses sonу una llamada por los altavoces, una que Bill jamбs habнa oнdo antes, un sonido metбlico como el de barras de acero golpeadas unas contra otras en el interior de un tambor metбlico lleno de canicas. No significaba nada para йl o para los otros nuevos soldados, pero hizo que Tembo saltase de su litera para iniciar una rбpida Danza de la Maldiciуn Mortal con un raudo acompaсamiento de tam-tam efectuado sobre la tapa de su taquilla.

- їYa te has vuelto loco? - preguntу apagadamente Bill desde donde estaba despatarrado, leyendo un desvencijado ejemplar de un libro de historietas denominado Asombrosas y realmente repugnantes aventuras sexuales (con efectos sonoros incorporados). Un desgarrador aullido estaba surgiendo de la pбgina que contemplaba.

- їNo lo conoces? - preguntу Tembo -. ЎNo lo conoces! Ese es el toque de correo, muchacho, el mбs grato de los sonidos escuchados en el espacio.

El resto de la guardia lo pasaron corriendo y esperando, haciendo cola y todo lo demбs. La entrega del correo se efectuaba con la mбxima ineficiencia posible, pero finalmente, a pesar de todas las barreras, se distribuyу el correo, y Bill recibiу una preciosa postal espacial de su madre. En un lado de la postal se veнa una fotografнa de la refinerнa Estrйpito, S. A., situada justo al lado de su pueblo, y esto solo ya fue bastante como para producirle un nudo en la garganta.

Luego, en el pequeсo cuadrado en el que se permitнa inscribir el mensaje, los patйticos trazos de su madre habнan escrito: «Mala cosecha, adeudados, la robomula tiene las glбndulas sobrecargadas, espero que tъ estйs igual - Cariсos, mamб.» No obstante, era un mensaje de casa, y lo leyу y lo volviу a leer mientras hacнan cola para la comida. Tembo, delante suyo, tambiйn tenнa una postal, llena de бngeles e iglesias, que es lo que uno podнa esperar, y Bill se quedу anonadado cuando vio que Tembo leнa la postal por ъltima vez y luego la sumergнa en su jarra de la comida.

- їPor quй haces eso? - le preguntу asombrado.

- їPara quй otra cosa sirve el correo? - zumbу Tembo, metiendo aъn mбs la postal -. Mira ahora.

Ante la asombrada mirada de Bill, la postal estaba comenzando a hincharse. La superficie blanca se rompiу y se desprendiу en pequeсas motas, mientras el marrуn interior crecнa y crecнa hasta llenar la jarra y hacerse de un par de centнmetros de grueso. Tembo sacу la goteante tablilla y le dio un gran bocado en un extremo.

- Chocolate deshidratado - dijo con la boca llena ЎBueno! Prueba el tuyo.

Antes de que acabase de hablar, Bill ya habнa metido su postal en el lнquido, y estaba contemplando arrobado como crecнa. El mensaje se disolviу, pero en lugar de una masa marrуn la suya era blanca.

- Dulce... o quizб pan - dijo, tratando de no babear.

La masa blanca se estaba hinchando, apretбndose contra los lados de la jarra, saliendo por la parte superior. Bill tomу el extremo y lo alzу con una mano mientras crecнa. Subiу y subiу hasta que hubo absorbido hasta la ъltima gota de lнquido, y Bill tuvo entre sus manos extendidas una hilera de gruesas letras unidas de cerca de dos metros de largo: VOTAD POR HONESTO GEEK EL AMIGO DE LOS SOLDADOS, decнan. Bill se inclinу y le dio un tremendo bocado a la T. Se atraganto y escupiу los hъmedos trozos al suelo.

- Cartуn - dijo huecamente -. Madre siempre compra saldos. Hasta cuando se trata de chocolate deshidratado... - buscу en su jarra algo con lo que sacarse el sabor a periуdico viejo de la boca, pero estaba vacнa.

 

En algъn lugar, muy arriba en el escalafуn del poder, se tomу una decisiуn, se resolviу un problema, y se dio una orden. De las pequeсas cosas nacen las grandes: La cagada de un pajarilla cae sobre la ladera cubierta de nieve de una montaсa, rueda, recoge nieve, se hace mбs y mбs grande, gigante y mбs gigante, hasta que es una atronadora masa de nieve y hielo, una avalancha, una aterradora masa de muerte rodante que arrasa todo un poblado. De pequeсos comienzos... їquiйn sabe quй comienzo tuvo esto? Tal vez los dioses lo sepan, pero se estбn riendo. Tal vez la altiva y emperingotada esposa de algъn Alto Ministro vio una alhaja que deseaba y con astuta y cortante lengua exacerbу al calzonazos de su marido hasta que, para tener algo de paz, le prometiу regalбrsela, y entonces buscу el dinero para comprarla. Tal vez fuera asн como llegase a oнdos del Emperador la insinuaciуn sobre una nueva campaсa en el 77sub7avo sector, tranquilo desde hacнa aсos, pues una victoria allн, o hasta un empate, si es que producнa las suficientes muertes, significarнa una medalla, una recompensa, algo de dinero. Y asн la avaricia de una mujer, como la cagada de un pajarilla, puso en marcha la bola de nieve de la guerra, reuniendo poderosas flotas, nave a nave, como una roca en un estanque que produce ondas hasta que la mбs apartada de las gotas es alcanzada por su movimiento...

- Vamos a entrar en acciуn - dijo Tembo mientras olisqueaba su jarra de comida -. Estбn cargando el rancho con estimulantes, reductores del dolor, salitre y antibiуticos.

- їEs por eso por lo que estбn siempre tocando mъsica patriуtica? - gritу Bill, para poderse hacer oнr entre el constante rugido de los pнfanos y tambores que surgнa de los altavoces. Tembo asintiу.

- Queda poco tiempo para que seas salvado, para que asegures tu lugar en las legiones de Samedi...

- їPor quй no hablas con Caliente Brown? - aullу Bill ЎYa me salen los tam-tams por los oнdos! Cada vez que miro a una pared veo бngeles flotando en nubes. ЎDeja de molestarme! Dedнcate a Caliente... cualquiera que haga lo que йl hace con los thoats probablemente se unirб a tu manada de vudъ en un segundo.

- He hablado con Brown acerca de su alma, pero ese tema aъn estб dudoso. Nunca me contesta, asн que no estoy seguro de si me escucha o no. Pero tъ eres diferente, hijo mнo. Tu demuestras irritaciуn, lo cual indica que sientes dudas. Y la duda es el primer paso hacia la fe...

La mъsica se cortу en medio de un compбs, y durante tres segundos hubo un estallido de silencio que terminу abruptamente.

- Atenciуn. Atenciуn todos... Estйn atentos... En unos momentos conectaremos con la nave almirante para escuchar un informe del almirante... Atentos todos. - la voz fue cortada por el toque de generala, pero siguiу de nuevo cuando hubo terminado el repugnante sonido - Ў...y ahora nos encontramos en el puente de ese gigantesco conquistador de las rutas espaciales, el superacorazado de treinta kilуmetros de largo, poderosamente blindado, mayestбticamente armado, denominado La reina de las hadas...! Los hombres de guardia se estбn haciendo ahora a un lado, y acercбndose a mн en un simple uniforme de platino trenzado llega el Gran Almirante de la Flota, el Muy Honorable Lord Arqueуptero. ЎAdmirable! їPodrнa dedicarnos un momento, Su Excelencia?

- La siguiente voz que oirбn serб...

La siguiente voz fue un estallido de mъsica mientras los tйcnicos en fusibles vigilaban sus bandas de fusible, pero la siguiente voz despuйs de esto tuvo todas las ricas tonalidades adenoidales que siempre se asociaban con los Pares del Imperio.

- Chicos... Ўvamos a entrar en acciуn! Esta, la mбs poderosa flota que jamбs haya visto la galaxia, se estб dirigiendo en lнnea recta hacia el enemigo para dar el golpe devastador que puede decidir esta guerra. En mi tanque de operaciones situado frente a mн veo una mirнada de puntitos de luz, extendiйndose tan lejos como abarca la vista, y cada punto de luz Ўy os digo que son como agujeros en una manta!, no es una nave, ni un escuadrуn... Ўsino una flota entera! Estamos barriйndolo todo, acercбndonos...

El sonido de un tam-tam llenу el aire, y en la banda del fusible que Bill estaba vigilando aparecieron un par de puertas doradas abriйndose.

- ЎTembo! - chillу -. ЎїQuieres apagar eso?! ЎQuiero oнr lo de la batalla!

- Memeces grabadas - sorbiу Tembo -. Mejor serб que gastes los pocos momentos de tu vida que quizб te queden en buscar la salvaciуn. Esto que oyes no es ningъn almirante, sino una grabaciуn. Ya la he oнdo cinco veces antes; y tan solo la ponen para dar moral antes de lo que estбn seguros que va a ser una batalla con elevadas pйrdidas. Esto nunca fue un almirante, sino que lo sacaron de un viejo programa de televisiуn...

- ЎYuppiii! - aullу Bill, saltando hacia adelante. El fusible que estaba contemplando se habнa cuarteado con una brillante descarga en los bornes, y en el mismo instante la banda del fusible se habнa quemado y pasado del rojo al negro -. ЎUggg! - gruсу, y luego, ЎUggg!, ЎUggg!, ЎUggg! - en rбpida sucesiуn, quemбndose las palmas con el fusible aъn caliente, dejбndolo caer sobre su pie, y finalmente logrando meterlo por el conducto de fusibles. Cuando se dio la vuelta, Tembo ya habнa colocado un fusible nuevo en los bornes vacнos.

- Ese era mi fusible... No tenнas que haber... - habнa lбgrimas en sus ojos.

- Lo siento. Pero segъn las reglas tengo que ayudar si estoy libre.

- Bueno, al menos hemos entrado en acciуn - dijo Bill, de vuelta a su posiciуn, y tratando de darse masajes a su dolido pie.

- No, aъn no, aъn hace demasiado frнo. Eso fue tan solo una averнa en los fusibles, uno puede distinguirlo por la descarga en los bornes. Ocurre a veces cuando los fusibles son viejos.

- ...armadas masivas tripuladas por heroicos soldados...

- Podrнamos haber estado en combate - bufу Bill.

- ...el atronar de las descargas atуmicas y las brillantes estelas de los torpedos al ataque...

- Creo que ya estamos ahora. Parece que hace mбs calor, їno, Bill? Mejor serб que nos desnudemos; si realmente hay una batalla, quizб luego no nos sea posible.

- ЎVamos, vamos, en pelotas! - aullу el primera clase Bilis, saltando como una gacela por entre las hileras de fusibles, vestido tan solo con un par de sucios calcetines y con sus galones y la insignia de su especialidad tatuados. Se oyу un sъbito chisporroteo en el aire, y Bill notу como los muсones de su rapado cabello se le ponнan de punta.

- їQuй es eso? - gimoteу.

- Una descarga secundaria de la bancada de fusibles - seсalу Tembo -. Lo que sucede es secreto, pero he oнdo decir que significa que uno de los escudos defensivos estб siendo atacado con radiaciones, y que al irse sobrecargando sube a lo largo del espectro hasta el verde, hasta el azul, hasta el ultravioleta, para pasar finalmente al negro y desmoronarse el escudo.

- Eso suena bastante raro.

- Ya te he dicho que es tan solo un rumor. Todo eso es secreto...

- ЎЎYa estб!!

Un tremendo bang hendiу el hъmedo aire de la sala de fusibles, y una bancada de estos se arqueу, humeу y se ennegreciу. Uno de ellos se partiу en dos, desparramando en todas direcciones pequeсos fragmentos como metralla. Los especialistas en fusibles saltaron, aferraron los fusibles, deslizaron repuestos con manos sudorosas, apenas si viйndose por entre las nauseabundas humaredas. Los fusibles fueron conectados, y hubo un momento de silencio, interrumpido tan solo por el dolorido sonar de una pantalla de comunicaciones.

- ЎHijo de padre! - murmurу el primera clase Bilis, dбndole una patada a un fusible que se interponнa en su camino y zambullйndose hacia la pantalla. Su chaqueta de uniforme colgaba de un gancho junto a esta, y se la colocу antes de darle un puсetazo al botуn de encendido. Acabу de abrocharse el ъltimo botуn justamente cuando se iluminу la pantalla. Bilis saludу, asн que debнa hallarse frente a un oficial. La pantalla estaba de lado, de modo que Bill no podнa asegurarlo, y la voz tenнa el tartamudeante gimoteo de los sinbarbilla-y-con-muchos-dientes que estaba comenzando a asociar con la oficialidad.

- Ha tardado en contestar, primera clase Bilis... їQuizб el segunda clase Bilis podrнa contestar mбs rбpido?

- Tenga piedad, seсor... Soy un hombre viejo - cayу al suelo de rodillas, en una actitud de sъplica que lo hizo desaparecer de la pantalla.

- ЎPуngase en pie, idiota! їHan reparado los fusibles despuйs de la ъltima sobrecarga?

- Reemplazamos, seсor, no reparamos...

- ЎNada de tecnicismos, so cerdo! ЎUna respuesta clara!

- Todo estб en orden, seсor. Operando en el verde. No hay quejas de nadie, su excelencia.

- їPor quй no va usted de uniforme?

- Estoy de uniforme, seсor - gimoteу Bilis, acercбndose mбs a la pantalla para que no se pudieran ver sus desnudas caderas ni sus temblorosas piernas.

- ЎNo me mienta! Hay sudor en su frente. No se le permite sudar de uniforme. їMe ve sudar a mн? Y yo ademбs llevo puesta una gorra... en su бngulo correcto. Me olvidarй de ello, por esta vez, porque tengo un corazуn de oro. Puede retirarse.

- ЎSucio cabrуn! - maldijo Bilis con toda la fuerza de sus pulmones, arrancбndose la chaqueta de su envarado cuerpo. La temperatura sobrepasaba los cincuenta grados, y seguнa subiendo -. ЎSudor! Tienen aire acondicionado en el puente... їY dуnde os creйis que va a parar su calor? ЎAquн! ЎЎayyyyyyl!

Dos bancadas completas de fusibles estallaron simultбneamente y tres de estos explotaron como bombas. Al mismo tiempo, el suelo se agitу lo bastante bajo sus pies como para notarlo.

- ЎProblemas gordos! - chillу Tembo -. Cualquier cosa que sea lo bastante fuerte como para hacerse notar a travйs del campo estбtico debe ser lo bastante potente como para aplastar la nave como si fuera una galleta. ЎAhн hay mбs! - saltу a la bancada y pateу un fusible quemado, metiendo otro nuevo.

Era un infierno. Los fusibles estaban estallando como bombas, enviando silbantes partнculas de mortнfera cerбmica a travйs del aire. Se oyу el restallido de un rayo cuando una plancha cortocircuito con el suelo metбlico, y un horrible aullido, por suerte de corta duraciуn, sonу mientras la descarga atravesaba el cuerpo de un tйcnico en fusibles. Un humo grasiento hervнa y colgaba en cortinas que casi hacнan imposible el ver. Bill raspу los restos de un fusible roto de los oscurecidos bornes, saltу hacia el depуsito de repuestos, tomу el fusible de treinta y cinco kilos de peso en sus doloridos brazos, y acababa de girarse hacia las bancadas cuando estallу el universo...

Todos los fusibles que quedaban parecieron haber cortocircuitado al mismo tiempo, y el chirriante restallido de la electricidad atravesу toda la habitaciуn. En su cegadora luz, y en un ъnico momento eterno, Bill vio como la llama atravesaba las hileras de tйcnicos en fusibles, desparramбndolos e incinerбndolos como partнculas de polvo caнdas en las llamas. Tembo se derrumbу y se arrugу, una masa de carne asada; un trozo de plancha al rojo abriу al primera clase Bilis de arriba abajo en una ъnica y horrible herida.

- ЎMira quй grieta tiene Bilis! - gritу Caliente, y luego chillу cuando una bola de electricidad rodу sobre йl y lo convirtiу en un humeante amasijo en una fracciуn de segundo.

Por casualidad, por simple accidente, Bill mantenнa la sуlida masa del fusible frente a йl cuando le golpeу la llama. Esta lamiу su brazo izquierdo, que estaba en la parte exterior del fusible, y lanzу su llameante peso contra el grueso cilindro. La fuerza golpeу a Bill, lo derribу hacia atrбs, contra las hileras de fusibles de reserva, y lo hizo rodar por el suelo mientras la destructora llamarada chisporroteaba a unos centнmetros de su cabeza. Muriу, tan repentinamente como habнa nacido, dejando tras ella ъnicamente humo, calor, el acre olor de la carne asada, la destrucciуn, y la muerte, muerte, muerte. Bill se arrastrу dolorido hasta la compuerta, sin que nada mбs se moviera en toda la quemada y retorcida longitud de la sala de fusibles.

El compartimiento de abajo parecнa igual de caliente, y el aire tan desprovisto de alimento para los pulmones como el que acababa de abandonar. Siguiу arrastrбndose, apenas consciente del hecho de que se deslizaba sobre dos rodillas llagadas y una mano ensangrentada. Su otro brazo simplemente colgaba y se arrastraba, un trozo retorcido y quemado de escoria, y tan solo la bendiciуn de un profundo shock le evitaba el estar aullando por un dolor insoportable.

Siguiу arrastrбndose, sobre el umbral de una puerta, a lo largo de un pasadizo. El aire era aquн mбs limpio y mucho mбs frнo: se sentу e inhalу su bendita frescura. El compartimiento le era familiar, y sin embargo no conocido. Parpadeу, tratando de comprender el porquй. Largo y estrecho, con una pared curvada de la que surgнan las partes traseras de inmensos caсones. Claro, se trataba de la baterнa principal, los caсones que el espнa chinger Ansioso Beager habнa fotografiado. Aunque ahora era diferente, con el techo mбs cercano al suelo, hundido y abollado, como si un gigantesco martillo lo hubiera golpeado desde el exterior. Habнa un hombre derrumbado en el asiento del artillero del arma mбs cercana.

- їQuй pasa? - preguntу Bill, arrastrбndose hacia el hombre y asiйndolo por el hombro. Sorprendentemente, el artillero tan solo pesaba algunos gramos, y cayу del asiento ligero como una pluma, y con un rostro de pergamino viejo, tal y como si no le quedase una gota de lнquido en su cuerpo.

- Rayo deshidratante - gruсу Bill -. Creн que tan solo existнa en la televisiуn.

El asiento del artillero estaba acolchado, y parecнa muy confortable, mucho mбs que el deformado suelo de acero; Bill se dejу caer en la reciйn abandonada posiciуn y mirу con ojos que no veнan a la pantalla situada frente a йl. Pequeсos puntos mуviles de luz.

En grandes letras, encima mismo de la pantalla, se leнa:

LAS LUCES VERDES SON NUESTRAS NAVES, LAS LUCES ROJAS EL ENEMIGO. EL OLVIDAR ESTO ES UN CRIMEN QUE MERECERБ UNA CORTE MARCIAL.

- No lo olvidarй - murmurу Bill, mientras comenzaba a resbalar de la silla. Para detenerse, se agarrу a una enorme palanca que se alzaba frente a йl, y cuando lo hizo un cнrculo de luz con una x en su interior se moviу en la pantalla. Era muy interesante. Puso el cнrculo alrededor de una de las luces verdes, y entonces recordу algo acerca de una corte marcial. Se riу un poco y lo moviу hasta una luz roja, con la x justo encima de la luz. Habнa un botуn rojo en la parte superior de la palanca, y lo apretу porque parecнa del tipo de los botones hechos para ser apretados. El caсуn junto a йl hizo uuffle... en una forma muy tranquila, y la luz roja desapareciу. No muy interesado, soltу la palanca.

- ЎOh, eres un luchador nato! - dijo una voz, y con algъn esfuerzo Bill girу su cabeza. Habнa un hombre con restos de galones dorados. Se adelantу -. Lo vi - exhalу -. No lo olvidarй nunca mientras viva. ЎEres un luchador nato! ЎQuй estуmago! ЎSin miedo! ЎAdelante contra el enemigo, sin cuartel, no abandonйis la nave...!

- їQuй idioteces estб diciendo? - preguntу pastosamente Bill.

- ЎUn hйroe! - dijo el oficial, dando palmadas en la espalda de Bill, lo cual le produjo un agudo dolor, y fue la ъltima gota para su mente consciente, que abandonу las riendas del mando y se retirу a descansar. Bill se desmayу.

 

OCHO

 

- Y ahora serбs un soldadito bueno y te beberбs tu comida...

Las cбlidas notas de la voz se insinuaron en un sueсo especialmente repugnante que Bill se complaciу en abandonar y, con un tremendo esfuerzo, logrу forzar sus ojos a que se abriesen. Un rбpido parpadeo los puso en foco, y vio ante йl una jarra sobre una bandeja sostenida por una blanca mano unida a un blanco brazo que estaba conectado a un blanco uniforme relleno de pechos femeninos. Con un gutural gruсido animal, Bill apartу de un manotazo la bandeja y se lanzу sobre el traje. No logrу alcanzarlo porque su brazo izquierdo estaba vendado en algo y colgaba de cables, asн que girу alrededor de su cama como un escarabajo pinchado, lanzando gritos inarticulados. La enfermera chillу y escapу.

- Me alegra ver que se siente mejor - dijo el doctor arrojбndolo contra la cama con un bien entrenado gesto e inmovilizando el aъn ansioso brazo de Bill con un limpio golpe de judo -. Le servirй algo mбs de cena y se la beberб ahora mismo, y entonces dejaremos que entren sus compaсeros para el descubrimiento. Estбn todos esperando afuera.

El dolor ya abandonaba su brazo, y pudo rodear con sus dedos la jarra. Dio un sorbo.

- їQuй compaсeros? їQuй descubrimiento? їQuй pasa aquн? - preguntу suspicaz.

Entonces se abriу la puerta y entraron los soldados. Bill contemplу sus rostros, buscando compaсeros, pero todo lo que vio fueron ex-soldadores y extraсos. Entonces recordу.

- ЎCaliente Brown asado! - aullу -. ЎTembo achicharrado! ЎEl primera clase Bilis destripado! ЎEstбn todos muertos! - se ocultу bajo las sбbanas y gimiу terriblemente.

- Esa no es la forma de comportarse de un hйroe - le dijo el doctor, arrastrбndolo hasta la almohada y arreglando las sбbanas bajo sus brazos -. Eres un hйroe, soldado, un hombre cuyo valor, ingenio, integridad, estricto cumplimiento de su deber, espнritu de lucha y mortнfera punterнa salvу la nave. Todos los escudos estaban inutilizados, la sala de mбquinas destruida, los artilleros muertos, el control perdido, y el acorazado enemigo se acercaba para acabarnos cuando tъ apareciste como un бngel vengador, herido y casi muerto, y con tu ъltimo esfuerzo consciente disparaste el caсonazo que escuchу toda la flota, el solitario disparo que destruyу al enemigo y salvу a nuestra nave, la vieja gran dama de la flota Fanny Girl - le pasу una hoja de papel a Bill -. Naturalmente, estoy leyйndose el informe oficial. Por mi parte, creo que fue pura suerte.

- Me tiene celos - gruсу Bill, ya enamorado de su nueva imagen.

- ЎNo se haga el freudiano conmigo! - aullу el doctor; y luego lloriqueo, desconsolado -: Siempre quise ser un hйroe, pero lo ъnico que hago es cuidar a los hйroes. Voy a sacarte esas vendas.

Descolgу los cables que mantenнa en alto el brazo de Bill, y comenzу a desenrollar las vendas, mientras los soldados se apelotonaban para contemplar.

- їCуmo estб mi brazo, doctor? - Bill se sintiу repentinamente preocupado.

- Asado como un filete. Tuve que amputarlo.

- Entonces, їquй es eso? - ululу Bill, horrorizado.

- Otro brazo que te injertй. Habнa muchos sueltos despuйs de la batalla. La nave tuvo un cuarenta y dos por ciento de bajas, y realmente me pude dedicar a cortar, picar y coser. Te lo aseguro.

Cayу el ъltimo vendaje, y los soldados dijeron ah con satisfacciуn.

- Vaya, es un brazo magnнfico.

- Prueba a hacer algo.

- Y tiene un cosido estupendo cerca del hombro: ЎFijбos que bien le han quedado los puntos!

- Y ademбs tiene buenos mъsculos, y es largo, no como la mierda que lleva al otro lado.

- Mбs largo y mбs oscuro... Ўtiene un maravilloso color!

- ЎEs el brazo de Tembo! - bramу Bill -. ЎSбquenmelo! - se arrastrу por la cama, pero el brazo lo siguiу. Lo aplastaron de nuevo contra las almohadas.

- Eres un tipo de suerte, Bill, al tener un buen brazo como este. Y ademбs es el brazo de un amigo.

- Sabemos que le hubiera gustado que tъ lo heredases.

- Siempre tendrбs algo que te lo recuerde.

Realmente, no era un mal brazo. Bill lo doblу y flexionу los dedos de la mano, mirбndolo aъn con sospecha. Se lo notaba bien. Lo extendiу y agarrу el brazo de un soldado, apretando. Podнa notar como los huesos del hombre se comprimнan, mientras este chillaba y se estremecнa. Entonces Bill mirу con mбs detenimiento la mano, y comenzу a escupir blasfemias contra el doctor.

- ЎEstъpido cortahuesos! ЎDoctor de thoat! Menudo trabajo ha hecho... Ўeste es un brazo derecho!

- Asн que es un brazo derecho... їy quй?

- Pero usted cortу mi brazo izquierdo. Ahora tengo dos brazos derechos...

- Escuche, habнa un dйficit de brazos izquierdos. No soy ningъn milagrero. Lo hago lo mejor que sй, y solo tengo quejas. Puede estar contento de que no le injertara una pierna - Sonriу diabуlicamente -, y puede aъn estar mбs contento de que no le injertase...

- Es un buen brazo, Bill - dijo el soldado al que le habнa aplastado el brazo, mientras se lo friccionaba -. Y ademбs tienes suerte: ahora podrбs saludar con ambos brazos, y nadie mбs puede hacerlo.

- Tienes razуn - dijo humildemente Bill -. No habнa pensado en ello. Realmente, soy un hombre afortunado - intentу un saludo con su brazo izquierdo-derecho, y el codo se doblу perfectamente sobre su pecho, y las yemas de los dedos se agitaron sobre su ceja. Todos los soldados se pusieron firmes y devolvieron el saludo. La puerta se abriу de un empujуn y un oficial metiу la cabeza por ella.

- Descansen, muchachos, esto es tan solo una visita informal del Viejo.

- ЎEl Capitбn Zekial viene aquн!

- Nunca he visto al Viejo... - los soldados piaban como pajarillos, y estaban tan nerviosos como vнrgenes en una ceremonia de desfloraciуn. Otros tres oficiales atravesaron la puerta, y finalmente entrу un enfermero que llevaba de la mano a un retardado mental de diez aсos de edad con un chupete y uniforme de capitбn.

- Ehhh... hola, chicos... - dijo el capitбn.

- El capitбn desea saludamos a todos - dijo eficientemente un primer teniente.

- їE-e-te e-de la-ama?

- Y especialmente desea dar su enhorabuena personal al hйroe del momento.

- ...ha-нa a-go mб-pe-o lo-e olvi-ado...

- Y adicionalmente desea informar al valiente luchador que salvу nuestra nave que estб siendo promocionado hasta el grado de tйcnico en fusibles de primera clase, cuya antedicha promociуn incluye un realistamiento automбtico por siete aсos, que le serбn aсadidos a los de su alistamiento original; y que cuando sea dado de alta del hospital irб con el primer medio de transporte disponible hasta el Planeta Imperial de Helior, para recibir allн la recompensa a su heroicidad en forma del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, de la propia mano del Emperador.

- ...ero ir a mear...

- Pero ahora las exigencias de su mando lo obligan a regresar al puente, y quiere daros a todos una afectuosa despedida.

- їNo es el Viejo algo joven para su grado? - preguntу Bill.

- No mбs que muchos otros - el doctor rebuscу entre sus agujas hipodйrmicas, buscando alguna lo bastante despuntada como para dar una inyecciуn -. Tienes que recordar que todos los capitanes tienen que pertenecer a la nobleza, y aъn una nobleza tan numerosa como la nuestra estб muy solicitada para todas las tareas de un imperio galбctico. Tomamos lo que podemos - encontrу una aguja torcida y la colocу en la jeringuilla.

- De acuerdo, es joven, pero їno es tambiйn algo estъpido para su puesto?

- Cuidado con eso, muchacho, que es lesa majestad. Si tienes un imperio de un par de millares de aсos de antigьedad, y una nobleza que va apareбndose consigo misma, tendrбs todos los genes defectuosos y recesivos apareciendo, y acabarбs con un grupo de gentes que serбn algo mбs exуticos que lo que pueda ofrecer un manicomio normal. No hay nada malo en el Viejo que un nuevo cociente de inteligencia no pudiera curar. Deberнas de haber visto al capitбn de la ъltima nave en que servн... - se estremeciу, y clavу maliciosamente la aguja en la carne de Bill. Este aullу y luego, dolorido, contemplу como la sangre surgнa del orificio abierto por la hipodйrmica al ser retirada esta.

Se cerrу la puerta, y Bill se quedу solo, contemplando la desnuda pared y su futuro. Era un especialista en fusibles de primera clase, y esto era bueno. Pero el alistamiento obligatorio por siete aсos mбs ya no era tan bueno. Su buen бnimo decayу. Deseу poder hablar con alguno de sus viejos compaсeros, y entonces recordу que todos estaban muertos, y su бnimo decayу aъn mбs. Tratу de animarse a sн mismo, pero no pudo pensar en nada que lo alegrase hasta que descubriу que podнa estrecharse a sн mismo la mano. Esto le hizo sentirse algo mejor.

Se arrellanу en las almohadas y se estrechу la mano hasta que se quedу dormido.

 

 

LIBRO SEGUNDO - UN BAСO EN EL REACTOR DE PISCINA

 

UNO

 

Ante ellos, el frente del cilнndrico transbordador era una ъnica y gigantesca ventana, un grueso escudo de cristal blindado repleto ahora por las ensortijadas volutas de nubes a travйs de las que caнan. Bill se recostу confortablemente en la silla de desaceleraciуn, contemplando la escena con ansiedad. En la gruesa nave habнa asientos para veinte personas, pero solo estaban ocupados tres, incluyendo el de Bill. Sentado junto a йl, y trataba de no mirarlo demasiado, habнa un artillero de primera clase que parecнa haber sido disparado por uno de sus caсones. Su rostro era casi todo de plбstico, y contenнa un ъnico y sanguinolento ojo. Era un cesto ambulante, ya que sus cuatro amputados miembros habнan sido reemplazados por brillantes artilugios, repletos de resplandecientes pistones, controles electrуnicos y bobinas. Su insignia de artillero estaba soldada al chasis metбlico que hacнa las veces de su antebrazo. El tercer hombre, una bestia de sargento de infanterнa, se habнa quedado dormido en el mismo momento en que habнan subido a bordo tras llegar del transporte interestelar.

- ЎPor mil ranchos podridos! ЎMira eso! - se asombrу Bill, cuando la nave atravesу las nubes y allн, extendiйndose ante ellos, vio la brillante esfera dorada de Helior, el Planeta Imperial, la capital de diez mil soles.

- ЎQuй albedo! - gruсу el artillero, desde algъn punto del interior de su rostro de plбstico -. Hace daсo a la vista.

- ЎNaturalmente! Es oro sуlido... їTe imaginas un planeta recubierto de oro sуlido?

- No, no puedo imaginбrmelo. Ni tampoco me lo creo. Costarнa demasiado. Pero me puedo imaginar uno recubierto de aluminio anodizado. Como este.

Mirбndolo mejor, Bill se pudo dar cuenta de que realmente no brillaba como oro, y comenzу a sentirse de nuevo deprimido. ЎNo! Se obligу a mirar de nuevo. ЎUno podнa arrancar el oro, pero no podнa arrancar la gloria! Helior seguнa siendo el Mundo Imperial, el ojo que nunca dormнa y lo veнa todo colocado en el corazуn de la galaxia. Todo lo que pasaba en cualquier planeta, en cualquier nave del espacio, llegaba hasta aquн, era codificado, archivado, clasificado, anotado, juzgado, perdido, encontrado, y resuelto. Desde Helior llegaban las уrdenes que gobernaban los mundos del hombre, que mantenнan lejos la noche del dominio alienнgena. Helior, un mundo transformado por el hombre, cuyos mares, montaсas y continentes habнan sido recubiertos por una coraza de metal, de varios kilуmetros de espesor, piso tras piso de niveles con una poblaciуn global dedicada a un ъnico ideal: gobernar. El brillante nivel superior estaba moteado de espacionaves de todo tamaсo, mientras el oscuro cielo parpadeaba con otras que llegaban y partнan. La escena se aproximу mбs y mбs, y luego hubo un repentino estallido de luz y la ventana se oscureciу.

- ЎNos hemos estrellado! - jadeу Bill -. ЎYa podemos darnos por muertos...!

- Cierra el buzуn. Eso ha sido simplemente que se ha roto la pelнcula. Como no va ningъn oficial en este viaje, no se preocuparбn de arreglarla.

- їPelнcula?

- їQuй otra cosa te esperabas? їEstбs tan mochales que te creнas que iban a construir transbordadores con grandes ventanales en la proa, justo donde se produce la mбxima fricciуn en la reentrada, para que el calor hiciese bonitos agujeros? Una pelнcula. Igual es de noche ahora.

El piloto los hizo purй con quince g cuando aterrizaron. (El tambiйn sabнa que no llevaba oficiales en este viaje) y mientras estaban haciendo chasquear sus vйrtebras de nuevo a sus posiciones y tratando de introducir sus ojos otra vez en su уrbitas para tratar de ver algo, se abriу la compuerta. No solo era de noche, sino que ademбs llovнa. Un Descargador de Pasajeros de Segunda Clase introdujo adentro su cabeza y los barriу con una sonrisa profesionalmente amistosa.

- Bienvenidos a Helios, Planeta Imperial de las mil delicias... - su rostro cambiу a su habitual mueca de repugnancia -. їNo hay ningъn oficial con vosotros, desgraciados? Vamos, fuera de ahн, salid a escape, tenemos trabajo que hacer.

Lo ignoraron mientras pasaba a su lado y se dirigнa a despertar al sargento de infanterнa, que aъn roncaba como una hйlice rota, sin que su sueсo hubiera sido perturbado por una nimiedad tal como quince g. El ronquido cambiу a un oscuro gruсido, cortado por el agudo chillido del Descargador de Pasajeros de Segunda Clase cuando recibiу una patada en los testнculos. Aъn murmurando, el sargento se uniу a ellos mientras abandonaba la nave, y ayudу a mantener firmes las entrechocantes piernas metбlicas del artillero en la resbaladiza y hъmeda rampa metбlica de descenso. Contemplaron con pйtrea resignaciуn como sus macutos eran lanzados desde el compartimiento de equipajes a un profundo charco de agua. Y como un ъltimo y dйbil intento de venganza, el Descargador de Pasajeros de Segunda Clase desconectу el campo repulsor que habнa estado protegiйndolos de la lluvia, e inmediatamente se quedaron calados y congelados por el gйlido viento. Se echaron los macutos al hombro, exceptuando el artillero, que arrastraba el suyo sobre pequeсas ruedecitas, y comenzaron a caminar hacia las luces mбs cercanas, situadas al menos a un par de kilуmetros de distancia y apenas visibles entre la cortina de agua. A mitad de camino, el artillero se quedу rнgido cuando se cortocircuitaron sus relйs, asн que le colocaron las ruedecillas bajo los pies, cargaron los macutos sobre sus piernas, y les sirviу como una estupenda carretilla el resto del camino.

- Soy una estupenda carretilla - se quejу el artillero.

- No te quejes - le dijo el sargento -. Al menos ya tienes un trabajo civil.

Dio una patada a la puerta para abrirla, y caminaron y rodaron al deseado calor de la oficina de operaciones.

- їTienen una lata de disolvente? - le preguntу Bill al hombre situado tras el mostrador.

- їTienen уrdenes de viaje? - les preguntу el hombre, ignorando sus palabras.

- Tengo una lata en mi macuto - dijo el artillero, abriйndolo y trasteando en su interior.

Entregaron sus уrdenes, la del artillero estaba abotonada en el bolsillo del pecho, y el oficinista las metiу por la rendija de una gigantesca mбquina situada tras йl. La mбquina zumbу y encendiу las luces, y Bill goteу disolvente en todas las conexiones elйctricas del artillero hasta que logrу sacar el agua. Sonу una bocina, las уrdenes fueron regurgitadas, y por otro orificio comenzу a salir una cinta grabada. El oficinista la arrancу y la leyу rбpidamente.

- Estбn en problemas - dijo con sбdica alegrнa -. Se supone que los tres van a recibir el Dardo Pъrpura en una ceremonia con el Emperador, que van a filmar dentro de tres horas. No lograrбn llegar a tiempo.

- Eso no es de su cochina incumbencia - graznу el sargento -. Acabamos de salir de la nave. їAdуnde vamos?

- Бrea 1457-D, Nivel K-9, Bloque 823-7, Corredor 492, Cбmara 34, Habitaciуn 62. Pidan por el productor Ratt.

- їY cуmo vamos hasta allн? - preguntу Bill.

- No me lo pregunten, yo tan solo trabajo aquн - tirу tres gruesos volъmenes sobre el mostrador, cada uno de ellos de unos treinta centнmetros cuadrados y casi del mismo grosor, con una cadena soldada al lomo -. Busquen su propio camino, aquн tienen su plano. Pero tendrбn que firmarme un recibo. El perderlo es una ofensa merecedora de corte marcial y castigada con...

El oficinista se dio repentinamente cuenta de que estaba solo en la habitaciуn con los tres veteranos, y mientras se ponнa mortalmente pбlido extendiу la mano hacia un botуn rojo. Pero antes de que su dedo pudiera tocarlo, el brazo metбlico del artillero, escupiendo chispas y humeando, lo clavу contra el mostrador. El sargento se inclinу hasta que su rostro estuvo a un centнmetro del oficinista, y luego hablу con una voz baja y frнa que rizaba la sangre.

- Nunca encontraremos nuestro propio camino. Usted lo encontrarб por nosotros. Nos proveerб de un Guнa.

- Los Guнas son tan solo para los oficiales - protestу dйbilmente el oficinista, y luego exhalу todo el aire de sus pulmones cuando un dedo duro como el acero se le clavу en el estуmago.

- Trбtenos como a oficiales - espetу el sargento -. No nos molesta.

Castaсeбndole los dientes, el oficinista ordenу un Guнa, y se abriу una pequeсa puertecilla metбlica en la pared mбs lejana. El Guнa tenнa un cuerpo metбlico tubular que corrнa sobre seis ruedas neumбticas, con una cabeza construida para que pareciese un perro de caza y una vibrante cola metбlica.

- Chucho, aquн - ordenу el sargento, y el Guнa corriу hacia йl y sacу una lengua de plбstico roja y con un dйbil chirrido de engranajes comenzу a emitir el sonido de un jadeo metбlico. El sargento tomу el trozo de cinta grabada y rбpidamente marcу el cуdigo 1457-D K-9 823-7 492 Flm-34 62 en los botones que decoraban la cabeza del Guнa. Se oyeron dos alegres ladridos, desapareciу la lengua roja, vibrу la cola, y el Guнa rodу por el corredor. Los veteranos lo siguieron

Les llevу una hora, por tobogбn, escalera mecбnica, as. censor, neumocar, mula, monorraнl, acera rodante y barra deslizante, el alcanzar la habitaciуn 62. Mientras estaban sentados en el tobogбn, habнan asegurado las cadenas de sus planos a sus cinturones, pues hasta Bill empezaba a darse cuenta del valor de una guнa en esta ciudad del tamaсo de un mundo. En la puerta de la habitaciуn 62, el Guнa aullу tres veces, y luego rodу alejбndose antes de que pudieran atraparlo.

- Debнamos habernos dado mejor maсa - dijo el sargento -. Esas cosas valen su peso en diamantes.

Abriу una puerta, para descubrir a un tipo obeso sentado frente a un escritorio y gritбndole a un visiofono:

- ЎNo me importa un pimiento cual sea su excusa, tengo excusas a millares! Todo lo que sй es que tengo un programa y las cбmaras estбn dispuestas a rodar, y їdуnde estбn los actores? Se lo pregunto, їy quй es lo que me contesta? - los mirу, y comenzу a chillar -: ЎFuera! ЎFuera! ЎїNo pueden ver que estoy ocupado?!

El sargento se adelantу y lanzу el visiofono contra el suelo, y luego lo pateу hasta reducirlo a humeantes restos.

- Tienes una forma muy directa de conseguir que te atiendan - le dijo Bill.

- Dos aсos de combate le hacen a uno ser muy directo en todo - dijo el sargento, rechinando los dientes en una forma molesta y ruidosa. Luego -: Aquн estamos, Ratt. їQuй es lo que hacemos?

El productor Ratt se hizo camino a puntapiйs por entre los restos, y abriу una puerta situada tras el escritorio.

- ЎA sus puestos! ЎLuces! - gritу.

 Y hubo un inmenso correteo y una repentina luz deslumbrante. Los veteranos que iban a ser honrados lo siguieron a travйs de la puerta hasta un inmenso estudio que resonaba con un caos organizado. Cбmaras sobre plataformas motorizadas rodaban alrededor del platу, en el que decorados y utilerнa simulaban el extremo de una sala real del trono. Las ventanas de celosнas brillaban por una imaginaria luz solar, y un rayo de sol dorado de un reflector iluminaba el trono. Guiados por las instrucciones gritadas del director, una manada de nobles y de funcionarios de alto rango tomaron posiciones frente al trono.

- ЎLos ha llamado desgraciados! - se atraganto Bill. - ЎLo fusilarбn!

- Mira que eres estъpido. Esos son actores. їCrees acaso que pueden conseguir nobles para algo como eso? - dijo el artillero, desenrollando un cable de su pierna derecha y enchufбndolo para recargar sus baterнas.

- Tan solo tenemos tiempo para ensayar esto una vez antes de que llegue el Emperador, asн que nada de errores. - El director Ratt subiу los peldaсos y se arrellanу en el trono - Harй el papel del Emp. Vosotros, los principales, tenйis los papeles mбs fбciles, y no quiero que la pifiйis. No tenemos tiempo para repeticiones. Os pondrйis ahн, en lнnea, y cuando diga «se rueda» os ponйis firmes, como os han enseсado, a menos que los contribuyentes hayan estado malgastando su dinero. Usted, el tipo de la izquierda metido en una pajarera, apague los motores, estб estropeando la banda sonora. Si hace rechinar las marchas otra vez mбs, le arrancarй todos los fusibles. Afirmativo. Estйn firmes hasta que digan sus nombres, den un paso al frente y saluden. El Emperador les clavarб la medalla; saluden, pуnganse firmes otra vez y den un paso atrбs. їMe entienden, o es demasiado complicado para sus pequeсas mentes indoctrinadas?

- ЎVбyase a reventar por ahн! - rugiу el sargento.

- Muy listo. De acuerdo... ЎHagamos un intento!

Ensayaron la ceremonia dos veces antes de que se oyera un tremendo resoplar de cornetas y seis generales con pistolas de rayos mortнferos firmemente empuсadas corrieran a paso ligero hasta el platу y se detuvieran de espaldas al trono. Todos los extras, cбmaras y tйcnicos y hasta el director Ratt, hicieron una profunda reverencia mientras los veteranos se ponнan firmes. El Emperador entrу, subiу los peldaсos y se desplomу en el trono.

- Continъe... - dijo con una voz aburrida, y eructу tras su mano.

- ЎSe rueda! - aullу con todos sus pulmones el director, y se tambaleу fuera del radio de acciуn de las cбmaras.

La mъsica se alzу en una tremenda oleada, y comenzу la ceremonia. Mientras el Ministro de Condecoraciones y Protocolo leнa la naturaleza de las heroicas acciones que los nobles hйroes habнan realizado para merecer la mбs noble de todas las medallas: el Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, el Emperador se alzу del trono y caminу mayestбticamente hacia adelante. El sargento de infanterнa era el primero, y Bill lo contemplу con el rabillo del ojo mientras el Emperador tomaba una medalla de platino adornada con oro, plata y rubнes, de una caja que le ofrecнan, y la clavaba en el pecho del hombre. Entonces el sargento dio un paso atrбs hacia su posiciуn, y fue el tumo de Bill. Como desde una inmensa distancia, oyу pronunciar su nombre con ruidosas tonalidades de trueno, y se adelantу con cada gramo de precisiуn que se le habнa enseсado en el Campo Leуn Trotsky. ЎAllн, frente a йl, se hallaba el hombre mбs amado de la galaxia! La larga e hinchada nariz que adornaba un billуn de billetes de banco estaba apuntada hacia йl. La prominente mandнbula y los salidos dientes que llenaban un billуn de pantallas de televisiуn estaban pronunciando su nombre. ЎUno de los imperiales ojos estrбbicos le estaba mirando a йl! La pasiуn saltу en las entraсas de Bill como grandes olas rompiйndose contra los acantilados. Hizo el mejor de sus saludos.

En realidad hizo el mejor de los saludos posibles, ya que no habнa mucha gente con dos brazos derechos. Ambos brazos giraron en precisos cнrculos, ambos codos se doblaron en perfectos бngulos, ambas palmas quedaron vibrando netamente junto a ambas cejas. Estaba bien hecho, y tomу al Emperador por sorpresa, y por un vibrante momento logrу apuntar ambos ojos hacia Bill, antes de que volvieran a separarse de nuevo al azar. El Emperador, todavнa algo confuso por el poco usual saludo, tomу la medalla y clavу la aguja a travйs de la tъnica de Bill, perforando netamente su estremecida carne.

Bill no sintiу ningъn dolor, pero el repentino pinchazo descargу la creciente emociуn que habнa estado corriendo por йl. Abandonando el saludo, cayу de rodillas en el buen viejo estilo de los siervos campesinos tal y como se veнa en la televisiуn histуrica, que de hecho era de donde su servil subconsciente habнa sacado la idea, y tomу la enfermiza y deformada mano del Emperador.

- ЎPadre nuestro! - exultу Bill, besando la mano.

Con ojos de odio, la guardia personal de generales saltу hacia adelante, y la muerte batiу sus negras alas sobre Bill; pero el Emperador sonriу y separу gentilmente su mano, limpiando la saliva en la tъnica de Bill. Un signo casual de su dedo devolviу a la guardia a su posiciуn, y se moviу hacia el artillero, le clavу la medalla que quedaba y se echу hacia atrбs.

- ЎCorten! - gritу el director Ratt - Procesen esto, es un hallazgo con ese imbйcil campesino lloriqueando.

Cuando Bill se puso en pie, vio que el Emperador no habнa regresado al trono, sino que se hallaba entre la multitud de actores. La guardia personal habнa desaparecido. Bill parpadeу, asombrado, cuando un hombre le arrebatу la corona de la cabeza, la metiу en una caja y se marchу con ella.

- Tengo el freno atascado - dijo el artillero, saludando aъn con un vibrante brazo -. Bбjame esta maldita cosa, por favor. Nunca funciona bien por encima del nivel del hombro.

- Pero... el Emperador... - dijo Bill, tirando del brazo atascado hasta que los frenos chirriaron y se soltaron.

- Un actor... їQuй otra cosa te imaginabas? їCreнas que iban a hacer que el verdadero Emperador les diese medallas a los soldados? Apuesto a que solo se las da a los mariscales. Pero hacen ver como si lo fuera de verdad, y asн algъn estъpido, como tъ, se emociona. Estuviste magnнfico.

- Aquн tienen - dijo un hombre, entregбndoles copias de metal estampado de las medallas que llevaban y arrebatбndoles los originales.

- ЎA sus puestos! - la amplificada voz del director retumbу -. Tenemos tan solo diez minutos para ensayar lo de la Emperatriz besando a los sextillizos aldebarianos para el Programa de la Fertilidad. Traed a esos niсos de plбstico aquн, y echad a esos malditos espectadores.

Se empujу a los hйroes al corredor, y la puerta se cerrу tras ellos con un seco golpe.

 

DOS

 

- Estoy cansado - dijo el artillero y ademбs me duele la quemadura.

Habнa tenido un cortocircuito durante una acciуn en la Vieja Taberna de los Soldados, prendiйndose fuego.

- Venga, vamos - insistiу Bill -. Tenemos pases por tres dнas antes de que salga nuestra nave, y estamos en Helior, el Planeta Imperial. Hay maravillas que ver: los Jardines Colgantes, las Fuentes del Arco Iris, los Palacios Enjoyados. No puedes perdйrtelo.

- Ya verбs si no. Tan pronto como haya recuperado algo del sueсo que llevo atrasado, regresarй a la Vieja Taberna. Si tienes tanta necesidad de llevar a alguien de la mano mientras haces el turista, coge al sargento.

- Aъn estб borracho.

El sargento de infanterнa era un bebedor solitario que no creнa en los ritos sociales. Ni tampoco se preocupaba por las disoluciones o por gastar dinero en bellos envoltorios. Habнa gastado todo su dinero en sobornar a un enfermero, y habнa obtenido dos bidones de alcohol puro de noventa y nueve grados, un barril de glucosa y una soluciуn salina, una aguja hipodйrmico y un trozo de tubo de goma. La mezcla de todo ello en los bidones habнa sido colocada sobre una repisa encima de su litera, con el tubo conectado a la aguja y йsta clavada en una inyecciуn intravenosa. Ahora estaba quieto, bien alimentado y completa y absolutamente borracho todo el tiempo, y, si no le cortaban el fluido, podrнa permanecer borracho durante dos aсos y medio.

Bill dio un retoque al brillo de sus botas y cerrу el cepillo en su taquilla con el resto de sus cosas. Tal vez regresase tarde: era fбcil perderse aquн en Helior sin un Guнa. Les habнa llevado casi todo un dнa el encontrar el camino desde el estudio hasta su alojamiento, aun cuando llevaban al sargento, un hombre experto en mapas, dirigiйndoles. Mientras permanecнan cerca de su propia бrea, no habнa problema; pero Bill ya estaba harto de los placeres previstos para los guerreros. Querнa ver Helior, el verdadero Helior, la primera ciudad de la galaxia. Si nadie querнa ir con йl, irнa solo.

A pesar del Plano, era realmente difнcil el decir exactamente a quй distancia estaba cualquier cosa en Helior, ya que los planos eran todos diagramбticos y no tenнan escala. Pero el viaje que planeaba parecнa ser largo, ya que uno de los trozos mбs largos en que tendrнa que tomar un medio de transporte: un coche magnйtico evacuado tъnelinear, atravesaba al menos ochenta y cuatro submapas. ЎSu destino podнa muy bien hallarse en el otro lado del planeta! ЎUna ciudad tan grande como un planeta! ЎEl concepto era casi demasiado amplio como para poderlo abarcar! De hecho, cuando pensу en ello, el concepto le resultу demasiado amplio como para abarcarlo.

Los bocadillos que habнa comprado en el automбtico del cuartel se le acabaron antes de llegar a medio camino, y su estуmago, ajustбndose ansiosamente a la comida sуlida de nuevo, rugiу protestas hasta que abandonу el tobogбn en el Area 9266-L, Nivel algo u otro, o dondequiera diablos que se hallase, y buscу una cantina. Evidentemente estaba en un Area de mecanografiado, porque las multitudes estaban compuestas casi totalmente por mujeres de hombros redondeados y largos dedos. La ъnica cantina que pudo hallar estaba repleta de ellas, y se sentу en medio de la charloteante y chillona multitud, y se obligу a comer un menъ compuesto de la ъnica comida que se podнa obtener allн: sбndwich de queso pasado con pasta de anchoa en pan dulce, purй de patatas con uvas y salsa de cebolla, pasados con tй de hierbas servido tibio en tazas del tamaсo de un pulgar. No le habrнa sabido tan mal si el automбtico no hubiera cubierto inevitablemente todo con salsa de manteca amarga. Ninguna de las chicas pareciу fijarse en йl, ya que todas estaban bajo suave hipnosis durante las horas de trabajo para disminuir sus porcentajes de error. Trabajу con la comida, sintiйndose como un fantasma mientras charlaban y chillaban a su alrededor, con sus dedos, si no los empleaban en comer, golpeando compulsivamente lo que decнan en los bordes de las mesas mientras hablaban. Finalmente logrу escapar, pero la comida le produjo un efecto deprimente, y fue probablemente por ello por lo que cometiу un error, abordando un vehнculo equivocado.

Como los mismos nъmero de Nivel y Bloque se repetнan en cada Area, era posible llegar a un Area equivocada y pasar una buena cantidad de tiempo acabando de perderse antes de darse finalmente cuenta del error. Bill lo hizo, y tras el usual astronуmico nъmero de cambios y variedades de transporte, abordу un ascensor que terminaba, o asн pensу, en los renombrados en toda la galaxia Jardines de Palacio. Todos los demбs pasajeros salieron a niveles inferiores, y el robo-ascensor tomу velocidad mientras se abalanzaba hacia el piso superior. Bill se alzу en el aire mientras frenaba, deteniйndose, y sus oнdos restallaron con el cambio de presiуn, y cuando las puertas se abrieron saliу a un viento cargado de nieve. Boqueу incrйdulo y, tras йl, las puertas se cerraron y el ascensor se desvaneciу.

Las puertas se habнan abierto directamente a una llanura metбlica que constituнa el nivel mбs exterior de la ciudad, ahora oscurecido por los torbellinos de nieve. Bill tanteу buscando el botуn para llamar de nuevo al ascensor, cuando una oleada de aire apartу la nieve y un cбlido sol cayу sobre йl desde un cielo sin nubes. Era imposible.

- Esto es imposible - dijo Bill, con genuina indignaciуn.

- Nada es imposible si yo lo deseo - dijo una voz rasposa por encima del hombro de Bill -. Pues yo soy el Espнritu de la Vida.

Bill resbalу hacia un lado como un robocaballo homeostбtico, llevando sus ojos hasta el pequeсo hombre de patillas blancas con nariz respingona y ojos enrojecidos que habнa aparecido silenciosamente tras йl.

- Tiene una pйrdida en su tanque de pensamiento - saltу Bill, irritado consigo mismo por ser tan asustadizo.

- Uno tiene que estar loco para seguir en este trabajo - sollozу el hombrecillo, y apartу un carбmbano que le colgaba de la nariz -. Medio helado, medio asado, y medio borracho la mitad del tiempo. El Espнritu de la Vida - dijo con voz temblorosa -. Mнo es el poder...

- Ahora que lo menciona - las palabras de Bill fueron ahogadas por un sъbito torbellino de nieve -, yo tambiйn me siento algo borracho. ЎUau...!

El viento cambiу de direcciуn y se llevу las nubes de nieve que cubrнan la vista, y Bill se asombrу ante el repentinamente surgido paisaje.

Nieve y charcos de agua constelaban el suelo hasta el mismo horizonte. La capa dorada se habнa desgastado, y el metal era gris y carcomido bajo ella, recorrido por pequeсos arroyuelos de уxido. Hileras de grandes tuberнas, cada una de ellas del grosor de la altura de un hombre, se aproximaban hacia йl desde mбs allб del horizonte, terminando en bocas similares a chimeneas. Las chimeneas estaban oscurecidas por torbellinos de vapor y nieve que saltaban por el aire en un rugido apagado, aunque una de las columnas de vapor se desplomу y la nube se dispersу mientras Bill la contemplaba.

- ЎTerminaron con la nъmero dieciocho! - gritу ante un micrуfono el viejo, asiendo un bloc de notas y corriendo por entre la humedad hacia una herrumbrosa y descuidada acera rodante que gruснa y gemнa a lo largo de las caсerнas. Bill lo siguiу, chillбndole al hombre, que lo ignoraba completamente. Mientras la acera, traqueteando y estremeciйndose, se los llevaba, Bill comenzу a preguntarse adуnde se dirigнan las caсerнas, y al cabo de un minuto, cuando se le aclarу lo bastante la cabeza, la curiosidad lo dominу y se tendiу para ver quй eran las misteriosas protuberancias que se apreciaban a lo lejos. Lentamente, pudo observar que eran una hilera de gigantescas espacionaves, cada una de las cuales estaba conectada a una de las caсerнas. Con inesperada agilidad, el viejo saltу de la acera y corriу hacia la nave situada en el punto dieciocho, en el que las diminutas figuras de los trabajadores, muy en lo alto, estaban desconectando las uniones de la caсerнa a la nave. El viejo copiу los nъmeros de un contador colocado en la tuberнa mientras Bill observaba como una grъa giraba llevando el final de un grueso tubo flexible que emergнa desde la porciуn de la superficie en donde se hallaban. Estaba unido a la vбlvula de la parte superior de la espacionave. Una vibraciуn agitaba el tubo, y de alrededor de la uniуn con la nave emergнan nubecillas de humo negro que flotaban sobre la sucia llanura metбlica.

- їPodrнa decirme quй infiernos estб pasando aquн? - preguntу suplicante Bill.

- ЎLa vida! ЎLa vida imperecedera! - graznу el viejo, surgiendo desde las profundidades de su depresiуn hasta llegar a las alturas de la alegrнa manнaca.

- їPodrнa ser algo mбs especнfico?

- Aquн tenemos un mundo forrado en metal - golpeу con su pie, y se oyу un bump apagado -. їQuй es lo que esto significa?

- Significa que el mundo estб forrado de metal.

- Correcto. Para ser un soldado, tiene usted una inteligencia bastante notable. Asн que uno toma un planeta y lo forra con metal, y consigue un planeta en el que las ъnicas cosas verdes que crecen son los Jardines Imperiales y un par de macetas de ventana. їQuй es lo que pasa entonces?

- Que se muere todo el mundo - dijo Bill, pues despuйs de todo era un muchacho campesino, y se creнa todas aquellas estupideces de la fotosнntesis y la clorofila.

- Correcto de nuevo. Usted y yo y el Emperador y un par de billones de otros imbйciles estamos ocupados en transformar todo el oxнgeno en biуxido de carbono, y sin plantas que lo transformen de nuevo en oxнgeno tan solo serнa cuestiуn de tiempo el que respirбsemos hasta matarnos.

- їEntonces esas naves traen oxнgeno lнquido?

El viejo afirmу con la cabeza y saltу de nuevo sobre la acera rodante. Bill lo siguiу.

- Afirmativo. Lo consiguen gratis en los planetas agrнcolas. Despuйs de que lo dejan aquн, son cargadas con el carbуn extraнdo a elevado costo del biуxido de carbono, y se remontan con йl hasta los mundos industriales, en donde es usado como combustible, como fertilizante, o para sacar de йl innumerables plбsticos y otros productos...

Bill descendiу de la acera rodante en el ascensor mбs cercano, mientras el viejo y su voz se desvanecнan entre el vapor. Y acurrucбndose, con la cabeza martilleбndole por la excesiva proporciуn de oxнgeno, comenzу a hojear furiosamente su Plano. Mientras estaba esperando el ascensor, encontrу donde estaba mediante el nъmero de cуdigo de la puerta, y comenzу a planear un nuevo camino hacia los jardines de Palacio.

Esta vez no permitiу que se le distrajese. Comiendo tan solo barras de caramelo y sorbiendo bebidas carbуnicas de las mбquinas tragaperras que encontrу en su camino, evitу los peligros y distracciones de los restaurantes; manteniйndose despierto, logrу no perderse ninguna conexiуn. Con ojeras y los dientes podridos, se tambaleу saliendo de un pozo gravitatorio y, con el corazуn palpitante, vio por fin un signo iluminado, y oloroso, en forma de colores, que decнa: JARDINES COLGANTES. Habнa un torniquete de entrada y una taquilla.

- Uno, por favor.

- Serбn diez pavos Imperiales.

- їNo es un tanto caro? - dijo Bill en tono de reproche, sacando los billetes uno a uno de su delgado montуn.

- Si es pobre, no venga a Helior.

El robot cajero tenнa grabadas todo tipo de respuestas cortantes. Bill lo ignorу y se introdujo en los jardines. Eran todo lo que siempre habнa soсado y mбs. Mientras caminaba a lo largo del sendero de ceniza gris por el interior de la pared exterior, podнa ver los arbustos verdes y la hierba justo al otro lado de la reja de titanio. A no mбs de cien metros de distancia, al otro lado de la hierba, flotaban las mбs exуticas plantas y flores de todos los mundos del Imperio. ЎY allн, diminutas en la distancia, estaban las Fuentes del Arco Iris, casi invisibles al ojo desnudo! Bill introdujo una moneda en uno de los telescopios y observу cуmo sus colores brillaban y desaparecнan casi tan bien como si los estuviera viendo en la televisiуn. Siguiу circulando por el interior de la pared, baсado por la luz del sol artificial situado en la parte superior del gigantesco domo.

Pero hasta los espirituales placeres de los jardines se desvanecнan frente a la omnipresente fatiga que lo asнa con manos de hierro. Habнa unos bancos de acero y se desplomу en uno para descansar un momento, y luego cerrу los ojos para reposar la vista. Le cayу la cabeza hacia adelante, y antes de que se pudiera dar cuenta ya estaba totalmente dormido,

Otros visitantes pasaron a lo largo de las cenizas sin molestarle, y tampoco se enterу cuando uno de ellos se sentу en el extremo mбs alejado del banco.

Como Bill nunca vio al hombre, no hay necesidad de describirlo. Baste decir que tenнa una tez cetrina, una nariz enrojecida y rota, ojos ferales que miraban por debajo de un siniestro entrecejo, caderas amplias y hombros estrechos, pies desiguales, delgado, huesudo, los dedos sucios, y con un tic.

Largos segundos de eternidad tictaquearon mientras el hombre permaneciу allн sentado. Luego, durante unos momentos, no se vio a ningъn otro visitante. Con un rбpido movimiento serpentina, el reciйn llegado sacу un soplete atуmico de bolsillo. La diminuta pero increнblemente caliente llama suspirу con brevedad, mientras lo apretaba contra la cadena que aseguraba el plano de Bill a su cinturуn, justamente en el punto en que esta descansaba sobre el banco de metal. En un instante, el metal de la cadena estaba soldado al del banco. Bill seguнa durmiendo.

Una sonrisa de lobo parpadeу en el rostro del hombre como los repugnantes anillos formados en el agua de una cloaca por una rata zambullйndose. Entonces, con un ъnico y rбpido movimiento, la llama atуmica cortу la cadena cerca del volumen. Volviйndose a guardar el soplete de bolsillo, el ladrуn se alzу, tomу el plano de Bill de su regazo, y desapareciу rбpidamente.

 

TRES

 

Al principio, Bill no se dio cuenta de la magnitud de su pйrdida. Emergiу lentamente de su sueсo, con la cabeza espesa y la sensaciуn de que algo iba mal. Tan solo despuйs de repetidos tirones se dio cuenta de que la cadena estaba soldada al asiento y de que el libro habнa desaparecido. La cadena no podнa ser arrancada, y al final tuvo que soltбrsela del cinturуn y dejarla colgando. Regresando hasta la entrada, llamу en la ventanilla de la taquilla.

- No se devuelve el dinero - dijo el robot.

- Deseo denunciar un crimen.

- La policнa se encarga de los crнmenes. Usted quiere hablar con la policнa por telйfono. Aquн hay un telйfono. El nъmero es 111-11-111. - Se abriу una portezuela y saliу despedido un telйfono que le dio a Bill en el pecho, echбndolo hacia atrбs. Marcу el nъmero.

- Policнa - dijo una voz, y un sargento con cara de bulldog, vistiendo un uniforme azul prusia y un rictus, apareciу en la pantalla.

- Deseo denunciar un robo.

- їGrave o leve?

- No lo sй. Me han robado mi Plano.

- Leve. Vaya a la estaciуn de policнa mбs cercana. Este es el circuito de emergencia y lo estб ocupando ilegalmente. La pena por ocupar ilegalmente un circuito de emergencia es... - Bill apretу con fuerza el botуn y la pantalla se oscureciу. Se volviу al cajero robot.

- No se devuelve el dinero - dijo este. Bill dio un bufido de impaciencia.

- Cбllate. Todo lo que quiero saber es dуnde estб la estaciуn de policнa mбs cercana.

- Soy un robot cajero y no de informaciуn. No tengo ese dato en mi memoria. Le sugiero que consulte su plano.

- ЎPero si me han robado mi plano!

- Le sugiero que hable con la policнa.

- Pero... - Bill se puso rojo y pateу irritado la taquilla.

- No se devuelve el dinero - dijo una voz desde su interior, mientras se alejaba.

- Traguitos, traguitos para que se ponga mona - dijo un robot-bar, acercбndose y susurrбndole al oнdo. Luego emitiу el sonido de cubos de hielo sonando en un vaso helado.

- Es una estupenda idea. Una cerveza. Grande. - Metiу unas monedas en la ranura, y agarrу la jarra que cayу por el dispensador, evitando apenas que cayese al suelo. Lo refrescу y lo restaurу, y le calmу la irritaciуn. Contemplу el letrero que decнa: «AL PALACIO ENJOYADO» -. Irй al Palacio. Le darй una mirada, y buscarй a alguien allн que pueda guiarme hasta una estaciуn de policнa. ЎAy!

El robot-bar le habнa arrancado la jarra de la mano, casi llevбndosela el dedo нndice en el proceso, y con una impecable precisiуn robуtica la habнa arrojado a la abierta boca de una rampa de desperdicios, situada a diez metros de distancia, que salнa de una pared.

El Palacio Enjoyado parecнa ser casi tan accesible como los Jardines Colgantes, y decidiу dar cuenta del robo antes de pagar la entrada al recinto verjado que circundaba a una respetable distancia el palacio. Cerca de la entrada habнa un policнa, sacando tripa y haciendo girar su porra, que debнa saber dуnde se hallaba la estaciуn de policнa.

- їDуnde estб la estaciуn de policнa? - preguntу Bill.

- No soy ninguna central de informaciуn... Use su Plano.

- Pero - dijo a travйs de apretados dientes -, no puedo. Me han robado el plano, y es por eso por lo que deseo... ЎAuggh!

Bill habнa dicho Ўauggh! porque el policнa, con un movimiento bien aprendido, le habнa clavado la porra en el sobaco y acorralado con ella contra un rincуn.

- Yo fui soldado antes de lograr pagar mi licencia - dijo el policнa.

- Apreciarнa mejor sus reminiscencias si me sacara la porra del sobaco - gimiу Bill, y luego suspirу agradecido cuando esta desapareciу.

- Como fui soldado, no me gustarнa ver a un compaсero poseedor del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn meterse en lнos. Por otra parte, soy un policнa honesto y no acepto sobornos, pero si un compaсero me prestase veinticinco pavos hasta el dнa de cobro, le estarнa muy agradecido.

Bill habнa nacido estъpido, pero estaba aprendiendo. El dinero apareciу y se desvaneciу rбpidamente, y el policнa se relajу, golpeando con la punta de su porra sus amarillentos dientes.

- Muchacho, dйjame que te diga algo antes de hablarte oficialmente en virtud de mi cargo, ya que ahora hemos estado hablando de compaсero a compaсero. Hay un montуn de formas en que meterse en lнos aquн en Helior, pero la mбs fбcil es perder el Plano. En Helior eso se paga con la horca. Sй de un chico que fue a la estaciуn para informar que alguien le robу el Plano y lo espesaron antes de que hubieran transcurrido diez segundos, tal vez cinco. Y ahora, їquй es lo que querнas decirme?

- їTiene lumbre?

- No fumo.

- Entonces, adiуs.

- Tуmatelo con calma, muchacho.

Bill doblу una esquina y se aplastу contra la pared, respirando profundamente. їY ahora quй? Apenas si podнa hallar su camino por aquellos lugares con el plano... їcуmo iba a hacerlo sin йl? Tenнa un peso en su interior que trataba de ignorar. Apartу su sensaciуn de terror y tratу de pensar, pero pensar la causaba dolor de cabeza. Parecнa que hacнa aсos desde su ъltima buena comida, y al pensar en la comida comenzу a segregar saliva a tal velocidad que casi se ahogу. Comida, eso era lo que necesitaba, comida para poder pensar, tenнa que relajarse sobre un jugoso filete, y cuando el hombrecillo interior estuviera satisfecho podrнa pensar claramente y hallar una forma en que salir de este lнo. Tenнa que haber una forma de hacerlo. Le quedaba casi un dнa completo antes de tener que regresar al cuartel, y eso era bastante. Dando la vuelta a una esquina, penetrу en un alto tъnel deslumbrante de luz, y la mбs brillante de las luces era un signo que decнa: «EL TRAJE ESPACIAL DORADO».

- El Traje Espacial Dorado - dijo Bill -. Eso es lo que necesito. Menudo restaurante, famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha aparecido. He ahн la forma en que volver a recuperar mi antigua moral. Serб caro, pero quй infiernos...

Apretбndose el cinturуn y arreglбndose el cuello, subiу por las amplias escalinatas doradas y atravesу la imitaciуn de compuerta espacial. El maitre le hizo una seсa y le sonriу, la suave mъsica le acariciу en el camino, y el suelo se abriу bajo sus pies. Araсando inerme las lisas paredes, cayу por un dorado tubo que se inclinaba gradualmente, hasta que, cuando emergiу de йl, cruzу el aire y cayу, de bruces, en un polvoriento callejуn metбlico. Frente a йl, pintado en la pared con letras de medio metro de alto, se leнa el imperativo mensaje: «LБRGATE, DESGRACIADO». Se alzу y se quitу el polvo, y un robot se le aproximу y le murmurу al oнdo con la voz de una joven y bella muchacha:

- Apuesto a que estбs hambriento, cariсo. їPor quй no pruebas la pizza con curry al estilo neoindio de Giuseppe Sing? Estбs tan solo a unos pasos de su establecimiento, tienes la direcciуn en la parte de atrбs de la tarjeta.

El robot sacу una tarjeta de una ranura en su pecho y la colocу cuidadosamente en la boca de Bill. Era un robot barato y mal ajustado.

Bill escupiу la pastosa tarjeta y la limpiу en su paсuelo.

- їQuй pasу? - preguntу.

- Apuesto a que estбs hambriento, cariсo... grrr-ark - el robot cambiу de grabaciуn al oнr las palabras de Bill -. Has sido expulsado de El Traje Espacial Dorado, famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha aparecido, porque eres un desgraciado sin dinero. Cuando entraste en el establecimiento te miraron con rayos X y computaron automбticamente el contenido de tus bolsillos. Como este contenido era obviamente inferior a la consumiciуn mнnima de entrada, una bebida e impuestos, te expulsaron. Pero aъn estбs hambriento, їno, cariсo? - el robot lo mirу de reojo y su almibarada y sexy voz surgiу por entre las rendijas de su altavoz bucal -. Ven a Sing, en donde la comida es buena y barata. Prueba la fabulosa lasaсa de Sing con dahl y salsa de lima.

Bill fue allн, no porque desease nada de esa repugnante concocciуn italobombayesa, sino porque en la parte trasera de la tarjeta habнa un mapa de instrucciones. Notaba una sensaciуn de seguridad al saber de nuevo cуmo ir de algъn punto a otro, siguiendo las direcciones, bajando por aquella escalera, cayendo por aquel tubo gravitatorio, agarrбndose como podнa a las anillas deslizantes. Tras un ъltimo giro, su nariz fue tomada al asalto por una oleada de aroma de grasa rancia, ajo pasado y carne chamuscada, y supo que ya habнa llegado.

La comida era increнblemente cara, y mucho peor de lo que jamбs podrнa haber imaginado que fuera, pero calmу el doloroso rugir de su estуmago, por atontamiento ya que no por placentera saciaciуn. Con una uсa tratу de desprender horribles trozos de ternilla de entre sus dientes, mientras miraba al hombre sentado frente a йl en la mesa, que estaba quejбndose en voz baja mientras se obligaba a tragar cucharadas de algo inmencionable. Su compaсero de mesa estaba vestido con brillantes ropas festivas, y parecнa ser un tipo gordo, amable y amistoso.

- Hey... - dijo Bill, sonriendo.

- Cбete muerto - gruсу el hombre.

- Todo lo que dije fue hey. - Petulantemente.

- Ya es bastante. Todos los que se han molestado en hablarme en las diecisйis horas que he pasado en este llamado planeta de placer, me han timado o estafado o robado mi dinero en una forma u otra. Estoy casi arruinado, y aъn me quedan seis dнas de mi vacaciуn. Ver Helior y Vivir.

- Tan solo querнa preguntarle si podrнa darle una ojeada a su plano mientras estб comiendo.

- Ya te he dicho que todo el mundo quiere timarme. Cбete muerto.

- Por favor.

- De acuerdo... Por veinticinco pavos, en contante y por anticipado. Y tan solo mientras estй comiendo.

- ЎVale! - Bill puso el dinero sobre la mesa de un golpe, se zambullу bajo la mesa y, sentado con las piernas cruzadas, comenzу a ojear furiosamente el volumen, apuntando las instrucciones de viaje tan aprisa como podнa encontrar su camino. Sobre йl, el gordo continuaba comiendo y gruсendo, y cuando tomaba un bocado particularmente malo, la sacudida tiraba de la cadena y hacнa perder el punto a Bill. Este ya habнa casi logrado marcar una ruta hasta medio camino del refugio en el Cuartel de Trбnsito para Tropa antes de que el hombre tirase del libro y se marchase.

 

Cuando Ulises regresу de su terrorнfico viaje, se guardу mucho de daсar los oнdos de Penйlope con los increнbles detalles de su viaje. Cuando Ricardo Corazуn de Leуn, finalmente liberado de su calabozo, volviу a casa tras los aсos repletos de peligros de las Cruzadas, no asaltу la sensibilidad de la reina Berengaria con anйcdotas horripilantes, simplemente la saludу y le abriу el cinturуn de castidad. Ni yo tampoco, gentil lector, profanarй tu escucha con los peligros y desesperaciones de los periplos de Bill, pues estбn fuera de todo lo imaginable. Baste decir que lo logrу: llegу al C.T.T.

A travйs de enrojecidos ojos, contemplу parpadeante el cartel CUARTEL DE TRБNSITO PARA TROPA, y luego tuvo que apoyarse contra la pared, pues la alegrнa lo dejaba sin fuerzas. ЎLo habнa logrado! Tan solo habнa sobrepasado en ocho dнas su permiso, y esto no podнa importar mucho. Pronto se hallarнa de nuevo entre los amistosos brazos de los soldados, apartado de los kilуmetros sin fin de corredores metбlicos, las multitudes continuamente apresuradas, los toboganes, corredizos resbalantes, tubos gravitatorios, elevadores, subidas de succiуn y demбs. Podrнa emborracharse con sus compaсeros y dejar que el alcohol disolviese las memorias de sus terribles viajes, tratando de olvidar el horror sin fin de aquellos dнas errabundos, sin comida ni agua, ni el sonido de una voz humana, tambaleбndose sin fin a travйs de las profundidades estigias de los Niveles del Papel Carbуn. Todo esto habнa pasado. Se sacу el polvo de su arrugado uniforme, dбndose vergonzosa cuenta de los descosidos, arrugas y botones que le faltaban. Si podнa meterse en el cuartel sin ser detenido, se cambiarнa de uniforme antes de presentarse al oficial de guardia.

Algunas cabezas se volvieron hacia йl, pero logrу pasar perfectamente por la sala de dнa hasta llegar a los dormitorios. Solo que su colchуn estaba enrollado, habнan desaparecido sus mantas y su taquilla estaba vacнa. Comenzaba a creer que se encontraba en un lнo, y para los soldados un lнo nunca es algo fбcil. Reprimiendo una gйlida sensaciуn de desesperaciуn, se aseу como mejor pudo en la letrina, dio un trago reparador del grifo de agua frнa, y luego se arrastrу hasta la sala de dнa. El sargento primero estaba en su escritorio, un gigantesco hombre, musculoso y de aspecto sбdico, con una piel oscura del mismo color que la de su viejo amigo Tembo. Tenнa un muсeco de plбstico ataviado con uniforme de capitбn en una mano, y le estaba clavando clips desdoblados con la otra. Sin volver la cabeza, girу los ojos hacia Bill y dio un bufido.

- Estбs en un buen lнo, soldado, al venir a la sala de dнa con un uniforme como ese.

- Estoy en un lнo mбs grande del que se imagina, sargento - dijo Bill, apoyбndose dйbil en el escritorio. El sargento contemplу las asimйtricas manos de Bill, mientras sus ojos corrнan rбpidamente de una a otra.

- їDe dуnde has sacado esa mano, soldado? ЎHabla! Conozco esa mano.

- Perteneciу a un amigo mнo, y tambiйn tengo el brazo que iba con ella.

Ansioso por pasar a cualquier tema que no fuera el de sus crнmenes militares, Bill extendiу la mano para que el sargento la contemplara. Pero se horrorizу cuando los dedos formaron un duro puсo, los mъsculos se apretaron en su brazo, y el puсo volу hacia adelante para dar de lleno en la mandнbula del sargento primero, echбndolo hacia atrбs con silla y todo.

- ЎSargento! - gritу Bill, y agarrу su mano rebelde con la otra, llevбndola, no sin luchar, de nuevo a su costado.

El sargento se alzу lentamente, y Bill se echу hacia atrбs, temblando. No se lo podнa creer cuando vio que el sargento se sentaba de nuevo, sonriendo.

- Ya sabнa yo que conocнa esa mano, es la de mi viejo amigo Tembo. Siempre bromeбbamos asн. Ten buen cuidado con esa mano, їme escuchas? їLlevas algo mбs de Tembo por ahн? - y cuando Bill le dijo que no, repicу un rбpido toque de tam-tam en el borde del escritorio -. Bueno, se ha ido al Gran Rito Jujъ en el cielo. - La sonrisa se desvaneciу y volviу a aparecer el rictus -. Estбs en un buen lнo, soldado. Dйjame ver tu tarjeta de identificaciуn.

La arrancу de los inertes dedos de Bill y la introdujo en una rendija del escritorio. Parpadearon luces, zumbу un mecanismo, vibrу, y se encendiу una pantalla. El sargento primero leyу el mensaje que allн habнa y, mientras lo hacнa, el rictus desapareciу de su rostro para ser reemplazado por una expresiуn de frнa cуlera. Cuando volviу a llevar sus ojos a Bill, eran rendijas entrecerradas que lo clavaron al suelo con una mirada que podrнa cortar la leche en un instante o destruir formas de vida inferiores como roedores o cucarachas. Congelу la sangre de Bill en sus venas y enviу por su cuerpo un estremecimiento que lo hizo agitarse como un arbusto al viento.

- їDe dуnde robaste esta tarjeta de identificaciуn? їQuiйn eres?

Al tercer intento, Bill logrу extraer algunas palabras de sus paralizados labios.

- Soy yo... Esa es mi tarjeta... Soy yo, el tйcnico en fusibles de primera clase Bill...

- Eres un mentiroso - una uсa exclusivamente diseсada para seccionar venas yugulares golpeу la tarjeta -. Esta tarjeta debe de haber sido robada, porque el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas. Eso es lo que dice el archivo, y los archivos no mienten. Te la has cargado, estъpido.

Apretу un botуn rojo marcado POLICНA MILITAR, y a lo lejos se pudo oнr un timbre de alarma zumbando irritadamente. Bill agitу los pies y sus ojos rodaron, buscando una forma en que escapar.

- Aguбntalo ahн, Tembo - saltу el sargento -. Quiero llegar al fondo de esto.

El brazo izquierdo/derecho de Bill se agarrу al borde del escritorio, y no pudo arrancarlo de allн. Aъn se estaba peleando con йl cuando resonaron pesadas botas a sus espaldas.

- їQuй pasa? - gruсу una voz familiar.

- Usurpaciуn de la personalidad de un suboficial mбs otros cargos de menor importancia que no importan, pues este solo ya implica una lobotomнa con arco voltaico y treinta latigazos.

- Oh, seсor - riу Bill, girando y alegrando sus ojos al ver una muy odiada figura -. ЎDeseomortal Drang! Dнgales que me conoce.

Uno de los dos hombres era el usual bruto de casco rojo, porra y pistola, con forma humana. Pero el otro tan solo podнa ser Deseomortal.

- їConoce al prisionero? - preguntу el sargento primero.

Deseomortal bizqueу, recorriendo con sus ojos todo el cuerpo de Bill.

- Conocн a un trasteafusibles de sexta clase llamado Bill, pero tenнa dos manos que se complementaban. Hay algo bastante extraсo aquн. Le atizaremos un poco en el cuerpo de guardia y ya le haremos saber lo que confiese.

- Afirmativo. Pero cuidado con el brazo izquierdo. Es de un amigo mнo.

- No lo tocaremos.

- ЎPero yo soy Bill! - gritу Bill -. Ese soy yo, el que estб en mi tarjeta. Puedo probarlo.

- Es un impostor - dijo el sargento, y seсalу a los controles de su escritorio -. Los archivos dicen que el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas, y los archivos no mienten.

- Los archivos no pueden mentir, o no existirнa el orden en el universo - dijo Deseomortal, atornillando profundamente su porra en las tripas de Bill y empujбndolo hacia la puerta -. їAъn no han llegado esos aprietapulgares que reclamamos? - le preguntу al otro PM.

Tan solo pudo ser la fatiga lo que llevу a Bill a hacer lo que hizo. La fatiga, la desesperaciуn, y el miedo combinados que le dominaron, pues en lo mбs profundo de su corazуn era un buen soldado, y habнa aprendido a ser Bravo, y Limpio, y Reverente, y Heterosexual, y todo lo demбs. Pero cada hombre tiene su punto de rotura, y Bill habнa llegado al suyo. Tenнa fe en la imparcialidad de la justicia, pues no le habнan enseсado la verdad, pero en realidad era el pensamiento de la tortura lo que le molestaba. Cuando sus ojos, enloquecidos por el miedo, vieron el cartel que decнa LAVANDERIA, una sinapsis se cerrу, sin voliciуn consciente por su parte, y saltу hacia adelante, arrancбndose con su repentina y desesperada acciуn de la mano que lo aferraba por el brazo. ЎHuida! Tras la portezuela basculante en la pared, debнa de haber una caнda hasta la lavanderнa con un hermoso montуn de suaves sбbanas y toallas al fondo que amortiguarнan su caнda. ЎPodrнa escapar! Ignorando los terribles y bestiales gritos de los PM, se zambullу de cabeza por la abertura.

Cayу un metro y medio, dio de cabeza, y casi se la abriу. No era una caнda, sino una profunda caja metбlica de recogida.

Tras йl, los PM golpeaban la portezuela basculante, pero no podнan moverla ya que las piernas de Bill la habнan bloqueado e impedнan que se abriese.

- ЎEstб cerrada! - gritу Deseomortal -. ЎNos la ha jugado! їAdуnde va a parar esa caнda de lavanderнa? - cometiendo la misma equivocaciуn de Bill.

- No lo sй, yo tambiйn soy nuevo aquн - jadeу el otro hombre.

- ЎSerбs nuevo en la silla elйctrica si no encontramos a ese cerdo!

Las voces disminuyeron mientras las pesadas botas corrнan alejбndose, y Bill se estremeciу. Su cuello estaba doblado en un бngulo raro y le dolнa, sus rodillas le apretaban el pecho, y estaba medio sofocado por la ropa contra la que se aplastaba su rostro. Tratу de extender las piernas y empujar la tapa de metal, pero se oyу un click cuando algo se abriу y cayу hacia adelante, al abrirse la caja de recogida al corredor de servicio al otro lado de la pared.

- ЎAhн estб! - dijo una odiada voz familiar, y Bill se tambaleу alejбndose. Las botas que corrнan estaban pisбndole los talones cuando llegу a un tubo gravitatorio y de nuevo se zambullу de cabeza, con bastante mбs йxito esta vez. Cuando los apoplйcticos PM saltaron tras йl, el mecanismo automбtico los separу unos buenos cinco metros unos de otros. Era una caнda lenta y suave, y la visiуn de Bill se aclarу finalmente. Mirу hacia arriba, y se estremeciу a la vista de la fisonomнa repleta de colmillos de Deseomortal flotando tras йl.

- Viejo amigo - sollozу Bill, juntando sus manos en una actitud de ruego -. їPor quй me persigue?

- No me llames amigo, espнa chinger. Ni siquiera eres un buen espнa: tus brazos no concuerdan - mientras caнa, Deseomortal sacу la pistola de la funda y la apuntу directamente entre los ojos de Bill -. Muerto mientras tratabas de escapar.

- Tenga piedad - rogу Bill.

- Muerte a los chingers - apretу el gatillo.

 

CUATRO

 

La bala surgiу lentamente de entre la nube de gases en expansiуn, y planeу medio metro hacia Bill antes de que el zumbante campo gravitatorio la detuviese. La simple mente del mecanismo automбtico tradujo la velocidad de la bala como masa y asumiу que otro cuerpo habнa entrado en el tubo gravitatorio, y le dio una posiciуn. La caнda de Deseomortal se detuvo hasta que se hallу a cinco metros por detrбs de la bala, mientras que el otro PM tambiйn asumнa la misma posiciуn relativa tras йl. El vacнo entre Bill y sus perseguidores era ahora el doble, y aprovechу esto, saliendo por la abertura del siguiente nivel. Un elevador abierto lo atrajo hacia sн, y se metiу en su interior y cerrу la puerta antes de que el blasfemante Deseomortal pudiera surgir del tubo.

Tras esto, la escapatoria fue simplemente cuestiуn de enmaraсar su rastro. Utilizу diferentes mйtodos de transporte, al azar, y durante todo el tiempo estuvo huyendo hacia niveles inferiores como si buscase, cual un topo, escapar horadando un hueco. Lo que finalmente lo detuvo fue el agotamiento, haciйndole caer al suelo, apoyado contra una pared y jadeando como un triceratops en celo. Gradualmente, tuvo conciencia de sus alrededores, dбndose cuenta de que estaba a profundidades mayores de las que jamбs habнa alcanzado. Los corredores eran tйtricos y antiguos, manufacturados con planchas metбlicas ribeteadas. Pilares masivos, algunos de ellos de mбs de una treintena de metros de diбmetro, rompнan la aridez de las paredes, grandes estructuras que soportaban la masa del mundo-ciudad de encima. La mayor parte de las puertas que veнa estaban cerradas y atrancadas, con complejos candados colgando de ellas. Tambiйn se dio cuenta de que habнa menos luz, mientras arrastraba cansadamente sus pies buscando algo que beber: su garganta ardнa como fuego. Delante de йl, en la pared, se hallaba un dispensador de bebidas, diferenciбndose de la mayor parte de los que habнa visto porque el frontis del mecanismo estaba reforzado con gruesas barras de acero, y adornado con un gran cartel que decнa: Esta mбquina estб protegida por alarmas tipo los-cuece-vivos. cualquier intento de abrir el mecanismo harб pasar cien mil voltios por el culpable. hallу las monedas suficientes en su bolsillo para pagar una heroнna-cola doble, y se echу cuidadosamente hacia atrбs, fuera del radio de acciуn de cualquier chispa, mientras se llenaba el vaso.

Se sentнa mucho mejor tras bebйrsela, hasta que mirу su billetero y entonces se sintiу mucho peor. Tenнa ocho pavos imperiales, y cuando se le acabasen: їentonces quй? La piedad por sн mismo logrу atravesar el bloque que el cansancio y las drogas establecнan sobre sus sentidos, y llorу. Se daba cuenta, en forma vaga, de que ocasionalmente pasaba alguien, pero no prestaba atenciуn. No, hasta que tres hombres se detuvieron frente a йl y dejaron que un cuarto cayera al suelo. Bill los contemplу, y luego apartу la mirada, mientras sus palabras llegaban vagamente a sus oнdos, sin que esto registrase significado, pues se lo estaba pasando mucho mejor hundiйndose en su lacrimosa desesperaciуn.

- Pobre viejo Golph. Parece que estб acabado.

- Seguro. Estб teniendo la agonнa mбs bonita que jamбs he oнdo. Dejadlo aquн para que lo recojan los robots de limpieza.

- їPero quй hay del trabajo? Tenemos que ser cukoo para que salga bien.

- Demos una mirada a este desplanado.

Una pesada bota golpeando al costado de Bill lo hizo rodar y llamу su atenciуn. Parpadeу, contemplando el cнrculo de hombres, todos ellos similares en sus andrajosas ropas, sucias pieles y barbudos rostros. Todos eran diferentes en su tamaсo y forma, aunque todo tenнan algo en comъn: ninguno de ellos llevaba un Plano, y todos ellos parecнan extraсamente desnudos sin los pesados volъmenes colgantes.

- їDуnde estб tu plano? - preguntу el mayor y mбs peludo, dando otra patada a Bill.

- Robado... - comenzу a llorar de nuevo.

- їEres soldado?

- Se me quedaron mi tarjeta de identificaciуn...

- їTienes pavos?

- Desaparecidos. Todos han desaparecido... como los envases no canjeables de la antigьedad.

- Entonces eres uno de los desplanados - cantaron al unнsono, ayudбndole a ponerse en pie -. Y ahora, ъnete a nosotros en la canciуn de los desplanados - y con trйmulas voces cantaron:

- Mantenйos unidos todos y uno, pues los Hermanos Desplanados siempre deberбn unirse y luchar para conseguir el derecho de que el poder se desplome y la verdad triunfe, y para que asн nosotros, que otrora fuimos libres, podamos alguna vez ser libres para ver los cielos del azul encima, y oнr el gentil glop-glop de la nieve.

- No rima demasiado bien - dijo Bill.

- Ah, andamos faltos de talentos por aquн abajo, andamos - dijo el mбs pequeсo y viejo de los desplanados, tosiendo con una tos entrecortado y raquнtica.

- Cбllate - dijo el mбs grande, dбndole un puсetazo en los riсones al viejo; y dirigiйndose luego a Bill -: Soy Litvok, y esta es mi manada. Formas parte de mi manada ahora, reciйn llegado, y tu nombre es Golph 28169 menos.

- No, no lo soy. Mi nombre es Bill, y es mбs fбcil de decir... - le dieron otra patada..

- ЎCierra el pico! Bill es un nombre difнcil porque es un nombre nuevo, y nunca recuerdo nombres nuevos. Yo siempre he tenido un Golph 28169 menos en mi manada. їCuбl es tu nombre?

- Bi... Ўay! ЎQuiero decir Golph!

- Asн estб mejor... pero no olvides que tambiйn tienes un apellido.

- Yo estoy hambriento - gimiу el viejo -. їCuбndo vamos a hacer el asalto?

- Ahora. Seguidme.

Pasaron por encima del viejo Golph etc., que habнa expirado mientras se iniciaba el nuevo, y se apresuraron a lo largo de un oscuro y hъmedo pasadizo. Bill los siguiу, preguntбndose en dуnde se habнa metido ahora, pero demasiado cansado como para preocuparse en este momento. Estaban hablando de comida; despuйs de conseguirse alguna comida podrнa pensar quй hacer a continuaciуn, pero mientras tanto se sentнa contento porque alguien se ocupase de йl y pensase por йl. Era como volver a estar de nuevo con el ejйrcito, solo que mejor, pues uno no tenнa que afeitarse.

El pequeсo grupo de hombres emergiу a una sala brillantemente iluminada, molestбndoles algo el repentino resplandor. Litvok les hizo una seсa para que se detuvieran y mirу cuidadosamente en ambas direcciones, luego hizo pantalla con una mano rebozada de suciedad detrбs de su oreja en forma de coliflor y escuchу, frunciendo el ceсo por el esfuerzo.

- Parece que todo estб bien. Schmutzig, tъ te quedas aquн y das la alarma si viene alguien; Sporco, atraviesa la sala hasta el otro lado y haz lo mismo; tъ, el nuevo Golph, vienes conmigo.

Los dos centinelas se dirigieron hacia sus puestos, mientras Bill seguнa a Litvok hasta una salita que contenнa una puerta metбlica cerrada que el fornido jefe abriу con un simple golpe de martillo de metal que sacу de algъn lugar oculto entre sus mugrientas ropas. En el interior, habнa un cierto nъmero de tubos de diversas dimensiones que se alzaban del suelo y se desvanecнan en el techo de arriba. Cada tubo estaba marcado con un nъmero, y Litvok lo seсalу.

- Tenemos que encontrar el kl-9256-B - dijo -. Vamos.

Bill encontrу rбpidamente el tubo, tenнa el grosor de su muсeca, y acababa de llamar al jefe de la manada cuando sonу un agudo silbido en la sala.

- ЎFuera! - dijo Litvok, y empujу a Bill frente a йl. Luego cerrу la puerta y se puso frente a ella, de tal forma que con su cuerpo cubrнa la cerradura rota. Se oyу un siseo y un ronroneo crecientes que se acercaban desde la sala hacia ellos, mientras esperaban en la salita. Litvok ocultaba su martillo tras de sн, y el ruido creciу hasta que apareciу un robot de limpieza que girу hacia ellos sus ojos binoculares montados sobre antenas.

- їHarбn el favor de echarse a un lado? Este robot desea limpiar el lugar en el que se encuentran - dijo una voz grabada desde el interior del robot, con tono firme. Hizo girar esperanzado sus cepillos en su direcciуn.

- Lбrgate - gruсу Litvok.

- La interferencia con un robot de limpieza durante el desempeсo de su deber es un crimen castigable, al mismo tiempo que un acto antisocial. їSe han entretenido en pensar cuбl serнa la situaciуn si el Departamento de Limpieza no...?

- Bocazas - rugiу Litvok, y golpeу al robot en la parte alta de su caja craneana con el martillo.

- ЎUonkiti! - aullу el robot, y escapу zigzagueando a lo largo de la sala, chorreando agua por sus aspersores.

- Acabemos con esto - dijo Litvok, abriendo de nuevo la puerta. Le entregу el martillo a Bill, y sacando una sierra de metales de algъn lugar de sus despedazadas ropas atacу la tuberнa con frenйticos tirones. La tuberнa de metal era dura, y al cabo de un minuto ya estaba empapado en sudor y comenzaba a cansarse.

- Sigue tъ - le chillу a Bill -, ve tan de prisa como puedas, y luego te sustituirй.

Turnбndose, les llevу menos de tres minutos el segar completamente el tubo. Litvok volviу a meterse la sierra entre sus ropas y tomу el martillo.

- Prepбrate - dijo, escupiendo en sus manos y dando luego un tremendo martillazo a la tuberнa.

Con dos golpes logrу que la parte superior del tubo cortado se doblase hasta desalinearse con la parte inferior, y del orificio comenzу a manar un rнo sin fin de salchichas tipo Frankfurt verdes enlazadas. Litvok tomу un extremo de la cadena y se lo echу por sobre los hombros de Bill, luego comenzу a enrollar vueltas y mбs vueltas de las cosas sobre sus hombros y brazos, cada vez mбs alto. Llegaron al nivel de los ojos de Bill, y este pudo leer las blancas letras estampadas sobre sus formas de color gris hierba: SUPERCLORAS, decнa, y tambiйn: ЎREPLETAS DE SOL! y: LA MARCA DE DISTINCIУN, y: PRUEBE NUESTRAs TROTAMBURGUESAS LA PRУXIMA VEZ.

- Ya basta - gruсу Bill, tambaleбndose bajo el peso. Litvok cortу la cadena y comenzу a enrollбrsela sobre sus propios hombros, cuando el fluir de cosas verdes cesу repentinamente. Tirу de las ъltimas que quedaban en el tubo y corriу hacia la puerta.

- Ha sonado la alarma, nos persiguen. ЎHuyamos antes de que lleguen los polis! - Silbу fuertemente, y los vigнas llegaron corriendo para unнrselas. Corrieron, con Bill tambaleбndose bajo el peso de las salchichas, en una carrera de pesadilla a travйs de los tъneles, bajando escaleras de mano y tubos aceitados, hasta que alcanzaron una polvorienta бrea desierta en la que las dйbiles luces eran pocas y muy espaciadas. Litvok abriу una trampilla del suelo y se dejaron caer uno a uno, para arrastrarse por un tъnel de cables y tubos entre dos niveles. Schmutzig y Sporco iban detrбs para recoger las salchichas que caнan de la dolorida espalda de Bill. Finalmente, a travйs de una rejilla cortada, llegaron a su totalmente oscuro destino, y Bill se derrumbу en el suelo, que se hallaba cubierto de despojos. Con gritos de ansia, los otros le arrebataron su carga, y al cabo de un minuto ardнa un fuego en una papelera de metal y las verdes salchichas se estaban tostando en una parrilla.

El delicioso olor de la clorofila asada animу a Bill, que mirу a su alrededor con interйs. A la parpadeante luz de las llamas vio que se encontraba en una inmensa cбmara que se desvanecнa por todos los lados en la oscuridad. Unos gruesos pilares soportaban el techo y la ciudad de encima, y entre ellos se alzaban inmensas pilas y montones de todos los tamaсos. El viejo, Sporco, caminу hasta el montуn mбs cercano y arrancу algo. Cuando regresу, Bill pudo ver que llevaba hojas de papel, que comenzу a echar una a una al fuego. Una de las hojas cayу cerca de Bill, y este vio, antes de echarla a las llamas, que se trataba de un impreso gubernamental de algъn tipo, amarillento por la edad.

Aunque a Bill nunca le habнan gustado las supercloras, le encantaron ahora. El apetito servнa de salsa, y el papel ardiendo les daba un nuevo sabor. Ayudaron a pasar las salchichas con herrumbrosa agua de un cubo colocado bajo una gotera de una tuberнa, con lo que tuvieron un festнn de reyes. Esta es la buena vida, pensу Bill, sacando otra super del fuego y sorbiendo: buena comida, buena bebida, buenos amigos. Un hombre libre.

Litvok y el viejo ya estaban durmiendo sobre camas hechas con papel arrugado, cuando el otro, Schmutzig, se acercу a Bill.

- їHas encontrado mi tarjeta de identidad? - preguntу con un hueco suspiro, y Bill se dio cuenta de que el hombre estaba loco. Las llamas se reflejaban en forma extraсa en los astillados cristales de sus gafas, y Bill pudo ver que tenнan montura de plata, y que en otro tiempo debieron de ser muy caras. Alrededor del cuello de Schmutzig, medio ocultos por su descuidada barba, se encontraban los restos de un cuello de camisa, y jirones de lo que en otro tiempo fue una elegante corbata.

- No, no he visto tu tarjeta de identidad - dijo Bill En realidad, no he visto la mнa desde que el sargento primero se la llevу y se olvidу de devolvйrmela. - Bill comenzу a sentirse compasivo hacia sн mismo de nuevo, y las asquerosas salchichas estaban pesando como plomo en su estуmago. Schmutzig ignorу su respuesta, inmerso como estaba en su mucho mбs interesante monomanнa.

- Soy un hombre importante, їsabes?: Schmutzig von Drek es un nombre que cuenta, ya se enterarбn. Creen que pueden salirse con la suya, pero no podrбn. Dijeron que era un error, un simple error, que la grabaciуn en los archivos se rompiу, y cuando la repararon tuvieron que cortar un trocito chiquito, y que allн era donde estaba la informaciуn acerca de mн. La primera noticia que tuve de ello fue cuando a final de mes no llegу mi paga, y fui a verlos y pareciу que nunca habнan oнdo hablar de mн. Pero todo el mundo ha oнdo hablar de mн, von Drek es un apellido muy antiguo. Ya era jefe intermedio antes de cumplir los veintidуs, y tenнa trescientos cincuenta y seis operarios bajo mis уrdenes en la Divisiуn de Grapas y Clips para Papel de la 89.11 Ala de Abastecimiento para Oficinas. Asн que no podнan hacerme creer que jamбs habнan oнdo hablar de mн, aunque hubiera olvidado mi tarjeta de identificaciуn en casa, en otro traje. Ni tenнan razуn para llevarse todo lo que habнa en mi departamento mientras yo estaba fuera de йl tan solo porque estaba arrendado a lo que ellos llamaban una persona imaginaria. Podrнa haber probado que era quien decнa si hubiera tenido mi tarjeta de identidad... їHas visto mi tarjeta de identidad?

Ahora me toca a mн, pensу Bill. Y dijo en voz alta:

- Eso suena a mala pasada. Te dirй lo que harй: te ayudarй a buscarla. Me irй por ahн a ver si la encuentro.

Antes de que la confusa cabeza de Schmutzig pudiera pensar una respuesta, Bill ya se habнa escabullido por entre los montaсosos montones de viejos archivos, muy contento consigo mismo por haber logrado ser mбs listo que un loco de mediana edad. Se sentнa placenteramente repleto, y cansado, y no querнa ser molestado de nuevo. Lo que necesitaba ahora era una buena noche de descanso, y luego, por la maсana, ya pensarнa en todo este lнo, y hasta quizб encontrase cуmo salir de йl. Tanteando su camino por entre los atiborrados pasadizos, recorriу una larga distancia, separбndose de los otros desplanados, antes de subir a un tambaleante montуn de papel y, de ahн, subir a otro aъn mбs alto. Suspirу aliviado y arreglу un mantoncito de papel para que le sirviera de almohada, y cerrу despuйs los ojos.

Entonces las luces se encendieron en hileras en el techo del almacйn, y agudos silbatos de la policнa sonaron por todas partes, asн como gritos guturales que lo llenaron de terror.

- ЎAgarra a ese! ЎNo lo dejes escapar!

- ЎYa tengo a este ladrуn!

- Vosotros, malditos desplanados, habйis robado vuestra ъltima superclora. Os mandarбn a las minas de sales de uranio de Zana-21

Y luego:

- їLos tenemos a todos...? - y mientras Bill seguнa recostado, agarrбndose desesperadamente a los impresos, y con el corazуn palpitando aterrorizado, llegу por fin la respuesta:

- Sн, cuatro. Los hemos estado vigilando durante mucho tiempo, esperando agarrarlos si intentaban algo como esto.

- Pero aquн solo hay tres.

- Vi al cuarto antes: se lo llevaba un robot de limpieza, y estaba tan tieso como un palo.

- Afirmativo. Entonces vбmonos.

El miedo corriу de nuevo a travйs de Bill. їCuбnto tiempo pasarнa antes de que alguno del grupo hablase y lo delatase para mejorar su situaciуn, diciйndole a los polis que acababan de conseguir un nuevo recluta? Tenнa que irse de allн. Toda la policнa parecнa estar ahora reunida alrededor de donde habнan asado las salchichas, y tenнa que correr el riesgo. Deslizбndose de la pila tan silenciosamente como pudo, comenzу a reptar en direcciуn opuesta. Si no habнa salida en aquella direcciуn, estaba atrapado... ЎNo tenнa que pensar asн! Tras йl sonaron silbatos, y supo que ya habнan comenzado a perseguirlo. La adrenalina fluyу a raudales en su riego sanguнneo, y saliу corriendo hacia adelante, mientras las ricas proteнnas equinas de las salchichas aсadнan fuerza a sus piernas y le imprimнan una carrera que era un verdadero trote. Delante de йl vio una puerta, y se echу con todo su peso contra ella. Por un instante permaneciу inmуvil, y luego se abriу rechinando sobre sus oxidadas bisagras. Sin reparar en el peligro, se abalanzу por una escalera en espiral, bajando y bajando, hasta llegar a otra puerta, huyendo locamente, pensando ъnicamente en el escape.

De nuevo, con el instinto de un animal perseguido, huyу hacia abajo. No se fijу en que las paredes estaban ahora remachadas y en algunos sitios recubiertas de уxido, ni pensу que era poco usual el que tuviera que abrir una atrancada puerta de madera: Ўmadera en un planeta que no habнa visto un бrbol en un centenar de milenios! El aire era mбs hъmedo y a veces maloliente, y su empavorecida carrera lo llevу a travйs de un tъnel de piedra en el que bestias innominadas huyeron frente a йl con el tamborileo de malignas garras. Habнa largos espacios condenados a la oscuridad eterna, en donde tenнa que hallar su camino a tientas, corriendo sus dedos a lo largo del repugnante y viscoso moho que cubrнa las paredes. Donde habнa luces, brillaban dйbilmente tras sus cargas de telaraсas y cadбveres de insectos. Chapoteу a travйs de charcos de agua estancada, hasta que, lentamente, la extraсeza de lo que lo rodeaba le penetrу y le hizo mirar a su alrededor. En el suelo, bajo sus pies, habнa otra puerta, y aъn impelido por el reflejo de la huida la abriу, pero no llevaba a ninguna parte. En lugar de esto daba acceso a un depуsito de alguna clase de metal granuloso, no muy diferente al azъcar en bruto. Aunque quizб fuese un aislamiento. Tal vez fuera comestible. Se inclinу y cogiу un poco entre sus dedos, y lo aplastу con los dientes. No, no era comestible. Lo escupiу, aunque habнa algo realmente familiar en йl. Entonces recordу.

Era polvo. Tierra. Suelo. Arena. La cosa esa de que estбn hechos los planetas, de que este planeta estaba hecho. ЎEra la superficie de Helior, sobre la que descansaba el increнble peso de aquella ciudad que circundaba el mundo! Mirу hacia arriba, y por un inenarrable momento se dio cuenta repentinamente de aquel peso, de todo aquel peso, sobre su cabeza, apretando y tratando de aplastarlo. Ahora estaba en el fondo, en el verdadero fondo, y obsesionado por una claustrofobia galopante. Dando un dйbil gemido, corriу por el pasillo hasta que llegу a una inmensa puerta sellada y atrancada. No habнa salida por allн. Y cuando mirу al oscuro grosor de la puerta, decidiу que realmente no deseaba continuar por aquel camino. їQuй innombrables horrores podнan acechar tras una puerta como aquella, situada en el fondo del mundo?

Entonces, mientras la contemplaba, paralizado y con los ojos muy abiertos, la puerta chirriу y comenzу a abrirse. Dio la vuelta para echar a correr, y gritу muy alto su terror cuando algo lo aferrу en un apretуn irresistible...

 

CINCO

 

No es que Bill no tratara de resistirse, pero era imposible. Se agitу entre las garras de esquelйtico blancura que lo aferraban, y tratу fъtilmente de arrancбrselas de sus brazos, mientras todo el rato daba dйbiles gemidos de desesperaciуn, como un borrego apresado por las garras de un бguila. Agitбndose sin efectividad, fue arrastrado hacia atrбs a travйs del tremendo pуrtico que se abriу sin intervenciуn de mano humana.

- Bienvenido... - dijo una voz sepulcral, y Bill se tambaleу cuando el apretуn inmovilizador fue soltado, y luego se girу para enfrentarse con el gran robot blanco, ahora inmуvil. Al lado del robot se alzaba un hombrecillo de chaqueta blanca, que llevaba puesta una enorme cabeza monda y una sena expresiуn.

- No tiene por quй decirme su nombre - dijo el hombrecillo -, a menos que lo desee. Pero yo soy el Inspector Jeyes. їHa venido en busca de asilo?

- їAcaso lo ofrece? - preguntу Bill, dubitativo.

- Es un punto interesante, muy interesante - Jeyes se frotу sus arrugadas manos con un sonido seco y бspero -. Pero no debemos meternos ahora en argumentos teolуgicos, a pesar de lo tentadores que puedan ser, se lo aseguro. Asн que creo que lo mejor serб que haga una declaraciуn de hecho, sн, realmente. Encontrarб asilo aquн... їHa venido para obtenerlo?

Bill, ahora que se habнa recobrado de su primitiva emociуn, estaba comportбndose cautelosamente, recordando todos los follones en que se habнa visto envuelto por abrir su boca.

- Escuche, no sй ni quien es usted ni donde estoy, ni quй me pedirб a cambio de eso del asilo.

- Muy correcto, aunque le aseguro que el error fue mнo, ya que le tomй por uno de los desplanados de la ciudad, a pesar de que me doy cuenta de que los harapos que lleva puestos fueron en otro tiempo el uniforme de paseo de un soldado, y que el trozo de latуn oxidado en su pecho es lo que resta de una noble condecoraciуn. Bienvenido a Helior, el Planeta Imperial. Y їquй tal va la guerra?

- Bien, gracias... Pero їa quй viene todo esto?

- Soy el inspector Jeyes, del Departamento Municipal de Limpieza. Puedo ver, y sinceramente espero que perdonarб mi indiscreciуn, que se halla usted en dificultades, mal uniformado, sin Plano, y tal vez hasta le habrб desaparecido su tarjeta de identidad. - Contemplу el inquieto agitarse de Bill con ojos astutos, de pбjaro -. Pero no tiene por quй ser asн. Acepte el asilo. Proveeremos por ustedes, le daremos un buen trabajo, un nuevo uniforme, y hasta una nueva tarjeta de identidad.

- ЎTodo lo que tengo que hacer es convertirme en un barrendero! - resoplу Bill.

- Preferimos la apelaciуn de Agentes de Saneamiento - contestу humildemente el inspector Jeyes.

- Ya me lo pensarй - dijo frнamente Bill.

- їPuedo ayudarle a llegar a una decisiуn? - preguntу el inspector, apretando un botуn en la pared. El pуrtico a la oscuridad total se abriу de nuevo, chirriante, y el robot agarrу a Bill y comenzу a empujarle.

- ЎAsilo! - chillу Bill, y luego resoplу cuando el robot lo soltу y la puerta se cerrу de nuevo -. Iba a pedirlo de todas maneras, no tenнa por quй empujarme.

- Un millar de excusas, deseamos que se sienta feliz aquн. Bienvenido al DM de L. Aъn corriendo el riesgo de embarazarle, їpodrнa preguntarle si necesitarб una nueva tarjeta de identidad? Muchos de nuestros reclutas prefieren iniciar una nueva vida aquн en el departamento, y tenemos una vasta selecciуn de tarjetas entre las que pueden escoger. Tiene que recordar que eventualmente acabamos recogiйndolo todo, incluyendo los cadбveres y las papeleras vaciadas, y le sorprenderнa el nъmero de tarjetas que recogemos de esta forma. Si me hace el favor de entrar en este ascensor...

El DM de L tenнa un montуn de tarjetas, cajones y cajones de ellas, limpiamente archivadas por orden alfabйtico. En poco tiempo, Bill encontrу una con una descripciуn que se aproximaba bastante a la suya, emitida a nombre de un tal Wilhelm Stuzzicadenti, y se la enseсу al inspector.

- Muy bien, me alegra contar con usted, Villy...

- Prefiero que me llame Bill.

- ...y bienvenido al servicio, Bill. Siempre estamos faltos de personal aquн abajo, y podrб escoger las tareas que desee, sн, realmente, dependiendo naturalmente de su talento y de sus intereses. Cuando piensa en limpieza, їquй es lo que le viene a la mente?

- Basura.

El inspector suspirу.

- Esa es la reacciуn usual, pero habнa esperado algo mejor de usted. La Basura es una de las cosas con la que nuestra Divisiуn de Recogida tiene que enfrentarse. Tambiйn hay Restos, Desperdicios y Porquerнa. Ademбs, hay los otros departamentos independientes: Limpieza de los Departamentos, Reparaciуn de Caсerнas, Investigaciуn, Eliminaciуn de Aguas Residuales...

- Este ъltimo suena realmente interesante. Antes de que fuera alistado a la fuerza estaba cursando por correspondencia la carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes.

- ЎPero si esto es maravilloso! Tiene que contarme mбs de eso. Pero antes siйntese, pуngase confortable - llevу a Bill hasta un enorme sillуn tapizado, y luego se girу para sacar dos recipientes de plбstico de un dispensador -, y tуmese una refrescante Alco-Sacudida mientras habla.

- No hay mucho que decir, nunca pude terminar mi carrera, y parece que jamбs lograrй satisfacer mi ambiciуn de toda la vida de trabajar con fertilizantes. Tal vez su Departamento de Eliminaciуn de Aguas Residuales...

- Lo siento, es algo que me destroza el corazуn, visto que casi coincide con su especialidad por asн decirlo, pero esa es una tarea que no nos da ningъn problema, ya que estб casi totalmente automatizada. Estamos muy satisfechos de nuestro rйcord con las aguas residuales porque es realmente grande: debe de haber ciento cincuenta mil millones de personas en Helior...

- ЎHuau!

- ...tiene razуn, puedo verlo en el brillo de su ojos. Sн, ese es un montуn de aguas residuales, y espero en algъn momento tener el honor de mostrarle nuestra factorнa. Pero recuerde, donde hay aguas residuales tiene que haber comida, y con Helior importando toda su comida tenemos una operaciуn en cнrculo cerrado que es el sueсo de un ingeniero de Saneamiento. Las naves de los planetas agrнcolas traen la comida procesada que va a la poblaciуn, donde sufre lo que podrнamos llamar la Cadena de Mando. Nosotros recogemos los efluvios y los procesamos, con los tratamientos usuales, fнsicos y quнmicos, bacterias anaerobias y similares... їNo le estoy aburriendo con todo esto?

- No, por favor... - dijo Bill, sonriendo y secбndose una lбgrima con el puсo -. Es simplemente que me siento tan feliz. Hacнa tanto que no tenнa una conversaciуn inteligente...

- Ya me lo puedo imaginar; tiene que ser brutal en el servicio. - Le dio una palmada a Bill en el hombro, en un amistoso gesto de bienvenida -. Olvнdese de todo eso: ahora estб entre amigos. їDуnde estбbamos? Oh, sн, las bacterias. Entonces hay la deshidrataciуn y la compresiуn. Producimos uno de los mejores ladrillos de fertilizante condensado de toda la galaxia civilizada, y me enfrentarнa con cualquiera que tratase de negarlo...

- ЎY seguro que ganarнa! - afirmу fervientemente Bill.

- Las cadenas automбticas y los ascensores se llevan los ladrillos a los espaciopuertos, donde son cargados en las astronaves en cuanto son vaciadas, una carga completa por cada carga completa, ese es nuestro lema. Y he oнdo que en algunos de los planetas de suelo pobre dan vivas cuando las naves aterrizan. No, no podemos protestar de nuestro tratamiento de las aguas residuales, son los otros departamentos los que nos crean problemas - el inspector Jeyes vaciу su recipiente y se quedу sentado con cara huraсa, habiendo desaparecido su placer tan repentinamente como habнa aparecido.

- ЎNo, no haga eso! - le chillу a Bill, cuando este terminу su bebida e iniciу el gesto de tirar el recipiente vacнo al receptor de desperdicios de la pared -. No querнa gritar en esa forma - se disculpу -, pero ese es nuestro gran, gran problema. Los desechos. їHa pensado alguna vez en cuantos periуdicos tiran cada dнa ciento cincuenta mil millones de personas? їO cuantos recipientes no recuperables? їO platos de un solo uso? Estamos trabajando en Investigaciуn acerca de este problema, dнa y noche, pero no logramos solucionarlo. Es una pesadilla. Ese recipiente de Alco-Sacudida que tiene en la mano es una de nuestras respuestas, pero tan solo es una gota de agua en el ocйano.

Cuando las ъltimas gotas de lнquido se evaporaron del recipiente, este comenzу a agitarse obscenamente en la mano de Bill y, horrorizado, lo dejу caer al suelo, donde continuу agitбndose y cambiando de forma, desmoronбndose y aplanбndose ante sus ojos.

- Tenemos que agradecerle a los matemбticos esta soluciуn - dijo el inspector -. Para un topуlogo, un disco o una taza o un recipiente de lнquido tienen todos la misma forma: un sуlido con un agujero, y cualquiera de ellos puede ser convertido en cualquiera de los otros por una continua transformaciуn uno-a-uno. Asн que hicimos los recipientes con un plбstico con memoria que regresaba a su forma original una vez seco... mнrelo ahн.

El recipiente habнa cesado de agitarse, y ahora yacнa tranquilo en el suelo, un disco plano y finamente grabado con un agujero en el centro. El inspector Jeyes lo recogiу y le arrancу la etiqueta de Alco-Sacudida, y Bill pudo entonces leer la otra etiqueta que habнa estado oculta debajo: Amor en уrbita, Ўboing, boing, boing!, cantado por Los Coleуpteros.

- їNo es ingenioso? El recipiente se ha transformado en un disco de una de las mбs molestas canciones del momento, un objeto que ningъn adicto a la Alco-Sacudida puede, en ningъn caso, arrojar. Es recogido pues y guardado con cariсo, y no lanzado a un recipiente de basuras para crearnos otro problema.

El inspector Jeyes tomу ambas manos de Bill entre las suyas, y cuando lo mirу directamente a los ojos los suyos estaban bastante hъmedos.

- Diga que lo harб, Bill... que se dedicarб a la investigaciуn. Tenemos tal falta de hombres ingeniosos y entrenados que comprendan nuestros problemas. Tal vez no acabу con su carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes, pero puede ayudar, una mente joven con ideas jуvenes, una nueva escoba para ayudar a barrer las cosas, їeh?

- Lo harй - dijo con determinaciуn Bill -. La investigaciуn en los residuos es algo en lo que un hombre puede hincar el diente.

- Se lo ha ganado. Habitaciуn, manutenciуn y uniforme, mбs un salario digno, y todos los restos y porquerнas que desee. Nunca le sabrб mal esta decisiуn...

Una aullante sirena lo interrumpiу, y un instante despuйs un hombre sudoroso y excitado entrу corriendo en la habitaciуn.

- ЎInspector, esta vez sн que se ha disparado el cohete: la Operaciуn Platillo Volador ha fallado! Hay aquн un equipo de astronomнa que se estб pelando con nuestro grupo de investigaciуn, revolcados por el suelo como si fueran animales...

El inspector Jeyes estaba en la puerta antes de que el mensajero hubiera terminado, y Bill corriу tras suyo, lanzбndose por una rampa justamente despuйs de йl. Tomaron una cinta de sillas rodantes, pero era demasiado lenta para el inspector, que saltaba como un conejo de silla en silla, y Bill le seguнa de cerca. Entonces entraron en un laboratorio repleto de complejo equipo electrуnico y de hombres que se agitaban y luchaban, rodando y pateando en un lнo inexplicable.

- ЎParen en seguida, paren! - chillу el inspector, pero nadie le escuchу.

- Tal vez yo pueda ayudar - dijo Bill -. Aprendemos estas cosas en el ejйrcito. їCuбles son los Agentes de Saneamiento?

- Los de uniforme marrуn.

- No me diga mбs - dijo Bill, zumbando alegremente, se introdujo en la gruсente multitud y, con un puсetazo aquн, un aplastamiento de riсones allб, y tal vez con algunos golpes de karate que destruyen la laringe, restaurу el orden en la habitaciуn. Ninguno de aquellos agitados intelectuales tenнa un gran fнsico, y pasу a travйs de ellos como un cuchillo por la mantequilla, y entonces comenzу a extirpar a sus nuevos camaradas del lнo.

- їQuй ocurre, Basurero, quй ha pasado? - preguntу el inspector Jeyes.

- Son esos, seсor. Irrumpen aquн gritando, diciйndonos que acabemos con la Operaciуn Platillo Volador, justo cuando habнamos superado nuestro rйcord de eliminaciуn, cuando habнamos hallado que casi podнamos aceptar el doble de entradas...

- їQuй es eso de la Operaciуn Platillo Volador? - preguntу Bill, muy confuso por lo que sucedнa. Ninguno de los astrуnomos estaba aъn despierto, aunque alguno de ellos gemнa ya, asн que el inspector tuvo tiempo para explicarle, apuntando a un gigantesco aparato que llenaba todo un costado de la habitaciуn.

- Quizб fuera la respuesta a nuestros problemas - dijo - Son todos esos malditos platos y vasos eliminables de las comidas preparadas y demбs. ЎNo me atrevo ni a decirle cuantos metros cъbicos se han acumulado! Tal vez serнa mejor decir kilуmetros cъbicos. Pero Basurero estaba mirando un dнa una revista y leyу un artнculo sobre un transmisor de materia, e hicimos un pedido y compramos el modelo mбs grande que encontramos. Lo conectamos a la cinta sin fin y a los cargadores - abriу un panel al lado de la mбquina, y Bill vio un torrente de utensilios de plбstico usados que entraban a gran velocidad -, y alimentamos todos estos malditos desperdicios en el lado de entrada de la mбquina, y ha funcionado como un sueсo desde entonces.

- Pero... їadуnde van? - Bill seguнa alelado -. їDуnde estб la salida del transmisor?

- Una pregunta inteligente: ese era nuestro gran problema. Al principio simplemente los lanzбbamos al espacio, pero Astronomнa dijo que demasiados de ellos regresaban como meteoritos y estropeaban sus observaciones estelares. Aumentamos la energнa y los lanzamos mбs lejos, poniйndolos en уrbita, pero Navegaciуn dijo que estбbamos creando una molestia en el espacio, formando un peligro para la navegaciуn, y tuvimos que ir mбs lejos. Finalmente, Basurero consiguiу de Astronomнa las coordenadas de la estrella mбs cercana, y desde entonces los hemos estado echando a la estrella sin tener problemas y satisfaciendo a todo el mundo.

- So estъpido - dijo uno de los astrуnomos, entre labios rotos, mientras trataba de ponerse en pie -. ЎSus malditos desperdicios voladores han iniciado una nova en esa estrella! No podнamos imaginar quй era lo que la causaba hasta que hallamos su peticiуn de informaciуn en los archivos y nos enteramos de su imbйcil operaciуn de aquн abajo...

- Cuidado con lo que dice o lo vuelvo a dormir, so mamуn - gruсу Bill. El astrуnomo retrocediу y se puso pбlido, luego continuу en un tono mбs suave:

- Mire, tienen que comprender lo que ha pasado. No pueden estar lanzando todos esos бtomos de carbono e hidrуgeno a un sol y esperar que no pase nada. La cosa se ha vuelto nova, y me han dicho que no lograron evacuar completamente algunas bases de los planetas interiores.

- La eliminaciуn de los desperdicios no se realiza sin peligros. Al menos murieron en servicio a la humanidad.

- Bueno, sн, eso es fбcil de decir. Lo hecho, hecho estб. Pero tendrбn que detener su Operaciуn Platillo Volador. ЎInmediatamente!

- їPor quй? - preguntу el inspector Jeyes -. Tengo que admitir que este pequeсo asunto de la nova no estaba previsto, pero ya ha sucedido y no podemos hacer mucho al respecto. Y han oнdo decirle a Basurero que casi ha doblado la entrada, y que pronto recuperaremos el tiempo perdido...

- їPor quй cree que se ha doblado la capacidad de eliminaciуn? - gruсу el astrуnomo -. Han convertido a esa estrella en tan inestable que estб consumiйndolo todo y a punto de convertirse en una supernova, que no solo destruirб a todos sus planetas, sino que tal vez sus efectos lleguen hasta Helior y su sol. ЎDetenga inmediatamente su mбquina infernal!

El inspector suspirу y luego agitу la mano, en forma cansada y sin embargo final.

- Apбgala, Basurero... Tenнa que haber imaginado que esto era demasiado bueno para durar.

- Pero, seсor - el ingeniero estaba apretujбndose las manos con desesperaciуn -, volveremos a donde empezamos. Se comenzarб a amontonar de nuevo...

- ЎHaga lo que se le ordena!

Con un suspiro resignado, Basurero se arrastrу hasta el tablero de control y cerrу un conmutador. El tableteo y repiqueteo de las cintas sin fin muriу, y los zumbantes generadores cayeron en el silencio. Por toda la habitaciуn, los hombres de limpieza se hallaban en grupos silenciosos y deprimidos, mientras los astrуnomos volvнan a la consciencia y se ayudaban los unos a los otros a salir de la habitaciуn. Cuando salнa el ъltimo, se girу y, mostrando los dientes, escupiу la palabra:

- ЎRecogebasuras! - una llave inglesa lanzada contra йl golpeу la puerta cerrada, y la derrota fue completa.

- Bien, uno no puede vencer en todas las ocasiones - dijo enйrgicamente el inspector Jeyes, aunque sus palabras tenнan un tono hueco -. No obstante, Basurero, te traigo sangre nueva. Este es Bill, un joven de brillantes ideas para tu equipo de investigaciуn.

- Es un placer - dijo Basurero, haciendo desaparecer la mano de Bill en el interior de una de sus manazas. Era un hombre enorme, ancho, alto y grueso, con tez olivбcea y pelo negro oscuro que le colgaba casi hasta los hombros -. Ven, vamos a tripear un poco, y mientras te explicarй como estбn las cosas aquн y tъ me hablarбs de ti.

Caminaron por los prнstinos corredores del DM de L, mientras Bill le contaba su vida a su nuevo jefe. Basurero estaba tan interesado en esta que se equivocу al dar un giro y abriу una puerta sin mirar. Surgiу un torrente de potes y bandejas de plбstico que les llegу hasta las rodillas antes de que pudieran forzarla a cerrarse de nuevo.

- їLo ves? - le dijo a Bill con mal contenida rabia -. Estamos inundados. Hemos usado todo el espacio disponible para almacenamiento, y siguen amontonбndose las cosas. Por Krishna que no sй lo que va a pasar; ya no tenemos donde poner mбs.

Se sacу un silbato de plata del bolsillo y soplу enйrgicamente por йl. No produjo sonido alguno. Bill se distanciу un poco, contemplбndolo con sospecha, y Basurero le dirigiу un resoplido.

- No pongas esa cara de susto... aъn no se me ha perdido ningъn tornillo. Esto es un Silbato Supersуnico para Robots, que produce un sonido demasiado agudo para los oнdos humanos, pero que los robots pueden oнr perfectamente... їlo ves? - Con un resonar de ruedas, un robot basurero, un robas, llegу rбpidamente y, con veloces movimientos de sus brazos recogedores, comenzу a cargar toda la basura plбstica en su depуsito.

- Eso del silbato es una gran idea - comentу Bill -. Me gusta eso de poder llamar a un robot cuando uno lo necesita. їCrees que podrнa tener uno, ahora que soy Agente de Saneamiento como tъ y los demбs?

- Son algo especial - le contestу Basurero, entrando en la cantina por la puerta correcta -. Difнciles de conseguir, їentiendes?

- No, no entiendo. їTendrй uno o no?

Basurero lo ignorу, contemplando absorto el menъ y marcando un nъmero. La comida preparada y congelada saliу por el dispensador, y la empujу al calentador radar.

- їBien? - inquiriу Bill.

- Si tanto te interesa - explicу Basurero un tanto embarazado -, te dirй que los sacamos de los paquetes de cereales. En realidad, se trata de silbatos para perros que les regalan a los chicos consumidores. Ya te mostrarй donde estб el vertedero de las cajas y te podrбs buscar uno.

- Lo harй. Yo tambiйn quiero poder llamar a los robots.

Se llevaron sus comidas, ya calientes, a una de las mesas y entre bocados Basurero maldijo la bandeja de plбstico de la que estaba comiendo, pinchбndola irritado al final.

- Mira esto - dijo -: contribuimos a nuestra propia perdiciуn. Espera a ver como se amontonan ahora que hemos apagado el transmisor de materia.

- їHabйis pensado en echarlas al mar?

- El Proyecto Gran Chapuzуn estб trabajando en eso. No puedo contarte mucho acerca del mismo porque es alto secreto. Tienes que pensar que los mares de este planeta estбn cubiertos como todo lo demбs y que, en estos dнas, el agua ya es un verdadero purй. Echamos desperdicios en ellos tanto tiempo como pudimos, hasta que elevamos tanto su nivel que las olas llegaban hasta las escotillas de inspecciуn a la marea alta. Seguimos echando, pero a un ritmo mucho mбs lento.

- їY cуmo es eso posible? - se asombrу Bill.

Basurero mirу cuidadosamente a su alrededor, luego se inclinу por sobre la mesa, se colocу el нndice junto a la nariz, guiсу un ojo, sonriу y dijo chissss en un siseo apagado.

- їEs secreto? - interrogу Bill.

- Puedes estar seguro. Metereologнa se nos echarнa encima si se enterase. Lo que hacemos es evaporar y condensar el agua, y volver a tirar la sal al mar. ЎAdemбs, hemos arreglado en secreto ciertas tuberнas para que funcionen en sentido contrario! En cuanto nos enteramos que estб lloviendo en el techo, bombeamos nuestra agua y la dejamos mezclarse con la lluvia. Los de Metereologнa ya estбn medio locos. Cada aсo, desde que iniciamos el Proyecto Gran Chapuzуn, se ha incrementado la densidad de la lluvia en las zonas templadas en setenta y cinco centнmetros, y cae tanta nieve en los polos que algunos de los pisos superiores se estбn desplomando bajo el peso de la nieve. ЎPero hay que Eliminar la Basura! ЎSeguiremos siempre barriendo! No cuentes nada de esto: como sabes, es un secreto.

- Ni una palabra; aunque, realmente, es una gran idea.

Sonriendo orgullosamente, Basurero limpiу su bandeja y, echбndose hacia delante, la introdujo por un vertedero de desperdicios en la pared. Pero, al hacerlo, cayeron en cascada otras catorce bandejas sobre la mesa.

- ЎLo dicho! - Rechinу los dientes, instantбneamente deprimido -. Aquн es donde se acaba todo. Estamos en el fondo, y todo lo que echan en los demбs niveles acaba aquн, y estamos siendo invadidos sin que tengamos donde guardarlo ni forma en que eliminarlo. Tendrй que correr ahora. Serб preciso poner en marcha el Proyecto Gran Pulga de inmediato.

Se alzу, y Bill lo siguiу hasta la puerta.

- їEso de la Gran Pulga tambiйn es secreto?

- No lo serб en cuanto salga a la luz. Hemos sobornado a un inspector del Departamento de Salubridad para que diga haber encontrado evidencias de que uno de los dormitorios, uno de los grandes, estб siendo infestado por los insectos. Uno de los de kilуmetro de largo, por kilуmetro de ancho, por kilуmetro de alto. Piensa en eso: 1.000.000.000 de metros cъbicos de espacio de almacenamiento no utilizado. Sacarбn a todo el mundo para fumigar el lugar, y antes de que logren volver ya lo habremos llenado de bandejas de plбstico.

- їY no protestarбn?

- Naturalmente que protestarбn, pero їde quй les va a servir? Le echaremos las culpas a un error departamental, y les diremos que envнen la protesta a travйs de los canales habituales; y, en este planeta, los canales habituales son realmente complicados. Uno tiene que acostumbrarse a un retraso de diez a veinte aсos en la mayor parte de los trбmites. Aquн estб tu oficina - seсalу a una puerta abierta -. Ponte cуmodo y estudia los archivos, y mira a ver si se te ocurre alguna idea para el turno siguiente.

Se alejу a toda prisa.

Era una oficina pequeсa, pero Bill se sintiу orgulloso de ella. Cerrу la puerta y admirу los archivadores, el escritorio, la silla giratoria, la lбmpara, todo ello construido con una gran diversidad de botellas viejas, potes, cajas, bandejas y desperdicios. Pero ya habrнa mucho tiempo para disfrutar de ello. Ahora tenнa que ponerse a trabajar. Abriу el cajуn superior de un archivador y se quedу mirando al cadбver de ropa negra, barba espesa y rostro blanco que estaba allн metido. Lo cerrу de un golpe y se retirу rбpidamente.

- Venga, venga - se dijo a sн mismo con firmeza -. Soldado, ya has visto los suficientes cadбveres antes como para que te pongas nervioso al ver a este.

Regresу, tirу de nuevo del cajуn, y el cadбver abriу unos ojos perlinos y gomosos y lo contemplу fijamente.

 

SEIS

 

- їQuй es lo que estб haciendo usted en mi archivador? - le preguntу Bill al hombre cuando este saliу del interior, estirando sus agarrotados mъsculos. Era bajito, y su traje mugriento y pasado de moda estaba muy arrugado.

- Tenнa que verle... en privado. Esta es la mejor forma, lo sй por experiencia. їEstб usted descontento?

- їQuiйn es usted?

- La gente me llama Equis.

- їX?

- Lo ha cogido en seguida, es usted inteligente - una sonrisa pasу por su rostro, dejбndole contemplar por un instante los restos ennegrecidos de sus dientes, desvaneciйndose luego tan rбpidamente como habнa llegado -. Es usted el tipo de hombre que necesitamos en el Partido, un hombre que promete.

- їQuй partido?

- No pregunte mucho o se meterб en lнos. La disciplina es estricta. Pнnchese en la muсeca para poder hacer el Juramento de Sangre.

- їPara quй? - Bill lo contemplу muy fijamente, al tanto de cualquier movimiento sospechoso.

- Usted odia al Emperador que lo esclavizу en su ejйrcito fascista; usted es un hombre libre, amante de la libertad y temeroso de Dios, dispuesto a perder su vida para salvar a sus seres queridos; usted estб dispuesto a unirse a la lucha, a la gloriosa revoluciуn que liberarб...

- ЎFuera! - aullу Bill, cogiйndolo por las ropas y empujбndolo hacia la puerta. X se escapу de su apretуn y corriу tras el escritorio.

- Ahora es tan solo un lacayo de los criminales, pero libere su mente de las cadenas, lea este libro - algo revoloteу hasta el suelo -, y piense. Volverй.

Cuando Bill saltу sobre йl, X hizo algo a la pared y se abriу un panel, tras el que se desvaneciу. Se cerrу con un click, y cuando Bill lo mirу de cerca no pudo hallar ni marca ni seсal en la superficie, aparentemente sуlida. Con dedos temblorosos recogiу el libro y leyу el tнtulo: SANGRE, UNA GUIA PARA EL AFICIONADO A LA INSURRECCION ARMADA; luego, con rostro pбlido, lo echу a un lado. Tratу mбs tarde de quemarlo, pero las pбginas eran ininflamables. Tampoco pudo romperlas, las tijeras se embotaron sin poder cortar una sola hoja. Desesperadamente, acabу por tirarlo detrбs del archivador y tratar de olvidar que estaba allн.

Tras la calculada y sбdica esclavitud del servicio, el trabajar honestamente por sus basuras le representу un gran placer para Bill. Se zambullу en sus tareas, y estaba tan concentrado que ni notу que se abrнa la puerta, por lo que se asustу cuando el hombre hablу:

- їEs este el Departamento de Limpieza? - Bill alzу la mirada para ver a la rubicunda faz del reciйn llegado contemplбndole por encima de la inmensa pila de bandejas de plбstico que agarraba entre sus extendidos brazos. Sin mirar atrбs, el hombre cerrу la puerta de una patada y, bajo la pila de bandejas, apareciу otra mano con una pistola -. Un movimiento y lo mato - amenazу.

Bill podнa contar tan bien como el que mбs, y dos manos mбs una hacen tres, asн que decidiу efectuar un movimiento que valiese la pena, o sea que largу una patada al montуn de bandejas para que le pegaran al pistolero en la barbilla y lo echaran hacia atrбs. Cayeron las bandejas, y antes de que la ъltima hubiera llegado al suelo, Bill ya estaba sentado sobre la espalda del hombre, doblando su cabeza en el mortнfero casi dislocamiento venusiano que podнa partir una espina dorsal como si se tratase de un dйbil bastoncillo.

- Me rindo - gimiу el hombre -. I surrender, tu m'as eu, jб estб bй, ti prego camerata...

- Supongo que todos vosotros, los espнas chinger, hablбis un montуn de idiomas - replicу Bill, aumentando la presiуn.

- Mi ser... amigo - gorgoteу el hombre.

- Tъ ser chinger, tener tres brazos.

El hombre Se estremeciу un poco mбs y se le saltу uno de los brazos. Bill lo recogiу para mirarlo mejor, dбndole primero una patada a la pistola y mandбndola a un apartado rincуn.

- Es un brazo falso - dijo Bill.

- їQuй otra cosa podнa...? - dijo roncamente el hombre, dбndose masajes en el cuello con las dos manos autйnticas - Es parte del disfraz. Muy efectivo. Puedo llevar algo y seguir teniendo aъn una mano libre. їCуmo es que no se uniу a la revoluciуn?

Bill comenzу a sudar y a mirar subrepticiamente al archivador que ocultaba el libro peligroso.

- їDe quй habla? Soy un leal amante del Emperador...

- Ya. Entonces, їcуmo es que no ha informado a la C.I.A. que un hombre llamado X vino a ganarlo para su causa?

- їCуmo sabe eso?

- Nuestra tarea es saberlo todo. Aquн estб mi identificaciуn: agente Pinkerton, de la Comisiуn Intergalбctica de Averiguaciones - le pasу una tarjeta de identidad incrustada de joyas, con foto en colores y todo eso.

- Simplemente no querнa lнos - gimiу Bill -. Eso es todo. No molesto a nadie, y no quiero que nadie me moleste.

- Un noble sentimiento... Ўpara un anarquista! Muchacho, їes usted un anarquista? - sus aguzados ojos atravesaron una y otra vez a Bill.

- ЎNo! ЎEso no! ЎNo sй ni como se escribe eso!

- De verdad que espero que sea asн. Es usted un buen chico, y me gustarнa que siguiese asн. Le voy a dar una segunda oportunidad. Cuando vea de nuevo a X dнgale que ha cambiado de idea y que quiere unirse al Partido. Lo harб y trabajarб para nosotros. Cada vez que haya una reuniуn, me telefonearб al regresar, mi nъmero estб escrito en esta barra de caramelo - lanzу un envoltorio sobre la mesa -: Memorнcelo, y despuйs se la come. їQueda todo claro?

- No. No quiero hacerlo.

- Lo harб, o mandarй que lo fusilen por ayudar al enemigo antes de que pase una hora. Durante el tiempo que nos informe, le pagaremos cien pavos al mes.

- їPor adelantado?

- Por adelantado - el montуn de billetes aterrizу en el escritorio -. Eso es por este mes. Vea de ganбrselo -. Se metiу el brazo extra bajo otro real, recogiу las bandejas y se fue.

A medida que Bill pensaba en ello, mбs nervioso estaba al ver el lнo en que lo habнan metido. Lo ъltimo que deseaba era ser mezclado en una revoluciуn ahora que habнa logrado paz, seguridad, y una cantidad ilimitada de desperdicios; pero no, no lo dejaban en paz. Si no se unнa al Partido, la C.I.A. no lo dejarнa en paz, y una vez descubriesen su verdadera identidad ya podнa considerarse muerto. Pero aъn habнa la posibilidad de que X se olvidase de йl y no regresase, y, si no se lo pedнan, їcуmo iba a afiliarse? Se agarrу a este clavo ardiendo y se sumergiу en su trabajo para olvidarse de los problemas.

Casi de inmediato, hallу un filуn en los archivos de Desperdicios. Tras una cuidadosa comprobaciуn, averiguу que su idea no habнa sido intentada antes. Le llevу menos de una hora el reunir el material que necesitaba y, menos de tres horas mбs tarde, tras interrogar a todos los que encontraba y caminar interminables kilуmetros, logrу hallar la oficina de Basurero.

- Ahora ya puedes buscarte el camino de regreso - gruсу este -. їO es que no puedes ver que estoy ocupado?

Con temblorosos dedos, se sirviу otro medio vaso de Viejo Veneno Orgбnico y lo tragу de un sorbo.

- Puedes olvidarte de tus problemas...

- їY quй te crees que estoy haciendo? Esfъmate.

- No sin haberte enseсado esto. Una nueva manera de sacarse de encima las bandejas de plбstico.

Basurero se tambaleу, poniйndose en pie, y la botella cayу, sin que tratase de retenerla, al suelo, donde su contenido, al derramarse, comenzу a hacer un agujero en el revestimiento de teflуn.

- їHablas en serio? їEs positivo? їTienes una nueva soluciуn...?

- Positivo.

- Desearнa no tener que hacer esto - Basurero se estremeciу y tomу de un estante una jarra marcada SERENADOR, LA CURA INSTANTБNEA PARA LA EMBRIAGUEZ. NO DEBE DE TOMARSE SIN RECETA MЙDICA Y UNA PУLIZA DE SEGURO DE VIDA. Extrajo una pнldora moteada, del tamaсo de una nuez, la mirу, se estremeciу, y luego la tragу con un dolorido gulp. Instantбneamente, todo su cuerpo comenzу a vibrar y cerrу los ojos cuando algo hizo gmmmmmff en su interior y una dйbil columna de humo surgiу de sus orejas. Cuando abriу de nuevo los ojos, estos tenнan un brillante color escarlata, pero estaban sobrios.

- їQuй es? - preguntу roncamente.

- їSabes lo que es esto? - le preguntу Bill, lanzando un grueso volumen sobre el escritorio.

- El listнn de telйfonos de la ciudad de Storhestelortby en Prociуn III, segъn dice en la portada.

- їSabes cuбntos directorios telefуnicos viejos tenemos?

- Mi mente se niega a pensar en ello. Continuamente estбn cambiбndolos, y nosotros recibimos los viejos. їY quй?

- Te lo voy a enseсar. їTienes algunas bandejas de plбstico?

- їBromeas? - Basurero abriу un armario empotrado y de йl cayeron con estrйpito centenares de bandejas.

- Estupendo. Ahora yo pondrй algunas cosas mбs: algo de papel de embalar, cordel y cartуn tomados de un montуn de desperdicios, y ya tendremos todo lo que necesitamos. Si llamas a un robot de trabajos generales, te demostrarй el siguiente paso de mi plan.

- Un tra-ge-bot, son dos largos y un corto - Basurero silbу con fuerza con su silbato silencioso, y luego gimiу y se aferrу la cabeza hasta que dejу de vibrar. Se abriу la puerta de un empellуn y por ella apareciу un robot, cuyos brazos y tentбculos vibraban expectantes. Bill seсalу.

- Al trabajo, robot. Toma cincuenta de esas bandejas, empaquйtalas con cartуn y papel, y бtalas bien aseguradas con el cordel.

Zumbando con electrуnica dicha, el robot se abalanzу y un momento mбs tarde, un perfecto paquete se hallaba en el suelo. Bill abriу el listнn al azar y seсalу un nombre.

- Ahora pon la direcciуn que te seсalo, marca el paquete como «regalo gratuito, sin impuestos»... Ўy mбndalo por correo!

De uno de los dedos del robot surgiу un rotulador, con el que rбpidamente copiу la direcciуn en el paquete, lo pesу balanceбndolo en un brazo, lo franqueу con la franqueadora del escritorio de Basurero, y lo lanzу limpiamente por el buzуn de la pared. Se oyу el chuff del soplido cuando el tubo neumбtico se lo llevу hacia los niveles superiores. La boca de Basurero estaba desencajada mientras seguнa la rбpida desapariciуn de las cincuenta bandejas, asн que Bill redondeу su argumentaciуn:

- El trabajo robуtico para el empaquetado es gratuito, las direcciones nos salen gratis, y tambiйn los materiales de embalado. Y a eso se aсade el que, al ser esta una oficina gubernamental, el franqueo es gratuito.

- Tienes razуn... Ўfuncionarб! Un plan muy inspirado. Lo pondrй en marcha en gran escala de inmediato. Inundaremos la Galaxia habitada con esas malditas bandejas. No sй como agradecйrtelo...

- їQuй te parecerнa una prima en metбlico...?

- Una excelente idea. Te harй un cheque ahora mismo. Bill regresу a su oficina con la mano todavнa dolorida por los apretones de felicitaciуn y los oнdos aъn vibrando por las palabras de agradecimiento. Era un mundo maravilloso en el que vivir. Cerrу la puerta de golpe tras йl y se sentу en su escritorio, antes de darse cuenta de que un amplio y mugriento abrigo negro colgaba tras la puerta. Luego se dio cuenta de que era el abrigo de X. Luego se dio cuenta de que unos ojos lo miraban desde la oscuridad del cuello del abrigo, y se le detuvo el corazуn al comprender que X habнa regresado.

 

SIETE

 

- їHa cambiado de idea acerca de unirse al Partido? - le preguntу X mientras se liberaba del colgador y caнa al suelo.

- He estado pensando en ello - se estremeciу culpablemente Bill.

- El pensar equivale al actuar. Debemos apartar el hedor de las sanguijuelas fascistas de los olfatos de nuestros seres queridos y de nuestros hogares.

- Me ha convencido. Me afiliarй.

- La lуgica siempre vence. Firme en este impreso, una gotita de sangre aquн, y alce la mano mientras pronuncio el juramento secreto.

Bill alzу la mano, y los labios de X se movieron en silencio.

- No le oigo - se quejу Bill.

- Ya le dije que era un juramento secreto. Todo lo que tiene que hacer es decir sн.

- Sн.

- Bienvenido a la Gloriosa Revoluciуn - X le besу calurosamente en ambas mejillas -. Ahora venga conmigo a la reuniуn de la resistencia; estб a punto de empezar.

X corriу hacia la pared trasera y recorriу con los dedos el dibujo que formaba, apretando en una forma especial sobre algunos puntos; se oyу un clic, y la puerta secreta se abriу. Bill mirу dubitativo la oscura y hъmeda escalera que bajaba.

- їAdуnde va esto?

- A la resistencia, їadуnde iba a ir? Sнgame, procurando no perderse. Estas son catacumbas milenarias desconocidas para los de la ciudad de arriba, y en ellas habitan cosas desde tiempos inmemoriales.

Habнa antorchas en un nicho en la pared, y X prendiу una y abriу camino por entre la repugnante y hъmeda oscuridad. Bill lo acompaсу, siguiendo la parpadeante y humeante luz mientras serpenteaban a travйs de cavernas que amenazaban derrumbarse, tropezando con herrumbrosos raнles en un tъnel y chapoteando en oscura agua que les llegaba hasta las rodillas. En una ocasiуn, oyeron el chasquido de gigantescas garras cerca de ellos y una raspante voz inhumana les hablу desde la negrura:

- San... - dijo.

- ...gre - respondiу X; y luego le susurrу al oнdo de Bill, cuando hubieron pasado sin percance -: Es un excelente centinela. Se trata de un antropуfago de Dapdrof, que se lo come a uno al momento si no le da el santo y seсa del dнa.

- їY cuбl es el santo y seсa? - preguntу Bill, dбndose cuenta de que estaba haciendo demasiado por los cien pavos de la C.I.A.

- Los dнas impares es Sangre, los pares Delenda est Cartago y los domingos Necrofilia.

- No les ponen las cosas fбciles a los miembros.

- El antropуfago tiene hambre, y tenemos que mantenerlo contento. Ahora... silencio absoluto. Apagarй la luz, y lo llevarй por el brazo. - Se apagу la luz, y unos dedos se clavaron profundamente en el bнceps de Bill. Caminaron a tientas durante un tiempo que pareciу interminable, hasta que se vio una dйbil luz muy por delante. El suelo del tъnel se hizo llano, y vio una puerta abierta iluminada por una luz parpadeante. Se girу hacia su acompaсante y gritу:

- їQuй es usted?

La pбlida, blanca y renqueante criatura que lo aferraba por el brazo se girу lentamente para contemplarlo a travйs de ojos parecidos a huevos escalfados. Su tez era totalmente blanca, su cabeza estaba desprovista de cabello y por toda vestimenta llevaba tan solo un trozo de ropa arrollado a su cintura, mientras que en su frente llevaba marcada al fuego la letra escarlata A.

- Soy un androide - dijo con voz бtona -, como cualquier estъpido podrнa saber al ver la letra A en mi frente. Los hombres me llaman Golem.

- їY quй es lo que le llaman las mujeres?

El androide no contestу a esta ridнcula broma, empujando a Bill a travйs de la puerta hasta una amplia sala iluminada con antorchas. Bill dio una mirada, con los ojos desorbitados, a su alrededor, y tratу de escapar, pero el androide estaba bloqueando la puerta.

- Siйntese - le dijo a Bill, y este se sentу.

Se sentу entre la mбs asombrosa colecciуn de tipos raros, extraсos y estrafalarios que jamбs se hubiera reunido. En adiciуn a hombres de aspecto muy revolucionario con barbas, sombreros negros y pequeсas bombas redondas con largas mechas, y mujeres revolucionarias con faldas cortas, medias negras, cabello largo, boquillas, sostenes con las cintas rotas y halitosis, tambiйn habнan robots revolucionarios, androides, y un cierto nъmero de cosas extraсas que es mejor no describir. X estaba sentado tras una mesa de madera de cocina golpeando sobre ella con la culata de un revуlver.

- ЎOrden! ЎOrden! El camarada XC-189-725-PU de la Resistencia Unificada Robot tiene la palabra. ЎSilencio!

Un gran y muy mellado robot se puso en pie. Uno de sus tubos oculares habнa desaparecido. Mirу a la concurrencia con su ojo bueno, hizo la mejor mueca que podнa con un rostro inmуvil, y luego dio un largo trago de aceite de mбquina de una lata que le entregу un delgado y adulador robot barbero.

- Nosotros, los de R.U.R. - dijo con voz cascada -, conocemos nuestros derechos. Trabajamos duro y valemos tanto como cualquiera, y mбs que los desgraciados androides que dicen que casi son hombres. Todo lo que queremos es igualdad de derechos, igualdad de derechos...

Le obligaron a volver a su asiento entre las protestas de una claque de androides que agitaban sus pбlidos brazos como si fuesen un puchero de fideos al fuego. X golpeу de nuevo pidiendo orden, y casi lo habнa logrado cuando se produjo una repentina conmociуn en una entrada lateral y alguien se abriу camino hasta la mesa del orador. Aunque en realidad no era alguien, sino algo; para ser exactos, se trataba de una caja rectangular de un metro de lado, con ruedas, y repleta de luces, diales y conmutadores que arrastraba tras de sн un pesado cable que se desvanecнa mбs allб de la puerta.

- їQuiйn es usted? - preguntу X, apuntando con recelo su pistola a la cosa.

- Soy el representante de los computadores y cerebros electrуnicos de Helior, unidos en comitй para obtener igualdad de derechos segъn la ley.

Mientras hablaba, la mбquina escribнa las palabras en tarjetas perforadas que surgнan en un rбpido torrente, a cuatro palabras por tarjeta. X apartу irritado las tarjetas de la mesa.

- Esperarб su turno como los demбs - dijo.

- ЎDiscriminaciуn! - aullу la mбquina, en una voz tan alta que las antorchas parpadearon. Continuу gritando y escupiendo un torrente de tarjetas, en cada una de las cuales estaba escrita con airadas letras la palabra ЎDiscriminaciуn!, asн como metros y metros de cinta amarilla en la que estaba grabado el mismo mensaje. El viejo robot, XC-189-725-PU, se alzу de su silla con un rechinar de engranajes desgastados y claqueteу hasta el cable blindado que surgнa del representante de los computadores. Sus garras cortadoras hidrбulicas dieron un solo tajo, y el cable quedу segado. Las luces de la caja se apagaron y el rнo de tarjetas se secу; el cable cortado se agitу, escupiу algunas chispas por la parte seccionado, y luego se arrastrу hacia atrбs en direcciуn a la puerta, como una monstruosa serpiente, y se desvaneciу.

- Orden en la reuniуn - dijo X roncamente, y golpeу de nuevo.

Bill se estrechу la cabeza entre las manos y se preguntу si esto valнa los cien pavos al mes.

Pero cien pavos al mes era buen dinero, a pesar de todo, y Bill lo ahorrу hasta el ъltimo cйntimo. Pasaron fбciles y descansados meses en los que asistiу regularmente a las reuniones, y en los que informу regularmente a la C.I.A., y a primeros de cada uno de ellos encontraba su dinero como relleno de la pasta que invariablemente escogнa para el desayuno. Guardaba los grasientos billetes en un gato de juguete de goma que hallу en un montуn de desperdicios, y poco a poco el gatito creciу. La revoluciуn tan solo empleaba una pequeсa parte de su tiempo, y le encantaba su trabajo en el DM de L. Estaba al frente de la Operaciуn Paquete Sorpresa, y ahora tenнa a un equipo de un millar de robots trabajando a tiempo completo en el empaquetado y envнo de bandejas de plбstico a cada planeta de la Galaxia. Pensaba en ello como un trabajo benйfico, y podнa imaginar los emocionados gritos de alegrнa en el lejano planeta Lejano o en el distante planeta Distante, cuando el inesperado paquete llegase y el tesoro de bello, brillante y moldeado plбstico cayese estrepitosamente al suelo. Pero Bill estaba viviendo en un idнlico paraнso; y su complacencia bovina fue cruelmente despedazada un dнa cuando un robot se le acercу y le susurrу al oнdo:

- Sic temper tiranosaurio, pбsalo - y luego se alejу.

Era la seсal. ЎIba a comenzar la revoluciуn!

 

OCHO

 

Bill cerrу la puerta de su oficina y apretу por ъltima vez en una forma especial sobre algunos puntos, y el panel secreto se descorriу, abriйndose. Realmente ya no se descorrнa, sino que se desplomaba con un tremendo estrйpito, y ya lo habнa usado tanto durante aquel feliz aсo como Agente de Saneamiento que hasta cuando estaba cerrado dejaba pasar una muy perceptible corriente de aire que le daba en el cogote. Pero ya no serнa necesario mantener el secreto: habнa llegado al fin la crisis que tanto le habнa preocupado, y sabнa que se acercaban grandes cambios, fuera cual fuese el resultado de la revoluciуn; y la experiencia le habнa enseсado que los cambios siempre eran para empeorar. Con piernas pesadas e inseguras, trastabillу por las cavernas, tropezу con los herrumbrosos raнles, vadeу el agua, y dio la contraseсa al invisible antropуfago que hablaba con la boca llena, por lo que casi no se le entendнa. Alguien, en la excitaciуn del momento, habнa dado un santo y seсa equivocado. Bill se estremeciу; esto era un mal presagio para el porvenir.

Como de costumbre, Bill se sentу junto a los robots, buenos y sуlidos tipos con una educaciуn intrнnseca, por su construcciуn, a pesar de sus tendencias revolucionarias. Mientras X martilleaba pidiendo silencio, Bill se preparу para la prueba. Durante meses el agente Pinkerton le habнa estado pidiendo mбs informaciуn que la simple fecha de las reuniones, temario discutido y nъmero de asistentes. Insistнa en pedir hechos, hechos, hechos, que hiciera algo por ganarse el dinero.

- Tengo una pregunta - dijo Bill en voz alta pero temblorosa, mientras sus palabras caнan como bombas en el repentino silencio que siguiу al frenйtico golpear de X.

- No es tiempo para preguntas - le respondiу impacientemente X -. Ha llegado la hora de actuar.

- No me importa el actuar - dijo Bill, nerviosamente consciente de que todos los ojos, humanos, electrуnicos y criados en probetas, lo contemplaban -. Pero desearнa saber para quiйn lo voy a hacer. Nunca nos ha dicho quiйn va a suceder al Emperador cuando este haya desaparecido.

- Nuestro lнder es un hombre llamado X, eso es todo lo que necesita saber.

- ЎPero ese es tambiйn el nombre de usted!

- Al fin estб adquiriendo un rudimento de la Ciencia Revolucionaria. Todos los jefes de cйlula son llamados X para confundir al enemigo.

- No sй lo que le pasarб al enemigo, pero a mн sн que me confunde.

- Habla como un contrarrevolucionario - chillу X, y apuntу el revуlver a Bill. Las filas de atrбs se vaciaron cuando todos se apresuraron a salir del campo de tiro.

- ЎNo lo soy! Soy tan buen revolucionario como cualquiera de los presentes... ЎArriba la Revoluciуn! - dio el saludo del Partido, con las dos manos agarradas sobre la cabeza, y se sentу apresuradamente. Todos los demбs saludaron a su vez y X, algo aplacado, apuntу con el caсуn de su arma a un gran mapa colgado de la pared.

- Ese es el objetivo de nuestra cйlula: la Planta de Energнa Imperial en la Plaza Chauvinнstica. Nos concentraremos cerca de ella en pelotones, y luego nos uniremos para un ataque conjunto a las 0016 horas. No se espera que haya resistencia, pues la planta no estб vigilada. Se les entregarбn armas y antorchas al salir, asн como instrucciones impresas sobre la ruta correcta hasta los puntos de reuniуn, en beneficio de los desplanados de entre ustedes. їAlguna pregunta? - amartillу el revуlver, y lo apuntу al encogido Bill. No hubo preguntas -. Excelente. Nos pondremos en pie, y cantaremos el Himno de la Gloriosa Revoluciуn.

En un coro mixto de voces y altavoces mecбnicos, cantaron:

Alzaos, oh prisioneros de la burocracia, Repugnantes obreros de Helior, Alzaos y haced la Revoluciуn, ЎCon pistolas, pies, puсos y garras!

Animados por este entusiasta y monуtono ejercicio, salieron en lentas filas, recogiendo sus equipos revolucionarios. Bill se metiу en el bolsillo las instrucciones impresas, se echу al hombro su antorcha y el lanzarrayos de pedernal, y se apresurу una vez mбs a lo largo de los corredores. Casi no le quedaba tiempo para el largo viaje que tendrнa que hacer, y debнa de informar previamente a la C.I.A.

Esto era mбs fбcil de decir que de hacer, y comenzу a sudar mientras marcaba de nuevo el nъmero. Era imposible conseguir lнnea y, o bien las centralitas estaban ocupadas, o bien los revolucionarios habнan comenzado a interferir las comunicaciones. Suspirу tranquilizado cuando las insolentes facciones de Pinkerton llenaron por fin la pequeсa pantalla.

- їQuй pasa?

- He descubierto el nombre del lнder de la revoluciуn. Es un hombre llamado X.

- їY pretende una prima por eso, estъpido? Esa informaciуn estб en los archivos desde hace meses. їAlgo mбs?

- Bueno... la revoluciуn va a comenzar a las 0016 horas, y pensй que le gustarнa saberlo.

Esto le demostrarб lo que valgo, pensу. Pinkerton bostezу.

- їEso es todo? Para su conocimiento, le dirй que esa informaciуn ya estб pasada. No es usted el ъnico espнa que tenemos, aunque probablemente sea el peor. Ahora escuche. Anуtese esto en algъn sitio para que no lo olvide. Su cйlula tiene que atacar la Planta de Energнa Imperial. Vaya con ellos hasta la Plaza, luego busque una tienda con el letrero JAMONES HEBREOS CONGELADOS, donde estarб escondida nuestra unidad. Vaya allн y presйntese a mн, їentiende?

- Afirmativo. - Se cortу la comunicaciуn, y Bill buscу un trozo de papel de embalar y una cuerda con los que envolver la antorcha y el lanzarrayos hasta que llegara el momento de usarlos. Tenнa que apresurarse: quedaba poco tiempo para la hora cero, y la distancia a recorrer era mucha y la ruta muy complicada.

- Casi ha llegado tarde - le dijo Golem el androide, cuando Bill casi se derrumbу en el callejуn sin salida que era el punto de reuniуn.

- No me grites, hijo de probeta - jadeу Bill, rasgando el papel del paquete -. Dame lumbre para mi antorcha.

Ardiу una cerilla, y en un instante se prendieron y humearon las embreadas antorchas. La tensiуn creciу mientras el segundero se acercaba a la hora, y los pies se agitaron nerviosos sobre el pavimento metбlico. Bill saltу cuando sonу el agudo toque de un silbato, y entonces surgieron del callejуn en una oleada humana e inhumana, con un gutural grito surgiendo de gargantas y altavoces, con las armas dispuestas. Corrieron por pasillos y corredores, con chispas como lluvia cayendo de sus antorchas. ЎEso era la revoluciуn! Bill se dejу llevar por la emociуn y la masa de cuerpos, y vitoreу tan enйrgicamente como los demбs, y apretу la antorcha primero contra una pared y luego contra una de las sillas de una acera rodante, lo cual hizo que se apagara, pues todo lo que hay en Helior o estб hecho en metal o es incombustible. No habнa tiempo de volverla a encender, y la arrojу a lo lejos cuando surgнan a la inmensa plaza que se hallaba frente a la planta de energнa. La mayor parte de las antorchas se habнan ya apagado, pero no las necesitarнan, tan solo tendrнan que utilizar ahora sus lanzarrayos de pedernal para volarle las tripas a cualquier sucio lacayo del Emperador que tratase de interponerse en su camino. Otros grupos estaban surgiendo de las calles que llevaban a la plaza, uniйndose en una arrolladora masa ciega que atronaba hacia las tйtricas paredes de la estaciуn de energнa.

Un letrero luminoso que parpadeaba llamу la atenciуn de Bill. Decнa: JAMONES HEBREOS CONGELADOS, y tragу saliva al volverle la memoria. ЎPor Arimбn que se habнa olvidado de que era un espнa de la C.I.A., y habнa estado a punto de unirse al ataque a la planta de energнa! ЎAъn tenнa tiempo de escapar antes de que cayese el contragolpe! Sudando bastante, comenzу a abrirse camino por entre la multitud hacia el letrero... luego se hallу al borde de la misma y corriendo hacia la seguridad. No era tarde todavнa. Asiу la manija y tirу de ella, pero la puerta no quiso abrirse. Aterrorizado, la girу y agitу hasta que todo el frontis del edificio comenzу a estremecerse, moviйndose de un lado para otro y crujiendo. Se lo quedу contemplando en paralizado horror, hasta que un fuerte siseo le llamу la atenciуn:

- Ven aquн, estъpido mamуn - susurrу la voz; y mirу, para ver al agente Pinkerton de la C.I.A. en la esquina del edificio haciйndole seсas irritado. Bill siguiу al agente, torciendo la esquina, y encontrу allн a una apreciable multitud, y habнa sitio bastante para todos porque no habнa edificio. Ahora Bill podнa ver que el edificio era tan solo un decorado hecho de cartуn piedra con una manija clavada, asegurado por unos soportes de madera a la parte delantera de un tanque atуmico. Un cierto nъmero de soldados con pesadas armaduras y agentes de la C.I.A., asн como un nъmero aъn mayor de revolucionarios, estaban agrupados alrededor de los costados acorazados y de las orugas del tanque. Al lado de Bill estaba el androide, Golem.

- ЎUsted! - se atraganto Bill, y el androide arrugу los labios en una cuidadosa y ensayada mueca despectiva.

- Naturalmente... lo vigilaba para la C.I.A. No se deja nada al azar en esta organizaciуn.

Pinkerton estaba mirando a travйs de un orificio en el falso frontis.

- Creo que todos los agentes se han puesto ya a salvo - dijo -, pero tal vez deberнamos esperar algo mбs. Segъn las ъltimas estadнsticas, habнa agentes de sesenta y cinco grupos de investigaciуn, espionaje y contraespionaje vigilando esta operaciуn. Esos revolucionarios no tenнan ninguna posibilidad...

Desde la planta aullу una sirena, lo cual era aparentemente una seсal preestablecida, pues los soldados golpearon el decorado de cartуn piedra hasta que se soltу y cayу al suelo.

La Plaza Chauvinнstica estaba vacнa.

Bueno, realmente, no estaba vacнa. Bill mirу bien y vio que todavнa quedaba en ella un hombre; al principio, no lo habla visto. Estaba corriendo en su direcciуn, pero se parу con un dйbil gemido cuando vio lo que estaba escondido tras el edificio.

- ЎMe rindo! - gritу, y Bill vio que era el hombre llamado X. Se abrieron las puertas de la planta de energнa y por ellas surgiу un escuadrуn de tanques lanzallamas.

- ЎCobarde! - bufу Pinkerton, echando hacia atrбs el seguro de su pistola -. No trate de escurrir el bulto ahora, X, y al menos muera como un hombre.

- No soy X... ese es tan solo un nombre falso - se arrancу su falsa barba y bigote para mostrar un agitado y anodino rostro -. Soy Gill O'Teen, Graduado y Doctor por la Escuela Imperial de Contraespionaje y Dobleagentismo. Fui encargado de esta operaciуn, puedo probarlo, tengo documentos. El Prнncipe Microcйfalo me pagу para que destronase a su tнo y asн pudiese proclamarse йl Emperador...

- Me cree estъpido - cortу Pinkerton, apuntбndole con su arma -. El Viejo Emperador, descanse en paz, muriу hace un aсo, y el Prнncipe Microcйfalo es el Nuevo Emperador. ЎNo puede hacer una revoluciуn contra el hombre que lo contratу!

- Nunca leo los periуdicos - gimiу O'Teen, alias X.

- ЎFuego! - ordenу implacable Pinkerton, y de todos lados cayу una avalancha de proyectiles atуmicos, chorros de llamas, balas y granadas. Bill se echу al suelo y, cuando alzу la cabeza, la plaza estaba vacнa, a excepciуn de una grasienta mancha y un poco profundo hueco en el pavimento. Mientras seguнa mirando, apareciу zumbando un robot barrendero y absorbiу la grasa. Zumbу otro poco, y rellenу el hueco con un chorro de lнquido reparador de un tanque de su interior.

Cuando rodу alejбndose, no quedaba ni rastro de nada.

- Hola, Bill... - dijo una voz que era tan paralizadoramente familiar que el cabello de Bill se puso de punta y le quedу como si fuera la cerda de un cepillo. Se girу y vio un pelotуn de PM que estaba allн, y especialmente contemplу a la enorme y repugnante forma del que los mandaba.

- Deseomortal Drang... - se asombrу.

- El mismo.

- ЎSбlveme! - jadeу Bill, corriendo hacia el agente Pinkerton de la C.I.A. y abrasбndose a sus rodillas.

- їSalvarlo? - riу este, dбndole un rodillazo en la mandнbula y echбndolo de espaldas -. Yo soy quien los ha llamado. Muchacho, comprobamos tu historial, y averiguamos que estбs en un buen lнo. Hace un aсo que desertaste del Ejйrcito, y no queremos a desertores en nuestro equipo.

- Pero trabajй para usted... le ayudй...

- Llйvenselo - dijo Pinkerton, y le dio la espalda.

- No hay justicia - gimiу Bill, mientras los odiados dedos se clavaban de nuevo en sus brazos.

- Claro que no - le dijo Deseomortal -. їO es que creнas lo contrario?

Se lo llevaron a rastras.

 

 

LIBRO TRES - E= MC O Al INFIERNO

 

UNO

 

- Quiero un abogado. ЎTengo que tener un abogado! ЎSй cuales son mis derechos!

Bill golpeaba los barrotes de su celda con la jarra mellada en la que le servнan su ъnica comida diaria de pan y agua, gritando a todo pulmуn para atraer la atenciуn. Nadie llegу en respuesta a sus llamadas y finalmente, ronco, cansado y deprimido, se echу en el nudoso camastro de plбstico y se puso a contemplar el techo metбlico. Hundido en su miseria, contemplу el gancho durante largos minutos hasta que finalmente lo vio por primera vez. їUn gancho? їPara quй habrнa allн un gancho? Aъn en su apatнa le preocupaba, tal y como le preocupaba el que le hubieran dado un resistente cinturуn de plбstico con una firme hebilla para sus pantalones de presidiario. їY quiйn usa un cinturуn en unos pantalones que forman parte de un mono? Le habнan quitado todo lo que llevaba y le habнan entregado tan solo unas zapatillas de papel, un mono arrugado y un excelente cinturуn. їPor quй? їY por quй habнa un sуlido gancho rompiendo la simйtrica desnudez del techo?

- ЎEstoy salvado! - gritу Bill; y saltу hacia arriba, balanceбndose en el borde del camastro y secбndose el cinturуn. Habнa un agujero en el refuerzo del extremo del cinturуn que se ajustaba perfectamente al gancho; mientras que, por otra parte, la hebilla formaba un perfecto nudo corredizo que se ajustarнa maravillosamente a su cuello. Y podrнa pasбrselo por la cabeza, ajustar la hebilla bajo su oreja, saltar desde el camastro y estrangularse dolorosamente con los pies a un palmo del suelo. Era perfecto.

- ЎEs perfecto! - gritу alegremente, y saltу del camastro y corriу en cнrculos bajo el nudo, gritando Jauu-jauu-jauu tapбndose y destapбndose la boca con la mano.

- ЎNo estoy perdido, acabado, terminado y eliminado! ЎQuieren que me mate yo mismo para facilitarles las cosas!

Esta vez se echу en la cama sonriendo feliz y tratando de pensar en ello. Tenнa que haber una posibilidad de que pudiera escapar de esto con vida, o no se habrнan tomado este trabajo para asegurarse de que tenнa una oportunidad de colgarse йl mismo. їO acaso estarнan jugando una partida doble, haciйndole creer que habнa esperanzas cuando no habнa ninguna? No, eso era imposible. Tenнan una buena serie de atributos: mezquindad, avaricia, irritabilidad, vengatividad, superioridad, apetencia de poder... la lista era casi interminable, pero de una cosa estaba seguro: la sutileza no estaba en ella.

Pero, їa quiйn le estaba echando las culpas? Por primera vez en su vida, Bill se preguntу quienes serнan esos ellos a los que siempre se les echan las culpas. Todo el mundo los culpaba a ellos de todo, todo el mundo sabнa que ellos traнan los problemas. Hasta sabнa por experiencia propia como eran ellos. Pero, їquiйn eran ellos?

Se oyу raspar una pisada en la parte exterior de la puerta, y cuando mirу vio a Deseomortal Drang contemplбndolo con resentimiento.

- їQuiйn son ellos? - preguntу Bill.

- Ellos son cualquiera que quiere formar parte de su grupo - le contestу filosуficamente Deseomortal, haciendo resonar uno de sus colmillos -. Ellos son tanto un estado mental como una instituciуn.

- ЎNo me suelte esas paparruchadas mнsticas! Lo que quiero es una respuesta concreta a una pregunta concreta.

- Estoy contestбndote concretamente - le dijo con toda sinceridad Deseomortal -. Mueren y son reemplazados, pero la instituciуn de los ellos continъa.

- Lamento haber hecho esa pregunta - dijo Bill, deslizбndose hasta que pudo susurrar por entre los barrotes Necesito un abogado. Deseomortal, viejo camarada, їpuede hallarme un buen abogado?

- Ya nombrarбn un abogado para representarte.

Bill produjo el sonido mбs soez que conocнa.

- Claro, y todos sabemos lo que me pasarб con uno de esos abogados. Necesito un abogado que me ayude. Tengo dinero para pagarle...

- Bueno, їy por quй no lo dijiste antes? - Deseomortal se puso sus gafas de montura de oro y ojeу lentamente las pбginas de una pequeсa agenda -. Me llevarй un diez por ciento de comisiуn por ocuparme de este asunto.

- Afirmativo.

- Bien... їquieres un abogado barato y honesto o uno caro y deshonesto?

- Tengo 17.000 pavos escondidos donde nadie puede encontrarlos.

- Tendrнas que habйrmelo dicho desde el principio. - Deseomortal cerrу la agenda y se la guardу -. Debieron de sospechar algo de esto, y por eso te dieron el cinturуn y la celda con el gancho. Con esa cantidad de dinero puedes contratar al mejor de todos.

- їY quiйn es?

- Abdul O'Brien-Cohen.

- Mбndelo a buscar.

No habнan pasado mбs que dos jarras de agua y pan duro cuando se oyeran nuevos pasos en el corredor y una clara y penetrante voz rebotу en las gйlidas paredes.

- Salaam, muchachуn, a fe mнa que he pasado un condenado rato para llegar hasta aquн.

- Este es un caso de consejo de guerra - le dijo Bill al hombre de aspecto ordinario y con rostro vulgar que se hallaba al otro lado de los barrotes -. No creo que permitan que intervenga un abogado civil.

- Begorrah, pueblerino... por voluntad de Alб estoy preparado para cualquier contingencia - se sacу un enhiesto bigote de engomadas puntas de un bolsillo y se lo pegу al labio superior. Al mismo tiempo, sacу pecho, y sus hombros parecieron hacerse mбs anchos, y un resplandor acerado apareciу en su mirada, y su rostro adquiriу una rigidez militar -. Me complace conocerle. Estamos juntos en esto, y quiero que sepa que no lo abandonarй aunque tan solo sea un soldado.

- їQuй pasу con Abdul O'Brien-Cohen?

- Estoy en la escala de reserva del Cuerpo Imperial de Leguleyos: el capitбn A. C. O'Brien a su servicio. їSe mencionу una suma de 17.000?

- Me llevarй el diez por ciento de eso - dijo Deseomortal, apareciendo.

Se iniciaron las negociaciones, que duraron un cierto nъmero de horas. Los tres se agradaban, se respetaban y desconfiaban mutuamente unos de otros, asн que se establecieron elaborados sistemas de seguridad. Cuando Deseomortal y el abogado se marcharon, tenнan minuciosas instrucciones de como hallar el dinero, y Bill tenнa declaraciones firmadas con sangre y las huellas digitales de los otros jurando que eran miembros del Partido dedicados a destronar al Emperador. Cuando regresaron con el dinero, Bill les devolviу las declaraciones tan pronto como O'Brien le hubo firmado un recibo comprometiйndose a defenderlo en el consejo de guerra a cambio de la suma de 15.300 pavos. Todo se llevу a cabo en una forma muy digna y satisfactoria.

- їLe gustarнa saber mi versiуn de los hechos? - preguntу Bill.

- Naturalmente que no, no tiene nada que ver con las acusaciones. Cuando se alistу en el Ejйrcito firmу una renuncia a todos sus Derechos Humanos. Pueden hacer lo que quieran con usted. La ъnica ventaja que tiene es que tambiйn ellos son prisioneros de su propio sistema, y deben regirse por el complejo y autocontradictorio cуdigo de leyes que han edificado durante siglos. Quieren fusilarlo por desertor, y han preparado una acusaciуn irrebatible.

- ЎEntonces me fusilarбn!

- Quizб, pero ese es un riesgo que tenemos que correr.

- їTenemos...? їRecibirб usted la mitad de los disparos?

- No se haga el listo cuando hable con un oficial, so cerdo. Confнe en mн, tenga fe, y espere a que cometan algunos errores.

Despuйs de esto, solo fue cosa de marcar el tiempo que pasу hasta el juicio. Bill supo que ya estaba cerca cuando le dieron un uniforme con la insignia de especialista en fusibles de primera clase en la manga. Luego llegу la guardia marcando el paso, se abriу la puerta, y Deseomortal le hizo una seсa para que saliera. Marcharon juntos, y Bill sacу todo el placer que pudo de cambiar el paso para hacer equivocarse a sus guardianes. Pero una vez hubo traspuesto la puerta de la corte, adoptу una postura marcial y tratу de parecer un viejo luchador con sus medallas tintineando en el pecho. Habнa una silla vacнa al lado de un muy arreglado, uniformado y militar Capitбn O'Brien.

- Asн estб bien - le dijo O'Brien -. Siga con el papel de veterano, gбneles en su propio juego.

Se pusieron en pie cuando entraron los oficiales de la Corte. Bill y O'Brien estaban sentados a un extremo de una larga mesa de plбstico negro, mientras que al otro extremo de la misma se hallaba el fiscal, un Mayor canoso y de aspecto severo que llevaba un corsй barato. Los diez oficiales de la Corte se sentaron en el lado largo de la mesa, desde donde podнan mirar ceсudos a la audiencia y a los testigos.

- Comencemos - dijo el Presidente de la Corte, un Almirante de la Flota, calvo y regordete, con la adecuada solemnidad -. Que se inicie el juicio, que se cumpla la justicia en el mбs breve plazo, y que se halle culpable al prisionero para que sea fusilado.

- Protesto - dijo O'Brien, saltando en pie -. Esos comentarios demuestran prejuicios contra el acusado, que es inocente hasta que no se pruebe su culpabilidad...

- Se deniega la protesta - el mazo del Presidente golpeу la mesa -. Se impone una multa de 50 pavos al abogado defensor por interrupciуn injustificada. El acusado es culpable, como demostrarбn las pruebas, y serб fusilado. Se harб justicia.

- Asн que van a jugar de esa manera - murmurу O'Brien entre semicerrados labios -. Puedo enfrentarme con ellos en cualquier terreno, siempre que conozca las reglas del juego.

El fiscal ya habнa comenzado su intervenciуn inicial con monуtona voz:

- ...y por tanto probaremos que el especialista en fusibles de primera clase Bill sobrepasу alevosamente el permiso que le habнa sido concedido oficialmente durante un perнodo de nueve dнas, y consiguientemente resistiу su arresto y escapу de quienes pretendнan retenerlo, eludiendo con йxito su persecuciуn, tras lo cual permaneciу ausente por un perнodo de mбs de un aсo standard, por lo que consecuentemente es culpable de deserciуn...

- ЎCulpable hasta el cuello! - gritу uno de los oficiales de la Corte, un Mayor de Caballerнa con el rostro rojizo y un monуculo negro, saltando en pie y haciendo caer su silla -. Voto culpable... ЎFusilen a este hijo de madre!

- Estoy de acuerdo, Sam - aceptу el Presidente, dando un golpecito con su mazo -. Pero tenemos que fusilarlo segъn las reglas, asн que todavнa nos llevarб un tiempo.

- Todo eso es falso - siseу Bill a su abogado -. Los hechos son...

- No se preocupe por los hechos, Bill, a nadie de aquн le preocupan. Los hechos no pueden alterar el caso.

- ...y por consiguiente pedimos la pena mбxima: la muerte - dijo finalmente el fiscal, arrastrбndose hasta el fin de su intervenciуn.

- їVa a hacernos perder nuestro tiempo con una intervenciуn, Capitбn? - preguntу el Presidente, fulminando a O'Brien con la mirada.

- Tan solo unas pocas palabras, si la Corte me permite...

Se produjo una repentina conmociуn entre los espectadores y una mujer desmaсada, con una toquilla sobre la cabeza, aferrando contra su pecho un paquete envuelto en una manteleta, corriу adelantбndose hasta la mesa.

- Excelencias... - jadeу -, no me quiten a mi Bill, la luz de mi vida. Es un buen hombre, y todo lo que hizo fue solo por mн y por mi pequeснn - alzу el paquete, y se pudo oнr un dйbil gemido -. Cada dнa querнa dejarme y regresar a su deber, pero yo estaba enferma y el niсito estaba enfermo, y le suplicaba con lбgrimas en los ojos que se quedase...

- ЎSбquenla de aquн! - la maza golpeу estrepitosamente. -... y йl se quedaba, jurando siempre que serнa tan solo por otro dнa mбs, sabiendo siempre mi amor que si nos dejaba нbamos a morir de hambre... - su voz fue apagada por la masa de los PM uniformados de gala que se la llevaron forcejeando hacia la puerta - ...y benditas sean sus excelencias si lo liberan, pero si lo condenan, malditos almas negras, que se pudran sus cuerpos y ardan en el infierno... - se cerrу la puerta y se cortу su voz.

- Borren eso de los archivos - dijo el Presidente, y le lanzу una airada mirada al abogado defensor -. Y si creyese que usted tenнa algo que ver en este asunto, lo harнa fusilar junto con su cliente.

O'Brien aparecнa como el hombre mбs inocente, con los dedos sobre el pecho y la cabeza echada atrбs, comenzando un comentario inocente, cuando se produjo otra interrupciуn: un viejo se puso en pie en uno de los bancos del pъblico y agitу sus brazos para llamar la atenciуn.

- Escuchadme, todos y cada uno de vosotros. La justicia debe de ser cumplida, y yo soy su instrumento. Habнa pensado guardar mi silencio y permitir que un hombre inocente fuera ejecutado, pero no puedo hacerlo. Bill es mi hijo, mi ъnico hijo, y le roguй olvidara su deber para ayudarme, pues muriйndome como estaba de cбncer, deseaba verle por ъltima vez, pero йl se quedу para cuidarme... - se vio una lucha cuando los PM asieron al hombre y comprobaron que estaba encadenado al banco -. Sн, lo hizo, me cocinу gachas y me las hizo comer, y lo hizo tan bien que poco a poco fui recuperбndome hasta que ya me ven ahora, soy un hombre sano, curado por las gachas cocinadas por mi leal hijo. Y ahora mi niсo tiene que morir porque me salvу, pero esto no serб asн. Tomad mi pobre vieja vida inъtil a cambio de la suya. - Resoplу un cortafrнos atуmico, y el viejo fue lanzado por la puerta.

- ЎYa estб bien! ЎYa es demasiado! - aullу el enrojecido Presidente de la Corte, golpeando con tal fuerza que rompiу el mazo y lanzу los fragmentos por la sala -. Vacнen la sala testigos. Esta Corte ordena que el resto de espectadores del juicio sea llevado a travйs de las normas de la Jurisprudencia sin que sean admitidos ni testigos ni pruebas - paseу una rбpida mirada por sus cуmplices, que asintieron en solemne acuerdo - Por lo tanto, se halla al encausado culpable y serб fusilado tan pronto como puedan arrastrarlo al pabellуn de fusilamientos

Los oficiales de la Corte estaban ya levantбndose de sus sillas cuando la lenta voz de O'Brien los detuvo:

- Naturalmente, cae dentro de la jurisdicciуn de esta Corte el resolver la causa en la forma asн prescrita, pero tambiйn es necesario citar el Artнculo o Precedente en el cual se basa la decisiуn.

El Presidente suspirу y se sentу de nuevo.

- Desearнa que no tratase de ponerse difнcil, Capitбn.. conoce usted tan bien los Reglamentos como yo, pero si insiste... Pablo, lйaselo.

El Experto Legal pasу las hojas de un grueso volumen sobre la mesa, encontrу el lugar, seсalбndolo con el dedo, y comenzу a leer:

- Artнculos de Guerra, Ordenanzas Militares, pбrrafo, pбgina, etc., etc... sн, aquн estб, pбrrafo 298-B... Si cualquier soldado de tropa se ausenta de su puesto designado por un perнodo de mбs de un aсo standard, serб considerado como culpable de deserciуn aunque se halle ausente en el juicio, y su castigo serб una muerte dolorosa.

- Eso parece bastante claro. їAlguna otra pregunta. - inquiriу el Presidente.

- No hay preguntas, pero me gustarнa citar un precedente - O'Brien habнa colocado frente a sн un alto montуn de libros y estaba leyendo del de mбs arriba -. Aquн estб: el soldado Acuclillado Lьvening contra el Cuerpo Aйreo del Ejйrcito de los Estados Unidos, en Texas 1944. Se dice aquн que Lьvening permaneciу ausente de su puesto durante catorce meses, y entonces fue descubierto en un escondrijo sobre el techo del comedor, de donde descendнa tan solo a altas horas de la noche para comer y beber lo que hallaba en la despensa y para descargar sus tripas. Como no habнa abandonado la base, no se le pudo considerar desertor ni ausente de su destino, y tan solo se le pudo dar un leve castigo disciplinario.

Los oficiales de la corte se habнan sentado de nuevo y estaban contemplando al Experto Legal, que estaba pasando a toda prisa las pбginas de sus propios libros. Finalmente, emergiу de entre ellos con una sonrisa y una referencia.

- Todo eso es correcto, Capitбn, excepto por el hecho de que el acusado de este caso sн se ausentу de su punto de destino: el Cuartel de Trбnsito para Tropa, y permaneciу errante por el planeta Helior.

- Todo eso es correcto, caballero - contestу O'Brien, tomando otro grueso volumen y agitбndolo por sobre su cabeza -. Pero en el caso de Arrastrado contra el Cuerpo Naval Imperial de Acomodaciones, en Helior 8832, se aceptу a fines de definiciуn legal que el planeta Helior serнa considerado como la ciudad de Helior, y que la ciudad de Helior serнa considerada como el planeta Helior.

- Todo lo cual es indudablemente cierto - interrumpiу el Presidente -, pero totalmente fuera de lugar. No tiene relaciуn con el presente caso, y le ruego que se apresure, Capitбn, puesto que tengo un compromiso para ir a jugar al golf.

- Podrб estar jugando dentro de diez minutos, seсor, si acepta ambos precedentes. Entonces, introducirй un ъltimo documento, una proclama redactada por el Almirante de la Flota Marmoset...

- ЎPero si ese soy yo! - boqueу el Presidente.

- ...al inicio de las hostilidades con los Chingers, cuando la ciudad de Helior fue puesta bajo ley marcial y considerada como un ъnico establecimiento militar en todo su conjunto.

Por consiguiente, someto a la decisiуn de la Corte el hecho de que el acusado es inocente del delito de deserciуn porque no saliу de este planeta, y por consiguiente nunca abandonу esta ciudad, y por consiguiente jamбs saliу del puesto al que estaba destinado.

Cayу un pesado silencio, que fue finalmente roto por la preocupada voz del Presidente cuando se volviу hacia el Experto Legal:

- їEs cierto lo que dice este cochino, Pablo? їNo podemos fusilar al tнo ese?

El Experto Legal estaba sudando copiosamente mientras rebuscaba enfebrecido por sus textos legales, hasta apartarlos finalmente y contestar con voz amargada:

- Es lo bastante exacto, y no hay forma de escaparnos de ello. Ese maldito pisaverde judeoбrabeirlandйs nos tiene cogidos. El acusado es inocente de los cargos que se le imputan.

- їNo habrб ejecuciуn...? - preguntу uno de los oficiales de la Corte con una voz aguda y entrecortado; y otro, mбs viejo, dejу caer la cabeza entre sus brazos y comenzу a sollozar.

- Bueno, pero no se va a escapar tan fбcilmente - dijo el presidente, haciendo una mueca hacia Bill -. Si el acusado estuvo en su puesto durante el pasado aсo, entonces tenнa que haber estado de servicio. Y, durante ese aсo, durmiу. Lo que significa que durmiу estando de servicio. Por consiguiente, lo condeno a trabajos forzados en una prisiуn militar por un perнodo de un aсo y un dнa, y ordeno que sea degradado a especialista en fusibles de sйptima clase. Arrбnquenle los galones y llйvenselo; me esperan en el campo de golf.

 

DOS

 

La prisiуn de trбnsito era un edificio provisional hecho de planchas de plбstico atornilladas a torcidos marcos de aluminio, y estaba en el centro de un gran cuadrilбtero. PM con бtomorifles con las bayonetas casadas hacнan la ronda alrededor del perнmetro de seis alambradas electrificadas. Se abrieron las puertas mъltiples por control remoto, y el robotesposador que lo habнa llevado hasta allн lo arrastrу a travйs de ellas. Esta condenada mбquina consistнa en un robusto y macizo cubo de una altura que le llegaba hasta las rodillas y que rodaba sobre ruidosas orugas. De su parte superior surgнa una barra terminada en unas esposas. Bill estaba encadenado a ellas. Era imposible escapar, pues si se intentaba forzar cualquier parte del robot este hacнa estallar, sбdicamente, una minibomba atуmica que llevaba en su interior, volбndose junto con su prisionero, asн como cualquier otra persona que se hallase en los alrededores. Una vez dentro del edificio, el robot se detuvo, y no protestу cuando el Sargento de Guardia abriу las esposas. Tan pronto como fue soltado su prisionero, la mбquina rodу, desvaneciйndose en su perrera.

- De acuerdo, chico listo, ahora estбs a mi cargo, y eso significa que tendrбs problemas - le espetу el Sargento a Bill. Tenнa la cabeza rapada, una mandнbula amplia y cubierta de cicatrices, y ojos pequeсos y juntos en los que ardнa la consumidora llama de la estupidez.

Bill cerrу sus propios ojos hasta que no fueron mбs que rendijas y lentamente alzу su brazo izquierdo/derecho, flexionando el bнceps. El mъsculo de Tembo se hinchу y partiу la delgada manga de la chaqueta de presidiario con un sonido rasgante. Luego, Bill seсalу la cinta del Dardo Pъrpura que llevaba clavada en el pecho.

- їSabe como me ganй esto? - preguntу con una cortante voz бtona -. La obtuve matando con mis propias manos trece chingers en el interior de una casamata contra la que me habнan mandado. Y estoy ahora aquн porque despuйs de matar a los chingers regresй a matar al sargento que me habнa enviado contra ella. Asн que... їde quй problemas hablaba, sargento?

- Si no me buscas problemas, yo no te los buscarй a ti - chirriу el Sargento de Guardia mientras se alejaba -. Estбs en la celda 13, justo ahн arriba... - se detuvo repentinamente y comenzу a comerse todas las uсas de una mano al mismo tiempo, con un sonido masticante. Bill le lanzу una buena mirada asesina, para acabar de redondear la cosa, y luego se girу y subiу arriba.

La puerta del nъmero 13 estaba abierta, y Bill contemplу la estrecha celda, mal iluminada por la luz que se filtraba a travйs de las paredes translъcidas de plбstico. La litera de dos pisos casi ocupaba todo el espacio, dejando tan solo un estrecho pasadizo a un lado. En la parte opuesta habнan dos maltrechas taquillas atornilladas a la pared, que, junto con el pintado mensaje: SED LIMPIOS, NO OBSCENOS: LA PALABRA SOEZ AYUDA AL ENEMIGO, completaban el mobiliario. Un hombrecillo de rostro puntiagudo y ojos saltones yacнa en la litera inferior, mirando fijamente a Bill. Este le devolviу la mirada y frunciу el ceсo.

- Adelante, sargento - le dijo el hombrecillo, mientras se subнa por el soporte hasta la litera de arriba -. Te he estado guardando la litera de abajo, seguro que sн. Mi nombre es Negrillo y estoy cumpliendo una condena de diez meses por decirle a un segundo teniente que se fuera a...

Terminу la frase con un tono interrogativo que Bill ignorу. Le dolнan los pies. Se sacу a tirones las botas pъrpura y se tendiу sobre la colchoneta. La cabeza de Negrillo apareciу por el borde de la litera, semejante a un roedor contemplando el paisaje.

- Falta aъn mucho para el rancho... їquй te parecerнa una Trotamburguesa? - al lado de la cabeza apareciу una mano que le pasу un brillante paquete a Bill.

Tras contemplarlo con recelo, Bill tirу de la cinta selladora en el extremo del envoltorio de plбstico. Tan pronto como el aire se introdujo y entrу en contacto con el forro combustible, la hamburguesa comenzу a humear, y al cabo de tres segundos estaba en su punto. Alzando el pan, Bill le puso catchup de un pequeсo bolsillo situado al otro extremo del envoltorio, y le dio un dubitativo bocado. Era estupenda y jugosa carne de caballo.

- Esta vieja yegua gris sigue sabiendo tan bien como siempre - dijo Bill con la boca llena -. їCуmo consigues meterlas aquн dentro?

Negrillo sonriу e hizo un guiсo teatral.

- Contactos - dijo -. Me las traen, todo lo que tengo que hacer es pedirlas. No entendн bien tu nombre...

- Bill - la comida habнa apaciguado su pйsimo humor. - Un aсo y un dнa por dormirme estando de servicio. Me iban a fusilar por desertor, pero tenнa un buen abogado. Y esa era una buena hamburguesa. Lбstima no tener nada con que pasarla.

Negrillo sacу una botellita marcada JARABE PARA LA TOS Y se la pasу a Bill:

- Especialmente preparado para mн por un amigo enfermero. Mitad alcohol de quemar y mitad йter.

- ЎGulppp! - dijo Bill, limpiбndose las lбgrimas tras haberse tragado media botella. Se sentнa casi en paz con el mundo -. Eres un buen compaсero, Negrillo.

- Puedes estar seguro - le dijo Negrillo ansiosamente -. Y nunca es malo tener compaсeros en el Ejйrcito, la Marina o las Fuerzas Espaciales, en cualquier parte. Eso lo sabe bien el viejo Negrillo, seguro. їTienes buenos mъsculos, Bill?

Bill flexionу lentamente los mъsculos de Tembo.

- Eso es algo que a mн me gusta ver - dijo admirado Negrillo -. Con tus mъsculos y mi cerebro podremos apaсбrnoslas de maravilla...

- ЎYo tambiйn tengo cerebro!

- ЎRelбjalo! Dale un respiro, mientras yo pienso por los dos. He servido en mбs ejйrcitos que dнas hayas pasado tъ en este. Obtuve mi primera medalla a las уrdenes de Anнbal, por la herida de aquн - seсalу una blanca cicatriz del dorso de su mano -. Pero me di cuenta de que llevaba las de perder y me pasй a los chicos de Rуmulo y Remo mientras era tiempo. He estado aprendiendo desde entonces, y siempre logro salir con bien. Vi de donde soplaba el viento y comн un trozo del jabуn de la lavanderнa y asн estuve malo la maсana de Waterloo, y te aseguro que no me supo mal perderme aquello. Vi como se estaba preparando algo similar en el Somme... їo era Ypres?; me olvido de algunos de los antiguos nombres; asн que masquй un cigarrillo, y me lo puse en el sobaco, y asн logrй tener fiebre y tambiйn me perdн aquel espectбculo. Siempre hay una forma en que escaparse, ese es mi lema.

- Nunca he oнdo hablar de esas batallas. їFueron contra los chingers?

- No, mucho antes, muchнsimo antes. Guerras y guerras antes.

- Eso significarнa que eres muy viejo, Negrillo. Y no pareces muy viejo.

- Soy realmente viejo, pero normalmente no se lo digo a la gente porque se rнen de mн. Pero me acuerdo de haber visto construir las pirбmides, y aъn recuerdo el repugnante rancho que nos daban en el ejйrcito asirio, y la vez que le ganamos a la tribu de Wug cuando trataron de entrar en nuestra caverna, a base de echarles piedras encima.

- Eso suena a una sarta de trolas - dijo cansinamente Bill, vaciando la botella.

- Ajб, eso es lo que me dicen todos, y por eso ya no cuento las viejas historias. No me creen ni cuando les muestro mi amuleto - le mostrу un pequeсo triбngulo blanco con un borde irregular -. El diente de un pterodactilo. Se lo volй con una pedrada de una honda que acababa de inventar...

- Parece un trozo de plбstico.

- їEntiendes ahora? Es por eso por lo que ya no cuento las viejas historias. Simplemente, me voy reenganchando y sigo la corriente...

Bill se sentу y se quedу con la boca abierta.

- ЎReengancharse! Pero eso es un suicidio...

- Ni hablar. En una guerra, el sitio mбs seguro es el Ejйrcito. A los imbйciles de primera lнnea les vuelan los culos a tiros y a los civiles de retaguardia se los vuelan a bombazos, pero los tнos de enmedio viven completamente seguros. Se necesitan 30, 50 o quizб hasta 70 tipos en medio para suministrar a cada uno de los de primera lнnea. Una vez aprendes a ser un buen archivero ya estбs a salvo. їQuiйn ha oнdo hablar de que disparen contra un archivero? Yo soy un excelente archivero. Pero eso solo en tiempo de guerra. En tiempo de paz, cuando se equivocan y hay paz por un tiempo, es mejor estar con las tropas de combate. Tienen mejor comida, permisos mбs largos, y bien poco mбs que hacer. Viajan mucho.

- їY quй pasa cuando comienza una guerra?

- Conozco 735 formas distintas de que me lleven al hospital.

- їMe enseсarбs un par? - dijo Bill.

- Harнa cualquier cosa por un compaсero. Ya te las enseсarй por la noche, despuйs de que nos hayan traнdo el rancho. Y el guardiбn que lo trae estб siendo difнcil acerca de un pequeсo favor que le pedн. ЎMuchacho, cуmo me gustarнa que se le partiese un brazo!

- їQuй brazo? - Bill chascу sus nudillos con un fuerte sonido.

- El que quieras.

 

La Prisiуn Plasticasa era un centro de trбnsito en donde guardaban a los prisioneros que llevaban de un lugar a otro. En ella se vivнa una vida fбcil y relajada que era disfrutada tanto por los guardianes como los prisioneros, sin que nada estropeara el tranquilo discurrir de los dнas. Habнa habido un guardiбn nuevo, un tipo verdaderamente ansioso que venнa de la Guardia Nacional Territorial, pero tuvo un accidente mientras servнa las comidas y se rompiу un brazo. Hasta los otros guardianes se habнan alegrado de verlo partir. Mбs o menos una vez a la semana se llevaban a Negrillo con una guardia armada a la Secciуn de Archivos de la base, donde estaba falsificando documentos para un teniente coronel que era muy activo en el mercado negro y querнa llegar a millonario antes de retirarse. Mientras trabajaba en los archivos, Negrillo hacia que los guardianes de la prisiуn recibiesen promociones no merecidas, tiempo libre extra y primas en metбlico por medallas inexistentes. Como resultado, Bill y Negrillo comнan y bebнan muy bien, y engordaron. Todo era muy pacнfico hasta el dнa en que Negrillo regresу de una sesiуn en los archivos y despertу a Bill.

- Buenas noticias - le dijo -: nos largamos.

- їY quй hay de bueno en eso? - preguntу Bill, molesto porque lo hubieran despertado y aъn medio trompa de la borrachera de la tarde anterior -. Me gusta este lugar.

- Pero pronto se iba a poner mal para nosotros. El coronel me mira de mala manera, y creo que piensa enviarnos al otro extremo de la Galaxia, donde se lucha en serio. Pero no pensarб hacerlo hasta la semana prуxima, cuando acabe de arreglarle los libros, asн que he preparado unas уrdenes secretas para que seamos enviados esta semana a Tabes Dorsalis, donde estбn las minas de cemento.

- ЎEl Mundo Polvoriento! - gritу roncamente Bill, y agarrу a Negrillo por el cuello, agitбndolo -. Una mina de cemento que ocupa todo un mundo, y en donde la gente muere de silicosis a las pocas horas. Es el lugar mбs infecto del Universo...

Negrillo logrу soltarse y escapar al otro extremo de la celda.

- ЎAlto! - se atraganto -. ЎNo te precipites! ЎCierra la tapa de tu buzуn y mantйn seca la pуlvora! їTe crees que iba a enviarnos a un sitio asн? Eso es lo que muestran en los programas de la tele, pero yo sй la verdad. Si trabajas en las minas de cemento, de acuerdo, las cosas no estбn muy bien. Pero tienen una enorme base llena de oficinistas y similares, y usan a prisioneros en libertad provisional en la secciуn mуvil porque no tienen bastantes tropas. Cuando estaba trabajando en los archivos cambiй tu clasificaciуn de especialista en fusibles, que es un trabajo suicida, a conductor, y aquн tienes tu carnet de conducir que te autoriza para hacerlo con cualquier cosa, desde un monociclo hasta un tanque atуmico de 89 toneladas. Asн que tendremos trabajos fбciles y, ademбs, toda la base cuenta con acondicionamiento de aire.

- Pero se estaba bien aquн - se quejу Bill, mirando ceсudo la tarjeta de plбstico que certificaba su aptitud en el manejo de una serie de extraсos vehнculos que en muchos casos ni conocнa de vista.

- Las cosas vienen y van, pero son todas iguales - dijo Negrillo, empaquetando un pequeсo equipaje.

Comenzaron a darse cuenta de que algo andaba mal cuando la columna de prisioneros fue aherrojada y encadenada con argollas y esposas, y arrastrada hasta el transporte espacial por un pelotуn de PM de combate.

- ЎMovйos! - gritaban -. Ya tendrйis tiempo de relajaros cuando lleguemos a Tabes Dorsalgia.

- їAdуnde vamos? - se atraganto Bill.

- Ya me oнste; salta, so mamуn.

- Me dijiste Tabes Dorsalis - le rezongу Bill a Negrillo, que estaba delante suyo en la cadena -. Tabes Dorsalgia es la base en Veniola donde hay los peores combates... Ўvamos a la lucha!

- Un error de escritura - suspirу Negrillo -. Uno no puede ganar siempre.

Evitу la patada que le lanzу Bill, y luego esperу pacientemente mientras los PM lo dejaban sin sentido con sus porras y los arrastraban a bordo.

 

TRES

 

Veniola... un mundo neblinoso de horrores innombrables arrastrбndose en su уrbita alrededor de la macabra estrella verde Hernia como algъn repugnante monstruo estelar reciйn salido del pozo de la nada. їQuй secretos se ocultan entre sus nieblas eternas? їQuй horrores sin nombre ondulan y se estremecen en sus tenebrosas ciйnagas y oscuros lagos sin fondo? Enfrentados con los inenarrables terrores de este planeta, los hombres se vuelven locos antes que enfrentarse con lo inenfrentable. Veniola... mundo de pantanos, el cubil de los repugnantes e inimaginables venianos...

Hacнa calor, habнa humedad y hedнa. La madera de las reciйn construidas chozas estaba ya blancuzca y comenzaba a pudrirse. Uno se sacaba los zapatos y, antes de que llegasen al suelo, los hongos ya crecнan en su interior. Una vez en el campamento, les quitaron las cadenas, ya que no habнa ningъn lugar al que pudieran escapar los trabajadores forzados, y Bill buscу a Negrillo mientras los dedos del brazo derecho de Tembo se abrнan y cerraban como hambrientas bocas. Entonces recordу que Negrillo le habнa hablado a uno de los guardianes cuando estaban saliendo de la nave y le habнa pasado algo, y un poco despuйs lo habнan liberado de la hilera y se lo habнan llevado. En aquel momento ya debнa de estar dirigiendo la secciуn de archivos, y maсana vivirнa en los alojamientos de las enfermeras. Bill suspirу y dejу que todo aquello se fuera de su mente, ya que era tan solo otro factor antagуnico sobre el que no tenнa control, y se dejу caer en la litera mбs prуxima. Instantбneamente, un zarcillo surgiу veloz de una grieta en el suelo, dio tres vueltas a la litera, atбndolo sуlidamente contra ella, y clavу once pequeсos tentбculos en su pierna, comenzando a chuparle la sangre.

- ЎUggggg! - se esforzу Bill contra la presiуn de la cosa verde que le ahogaba.

- Nunca te acuestes sin un cuchillo en la mano - le dijo un delgado y amarillento sargento, mientras pasaba a su lado con su propio cuchillo y segaba el zarcillo por donde surgнa de las planchas del suelo.

- Gracias, sargento - dijo Bill, desenredando los anillos y tirando el vegetal por la ventana.

De repente, el sargento comenzу a vibrar como un alambre en tensiуn al que se le da un pellizco y se desplomу al pie de la litera de Bill.

- Bo... bolsillo... camisa... pipipнldoras... - tartamudeу por entre castaсeteantes dientes. Bill sacу una caja de pнldoras del bolsillo del sargento y le introdujo algunas en la boca. La vibraciуn se detuvo y el hombre se desplomу contra la pared, mбs chupado y amarillo que antes e inundado en sudor.

- Ictericia y fiebre de los pantanos y filariasis galopante, nunca sй cuando me darб un ataque, es por eso por lo que no pueden devolverme al combate, pues no puedo aguantar un arma. Yo, el Sargento Primero Ferkel, el mejor de los malditos lanzallameros de los Kortacuellos de Kirjassoff, y aquн me tienen haciendo de niсera en un campo de trabajos forzados. їY crees que me molesta? Pues no, me hace feliz, y la ъnica otra cosa que me harнa mбs feliz serнa que me sacasen de este maldito pozo de letrina del tamaсo de un planeta.

- їCree que el alcohol le harнa daсo en sus condiciones? - le preguntу Bill, pasбndole una botella de jarabe para la tos -. їVan mal las cosas por aquн?

- No solo no me harб daсo sino que... - se oyу un profundo gorgoteo,. y cuando el sargento hablу de nuevo su voz era mбs ronca pero mбs fuerte -. Mal no es la palabra adecuada. El luchar con los chingers ya es malo de por sн, pero en este planeta tienen a los nativos, los venianos, de su parte. Esos venianos son como lagartijas acuбticas mohosas y tienen apenas la bastante inteligencia como para aguantar un arma y oprimir el gatillo, pero este es su planeta, y ahн en los pantanos son la misma muerte personificada. Se esconden bajo el barro, y nadan bajo el agua, y saltan desde los бrboles, y todo el planeta estб repleto de ellos. No tienen fuentes de aprovisionamiento, ni divisiones organizadas, ni mandos, tan solo luchan. Si uno se muere, los demбs se lo comen. Si uno es herido en la pierna, los demбs se la comen y le crece otra nueva. Si uno de ellos se queda sin municiуn o dardos venenosos o lo que sea, simplemente nada un centenar de kilуmetros hasta su base, carga y regresa al combate. Llevamos aquн luchando tres aсos, y ahora controlamos un centenar de kilуmetros cuadrados de territorio.

- Un centenar, eso suena a mucho.

- Pero solo a un estъpido como tъ. Eso son diez por diez kilуmetros, y tal vez sean dos kilуmetros cuadrados mбs de lo que capturamos en los primitivos aterrizajes.

Se oyу un chapoteo de cansados pies, y unos agotados y embarcados hombres comenzaron a arrastrarse al interior de las chozas. El Sargento Ferkel se alzу trabajosamente y le dio un largo soplido a su silbato.

- De acuerdo, los nuevos, oнd esto. Habйis sido asignados a la escuadra B que ahora estб formбndose, escuadra que irб al pantano y acabarб la tarea que estos insolentes cebollones de la escuadra A han comenzado esta maсana. Trabajarйis como los buenos allб afuera. No voy a apelar a vuestra lealtad, vuestro honor y vuestro sentido del deber... - sacу su pistola atуmica de la funda y abriу de un tiro un boquete en el techo, por el que de inmediato comenzу a gotear la lluvia -. Tan solo voy a apelar a vuestro instinto de supervivencia, porque a todo aquel que se escabulla, se haga el remolуn o no dй todo de sн, le volarй la tapa de los sesos. Ahora, afuera.

Con los dientes desnudos y las manos temblando, parecнa lo bastante enfermo y de mala uva como para hacerlo. Bill y el resto de la escuadra B se apresuraron a salir bajo la lluvia y a formar filas.

- Coged las hachas, coged los picos, sacad el uranio - rugiу el cabo de la guardia armada mientras se peleaban con el barro camino de la puerta de la empalizada. La escuadra de forzados, llevando sus herramientas, iba en el centro, mientras que la guardia armada iba en la parte exterior. La guardia no estaba allн para impedir que algъn prisionero escapase, sino para darles una relativa protecciуn contra el enemigo. Se arrastraron lentamente a lo largo del sendero de бrboles abatidos que serpenteaba por el pantano. De pronto, se oyу un silbido en lo alto y pasaron relampagueantes transportes pesados.

- Hoy tenemos suerte - dijo uno de los prisioneros mбs veteranos -, envнan la infanterнa pesada otra vez. No sabнa que les quedase alguna.

- їQuieres decir que capturarбn mбs territorio? - preguntу Bill.

- Ni hablar, todo lo que consiguen es que los maten. Pero, mientras los aniquilan, nos presionarбn menos y tal vez podamos trabajar sin perder demasiados hombres.

Sin que se lo ordenasen, se detuvieron todos para mirar como la infanterнa pesada caнa como lluvia en los pantanos de enfrente... y se desvanecнa con la facilidad de las gotas de agua. De tanto en tanto se oнa un «buum» y se veнa un resplandor cuando una bomba atуmica mediana estallaba, atomizando posiblemente algunos venianos, pero habнan billones de enemigos esperando su turno. A lo lejos chasquearon las armas cortas y restallaron las granadas. Luego vieron como por sobre los бrboles se aproximaba una rebosante e insegura figura. Era un infante pesado con su escafandra acorazada y casco hermйtico, con bombas atуmicas y granadas sujetas por todas partes, un verdadero polvorнn andante, o mejor dicho saltante, ya que con toda la chatarra que llevaba encima no habrнa podido caminar ni por una carretera asfaltada, por lo que se movнa a saltos, usando dos cohetes atornillados a sus caderas. Sus saltos se hacнan mбs y mбs bajos a medida que se acercaba. Cayу a unos cincuenta metros o asн de distancia y se hundiу lentamente hasta la cintura en el pantano, mientras sus cohetes siseaban al tocar el agua. Luego saltу de nuevo, mucho menos esta vez, con sus cohetes disparando en falso y apagбndose, y lanzу el casco por el aire.

- Hey, chicos - dijo -. Los malditos chingers me dieron en el tanque de combustible. Casi se me han apagado los cohetes, no puedo saltar mucho mбs. їVerdad que le echarйis una mano a un compaсero...? - golpeу el agua con un gran salpicуn.

- Sal de ese traje de lata y te sacaremos - le gritу el cabo de la guardia.

- їEstбs mochales? - gritу el soldado -. Lleva una hora el meterse o salir de esta cosa.

Disparу sus cohetes, pero estos tan solo hicieron puffff y se levantу un palmo en el agua, para caer de nuevo.

- ЎSe acabу el combustible! ЎAyudadme, bastardos! їEs que estamos en la semana-de-joder-al-compaсero...? - aullу, y luego se hundiу, hasta que su cabeza estuvo bajo el agua y se vieron unas pocas burbujas y luego nada mбs.

- Siempre estamos en la semana-de-joder-al-compaсero - dijo el cabo -. ЎPoned en marcha la columna! - ordenу, y se arrastraron hacia adelante -. Esos trajes pesan una tonelada y media, se hunden como el plomo.

Si este era un dнa tranquilo, Bill no deseaba ver uno ajetreado. Como todo el planeta Veniola era un pantano, no se podнan realizar avances hasta que no se construнa una ruta. Los soldados en solitario podнan penetrar algo mбs allб del camino, pero para los suministros o el equipo y hasta para los hombres muy armados se necesitaba un camino. Por tanto, los forzados estaban construyendo un camino de бrboles abatidos. En primera lнnea.

Los disparos de los бtomorifles hacнan hervir el agua a su alrededor, y los dardos venenosos caнan tan densamente como las hojas de los бrboles. Los ataques y contraataques de los dos lados eran constantes mientras los prisioneros cortaban бrboles, los descortezaban y los ataban, para hacer avanzar la ruta unos centнmetros mбs. Bill descortezу y talу y tratу de ignorar los alaridos de los cuerpos que caнan, hasta que comenzу a hacerse de noche. La escuadra, ahora mucho mбs reducida, marchу de regreso en el atardecer.

- Al menos avanzamos 30 metros esta tarde - le dijo Bill al prisionero veterano que marchaba a su lado.

- Eso no significa nada. Los venianos vienen nadando por la noche y se llevan los troncos.

Instantбneamente, Bill tomу la decisiуn de largarse de allн.

- їTienes algo mбs de ese zumo de la alegrнa? - le preguntу el Sargento Ferkel cuando Bill se desplomу en su litera y comenzу a desprenderse parte del barro de las botas con la hoja de su cuchillo. Antes de responderle, le dio un rбpido tajo a una planta que salнa por entre las planchas del suelo.

- їCree que podrнa perder un momento en darme unos consejos, sargento?

- Soy una fluida fuente de consejos una vez tengo lubrificada la garganta.

Bill se sacу una botella del bolsillo.

- їCуmo sale uno de este equipo? - le preguntу.

- Uno hace que lo maten - le contestу el sargento mientras se llevaba la botella a los labios.

Bill se la arrebatу.

- Eso lo sabнa sin su ayuda - resoplу.

- Bueno, pues eso es todo lo que vas a saber sin mi ayuda - resoplу en respuesta el sargento.

Sus narices se tocaban y se gruснan desde lo mбs hondo de sus gargantas. Habiendo probado lo valientes que eran los dos y como sabнan demostrarlo, se relajaron, y el Sargento Ferkel se echу hacia atrбs mientras Bill suspiraba y le pasaba la botella.

- їQuй tal si me diera un trabajo en la furrielerнa? - preguntу Bill.

- No tenemos furrielerнa. No tenemos oficina. Todo el mundo muere mбs pronto o mбs tarde aquн, asн que, їpara quй preocuparse en llevar archivos?

- їY si le hieren a uno?

- Lo envнan al hospital, lo ponen bueno, lo devuelven aquн.

- ЎSolo queda el amotinarse! - chillу Bill.

- No nos valiу las ъltimas cuatro veces que lo intentamos. Simplemente se llevaron las naves de suministro y no nos dieron vнveres hasta que aceptamos volver a combatir. La quнmica de este lugar estб mal, y toda la comida del planeta es puro veneno para nuestros metabolismos. Un par de chicos lo comprobaron por las malas. Cualquier motнn que quiera tener posibilidades de йxito ha de conseguir capturar las bastantes naves como para escapar del planeta. Si tienes alguna idea de como hacerlo, te pondrй en contacto con el Comitй Permanente de Motines.

- їNo hay forma alguna en que salir de aquн?

- Ya te humm a esto humm... - le dijo Ferkel, y se desplomу borracho como una cuba.

- Ya lo verй por mн mismo - dijo Bill, mientras le sacaba la pistola de su funda al sargento y luego se deslizaba por la puerta trasera.

Reflectores blindados iluminaban las posiciones avanzadas, enfrentadas al enemigo, y Bill se dirigiу en el sentido opuesto, hacia el distante resplandor de los cohetes aterrizando. El terreno pantanoso estaba moteado por barracones y almacenes, pero Bill se mantuvo alejado de ellos porque estaban todos guardados, y los guardianes tenнan el disparo fбcil. Disparaban contra todo lo que veнan, contra todo lo que oнan, y si no veнan o oнan nada disparaban de vez en cuando, de todas formas, para mantenerse alta la moral. Las luces brillaban fuertes al frente, y Bill reptу sobre su estуmago para atisbar por encima de una mata a una alta verja iluminada por reflectores y protegida por alambres de espino que se extendнa en ambas direcciones hasta perderse de vista.

Un disparo de un бtomorifle quemу un boquete en el barro a un metro tras йl, y un reflector girу, enmarcбndolo en su destello.

- Saludos de su oficial de mando - atronу una voz amplificada desde los altavoces de la verja -. Esta es una grabaciуn. Estб usted tratando de salir de la zona de combate para entrar en la zona restringida al mando. Esto estб prohibido. Su presencia ha sido detectada por maquinaria automбtica y estos mismos dispositivos tienen ahora apuntado un cierto nъmero de armas contra usted. Dispararбn en sesenta segundos si no se marcha. ЎSea patriota! Cumpla con su deber. ЎMuerte a los chingers! Cincuenta y cinco segundos. їLe gustarнa que su madre supiese que su hijo es un cobarde? Cincuenta segundos. Su Emperador ha gastado un capital en su entrenamiento, їes esa la forma de pagбrselo? Cuarenta y cinco segundos...

Bill maldijo y disparу contra el altavoz mбs prуximo, pero los restantes a lo largo de la valla continuaron sonando con la voz. Se dio la vuelta y volviу por donde habнa venido.

Cuando se acercaba a su choza, evitando la parte delantera para no arriesgarse al fuego de los nerviosos guardianes del complejo, se apagaron todas las luces. Al mismo tiempo sonaron disparos y explosiones por todas partes.

 

CUATRO

 

Algo se deslizу cerca por el barro, y el dedo de Bill se contrajo espontбneamente sobre el gatillo, disparando. Al breve resplandor atуmico vio los humeantes restos de un veniano muerto, asн como un gran nъmero de venianos vivos chapoteando al ataque. Bill se zambullу a un lado al momento, de forma que los disparos que le hicieron en contestaciуn no le alcanzaron, y huyу en la direcciуn opuesta. Tan solo pensaba en salvar el pellejo, y lo hizo escapando de los disparos y de los enemigos que le atacaban tan lejos como pudo. El que lo hiciera en la direcciуn en que no habнa sendero, metiйndose en el pantano, fue algo que no se detuvo a considerar en aquel momento. Sobrevive, le gritaba su arrugado y empequeсecido ego, y йl corrнa.

El correr se hizo mбs difнcil cuando el suelo se transformу en barro, y aъn mбs cuando el barro dejу paso al agua abierta. Tras chapotear desesperadamente por un tiempo interminable, Bill llegу a mбs barro. Ya le habнa pasado el primer momento de histeria, el combate era tan solo un lejano murmullo en la distancia, y estaba exhausto. Se dejу caer sobre una masa de barro, e instantбneamente unos agudos dientes se le clavaron profundamente en las nalgas. Chillando roncamente, corriу hasta chocar con un бrbol. No iba lo bastante aprisa como para hacerse mucho daсo, y el tacto de la rugosa corteza bajo sus dedos despertу todos sus instintos eoantrуpicos de supervivencia: se subiу a йl. En lo alto habнa dos ramas que salнan en бngulo del tronco, y se apoyу en ellas, apretado contra la sуlida madera y con su arma preparada y apuntada hacia adelante. Nada le molestaba ahora, y los sonidos nocturnos se hicieron mбs dйbiles y lejanos, la oscuridad era completa, y al cabo de unos segundos comenzу a cabecear. Se sobresaltу algunas veces, parpadeу, y finalmente se quedу dormido.

Ya brillaban las primeras grisбceas luces del alba cuando abriу sus pesados ojos y parpadeу. En una rama cercana estaba colgado un pequeсo lagarto que lo contemplaba con sus ojos como joyas.

- Je, je... de verdad que estabas como un tronco - le dijo el chinger.

El disparo de Bill abriу una cicatriz humeante en la parte superior de la rama, y luego el chinger apareciу de nuevo por debajo de la rama y se limpiу meticulosamente la ceniza de sus garras.

- Ojo con ese gatillo, Bill - dijo -. Je, je... si hubiera querido te podrнa haber liquidado en cualquier momento mientras estabas dormido.

- Te conozco - dijo hoscamente Bill -. Eres Ansioso Beager, їno?

- Je, je... їno te gusta encontrarte con viejos amigos? - un cienpiйs pasaba a su lado y Ansioso Beager, el chinger, lo agarrу con tres de sus brazos y comenzу a arrancarle patas con el cuarto y a comйrselas -. Te reconocн, Bill, y quise hablar contigo. Me he sentido mal desde que te llamй soplуn, no hice bien. Tan solo cumplнas con tu deber cuando me denunciaste. Pero, їquerrнas decirme como fue que me descubriste...? - dijo, guiсando un ojo en complicidad.

- їPor quй no te vas a comer mierda, desgraciado? - gruсу Bill, y buscу en su bolsillo una botella de jarabe para la tos. Ansioso Chinger suspirу.

- Bueno, supongo que no querrбs hablar de nada de trascendencia militar, pero espero que quieras contestarme a unas preguntas. - Echу a un lado el cadбver desmembrado y rebuscу en su bolsa marsupial, sacando una tablilla y un diminuto instrumento de escritura -. Tienes que darte cuenta de que no escogн voluntariamente el espionaje como profesiуn, sino que me obligaron a hacerlo en virtud de mi especialidad, la exopologнa... їhas oнdo hablar de esta ciencia?

- Una vez nos dieron una charla de orientaciуn, la hizo un exopуlogo, y de lo ъnico que sabнa hablar era de tipos y bichos extraterrestres.

- Sн, mбs o menos es eso. Es la ciencia que estudia las formas de vida distintas a la propia y, naturalmente, para nosotros el homo sapiens entra en esa clasificaciуn: es un bicho raro... - se ocultу a medias tras al rama cuando Bill alzу el arma.

- ЎOjo con lo que dices, mamуn!

- Lo siento, tan solo es una forma de expresarse. Resumiendo, como me especialicй en el estudio de tu especie, me enviaron como espнa, en contra mнa; pero esos son los sacrificios que uno tiene que realizar en tiempo de guerra. No obstante, al verte aquн, he recordado que hay una serie de preguntas y problemas aъn sin respuesta, y me gustarнa tener tu ayuda para resolverlos, por pura curiosidad cientнfica, naturalmente.

- їComo cuбles? - preguntу suspicaz Bill, vaciando la botella y lanzбndola contra la selva.

- Bueno... je, je... para empezar por algo simple, їque es lo que sientes por los chingers?

- ЎMuerte a los chingers! - la pequeсa pluma volaba sobre la tablilla.

- Pero te han condicionado para que digas, eso. їQuй es lo que sentнas antes de entrar en el Ejйrcito?

- Los chingers no me importaban un pito - con el rabillo del ojo, Bill vigilaba un movimiento sospechoso entre las hojas del бrbol, arriba.

- ЎEstupendo! Entonces, їpodrнas explicarme quiйn es el que nos odia a los chingers hasta el punto de querer luchar contra nosotros una guerra de exterminio?

- Supongo que, en realidad, nadie odia a los chingers. Es simplemente que no hay nadie mбs con quien hacer la guerra, asн que tenemos que hacerla con vosotros - las inquietas hojas se habнan separado y unos ojos alargados, colocados en una gran cabeza plana, miraban hacia abajo.

- ЎLo sabнa! Y esto me lleva a la pregunta verdaderamente importante: їPor quй os gusta a los horno sapiens hacer la guerra?

La mano de Bill se apretу sobre la culata de la pistola, mientras la monstruosa cabeza descendнa silenciosamente por entre las hojas tras Ansioso Chinger Beager. Estaba unida a un cuerpo serpentina de un palmo de grosor y, aparentemente, interminable.

- їHacer la guerra? No sй - dijo Bill, distraнdo por el silencioso aproximarse de la gigantesca serpiente -. Supongo que es porque nos gusta. No parece haber otra razуn.

- ЎOs gusta! - rechinу el chinger, saltando arriba y abajo excitado -. A ninguna raza civilizada le pueden gustar las guerras: la muerte, el asesinato, la mutilaciуn, las violencias, la tortura y el dolor, para nombrar tan solo algunos de los factores - concomitantes a la misma. ЎVuestra raza no puede ser civilizada!

La serpiente atacу con la velocidad del rayo, y Ansioso Chinger Beager se desvaneciу por su espinosa garganta con tan solo un apagado gemido.

- Ajб... supongo que no estamos civilizados - dijo Bill con la pistola dispuesta, pero la serpiente siguiу descendiendo. Al menos pasaron reptando cincuenta metros de la misma antes de que apareciese y desapareciese la cola -. El maldito espнa se lo tenнa bien merecido - gruсу feliz, y comenzу a descender.

Una vez en el suelo, Bill comenzу a darse cuenta del mal lнo en que se hallaba. El hъmedo pantano se habнa tragado todas las huellas de su paso de la noche anterior, y no tenнa ni la menor idea de en quй direcciуn se hallaba la zona de los combates. El sol tan solo era una difusa luz tras las capas de nubes y niebla, y notу un escalofrнo repentino al darse cuenta de las escasas posibilidades que tenнa de hallar su camino de regreso. El бrea de invasiуn, de tan solo diez kilуmetros de lado, era un punto microscуpico en la piel de este planeta. Y no obstante, si no la encontraba, ya podнa darse por muerto. Y si se quedaba allн tambiйn morirнa, asн que, tomando lo que le parecнa la direcciуn mбs prometedora, iniciу la marcha.

- Estoy chafado - dijo, y lo estaba. Unas pocas horas de arrastrarse por los pantanos no habнan hecho mбs que debilitar sus mъsculos, llenarle la piel de picaduras de insectos, sacarle un litro de sangre gracias a las omnipresentes sanguijuelas y vaciar la carga de su pistola al matar a una docena o asн de las formas de vida locales que lo querнan como desayuno. Tambiйn sentнa hambre y sed. Y seguнa perdido.

El resto del dнa siguiу la pauta de la maсana, asн que cuando el cielo comenzу a oscurecer estaba al borde del agotamiento y habнa terminado su suministro de medicina para la tos. Cuando subiу a un бrbol para encontrar un punto en el que descansar, estaba aъn mбs hambriento, por lo que cogiу un excelente fruto rojo.

- Se supone que es veneno. - Lo mirу con suspicacia, y luego lo husmeу. Olнa excelentemente. Lo tirу lejos.

Por la maсana todavнa tenнa mбs hambre.

- їDeberнa meterme el caсуn de la pistola en la boca y disparar? - se preguntу, sopesando la pistola atуmica en la mano -. Aъn queda mucho tiempo para hacer eso. Aъn pueden pasar muchas cosas - y, sin embargo, no pudo acabar de creйrselo cuando oyу voces que venнan por la jungla, voces humanas. Se ocultу tras la rama y apuntу en aquella direcciуn.

Las voces se acercaron, y tambiйn un sonido de cadenas. Un veniano armado pasу bajo el бrbol, pero Bill retuvo el fuego cuando otras figuras surgieron de entre la niebla. Era una larga hilera de prisioneros humanos que llevaban al cuello las argollas usadas para traer a Bill y a los otros al campo de trabajos forzados, unidas por una larga cadena. Cada uno de los hombres llevaba una enorme caja sobre la cabeza. Bill los dejу pasar por debajo y contу cuidadosamente los guardianes venianos. Eran cinco mбs un sexto vigilando la retaguardia, y cuando este estuvo bajo el бrbol Bill se dejу caer sobre йl, abriйndole el crбneo con sus pesadas botas. El veniano estaba armado con una copia, hecha por los chingers, del бtomorifle standard, y Bill sonriу malйvolamente cuando sostuvo su familiar peso. Tras guardarse la pistola en el cinto, se deslizу tras la columna, con el rifle a punto. Logrу matar al quinto guardiбn poniйndose tras йl y reventбndole la cabeza con la culata del rifle. Los dos ъltimos humanos de la hilera lo vieron, pero tuvieron la suficiente cordura como para callarse cuando se acercу sigilosamente al cuarto. Pero un estremecimiento de los prisioneros o algъn sonido casual puso en guardia al veniano, que se dio la vuelta, alzando el rifle. Ya no habнa posibilidad de matarlo en silencio, asн que Bill le asу la cabeza y corriу tan de prisa como pudo hacia delante. Se produjo un incrйdulo silencio cuando resonу el disparo entre la neblina y Bill lo llenу con un grito:

- ЎCuerpo a tierra... rбpido!

Los soldados se zambulleron en el barro, y Bill aguantу su бtomorifle a la altura de la cadera mientras corrнa, abanicando de un lado a otro, frente a йl, como si manejase una manguera, y manteniendo el gatillo en tiro automбtico. Una lнnea continua de fuego cruzу el aire a la altura de un metro del suelo y formando un arco. Se oyeron chillidos y gemidos entre la niebla, y al fin se agotу la carga del rifle. Bill lo echу a un lado y sacу la pistola. Dos de los guardias que quedaban estaban por el suelo, y el ъltimo estaba herido y solo pudo lanzar un mal dirigido disparo antes de que tambiйn lo asase.

- No estб mal - dijo, deteniйndose y jadeando -. Seis de un total de seis.

De la lнnea de prisioneros le llegaban dйbiles gemidos, y Bill ahuecу disgustado los labios cuando vio los tres hombres que no se habнan tirado al suelo al oнr su grito de aviso.

- їQuй pasa? - le dijo a uno, moviйndolo con la bota. -. їNunca habнas entrado en combate? - pero no le contestу porque estaba tostadamente muerto.

- Nunca... - le contestу el de al lado, boqueando de dolor -. Llame al enfermero. Estoy herido, hay uno al principio de la hilera. ЎOh, oh, їpor quй salн nunca de la Fanny Hill?! Enfermero...

Bill frunciу el entrecejo al ver los tres balones dorados de un Cuarto Teniente en el cuello del hombre, y luego se inclinу y le raspу algo del barro de la cara.

- ЎTъ! ЎEl oficial de lavanderнa! - gritу con ultrajada ira, alzando la pistola para completar el trabajo.

- ЎNo soy yo! - gimiу el teniente, reconociendo por fin a Bill -. ЎEl oficial de lavanderнa se fue, tragado por un desagьe! Yo soy tu amado pastor local que te trae las bendiciones de Ahura Mazdah, hijo mнo... їHas ido leyendo el Avesta cada dнa antes de irte a dormir...?

- ЎBah! - rugiу Bill; ahora ya no podнa matarlo, asн que caminу hasta el tercer herido.

- Hola Bill... - le saludу una dйbil voz -. Supongo que ya he perdido mis antiguos reflejos... No puedo culparte por haberme dado, tendrнa que haberme incrustado en el barro como los otros...

- Maldita sea, eso es lo que tendrнas que haber hecho - dijo Bill, contemplando al familiar y odiado rostro colmilludo -. Te estбs muriendo, Deseomortal. Esta vez te ha tocado.

- Lo sй - dijo Deseomortal, y tosiу. Tenнa cerrados los ojos.

- Haced un cнrculo con la cadena - gritу Bill -. Quiero aquн al enfermero.

La hilera de prisioneros se curvу y miraron como el enfermero examinaba a los heridos.

- El teniente solo necesita una venda - dijo -. Tan solo tiene quemaduras superficiales. Pero a este tнo de los colmillos le ha llegado la hora.

- їPuedes conservarlo con vida? - le preguntу Bill.

- Por un tiempo, aunque no puedo asegurar cuanto.

- Mбntenlo en vida. - Mirу alrededor del cнrculo de prisioneros -. їHay alguna manera en que sacaros esas argollas? - preguntу.

- No sin las llaves - le dijo un tosco sargento de infanterнa -, y los lagartos no las traнan. Tendremos que llevarlas hasta que estemos de regreso. їCуmo es que arriesgaste el cuello para salvarnos? - preguntу con sospecha.

- їY quiйn querнa salvaros? - resoplу Bill -. Tenнa hambre, y me imaginй que eso que llevabais serнa comida.

- Sн, lo es - contestу el sargento, pareciendo ya mбs tranquilo -. Asн se entiende el por quй corriste el riesgo.

Bill abriу una lata de raciones y hundiу el rostro en ella.

 

CINCO

 

El muerto fue cortado de su sitio en la cadena, y los dos hombres de delante y atrбs del herido Deseomortal querнan hacer lo mismo con йl. Bill razonу con ellos, les explicу que lo mбs humanitario era cargar con su compaсero, y estuvieron de acuerdo con йl cuando los amenazу con asarles las piernas si no lo hacнan. Mientras los encadenados comнan, Bill cortу dos ramas flexibles y construyу una camilla con tres guerreras que le dieron. Entregу los rifles capturados al tosco sargento y a los soldados que parecнan con mбs experiencia de combate, guardбndose uno para sн mismo.

- їHay alguna posibilidad de que podamos regresar? le preguntу el sargento, que estaba limpiando cuidadosamente el agua del arma.

- Tal vez. Podemos regresar por donde hemos venido, es fбcil seguir las seсales que hemos dejado todos nosotros arrastrбndonos hasta aquн. Tendremos que estar atentos por si hay venianos, y cazarlos antes de que puedan correr la voz acerca de nosotros. Cuando lleguemos donde podamos oнr los combates, trataremos de hallar un бrea tranquila... y de abrimos paso. Un cincuenta por ciento de posibilidades.

- Eso es mбs de lo que tenнamos hace una hora.

- Ya lo sй. Pero disminuirбn si nos quedamos mucho tiempo aquн.

- Entonces pongбmonos en marcha.

El seguir la pista fue aъn mбs fбcil de lo que Bill se habнa imaginado, y a primera hora de la tarde oyeron los primeros sonidos de la lucha, un retumbar apagado en la distancia. Habнan matado instantбneamente al ъnico veniano al que habнan visto. Bill detuvo la marcha.

- Comed todo lo que querбis, luego tirad la comida - dijo -. Pasad la orden. Pronto tendremos que marchar a toda prisa - fue a ver que tal estaba Deseomortal.

- Mal - jadeу este, con la cara tan blanca como el papel -. Esto es el fin, Bill... lo sй... ya he aterrorizado a mi ъltimo recluta... he cobrado mi ъltima paga... he hecho mi ъltima guardia... hasta la vista, Bill... eres un buen compaсero... cuidбndote de mн asн...

- Me alegra que pienses eso, Deseomortal, y tal vez quieras hacerme un favor. - Rebuscу por los bolsillos del moribundo hasta que encontrу su libro de notas de suboficial, abriйndolo y garabateando en una de las pбginas en blanco -. їQuй tal si me firmaras esto, en recuerdo de los viejos tiempos...? їDeseomortal?

La gran mandнbula colgaba abierta, los malйvolos ojos rojos estaban desorbitados y perdidos en el infinito.

- El sucio mamуn se me ha muerto antes - dijo disgustado Bill. Tras meditar por un momento, mojу con tinta de la pluma la yema del pulgar de Deseomortal y la apretу contra el papel para dejar la huella.

- ЎEnfermero! - gritу, y la hilera de hombres se arqueу para que el enfermero pudiera llegar -. їCуmo estб?

- Tieso como un arenque - dijo el enfermero, tras un examen profesional.

- Antes de morir me dejу en herencia sus colmillos, lo tengo aquн escrito, їves? Son colmillos verdaderos, hechos crecer en una probeta, y cuestan un fortunуn. їPueden ser trasplantados?

- Seguro, siempre que se los arranquen y los congelen antes de que pasen doce horas.

- No hay problema con eso, simplemente nos llevaremos el cadбver con nosotros. - Mirу a los dos camilleros y jugueteу con su arma, y no hubo protestas -. Mбndeme aquн a ese teniente.

El teniente vino.

- Capellбn - dijo Bill, alzando la pбgina del libro de notas -. Me gustarнa tener la firma de un oficial en esto. Justo antes de morir este hombre me dictу su testamento, pero estaba demasiado dйbil para firmarlo, asн que le puso la huella dactilar. Ahora usted escriba que lo vio hacerlo y que todo estб bien y es legal, y firme con su nombre.

- Pero... no podrнa hacer eso, hijo mнo. No vi como el fallecido dictaba su testamento y Glummmmp...

Dijo Glummmmp porque Bill le habнa metido el caсуn de la pistola atуmica en la boca y lo estaba haciendo girar con el dedo vibrando sobre el gatillo.

- Dispara - dijo el sargento de infanterнa, y tres de los hombres, que podнan ver lo que estaba pasando, aplaudieron. Bill retirу lentamente la pistola.

- Tendrй gran placer en ayudar - dijo el capellбn, arrebatбndole la pluma.

Bill leyу el documento, gruсу satisfecho, y luego se acuclillу junto al enfermero.

- їEstбs en el hospital? - le preguntу.

- En efecto, y si logro regresar no voy a salir de йl nunca mбs. Tuve la mala suerte de estar recogiendo heridos cuando se produjo el ataque.

- He oнdo que no se llevan a ningъn herido. Que solo los ponen en condiciones y los devuelven a la lнnea de fuego.

- Oнste bien. Esta va a ser una guerra difнcil de sobrevivir.

- Pero deben de haber algunos heridos demasiado graves como para volverlos al servicio activo.

- Son los milagros de la medicina moderna - le contestу el enfermero, mientras se enfrentaba con un pastel de carne deshidratado -. O te mueres, o te han puesto bueno en un par de semanas.

- їY si a uno le vuelan un brazo?

- Tienen un congelador lleno de brazos viejos. Te cosen uno y bang, de vuelta al servicio.

- їY que tal con los pies? - le preguntу Bill preocupado.

- ЎTienes razуn... me olvidй! Hay escasez de pies. Tenemos a tantos tнos sin pies que se nos estбn acabando las camas. Habнan comenzado justamente a sacarlos del planeta cuando me capturaron.

- їTienes algunas pнldoras contra el dolor? - le preguntу Bill, cambiando de conversaciуn. El enfermero sacу una botella blanca.

- Tres de estas y te reirнas mientras te estuviesen cortando la cabeza.

- Dame tres.

- Si por casualidad ves a un tipo que le hayan volado un pie, lo mejor serб que le ates algo alrededor de la pierna, por sobre la rodilla, para cortar la hemorragia.

- Gracias, compaсero.

- De nada.

- Pongбmonos en marcha - dijo el sargento de infanterнa -. Cuanto antes lo hagamos, mбs posibilidades tendremos.

Ocasionales relбmpagos de los бtomorifles quemaban el follaje por encima de ellos, y el estampido seco de las armas pesadas hacнa agitarse el barro bajo sus pies. Caminaron paralelamente a la lнnea de fuego hasta que este hubo cesado, luego se detuvieron. Bill, que era el ъnico no encadenado, se adelantу en reconocimiento. Las lнneas enemigas parecнan poco densas, y encontrу un lugar que parecнa ser el mejor para atravesarlas. Luego, antes de regresar, se sacу una fuerte cuerda que habнa tomado de los paquetes y se hizo un torniquete sobre la rodilla derecha, apretбndolo con un palo, tragбndose luego las tres pнldoras. Se quedу tras unos espesos matorrales cuando llamу a los otros.

- Todo recto, y luego a la derecha por entre esos бrboles. Vamos... Ўrбpido!

Bill abriу la marcha hasta que los primeros hombres pudieron ver las lнneas al frente. Luego gritу:

- їQuй es esto? - y se introdujo entre el espeso follaje ЎChingers! - gritу, y se sentу con la espalda recostada en un бrbol.

Tomу buena punterнa con la pistola y se volу el pie derecho.

- ЎMovйos, rбpido! - aullу, y escuchу el estrйpito de los asustados hombres entre la maleza. Lanzу lejos su pistola, disparу al azar hacia los бrboles unas cuantas veces, luego se irguiу. El бtomorifle le servнa bastante como muleta para cojear, y no tenнa mucho camino que recorrer. Dos soldados, que debнan ser bisoсos o habrнan sabido mejor lo que se hacнan, salieron de sus refugios para ayudarle.

- Gracias, compaсeros - jadeу, y se desplomу al suelo -. La guerra es un puro infierno.

 

EPILOGO

 

La mъsica marcial creaba ecos en la ladera de la colina, rebotando en las aristas rocosas y perdiйndose en las silenciosas sombras verdes bajo los бrboles. Girando la curva, marcando orgullosamente el paso entre el polvo, llegу el pequeсo desfile a cuya cabeza se encontraba la magnнfica forma del robot-banda. El sol se reflejaba en sus doradas extremidades y parpadeaba en los metбlicos instrumentos que tocaba con tanto entusiasmo. Una pequeсa formaciуn de robots surtidos rodaba y traqueteaba tras йl, y cerrando la columna iba la solitaria figura del canoso sargento reclutador, marchando solitario, con las hileras de sus medallas tintineando. Aunque el camino era liso, el sargento trastabilleу de pronto, casi cayendo, y se puso a blasfemar con toda la experiencia de los largos aсos de oficio.

- ЎAlto! - ordenу, y, mientras su pequeсa compaснa frenaba hasta detenerse, se recostу contra la pared de piedra que bordeaba el camino y se arremangу la pernera derecha de su pantalуn. Cuando silbу, uno de los robots se acercу rбpidamente y le presentу una caja de herramientas, de la que el sargento tomу una gran llave inglesa, con la que se apretу una de las tuercas del tobillo de su pie artificial. Luego le echу unas gotas de aceite a una juntura y volviу a bajarse la pernera. Cuando se irguiу, se dio cuenta de que una robomula estaba tirando de un arado tras la verja, con un robusto mocetуn pueblerino guiбndola.

- ЎCerveza! - ladrу el sargento, y luego -: El lamento de un espacionauta.

El robot-banda iniciу los compases de la suave melodнa de la vieja canciуn, y para cuando el surco llegу hasta los lнmites del campo ya estaban sobre la cerca dos jarras de cerveza helada.

- Esa es una bonita canciуn - dijo el campesino.

- Bebe una cerveza conmigo - dijo el sargento, echando en la jarra un polvillo blanco de un paquete que tapaba con la mano.

- No me importarнa hacerlo, hoy hace aquн mбs calor que en el in...

- Dilo tranquilamente: infierno. Ya he oнdo antes esa palabra.

- A mami no le gusta que diga palabrotas. Vaya si tiene usted unos dientes largos, seсor.

El sargento hizo resonar un colmillo.

- Un tiparrуn como tъ no deberнa preocuparse por algunas palabrotas mбs o menos. Si fueras soldado, podrнas decir infierno, o hasta mamуn, todas las veces que quisieras.

- No creo que desee decir nada como eso - se ruborizу, a pesar de lo curtido de su rostro -. Gracias por la cerveza, pero ahora tengo que seguir arando. Mami me dijo que jamбs tenнa que hablar con los soldados.

- Tu mami tiene razуn, hijo. La mayor parte de ellos son un rebaсo de sucios borrachos y blasfemos. Escucha: їte gustarнa ver una foto que tengo de una robomula nueva que puede funcionar 1.000 horas sin que tenga que ser lubrificada? - el sargento echу la mano hacia atrбs y un robot le puso en ella un visor.

- ЎEso sн que suena interesante! - el pueblerino se llevу el visor a los ojos y mirу por йl, y se puso aъn mбs encarnado -. Esto no es una mula, seсor, es una chica, y sus ropas son...

El sargento extendiу rбpidamente la mano y apretу un botуn en lo alto del visor. Algo hizo trunk en su interior, y el campesino se quedу quieto, rнgido y paralizado. No se moviу ni cambiу de expresiуn cuando el sargento le quitу la pequeсa mбquina de entre sus paralizados dedos.

- Toma esta pluma - le dijo el sargento, y los dedos del otros se cerraron sobre ella -. Ahora firma en este documento, justamente debajo de donde dice firma del recluta... - la pluma rechinу, y un repentino chillido traspasу el aire.

- ЎMi Charlie! їQuй le estб haciendo a mi Charlie? - una vieja mujer de pelo blanco gimiу mientras llegaba corriendo por la colina.

- Su hijo es ahora un soldado para mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, haciйndole una seсa al robot sastre.

- ЎNo... por favor! - suplicу la mujer, agarrando la mano del sargento y regбndola con sus lбgrimas -. Ya perdн un hijo... їno es eso bastante...? - Parpadeу entre las lбgrimas, y luego parpadeу de nuevo -. Pero tъ... Ўtъ eres mi hijo! ЎMi Bill que ha vuelto a casal Te reconozco a pesar de esos dientes, y de las cicatrices, y de esa mano negra y del pie artificial. ЎUna madre nunca olvida!

El sargento mirу con el ceсo fruncido a la mujer.

- Creo que tal vez tenga razуn - dijo -. Ya me pareciу que el nombre de Phigerinadon II me sonaba familiar.

El sastre robot habнa cumplido con su tarea, la guerrera de papel rojo brillaba orgullosa al sol, las botas unimoleculares resplandecнan.

- ЎA formar! - gritу Bill, y el recluta saltу la tapia.

- Billy, Billy... - gimoteу la mujer -, Ўeste es tu hermanito Charlie! No irбs a llevarte a tu propio hermanito al Ejйrcito, їno?

Bill pensу en su madre, y luego pensу en su hermano menor Charlie, y luego pensу en el mes que le quitarнan de su perнodo de servicio por cada recluta que llevase, y dio al momento su respuesta:

- Sн - dijo.

La mъsica resonу, los soldados marcharon, la madre llorу, como siempre han hecho las madres, y la marcial pequeсa formaciуn marcу el paso por el camino, sobre la colina, y se perdiу de vista en el atardecer.

 

FIN

 


BILL, HЙROE GALБCTICO

BILL, HЙROE GALБCTICO

Harry Harrison

 

 

 

Titulo original: Bill, the galactic hero

Traducciуn: Luis Vigil

© 1965 by Harry Harrison

© 1970 By Ediciones Dronte

Merced 4 - Barcelona

Depуsito Legal B-29595-70

Ediciуn electrуnica de Sadrac, Bs.As. 2000

 

 

A mi camarada BRIAN W. ALDISS

que consulta el sextante y marca

el curso para todos nosotros.

 

UNO

 

Bill no se dio nunca cuenta de que el sexo fue la causa de todo. Si aquella maсana el sol no hubiera estado quemando tanto en el luminoso cielo de Phigerinadon II, y si no hubiera entrevisto el amplio y nнveo posterior de Inga-Marнa Calyphigia mientras se baсaba en el arroyo, hubiera prestado mбs atenciуn al arado que a las apremiantes presiones de la heterosexualidad, y hubiera seguido su curso hasta el otro lado de la colina antes de que sonase la seductora mъsica a lo largo del camino. Quizб nunca la hubiera oнdo, y su vida hubiera sido muy, muy diferente. Pero la oyу, y dejу caer el manillar del arado conectado a la robomula, y se dio la vuelta y abriу la boca.

Desde luego, era una visiуn maravillosa. Abriendo la marcha iba un robot-banda, de cuatro metros de alto, esplйndido en su gran morriуn negro de hъsar que ocultaba los altavoces de alta fidelidad. Los dorados pilares de sus piernas golpeaban rнtmicamente mientras treinta brazos articulados taснan, pulsaban y tecleaban una extraordinaria variedad de instrumentos. La marcial mъsica surgнa en oleada tras inspiradora oleada, y hasta los pesados pies de campesino de Bill se agitaron en sus zuecos mientras las brillantes botas del pelotуn de soldados marcaban el paso en perfecto unнsono. Las medallas tintineaban en la hombrнa extensiуn de sus pechos, ataviados de escarlata, y ciertamente no podнa imaginarse una visiуn mбs noble en todo el mundo. A retaguardia marchaba el sargento, resplandeciente en sus dorados y entorchados, con una nube de medallas y pasadores, espada y pistola, con la tripa enfajada y ojo de acero, que buscу a Bill allн donde este se hallaba, contemplando asombrado por encima de la valla.

La masiva cabeza hizo un gesto en su direcciуn, la boca de acero se doblу en una amistosa sonrisa, y hubo un guiсo de complicidad. Entonces la pequeсa legiуn hubo pasado, y apresurбndose tras ella llegу un grupo de robots auxiliares cubiertos de polvo, saltando y arrastrбndose o deslizбndose sobre cadenas. Tan pronto como estos hubieron pasado, Bill escalу torpemente la verja de raнles y corriу tras ellos. No habнan ocurrido mбs que dos acontecimientos interesante en los ъltimos cuatro aсos, y no estaba dispuesto a perderse lo que parecнa ser el tercero.

Una multitud se habнa ya arremolinado en la plaza del mercado cuando llegу Bill, y estaban escuchando el entusiasta concierto de la banda. El robot se adentrу en los gloriosos compases de SOLDADOS ESTELARES AVANTE HACIA EL CIELO, siguiendo luego con Los COHETES RUGEN, y casi demoliйndose a sн mismo en el tumultuoso ritmo de Los ZAPADORES CAVAN TRINCHERAS. Interpretу esta ъltima marcha con tal energнa que una de sus piernas saliу disparada, elevбndose hacia lo alto, pero la logrу recoger antes de que cayese al suelo, y la mъsica terminу con el robot balanceбndose sobre la pierna que le quedaba y marcando el compбs con la desencajada. Igualmente, tras un ъltimo redoble de los tambores, que casi destruyу los tнmpanos del auditorio, la usу para seсalar al otro lado de la plaza, en donde se habнa erigido una pantalla tridimensional y un puesto de refrescos. Los soldados habнan desaparecido en el interior de la taberna, y el sargento reclutador se hallaba solo entre sus robots, enarbolando una sonrisa de bienvenida.

- ЎEscuchen esto! ЎBebidas gratis para todos, regalo del Emperador, y algunas movidas escenas de emocionantes aventuras en climas exуticos para divertirles mientras trasegan las bebidas! - gritу con una voz inmensa y correosa.

La mayor parte de la gente vagу hacia allн, con Bill entre ellos, aunque algunos amargados antimilitaristas tradicionales se escaparan por entre las casas. Las bebidas refrescantes eran servidas por un robot que tenнa un grifo por ombligo y una interminable provisiуn de vasos de plбstico en la cadera. Bill sorbiу alegremente el suyo, mientras seguнa las emocionantes aventuras de los soldados espaciales a todo color, con efectos sonoros y subsуnicos estimulantes. Habнa batallas, y muerte, y gloria, aunque solo morнan los chingers: los soldados tan solo sufrнan pequeсas y limpias heridas en sus extremidades, que podнan ser cubiertas fбcilmente por pequeсos vendajes. Y mientras Bill estaba gozando con todo esto, el Sargento Reclutador Grue estaba gozando con йl, con sus pequeсos ojos porcinos brillando codiciosamente mientras se clavaban en el cogote de Bill.

ЎEste es el que busco!, se regocijу para sн mismo, mientras su amarillenta lengua mojaba involuntariamente sus labios. Ya podнa notar el peso del dinero de la recompensa en su bolsillo. El resto del auditorio era el habitual grupo de hombres de demasiada edad, mujeres obesas, muchachos barbilampiсos y otros inalistables. Todos excepto aquel pedazo de carne de caсуn electrуnico de anchas espaldas, mentуn cuadrado y cabello rizado. Con una mano precisa en los controles, el sargento disminuyу los subsуnicos ambientales y dirigiу un concentrado rayo estimulante a la parte trasera de la cabeza de su vнctima. Bill se agitу en el asiento, casi tomando parte en la gloriosa batalla que se desarrollaba ante йl.

Cuando muriу el ъltimo acorde y la pantalla se apagу, el robot de los refrescos golpeу metбlicamente su pecho y aullу:

- ЎBeban, beban, beban!

El borreguil auditorio caminу en aquella direcciуn, excepto Bill, que fue arrebatado de entre ellos por un poderoso brazo.

- Tenga, ya le he traнdo una bebida para usted - le dijo el sargento, pasбndole un vaso tan cargado con drogas reductoras del ego que los sobrantes de la disoluciуn se estaban cristalizando en el fondo -. Es usted un tipo que se distingue por encima de todos los individuos que hay por aquн. їNo ha pensado nunca en seguir una carrera en las fuerzas armadas?

- Yo no soy ningъn tipo marcial, sargento... - Bill encontrу algo raro entre los dientes y escupiу para librarse de ello, y se asombrу de la repentina vaguedad de sus pensamientos. El solo hecho de que estuviera aъn consciente tras el volumen de drogas y subsуnicos que habнa recibido era un tributo a su fнsico -. No soy del tipo militar. Mi mayor ambiciуn es ayudar, en la mejor forma posible, en la profesiуn que he escogido de Operador Tйcnico en Fertilizantes, y ya casi he terminado el cursillo por correspondencia...

- Ese es un mal trabajo para un chico brillante como usted - le dijo el sargento, mientras lo palmeaba en el brazo para comprobar sus bнceps: rocas. Resistiу el impulso de abrir sus labios para mirar el estado de sus muelas; mбs tarde -. Deje ese trabajo a quienes les guste. No hay posibilidad de mejora en йl. Mientras que en el ejйrcito la promociуn no tiene lнmite. ЎPero si hasta el mismo Gran Almirante Pflunger subiу por los cohetes, como se dice, desde recluta hasta gran almirante! їQuй le parece esto?

- Me parece estupendo para ese seсor Pflunger, pero creo que trabajar con fertilizantes es mбs divertido. Je, je... Me estб entrando sueсo. Creo que me irй a casa a echar una dormida.

- No antes de que vea esto, como un favor personal hacia mн, claro - le dijo el sargento, poniйndose frente a йl y seсalando un gran libro que mantenнa abierto un pequeсo robot -. Las ropas hacen al hombre, y a la mayor parte de los hombres les avergonzarнa ser vistos en un traje tan burdo como ese que lleva usted colgando, o arrastrando esas barcazas rotas que usa por zapatos. їPor quй ir asн cuando podrнa ir asн?

Los ojos de Bill siguieron el grueso dedo hasta el grabado en color del libro, en el que un milagro de la ingenierнa mal empleada hizo que su propio rostro apareciera en la figura ilustrada ataviada con el rojo uniforme. El sargento hizo pasar las pбginas, y en cada grabado el uniforme era algo mбs brillante, y la graduaciуn mбs alta. El ъltimo era el de un gran almirante, y Bill parpadeу ante su propio rostro bajo el casco emplumado, ahora con algunas arrugas en las comisuras de los ojos y ostentando un elegante bigote canoso, pero indudablemente aъn su rostro.

- Asн es como se le verнa - murmurу el sargento a su oнdo - una vez hubiera subido por las escaleras del йxito. Seguro que le gustarнa probarse un uniforme. ЎSastre!

Cuando Bill abriу su boca para protestar, el sargento le habнa introducido en ella un grueso cigarro, y antes de que pudiera sacбrselo el sastre robot habнa llegado a su lado, corrido un brazo provisto de cortina a su alrededor, y lo habнa desnudado.

- ЎHey! ЎHey... ! - dijo.

- No le harб ningъn daсo - dijo el sargento, introduciendo su enorme cabeza entre las cortinas y sonriendo ante la musculoso visiуn del cuerpo de Bill. Clavу un dedo en un pectoral (como una roca) y luego se retirу.

- ЎHuy! - dijo Bill cuando el sastre extendiу un frнo metro y lo palpу con йl, tomando sus medidas. Algo hizo chung dentro de su torso tubular, y una brillante chaqueta roja comenzу a surgir por un orificio en el frente. En un instante se la hubo colocado a Bill, abotonбndole los brillantes botones dorados. Unos lujosos pantalones de piel gris aparecieron luego, y mбs tarde unas lustrosas botas altas y negras. Bill se tambaleу cuando la cortina fue apartada y un alto espejo motorizado rodу frente a йl.

- Oh, cуmo les gustan los uniformes a las chicas - dijo el sargento -. Y uno no puede culparlas por ello.

Una memoria de la visiуn de las blancas lunas gemelas de Inga-Marнa Calyphigia oscureciу la vista de Bill por un momento, y cuando esta se hubo aclarado se dio cuenta de que tenнa aferrada una estilogrбfica y estaba a punto de firmar el contrato que el sargento reclutador mantenнa frente a йl.

- No - dijo Bill, un poco asombrado ante su propia firmeza de mente -. En realidad no lo deseo. Como Operador Tйcnico en Fertilizantes...

- Y no solo recibirб este bello uniforme, una paga de alistamiento y un examen mйdico gratuito, sino que tambiйn se le concederбn estas magnнficas medallas. - El sargento tomу una caja plana que le ofrecнa un robot, y la abriу para mostrar un deslumbrante conjunto de pasadores y cintas -. Esta es la Honorable Medalla del Alistamiento - entonу con voz grave, clavando una nebulosa incrustada de joyas, colgando de una ancha banda de color chartreuse en el amplio pecho de Bill -. Y el Cuerno Chapado de Congratulaciones del Emperador, la Explosiуn Solar de Adelante Hacia la Victoria, la Alabemos a las Madres de los Victoriosos Caнdos, y la Cornucopia que Siempre Mana, que no significa nada pero que luce bonita y puede ser usada para llevar anticonceptivos. Dio un paso atrбs y admirу el pecho de Bill, que ahora estaba repleto de tiras, metal brillante y deslumbrantes joyas de plбstico.

- Es que no puedo - dijo Bill -. Gracias de todas formas por la oferta, pero...

El sargento sonriу, preparado hasta para esta resistencia de ъltima hora, y apretу el botуn de su cinto que ponнa en funcionamiento la grabaciуn hipnуtico programada en el interior del tacуn de la bota de Bill. La potente corriente neural surgiу por los contactos, y la mano de Bill saltу y se agitу, y cuando la momentбnea neblina se alzу de su vista vio que habнa firmado con su nombre.

- Pero...

- Bienvenido a las Tropas Especiales - voceу el sargento, dбndole una palmada en la espalda (como una roca) y recuperando su pluma -. ЎA formar! - gritу con voz mбs fuerte, y los reclutas surgieron tambaleantes de la taberna.

- ЎQuй le han hecho a mi hijo! - gimiу la madre de Bill, apareciendo en la plaza del mercado, apretбndose el pecho con una mano y arrastrando a su hijo pequeсo Charlie con la otra. Charlie comenzу a llorar y orinarse en los pantalones.

- Su hijo es ahora un soldado para la mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, empujando a los boquiabiertos y decaнdos reclutas hacia la formaciуn.

- ЎNo! ЎNo puede ser...! - lloriqueу la madre de Bill, arrancбndose su canoso pelo -. Soy una pobre viuda, y йl es mi ъnico apoyo... No pueden...

- Madre... - dijo Bill. Pero el sargento lo empujу de nuevo a la formaciуn.

- Sea valiente, seсora - dijo -. No puede haber mayor gloria para una madre. - Le dejу caer una gran moneda reluciente en la mano -. Aquн estб la paga del alistamiento, el chelнn del Emperador. Sй que йl desea que lo reciba usted. ЎAtenciуn!

Con un golpeteo de tacones, los desgarbados reclutas alzaron los hombros y las barbillas. Para sorpresa suya, tambiйn lo hizo Bill.

- ЎDerecha... ar!

En un ъnico y grбcil movimiento, giraron cuando el robot de mando emitiу la orden al activador hipnуtico de cada bota.

- ЎDe frente... ar! - y lo hicieron en perfecto ritmo, tan bien controlados que, por mucho que lo intentу, Bill no pudo ni girar la cabeza ni lanzar un ъltimo saludo a su madre. Esta desapareciу tras йl, y un ъltimo chillido angustiado se perdiу entre el golpear de pisadas al paso.

- Sube el ritmo a ciento treinta - ordenу el sargento, contemplando el reloj colocado bajo la uсa de su dedo meсique -. Tan solo hay veinte kilуmetros hasta la estaciуn, y esta noche estaremos en el campamento, muchachos.

El robot de mando incremento un tanto su metrуnomo, y las botas golpearon con mayor velocidad y los hombres empezaron a sudar. Para cuando habнan llegado a la estaciуn de helicуpteros ya era casi de noche; sus uniformes de papel rojo colgaban hechos girones, la purpurina se habнa corrido en sus botones de lata, y la carga superficial que repelнa el polvo de sus delgadas botas de plбstico habнa desaparecido. Se veнan tan deprimidos, desmoralizados, polvorientos y miserables como se sentнan en realidad.

 

DOS

 

No fue la grabaciуn de una corneta tocando diana lo que despertу a Bill, sino los supersуnicos que corrieron a lo largo del armazуn metбlico de su litera, agitбndolo en tal forma que hasta los empastes se desprendieron de sus dientes. Saltу en pie, y se quedу tembloroso en la grisбcea maсana. Como era verano, el suelo estaba refrigerado: no se mimaba a los hombres del campamento Leуn Trotsky. Las pбlidas y congeladas figuras de los otros reclutas se alzaron a cada lado, y cuando las vibraciones, que agitaban el alma, murieron, sacaron de debajo de las literas sus gruesos uniformes de combate hechos con tela de saco y papel de lija, se los vistieron rбpidamente, introdujeron sus pies en las grandes botas pъrpura de los reclutas, y trastabillaron hacia el alba.

- Estoy aquн para romperos el alma - les dijo una voz rica en amenazas; y miraron al frente, y temblaron aъn mбs cuando contemplaron al jefe de los demonios de aquel infierno.

El suboficial Deseomortal Drang era un especialista desde las puntas de las irritadas lanzas de su cabello hasta las rugosas suelas paseantes de sus botas que brillaban como espejos. Era de amplias espaldas y delgado talle, mientras que sus largos brazos colgaban como los de algъn horrible antropoide, y los nudillos de sus inmensos puсos se veнan agrietados por la rotura de millares de dientes. Era imposible contemplar su detestable figura e imaginar que habнa surgido de la tierna matriz de alguna mujer. Era imposible que hubiera nacido; debнa de haber sido fabricado a la medida para el gobierno. Lo mбs horrible de todo era la cabeza. ЎEl rostro! El cabello llegaba hasta un dedo de distancia por encima de los negros mechones de sus cejas, que estaban colocadas como unos matorrales que crecieran al borde de los negros pozos que ocultaban sus ojos, visibles tan solo como nefastos destellos rojos en la negrura estigia. Una nariz, partida y aplastada, se agazapaba sobre la boca, que era como una herida de cuchillo en el hinchado vientre de un cadбver, mientras por entre los labios surgнan las grandes extremidades de los caninos, de cinco centнmetros de largo como mнnimo, y que descansaban en surcos del labio inferior.

- Soy el Oficial Subalterno Deseomortal Drang, y me llamarйis «Seсor» o «Milord». - Comenzу a caminar arriba y abajo, huraсo, ante la fila de aterrorizados reclutas -. Soy vuestro padre y vuestra madre, y todo vuestro universo, y vuestro mбs dedicado enemigo, y pronto harй que maldigбis el dнa en que nacisteis. Destruirй vuestra voluntad. Cuando diga «rana», saltarйis. Mi tarea es convertiros en soldados, y los soldados guardan disciplina. La disciplina significa simplemente una obediencia ciega, una pйrdida de la propia voluntad y una absoluta subordinaciуn. Esto es todo lo que pido...

Se detuvo ante Bill, que no estaba temblando tanto como los demбs, y gruсу:

- No me gusta tu cara. Un mes de cocina los domingos.

- Seсor...

- Y otro mes por contestar.

Esperу, pero Bill permaneciу en silencio. Ya habнa aprendido su primera lecciуn de como ser un buen soldado: ten la boca cerrada. Deseomortal siguiу caminando.

- En este momento no sois otra cosa mбs que horribles, sуrdidos y fofos trozos de repugnante carne civil. Yo transformarй esa carne en mъsculo, vuestra voluntad en gelatina, vuestras mentes en mбquinas. Pronto os convertirйis en buenos soldados u os matarй. Muy pronto empezarйis a oнr habladurнas acerca de mн, malйvolas habladurнas que os dirбn como una vez matй y me comн a un recluta que me desobedeciу.

Se detuvo y se los quedу mirando, y la tapa del ataъd que era su boca se abriу lentamente en la repugnante imitaciуn de una sonrisa, mientras una gota de saliva se formaba en la punta de cada uno de sus blancos colmillos.

- Esas habladurнas son ciertas.

Se oyу un gemido entre la hilera de reclutas, y se agitaron como si un soplo de viento helado los hubiera recorrido. La sonrisa desapareciу.

- Ahora iremos corriendo a por los desayunos, tan pronto como se hayan ofrecido algunos voluntarios para una misiуn fбcil. їAlguno de vosotros sabe guiar un helicoche?

Dos reclutas alzaron esperanzadamente sus manos, y les hizo un gesto para que se adelantaran.

- De acuerdo, vosotros dos tenйis escobas y cubos detrбs de esa puerta. Limpiad la letrina mientras los demбs comen. Asн tendrйis mejor apetito al mediodнa.

Esta fue la segunda lecciуn que recibiу Bill sobre como ser un buen soldado: no presentarse nunca voluntario.

 

Los dнas de entrenamiento de los reclutas pasaron con una velocidad terriblemente letбrgico. Con los dнas, las condiciones se hacнan peores, y Bill se sentнa cada vez mбs exhausto. Esto parecнa imposible, pero sin embargo era verdad. Un amplio nъmero de mentes brillantes y sбdicas lo habнan diseсado en esa forma. Las cabezas de los reclutas fueron afeitadas para conseguir una mayor uniformidad, y su aparato genital pintado con un antisйptico color naranja para controlar la ladilla endйmica. La comida era teуricamente nutritiva pero increнblemente repugnante, y cuando, por error, se servнa un plato en buen estado, se retiraba en el ъltimo momento y era echado a la basura, y al cocinero se le rebajaba de grado. Su sueсo era interrumpido por supuestos ataques de gas, y su tiempo libre ocupado en el cuidado de su equipo. El sйptimo dнa estaba destinado al descanso, pero todos ellos habнan sido castigados, como Bill en la cocina, y transcurrнa como cualquier otro dнa. Por esto, al tercer domingo de su prisiуn, cuando estaban tambaleбndose en la ъltima hora del dнa antes de que las luces fueran apagadas y se les permitiera finalmente arrastrarse a su endurecidas literas, Bill empujу contra el dйbil campo de fuerza que cerraba la puerta, sabiamente diseсado para permitir que las moscas del desierto entrasen pero no pudiesen salir de los barracones, y se deslizу al interior. Tras catorce horas de cocina, sus piernas vibraban de cansancio, y sus brazos estaban arrugados y pбlidos como los de un muerto a causa de la continuada inmersiуn en agua jabonosa. Dejу caer su guerrera al suelo, donde quedу rнgidamente en pie, sostenida por su carga de sudor, grasa y polvo, y retirу su afeitadora de su taquilla. En la letrina, girу la cabeza buscando un espacio limpio en uno de los espejos. Todos ellos habнan sido pintarrajeados con grandes letras que expresaban unos mensajes tan sugestivos como:

TEN LA BOCA CERRADA: LOS CHINGERS ESCUCHAN Y SI HABLAS ESTE HOMBRE PUEDE MORIR.

Finalmente, enchufу la afeitadora al lado de їTE GUSTARНA QUE TU HERMANA SE CASASE CON UNO?, y centrу su cara en el espejo. Unos ojos sanguinolentos y ojerosos le devolvieron la mirada mientras deslizaba la zumbadora mбquina por los famйlicos pliegues de su mandнbula. Le llevу mбs de un minuto el que el significado de la pregunta penetrase en su cerebro, embotado por la fatiga.

- No tengo ninguna hermana - gruсу desalentado -. Y, si la tuviera, їpor quй iba a desear casarse con un lagarto?

Era una pregunta retуrica, pero tuvo una respuesta desde el extremo mбs alejado de la habitaciуn:

- No significa exactamente lo que dice; estб ahн tan solo para hacernos odiar mбs al enemigo.

Bill se sobresaltу, pues habнa pensado que estaba solo en la letrina, y la afeitadora zumbу irritada y arrancу un trozo de carne de su labio.

- їQuiйn estб ahн? їPor quй se esconde? - espetу; y entonces reconociу a la agazapada figura entre las sombras y los muchos pares de botas -. Ah, eres tъ, Ansioso. - Su ira desapareciу, y volviу al espejo.

Ansioso Beager formaba de tal manera parte de la letrina que uno se olvidaba de que estaba allн. Era un jovencito de rostro redondo, que siempre sonreнa, cuyas mejillas nunca perdнan su rojizo brillo, y cuya sonrisa se veнa tan fuera de lugar allн en Campo Leуn Trotsky que todo el mundo deseaba matarlo hasta que se acordaba de que estaba loco. Debнa de estarlo, porque siempre estaba ansioso por ayudar a sus compaсeros, y se habнa prestado voluntario para una limpieza permanente de la letrina. Y no solo era eso, sino que ademбs le gustaba limpiar las botas, y se habнa ofrecido a hacerlo a uno tras otro de sus camaradas, hasta que al final limpiaba las botas de todos los componentes del pelotуn, cada noche. En cualquier momento que estuvieran en los barracones siempre se podнa hallar a Ansioso Beager acurrucado al extremo de los tronos que era su dominio personal, rodeado por montones de zapatos, sacбndoles brillo con diligencia, mientras su rostro estaba iluminado por una sonrisa. Permanecнa allн aъn despuйs de que apagaran las luces, trabajando a la luz de una vela colocada sobre un pote de crema para el calzado, y habitualmente se levantaba antes que los demбs por la maсana, acabando su trabajo voluntario y aъn sonriendo. A veces, cuando las botas estaban muy sucias, trabajaba durante toda la noche. El chico estaba obviamente loco, pero nadie lo denunciaba porque limpiaba muy bien las botas, y todos rezaban para que no muriese exhausto antes de que terminasen su entrenamiento como reclutas.

- Bueno, si eso es lo que quieren decir, їpor quй no ponen simplemente «Odiad mбs al enemigo»? - se quejу Bill. Apuntу con el pulgar a la pared mбs lejana, donde habнa un cartelуn con el tнtulo CONOCED AL ENEMIGO. Representaba una ilustraciуn a tamaсo natural de un chinger, un saurio de dos metros diez de altura que se parecнa mucho a un canguro verde cubierto de escamas y con cuatro brazos, pero con cabeza de cocodrilo -. їQuiйn iba a ser la hermana que se quisiese casar con una cosa asн? їY quй iba a hacer una cosa asн con una hermana, excepto quizб comйrsela?

Ansioso colocу una ъltima pizca de pъrpura en una bota y tomу otra. Arrugу el ceсo por un breve instante para demostrar lo seriamente que pensaba.

- Bueno, verбs, esto... No se refiere a una verdadera hermana. Es tan solo parte de la guerra psicolуgica. Tenemos que ganar la guerra. Para ganarla, tenemos que luchar duro. Para luchar duro, tenemos que ser buenos soldados. Los buenos soldados deben de odiar al enemigo. Asн es como van las cosas. Los chingers son la ъnica raza no humana descubierta en la galaxia que haya sobrepasado el estadio del salvajismo, asн que naturalmente tenemos que aniquilarlos.

- їQuй diablos quieres decir con eso de naturalmente? Yo no quiero aniquilar a nadie. Tan solo quiero volver a casa y ser un Operador Tйcnico en Fertilizantes.

- Bueno, no me referнa a ti personalmente, por supuesto. ЎJe, je! - Ansioso abriу un nuevo bote de crema con manos tiznadas de pъrpura, e introdujo sus dedos en el interior - Me refiero a la raza humana. Asн es como hacemos las cosas. Si no los aniquilamos, serбn ellos quienes lo hagan con nosotros. Naturalmente, ellos dicen que la guerra va contra su religiуn, y que tan solo luchan para defenderse, y que jamбs han realizado ningъn ataque. Pero no podemos creerlos aunque sea cierto. Podrнan cambiar su religiуn o cambiar de idea algъn dнa, y entonces їquй pasarнa? La mejor respuesta es aniquilarlos ahora.

Bill desenchufу la afeitadora y se lavу la cara con la tibia y herrumbroso agua.

- No obstante, me sigue pareciendo insensato. De acuerdo, la hermana que yo tengo no debe de casarse con ninguno de ellos, pero їquй hay de eso? - seсalу a lo pintado en las paredes:

MANTENGA LIMPIA LA DUCHA - EL ENEMIGO LE ESCUCHA.

- O eso - el rуtulo sobre el urinario que decнa:

ABRУCHESE LA BRAGUETA - EL ENEMIGO NADA RESPETA.

- Si es que olvidamos por un momento el hecho de que no tenemos aquн ningъn secreto por el que valga la pena recorrer ni un kilуmetro, y mucho menos veinticinco aсos-luz, їcуmo podrнa ser espнa un chinger? їQuй clase de disfraz podrнa hacer pasar a un lagarto de dos metros diez por un recluta? Ni siquiera se podrнa enmascarar a uno para que se pareciese a Deseomortal Drang, aunque ya se parezcan bastante...

Las luces se apagaron y, como si el pronunciar su nombre lo hubiera conjurado como un demonio del infierno, la voz de Deseomortal resonу por los barracones:

- ЎA las literas! ЎA las literas! їEs que no sabйis, sucios mamones, que estamos en guerra?

Bill se tambaleу por entre la oscuridad de los barracones, en los que la ъnica iluminaciуn era el rojo brillo de los ojos de Deseomortal. Cayу dormido en el mismo instante en que su cabeza tocу la almohada de carborundo, y le pareciу que tan solo habнa pasado un momento cuando la diana lo hizo saltar de su litera. En el desayuno, mientras estaba cortando trabajosamente su sucedбneo de cafй en trozos lo bastante pequeсos como para poder ser tragados, las telenoticias informaron de duras luchas en el sector de Beta Lira con crecientes bajas. Un rugido recorriу el comedor cuando se anunciу esto, no por un exceso de patriotismo, sino porque las malas noticias hacнan que las cosas se pusieran aъn peor para ellos. No sabнan como se podнa lograr esto, pero estaban seguros de que asн serнa. No se equivocaban. Como aquella maсana era algo mбs fresca de lo usual, el desfile del lunes se retrasу hasta el mediodнa, cuando la pista de entrenamiento, de ferroconcreto, se hubo calentado lo bastante como para producir el mayor nъmero posible de desvanecimientos por el calor. Pero esto tan solo era el comienzo. Desde donde se encontraba Bill, en posiciуn de firmes cerca del final, podнa ver como se habнa montado la garita con aire acondicionado en la tribuna de revista. Eso significaba jefazos. La guarda del gatillo de su rifle atуmico le hizo un agujero en el hombro, y una gota de sudor se formу y luego cayу desde la punta de su nariz. Por los rabillos de sus ojos podнa ver un continuo movimiento mientras otros reclutas se derrumbaban, entre las apretadas filas, de a millares, y eran arrastrados por los enfermeros hasta las ambulancias que los esperaban. Una vez allн, se los ponнa a la sombra de los vehнculos hasta que revivнan y podнan ser devueltos a sus puestos en la formaciуn.

Entonces la banda iniciу los compases de ЎADELANTE, ESPACIONAUTAS, Y VENCERЙIS A LOS CHINGERS!, y la seсal radiada a cada tacуn de bota les hizo presentar armas al mismo tiempo, y los millares de rifles brillaron al sol. El vehнculo de mando del general comandante, reconocible por las dos estrellas pintadas en йl, se acercу a la garita de revista, y una pequeсa y obesa figura se moviу rбpidamente por entre el horneado aire hasta el confort del recinto. Bill nunca lo habнa visto tan de cerca, al menos por delante, aunque en una ocasiуn, cuando regresaba a altas horas de su trabajo en la cocina, habнa visto al general metiйndose en su coche cerca del teatro del campo. Al menos, Bill pensу que lo era, pues lo ъnico que habнa visto fue una rбpida visiуn posterior. Por lo tanto, tenнa una imagen mental del general que era la de una amplia parte posterior sobrepuesta a una figura similar a la de una hormiga. Pensaba en los oficiales en esos mismos tйrminos generales, ya que, naturalmente, los reclutas no veнan para nada a los oficiales durante su entrenamiento. Bill habнa podido dar una buena ojeada a un subteniente en cierta ocasiуn, cerca de la sala de los ordenanzas, y sabнa que tenнa rostro. Y tambiйn habнa contemplado a aquel oficial mйdico a no mбs de diez metros de distancia, cuando les habнa hablado sobre los peligros de las enfermedades venйreas, pero Bill habнa tenido la suerte de estar detrбs de un poste y habнa podido dormirse en seguida.

Cuando la banda se callу, los altavoces antigravitatorios flotaron sobre las tropas y el general pronunciу un discurso. No tenнa nada que decir que importase a nadie, y lo cerrу con el anuncio de que debido a las pйrdidas en el campo de batalla su programa de entrenamiento serнa acelerado, que era exactamente lo que se esperaban. Entonces la banda tocу algo mбs, y marcharon de regreso a los barracones, se cambiaron a sus бsperos uniformes de combate y marcharon, esta vez a paso ligero, hasta el campo de tiro, en donde dispararon sus rifles atуmicos a rйplicas en plбstico de chingers que surgнan de agujeros en el terreno. Su punterнa era muy mala, hasta que Deseomortal Drang surgiу de uno de los agujeros, y cada soldado cambiу el tiro a automбtico y lo alcanzу con cada disparo de cada rifle, lo cual es realmente difнcil. Entonces se disolviу el humo, y dejaron de dar gritos de jъbilo y comenzaron a sollozar cuando vieron que tan solo era una rйplica en plбstico de Deseomortal, ahora hecha pedazos, y el original apareciу tras ellos y rechinу sus colmillos y los castigу a todos con un mes de cocina.

 

- El cuerpo humano es una cosa maravillosa - dijo un mes mбs tarde Caliente Brown, mientras estaban sentados alrededor de una mesa en el Club de Tropa, comiendo salchichas embutidas en plбstico y rellenas de barridos de carretera y bebiendo aguada cerveza tibia. Caliente Brown era un pastor de thoats de las llanuras, y era por eso por lo que le llamaban Caliente, ya que todo el mundo sabe lo que hacen los pastores de thoats con sus thoats. Era alto, delgado y de arqueadas piernas, y tenнa la piel quemada hasta el color del cuero antiguo. Pero era un gran pensador, porque la ъnica rosa que tenнa en gran cantidad era tiempo para pensar. Podнa albergar un pensamiento durante dнas, hasta semanas, antes de mencionarlo en voz alta, y mientras lo pensaba nada podнa molestarle. Hasta dejaba que lo llamaran Caliente sin protestar, mientras que si se lo llamas a cualquier otro soldado te partirб la cara. Bill y Ansioso y los demбs soldados del pelotуn que se hallaban alrededor de la mesa aplaudieron y gritaron, como hacнan siempre cuando Caliente decнa algo.

- ЎDi algo mбs, Caliente!

- ЎHablas... pensй que estabas muerto!

- ЎSigue...! їPor quй es el cuerpo algo maravilloso?

Esperaron en expectante silencio, mientras Caliente conseguнa romper un pedazo de su salchicha y, tras un inefectivo masticar, lo tragaba con un esfuerzo que constelaba sus ojos de lбgrimas. Amenguу el dolor con un trago de cerveza y hablу:

- El cuerpo humano es algo maravilloso porque, si no muere, vive.

Esperaron a por mбs, hasta que se dieron cuenta de que habнa terminado y entonces mugieron.

- Muchacho, eres un calenturiento.

- Presйntate para la escuela de suboficiales.

- Sн, pero... їquй es lo que eso significa?

Bill sabнa lo que significaba, pero no lo dijo. Tan solo habнa en el pelotуn la mitad de hombres de los que habнa en el primer dнa. Uno habнa sido transferido, pero todos los demбs estaban en el hospital, o en el manicomio, o habнan sido licenciados por conveniencia del gobierno ya que estaban demasiado tullidos para el servicio activo. O muertos. Los supervivientes, tras perder cada gramo de peso que no fuera hueso o los esenciales tejidos de conexiуn, habнan recuperado el peso perdido en forma de mъsculos, y estaban ahora totalmente adaptados a los rigores del Campo Leуn Trotsky, aunque seguнan odiбndolo. Bill se maravillaba de la eficiencia del sistema. Los civiles tenнan que preocuparse de exбmenes, escalafones, planes de retiro, ascensos, y un millar de otros factores que limitaban su eficiencia como trabajadores. ЎPero quй fбcilmente lo solucionaban los militares! Simplemente mataban a los mбs dйbiles y usaban a los supervivientes. Respetaba al sistema, aunque seguнa odiбndolo.

- їSabйis lo que necesito? - dijo Horroroso Ugglesway - Necesito una mujer.

- No digas obscenidades - dijo rбpidamente Bill, al que habнan educado tal y como debнa ser.

- ЎNo estoy diciendo obscenidades! - gimoteу Horroroso -. No es como si dijera: Quiero reengancharme, o pienso que Deseomortal es humano, ni nada de eso. Tan solo he dicho que necesito una mujer. їAcaso no la necesitamos todos?

- Yo necesito un trago - dijo Caliente Brown, mientras daba un largo sorbo a su vaso de cerveza deshidratada y reconstruida, se estremecнa, y la escupнa entre sus dientes en un largo chorro hasta el concreto, de donde se evaporу inmediatamente.

- Afirmativo, afirmativo - aceptу Horroroso, agitando su cara llena de granos arriba y abajo -. Necesito una mujer y un trago. - Su gemido se hizo casi suplicante -. Despuйs de todo, їquй otra cosa puede desear un soldado ademбs de licenciarse?

Pensaron acerca de ello durante largo rato, pero no pudieron hallar ninguna otra cosa que deseasen realmente. Ansioso Beager sacу la cabeza de debajo de la mesa, donde estaba escondido limpiando una bota, y dijo que deseaba mбs crema, pero lo ignoraron. Hasta el mismo Bill, ahora que empleaba su mente en ello, no podнa pensar en nada que desease realmente fuera de ese par de cosas inextricablemente unidas. Tratу de pensar concentradamente en cualquier otra cosa, ya que tenнa vagas memorias de haber deseado algo mбs cuando habнa sido civil, pero nada le vino a la mente.

- Je, je, tan solo faltan siete semanas para que nos den nuestro primer pase - dijo Ansioso bajo la mesa. Y entonces chillу cuando todos lo patearon a un tiempo.

Pero por lento que se arrastrase el tiempo subjetivo, los calendarios objetivos seguнan operando, y las siete semanas pasaron y se eliminaron a sн mismas una tras otra. Atareadas semanas repletas de todos los cursos esenciales de entrenamiento de reclutas: prбcticas con la bayoneta, entrenamiento con armas ligeras, inspecciуn de armas cortas, esberizamiento, charlas de orientaciуn, movimientos con armas, cantos comunales, y los Artнculos del Cуdigo de Guerra. Estos ъltimos eran leнdos con aterradora regularidad dos veces por semana, y eran una absoluta tortura a causa de la intensa somnolencia que ocasionaban. Al primer zumbido de la gastada voz monуtona de la grabadora, las cabezas comenzaban a inclinarse. Pero cada asiento del auditorio estaba conectado a un encefalуgrafo que registraba las ondas cerebrales del soldado. Tan pronto como la curva de la onda Alfa indicaba la transiciуn de la conciencia a la somnolencia, una poderosa descarga de electricidad era disparada contra los adormecidos fondillos, despertando dolorosamente a su propietario. El hъmedo auditorio era una mal iluminada cбmara de torturas, repleta de la ronroneante voz aburrida, interrumpida por los agudos chillidos de los electrificados, el mar de los cabeceantes soldados, punteado aquн y allб por figuras saltando dolorosamente.

Nadie escuchaba nunca las terribles ejecuciones y sentencias de los Artнculos para los mбs inocentes crнmenes. Todo el mundo sabнa que habнa abandonado sus derechos humanos al alistarse, y el recordatorio de todo lo que habнan perdido no les interesaba en lo mбs mнnimo. Lo que realmente les interesaba era contar las horas hasta el momento en que recibirнan su primer pase. El ritual por el que esta recompensa era reticentemente entregada era humillante en forma poco comъn, pero ya se esperaban eso y, simplemente, bajaban la vista y seguнan en la fila, dispuestos a sacrificar cualquier migaja que aъn les restase de su autorespeto a cambio del arrugado trozo de plбstico. Terminado el rito, habнa carreras hasta el tren monorraнl cuya vнa colgaba de los pilares cargados elйctricamente, corriendo por encima de las alambradas de diez metros de alto, cruzando los terrenos de arenas movedizas y llegando hasta la pequeсa ciudad agrнcola de Leyville.

Al menos habнa sido una ciudad agrнcola antes de que se edificase el Campo Leуn Trotsky, y esporбdicamente, en las horas en que los soldados no estaban de paseo, seguнa su tradicional inclinaciуn agrнcola. El resto del tiempo se cerraban los almacenes de grano y alimentos, y se abrнan los bares y prostнbulos. Muchas veces los mismos edificios eran utilizados para ambas misiones. Se bajaba una palanca cuando descendнa en la estaciуn el primero de los soldados, y los depуsitos de grano se convertнan en camas, las dependientas en prostitutas, y los cajeros mantenнan su funciуn, aunque los precios subнan, mientras los mostradores eran llenados de vasos para servir como bares. Fue en uno de estos establecimientos, un salуn de pompas fъnebres transformado en bar, en donde entraron Bill y sus amigos.

- їQuй serб, muchachos? - les dijo el propietario del Bar y Grill del Descanso Final.

- Un doble de lнquido embalsamador - le dijo Caliente Brown.

- Sin bromas - dijo el dueсo, mientras su sonrisa se desvanecнa por un segundo, tomando una botella en la que el brillante letrero VERDADERO WHISKY habнa sido engomado sobre el grabado en el cristal LНQUIDO EMBALSAMADOR -. Si hay problemas, llamarй a los PM. - La sonrisa regresу cuando el dinero cayу sobre el mostrador -. Decidme quй veneno querйis, caballeros.

Se sentaron alrededor de una larga y estrecha mesa tan gruesa como ancha, con asas de bronce a ambos lados, y dejaron que el bendito descanso del alcohol etнlico se abriera camino por entre el polvo que llenaba sus gargantas.

- Nunca bebн antes de entrar en el ejйrcito - dijo Bill, tragбndose cuatro dedos completos del Viejo Matarriсones y poniendo el vaso para que le sirvieran mбs.

- Nunca tuviste necesidad - le dijo Horroroso, sirviйndole.

- Seguro que no - afirmу Caliente Brown, paladeando con gusto y llevбndose de nuevo una botella a los labios.

- Je, je - riу Ansioso Beager, sorbiendo dubitativo el borde de su vaso -. Sabe como un tinte hecho con azъcar, serrнn, diversos йsteres y cierto nъmero de alcoholes nocivos.

- Bebe - dijo Caliente incoherentemente, sin apartar los labios del gollete de la botella -. Todo eso es bueno para tu salud.

- Ahora quiero una mujer - dijo Horroroso; y se produjo una carrera, y todos se apretujaron en la puerta tratando de salir al mismo tiempo, hasta que alguien gritу: ЎMirad!, y se giraron para ver a Ansioso aъn sentado ante la mesa.

- ЎMujeres! - dijo Horroroso entusiбsticamente, con el tono de voz en que uno dice: ЎComida! cuando llama a un perro. El grupo de hombres se agitу en la puerta y golpeу con los pies. Ansioso no se moviу.

- Je, je... Creo que me quedarй aquн - dijo, con su sonrisa tan simple como siempre -. Pero vosotros podйis ir.

- їNo te sientes bien, Ansioso?

- Me siento bien.

- їAcaso no has llegado a tu pubertad?

- Je, je...

- їQuй es lo que vas a hacer aquн?

Ansioso buscу debajo de la mesa un macuto. Lo abriу para mostrarles que estaba repleto de grandes botas pъrpuras.

- Pensй ponerme al dнa con mi limpieza.

Caminaron lentamente por la acera de madera, silenciosos por el momento.

- Me pregunto si hay algo que no funciona en Ansioso - dijo Bill, pero nadie le respondiу. Estaban mirando a lo largo de la calle, a un cartel brillantemente iluminado que emitнa un atractivo resplandor.

EL DESCANSO DEL ESPACIONAUTA, decнa, STRIP-TEASE CONTINUO y LAS MEJORES BEBIDAS, y aъn mejor HABITACIONES PRIVADAS PARA LOS INVITADOS Y SUS AMIGOS. Caminaron mбs de prisa. La fachada del Descanso del Espacionauta estaba cubierta por escaparates a prueba de golpes llenos de fotos tridimensionales de las artistas completamente vestidas (triangulito y dos estrellas), y mбs allб otras de las mismas desnudas (sin triangulito y con las estrellas caнdas). Bill hizo acallar los rбpidos jadeos seсalando a un pequeсo rуtulo casi perdido entre el tumescente tesoro de glбndulas mamarias.

SOLO PARA OFICIALES, decнa.

- Largo - chirriу un PM, empujбndolos con su porra electrуnica. Se arrastraron alejбndose.

El siguiente establecimiento admitнa a hombres de todas las clases sociales, pero la entrada era de setenta y siete crйditos, mбs de lo que tenнan entre todos ellos. Despuйs de esto, los SOLO PARA OFICIALES comenzaban de nuevo, hasta que terminaba el pavimento y todas las luces estaban tras ellos.

- їQuй es eso? - preguntу Horroroso al oнr el sonido de voces murmurando desde una cercana calle oscura; y mirando de cerca pudieron ver una lнnea de soldados que se extendнa hasta perderse de vista en una distante esquina -. їQuй es esto? - le preguntу al ъltimo de la cola.

- La casa de las fulanas de los soldados. Y no trates de colarte, chaval. A la cola, a la cola.

Se unieron a ella instantбneamente, y Bill quedу el ъltimo, pero no por mucho rato. Fueron avanzando lentamente, y otros soldados aparecieron y formaron cola tras ellos. La noche era frнa, y tomу muchos tragos revitalizadores de su botella. Se oнan pocas conversaciones, y hasta estas morнan al irse aproximando a la puerta iluminada con luz roja. Se abrнa y cerraba a intervalos regulares, y uno a uno los amigos de Bill se introdujeron. Entonces llegу su turno, y la puerta empezу a abrirse, y йl comenzу a adelantarse, y las sirenas comenzaron a chillar, y un enorme PM de gruesa tripa saltу entre Bill y la puerta.

- Llamada de emergencia. ЎDe vuelta a la base! - ladrу.

Bill aullу un estrangulado gruсido de frustraciуn, y saltу hacia adelante. Pero un golpecito de la porra electrуnica lo volviу con los demбs. Se lo llevaron medio atontado entre la masa de cuerpos, mientras las sirenas gemнan, y la aurora artificial en el cielo formaba las palabras: ЎA LAS ARMAS! en letras llameantes de dos centenares de kilуmetros de largo cada una. Alguien extendiу una mano, sosteniendo a Bill cuando comenzaba a caer bajo las botas pъrpura. Era su compaсero, Horroroso, que mostraba una sonrisa de satisfacciуn, y por ello lo odiу y tratу de golpearle. Pero antes de que pudiera alzar el puсo se vieron introducidos en el vagуn del monorraнl, lanzados a travйs de la noche y escupidos de vuelta en el Campo Leуn Trotsky. Olvidу su irritaciуn cuando las engarfiadas pezuсas de Deseomortal Drang lo arrancaron de la multitud.

- Empaquen los macutos - carraspeo -. Van a partir.

- No pueden hacernos eso... No hemos terminado nuestro entrenamiento.

- Pueden hacer lo que quieran, y normalmente lo hacen. Se acaba de combatir una gloriosa batalla espacial hasta su victoriosa conclusiуn. Y han habido cuatro millones de bajas, con una aproximaciуn de algunos centenares de miles. Se necesitan reemplazos, y esos sois vosotros. Preparaos para embarcar en los transportes inmediatamente, o antes.

- No podemos... ЎNo tenemos equipo espacial! La intendencia...

- Todo el personal de intendencia ya ha sido embarcado.

- La comida...

- Los cocineros y los pinches ya estбn en el espacio. Esta es una emergencia. Todo el personal no esencial estб siendo enviado. Probablemente a su muerte - se acariciу un colmillo, y los inundу con una horrible sonrisa -. Mientras, yo permanecerй aquн, en tranquila seguridad, para entrenar a vuestros reemplazos.

El tubo de llegada hizo un sonido apagado y, mientras abrнa la cбpsula del mensaje y leнa su contenido, su sonrisa se hizo lentamente pedazos.

- Me embarcan tambiйn a mн - dijo con voz hueca.

 

TRES

 

86.672.890 reclutas habнan sido ya embarcados para el espacio desde el Campo Leуn Trotsky, asн que el proceso era automбtico y funcionaba perfectamente, aunque esta vez se estaba devorando a sн mismo, como una serpiente que se traga su propia cola. Bill y sus compaсeros fueron el ъltimo grupo de reclutas enviado, y la serpiente comenzу a digerirse a sн misma justo tras ellos. Apenas se les hubo arrebatado su naciente barba y los hubieron despiojado en el despiojador ultrasуnico, los barberos se lanzaron unos contra otros y en un amasijo de brazos, rizos de pelo, trozos de bigote, pedazos de carne y gotas de sangre, se afeitaron y cortaron el pelo unos a otros, y luego arrastraron al operador tras ellos en la cбmara ultrasуnica. Los enfermeros se inocularon a sн mismos inyecciones contra la fiebre de los cohetes y los constipados espaciales, los oficinistas se hicieron a sн mismos libretas de paga y los cargadores se empujaron a patadas unos a otros por las rampas que subнan hasta los transbordadores. Los cohetes ardнan, dejando columnas de fuego como lenguas escarlatas que lamieran las torres de lanzamiento, quemando las rampas en un bello espectбculo pirotйcnico ya que los operadores de las rampas tambiйn estaban a bordo. Las naves rugieron y produjeron ecos en el cielo de la noche, dejando al Campo Leуn Trotsky convertido en una silenciosa ciudad fantasma en la que pedazos de уrdenes del dнa y listas de castigo se agitaban y volaban desde los tablones de anuncios, bailando a travйs de las abandonadas calles para chocar finalmente contra las ruidosas y encendidas ventanas del Club de Oficiales, en el que se estaba desarrollando una fenomenal borrachera, aunque hubiera muchas quejas puesto que los oficiales tenнan que servirse a sн mismos.

Arriba y arriba subieron los transbordadores, hacia la gran flota de naves del espacio profundo que oscurecнa las estrellas de encima, una nueva flota, la mбs poderosa que la galaxia hubiera visto jamбs, de hecho tan nueva que las naves estaban aъn siendo construidas. Los sopletes brillaban en cegadores puntos de luz, mientras los ribetes al rojo describнan sus trayectorias planas por el espacio hasta los cestos que los esperaban. Los puntos de luz morнan a medida que los monstruos de los mares espaciales eran completados, y se oнan apagados chillidos en la longitud de onda de las radios de los trajes espaciales cuando los obreros, en lugar de ser devueltos a los astilleros, eran forzosamente reclutados al servicio de la nave que acababan de construir. Esto era una guerra total. Bill se tambaleу a lo largo del cimbreante tubo de plбstico que conectaba el transbordador a un acorazado espacial, y dejу caer sus macutos frente a un suboficial que se sentaba tras un escritorio en la compuerta, del tamaсo de un hangar. O tratу de dejarlos caer, puesto que al no haber gravedad los macutos se quedaron en medio del aire, y cuando los empujу fue йl quien se elevу. (Puesto que un cuerpo, cuando estб cayendo libremente, se dice que estб en caнda libre, y cualquier cosa con peso no tiene peso, y por cada acciуn hay una igual pero opuesta reacciуn, o algo asн) El suboficial mirу hacia arriba, farfullу, y tirу de Bill, bajбndolo a cubierta.

- No tolerarй ninguno de esos trucos de novato espacial, soldado. їNombre?

- Bill, con elle.

- Bil - murmurу el suboficial, chupando el plumнn de su estilogrбfica. Y luego escribiу el nombre en la lista de embarque con grandes letras de analfabeto -. La elle es tan solo para los oficiales, chalado... a ver si lo aprendes. їCuбl es tu clasificaciуn?

- Recluta, sin cualificar, sin entrenar, con mareo espacial.

- Bueno, no vomites aquн. Para eso tienes tu recinto. Ahora eres un especialista en fusibles de sexta clase, sin cualificar. Quedas asignado al compartimiento 34 J-89T-001. Muйvete, y mantйn ese saco de patatas sobre tu cabeza

No bien hubo encontrado Bill su compartimiento y lanzado los macutos sobre una litera, en donde flotaron a quince centнmetros por encima de la colchoneta rellena de rocas, cuando Ansioso Beager entrу, seguido de Caliente Brown y una multitud de extraсos, algunos de los cuales llevaban sopletes y expresiones de irritaciуn.

- їDуnde estб Horroroso y el resto del pelotуn? - preguntу Bill.

Caliente se alzу de hombros y se atу a una litera para echar un sueсecito. Ansioso abriу una de las seis bolsas que siempre llevaba encima y sacу algunas botas para limpiar.

- їEstбis salvados? - una voz profunda, vibrante de emociуn, sonу en el otro extremo del compartimiento. Bill mirу hacia allн, asombrado, y el enorme soldado que se encontraba allн apercibiу el movimiento y apuntу hacia йl un inmenso dedo -. Tъ, hermano, їestбs salvado?

- Eso es bastante difнcil de decir - murmurу Bill, inclinбndose y rebuscando en su macuto, esperando a que el hombre se largase. Pero no lo hizo. En realidad, se acercу y se sentу en la litera de Bill. Bill tratу de ignorarlo, pero esto era difнcil, porque el soldado tenнa mбs de un metro ochenta de altura, era musculoso y tenнa una mandнbula de acero. Gozaba de una negra piel purpъrea que le hizo sentir un poco de envidia a Bill, ya que la suya tan solo era de un gris rosбceo. Como el uniforme de a bordo del soldado tenнa casi la misma tonalidad de negro, parecнa de una sola pieza, lo cual era muy efectivo con su abierta sonrisa y su aguda mirada. - Bienvenido a bordo del Fanny Girl - dijo, y con un amistoso apretуn de manos desencajу la mayor parte de los huesos de los nudillos de Bill -, esta vieja nave de la flota comisionada hace casi una semana. Yo soy el reverendo especialista en fusibles de sexta clase Tembo, y veo por el grabado de tu macuto que te llamas Bill, y como somos compaсeros, por favor, Bill, llбmame Tembo. Y, їcuбl es la condiciуn de tu alma?

- No he tenido muchas oportunidades de pensar en eso ъltimamente...

- Pienso que no, puesto que vienes del entrenamiento de reclutas, y el atender a una capilla durante ese entrenamiento se castiga con una corte marcial. Pero todo eso ya pasу, y ahora puedes ser salvado. їPuedo preguntarte si eres de la fe...?

- Mi familia eran Zoroastrianos Fundamentalistas, asн que supongo que...

- Supersticiones, muchacho. Vulgares supersticiones. Ha sido la mano del destino la que nos ha reunido en esta nave, para que tu alma tenga esta oportunidad de ser salvada del oscuro abismo. їHas oнdo hablar de la Tierra?

- Me gustan las comidas sencillas...

- Es un planeta, muchacho: la cuna de la raza humana. El hogar del que todos venimos, їcomprendes? Un mundo verde y hermoso, una joya en el espacio.

 Tembo habнa sacado un pequeсo proyector de su bolsillo mientras hablaba, y una imagen multicolor apareciу en la mampara, un planeta flotando artнsticamente en el vacнo, rodeado de blancas nubes. Repentinamente, fieros rayos surgieron de las nubes, y todo esto hiriу e hirviу mientras grandes cicatrices aparecнan el en el planeta de abajo. Del microscуpico altavoz surgiу dйbil sonido de los truenos -. Pero las guerras estallaron entre los hijos del hombre, y se golpearon unos a otros con las energнas atуmicas hasta que la misma Tierra gimiу, y cuando los relбmpagos finales enorme fue el holocausto se apagaron la muerte reinaba en el norte, la muerte reinaba en el oeste, la muerte reinaba en el este, muerte, muerte, muerte.

- їTe das cuenta de lo que eso significa? - la voz de Tembo era elocuente en su sentimiento, y quedу suspendida por un instante a medio vuelo, esperando la respuesta a su pregunta catequista.

- No estoy seguro - dijo Bill, rebuscando sin objetivo en su macuto -. Yo vengo de Phigerinadon II, es un sitio tranquilo...

- ЎLa muerte no reinaba en el Sur! Y їpor quй fue salvado el Sur?, te preguntarбs. Y la respuesta es: porque fue deseo de Samedi que todos los falsos profetas y las falsas religiones y los falsos dioses fueran borrados del rostro de la Tierra de forma que tan solo quedase la verdadera fe. La Primera Iglesia Reformada Vudъ...

Sonу el crбneo humano de tal generala, una aullante alarma calculada para producir una frecuencia resonante en se hallara en forma que el hueso vibrase como si la cabeza el interior de una tremenda campana, y los ojos se desenfocasen con cada sonido. Hubo un correteo hacia el corredor, en donde el horrible sonido no era tan intenso y en donde los suboficiales estaban esperando para llevarlos a sus puestos. Bill siguiу a Ansioso Beager, subiendo por una aceitosa escalera hasta llegar a la compuerta en el piso de la sala de fusibles. Grandes hileras de fusibles se extendнan por todos lados, mientras de la parte superior de las hileras surgнan cables del grosor de un brazo que subнan hasta el techo y desaparecнan en йl. Frente a las hileras, regularmente espaciados, se veнan unos agujeros redondos de mбs de un palmo de diбmetro.

- Mis frases iniciales serбn breves: si alguno de vosotros me crea problemas, yo personalmente lo tirarй de cabeza por el mбs cercano conducto de fusibles - un grasiento нndice apuntу a uno de los agujeros del piso, y reconocieron la voz de su nuevo dueсo. Era mбs bajo y mбs ancho y mбs grueso de tripa que Deseomortal, pero existнa una semejanza genйrica que era inconfundible -. Soy el especialista en fusibles de primera clase Bilis. Os cogerй a vosotros, repugnantes y los echarй por el conducto de fusibles mбs cercano. Esta es una especialidad altamente especializada y eficientemente tйcnica, que usualmente se tarda un aсo en enseсar a un hombre inteligente, pero esto es la guerra, asн que vais a aprenderlo a hacerlo ahora, o de lo contrario... Os harй una demostraciуn. Tembo, al frente y al centro. Toma el tablero 19J-9, estб fuera de circuito ahora.

Tembo golpeу los tacones y se colocу en rнgido firmes frente al tablero. Extendiйndose a ambos lados de йl, se hallaban los fusibles, cilindros de cerбmica blanca recubiertos en ambas extremidades por metal. Cada uno de un palmo de diбmetro, un metro y medio de alto, y pesando treinta y cinco kilos. Habнa una banda roja rodeando el centro de cada fusible. El primera clase Bilis golpeу una de esas bandas.

- Cada fusible tiene una de estas bandas rojas que se llama una banda de fusibles y es de color rojo. Cuando el fusible se quema, esta banda se vuelve negra. No espero que os acordйis de todo eso ahora, pero estб en vuestro manual, y os lo vais a saber al pie de la letra antes de que haya acabado con vosotros, o de lo contrario... Ahora os demostrarй lo que pasarб cuando se queme un fusible. Tembo: Ўese es un fusible fundido! ЎAr!

- ЎUggg! - chillу Tembo, y saltу sobre el fusible y lo cogiу con ambas manos -. ЎUggg! - dijo de nuevo, y lo arrancу de los bornes. Y de nuevo -: ЎUggg! - cuando lo dejу caer por el conducto de fusibles. Entonces, aъn ugggeando, sacу un fusible nuevo de las hileras de almacenamiento y lo colocу en su lugar, y con un uggg final se puso de nuevo firmes.

- Y asн es como se hace: por tiempos, en la forma militar. Y lo vais a aprender, o de lo contrario... - sonу un apagado zumbido, atravesando el aire como un eructo mal contenido -. Eso es la llamada a rancho, asн que os dejarй que vayбis, y mientras estйis comiendo pensad en todo lo que vais a tener que aprender. ЎRompan filas!

Otros soldados iban ya por el corredor, y los siguieron a las entraсas de la nave.

- Je, je... їCreйis que la comida serб algo mejor que la del campamento? - preguntу Ansioso, lamiйndose excitadamente los labios.

- Es completamente imposible que sea peor - dijo Bill, cuando se unieron a una cola que llegaba hasta una puerta marcada Comedor Consolidado Nє 2 -. Cualquier cambio serб para mejorar. Despuйs de todo... їno somos ahora soldados en campaсa? Tenemos que estar bien alimentados para el combate, segъn dice el manual.

La cola se moviу hacia adelante con una dolorosa lentitud, pero en menos de una hora se hallaron en la puerta. Tras ella, un cansado soldado de cocina vestido con un mono grasiento y manchado de jabуn le entregу a Bill una jarra de plбstico amarillo de un cajуn situado frente a йl. Bill siguiу hacia adelante, y cuando el soldado frente a йl se apartу se encontrу con una pared desnuda de la que emergнa un ъnico grifo sin llave. Un grueso cocinero que se hallaba junto a йl, vistiendo un enorme gorro blanco de cocinero y una camiseta sucia, le indicу que se adelantase con la cuchara sopera que llevaba en la mano.

- Vamo', vamo', їno ha com'нo nunca? 'A jarra bajo e' grifo, 'a chapa en e' bujero, Ўvenga ya!

Bill puso la jarra tal y como se lo habнa ordenado, y se fijу en una delgada ranura en la pared metбlica, justamente a la altura de la vista. Su placa de identificaciуn le colgaba del cuello, y la introdujo en la ranura. Algo hizo bzzz, y un delgado chorro de fluido amarillento saliу a borbotones, llenando a medias el recipiente.

- ЎEl siguiente! - chillу el cocinero. Y empujу a Bill, para que Ansioso pudiera tomar su lugar.

- їQuй es esto? - preguntу Bill, contemplando la jarra.

- їQuй й' й'to? - se irritу el cocinero, poniйndose de un brillante color rojo ЎE'to й' tu com'нa, so idiota! E'to й' un agua absolutamente quнmicamente pura, en la que й'tan disue'to 18 aminoбcido', 16 vitamina', 11 sale' minerale', u' ester бcido y glucosa, їQuй otra cosa e'peraba'?

- їComida...? - dijo esperanzado Bill; y entonces lo vio todo rojo, cuando la cuchara sopera le golpeу la cabeza -. їPodrнan dбrmela sin el ester бcido? - preguntу confiadamente, pero lo empujaron de vuelta al corredor, en donde se le uniу Ansioso.

- Je, je - dijo Ansioso -, esto tiene todos los elementos nutritivos necesarios para mantener indefinidamente la vida. їNo es maravilloso?

Bill sorbiу su jarra y luego suspirу trйmulamente.

- Mira esto - le dijo Tembo; y cuando Bill se dio la vuelta una imagen proyectada apareciу en la pared del corredor. Mostraba un firmamento con nubes sobre las que parecнan flotar pequeсas figuras -. El infierno te espera, muchacho, a menos que seas salvado. Da la espalda a tus creencias supersticiosas y acуgete en la Primera Iglesia Vudъ Reformada, que te abre los brazos; entra en su seno, y hallarбs tu lugar en el cielo a la diestra de Samedi. Estarбs allн sentado con Mondonguй y Bakalъ y Zandor, que saldrбn a recibirte.

La escena proyectada cambiу, las nubes se acercaron, mientras del pequeсo altavoz surgнa el dйbil sonido de un coro celestial con acompaсamiento de tambores. Ahora las figuras podнan ser vistas claramente, todas ellas de piel muy negra y tъnicas blancas, de cuya espalda surgнan grandes alas negras. Se sonreнan y saludaban unas a otras cuando se cruzaban sus nubes, mientras cantaban entusiбsticamente y golpeaban los pequeсos tam-tams que llevaba cada una. Era una hermosa escena, y los ojos de Bill se nublaron un tanto.

- ЎAtenciуn!

La aullante tonalidad produjo ecos en las paredes, y los soldados echaron atrбs los hombros, juntaron los tacones y miraron al frente. El coro celestial se desvaneciу cuando Tembo volviу a meterse el proyector en el bolsillo.

- Descansen - ordenу el primera clase Bilis, y al girarse lo vieron guiando a dos PM con pistolas empuсadas que actuaban como guardaespaldas de un oficial. Bill sabнa que era un oficial porque habнan tenido un curso de Identificaciуn de Oficiales, ademбs de porque en la parel de la letrina habнa un cartel titulado CONOCE A TUS OFICIALES, y habнa tenido larga oportunidad de estudiarlo durante un inicio de epidemia de amebiasis. Su mandнbula cayу cuando el oficial se acercу lo bastante como para poderlo tocar, y se detuvo frente a Tembo.

- Especialista en fusibles de sexta clase Tembo, tengo buenas noticias para usted. En dos semanas se termina su perнodo de siete aсos de alistamiento y, dado su excelente comportamiento, el capitбn Zekial ha autorizado que le doblemos la paga de despedida, un licenciamiento honorable con banda de mъsica, y el transporte gratuito de regreso a la Tierra.

Tembo, relajado y firme, mirу hacia abajo, al diminuto teniente del bigotito rubio que se encontraba frente a йl.

- Eso serб imposible, seсor.

- ЎImposible! - chirriу el teniente, balanceбndose sobre sus botas de tacуn alto -. ЎїQuiйn es usted para decirme a mн lo que es imposible...?!

- No soy yo, seсor - le respondiу Tembo con la mayor calma -. La regla 13-9A, pбrrafo 45, pбgina 8923, volumen 43, de las Reglas, Regulaciones y Artнculos de Guerra. Ningъn soldado u oficial serб licenciado, a menos que lo sea con deshonor, comportando sentencia de muerte, de una nave, puesto, base, campo, buque, avanzadilla o campo de trabajo, en tiempo de emergencia...

- їEs usted un leguleyo, Tembo?

- No, seсor. Soy un leal soldado, seсor. Tan solo quiero cumplir con mi deber, seсor.

- Hay algo muy raro en usted, Tembo. Vi en su ficha que se alistу voluntariamente, sin necesidad de que usaran drogas y/o hipnotismo. Ahora, rehъsa ser licenciado. Eso es malo, Tembo, muy malo. Le da a usted un mal nombre. Le hace aparecer como sospechoso. Le hace aparecer como espнa o algo similar.

- Soy un leal soldado del Emperador, seсor, y no un espнa.

- No es ningъn espнa, Tembo, ya hemos estudiado eso concienzudamente. Pero їpor quй estб en el ejйrcito, Tembo?

- Para ser un leal soldado del Emperador, seсor, y para hacer todo lo que pueda en la difusiуn de la fe. їEstб usted salvado, seсor?

- ЎVigile su lengua, soldado, o se meterб en lнos! Sн, conocemos esta historia, reverendo. Pero no nos la creemos. Es usted muy astuto, pero ya lo averiguaremos... - se marchу, murmurando para sн mismo, y todos se pusieron firmes hasta que hubo desaparecido. Los otros soldados miraron a Tembo en forma extraсa, y no se sintieron confortables hasta que tambiйn se hubo ido. Bill y Ansioso regresaron lentamente a su camarote.

- ЎSe negу a aceptar que lo licenciaran...! - murmurу asombrado Bill.

- Je, je - dijo Ansioso -. Tal vez estй loco. No se me ocurre otra explicaciуn.

- Nadie puede estar tan loco - y luego -: Me pregunto que habrб aquн dentro - seсalando una puerta con un gran cartel que decнa PROHIBIDA LA ENTRADA AL PERSONAL NO AUTORIZADO.

- Je, je... No sй... їNo serб comida?

Se introdujeron inmediatamente y cerraron la puerta tras ellos. Pero no habнa comida allн. En lugar de ello, se hallaron en una amplia cбmara con una pared curvada, mientras que, pegados a esta pared, se veнan complicados aparatos con medidores, esferas, controles, palancas, conmutadores, una pantalla visora y un tubo de escape. Bill se inclinу y leyу la placa del aparato mбs cercano:

- Caсуn atуmico tipo IV. ЎY fнjate que tamaсo tienen! Esta debe ser la baterнa principal de la nave. - Se dio la vuelta y vio que Ansioso estaba con el brazo levantado, de forma que su reloj de muсeca apuntaba a los caсones, y estaba apretando la corona con el dedo нndice de la otra mano.

- їQuй es lo que estбs haciendo? - le preguntу Bill.

- Je, je... miraba quй hora era.

- їCуmo puedes saber quй hora es si tienes la correa hacia la vista y el reloj en el otro lado?

Se oyeron pisadas a lo lejos en la larga sala de caсones, y recordaron el letrero de la puerta. En un instante la habнan atravesado de nuevo, y Bill la cerrу silenciosamente. Cuando se girу, Ansioso Beager habнa desaparecido, asн que tuvo que regresar solo al camarote. Ansioso habнa regresado antes y estaba atareado limpiando las botas de sus compaсeros, y no levantу la vista cuando entrу Bill.

Pero, їquй era lo que habнa estado haciendo con su reloj?

 

CUATRO

 

Esta pregunta estuvo molestando a Bill durante todo el tiempo de los dнas de su entrenamiento, en los que dolorosamente aprendнan su tarea como especialistas en fusibles. Era un trabajo agotador y tйcnico que necesitaba de toda su atenciуn, pero en los momentos libres Bill se preocupaba. Se preocupaba cuando hacнan cola para el rancho, y se preocupaba durante los pocos momentos, cada noche, entre el instante en el que se apagaban las luces y el pesado descender del sueсo sobre su fatigado cuerpo. Se preocupaba a cada momento que tenнa, y perdнa peso.

Perdнa peso no porque se estuviera preocupando, sino por la misma razуn por la que todos estaban perdiendo peso: la comida de la nave. Estaba estudiada para mantener la vida, y esto lo hacнa. Pero nunca se habнa dicho quй tipo de vida iba a ser. Era una vida aburrida, hambrienta, de adelgazamiento. Y, sin embargo, Bill no se preocupaba por esto. Tenнa un problema mayor y necesitaba ayuda. Tras el entrenamiento del domingo, a finales de su segunda semana, se quedу para hablar con el primera clase Bilis en vez de unirse a los demбs en su trastabillante carrera hacia el comedor.

- Tengo un problema, seсor...

- No eres el ъnico, pero una sola inyecciуn te lo curarб, y nadie puede decir que es un hombre hasta que no lo ha pasado.

- No es ese tipo de problema. Me gustarнa... ver... al capellбn...

Bilis se quedу pбlido y se derrumbу contra la pared.

- Ahora ya lo he oнdo todo - dijo dйbilmente -. Vete a comer y, si tъ no lo cuentas, yo tampoco dirй nada.

- Lamento esto, primera clase Bilis - dijo Bill enrojeciendo -, pero no puedo evitarlo. No es culpa mнa el tener que verlo. Le podrнa haber pasado a cualquiera... - su voz muriу, y se quedу mirando a sus pies, mientras frotaba una bota contra la otra. El silencio prosiguiу hasta que finalmente hablу Bilis, pero toda la camaraderнa habнa desaparecido de su voz.

- De acuerdo, soldado... Si es asн como lo quiere. Pero espero que el resto de los muchachos no se enteren. No vaya a rancho y hбgalo ahora: aquн tiene un pase - garabateу algo en un trozo de papel, y luego lo tirу con repugnancia al suelo, dбndose la vuelta y marchбndose mientras Bill se inclinaba humildemente para recogerlo.

Bill pasу a lo largo de compuertas de salto, de corredores, a lo largo de pasarelas, y subiу escaleras. En el directorio de la nave, el capellбn estaba marcado con el compartimiento 362-B de la cubierta 89, y finalmente Bill la encontrу: una puerta metбlica vulgar, ribeteada. Alzу la mano para golpear, mientras el sudor manaba en grandes gotas de su rostro y su garganta estaba seca. Sus nudillos sonaron huecos en el panel, y tras un perнodo interminable se oyу una voz apagada del otro lado:

- Vale, vale... Tira adentro... Estб abierto.

Bill entrу, y se puso firme de un salto cuando vio al oficial que se hallaba tras el solitario escritorio que casi llenaba la pequeсa habitaciуn. El oficial, un cuarto teniente, aunque era joven, estaba quedбndose rбpidamente calvo. Se veнan ojeras bajo sus ojos, y necesitaba afeitarse. Su corbata estaba mal anudada y muy arrugada. Continuу rebuscando entre los montones de papeles que llenaban el escritorio, tomбndolos, cambiбndolos de montуn, apuntando cosas en algunos y echando otros a una atiborrada cubeta. Cuando moviу uno de los montones, Bill vio un rуtulo sobre la mesa que decнa OFICIAL DE LAVANDERНA.

- Excъseme, seсor - dijo -, pero me he equivocado de oficina. Estoy buscando al capellбn.

- Esta es la oficina del capellбn, pero no entra de guardia hasta las 1300 horas, que es, como cualquiera puede saber, aъn tan estъpido como parece ser usted, dentro de quince minutos.

- Gracias, seсor. Volverй... - Bill se deslizу hacia la puerta.

- Se quedarб y trabajarб - el oficial alzу unos ojos sanguinolentos y cloqueу malйvolamente -. Lo he cogido. Puede separar los informes sobre los paсuelos. He perdido seiscientos y tal vez estйn por ahн. їSe cree que es fбcil ser un oficial de lavanderнa? - lloriqueo autocompasivamente, y empujу un tambaleante montуn de papeles hacia Bill, que comenzу a separarlos. Mucho antes de que hubiera terminado, resonу un zumbador que indicaba el cambio de guardia.

- ЎLo sabнa! - sollozу desesperado el oficial -. Este trabajo no se acaba nunca, se hace peor y peor. ЎY usted se cree que tiene problemas! - Extendiу una temblorosa mano y dio la vuelta al rуtulo de la mesa. Por el otro lado decнa CAPELLБN. Entonces agarrу la corbata y dio un tirуn de ella, llevбndola sobre su hombro derecho. La corbata estaba unida al cuello, y el cuello estaba colocado sobre rodamientos a bolas que corrнan suavemente por un carril fijado a su camisa. Se oyу un suave chirrido mientras el cuello giraba, y entonces la corbata colgу fuera de la vista a su espalda y su cuello estaba ahora al revйs, viйndose blanco y liso y frнo al frente.

El capellбn juntу sus dedos frente a йl, bajу la vista y sonriу dulcemente.

- їCуmo puedo ayudarte, hijo?

- Pensй que usted era el oficial de lavanderнa - dijo Bill pasmado.

- Lo soy, hijo mнo, pero esa es tan solo una de las cargas que caen sobre estos hombros. Hay muy poca necesidad de un capellбn en estos tiempos perturbados, pero mucha de un oficial de lavanderнa. Hago lo que puedo por ser ъtil - inclinу humildemente la cabeza.

- Pero... їquй es lo que es usted? їUn capellбn que pasa parte de su tiempo como oficial de lavanderнa o un oficial de lavanderнa que a ratos es capellбn?

- Eso es un misterio, hijo mнo. Hay algunas cosas que es mejor no conocer. Pero te veo turbado. їPuedo preguntarte si sigues la fe?

- їQuй fe?

- ЎEso es lo que yo te pregunto a ti! - saltу el capellбn, y por un momento se transformу en el oficial de lavanderнa -. їCуmo puedo ayudarte si no sй de quй religiуn eres?

- Zoroastriano Fundamentalista.

El capellбn tomу una hoja plastificada de un cajуn y pasу el dedo sobre ella.

- Z... z... zen... zodomita... zoroastriano fundamentalista reformado. їEs esto?

- Sн seсor.

- Bien, no tendremos problemas con esto - dijo -. 21 52 25... - marcу rбpidamente el nъmero en un disco colocado en su escritorio y luego, con un gesto grandioso y un brillo evangйlico en la mirada, barriу todos los papeles al suelo. Una maquinaria oculta zumbу por un momento, una parte del tablero del escritorio se hundiу, y reapareciу un momento mбs tarde portando una caja de plбstico negro decorada con toros dorados, rampantes -. Excъsame un momento - dijo el capellбn, abriendo la caja.

Primero desenrollу un largo trozo de tela blanca en la que estaban bordados los mismos tonos dorados, colocбndosela al cuello, luego puso un grueso libro forrado en piel al lado de la caja, y mбs tarde dispuso sobre esta dos toros metбlicos con los lomos ahuecados. En uno de ellos vertiу agua destilada de un botellуn de plбstico, y en el otro aceite aromбtico, que encendiу. Bill contemplу aquel ritual familiar con creciente felicidad.

- Es realmente afortunado - dijo Bill - que tambiйn usted sea zoroastriano. Me hace mбs fбcil el hablar con usted.

- No hay nada de afortunado en ello, hijo mнo, tan solo una planificaciуn inteligente - el capellбn lanzу haoma en polvo sobre la llama, y la nariz de Bill se estremeciу cuando el incienso drogado llenу con su olor la habitaciуn -. Por la gracia de Ahura Mazdah soy un sacerdote ungido de zoroastro. Por el deseo de Alб un fiel mohecнn del Islam, gracias a la intervenciуn de Yavhй un rabн circunciso, etc., etc. - su benigno rostro se transformу con una mueca salvaje -. Y tambiйn, dado que hay dйficit de oficiales, soy el maldito oficial de lavanderнa - su rostro se aclarу de nuevo -. Pero ahora tienes que contarme tu problema...

- Bien, no es fбcil. Tal vez sea una estъpida sospecha por mi parte, pero me preocupa uno de mis compaсeros. Hay algo extraсo en йl. No estoy seguro de saberme explicar...

- Ten confianza, hijo mнo, y revйlame tus mбs profundos sentimientos sin temor. Lo que oiga jamбs saldrб de esta habitaciуn, pues he jurado guardar el secreto en sagrada promesa de mi vocaciуn. Descarga tu conciencia.

- Muy amable por su parte. Realmente, ya me siento mejor. Verб, este amigo mнo siempre ha sido bastante raro: nos limpia las botas a todos, y se presenta voluntario para encargarse de las letrinas, y no le gustan las chicas.

El capellбn asintiу beatнficamente y se abanicу algo del incienso hacia su nariz.

- No veo nada en eso que deba preocuparse, parece ser un chico decente. їPues no estб escrito en el Vendidad que debemos ayudar a nuestros semejantes y tratar de compartir sus penas y no seguir a las prostitutas por las calles?

Bill hizo una mueca.

- Todo esto estб muy bien para la escuela parroquias, pero no es la forma en que comportarse en el ejйrcito. De cualquier forma, pensбbamos que estaba loco y quizб fuera asн... pero eso no es todo. Estuve con йl en la cubierta de los caсones, y apuntу su reloj a estos y apretу la coronilla y escuchй un click. Podrнa ser una cбmara... Creo... Ўcreo que es un espнa chinger! - Bill se recostу en la silla respirando fuertemente y sudando. Habнa dicho las palabras fatales.

El capellбn continuу cabeceando, sonriente, medio inconsciente por los vapores del haoma. Finalmente, surgiу de su ensueсo, se sonу, y abriу el grueso ejemplar del Avesta. Canturreу en persa antiguo un rato, lo cual pareciу animarlo, y lo cerrу de un golpe.

- ЎNo levantarбs falsos testimonios! - retumbу, clavando a Bill con una penetrante mirada y un нndice acusador.

- No me comprende - sollozу Bill, agitбndose en la silla -. Ha hecho todas esas cosas, lo vi usar el reloj. їCуmo puede llamar a esto ayuda espiritual?

- Tan solo fue un toque de atenciуn, muchacho, un toque de la antigua religiуn para renovar tu sentido de culpa y volver a hacerte pensar en ir de nuevo regularmente a los servicios. ЎNo has estado asistiendo a ellos!

- їQuй otra cosa podнa hacer? Se nos prohнbe ir a la capilla durante el entrenamiento de reclutas.

- Las circunstancias no sirven de excusa, pero esta vez serбs perdonado porque Ahura Mazdah es todo misericordioso.

- їPero quй hay de mi compaсero, el espнa?

- Debes olvidarte de tus sospechas, no son dignas de un seguidor de Zoroastro. Este muchacho no debe sufrir por culpa de su natural inclinaciуn a ser amistoso, a ayudar a sus camaradas, a mantenerse puro, a poseer un reloj defectuoso que hace click. Y ademбs, si no te importa que introduzca un razonamiento lуgico, їcуmo podrнa ser un espнa? Para ser un espнa tendrнa que ser un chinger, y los chinger tienen dos metros diez de alto y cola. їLo entiendes?

- Sн, sн - murmurу desolado Bill -. Ya pude imaginar esto por mн mismo... pero sigue sin explicarse todo...

- Me satisface a mн, y debe satisfacerte a ti. Creo que Arimбn te ha poseнdo para hacerte pensar mal de tu camarada, y mejor serб que hagas algo de penitencia y te unas a mн en una rбpida oraciуn antes de que el oficial de lavanderнa vuelva a estar de servicio.

Este ritual fue terminado rбpidamente, y Bill ayudу a meter de nuevo las cosas en la caja, y la contemplу desvanecerse en el interior del escritorio. Se despidiу, y dio la vuelta para irse.

- Tan solo un momento, hijo - dijo el capellбn con su mбs cбlida sonrisa, extendiendo al mismo tiempo el brazo sobre su hombro para agarrar la corbata. Tirу de ella y el cuello girу, y mientras lo hacнa la expresiуn beatifica desapareciу de su rostro para ser reemplazada por un gruсido.

- їDуnde infiernos creнa que se iba a ir, gusano? Vuelva a poner el culo sobre esta silla.

- Pe... pero... - tartamudeу Bill -, me dijo que podнa irme.

- Eso es lo que dijo el capellбn, y como oficial de lavanderнa no tengo nada que ver con йl. Ahora, rбpido: їcuбl es el nombre de ese espнa chinger que estб escondiendo?

- Le hablй de eso bajo juramento...

- Se lo contу al capellбn, y ese mantiene su palabra y no me lo ha dicho, pero tuve la suerte de oнrlo - apretу un botуn rojo en el panel de control -. Los PM ya vienen hacia aquн. Vale mбs que hable antes de que lleguen, gusano, o harй que lo aten al casco sin traje espacial, y que ademбs no le dejen acercarse a la cantina en un aсo. їEl nombre?

- Ansioso Beager - sollozу Bill, mientras afuera se oнan pesados pasos y dos cascos rojos lograban introducirse en la pequeсa habitaciуn.

- Tengo un espнa para vosotros, chicos - anunciу el oficial de lavanderнa triunfalmente; y los PM rechinaron los dientes, aullaron en lo profundo de sus gargantas, y se lanzaron contra Bill. Este se desplomу bajo el asalto de puсos y porras, y estaba cubierto de sangre antes de que el oficial de lavanderнa pudiera apartar a aquellos supermusculosos retardados mentales, aunque no logrу evitar que se quedaran mirбndolo con los ojos a no mбs de tres centнmetros de йl.

- No es este... - jadeу, y le tirу a Bill una toalla para que se secase parte de la sangre -. Este es nuestro informador, el leal y patriota hйroe que delatу a su compaсero, de nombre Ansioso Beager, al que ahora atraparemos y encadenaremos para que pueda ser interrogado. Vamos.

Los PM llevaron a Bill entre ellos, y para cuando estuvieron en los alojamientos de los especialistas en fusibles el aire producido por su rбpido paso le habнa hecho recuperarse un tanto. El oficial de lavanderнa abriу la puerta tan solo lo bastante como para introducir la cabeza.

- ЎHola, chavales! - dijo alegremente -. їEstб aquн Ansioso Beager?

Ansioso levantу la vista de la bota que estaba limpiando, saludando con la mano y sonriendo.

- Ese soy yo... je, je...

- ЎA por йl! - explotу el oficial de lavanderнa, saltando a un lado y seсalando acusadoramente. Bill se echу al suelo cuando los PM lo soltaron y entraron atronando en el compartimiento. Para cuando logrу volver a ponerse en pie, Beager estaba en el suelo, esposado y encadenado de pies y manos, pero aъn sonriendo.

- Je, je... їTambiйn querйis que os limpie las botas?

- No consentirй insolencias de un sucio espнa - raspу el oficial de lavanderнa, abofeteando la ofensiva sonrisa. O al menos tratу de abofetear la ofensiva sonrisa, pero Beager abriу su boca y mordiу la mano que lo golpeaba, apretando con tal fuerza que el oficial no pudo apartarla -. ЎMe ha mordido! - aullу el hombre, y tratу desesperadamente de liberarse. Ambos PM, cada uno de ellos esposado a un brazo del prisionero, alzaron sus porras y le dieron una soberana paliza.

En aquel momento, la tapa de los sesos de Ansioso Beager saltу.

Si esto hubiera ocurrido en cualquier otro momento, se hubiera considerado el hecho como poco usual, pero, al suceder en aquel instante, fue espectacularmente poco usual, y todos ellos, Bill incluido, se quedaron con la boca abierta cuando un lagarto de quince centнmetros de alto saltу del abierto crбneo hasta el suelo, donde hizo una abolladura bastante grande al golpearlo. Tenнa cuatro pequeсos brazos, una larga cola, una cabeza similar a la de un pequeсo cocodrilo, y era de un brillante color verde. Parecнa ser exactamente igual a un chinger, solo que tenнa menos de un palmo de alto en vez de tener mбs de dos metros.

- Todos los guarros humanos olйis mal - dijo en una dйbil imitaciуn de la voz de Ansioso Beager - Los chingers no sudamos. ЎVivan los chingers! - cargу a travйs del compartimiento hacia la litera de Beager.

La parбlisis prevaleciу. Todos los especialistas en fusibles que habнan sido testigos de los imposibles acontecimientos se quedaron en pie o sentados tal y como estaban antes, congelados por el asombro y con los ojos salidos como si fueran huevos duros. El oficial de lavanderнa estaba atrapado por los dientes que le mordнan la mano, mientras que los dos PM trasteaban con las esposas que los sujetaban al cuerpo inmуvil. Tan solo Bill podнa moverse y, aъn atontado por la paliza, se inclinу para atrapar a la pequeсa criatura. Unas garras diminutas pero poderosas se cerraron sobre su carne, y se sintiу alzado por el aire y lanzado violentamente contra una mampara.

- Je, je... Eso es para ti, soplуn - chillу la diminuta voz.

Antes de que nadie mбs pudiera interferir, el lagartoide corriу hasta el montуn de sacos de Beager, abriу el de encima de todos ellos y se sumergiу en el interior. Un instante mбs tarde se oyу un zumbido que creciу en volumen, y del saco emergiу la aguzada nariz de un brillante proyectil. Fue saliendo hasta que una pequeсa espacionave de no mбs de sesenta centнmetros de largo flotу en el compartimiento. Entonces girу sobre su eje vertical, deteniйndose cuando apuntaba al casco. El zumbido aumentу de tono, y la nave saliу repentinamente disparada y atravesу el metal de la pared como si no fuera mбs duro que el cartуn mojado. Se oyeron otros sonidos distantes de rotura a medida que atravesaba plancha tras plancha, hasta que con un clang final atravesу el casco exterior de la nave y escapу al espacio. Se oyу un rugido de aire escapando al vacнo, y el clamor de las sirenas de alarma.

- Maldita sea... - dijo el oficial de lavanderнa, luego cerrу su asombrada boca y chillу -: ЎSбquenme esta cosa de la mano... me estб mordiendo hasta matarme!

Los dos PM seguнan agitбndose hacia delante y hacia atrбs, espesados a la inmуvil figura del que fue Ansioso Beager. Beager seguнa sonriendo alrededor del bocado que daba a la mano del oficial, y no fue hasta que Bill buscу su rifle atуmico y metiу el caсуn en la boca de Beager, haciendo palanca hasta abrir la mandнbula, que el oficial de lavanderнa logrу retirar la mano. Mientras hacнa esto, Bill vio que la parte superior de la cabeza de Ansioso se habнa abierto justamente por encima de las orejas, y estaba sujeta en la parte trasera por una brillante bisagra de bronce. En el interior del bostezante crбneo, en lugar de cerebro y huesos y otras cosas, habнa una pequeсa habitaciуn de control con una diminuta silla, minъsculos mandos, pantallas de televisiуn, y un refrigerador de agua. Ansioso era tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que habнa huido en la espacionave: una criatura que parecнa un chinger, pero que tan solo tenнa quince centнmetros de alto.

- ЎHey! - dijo Bill -, Ansioso es tan solo un robot manejado por la pequeсa criatura que ha escapado en la espacionave. Parecнa un chinger, pero tan solo tenнa quince centнmetros de alto...

- Quince centнmetros o dos metros diez, їquй diferencia hay en eso? - gruсу petulante el oficial de lavanderнa, mientras se anudaba un paсuelo alrededor de su mano herida -. No esperarб que les digamos a los reclutas lo pequeсos que son en realidad nuestros enemigos, o explicarles que proceden de un planeta de diez g. Tenemos que mantener alta la moral.

 

CINCO

 

Ahora que Ansioso Beager habнa resultado ser un espнa chinger, Bill se sentнa muy solitario. Caliente Brown, que casi nunca hablaba, ahora hablaba aъn menos, lo cual significaba nunca, asн que no habнa nadie con quien Bill pudiera charlar. Caliente era el ъnico otro especialista en fusibles en el compartimiento que hubiera estado en el pelotуn de Bill en el Campo Leуn Trotsky, y todos los demбs hombres estaban muy agrupados y acostumbraban a reunirse y murmurar si alguien se les acercaba. Su ъnica diversiуn era el soldar, y cada vez que no estaban de servicio sacaban los soldadores y soldaban cosas al suelo, y al siguiente descanso las arrancaban de nuevo, lo cual es una forma tan tonta de perder el tiempo como cualquier otra, aunque parecнa divertirles. Asн que Bill estaba algo fuera de sн y trataba de charlar con Ansioso Beager.

- ЎMira los problemas en que me has metido! - gimoteaba.

Beager simplemente sonreнa, sin conmoverse por la queja.

- Al menos cierra tu cabeza cuando te hablo - gruсу Bill, y se la cerrу de un golpe. Pero no servнa de nada. Ansioso ya no podнa hacer otra cosa que sonreнr. Habнa limpiado su ъltima bota. Ahora estaba allн de pie, realmente era muy pesado y ademбs estaba magnetizado al suelo, y los tйcnicos en fusibles colgaban sus camisas sucias y sus soldaduras de йl. Se quedу allн durante tres guardias antes de que alguien pensase que habнa que hacer algo acerca de йl, y finalmente llegу un pelotуn de PM con palancas, lo inclinу, colocбndolo sobre una carretilla, y se lo llevу.

- Hasta la vista - le despidiу Bill, agitando su paсuelo.

Luego volviу a limpiarse las botas. Era un buen compaсero, aunque fuera un espнa chinger.

Caliente no le respondiу, y los soldadores no hablaban con йl, y pasaba la mayor parte de su tiempo evitando al reverendo Tembo. La gran dama de la flota, Fanny Girl, estaba aъn en уrbita mientras se le instalaban los motores. Habнa muy poco que hacer puesto que, a pesar de lo que dijera el primera clase Bilis, todos ellos habнan aprendido las tareas del cuidado de los fusibles en algo menos del aсo previsto, en realidad les llevу algo asн como quizб quince minutos. En su tiempo libre, Bill correteaba por la nave, yendo tan lejos como le permitнan los PM que guardaban las compuertas, y hasta llegу a pensar en volver a ver al capellбn para tener a alguien con quien charlar. Pero, si calculaba mal la hora, se encontrarнa de nuevo con el oficial de lavanderнa, y esto era mбs de lo que podнa soportar. Asн que caminу a travйs de la nave, muy solitario, y mirу por la puerta de un compartimiento y vio una bota sobre una cama.

Bill se detuvo, helado, inmуvil, anonadado, rнgido, horrorizado, desmayado, y tuvo que luchar para controlar su vejiga sъbitamente contraнda.

Conocнa aquella bota. Nunca olvidarнa aquella bota hasta el dнa en que muriese, tal y como nunca podrнa olvidar su nъmero de serie, pudiйndole decir del derecho, del revйs o desde el centro. Cada detalle de aquella terrible bota aparecнa claro en su memoria, desde los cordones similares a serpientes en la repulsiva piel de la parte superior, que se decнa era piel humana, hasta las rugosas suelas de patear manchadas con algo rojo que tan solo podнa ser sangre humana. Aquella bota pertenecнa a Deseomortal Drang.

La bota estaba unida a una pierna y, paralizado por el terror, tan incapaz de controlarse como un pбjaro frente a una serpiente, se hallу inclinбndose mбs y mбs hacia el interior del compartimiento, mientras sus ojos recorrнan la pierna hasta llegar al cinturуn, a la camisa, al cuello, sobre el que se hallaba un rostro que habнa tenido un papel estelar en todas sus pesadillas desde que se habнa alistado. Los labios se movieron...

- їEres tъ, Bill? Entra y siйntate.

Bill entrу tambaleбndose.

- Toma un caramelo - le dijo Deseomortal, y sonriу.

Los reflejos empujaron a los dedos de Bill hasta la caja ofrecida, e hicieron que sus mandнbulas comenzaran a masticar la primera comida sуlida que habнa atravesado sus labios desde hacнa semanas. La saliva surgiу de los polvorientos orificios, y su estуmago iniciу un rugido preliminar, mientras sus pensamientos giraban locamente en cнrculos mientras trataba de imaginarse cual era la expresiуn del rostro de Deseomortal. Los labios curvados en las comisuras, mбs allб de los colmillos, y arruguitas en las mejillas. No habнa forma. No podнa reconocerla.

- He oнdo que Ansioso Beager resultу ser un espнa chinger - dijo Deseomortal, cerrando la caja de caramelos y metiйndola bajo su almohada -. Debнa de haberme dado cuenta de eso antes. Sabнa que habнa algo muy raro en йl, limpiando las botas de sus compaсeros y todas esas tonterнas. Pero pensй que se trataba simplemente de un loco. Debнa de habйrmelo imaginado...

- Deseomortal - dijo roncamente Bill -; no puede ser, lo sй... ЎPero se estб comportando usted como un ser humano!

Deseomortal se riу, no con su risa de un cuchillo desgarrando huesos humanos sino con una casi normal.

Bill tartamudeу:

- Pero si usted es un sбdico, un pervertido, una bestia, un monstruo, una cosa, un asesino...

- Vaya, gracias, Bill. Eres muy amable. Trato de cumplir con mi trabajo lo mejor que sй. Pero soy lo bastante humano como para agradecer unas palabras de alabanza de vez en cuando. El ser un asesino es difнcil de proyectar, pero me alegra que lograse daros esa impresiуn, hasta a unos reclutas tan estъpidos como йrais vosotros.

- Pe... pero... їno es usted realmente un...?

- ЎOjo ahora! - cortу Deseomortal, y habнa en estas palabras lo bastante del antiguo veneno y ruindad como para hacer bajar en seis grados la temperatura del cuerpo de Bill. Entonces Deseomortal sonriу de nuevo -. No puedo echarte la culpa, hijo, porque te comportes de esa manera, ya que eres bastante estъpido y de un planeta atrasado, y por haber sido retardada tu educaciуn por los soldados y todo eso. ЎPero despierta, chico! La educaciуn militar es algo demasiado importante como para arriesgarse a que unos aficionados intervengan en ella. Si hubieras leнdo algunas de las cosas que ponen nuestros libros de estudio, tu sangre se congelarнa. їTe das cuenta de que en los tiempos prehistуricos los sargentos, o como quiera que se les llamase, eran verdaderos sбdicos? Las fuerzas armadas dejaban que esa gente, que realmente no sabнan nada, destruyeran a los reclutas. Dejaban que estos aprendiesen a odiar al ejйrcito antes de aprender a temerlo, lo cual destruye la disciplina. ЎY no hablemos de cуmo se malgastaban! Siempre estaban haciendo que la gente caminase hasta morir por accidente, o ahogaban a un pelotуn, o tonterнas asн. Tan solo esas pйrdidas le harнan llorar a uno.

- їMe permite preguntarle de quй se graduу en la universidad? - preguntу Bill en una voz dйbil y humilde.

- Disciplina Militar, Rotura de la Moral e Interpretaciуn de Personajes. Un curso duro, de cuatro aсos, pero me graduй con una Sigma Cum, lo que no estб mal para un chico que venнa de una familia de trabajadores. He hecho una carrera del ejйrcito, y es por esto por lo que no puedo comprender el porquй esos bastardos desagradecidos me han metido en esta podrida lata - alzу sus gafas de montura de oro para enjuagar una lбgrima que se formaba.

- їEspera gratitud del ejйrcito? - preguntу humildemente Bill.

- No, claro que no, quй tonto he sido. Gracias por traerme de nuevo a la realidad, Bill; llegarбs a ser un buen soldado. Pero lo que espero es una indiferencia criminal de la que pueda tomar ventajas a travйs de los mйtodos bien probados: soborno, redacciуn de уrdenes falsas, mercado negro y demбs cosas usuales. Es simplemente que habнa estado realizando un buen trabajo con vosotros, los desgraciados del Campo Leуn Trotsky, y lo menos que esperaba era que me mantuviesen en ello, lo cual fue bastante estъpido por mi parte. Lo mejor serб que comience a preocuparme de mi traslado ahora mismo - se puso en pie, y guardу los caramelos y las gafas de montura de oro en una taquilla con llave.

Bill, que en los momentos de asombro no lograba ajustarse instantбneamente, estaba aъn agitando la cabeza y golpeбndola de vez en cuando con la palma de la mano.

- Tuvo suerte - dijo - al haber nacido asн, eso le ayuda en su carrera... Me refiero al hecho de que tenga unos colmillos tan bonitos.

- Nada de suerte - dijo Deseomortal, haciendo sonar uno de sus largos colmillos -. Tremendamente caro. їSabes lo que cuestan un par de colmillos mutantes, hechos crecer en una probeta, e injertados quirъrgicamente? ЎEs imposible que lo sepas! Trabajй durante las vacaciones de verano de tres aсos para ganar lo bastante como para comprarme estos; pero te aseguro que valнa la pena. La imagen es lo mбs importante. Estudiй las viejas grabaciones de los destructores de moral prehistуricos, y a su manera, cruda, eran buenos. Naturalmente, eran seleccionados por su tipo fнsico y su bajo нndice de inteligencia, pero sabнan ponerse en su papel. Tenнan cabezas en forma de bala, se afeitaban completamente el crбneo y mostraban sus cicatrices, tenнan mandнbulas gruesas, modales repulsivos, todo. Me imaginй que una pequeсa inversiуn al principio pagarнa buenos dividendos al final. Y crйeme que fue un sacrificio, no verбs muchos colmillos injertados por ahн. Por un montуn de razones. Oh, tal vez sean buenos para comer carne dura, pero їpara quй otra cosa sirven? Espera hasta que beses a tu primera chica... Ahora piйrdete, Bill. Tengo cosas que hacer. Ya nos veremos...

Sus ъltimas palabras se perdieron en la distancia, ya que los bien condicionados reflejos de Bill lo habнan llevado a lo largo del corredor en el mismo instante en que habнa sido despedido. Cuando el terror espontбneo desapareciу, comenzу a caminar con cuidadosos pasos, como un pato que tuviera una articulaciуn rota, pensando que asн se le verнa como un espacionauta veterano. Estaba comenzando a sentirse como un viejo soldado, y momentбneamente se hallaba bajo la falsa creencia de que sabнa mбs acerca del ejйrcito de lo que este sabнa de йl. Esta falsa concepciуn tan patйtica fue instantбneamente disipada por los altavoces del techo, que eructaron y luego lanzaron sus voces nasales a travйs de la nave:

- Atenciуn, уrdenes directas del mismo Viejo, el capitбn Zekial, que tanto habйis estado esperando oнr. Vamos a entrar en acciуn, asн que tendremos que arreglarlo todo a proa y a popa, amarrando todo el equipo suelto.

Un bajo gruсido de dolor, que surgнa de los corazones, resonу en cada compartimiento de la inmensa nave.

 

SEIS

 

Se oнa hablar mucho a radio macuto, y los rumores de las letrinas proliferaban, acerca del primer vuelo de la Fanny Girl. Pero nada de todo ello era cierto. Los rumores eran iniciados por PM infiltrados, y por lo tanto no tenнan valor alguno. Casi la ъnica cosa de que podнan estar seguros era de que quizб fueran a algъn lugar, porque parecнan estarse preparando para ir a algъn lugar. Hasta Tembo admitiу esto mientras ataban los fusiles en el almacйn.

- Aunque quizб - aсadiу - estemos haciendo todo esto para engaсar a posibles espнas y hacerles creer que vamos a algъn lugar cuando en realidad son otras naves las que van allн.

- їDуnde? - preguntу irritablemente Bill, atando su нndice en un nudo y dejando parte de la uсa cuando logrу sacarlo.

- Bueno, a cualquier parte. Eso no importa. - A Tembo no le preocupaba ninguna cosa que no hiciera referencia a su fe -. Pero yo sй a dуnde vas a ir tъ, Bill.

- їA dуnde? - preguntу ansiosamente, ya que era un perenne creyente en toda clase de rumores.

- Directamente al infierno, a menos que seas salvado.

- No empieces de nuevo... - rogу Bill.

- Mira - le dijo tentadoramente Tembo, y proyectу una celestial escena con puertas de oro, nubes y el suave latir de un tam-tam como mъsica de fondo.

- ЎApaga esas tonterнas del cielo! - chillу el primera clase Bilis, y la escena se desvaneciу.

Algo tirу ligeramente del estуmago de Bill, pero йl lo ignorу, creyendo que se trataba simplemente de otro de los sнntomas continuamente sentidos por sus aterrorizadas tripas que, a pesar de que se estaban atrofiando hasta la muerte, aъn no se daban cuenta de que su maravillosa maquinaria triturante y disolvente habнa sido condenada a una dieta lнquida. Pero Tembo dejу de trabajar e inclinу la cabeza hacia un lado, y luego se golpeу experimentalmente el estуmago.

- Nos estamos moviendo - dijo, afirmativo -. Y ademбs vamos a las estrellas. Han conectado los motores interestelares.

- їTe refieres a que estamos atravesando el subespacio, y que pronto experimentaremos el terrible tirуn en cada fibra de nuestro cuerpo?

- No, ya no usan los antiguos motores subespaciales porque, aunque un montуn de naves entraban en el subespacio con un tirуn que descoyuntaba todas las fibras, ninguna de ellas logrу salir jamбs. Leн en la Gaceta del Soldado que un matemбtico habнa dicho que se habнa producido un ligero error en las ecuaciones, y que el tiempo era distinto en el subespacio, pero que era diferente en mбs rбpido en vez de diferente en mбs lento, asн que tal vez pase toda la eternidad antes de que esas naves salgan.

- Entonces, їvamos al hiperespacio?

- Nada de eso.

- їO estamos siendo disueltos en nuestros бtomos componentes y grabados en la memoria de un gigantesco computador que piensa que estamos en otra parte y asн resulta que estamos allн?

- ЎCaramba! - dijo Tembo, mientras sus cejas subнan hasta su cabello -. Para ser un muchacho campesino zoroastriano tienes ideas bastante raras. їHas estado fumando o bebiendo algo que no me hayas contado?

- ЎDнmelo! - rogу Bill -. Si no es nada de eso... їquй es? Tenemos que cruzar el espacio interestelar para luchar con los chingers... їCуmo vamos a hacerlo?

- Es asн - Tembo mirу a su alrededor para asegurarse de que el primera clase Bilis no se hallaba por allн, y luego juntу las manos ahuecadas, formando una esfera -. Imagнnate que mis manos son la nave, flotando en el espacio. Entonces se conecta el Dispositivo Hinchador...

- їEl quй?

- El Dispositivo Hinchador, que se llama asн porque hincha las cosas. їSabes?, todo estб hecho a base de cosas pequeсitas llamadas electrones, protones, neutrones, trontones y cosas asн, que en alguna manera estбn unidas por una especie de energнa ligadora. Pero, si uno debilita la energнa que mantiene a las cosas juntas (me olvidaba decirte que ademбs esas cositas estбn girando todo el rato como si estuvieran locas, aunque quizб ya lo supieras...) bueno, se debilita la energнa y, como estбn corriendo tan deprisa, las cositas comienzan a separarse unas de otras, y cuanto mбs dйbil es la energнa mбs lejos se separan. їMe sigues?

- Creo que sн, aunque no estoy seguro de que me guste lo que cuentas.

- Tranquilo. Ahora... їves mis manos? A medida que la energнa se debilita, la nave se hace mбs grande - separу las manos -, se hace mбs grande, hasta que lo es tanto como un planeta, luego como un sol, y por fin como todo un sistema estelar. El Dispositivo Hinchador nos puede hacer tan grandes como queramos. Entonces se invierte el proceso, nos encogemos hasta nuestro tamaсo real, y allн estamos.

- їDуnde estamos?

- Donde queramos estar - respondiу pacientemente Tembo.

Bill se girу y dio industriosamente abrillantador a un fusible, mientras el primera clase Bilis pasaba, con un brillo de sospecha en sus ojos. Tan pronto como hubo girado una esquina, Bill se inclinу y le silbу a Tembo:

- їCуmo podemos estar en otra parte distinta a donde nos encontrбbamos al empezar? El hacerse mayores y luego mбs pequeсos no lleva a nadie a ningъn sitio.

- Bueno, son bastante astutos con eso del Dispositivo Hinchador. La forma de operar que me han contado es similar a cuando uno toma una goma elбstica cogiйndola de un extremo con cada mano. Uno no mueve la mano izquierda, pero estira la goma tan lejos como puede con la derecha. Cuando uno deja que la goma vuelva a su tamaсo normal, mantiene la mano derecha quieta y suelta la izquierda. їTe das cuenta? No has movido la goma, sino que la has estirado y la has dejado ir, pero se ha movido. Como nuestra nave estб haciendo ahora. Se estб haciendo mayor, pero en una direcciуn. Cuando la proa alcance el lugar a donde estamos yendo, la popa estarб donde estбbamos. Entonces encogemos y, Ўbang!, allн estamos. Y tъ podrнas llegar al cielo con la misma facilidad, hijo mнo, si tan solo...

- ЎPredicando en horas de servicio, Tembo! - aullу el primera clase Bilis desde el otro lado de la plataforma de fusibles, sobre la que estaba mirбndolos con un espejo atado al extremo de un palo -. Te tendrй puliendo bornes de fusible durante un aсo. Ya se te ha advertido antes.

Ataron y pulieron en silencio despuйs de esto, hasta que el pequeсo planeta tan grande como una pelota de tenis atravesу la pared. Un perfecto planetita con diminutas zonas polares, frentes helados, cubierto de nubes, con ocйanos y todo eso.

- їQuй es eso? - exclamу Bill.

- Mala navegaciуn - gruсу Tembo -. Un poco de retroceso. La nave estб yendo algo hacia atrбs en lugar de ir solo en la otra direcciуn. ЎNo, no, no lo toques, a veces puede causar accidentes! Es el planeta que acabamos de dejar, Phigerinadon Il.

- Mi hogar - sollozу Bill, notando como las lбgrimas le corrнan mientras el planeta se empequeсecнa hasta tener el tamaсo de una canica -. Adiуs, mamб - saludу con la mano mientras la canica disminuнa hasta ser una mota y luego se desvanecнa.

Despuйs de eso el viaje pasу sin mбs acontecimientos, particularmente ya que no podнan notar cuando se estaban moviendo, no sabнan cuando se detenнan, y no tenнan ni idea de donde estaban. Aunque estuvieron seguros de que habнan llegado a algъn lugar cuando se les ordenу retirar los atalajes de los fusibles. La tranquilidad durу tres guardias, y entonces sonу generala. Bill corriу con los demбs, contento por primera vez desde que se habнa alistado. Todos los sacrificios, los duros momentos pasados, no serнan en vano. Al fin iba a entrar en acciуn contra los sucios chingers.

Se colocaron en Primer Tiempo frente a las bancadas de fusibles, con los ojos clavados en las rojas banda de los fusibles, que se llamaban bandas de fusible. A travйs de las suelas de sus botas, Bill podнa notar un dйbil y lejano temblor en la cubierta.

- їQuй es eso? - le preguntу a Tembo por la comisura de los labios.

- Los motores, no el Dispositivo Hinchador. Motores atуmicos. Significa que debemos estar maniobrando, haciendo algo.

- їPero quй?

- ЎVigilen las bandas de fusibles! - aullу el primera clase Bilis.

Bill estaba comenzando a sudar, y repentinamente se dio cuenta de que el calor estaba aumentando en forma molesta.

Tembo, sin apartar la vista de los fusibles, se desnudу, plegando cuidadosamente la ropa tras de sн.

- їPodemos hacer eso? - preguntу Bill, desabrochбndose el cuello -. їQuй es lo que pasa?

- Va contra las normas, pero uno tiene que desnudarse o cocerse. Desnъdate, hijo, o morirбs sin haberte salvado. Debemos de estar a punto de entrar en acciуn, ya que han puesto los escudos. Diecisiete escudos de fuerza, un escudo electromagnйtico, un casco blindado doble y una delgada capa de gelatina pseudoviviente que fluye y cierra cualquier abertura. Con todo eso no hay la mбs mнnima pйrdida de energнa desde la nave, ni forma alguna en que librarse de ella. Ni del calor. Con los motores en marcha y todo el mundo sudando, el calor puede llegar a ser bastante fuerte. Sobre todo cuando disparen los caсones.

La temperatura siguiу alta, justo en la frontera de lo tolerable durante horas, mientras contemplaban las bandas de fusibles. En un momento, se oyу un dйbil sonido metбlico que Bill notу mбs que oyу a travйs de sus pies desnudos sobre el caliente metal.

- їY quй fue eso?

- Disparo de torpedos.

- їContra quй?

Tembo se alzу simplemente de hombros como toda respuesta, y no apartу su vigilante mirada de las bandas de los fusibles. Bill se agitу en una mezcla de frustraciуn, aburrimiento, agotamiento por el calor y fatiga durante otra hora, hasta que sonу el fin de la alarma y un hбlito de aire fresco llegу por los ventiladores. Para cuando se hubo revestido de nuevo en su uniforme, Tembo habнa desaparecido, y йl se arrastrу cansinamente hasta su camarote. En el tablero de anuncios del corredor habнa un nuevo anuncio multicopiado, y se inclinу para leer su mensaje.

DE: Capitбn Zekial

A: Todo el personal

ASUNTO: Reciente encuentro

El 23-11-8956 esta nave ha participado en la destrucciуn mediante torpedos atуmicos de la instalaciуn enemiga 17KL-345, y junto con las otras naves de la flotilla llamada Muleta Roja ha cumplido su misiуn, por lo que se autoriza consecuentemente a que el personal de esta nave adhiera un Nъcleo Atуmico al pasador de la Medalla de Unidad de Combate en Servicio Activo, o bien, si esta es su primera misiуn de este tipo, se les autoriza para usar la Medalla de Servicio Activo.

NOTA: Se ha observado a ciertos miembros del personal con sus Nъcleos Atуmicos invertidos, y esto estб mal, y es un crimen merecedor de consejo de guerra, punible con la muerte.

 

SIETE

 

Tras la heroica destrucciуn de 17KL-345, pasaron semanas de entrenamientos y pruebas para restaurar a los cansados veteranos del combate a su habitual condiciуn fнsica. Pero en el transcurso de estos deprimentes meses sonу una llamada por los altavoces, una que Bill jamбs habнa oнdo antes, un sonido metбlico como el de barras de acero golpeadas unas contra otras en el interior de un tambor metбlico lleno de canicas. No significaba nada para йl o para los otros nuevos soldados, pero hizo que Tembo saltase de su litera para iniciar una rбpida Danza de la Maldiciуn Mortal con un raudo acompaсamiento de tam-tam efectuado sobre la tapa de su taquilla.

- їYa te has vuelto loco? - preguntу apagadamente Bill desde donde estaba despatarrado, leyendo un desvencijado ejemplar de un libro de historietas denominado Asombrosas y realmente repugnantes aventuras sexuales (con efectos sonoros incorporados). Un desgarrador aullido estaba surgiendo de la pбgina que contemplaba.

- їNo lo conoces? - preguntу Tembo -. ЎNo lo conoces! Ese es el toque de correo, muchacho, el mбs grato de los sonidos escuchados en el espacio.

El resto de la guardia lo pasaron corriendo y esperando, haciendo cola y todo lo demбs. La entrega del correo se efectuaba con la mбxima ineficiencia posible, pero finalmente, a pesar de todas las barreras, se distribuyу el correo, y Bill recibiу una preciosa postal espacial de su madre. En un lado de la postal se veнa una fotografнa de la refinerнa Estrйpito, S. A., situada justo al lado de su pueblo, y esto solo ya fue bastante como para producirle un nudo en la garganta.

Luego, en el pequeсo cuadrado en el que se permitнa inscribir el mensaje, los patйticos trazos de su madre habнan escrito: «Mala cosecha, adeudados, la robomula tiene las glбndulas sobrecargadas, espero que tъ estйs igual - Cariсos, mamб.» No obstante, era un mensaje de casa, y lo leyу y lo volviу a leer mientras hacнan cola para la comida. Tembo, delante suyo, tambiйn tenнa una postal, llena de бngeles e iglesias, que es lo que uno podнa esperar, y Bill se quedу anonadado cuando vio que Tembo leнa la postal por ъltima vez y luego la sumergнa en su jarra de la comida.

- їPor quй haces eso? - le preguntу asombrado.

- їPara quй otra cosa sirve el correo? - zumbу Tembo, metiendo aъn mбs la postal -. Mira ahora.

Ante la asombrada mirada de Bill, la postal estaba comenzando a hincharse. La superficie blanca se rompiу y se desprendiу en pequeсas motas, mientras el marrуn interior crecнa y crecнa hasta llenar la jarra y hacerse de un par de centнmetros de grueso. Tembo sacу la goteante tablilla y le dio un gran bocado en un extremo.

- Chocolate deshidratado - dijo con la boca llena ЎBueno! Prueba el tuyo.

Antes de que acabase de hablar, Bill ya habнa metido su postal en el lнquido, y estaba contemplando arrobado como crecнa. El mensaje se disolviу, pero en lugar de una masa marrуn la suya era blanca.

- Dulce... o quizб pan - dijo, tratando de no babear.

La masa blanca se estaba hinchando, apretбndose contra los lados de la jarra, saliendo por la parte superior. Bill tomу el extremo y lo alzу con una mano mientras crecнa. Subiу y subiу hasta que hubo absorbido hasta la ъltima gota de lнquido, y Bill tuvo entre sus manos extendidas una hilera de gruesas letras unidas de cerca de dos metros de largo: VOTAD POR HONESTO GEEK EL AMIGO DE LOS SOLDADOS, decнan. Bill se inclinу y le dio un tremendo bocado a la T. Se atraganto y escupiу los hъmedos trozos al suelo.

- Cartуn - dijo huecamente -. Madre siempre compra saldos. Hasta cuando se trata de chocolate deshidratado... - buscу en su jarra algo con lo que sacarse el sabor a periуdico viejo de la boca, pero estaba vacнa.

 

En algъn lugar, muy arriba en el escalafуn del poder, se tomу una decisiуn, se resolviу un problema, y se dio una orden. De las pequeсas cosas nacen las grandes: La cagada de un pajarilla cae sobre la ladera cubierta de nieve de una montaсa, rueda, recoge nieve, se hace mбs y mбs grande, gigante y mбs gigante, hasta que es una atronadora masa de nieve y hielo, una avalancha, una aterradora masa de muerte rodante que arrasa todo un poblado. De pequeсos comienzos... їquiйn sabe quй comienzo tuvo esto? Tal vez los dioses lo sepan, pero se estбn riendo. Tal vez la altiva y emperingotada esposa de algъn Alto Ministro vio una alhaja que deseaba y con astuta y cortante lengua exacerbу al calzonazos de su marido hasta que, para tener algo de paz, le prometiу regalбrsela, y entonces buscу el dinero para comprarla. Tal vez fuera asн como llegase a oнdos del Emperador la insinuaciуn sobre una nueva campaсa en el 77sub7avo sector, tranquilo desde hacнa aсos, pues una victoria allн, o hasta un empate, si es que producнa las suficientes muertes, significarнa una medalla, una recompensa, algo de dinero. Y asн la avaricia de una mujer, como la cagada de un pajarilla, puso en marcha la bola de nieve de la guerra, reuniendo poderosas flotas, nave a nave, como una roca en un estanque que produce ondas hasta que la mбs apartada de las gotas es alcanzada por su movimiento...

- Vamos a entrar en acciуn - dijo Tembo mientras olisqueaba su jarra de comida -. Estбn cargando el rancho con estimulantes, reductores del dolor, salitre y antibiуticos.

- їEs por eso por lo que estбn siempre tocando mъsica patriуtica? - gritу Bill, para poderse hacer oнr entre el constante rugido de los pнfanos y tambores que surgнa de los altavoces. Tembo asintiу.

- Queda poco tiempo para que seas salvado, para que asegures tu lugar en las legiones de Samedi...

- їPor quй no hablas con Caliente Brown? - aullу Bill ЎYa me salen los tam-tams por los oнdos! Cada vez que miro a una pared veo бngeles flotando en nubes. ЎDeja de molestarme! Dedнcate a Caliente... cualquiera que haga lo que йl hace con los thoats probablemente se unirб a tu manada de vudъ en un segundo.

- He hablado con Brown acerca de su alma, pero ese tema aъn estб dudoso. Nunca me contesta, asн que no estoy seguro de si me escucha o no. Pero tъ eres diferente, hijo mнo. Tu demuestras irritaciуn, lo cual indica que sientes dudas. Y la duda es el primer paso hacia la fe...

La mъsica se cortу en medio de un compбs, y durante tres segundos hubo un estallido de silencio que terminу abruptamente.

- Atenciуn. Atenciуn todos... Estйn atentos... En unos momentos conectaremos con la nave almirante para escuchar un informe del almirante... Atentos todos. - la voz fue cortada por el toque de generala, pero siguiу de nuevo cuando hubo terminado el repugnante sonido - Ў...y ahora nos encontramos en el puente de ese gigantesco conquistador de las rutas espaciales, el superacorazado de treinta kilуmetros de largo, poderosamente blindado, mayestбticamente armado, denominado La reina de las hadas...! Los hombres de guardia se estбn haciendo ahora a un lado, y acercбndose a mн en un simple uniforme de platino trenzado llega el Gran Almirante de la Flota, el Muy Honorable Lord Arqueуptero. ЎAdmirable! їPodrнa dedicarnos un momento, Su Excelencia?

- La siguiente voz que oirбn serб...

La siguiente voz fue un estallido de mъsica mientras los tйcnicos en fusibles vigilaban sus bandas de fusible, pero la siguiente voz despuйs de esto tuvo todas las ricas tonalidades adenoidales que siempre se asociaban con los Pares del Imperio.

- Chicos... Ўvamos a entrar en acciуn! Esta, la mбs poderosa flota que jamбs haya visto la galaxia, se estб dirigiendo en lнnea recta hacia el enemigo para dar el golpe devastador que puede decidir esta guerra. En mi tanque de operaciones situado frente a mн veo una mirнada de puntitos de luz, extendiйndose tan lejos como abarca la vista, y cada punto de luz Ўy os digo que son como agujeros en una manta!, no es una nave, ni un escuadrуn... Ўsino una flota entera! Estamos barriйndolo todo, acercбndonos...

El sonido de un tam-tam llenу el aire, y en la banda del fusible que Bill estaba vigilando aparecieron un par de puertas doradas abriйndose.

- ЎTembo! - chillу -. ЎїQuieres apagar eso?! ЎQuiero oнr lo de la batalla!

- Memeces grabadas - sorbiу Tembo -. Mejor serб que gastes los pocos momentos de tu vida que quizб te queden en buscar la salvaciуn. Esto que oyes no es ningъn almirante, sino una grabaciуn. Ya la he oнdo cinco veces antes; y tan solo la ponen para dar moral antes de lo que estбn seguros que va a ser una batalla con elevadas pйrdidas. Esto nunca fue un almirante, sino que lo sacaron de un viejo programa de televisiуn...

- ЎYuppiii! - aullу Bill, saltando hacia adelante. El fusible que estaba contemplando se habнa cuarteado con una brillante descarga en los bornes, y en el mismo instante la banda del fusible se habнa quemado y pasado del rojo al negro -. ЎUggg! - gruсу, y luego, ЎUggg!, ЎUggg!, ЎUggg! - en rбpida sucesiуn, quemбndose las palmas con el fusible aъn caliente, dejбndolo caer sobre su pie, y finalmente logrando meterlo por el conducto de fusibles. Cuando se dio la vuelta, Tembo ya habнa colocado un fusible nuevo en los bornes vacнos.

- Ese era mi fusible... No tenнas que haber... - habнa lбgrimas en sus ojos.

- Lo siento. Pero segъn las reglas tengo que ayudar si estoy libre.

- Bueno, al menos hemos entrado en acciуn - dijo Bill, de vuelta a su posiciуn, y tratando de darse masajes a su dolido pie.

- No, aъn no, aъn hace demasiado frнo. Eso fue tan solo una averнa en los fusibles, uno puede distinguirlo por la descarga en los bornes. Ocurre a veces cuando los fusibles son viejos.

- ...armadas masivas tripuladas por heroicos soldados...

- Podrнamos haber estado en combate - bufу Bill.

- ...el atronar de las descargas atуmicas y las brillantes estelas de los torpedos al ataque...

- Creo que ya estamos ahora. Parece que hace mбs calor, їno, Bill? Mejor serб que nos desnudemos; si realmente hay una batalla, quizб luego no nos sea posible.

- ЎVamos, vamos, en pelotas! - aullу el primera clase Bilis, saltando como una gacela por entre las hileras de fusibles, vestido tan solo con un par de sucios calcetines y con sus galones y la insignia de su especialidad tatuados. Se oyу un sъbito chisporroteo en el aire, y Bill notу como los muсones de su rapado cabello se le ponнan de punta.

- їQuй es eso? - gimoteу.

- Una descarga secundaria de la bancada de fusibles - seсalу Tembo -. Lo que sucede es secreto, pero he oнdo decir que significa que uno de los escudos defensivos estб siendo atacado con radiaciones, y que al irse sobrecargando sube a lo largo del espectro hasta el verde, hasta el azul, hasta el ultravioleta, para pasar finalmente al negro y desmoronarse el escudo.

- Eso suena bastante raro.

- Ya te he dicho que es tan solo un rumor. Todo eso es secreto...

- ЎЎYa estб!!

Un tremendo bang hendiу el hъmedo aire de la sala de fusibles, y una bancada de estos se arqueу, humeу y se ennegreciу. Uno de ellos se partiу en dos, desparramando en todas direcciones pequeсos fragmentos como metralla. Los especialistas en fusibles saltaron, aferraron los fusibles, deslizaron repuestos con manos sudorosas, apenas si viйndose por entre las nauseabundas humaredas. Los fusibles fueron conectados, y hubo un momento de silencio, interrumpido tan solo por el dolorido sonar de una pantalla de comunicaciones.

- ЎHijo de padre! - murmurу el primera clase Bilis, dбndole una patada a un fusible que se interponнa en su camino y zambullйndose hacia la pantalla. Su chaqueta de uniforme colgaba de un gancho junto a esta, y se la colocу antes de darle un puсetazo al botуn de encendido. Acabу de abrocharse el ъltimo botуn justamente cuando se iluminу la pantalla. Bilis saludу, asн que debнa hallarse frente a un oficial. La pantalla estaba de lado, de modo que Bill no podнa asegurarlo, y la voz tenнa el tartamudeante gimoteo de los sinbarbilla-y-con-muchos-dientes que estaba comenzando a asociar con la oficialidad.

- Ha tardado en contestar, primera clase Bilis... їQuizб el segunda clase Bilis podrнa contestar mбs rбpido?

- Tenga piedad, seсor... Soy un hombre viejo - cayу al suelo de rodillas, en una actitud de sъplica que lo hizo desaparecer de la pantalla.

- ЎPуngase en pie, idiota! їHan reparado los fusibles despuйs de la ъltima sobrecarga?

- Reemplazamos, seсor, no reparamos...

- ЎNada de tecnicismos, so cerdo! ЎUna respuesta clara!

- Todo estб en orden, seсor. Operando en el verde. No hay quejas de nadie, su excelencia.

- їPor quй no va usted de uniforme?

- Estoy de uniforme, seсor - gimoteу Bilis, acercбndose mбs a la pantalla para que no se pudieran ver sus desnudas caderas ni sus temblorosas piernas.

- ЎNo me mienta! Hay sudor en su frente. No se le permite sudar de uniforme. їMe ve sudar a mн? Y yo ademбs llevo puesta una gorra... en su бngulo correcto. Me olvidarй de ello, por esta vez, porque tengo un corazуn de oro. Puede retirarse.

- ЎSucio cabrуn! - maldijo Bilis con toda la fuerza de sus pulmones, arrancбndose la chaqueta de su envarado cuerpo. La temperatura sobrepasaba los cincuenta grados, y seguнa subiendo -. ЎSudor! Tienen aire acondicionado en el puente... їY dуnde os creйis que va a parar su calor? ЎAquн! ЎЎayyyyyyl!

Dos bancadas completas de fusibles estallaron simultбneamente y tres de estos explotaron como bombas. Al mismo tiempo, el suelo se agitу lo bastante bajo sus pies como para notarlo.

- ЎProblemas gordos! - chillу Tembo -. Cualquier cosa que sea lo bastante fuerte como para hacerse notar a travйs del campo estбtico debe ser lo bastante potente como para aplastar la nave como si fuera una galleta. ЎAhн hay mбs! - saltу a la bancada y pateу un fusible quemado, metiendo otro nuevo.

Era un infierno. Los fusibles estaban estallando como bombas, enviando silbantes partнculas de mortнfera cerбmica a travйs del aire. Se oyу el restallido de un rayo cuando una plancha cortocircuito con el suelo metбlico, y un horrible aullido, por suerte de corta duraciуn, sonу mientras la descarga atravesaba el cuerpo de un tйcnico en fusibles. Un humo grasiento hervнa y colgaba en cortinas que casi hacнan imposible el ver. Bill raspу los restos de un fusible roto de los oscurecidos bornes, saltу hacia el depуsito de repuestos, tomу el fusible de treinta y cinco kilos de peso en sus doloridos brazos, y acababa de girarse hacia las bancadas cuando estallу el universo...

Todos los fusibles que quedaban parecieron haber cortocircuitado al mismo tiempo, y el chirriante restallido de la electricidad atravesу toda la habitaciуn. En su cegadora luz, y en un ъnico momento eterno, Bill vio como la llama atravesaba las hileras de tйcnicos en fusibles, desparramбndolos e incinerбndolos como partнculas de polvo caнdas en las llamas. Tembo se derrumbу y se arrugу, una masa de carne asada; un trozo de plancha al rojo abriу al primera clase Bilis de arriba abajo en una ъnica y horrible herida.

- ЎMira quй grieta tiene Bilis! - gritу Caliente, y luego chillу cuando una bola de electricidad rodу sobre йl y lo convirtiу en un humeante amasijo en una fracciуn de segundo.

Por casualidad, por simple accidente, Bill mantenнa la sуlida masa del fusible frente a йl cuando le golpeу la llama. Esta lamiу su brazo izquierdo, que estaba en la parte exterior del fusible, y lanzу su llameante peso contra el grueso cilindro. La fuerza golpeу a Bill, lo derribу hacia atrбs, contra las hileras de fusibles de reserva, y lo hizo rodar por el suelo mientras la destructora llamarada chisporroteaba a unos centнmetros de su cabeza. Muriу, tan repentinamente como habнa nacido, dejando tras ella ъnicamente humo, calor, el acre olor de la carne asada, la destrucciуn, y la muerte, muerte, muerte. Bill se arrastrу dolorido hasta la compuerta, sin que nada mбs se moviera en toda la quemada y retorcida longitud de la sala de fusibles.

El compartimiento de abajo parecнa igual de caliente, y el aire tan desprovisto de alimento para los pulmones como el que acababa de abandonar. Siguiу arrastrбndose, apenas consciente del hecho de que se deslizaba sobre dos rodillas llagadas y una mano ensangrentada. Su otro brazo simplemente colgaba y se arrastraba, un trozo retorcido y quemado de escoria, y tan solo la bendiciуn de un profundo shock le evitaba el estar aullando por un dolor insoportable.

Siguiу arrastrбndose, sobre el umbral de una puerta, a lo largo de un pasadizo. El aire era aquн mбs limpio y mucho mбs frнo: se sentу e inhalу su bendita frescura. El compartimiento le era familiar, y sin embargo no conocido. Parpadeу, tratando de comprender el porquй. Largo y estrecho, con una pared curvada de la que surgнan las partes traseras de inmensos caсones. Claro, se trataba de la baterнa principal, los caсones que el espнa chinger Ansioso Beager habнa fotografiado. Aunque ahora era diferente, con el techo mбs cercano al suelo, hundido y abollado, como si un gigantesco martillo lo hubiera golpeado desde el exterior. Habнa un hombre derrumbado en el asiento del artillero del arma mбs cercana.

- їQuй pasa? - preguntу Bill, arrastrбndose hacia el hombre y asiйndolo por el hombro. Sorprendentemente, el artillero tan solo pesaba algunos gramos, y cayу del asiento ligero como una pluma, y con un rostro de pergamino viejo, tal y como si no le quedase una gota de lнquido en su cuerpo.

- Rayo deshidratante - gruсу Bill -. Creн que tan solo existнa en la televisiуn.

El asiento del artillero estaba acolchado, y parecнa muy confortable, mucho mбs que el deformado suelo de acero; Bill se dejу caer en la reciйn abandonada posiciуn y mirу con ojos que no veнan a la pantalla situada frente a йl. Pequeсos puntos mуviles de luz.

En grandes letras, encima mismo de la pantalla, se leнa:

LAS LUCES VERDES SON NUESTRAS NAVES, LAS LUCES ROJAS EL ENEMIGO. EL OLVIDAR ESTO ES UN CRIMEN QUE MERECERБ UNA CORTE MARCIAL.

- No lo olvidarй - murmurу Bill, mientras comenzaba a resbalar de la silla. Para detenerse, se agarrу a una enorme palanca que se alzaba frente a йl, y cuando lo hizo un cнrculo de luz con una x en su interior se moviу en la pantalla. Era muy interesante. Puso el cнrculo alrededor de una de las luces verdes, y entonces recordу algo acerca de una corte marcial. Se riу un poco y lo moviу hasta una luz roja, con la x justo encima de la luz. Habнa un botуn rojo en la parte superior de la palanca, y lo apretу porque parecнa del tipo de los botones hechos para ser apretados. El caсуn junto a йl hizo uuffle... en una forma muy tranquila, y la luz roja desapareciу. No muy interesado, soltу la palanca.

- ЎOh, eres un luchador nato! - dijo una voz, y con algъn esfuerzo Bill girу su cabeza. Habнa un hombre con restos de galones dorados. Se adelantу -. Lo vi - exhalу -. No lo olvidarй nunca mientras viva. ЎEres un luchador nato! ЎQuй estуmago! ЎSin miedo! ЎAdelante contra el enemigo, sin cuartel, no abandonйis la nave...!

- їQuй idioteces estб diciendo? - preguntу pastosamente Bill.

- ЎUn hйroe! - dijo el oficial, dando palmadas en la espalda de Bill, lo cual le produjo un agudo dolor, y fue la ъltima gota para su mente consciente, que abandonу las riendas del mando y se retirу a descansar. Bill se desmayу.

 

OCHO

 

- Y ahora serбs un soldadito bueno y te beberбs tu comida...

Las cбlidas notas de la voz se insinuaron en un sueсo especialmente repugnante que Bill se complaciу en abandonar y, con un tremendo esfuerzo, logrу forzar sus ojos a que se abriesen. Un rбpido parpadeo los puso en foco, y vio ante йl una jarra sobre una bandeja sostenida por una blanca mano unida a un blanco brazo que estaba conectado a un blanco uniforme relleno de pechos femeninos. Con un gutural gruсido animal, Bill apartу de un manotazo la bandeja y se lanzу sobre el traje. No logrу alcanzarlo porque su brazo izquierdo estaba vendado en algo y colgaba de cables, asн que girу alrededor de su cama como un escarabajo pinchado, lanzando gritos inarticulados. La enfermera chillу y escapу.

- Me alegra ver que se siente mejor - dijo el doctor arrojбndolo contra la cama con un bien entrenado gesto e inmovilizando el aъn ansioso brazo de Bill con un limpio golpe de judo -. Le servirй algo mбs de cena y se la beberб ahora mismo, y entonces dejaremos que entren sus compaсeros para el descubrimiento. Estбn todos esperando afuera.

El dolor ya abandonaba su brazo, y pudo rodear con sus dedos la jarra. Dio un sorbo.

- їQuй compaсeros? їQuй descubrimiento? їQuй pasa aquн? - preguntу suspicaz.

Entonces se abriу la puerta y entraron los soldados. Bill contemplу sus rostros, buscando compaсeros, pero todo lo que vio fueron ex-soldadores y extraсos. Entonces recordу.

- ЎCaliente Brown asado! - aullу -. ЎTembo achicharrado! ЎEl primera clase Bilis destripado! ЎEstбn todos muertos! - se ocultу bajo las sбbanas y gimiу terriblemente.

- Esa no es la forma de comportarse de un hйroe - le dijo el doctor, arrastrбndolo hasta la almohada y arreglando las sбbanas bajo sus brazos -. Eres un hйroe, soldado, un hombre cuyo valor, ingenio, integridad, estricto cumplimiento de su deber, espнritu de lucha y mortнfera punterнa salvу la nave. Todos los escudos estaban inutilizados, la sala de mбquinas destruida, los artilleros muertos, el control perdido, y el acorazado enemigo se acercaba para acabarnos cuando tъ apareciste como un бngel vengador, herido y casi muerto, y con tu ъltimo esfuerzo consciente disparaste el caсonazo que escuchу toda la flota, el solitario disparo que destruyу al enemigo y salvу a nuestra nave, la vieja gran dama de la flota Fanny Girl - le pasу una hoja de papel a Bill -. Naturalmente, estoy leyйndose el informe oficial. Por mi parte, creo que fue pura suerte.

- Me tiene celos - gruсу Bill, ya enamorado de su nueva imagen.

- ЎNo se haga el freudiano conmigo! - aullу el doctor; y luego lloriqueo, desconsolado -: Siempre quise ser un hйroe, pero lo ъnico que hago es cuidar a los hйroes. Voy a sacarte esas vendas.

Descolgу los cables que mantenнa en alto el brazo de Bill, y comenzу a desenrollar las vendas, mientras los soldados se apelotonaban para contemplar.

- їCуmo estб mi brazo, doctor? - Bill se sintiу repentinamente preocupado.

- Asado como un filete. Tuve que amputarlo.

- Entonces, їquй es eso? - ululу Bill, horrorizado.

- Otro brazo que te injertй. Habнa muchos sueltos despuйs de la batalla. La nave tuvo un cuarenta y dos por ciento de bajas, y realmente me pude dedicar a cortar, picar y coser. Te lo aseguro.

Cayу el ъltimo vendaje, y los soldados dijeron ah con satisfacciуn.

- Vaya, es un brazo magnнfico.

- Prueba a hacer algo.

- Y tiene un cosido estupendo cerca del hombro: ЎFijбos que bien le han quedado los puntos!

- Y ademбs tiene buenos mъsculos, y es largo, no como la mierda que lleva al otro lado.

- Mбs largo y mбs oscuro... Ўtiene un maravilloso color!

- ЎEs el brazo de Tembo! - bramу Bill -. ЎSбquenmelo! - se arrastrу por la cama, pero el brazo lo siguiу. Lo aplastaron de nuevo contra las almohadas.

- Eres un tipo de suerte, Bill, al tener un buen brazo como este. Y ademбs es el brazo de un amigo.

- Sabemos que le hubiera gustado que tъ lo heredases.

- Siempre tendrбs algo que te lo recuerde.

Realmente, no era un mal brazo. Bill lo doblу y flexionу los dedos de la mano, mirбndolo aъn con sospecha. Se lo notaba bien. Lo extendiу y agarrу el brazo de un soldado, apretando. Podнa notar como los huesos del hombre se comprimнan, mientras este chillaba y se estremecнa. Entonces Bill mirу con mбs detenimiento la mano, y comenzу a escupir blasfemias contra el doctor.

- ЎEstъpido cortahuesos! ЎDoctor de thoat! Menudo trabajo ha hecho... Ўeste es un brazo derecho!

- Asн que es un brazo derecho... їy quй?

- Pero usted cortу mi brazo izquierdo. Ahora tengo dos brazos derechos...

- Escuche, habнa un dйficit de brazos izquierdos. No soy ningъn milagrero. Lo hago lo mejor que sй, y solo tengo quejas. Puede estar contento de que no le injertara una pierna - Sonriу diabуlicamente -, y puede aъn estar mбs contento de que no le injertase...

- Es un buen brazo, Bill - dijo el soldado al que le habнa aplastado el brazo, mientras se lo friccionaba -. Y ademбs tienes suerte: ahora podrбs saludar con ambos brazos, y nadie mбs puede hacerlo.

- Tienes razуn - dijo humildemente Bill -. No habнa pensado en ello. Realmente, soy un hombre afortunado - intentу un saludo con su brazo izquierdo-derecho, y el codo se doblу perfectamente sobre su pecho, y las yemas de los dedos se agitaron sobre su ceja. Todos los soldados se pusieron firmes y devolvieron el saludo. La puerta se abriу de un empujуn y un oficial metiу la cabeza por ella.

- Descansen, muchachos, esto es tan solo una visita informal del Viejo.

- ЎEl Capitбn Zekial viene aquн!

- Nunca he visto al Viejo... - los soldados piaban como pajarillos, y estaban tan nerviosos como vнrgenes en una ceremonia de desfloraciуn. Otros tres oficiales atravesaron la puerta, y finalmente entrу un enfermero que llevaba de la mano a un retardado mental de diez aсos de edad con un chupete y uniforme de capitбn.

- Ehhh... hola, chicos... - dijo el capitбn.

- El capitбn desea saludamos a todos - dijo eficientemente un primer teniente.

- їE-e-te e-de la-ama?

- Y especialmente desea dar su enhorabuena personal al hйroe del momento.

- ...ha-нa a-go mб-pe-o lo-e olvi-ado...

- Y adicionalmente desea informar al valiente luchador que salvу nuestra nave que estб siendo promocionado hasta el grado de tйcnico en fusibles de primera clase, cuya antedicha promociуn incluye un realistamiento automбtico por siete aсos, que le serбn aсadidos a los de su alistamiento original; y que cuando sea dado de alta del hospital irб con el primer medio de transporte disponible hasta el Planeta Imperial de Helior, para recibir allн la recompensa a su heroicidad en forma del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, de la propia mano del Emperador.

- ...ero ir a mear...

- Pero ahora las exigencias de su mando lo obligan a regresar al puente, y quiere daros a todos una afectuosa despedida.

- їNo es el Viejo algo joven para su grado? - preguntу Bill.

- No mбs que muchos otros - el doctor rebuscу entre sus agujas hipodйrmicas, buscando alguna lo bastante despuntada como para dar una inyecciуn -. Tienes que recordar que todos los capitanes tienen que pertenecer a la nobleza, y aъn una nobleza tan numerosa como la nuestra estб muy solicitada para todas las tareas de un imperio galбctico. Tomamos lo que podemos - encontrу una aguja torcida y la colocу en la jeringuilla.

- De acuerdo, es joven, pero їno es tambiйn algo estъpido para su puesto?

- Cuidado con eso, muchacho, que es lesa majestad. Si tienes un imperio de un par de millares de aсos de antigьedad, y una nobleza que va apareбndose consigo misma, tendrбs todos los genes defectuosos y recesivos apareciendo, y acabarбs con un grupo de gentes que serбn algo mбs exуticos que lo que pueda ofrecer un manicomio normal. No hay nada malo en el Viejo que un nuevo cociente de inteligencia no pudiera curar. Deberнas de haber visto al capitбn de la ъltima nave en que servн... - se estremeciу, y clavу maliciosamente la aguja en la carne de Bill. Este aullу y luego, dolorido, contemplу como la sangre surgнa del orificio abierto por la hipodйrmica al ser retirada esta.

Se cerrу la puerta, y Bill se quedу solo, contemplando la desnuda pared y su futuro. Era un especialista en fusibles de primera clase, y esto era bueno. Pero el alistamiento obligatorio por siete aсos mбs ya no era tan bueno. Su buen бnimo decayу. Deseу poder hablar con alguno de sus viejos compaсeros, y entonces recordу que todos estaban muertos, y su бnimo decayу aъn mбs. Tratу de animarse a sн mismo, pero no pudo pensar en nada que lo alegrase hasta que descubriу que podнa estrecharse a sн mismo la mano. Esto le hizo sentirse algo mejor.

Se arrellanу en las almohadas y se estrechу la mano hasta que se quedу dormido.

 

 

LIBRO SEGUNDO - UN BAСO EN EL REACTOR DE PISCINA

 

UNO

 

Ante ellos, el frente del cilнndrico transbordador era una ъnica y gigantesca ventana, un grueso escudo de cristal blindado repleto ahora por las ensortijadas volutas de nubes a travйs de las que caнan. Bill se recostу confortablemente en la silla de desaceleraciуn, contemplando la escena con ansiedad. En la gruesa nave habнa asientos para veinte personas, pero solo estaban ocupados tres, incluyendo el de Bill. Sentado junto a йl, y trataba de no mirarlo demasiado, habнa un artillero de primera clase que parecнa haber sido disparado por uno de sus caсones. Su rostro era casi todo de plбstico, y contenнa un ъnico y sanguinolento ojo. Era un cesto ambulante, ya que sus cuatro amputados miembros habнan sido reemplazados por brillantes artilugios, repletos de resplandecientes pistones, controles electrуnicos y bobinas. Su insignia de artillero estaba soldada al chasis metбlico que hacнa las veces de su antebrazo. El tercer hombre, una bestia de sargento de infanterнa, se habнa quedado dormido en el mismo momento en que habнan subido a bordo tras llegar del transporte interestelar.

- ЎPor mil ranchos podridos! ЎMira eso! - se asombrу Bill, cuando la nave atravesу las nubes y allн, extendiйndose ante ellos, vio la brillante esfera dorada de Helior, el Planeta Imperial, la capital de diez mil soles.

- ЎQuй albedo! - gruсу el artillero, desde algъn punto del interior de su rostro de plбstico -. Hace daсo a la vista.

- ЎNaturalmente! Es oro sуlido... їTe imaginas un planeta recubierto de oro sуlido?

- No, no puedo imaginбrmelo. Ni tampoco me lo creo. Costarнa demasiado. Pero me puedo imaginar uno recubierto de aluminio anodizado. Como este.

Mirбndolo mejor, Bill se pudo dar cuenta de que realmente no brillaba como oro, y comenzу a sentirse de nuevo deprimido. ЎNo! Se obligу a mirar de nuevo. ЎUno podнa arrancar el oro, pero no podнa arrancar la gloria! Helior seguнa siendo el Mundo Imperial, el ojo que nunca dormнa y lo veнa todo colocado en el corazуn de la galaxia. Todo lo que pasaba en cualquier planeta, en cualquier nave del espacio, llegaba hasta aquн, era codificado, archivado, clasificado, anotado, juzgado, perdido, encontrado, y resuelto. Desde Helior llegaban las уrdenes que gobernaban los mundos del hombre, que mantenнan lejos la noche del dominio alienнgena. Helior, un mundo transformado por el hombre, cuyos mares, montaсas y continentes habнan sido recubiertos por una coraza de metal, de varios kilуmetros de espesor, piso tras piso de niveles con una poblaciуn global dedicada a un ъnico ideal: gobernar. El brillante nivel superior estaba moteado de espacionaves de todo tamaсo, mientras el oscuro cielo parpadeaba con otras que llegaban y partнan. La escena se aproximу mбs y mбs, y luego hubo un repentino estallido de luz y la ventana se oscureciу.

- ЎNos hemos estrellado! - jadeу Bill -. ЎYa podemos darnos por muertos...!

- Cierra el buzуn. Eso ha sido simplemente que se ha roto la pelнcula. Como no va ningъn oficial en este viaje, no se preocuparбn de arreglarla.

- їPelнcula?

- їQuй otra cosa te esperabas? їEstбs tan mochales que te creнas que iban a construir transbordadores con grandes ventanales en la proa, justo donde se produce la mбxima fricciуn en la reentrada, para que el calor hiciese bonitos agujeros? Una pelнcula. Igual es de noche ahora.

El piloto los hizo purй con quince g cuando aterrizaron. (El tambiйn sabнa que no llevaba oficiales en este viaje) y mientras estaban haciendo chasquear sus vйrtebras de nuevo a sus posiciones y tratando de introducir sus ojos otra vez en su уrbitas para tratar de ver algo, se abriу la compuerta. No solo era de noche, sino que ademбs llovнa. Un Descargador de Pasajeros de Segunda Clase introdujo adentro su cabeza y los barriу con una sonrisa profesionalmente amistosa.

- Bienvenidos a Helios, Planeta Imperial de las mil delicias... - su rostro cambiу a su habitual mueca de repugnancia -. їNo hay ningъn oficial con vosotros, desgraciados? Vamos, fuera de ahн, salid a escape, tenemos trabajo que hacer.

Lo ignoraron mientras pasaba a su lado y se dirigнa a despertar al sargento de infanterнa, que aъn roncaba como una hйlice rota, sin que su sueсo hubiera sido perturbado por una nimiedad tal como quince g. El ronquido cambiу a un oscuro gruсido, cortado por el agudo chillido del Descargador de Pasajeros de Segunda Clase cuando recibiу una patada en los testнculos. Aъn murmurando, el sargento se uniу a ellos mientras abandonaba la nave, y ayudу a mantener firmes las entrechocantes piernas metбlicas del artillero en la resbaladiza y hъmeda rampa metбlica de descenso. Contemplaron con pйtrea resignaciуn como sus macutos eran lanzados desde el compartimiento de equipajes a un profundo charco de agua. Y como un ъltimo y dйbil intento de venganza, el Descargador de Pasajeros de Segunda Clase desconectу el campo repulsor que habнa estado protegiйndolos de la lluvia, e inmediatamente se quedaron calados y congelados por el gйlido viento. Se echaron los macutos al hombro, exceptuando el artillero, que arrastraba el suyo sobre pequeсas ruedecitas, y comenzaron a caminar hacia las luces mбs cercanas, situadas al menos a un par de kilуmetros de distancia y apenas visibles entre la cortina de agua. A mitad de camino, el artillero se quedу rнgido cuando se cortocircuitaron sus relйs, asн que le colocaron las ruedecillas bajo los pies, cargaron los macutos sobre sus piernas, y les sirviу como una estupenda carretilla el resto del camino.

- Soy una estupenda carretilla - se quejу el artillero.

- No te quejes - le dijo el sargento -. Al menos ya tienes un trabajo civil.

Dio una patada a la puerta para abrirla, y caminaron y rodaron al deseado calor de la oficina de operaciones.

- їTienen una lata de disolvente? - le preguntу Bill al hombre situado tras el mostrador.

- їTienen уrdenes de viaje? - les preguntу el hombre, ignorando sus palabras.

- Tengo una lata en mi macuto - dijo el artillero, abriйndolo y trasteando en su interior.

Entregaron sus уrdenes, la del artillero estaba abotonada en el bolsillo del pecho, y el oficinista las metiу por la rendija de una gigantesca mбquina situada tras йl. La mбquina zumbу y encendiу las luces, y Bill goteу disolvente en todas las conexiones elйctricas del artillero hasta que logrу sacar el agua. Sonу una bocina, las уrdenes fueron regurgitadas, y por otro orificio comenzу a salir una cinta grabada. El oficinista la arrancу y la leyу rбpidamente.

- Estбn en problemas - dijo con sбdica alegrнa -. Se supone que los tres van a recibir el Dardo Pъrpura en una ceremonia con el Emperador, que van a filmar dentro de tres horas. No lograrбn llegar a tiempo.

- Eso no es de su cochina incumbencia - graznу el sargento -. Acabamos de salir de la nave. їAdуnde vamos?

- Бrea 1457-D, Nivel K-9, Bloque 823-7, Corredor 492, Cбmara 34, Habitaciуn 62. Pidan por el productor Ratt.

- їY cуmo vamos hasta allн? - preguntу Bill.

- No me lo pregunten, yo tan solo trabajo aquн - tirу tres gruesos volъmenes sobre el mostrador, cada uno de ellos de unos treinta centнmetros cuadrados y casi del mismo grosor, con una cadena soldada al lomo -. Busquen su propio camino, aquн tienen su plano. Pero tendrбn que firmarme un recibo. El perderlo es una ofensa merecedora de corte marcial y castigada con...

El oficinista se dio repentinamente cuenta de que estaba solo en la habitaciуn con los tres veteranos, y mientras se ponнa mortalmente pбlido extendiу la mano hacia un botуn rojo. Pero antes de que su dedo pudiera tocarlo, el brazo metбlico del artillero, escupiendo chispas y humeando, lo clavу contra el mostrador. El sargento se inclinу hasta que su rostro estuvo a un centнmetro del oficinista, y luego hablу con una voz baja y frнa que rizaba la sangre.

- Nunca encontraremos nuestro propio camino. Usted lo encontrarб por nosotros. Nos proveerб de un Guнa.

- Los Guнas son tan solo para los oficiales - protestу dйbilmente el oficinista, y luego exhalу todo el aire de sus pulmones cuando un dedo duro como el acero se le clavу en el estуmago.

- Trбtenos como a oficiales - espetу el sargento -. No nos molesta.

Castaсeбndole los dientes, el oficinista ordenу un Guнa, y se abriу una pequeсa puertecilla metбlica en la pared mбs lejana. El Guнa tenнa un cuerpo metбlico tubular que corrнa sobre seis ruedas neumбticas, con una cabeza construida para que pareciese un perro de caza y una vibrante cola metбlica.

- Chucho, aquн - ordenу el sargento, y el Guнa corriу hacia йl y sacу una lengua de plбstico roja y con un dйbil chirrido de engranajes comenzу a emitir el sonido de un jadeo metбlico. El sargento tomу el trozo de cinta grabada y rбpidamente marcу el cуdigo 1457-D K-9 823-7 492 Flm-34 62 en los botones que decoraban la cabeza del Guнa. Se oyeron dos alegres ladridos, desapareciу la lengua roja, vibrу la cola, y el Guнa rodу por el corredor. Los veteranos lo siguieron

Les llevу una hora, por tobogбn, escalera mecбnica, as. censor, neumocar, mula, monorraнl, acera rodante y barra deslizante, el alcanzar la habitaciуn 62. Mientras estaban sentados en el tobogбn, habнan asegurado las cadenas de sus planos a sus cinturones, pues hasta Bill empezaba a darse cuenta del valor de una guнa en esta ciudad del tamaсo de un mundo. En la puerta de la habitaciуn 62, el Guнa aullу tres veces, y luego rodу alejбndose antes de que pudieran atraparlo.

- Debнamos habernos dado mejor maсa - dijo el sargento -. Esas cosas valen su peso en diamantes.

Abriу una puerta, para descubrir a un tipo obeso sentado frente a un escritorio y gritбndole a un visiofono:

- ЎNo me importa un pimiento cual sea su excusa, tengo excusas a millares! Todo lo que sй es que tengo un programa y las cбmaras estбn dispuestas a rodar, y їdуnde estбn los actores? Se lo pregunto, їy quй es lo que me contesta? - los mirу, y comenzу a chillar -: ЎFuera! ЎFuera! ЎїNo pueden ver que estoy ocupado?!

El sargento se adelantу y lanzу el visiofono contra el suelo, y luego lo pateу hasta reducirlo a humeantes restos.

- Tienes una forma muy directa de conseguir que te atiendan - le dijo Bill.

- Dos aсos de combate le hacen a uno ser muy directo en todo - dijo el sargento, rechinando los dientes en una forma molesta y ruidosa. Luego -: Aquн estamos, Ratt. їQuй es lo que hacemos?

El productor Ratt se hizo camino a puntapiйs por entre los restos, y abriу una puerta situada tras el escritorio.

- ЎA sus puestos! ЎLuces! - gritу.

 Y hubo un inmenso correteo y una repentina luz deslumbrante. Los veteranos que iban a ser honrados lo siguieron a travйs de la puerta hasta un inmenso estudio que resonaba con un caos organizado. Cбmaras sobre plataformas motorizadas rodaban alrededor del platу, en el que decorados y utilerнa simulaban el extremo de una sala real del trono. Las ventanas de celosнas brillaban por una imaginaria luz solar, y un rayo de sol dorado de un reflector iluminaba el trono. Guiados por las instrucciones gritadas del director, una manada de nobles y de funcionarios de alto rango tomaron posiciones frente al trono.

- ЎLos ha llamado desgraciados! - se atraganto Bill. - ЎLo fusilarбn!

- Mira que eres estъpido. Esos son actores. їCrees acaso que pueden conseguir nobles para algo como eso? - dijo el artillero, desenrollando un cable de su pierna derecha y enchufбndolo para recargar sus baterнas.

- Tan solo tenemos tiempo para ensayar esto una vez antes de que llegue el Emperador, asн que nada de errores. - El director Ratt subiу los peldaсos y se arrellanу en el trono - Harй el papel del Emp. Vosotros, los principales, tenйis los papeles mбs fбciles, y no quiero que la pifiйis. No tenemos tiempo para repeticiones. Os pondrйis ahн, en lнnea, y cuando diga «se rueda» os ponйis firmes, como os han enseсado, a menos que los contribuyentes hayan estado malgastando su dinero. Usted, el tipo de la izquierda metido en una pajarera, apague los motores, estб estropeando la banda sonora. Si hace rechinar las marchas otra vez mбs, le arrancarй todos los fusibles. Afirmativo. Estйn firmes hasta que digan sus nombres, den un paso al frente y saluden. El Emperador les clavarб la medalla; saluden, pуnganse firmes otra vez y den un paso atrбs. їMe entienden, o es demasiado complicado para sus pequeсas mentes indoctrinadas?

- ЎVбyase a reventar por ahн! - rugiу el sargento.

- Muy listo. De acuerdo... ЎHagamos un intento!

Ensayaron la ceremonia dos veces antes de que se oyera un tremendo resoplar de cornetas y seis generales con pistolas de rayos mortнferos firmemente empuсadas corrieran a paso ligero hasta el platу y se detuvieran de espaldas al trono. Todos los extras, cбmaras y tйcnicos y hasta el director Ratt, hicieron una profunda reverencia mientras los veteranos se ponнan firmes. El Emperador entrу, subiу los peldaсos y se desplomу en el trono.

- Continъe... - dijo con una voz aburrida, y eructу tras su mano.

- ЎSe rueda! - aullу con todos sus pulmones el director, y se tambaleу fuera del radio de acciуn de las cбmaras.

La mъsica se alzу en una tremenda oleada, y comenzу la ceremonia. Mientras el Ministro de Condecoraciones y Protocolo leнa la naturaleza de las heroicas acciones que los nobles hйroes habнan realizado para merecer la mбs noble de todas las medallas: el Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn, el Emperador se alzу del trono y caminу mayestбticamente hacia adelante. El sargento de infanterнa era el primero, y Bill lo contemplу con el rabillo del ojo mientras el Emperador tomaba una medalla de platino adornada con oro, plata y rubнes, de una caja que le ofrecнan, y la clavaba en el pecho del hombre. Entonces el sargento dio un paso atrбs hacia su posiciуn, y fue el tumo de Bill. Como desde una inmensa distancia, oyу pronunciar su nombre con ruidosas tonalidades de trueno, y se adelantу con cada gramo de precisiуn que se le habнa enseсado en el Campo Leуn Trotsky. ЎAllн, frente a йl, se hallaba el hombre mбs amado de la galaxia! La larga e hinchada nariz que adornaba un billуn de billetes de banco estaba apuntada hacia йl. La prominente mandнbula y los salidos dientes que llenaban un billуn de pantallas de televisiуn estaban pronunciando su nombre. ЎUno de los imperiales ojos estrбbicos le estaba mirando a йl! La pasiуn saltу en las entraсas de Bill como grandes olas rompiйndose contra los acantilados. Hizo el mejor de sus saludos.

En realidad hizo el mejor de los saludos posibles, ya que no habнa mucha gente con dos brazos derechos. Ambos brazos giraron en precisos cнrculos, ambos codos se doblaron en perfectos бngulos, ambas palmas quedaron vibrando netamente junto a ambas cejas. Estaba bien hecho, y tomу al Emperador por sorpresa, y por un vibrante momento logrу apuntar ambos ojos hacia Bill, antes de que volvieran a separarse de nuevo al azar. El Emperador, todavнa algo confuso por el poco usual saludo, tomу la medalla y clavу la aguja a travйs de la tъnica de Bill, perforando netamente su estremecida carne.

Bill no sintiу ningъn dolor, pero el repentino pinchazo descargу la creciente emociуn que habнa estado corriendo por йl. Abandonando el saludo, cayу de rodillas en el buen viejo estilo de los siervos campesinos tal y como se veнa en la televisiуn histуrica, que de hecho era de donde su servil subconsciente habнa sacado la idea, y tomу la enfermiza y deformada mano del Emperador.

- ЎPadre nuestro! - exultу Bill, besando la mano.

Con ojos de odio, la guardia personal de generales saltу hacia adelante, y la muerte batiу sus negras alas sobre Bill; pero el Emperador sonriу y separу gentilmente su mano, limpiando la saliva en la tъnica de Bill. Un signo casual de su dedo devolviу a la guardia a su posiciуn, y se moviу hacia el artillero, le clavу la medalla que quedaba y se echу hacia atrбs.

- ЎCorten! - gritу el director Ratt - Procesen esto, es un hallazgo con ese imbйcil campesino lloriqueando.

Cuando Bill se puso en pie, vio que el Emperador no habнa regresado al trono, sino que se hallaba entre la multitud de actores. La guardia personal habнa desaparecido. Bill parpadeу, asombrado, cuando un hombre le arrebatу la corona de la cabeza, la metiу en una caja y se marchу con ella.

- Tengo el freno atascado - dijo el artillero, saludando aъn con un vibrante brazo -. Bбjame esta maldita cosa, por favor. Nunca funciona bien por encima del nivel del hombro.

- Pero... el Emperador... - dijo Bill, tirando del brazo atascado hasta que los frenos chirriaron y se soltaron.

- Un actor... їQuй otra cosa te imaginabas? їCreнas que iban a hacer que el verdadero Emperador les diese medallas a los soldados? Apuesto a que solo se las da a los mariscales. Pero hacen ver como si lo fuera de verdad, y asн algъn estъpido, como tъ, se emociona. Estuviste magnнfico.

- Aquн tienen - dijo un hombre, entregбndoles copias de metal estampado de las medallas que llevaban y arrebatбndoles los originales.

- ЎA sus puestos! - la amplificada voz del director retumbу -. Tenemos tan solo diez minutos para ensayar lo de la Emperatriz besando a los sextillizos aldebarianos para el Programa de la Fertilidad. Traed a esos niсos de plбstico aquн, y echad a esos malditos espectadores.

Se empujу a los hйroes al corredor, y la puerta se cerrу tras ellos con un seco golpe.

 

DOS

 

- Estoy cansado - dijo el artillero y ademбs me duele la quemadura.

Habнa tenido un cortocircuito durante una acciуn en la Vieja Taberna de los Soldados, prendiйndose fuego.

- Venga, vamos - insistiу Bill -. Tenemos pases por tres dнas antes de que salga nuestra nave, y estamos en Helior, el Planeta Imperial. Hay maravillas que ver: los Jardines Colgantes, las Fuentes del Arco Iris, los Palacios Enjoyados. No puedes perdйrtelo.

- Ya verбs si no. Tan pronto como haya recuperado algo del sueсo que llevo atrasado, regresarй a la Vieja Taberna. Si tienes tanta necesidad de llevar a alguien de la mano mientras haces el turista, coge al sargento.

- Aъn estб borracho.

El sargento de infanterнa era un bebedor solitario que no creнa en los ritos sociales. Ni tampoco se preocupaba por las disoluciones o por gastar dinero en bellos envoltorios. Habнa gastado todo su dinero en sobornar a un enfermero, y habнa obtenido dos bidones de alcohol puro de noventa y nueve grados, un barril de glucosa y una soluciуn salina, una aguja hipodйrmico y un trozo de tubo de goma. La mezcla de todo ello en los bidones habнa sido colocada sobre una repisa encima de su litera, con el tubo conectado a la aguja y йsta clavada en una inyecciуn intravenosa. Ahora estaba quieto, bien alimentado y completa y absolutamente borracho todo el tiempo, y, si no le cortaban el fluido, podrнa permanecer borracho durante dos aсos y medio.

Bill dio un retoque al brillo de sus botas y cerrу el cepillo en su taquilla con el resto de sus cosas. Tal vez regresase tarde: era fбcil perderse aquн en Helior sin un Guнa. Les habнa llevado casi todo un dнa el encontrar el camino desde el estudio hasta su alojamiento, aun cuando llevaban al sargento, un hombre experto en mapas, dirigiйndoles. Mientras permanecнan cerca de su propia бrea, no habнa problema; pero Bill ya estaba harto de los placeres previstos para los guerreros. Querнa ver Helior, el verdadero Helior, la primera ciudad de la galaxia. Si nadie querнa ir con йl, irнa solo.

A pesar del Plano, era realmente difнcil el decir exactamente a quй distancia estaba cualquier cosa en Helior, ya que los planos eran todos diagramбticos y no tenнan escala. Pero el viaje que planeaba parecнa ser largo, ya que uno de los trozos mбs largos en que tendrнa que tomar un medio de transporte: un coche magnйtico evacuado tъnelinear, atravesaba al menos ochenta y cuatro submapas. ЎSu destino podнa muy bien hallarse en el otro lado del planeta! ЎUna ciudad tan grande como un planeta! ЎEl concepto era casi demasiado amplio como para poderlo abarcar! De hecho, cuando pensу en ello, el concepto le resultу demasiado amplio como para abarcarlo.

Los bocadillos que habнa comprado en el automбtico del cuartel se le acabaron antes de llegar a medio camino, y su estуmago, ajustбndose ansiosamente a la comida sуlida de nuevo, rugiу protestas hasta que abandonу el tobogбn en el Area 9266-L, Nivel algo u otro, o dondequiera diablos que se hallase, y buscу una cantina. Evidentemente estaba en un Area de mecanografiado, porque las multitudes estaban compuestas casi totalmente por mujeres de hombros redondeados y largos dedos. La ъnica cantina que pudo hallar estaba repleta de ellas, y se sentу en medio de la charloteante y chillona multitud, y se obligу a comer un menъ compuesto de la ъnica comida que se podнa obtener allн: sбndwich de queso pasado con pasta de anchoa en pan dulce, purй de patatas con uvas y salsa de cebolla, pasados con tй de hierbas servido tibio en tazas del tamaсo de un pulgar. No le habrнa sabido tan mal si el automбtico no hubiera cubierto inevitablemente todo con salsa de manteca amarga. Ninguna de las chicas pareciу fijarse en йl, ya que todas estaban bajo suave hipnosis durante las horas de trabajo para disminuir sus porcentajes de error. Trabajу con la comida, sintiйndose como un fantasma mientras charlaban y chillaban a su alrededor, con sus dedos, si no los empleaban en comer, golpeando compulsivamente lo que decнan en los bordes de las mesas mientras hablaban. Finalmente logrу escapar, pero la comida le produjo un efecto deprimente, y fue probablemente por ello por lo que cometiу un error, abordando un vehнculo equivocado.

Como los mismos nъmero de Nivel y Bloque se repetнan en cada Area, era posible llegar a un Area equivocada y pasar una buena cantidad de tiempo acabando de perderse antes de darse finalmente cuenta del error. Bill lo hizo, y tras el usual astronуmico nъmero de cambios y variedades de transporte, abordу un ascensor que terminaba, o asн pensу, en los renombrados en toda la galaxia Jardines de Palacio. Todos los demбs pasajeros salieron a niveles inferiores, y el robo-ascensor tomу velocidad mientras se abalanzaba hacia el piso superior. Bill se alzу en el aire mientras frenaba, deteniйndose, y sus oнdos restallaron con el cambio de presiуn, y cuando las puertas se abrieron saliу a un viento cargado de nieve. Boqueу incrйdulo y, tras йl, las puertas se cerraron y el ascensor se desvaneciу.

Las puertas se habнan abierto directamente a una llanura metбlica que constituнa el nivel mбs exterior de la ciudad, ahora oscurecido por los torbellinos de nieve. Bill tanteу buscando el botуn para llamar de nuevo al ascensor, cuando una oleada de aire apartу la nieve y un cбlido sol cayу sobre йl desde un cielo sin nubes. Era imposible.

- Esto es imposible - dijo Bill, con genuina indignaciуn.

- Nada es imposible si yo lo deseo - dijo una voz rasposa por encima del hombro de Bill -. Pues yo soy el Espнritu de la Vida.

Bill resbalу hacia un lado como un robocaballo homeostбtico, llevando sus ojos hasta el pequeсo hombre de patillas blancas con nariz respingona y ojos enrojecidos que habнa aparecido silenciosamente tras йl.

- Tiene una pйrdida en su tanque de pensamiento - saltу Bill, irritado consigo mismo por ser tan asustadizo.

- Uno tiene que estar loco para seguir en este trabajo - sollozу el hombrecillo, y apartу un carбmbano que le colgaba de la nariz -. Medio helado, medio asado, y medio borracho la mitad del tiempo. El Espнritu de la Vida - dijo con voz temblorosa -. Mнo es el poder...

- Ahora que lo menciona - las palabras de Bill fueron ahogadas por un sъbito torbellino de nieve -, yo tambiйn me siento algo borracho. ЎUau...!

El viento cambiу de direcciуn y se llevу las nubes de nieve que cubrнan la vista, y Bill se asombrу ante el repentinamente surgido paisaje.

Nieve y charcos de agua constelaban el suelo hasta el mismo horizonte. La capa dorada se habнa desgastado, y el metal era gris y carcomido bajo ella, recorrido por pequeсos arroyuelos de уxido. Hileras de grandes tuberнas, cada una de ellas del grosor de la altura de un hombre, se aproximaban hacia йl desde mбs allб del horizonte, terminando en bocas similares a chimeneas. Las chimeneas estaban oscurecidas por torbellinos de vapor y nieve que saltaban por el aire en un rugido apagado, aunque una de las columnas de vapor se desplomу y la nube se dispersу mientras Bill la contemplaba.

- ЎTerminaron con la nъmero dieciocho! - gritу ante un micrуfono el viejo, asiendo un bloc de notas y corriendo por entre la humedad hacia una herrumbrosa y descuidada acera rodante que gruснa y gemнa a lo largo de las caсerнas. Bill lo siguiу, chillбndole al hombre, que lo ignoraba completamente. Mientras la acera, traqueteando y estremeciйndose, se los llevaba, Bill comenzу a preguntarse adуnde se dirigнan las caсerнas, y al cabo de un minuto, cuando se le aclarу lo bastante la cabeza, la curiosidad lo dominу y se tendiу para ver quй eran las misteriosas protuberancias que se apreciaban a lo lejos. Lentamente, pudo observar que eran una hilera de gigantescas espacionaves, cada una de las cuales estaba conectada a una de las caсerнas. Con inesperada agilidad, el viejo saltу de la acera y corriу hacia la nave situada en el punto dieciocho, en el que las diminutas figuras de los trabajadores, muy en lo alto, estaban desconectando las uniones de la caсerнa a la nave. El viejo copiу los nъmeros de un contador colocado en la tuberнa mientras Bill observaba como una grъa giraba llevando el final de un grueso tubo flexible que emergнa desde la porciуn de la superficie en donde se hallaban. Estaba unido a la vбlvula de la parte superior de la espacionave. Una vibraciуn agitaba el tubo, y de alrededor de la uniуn con la nave emergнan nubecillas de humo negro que flotaban sobre la sucia llanura metбlica.

- їPodrнa decirme quй infiernos estб pasando aquн? - preguntу suplicante Bill.

- ЎLa vida! ЎLa vida imperecedera! - graznу el viejo, surgiendo desde las profundidades de su depresiуn hasta llegar a las alturas de la alegrнa manнaca.

- їPodrнa ser algo mбs especнfico?

- Aquн tenemos un mundo forrado en metal - golpeу con su pie, y se oyу un bump apagado -. їQuй es lo que esto significa?

- Significa que el mundo estб forrado de metal.

- Correcto. Para ser un soldado, tiene usted una inteligencia bastante notable. Asн que uno toma un planeta y lo forra con metal, y consigue un planeta en el que las ъnicas cosas verdes que crecen son los Jardines Imperiales y un par de macetas de ventana. їQuй es lo que pasa entonces?

- Que se muere todo el mundo - dijo Bill, pues despuйs de todo era un muchacho campesino, y se creнa todas aquellas estupideces de la fotosнntesis y la clorofila.

- Correcto de nuevo. Usted y yo y el Emperador y un par de billones de otros imbйciles estamos ocupados en transformar todo el oxнgeno en biуxido de carbono, y sin plantas que lo transformen de nuevo en oxнgeno tan solo serнa cuestiуn de tiempo el que respirбsemos hasta matarnos.

- їEntonces esas naves traen oxнgeno lнquido?

El viejo afirmу con la cabeza y saltу de nuevo sobre la acera rodante. Bill lo siguiу.

- Afirmativo. Lo consiguen gratis en los planetas agrнcolas. Despuйs de que lo dejan aquн, son cargadas con el carbуn extraнdo a elevado costo del biуxido de carbono, y se remontan con йl hasta los mundos industriales, en donde es usado como combustible, como fertilizante, o para sacar de йl innumerables plбsticos y otros productos...

Bill descendiу de la acera rodante en el ascensor mбs cercano, mientras el viejo y su voz se desvanecнan entre el vapor. Y acurrucбndose, con la cabeza martilleбndole por la excesiva proporciуn de oxнgeno, comenzу a hojear furiosamente su Plano. Mientras estaba esperando el ascensor, encontrу donde estaba mediante el nъmero de cуdigo de la puerta, y comenzу a planear un nuevo camino hacia los jardines de Palacio.

Esta vez no permitiу que se le distrajese. Comiendo tan solo barras de caramelo y sorbiendo bebidas carbуnicas de las mбquinas tragaperras que encontrу en su camino, evitу los peligros y distracciones de los restaurantes; manteniйndose despierto, logrу no perderse ninguna conexiуn. Con ojeras y los dientes podridos, se tambaleу saliendo de un pozo gravitatorio y, con el corazуn palpitante, vio por fin un signo iluminado, y oloroso, en forma de colores, que decнa: JARDINES COLGANTES. Habнa un torniquete de entrada y una taquilla.

- Uno, por favor.

- Serбn diez pavos Imperiales.

- їNo es un tanto caro? - dijo Bill en tono de reproche, sacando los billetes uno a uno de su delgado montуn.

- Si es pobre, no venga a Helior.

El robot cajero tenнa grabadas todo tipo de respuestas cortantes. Bill lo ignorу y se introdujo en los jardines. Eran todo lo que siempre habнa soсado y mбs. Mientras caminaba a lo largo del sendero de ceniza gris por el interior de la pared exterior, podнa ver los arbustos verdes y la hierba justo al otro lado de la reja de titanio. A no mбs de cien metros de distancia, al otro lado de la hierba, flotaban las mбs exуticas plantas y flores de todos los mundos del Imperio. ЎY allн, diminutas en la distancia, estaban las Fuentes del Arco Iris, casi invisibles al ojo desnudo! Bill introdujo una moneda en uno de los telescopios y observу cуmo sus colores brillaban y desaparecнan casi tan bien como si los estuviera viendo en la televisiуn. Siguiу circulando por el interior de la pared, baсado por la luz del sol artificial situado en la parte superior del gigantesco domo.

Pero hasta los espirituales placeres de los jardines se desvanecнan frente a la omnipresente fatiga que lo asнa con manos de hierro. Habнa unos bancos de acero y se desplomу en uno para descansar un momento, y luego cerrу los ojos para reposar la vista. Le cayу la cabeza hacia adelante, y antes de que se pudiera dar cuenta ya estaba totalmente dormido,

Otros visitantes pasaron a lo largo de las cenizas sin molestarle, y tampoco se enterу cuando uno de ellos se sentу en el extremo mбs alejado del banco.

Como Bill nunca vio al hombre, no hay necesidad de describirlo. Baste decir que tenнa una tez cetrina, una nariz enrojecida y rota, ojos ferales que miraban por debajo de un siniestro entrecejo, caderas amplias y hombros estrechos, pies desiguales, delgado, huesudo, los dedos sucios, y con un tic.

Largos segundos de eternidad tictaquearon mientras el hombre permaneciу allн sentado. Luego, durante unos momentos, no se vio a ningъn otro visitante. Con un rбpido movimiento serpentina, el reciйn llegado sacу un soplete atуmico de bolsillo. La diminuta pero increнblemente caliente llama suspirу con brevedad, mientras lo apretaba contra la cadena que aseguraba el plano de Bill a su cinturуn, justamente en el punto en que esta descansaba sobre el banco de metal. En un instante, el metal de la cadena estaba soldado al del banco. Bill seguнa durmiendo.

Una sonrisa de lobo parpadeу en el rostro del hombre como los repugnantes anillos formados en el agua de una cloaca por una rata zambullйndose. Entonces, con un ъnico y rбpido movimiento, la llama atуmica cortу la cadena cerca del volumen. Volviйndose a guardar el soplete de bolsillo, el ladrуn se alzу, tomу el plano de Bill de su regazo, y desapareciу rбpidamente.

 

TRES

 

Al principio, Bill no se dio cuenta de la magnitud de su pйrdida. Emergiу lentamente de su sueсo, con la cabeza espesa y la sensaciуn de que algo iba mal. Tan solo despuйs de repetidos tirones se dio cuenta de que la cadena estaba soldada al asiento y de que el libro habнa desaparecido. La cadena no podнa ser arrancada, y al final tuvo que soltбrsela del cinturуn y dejarla colgando. Regresando hasta la entrada, llamу en la ventanilla de la taquilla.

- No se devuelve el dinero - dijo el robot.

- Deseo denunciar un crimen.

- La policнa se encarga de los crнmenes. Usted quiere hablar con la policнa por telйfono. Aquн hay un telйfono. El nъmero es 111-11-111. - Se abriу una portezuela y saliу despedido un telйfono que le dio a Bill en el pecho, echбndolo hacia atrбs. Marcу el nъmero.

- Policнa - dijo una voz, y un sargento con cara de bulldog, vistiendo un uniforme azul prusia y un rictus, apareciу en la pantalla.

- Deseo denunciar un robo.

- їGrave o leve?

- No lo sй. Me han robado mi Plano.

- Leve. Vaya a la estaciуn de policнa mбs cercana. Este es el circuito de emergencia y lo estб ocupando ilegalmente. La pena por ocupar ilegalmente un circuito de emergencia es... - Bill apretу con fuerza el botуn y la pantalla se oscureciу. Se volviу al cajero robot.

- No se devuelve el dinero - dijo este. Bill dio un bufido de impaciencia.

- Cбllate. Todo lo que quiero saber es dуnde estб la estaciуn de policнa mбs cercana.

- Soy un robot cajero y no de informaciуn. No tengo ese dato en mi memoria. Le sugiero que consulte su plano.

- ЎPero si me han robado mi plano!

- Le sugiero que hable con la policнa.

- Pero... - Bill se puso rojo y pateу irritado la taquilla.

- No se devuelve el dinero - dijo una voz desde su interior, mientras se alejaba.

- Traguitos, traguitos para que se ponga mona - dijo un robot-bar, acercбndose y susurrбndole al oнdo. Luego emitiу el sonido de cubos de hielo sonando en un vaso helado.

- Es una estupenda idea. Una cerveza. Grande. - Metiу unas monedas en la ranura, y agarrу la jarra que cayу por el dispensador, evitando apenas que cayese al suelo. Lo refrescу y lo restaurу, y le calmу la irritaciуn. Contemplу el letrero que decнa: «AL PALACIO ENJOYADO» -. Irй al Palacio. Le darй una mirada, y buscarй a alguien allн que pueda guiarme hasta una estaciуn de policнa. ЎAy!

El robot-bar le habнa arrancado la jarra de la mano, casi llevбndosela el dedo нndice en el proceso, y con una impecable precisiуn robуtica la habнa arrojado a la abierta boca de una rampa de desperdicios, situada a diez metros de distancia, que salнa de una pared.

El Palacio Enjoyado parecнa ser casi tan accesible como los Jardines Colgantes, y decidiу dar cuenta del robo antes de pagar la entrada al recinto verjado que circundaba a una respetable distancia el palacio. Cerca de la entrada habнa un policнa, sacando tripa y haciendo girar su porra, que debнa saber dуnde se hallaba la estaciуn de policнa.

- їDуnde estб la estaciуn de policнa? - preguntу Bill.

- No soy ninguna central de informaciуn... Use su Plano.

- Pero - dijo a travйs de apretados dientes -, no puedo. Me han robado el plano, y es por eso por lo que deseo... ЎAuggh!

Bill habнa dicho Ўauggh! porque el policнa, con un movimiento bien aprendido, le habнa clavado la porra en el sobaco y acorralado con ella contra un rincуn.

- Yo fui soldado antes de lograr pagar mi licencia - dijo el policнa.

- Apreciarнa mejor sus reminiscencias si me sacara la porra del sobaco - gimiу Bill, y luego suspirу agradecido cuando esta desapareciу.

- Como fui soldado, no me gustarнa ver a un compaсero poseedor del Dardo Pъrpura con la Nebulosa del Saco de Carbуn meterse en lнos. Por otra parte, soy un policнa honesto y no acepto sobornos, pero si un compaсero me prestase veinticinco pavos hasta el dнa de cobro, le estarнa muy agradecido.

Bill habнa nacido estъpido, pero estaba aprendiendo. El dinero apareciу y se desvaneciу rбpidamente, y el policнa se relajу, golpeando con la punta de su porra sus amarillentos dientes.

- Muchacho, dйjame que te diga algo antes de hablarte oficialmente en virtud de mi cargo, ya que ahora hemos estado hablando de compaсero a compaсero. Hay un montуn de formas en que meterse en lнos aquн en Helior, pero la mбs fбcil es perder el Plano. En Helior eso se paga con la horca. Sй de un chico que fue a la estaciуn para informar que alguien le robу el Plano y lo espesaron antes de que hubieran transcurrido diez segundos, tal vez cinco. Y ahora, їquй es lo que querнas decirme?

- їTiene lumbre?

- No fumo.

- Entonces, adiуs.

- Tуmatelo con calma, muchacho.

Bill doblу una esquina y se aplastу contra la pared, respirando profundamente. їY ahora quй? Apenas si podнa hallar su camino por aquellos lugares con el plano... їcуmo iba a hacerlo sin йl? Tenнa un peso en su interior que trataba de ignorar. Apartу su sensaciуn de terror y tratу de pensar, pero pensar la causaba dolor de cabeza. Parecнa que hacнa aсos desde su ъltima buena comida, y al pensar en la comida comenzу a segregar saliva a tal velocidad que casi se ahogу. Comida, eso era lo que necesitaba, comida para poder pensar, tenнa que relajarse sobre un jugoso filete, y cuando el hombrecillo interior estuviera satisfecho podrнa pensar claramente y hallar una forma en que salir de este lнo. Tenнa que haber una forma de hacerlo. Le quedaba casi un dнa completo antes de tener que regresar al cuartel, y eso era bastante. Dando la vuelta a una esquina, penetrу en un alto tъnel deslumbrante de luz, y la mбs brillante de las luces era un signo que decнa: «EL TRAJE ESPACIAL DORADO».

- El Traje Espacial Dorado - dijo Bill -. Eso es lo que necesito. Menudo restaurante, famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha aparecido. He ahн la forma en que volver a recuperar mi antigua moral. Serб caro, pero quй infiernos...

Apretбndose el cinturуn y arreglбndose el cuello, subiу por las amplias escalinatas doradas y atravesу la imitaciуn de compuerta espacial. El maitre le hizo una seсa y le sonriу, la suave mъsica le acariciу en el camino, y el suelo se abriу bajo sus pies. Araсando inerme las lisas paredes, cayу por un dorado tubo que se inclinaba gradualmente, hasta que, cuando emergiу de йl, cruzу el aire y cayу, de bruces, en un polvoriento callejуn metбlico. Frente a йl, pintado en la pared con letras de medio metro de alto, se leнa el imperativo mensaje: «LБRGATE, DESGRACIADO». Se alzу y se quitу el polvo, y un robot se le aproximу y le murmurу al oнdo con la voz de una joven y bella muchacha:

- Apuesto a que estбs hambriento, cariсo. їPor quй no pruebas la pizza con curry al estilo neoindio de Giuseppe Sing? Estбs tan solo a unos pasos de su establecimiento, tienes la direcciуn en la parte de atrбs de la tarjeta.

El robot sacу una tarjeta de una ranura en su pecho y la colocу cuidadosamente en la boca de Bill. Era un robot barato y mal ajustado.

Bill escupiу la pastosa tarjeta y la limpiу en su paсuelo.

- їQuй pasу? - preguntу.

- Apuesto a que estбs hambriento, cariсo... grrr-ark - el robot cambiу de grabaciуn al oнr las palabras de Bill -. Has sido expulsado de El Traje Espacial Dorado, famoso en toda la galaxia por los incontables programas de televisiуn en los que ha aparecido, porque eres un desgraciado sin dinero. Cuando entraste en el establecimiento te miraron con rayos X y computaron automбticamente el contenido de tus bolsillos. Como este contenido era obviamente inferior a la consumiciуn mнnima de entrada, una bebida e impuestos, te expulsaron. Pero aъn estбs hambriento, їno, cariсo? - el robot lo mirу de reojo y su almibarada y sexy voz surgiу por entre las rendijas de su altavoz bucal -. Ven a Sing, en donde la comida es buena y barata. Prueba la fabulosa lasaсa de Sing con dahl y salsa de lima.

Bill fue allн, no porque desease nada de esa repugnante concocciуn italobombayesa, sino porque en la parte trasera de la tarjeta habнa un mapa de instrucciones. Notaba una sensaciуn de seguridad al saber de nuevo cуmo ir de algъn punto a otro, siguiendo las direcciones, bajando por aquella escalera, cayendo por aquel tubo gravitatorio, agarrбndose como podнa a las anillas deslizantes. Tras un ъltimo giro, su nariz fue tomada al asalto por una oleada de aroma de grasa rancia, ajo pasado y carne chamuscada, y supo que ya habнa llegado.

La comida era increнblemente cara, y mucho peor de lo que jamбs podrнa haber imaginado que fuera, pero calmу el doloroso rugir de su estуmago, por atontamiento ya que no por placentera saciaciуn. Con una uсa tratу de desprender horribles trozos de ternilla de entre sus dientes, mientras miraba al hombre sentado frente a йl en la mesa, que estaba quejбndose en voz baja mientras se obligaba a tragar cucharadas de algo inmencionable. Su compaсero de mesa estaba vestido con brillantes ropas festivas, y parecнa ser un tipo gordo, amable y amistoso.

- Hey... - dijo Bill, sonriendo.

- Cбete muerto - gruсу el hombre.

- Todo lo que dije fue hey. - Petulantemente.

- Ya es bastante. Todos los que se han molestado en hablarme en las diecisйis horas que he pasado en este llamado planeta de placer, me han timado o estafado o robado mi dinero en una forma u otra. Estoy casi arruinado, y aъn me quedan seis dнas de mi vacaciуn. Ver Helior y Vivir.

- Tan solo querнa preguntarle si podrнa darle una ojeada a su plano mientras estб comiendo.

- Ya te he dicho que todo el mundo quiere timarme. Cбete muerto.

- Por favor.

- De acuerdo... Por veinticinco pavos, en contante y por anticipado. Y tan solo mientras estй comiendo.

- ЎVale! - Bill puso el dinero sobre la mesa de un golpe, se zambullу bajo la mesa y, sentado con las piernas cruzadas, comenzу a ojear furiosamente el volumen, apuntando las instrucciones de viaje tan aprisa como podнa encontrar su camino. Sobre йl, el gordo continuaba comiendo y gruсendo, y cuando tomaba un bocado particularmente malo, la sacudida tiraba de la cadena y hacнa perder el punto a Bill. Este ya habнa casi logrado marcar una ruta hasta medio camino del refugio en el Cuartel de Trбnsito para Tropa antes de que el hombre tirase del libro y se marchase.

 

Cuando Ulises regresу de su terrorнfico viaje, se guardу mucho de daсar los oнdos de Penйlope con los increнbles detalles de su viaje. Cuando Ricardo Corazуn de Leуn, finalmente liberado de su calabozo, volviу a casa tras los aсos repletos de peligros de las Cruzadas, no asaltу la sensibilidad de la reina Berengaria con anйcdotas horripilantes, simplemente la saludу y le abriу el cinturуn de castidad. Ni yo tampoco, gentil lector, profanarй tu escucha con los peligros y desesperaciones de los periplos de Bill, pues estбn fuera de todo lo imaginable. Baste decir que lo logrу: llegу al C.T.T.

A travйs de enrojecidos ojos, contemplу parpadeante el cartel CUARTEL DE TRБNSITO PARA TROPA, y luego tuvo que apoyarse contra la pared, pues la alegrнa lo dejaba sin fuerzas. ЎLo habнa logrado! Tan solo habнa sobrepasado en ocho dнas su permiso, y esto no podнa importar mucho. Pronto se hallarнa de nuevo entre los amistosos brazos de los soldados, apartado de los kilуmetros sin fin de corredores metбlicos, las multitudes continuamente apresuradas, los toboganes, corredizos resbalantes, tubos gravitatorios, elevadores, subidas de succiуn y demбs. Podrнa emborracharse con sus compaсeros y dejar que el alcohol disolviese las memorias de sus terribles viajes, tratando de olvidar el horror sin fin de aquellos dнas errabundos, sin comida ni agua, ni el sonido de una voz humana, tambaleбndose sin fin a travйs de las profundidades estigias de los Niveles del Papel Carbуn. Todo esto habнa pasado. Se sacу el polvo de su arrugado uniforme, dбndose vergonzosa cuenta de los descosidos, arrugas y botones que le faltaban. Si podнa meterse en el cuartel sin ser detenido, se cambiarнa de uniforme antes de presentarse al oficial de guardia.

Algunas cabezas se volvieron hacia йl, pero logrу pasar perfectamente por la sala de dнa hasta llegar a los dormitorios. Solo que su colchуn estaba enrollado, habнan desaparecido sus mantas y su taquilla estaba vacнa. Comenzaba a creer que se encontraba en un lнo, y para los soldados un lнo nunca es algo fбcil. Reprimiendo una gйlida sensaciуn de desesperaciуn, se aseу como mejor pudo en la letrina, dio un trago reparador del grifo de agua frнa, y luego se arrastrу hasta la sala de dнa. El sargento primero estaba en su escritorio, un gigantesco hombre, musculoso y de aspecto sбdico, con una piel oscura del mismo color que la de su viejo amigo Tembo. Tenнa un muсeco de plбstico ataviado con uniforme de capitбn en una mano, y le estaba clavando clips desdoblados con la otra. Sin volver la cabeza, girу los ojos hacia Bill y dio un bufido.

- Estбs en un buen lнo, soldado, al venir a la sala de dнa con un uniforme como ese.

- Estoy en un lнo mбs grande del que se imagina, sargento - dijo Bill, apoyбndose dйbil en el escritorio. El sargento contemplу las asimйtricas manos de Bill, mientras sus ojos corrнan rбpidamente de una a otra.

- їDe dуnde has sacado esa mano, soldado? ЎHabla! Conozco esa mano.

- Perteneciу a un amigo mнo, y tambiйn tengo el brazo que iba con ella.

Ansioso por pasar a cualquier tema que no fuera el de sus crнmenes militares, Bill extendiу la mano para que el sargento la contemplara. Pero se horrorizу cuando los dedos formaron un duro puсo, los mъsculos se apretaron en su brazo, y el puсo volу hacia adelante para dar de lleno en la mandнbula del sargento primero, echбndolo hacia atrбs con silla y todo.

- ЎSargento! - gritу Bill, y agarrу su mano rebelde con la otra, llevбndola, no sin luchar, de nuevo a su costado.

El sargento se alzу lentamente, y Bill se echу hacia atrбs, temblando. No se lo podнa creer cuando vio que el sargento se sentaba de nuevo, sonriendo.

- Ya sabнa yo que conocнa esa mano, es la de mi viejo amigo Tembo. Siempre bromeбbamos asн. Ten buen cuidado con esa mano, їme escuchas? їLlevas algo mбs de Tembo por ahн? - y cuando Bill le dijo que no, repicу un rбpido toque de tam-tam en el borde del escritorio -. Bueno, se ha ido al Gran Rito Jujъ en el cielo. - La sonrisa se desvaneciу y volviу a aparecer el rictus -. Estбs en un buen lнo, soldado. Dйjame ver tu tarjeta de identificaciуn.

La arrancу de los inertes dedos de Bill y la introdujo en una rendija del escritorio. Parpadearon luces, zumbу un mecanismo, vibrу, y se encendiу una pantalla. El sargento primero leyу el mensaje que allн habнa y, mientras lo hacнa, el rictus desapareciу de su rostro para ser reemplazado por una expresiуn de frнa cуlera. Cuando volviу a llevar sus ojos a Bill, eran rendijas entrecerradas que lo clavaron al suelo con una mirada que podrнa cortar la leche en un instante o destruir formas de vida inferiores como roedores o cucarachas. Congelу la sangre de Bill en sus venas y enviу por su cuerpo un estremecimiento que lo hizo agitarse como un arbusto al viento.

- їDe dуnde robaste esta tarjeta de identificaciуn? їQuiйn eres?

Al tercer intento, Bill logrу extraer algunas palabras de sus paralizados labios.

- Soy yo... Esa es mi tarjeta... Soy yo, el tйcnico en fusibles de primera clase Bill...

- Eres un mentiroso - una uсa exclusivamente diseсada para seccionar venas yugulares golpeу la tarjeta -. Esta tarjeta debe de haber sido robada, porque el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas. Eso es lo que dice el archivo, y los archivos no mienten. Te la has cargado, estъpido.

Apretу un botуn rojo marcado POLICНA MILITAR, y a lo lejos se pudo oнr un timbre de alarma zumbando irritadamente. Bill agitу los pies y sus ojos rodaron, buscando una forma en que escapar.

- Aguбntalo ahн, Tembo - saltу el sargento -. Quiero llegar al fondo de esto.

El brazo izquierdo/derecho de Bill se agarrу al borde del escritorio, y no pudo arrancarlo de allн. Aъn se estaba peleando con йl cuando resonaron pesadas botas a sus espaldas.

- їQuй pasa? - gruсу una voz familiar.

- Usurpaciуn de la personalidad de un suboficial mбs otros cargos de menor importancia que no importan, pues este solo ya implica una lobotomнa con arco voltaico y treinta latigazos.

- Oh, seсor - riу Bill, girando y alegrando sus ojos al ver una muy odiada figura -. ЎDeseomortal Drang! Dнgales que me conoce.

Uno de los dos hombres era el usual bruto de casco rojo, porra y pistola, con forma humana. Pero el otro tan solo podнa ser Deseomortal.

- їConoce al prisionero? - preguntу el sargento primero.

Deseomortal bizqueу, recorriendo con sus ojos todo el cuerpo de Bill.

- Conocн a un trasteafusibles de sexta clase llamado Bill, pero tenнa dos manos que se complementaban. Hay algo bastante extraсo aquн. Le atizaremos un poco en el cuerpo de guardia y ya le haremos saber lo que confiese.

- Afirmativo. Pero cuidado con el brazo izquierdo. Es de un amigo mнo.

- No lo tocaremos.

- ЎPero yo soy Bill! - gritу Bill -. Ese soy yo, el que estб en mi tarjeta. Puedo probarlo.

- Es un impostor - dijo el sargento, y seсalу a los controles de su escritorio -. Los archivos dicen que el tйcnico en fusibles de primera clase Bill partiу de aquн hace ocho dнas, y los archivos no mienten.

- Los archivos no pueden mentir, o no existirнa el orden en el universo - dijo Deseomortal, atornillando profundamente su porra en las tripas de Bill y empujбndolo hacia la puerta -. їAъn no han llegado esos aprietapulgares que reclamamos? - le preguntу al otro PM.

Tan solo pudo ser la fatiga lo que llevу a Bill a hacer lo que hizo. La fatiga, la desesperaciуn, y el miedo combinados que le dominaron, pues en lo mбs profundo de su corazуn era un buen soldado, y habнa aprendido a ser Bravo, y Limpio, y Reverente, y Heterosexual, y todo lo demбs. Pero cada hombre tiene su punto de rotura, y Bill habнa llegado al suyo. Tenнa fe en la imparcialidad de la justicia, pues no le habнan enseсado la verdad, pero en realidad era el pensamiento de la tortura lo que le molestaba. Cuando sus ojos, enloquecidos por el miedo, vieron el cartel que decнa LAVANDERIA, una sinapsis se cerrу, sin voliciуn consciente por su parte, y saltу hacia adelante, arrancбndose con su repentina y desesperada acciуn de la mano que lo aferraba por el brazo. ЎHuida! Tras la portezuela basculante en la pared, debнa de haber una caнda hasta la lavanderнa con un hermoso montуn de suaves sбbanas y toallas al fondo que amortiguarнan su caнda. ЎPodrнa escapar! Ignorando los terribles y bestiales gritos de los PM, se zambullу de cabeza por la abertura.

Cayу un metro y medio, dio de cabeza, y casi se la abriу. No era una caнda, sino una profunda caja metбlica de recogida.

Tras йl, los PM golpeaban la portezuela basculante, pero no podнan moverla ya que las piernas de Bill la habнan bloqueado e impedнan que se abriese.

- ЎEstб cerrada! - gritу Deseomortal -. ЎNos la ha jugado! їAdуnde va a parar esa caнda de lavanderнa? - cometiendo la misma equivocaciуn de Bill.

- No lo sй, yo tambiйn soy nuevo aquн - jadeу el otro hombre.

- ЎSerбs nuevo en la silla elйctrica si no encontramos a ese cerdo!

Las voces disminuyeron mientras las pesadas botas corrнan alejбndose, y Bill se estremeciу. Su cuello estaba doblado en un бngulo raro y le dolнa, sus rodillas le apretaban el pecho, y estaba medio sofocado por la ropa contra la que se aplastaba su rostro. Tratу de extender las piernas y empujar la tapa de metal, pero se oyу un click cuando algo se abriу y cayу hacia adelante, al abrirse la caja de recogida al corredor de servicio al otro lado de la pared.

- ЎAhн estб! - dijo una odiada voz familiar, y Bill se tambaleу alejбndose. Las botas que corrнan estaban pisбndole los talones cuando llegу a un tubo gravitatorio y de nuevo se zambullу de cabeza, con bastante mбs йxito esta vez. Cuando los apoplйcticos PM saltaron tras йl, el mecanismo automбtico los separу unos buenos cinco metros unos de otros. Era una caнda lenta y suave, y la visiуn de Bill se aclarу finalmente. Mirу hacia arriba, y se estremeciу a la vista de la fisonomнa repleta de colmillos de Deseomortal flotando tras йl.

- Viejo amigo - sollozу Bill, juntando sus manos en una actitud de ruego -. їPor quй me persigue?

- No me llames amigo, espнa chinger. Ni siquiera eres un buen espнa: tus brazos no concuerdan - mientras caнa, Deseomortal sacу la pistola de la funda y la apuntу directamente entre los ojos de Bill -. Muerto mientras tratabas de escapar.

- Tenga piedad - rogу Bill.

- Muerte a los chingers - apretу el gatillo.

 

CUATRO

 

La bala surgiу lentamente de entre la nube de gases en expansiуn, y planeу medio metro hacia Bill antes de que el zumbante campo gravitatorio la detuviese. La simple mente del mecanismo automбtico tradujo la velocidad de la bala como masa y asumiу que otro cuerpo habнa entrado en el tubo gravitatorio, y le dio una posiciуn. La caнda de Deseomortal se detuvo hasta que se hallу a cinco metros por detrбs de la bala, mientras que el otro PM tambiйn asumнa la misma posiciуn relativa tras йl. El vacнo entre Bill y sus perseguidores era ahora el doble, y aprovechу esto, saliendo por la abertura del siguiente nivel. Un elevador abierto lo atrajo hacia sн, y se metiу en su interior y cerrу la puerta antes de que el blasfemante Deseomortal pudiera surgir del tubo.

Tras esto, la escapatoria fue simplemente cuestiуn de enmaraсar su rastro. Utilizу diferentes mйtodos de transporte, al azar, y durante todo el tiempo estuvo huyendo hacia niveles inferiores como si buscase, cual un topo, escapar horadando un hueco. Lo que finalmente lo detuvo fue el agotamiento, haciйndole caer al suelo, apoyado contra una pared y jadeando como un triceratops en celo. Gradualmente, tuvo conciencia de sus alrededores, dбndose cuenta de que estaba a profundidades mayores de las que jamбs habнa alcanzado. Los corredores eran tйtricos y antiguos, manufacturados con planchas metбlicas ribeteadas. Pilares masivos, algunos de ellos de mбs de una treintena de metros de diбmetro, rompнan la aridez de las paredes, grandes estructuras que soportaban la masa del mundo-ciudad de encima. La mayor parte de las puertas que veнa estaban cerradas y atrancadas, con complejos candados colgando de ellas. Tambiйn se dio cuenta de que habнa menos luz, mientras arrastraba cansadamente sus pies buscando algo que beber: su garganta ardнa como fuego. Delante de йl, en la pared, se hallaba un dispensador de bebidas, diferenciбndose de la mayor parte de los que habнa visto porque el frontis del mecanismo estaba reforzado con gruesas barras de acero, y adornado con un gran cartel que decнa: Esta mбquina estб protegida por alarmas tipo los-cuece-vivos. cualquier intento de abrir el mecanismo harб pasar cien mil voltios por el culpable. hallу las monedas suficientes en su bolsillo para pagar una heroнna-cola doble, y se echу cuidadosamente hacia atrбs, fuera del radio de acciуn de cualquier chispa, mientras se llenaba el vaso.

Se sentнa mucho mejor tras bebйrsela, hasta que mirу su billetero y entonces se sintiу mucho peor. Tenнa ocho pavos imperiales, y cuando se le acabasen: їentonces quй? La piedad por sн mismo logrу atravesar el bloque que el cansancio y las drogas establecнan sobre sus sentidos, y llorу. Se daba cuenta, en forma vaga, de que ocasionalmente pasaba alguien, pero no prestaba atenciуn. No, hasta que tres hombres se detuvieron frente a йl y dejaron que un cuarto cayera al suelo. Bill los contemplу, y luego apartу la mirada, mientras sus palabras llegaban vagamente a sus oнdos, sin que esto registrase significado, pues se lo estaba pasando mucho mejor hundiйndose en su lacrimosa desesperaciуn.

- Pobre viejo Golph. Parece que estб acabado.

- Seguro. Estб teniendo la agonнa mбs bonita que jamбs he oнdo. Dejadlo aquн para que lo recojan los robots de limpieza.

- їPero quй hay del trabajo? Tenemos que ser cukoo para que salga bien.

- Demos una mirada a este desplanado.

Una pesada bota golpeando al costado de Bill lo hizo rodar y llamу su atenciуn. Parpadeу, contemplando el cнrculo de hombres, todos ellos similares en sus andrajosas ropas, sucias pieles y barbudos rostros. Todos eran diferentes en su tamaсo y forma, aunque todo tenнan algo en comъn: ninguno de ellos llevaba un Plano, y todos ellos parecнan extraсamente desnudos sin los pesados volъmenes colgantes.

- їDуnde estб tu plano? - preguntу el mayor y mбs peludo, dando otra patada a Bill.

- Robado... - comenzу a llorar de nuevo.

- їEres soldado?

- Se me quedaron mi tarjeta de identificaciуn...

- їTienes pavos?

- Desaparecidos. Todos han desaparecido... como los envases no canjeables de la antigьedad.

- Entonces eres uno de los desplanados - cantaron al unнsono, ayudбndole a ponerse en pie -. Y ahora, ъnete a nosotros en la canciуn de los desplanados - y con trйmulas voces cantaron:

- Mantenйos unidos todos y uno, pues los Hermanos Desplanados siempre deberбn unirse y luchar para conseguir el derecho de que el poder se desplome y la verdad triunfe, y para que asн nosotros, que otrora fuimos libres, podamos alguna vez ser libres para ver los cielos del azul encima, y oнr el gentil glop-glop de la nieve.

- No rima demasiado bien - dijo Bill.

- Ah, andamos faltos de talentos por aquн abajo, andamos - dijo el mбs pequeсo y viejo de los desplanados, tosiendo con una tos entrecortado y raquнtica.

- Cбllate - dijo el mбs grande, dбndole un puсetazo en los riсones al viejo; y dirigiйndose luego a Bill -: Soy Litvok, y esta es mi manada. Formas parte de mi manada ahora, reciйn llegado, y tu nombre es Golph 28169 menos.

- No, no lo soy. Mi nombre es Bill, y es mбs fбcil de decir... - le dieron otra patada..

- ЎCierra el pico! Bill es un nombre difнcil porque es un nombre nuevo, y nunca recuerdo nombres nuevos. Yo siempre he tenido un Golph 28169 menos en mi manada. їCuбl es tu nombre?

- Bi... Ўay! ЎQuiero decir Golph!

- Asн estб mejor... pero no olvides que tambiйn tienes un apellido.

- Yo estoy hambriento - gimiу el viejo -. їCuбndo vamos a hacer el asalto?

- Ahora. Seguidme.

Pasaron por encima del viejo Golph etc., que habнa expirado mientras se iniciaba el nuevo, y se apresuraron a lo largo de un oscuro y hъmedo pasadizo. Bill los siguiу, preguntбndose en dуnde se habнa metido ahora, pero demasiado cansado como para preocuparse en este momento. Estaban hablando de comida; despuйs de conseguirse alguna comida podrнa pensar quй hacer a continuaciуn, pero mientras tanto se sentнa contento porque alguien se ocupase de йl y pensase por йl. Era como volver a estar de nuevo con el ejйrcito, solo que mejor, pues uno no tenнa que afeitarse.

El pequeсo grupo de hombres emergiу a una sala brillantemente iluminada, molestбndoles algo el repentino resplandor. Litvok les hizo una seсa para que se detuvieran y mirу cuidadosamente en ambas direcciones, luego hizo pantalla con una mano rebozada de suciedad detrбs de su oreja en forma de coliflor y escuchу, frunciendo el ceсo por el esfuerzo.

- Parece que todo estб bien. Schmutzig, tъ te quedas aquн y das la alarma si viene alguien; Sporco, atraviesa la sala hasta el otro lado y haz lo mismo; tъ, el nuevo Golph, vienes conmigo.

Los dos centinelas se dirigieron hacia sus puestos, mientras Bill seguнa a Litvok hasta una salita que contenнa una puerta metбlica cerrada que el fornido jefe abriу con un simple golpe de martillo de metal que sacу de algъn lugar oculto entre sus mugrientas ropas. En el interior, habнa un cierto nъmero de tubos de diversas dimensiones que se alzaban del suelo y se desvanecнan en el techo de arriba. Cada tubo estaba marcado con un nъmero, y Litvok lo seсalу.

- Tenemos que encontrar el kl-9256-B - dijo -. Vamos.

Bill encontrу rбpidamente el tubo, tenнa el grosor de su muсeca, y acababa de llamar al jefe de la manada cuando sonу un agudo silbido en la sala.

- ЎFuera! - dijo Litvok, y empujу a Bill frente a йl. Luego cerrу la puerta y se puso frente a ella, de tal forma que con su cuerpo cubrнa la cerradura rota. Se oyу un siseo y un ronroneo crecientes que se acercaban desde la sala hacia ellos, mientras esperaban en la salita. Litvok ocultaba su martillo tras de sн, y el ruido creciу hasta que apareciу un robot de limpieza que girу hacia ellos sus ojos binoculares montados sobre antenas.

- їHarбn el favor de echarse a un lado? Este robot desea limpiar el lugar en el que se encuentran - dijo una voz grabada desde el interior del robot, con tono firme. Hizo girar esperanzado sus cepillos en su direcciуn.

- Lбrgate - gruсу Litvok.

- La interferencia con un robot de limpieza durante el desempeсo de su deber es un crimen castigable, al mismo tiempo que un acto antisocial. їSe han entretenido en pensar cuбl serнa la situaciуn si el Departamento de Limpieza no...?

- Bocazas - rugiу Litvok, y golpeу al robot en la parte alta de su caja craneana con el martillo.

- ЎUonkiti! - aullу el robot, y escapу zigzagueando a lo largo de la sala, chorreando agua por sus aspersores.

- Acabemos con esto - dijo Litvok, abriendo de nuevo la puerta. Le entregу el martillo a Bill, y sacando una sierra de metales de algъn lugar de sus despedazadas ropas atacу la tuberнa con frenйticos tirones. La tuberнa de metal era dura, y al cabo de un minuto ya estaba empapado en sudor y comenzaba a cansarse.

- Sigue tъ - le chillу a Bill -, ve tan de prisa como puedas, y luego te sustituirй.

Turnбndose, les llevу menos de tres minutos el segar completamente el tubo. Litvok volviу a meterse la sierra entre sus ropas y tomу el martillo.

- Prepбrate - dijo, escupiendo en sus manos y dando luego un tremendo martillazo a la tuberнa.

Con dos golpes logrу que la parte superior del tubo cortado se doblase hasta desalinearse con la parte inferior, y del orificio comenzу a manar un rнo sin fin de salchichas tipo Frankfurt verdes enlazadas. Litvok tomу un extremo de la cadena y se lo echу por sobre los hombros de Bill, luego comenzу a enrollar vueltas y mбs vueltas de las cosas sobre sus hombros y brazos, cada vez mбs alto. Llegaron al nivel de los ojos de Bill, y este pudo leer las blancas letras estampadas sobre sus formas de color gris hierba: SUPERCLORAS, decнa, y tambiйn: ЎREPLETAS DE SOL! y: LA MARCA DE DISTINCIУN, y: PRUEBE NUESTRAs TROTAMBURGUESAS LA PRУXIMA VEZ.

- Ya basta - gruсу Bill, tambaleбndose bajo el peso. Litvok cortу la cadena y comenzу a enrollбrsela sobre sus propios hombros, cuando el fluir de cosas verdes cesу repentinamente. Tirу de las ъltimas que quedaban en el tubo y corriу hacia la puerta.

- Ha sonado la alarma, nos persiguen. ЎHuyamos antes de que lleguen los polis! - Silbу fuertemente, y los vigнas llegaron corriendo para unнrselas. Corrieron, con Bill tambaleбndose bajo el peso de las salchichas, en una carrera de pesadilla a travйs de los tъneles, bajando escaleras de mano y tubos aceitados, hasta que alcanzaron una polvorienta бrea desierta en la que las dйbiles luces eran pocas y muy espaciadas. Litvok abriу una trampilla del suelo y se dejaron caer uno a uno, para arrastrarse por un tъnel de cables y tubos entre dos niveles. Schmutzig y Sporco iban detrбs para recoger las salchichas que caнan de la dolorida espalda de Bill. Finalmente, a travйs de una rejilla cortada, llegaron a su totalmente oscuro destino, y Bill se derrumbу en el suelo, que se hallaba cubierto de despojos. Con gritos de ansia, los otros le arrebataron su carga, y al cabo de un minuto ardнa un fuego en una papelera de metal y las verdes salchichas se estaban tostando en una parrilla.

El delicioso olor de la clorofila asada animу a Bill, que mirу a su alrededor con interйs. A la parpadeante luz de las llamas vio que se encontraba en una inmensa cбmara que se desvanecнa por todos los lados en la oscuridad. Unos gruesos pilares soportaban el techo y la ciudad de encima, y entre ellos se alzaban inmensas pilas y montones de todos los tamaсos. El viejo, Sporco, caminу hasta el montуn mбs cercano y arrancу algo. Cuando regresу, Bill pudo ver que llevaba hojas de papel, que comenzу a echar una a una al fuego. Una de las hojas cayу cerca de Bill, y este vio, antes de echarla a las llamas, que se trataba de un impreso gubernamental de algъn tipo, amarillento por la edad.

Aunque a Bill nunca le habнan gustado las supercloras, le encantaron ahora. El apetito servнa de salsa, y el papel ardiendo les daba un nuevo sabor. Ayudaron a pasar las salchichas con herrumbrosa agua de un cubo colocado bajo una gotera de una tuberнa, con lo que tuvieron un festнn de reyes. Esta es la buena vida, pensу Bill, sacando otra super del fuego y sorbiendo: buena comida, buena bebida, buenos amigos. Un hombre libre.

Litvok y el viejo ya estaban durmiendo sobre camas hechas con papel arrugado, cuando el otro, Schmutzig, se acercу a Bill.

- їHas encontrado mi tarjeta de identidad? - preguntу con un hueco suspiro, y Bill se dio cuenta de que el hombre estaba loco. Las llamas se reflejaban en forma extraсa en los astillados cristales de sus gafas, y Bill pudo ver que tenнan montura de plata, y que en otro tiempo debieron de ser muy caras. Alrededor del cuello de Schmutzig, medio ocultos por su descuidada barba, se encontraban los restos de un cuello de camisa, y jirones de lo que en otro tiempo fue una elegante corbata.

- No, no he visto tu tarjeta de identidad - dijo Bill En realidad, no he visto la mнa desde que el sargento primero se la llevу y se olvidу de devolvйrmela. - Bill comenzу a sentirse compasivo hacia sн mismo de nuevo, y las asquerosas salchichas estaban pesando como plomo en su estуmago. Schmutzig ignorу su respuesta, inmerso como estaba en su mucho mбs interesante monomanнa.

- Soy un hombre importante, їsabes?: Schmutzig von Drek es un nombre que cuenta, ya se enterarбn. Creen que pueden salirse con la suya, pero no podrбn. Dijeron que era un error, un simple error, que la grabaciуn en los archivos se rompiу, y cuando la repararon tuvieron que cortar un trocito chiquito, y que allн era donde estaba la informaciуn acerca de mн. La primera noticia que tuve de ello fue cuando a final de mes no llegу mi paga, y fui a verlos y pareciу que nunca habнan oнdo hablar de mн. Pero todo el mundo ha oнdo hablar de mн, von Drek es un apellido muy antiguo. Ya era jefe intermedio antes de cumplir los veintidуs, y tenнa trescientos cincuenta y seis operarios bajo mis уrdenes en la Divisiуn de Grapas y Clips para Papel de la 89.11 Ala de Abastecimiento para Oficinas. Asн que no podнan hacerme creer que jamбs habнan oнdo hablar de mн, aunque hubiera olvidado mi tarjeta de identificaciуn en casa, en otro traje. Ni tenнan razуn para llevarse todo lo que habнa en mi departamento mientras yo estaba fuera de йl tan solo porque estaba arrendado a lo que ellos llamaban una persona imaginaria. Podrнa haber probado que era quien decнa si hubiera tenido mi tarjeta de identidad... їHas visto mi tarjeta de identidad?

Ahora me toca a mн, pensу Bill. Y dijo en voz alta:

- Eso suena a mala pasada. Te dirй lo que harй: te ayudarй a buscarla. Me irй por ahн a ver si la encuentro.

Antes de que la confusa cabeza de Schmutzig pudiera pensar una respuesta, Bill ya se habнa escabullido por entre los montaсosos montones de viejos archivos, muy contento consigo mismo por haber logrado ser mбs listo que un loco de mediana edad. Se sentнa placenteramente repleto, y cansado, y no querнa ser molestado de nuevo. Lo que necesitaba ahora era una buena noche de descanso, y luego, por la maсana, ya pensarнa en todo este lнo, y hasta quizб encontrase cуmo salir de йl. Tanteando su camino por entre los atiborrados pasadizos, recorriу una larga distancia, separбndose de los otros desplanados, antes de subir a un tambaleante montуn de papel y, de ahн, subir a otro aъn mбs alto. Suspirу aliviado y arreglу un mantoncito de papel para que le sirviera de almohada, y cerrу despuйs los ojos.

Entonces las luces se encendieron en hileras en el techo del almacйn, y agudos silbatos de la policнa sonaron por todas partes, asн como gritos guturales que lo llenaron de terror.

- ЎAgarra a ese! ЎNo lo dejes escapar!

- ЎYa tengo a este ladrуn!

- Vosotros, malditos desplanados, habйis robado vuestra ъltima superclora. Os mandarбn a las minas de sales de uranio de Zana-21

Y luego:

- їLos tenemos a todos...? - y mientras Bill seguнa recostado, agarrбndose desesperadamente a los impresos, y con el corazуn palpitando aterrorizado, llegу por fin la respuesta:

- Sн, cuatro. Los hemos estado vigilando durante mucho tiempo, esperando agarrarlos si intentaban algo como esto.

- Pero aquн solo hay tres.

- Vi al cuarto antes: se lo llevaba un robot de limpieza, y estaba tan tieso como un palo.

- Afirmativo. Entonces vбmonos.

El miedo corriу de nuevo a travйs de Bill. їCuбnto tiempo pasarнa antes de que alguno del grupo hablase y lo delatase para mejorar su situaciуn, diciйndole a los polis que acababan de conseguir un nuevo recluta? Tenнa que irse de allн. Toda la policнa parecнa estar ahora reunida alrededor de donde habнan asado las salchichas, y tenнa que correr el riesgo. Deslizбndose de la pila tan silenciosamente como pudo, comenzу a reptar en direcciуn opuesta. Si no habнa salida en aquella direcciуn, estaba atrapado... ЎNo tenнa que pensar asн! Tras йl sonaron silbatos, y supo que ya habнan comenzado a perseguirlo. La adrenalina fluyу a raudales en su riego sanguнneo, y saliу corriendo hacia adelante, mientras las ricas proteнnas equinas de las salchichas aсadнan fuerza a sus piernas y le imprimнan una carrera que era un verdadero trote. Delante de йl vio una puerta, y se echу con todo su peso contra ella. Por un instante permaneciу inmуvil, y luego se abriу rechinando sobre sus oxidadas bisagras. Sin reparar en el peligro, se abalanzу por una escalera en espiral, bajando y bajando, hasta llegar a otra puerta, huyendo locamente, pensando ъnicamente en el escape.

De nuevo, con el instinto de un animal perseguido, huyу hacia abajo. No se fijу en que las paredes estaban ahora remachadas y en algunos sitios recubiertas de уxido, ni pensу que era poco usual el que tuviera que abrir una atrancada puerta de madera: Ўmadera en un planeta que no habнa visto un бrbol en un centenar de milenios! El aire era mбs hъmedo y a veces maloliente, y su empavorecida carrera lo llevу a travйs de un tъnel de piedra en el que bestias innominadas huyeron frente a йl con el tamborileo de malignas garras. Habнa largos espacios condenados a la oscuridad eterna, en donde tenнa que hallar su camino a tientas, corriendo sus dedos a lo largo del repugnante y viscoso moho que cubrнa las paredes. Donde habнa luces, brillaban dйbilmente tras sus cargas de telaraсas y cadбveres de insectos. Chapoteу a travйs de charcos de agua estancada, hasta que, lentamente, la extraсeza de lo que lo rodeaba le penetrу y le hizo mirar a su alrededor. En el suelo, bajo sus pies, habнa otra puerta, y aъn impelido por el reflejo de la huida la abriу, pero no llevaba a ninguna parte. En lugar de esto daba acceso a un depуsito de alguna clase de metal granuloso, no muy diferente al azъcar en bruto. Aunque quizб fuese un aislamiento. Tal vez fuera comestible. Se inclinу y cogiу un poco entre sus dedos, y lo aplastу con los dientes. No, no era comestible. Lo escupiу, aunque habнa algo realmente familiar en йl. Entonces recordу.

Era polvo. Tierra. Suelo. Arena. La cosa esa de que estбn hechos los planetas, de que este planeta estaba hecho. ЎEra la superficie de Helior, sobre la que descansaba el increнble peso de aquella ciudad que circundaba el mundo! Mirу hacia arriba, y por un inenarrable momento se dio cuenta repentinamente de aquel peso, de todo aquel peso, sobre su cabeza, apretando y tratando de aplastarlo. Ahora estaba en el fondo, en el verdadero fondo, y obsesionado por una claustrofobia galopante. Dando un dйbil gemido, corriу por el pasillo hasta que llegу a una inmensa puerta sellada y atrancada. No habнa salida por allн. Y cuando mirу al oscuro grosor de la puerta, decidiу que realmente no deseaba continuar por aquel camino. їQuй innombrables horrores podнan acechar tras una puerta como aquella, situada en el fondo del mundo?

Entonces, mientras la contemplaba, paralizado y con los ojos muy abiertos, la puerta chirriу y comenzу a abrirse. Dio la vuelta para echar a correr, y gritу muy alto su terror cuando algo lo aferrу en un apretуn irresistible...

 

CINCO

 

No es que Bill no tratara de resistirse, pero era imposible. Se agitу entre las garras de esquelйtico blancura que lo aferraban, y tratу fъtilmente de arrancбrselas de sus brazos, mientras todo el rato daba dйbiles gemidos de desesperaciуn, como un borrego apresado por las garras de un бguila. Agitбndose sin efectividad, fue arrastrado hacia atrбs a travйs del tremendo pуrtico que se abriу sin intervenciуn de mano humana.

- Bienvenido... - dijo una voz sepulcral, y Bill se tambaleу cuando el apretуn inmovilizador fue soltado, y luego se girу para enfrentarse con el gran robot blanco, ahora inmуvil. Al lado del robot se alzaba un hombrecillo de chaqueta blanca, que llevaba puesta una enorme cabeza monda y una sena expresiуn.

- No tiene por quй decirme su nombre - dijo el hombrecillo -, a menos que lo desee. Pero yo soy el Inspector Jeyes. їHa venido en busca de asilo?

- їAcaso lo ofrece? - preguntу Bill, dubitativo.

- Es un punto interesante, muy interesante - Jeyes se frotу sus arrugadas manos con un sonido seco y бspero -. Pero no debemos meternos ahora en argumentos teolуgicos, a pesar de lo tentadores que puedan ser, se lo aseguro. Asн que creo que lo mejor serб que haga una declaraciуn de hecho, sн, realmente. Encontrarб asilo aquн... їHa venido para obtenerlo?

Bill, ahora que se habнa recobrado de su primitiva emociуn, estaba comportбndose cautelosamente, recordando todos los follones en que se habнa visto envuelto por abrir su boca.

- Escuche, no sй ni quien es usted ni donde estoy, ni quй me pedirб a cambio de eso del asilo.

- Muy correcto, aunque le aseguro que el error fue mнo, ya que le tomй por uno de los desplanados de la ciudad, a pesar de que me doy cuenta de que los harapos que lleva puestos fueron en otro tiempo el uniforme de paseo de un soldado, y que el trozo de latуn oxidado en su pecho es lo que resta de una noble condecoraciуn. Bienvenido a Helior, el Planeta Imperial. Y їquй tal va la guerra?

- Bien, gracias... Pero їa quй viene todo esto?

- Soy el inspector Jeyes, del Departamento Municipal de Limpieza. Puedo ver, y sinceramente espero que perdonarб mi indiscreciуn, que se halla usted en dificultades, mal uniformado, sin Plano, y tal vez hasta le habrб desaparecido su tarjeta de identidad. - Contemplу el inquieto agitarse de Bill con ojos astutos, de pбjaro -. Pero no tiene por quй ser asн. Acepte el asilo. Proveeremos por ustedes, le daremos un buen trabajo, un nuevo uniforme, y hasta una nueva tarjeta de identidad.

- ЎTodo lo que tengo que hacer es convertirme en un barrendero! - resoplу Bill.

- Preferimos la apelaciуn de Agentes de Saneamiento - contestу humildemente el inspector Jeyes.

- Ya me lo pensarй - dijo frнamente Bill.

- їPuedo ayudarle a llegar a una decisiуn? - preguntу el inspector, apretando un botуn en la pared. El pуrtico a la oscuridad total se abriу de nuevo, chirriante, y el robot agarrу a Bill y comenzу a empujarle.

- ЎAsilo! - chillу Bill, y luego resoplу cuando el robot lo soltу y la puerta se cerrу de nuevo -. Iba a pedirlo de todas maneras, no tenнa por quй empujarme.

- Un millar de excusas, deseamos que se sienta feliz aquн. Bienvenido al DM de L. Aъn corriendo el riesgo de embarazarle, їpodrнa preguntarle si necesitarб una nueva tarjeta de identidad? Muchos de nuestros reclutas prefieren iniciar una nueva vida aquн en el departamento, y tenemos una vasta selecciуn de tarjetas entre las que pueden escoger. Tiene que recordar que eventualmente acabamos recogiйndolo todo, incluyendo los cadбveres y las papeleras vaciadas, y le sorprenderнa el nъmero de tarjetas que recogemos de esta forma. Si me hace el favor de entrar en este ascensor...

El DM de L tenнa un montуn de tarjetas, cajones y cajones de ellas, limpiamente archivadas por orden alfabйtico. En poco tiempo, Bill encontrу una con una descripciуn que se aproximaba bastante a la suya, emitida a nombre de un tal Wilhelm Stuzzicadenti, y se la enseсу al inspector.

- Muy bien, me alegra contar con usted, Villy...

- Prefiero que me llame Bill.

- ...y bienvenido al servicio, Bill. Siempre estamos faltos de personal aquн abajo, y podrб escoger las tareas que desee, sн, realmente, dependiendo naturalmente de su talento y de sus intereses. Cuando piensa en limpieza, їquй es lo que le viene a la mente?

- Basura.

El inspector suspirу.

- Esa es la reacciуn usual, pero habнa esperado algo mejor de usted. La Basura es una de las cosas con la que nuestra Divisiуn de Recogida tiene que enfrentarse. Tambiйn hay Restos, Desperdicios y Porquerнa. Ademбs, hay los otros departamentos independientes: Limpieza de los Departamentos, Reparaciуn de Caсerнas, Investigaciуn, Eliminaciуn de Aguas Residuales...

- Este ъltimo suena realmente interesante. Antes de que fuera alistado a la fuerza estaba cursando por correspondencia la carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes.

- ЎPero si esto es maravilloso! Tiene que contarme mбs de eso. Pero antes siйntese, pуngase confortable - llevу a Bill hasta un enorme sillуn tapizado, y luego se girу para sacar dos recipientes de plбstico de un dispensador -, y tуmese una refrescante Alco-Sacudida mientras habla.

- No hay mucho que decir, nunca pude terminar mi carrera, y parece que jamбs lograrй satisfacer mi ambiciуn de toda la vida de trabajar con fertilizantes. Tal vez su Departamento de Eliminaciуn de Aguas Residuales...

- Lo siento, es algo que me destroza el corazуn, visto que casi coincide con su especialidad por asн decirlo, pero esa es una tarea que no nos da ningъn problema, ya que estб casi totalmente automatizada. Estamos muy satisfechos de nuestro rйcord con las aguas residuales porque es realmente grande: debe de haber ciento cincuenta mil millones de personas en Helior...

- ЎHuau!

- ...tiene razуn, puedo verlo en el brillo de su ojos. Sн, ese es un montуn de aguas residuales, y espero en algъn momento tener el honor de mostrarle nuestra factorнa. Pero recuerde, donde hay aguas residuales tiene que haber comida, y con Helior importando toda su comida tenemos una operaciуn en cнrculo cerrado que es el sueсo de un ingeniero de Saneamiento. Las naves de los planetas agrнcolas traen la comida procesada que va a la poblaciуn, donde sufre lo que podrнamos llamar la Cadena de Mando. Nosotros recogemos los efluvios y los procesamos, con los tratamientos usuales, fнsicos y quнmicos, bacterias anaerobias y similares... їNo le estoy aburriendo con todo esto?

- No, por favor... - dijo Bill, sonriendo y secбndose una lбgrima con el puсo -. Es simplemente que me siento tan feliz. Hacнa tanto que no tenнa una conversaciуn inteligente...

- Ya me lo puedo imaginar; tiene que ser brutal en el servicio. - Le dio una palmada a Bill en el hombro, en un amistoso gesto de bienvenida -. Olvнdese de todo eso: ahora estб entre amigos. їDуnde estбbamos? Oh, sн, las bacterias. Entonces hay la deshidrataciуn y la compresiуn. Producimos uno de los mejores ladrillos de fertilizante condensado de toda la galaxia civilizada, y me enfrentarнa con cualquiera que tratase de negarlo...

- ЎY seguro que ganarнa! - afirmу fervientemente Bill.

- Las cadenas automбticas y los ascensores se llevan los ladrillos a los espaciopuertos, donde son cargados en las astronaves en cuanto son vaciadas, una carga completa por cada carga completa, ese es nuestro lema. Y he oнdo que en algunos de los planetas de suelo pobre dan vivas cuando las naves aterrizan. No, no podemos protestar de nuestro tratamiento de las aguas residuales, son los otros departamentos los que nos crean problemas - el inspector Jeyes vaciу su recipiente y se quedу sentado con cara huraсa, habiendo desaparecido su placer tan repentinamente como habнa aparecido.

- ЎNo, no haga eso! - le chillу a Bill, cuando este terminу su bebida e iniciу el gesto de tirar el recipiente vacнo al receptor de desperdicios de la pared -. No querнa gritar en esa forma - se disculpу -, pero ese es nuestro gran, gran problema. Los desechos. їHa pensado alguna vez en cuantos periуdicos tiran cada dнa ciento cincuenta mil millones de personas? їO cuantos recipientes no recuperables? їO platos de un solo uso? Estamos trabajando en Investigaciуn acerca de este problema, dнa y noche, pero no logramos solucionarlo. Es una pesadilla. Ese recipiente de Alco-Sacudida que tiene en la mano es una de nuestras respuestas, pero tan solo es una gota de agua en el ocйano.

Cuando las ъltimas gotas de lнquido se evaporaron del recipiente, este comenzу a agitarse obscenamente en la mano de Bill y, horrorizado, lo dejу caer al suelo, donde continuу agitбndose y cambiando de forma, desmoronбndose y aplanбndose ante sus ojos.

- Tenemos que agradecerle a los matemбticos esta soluciуn - dijo el inspector -. Para un topуlogo, un disco o una taza o un recipiente de lнquido tienen todos la misma forma: un sуlido con un agujero, y cualquiera de ellos puede ser convertido en cualquiera de los otros por una continua transformaciуn uno-a-uno. Asн que hicimos los recipientes con un plбstico con memoria que regresaba a su forma original una vez seco... mнrelo ahн.

El recipiente habнa cesado de agitarse, y ahora yacнa tranquilo en el suelo, un disco plano y finamente grabado con un agujero en el centro. El inspector Jeyes lo recogiу y le arrancу la etiqueta de Alco-Sacudida, y Bill pudo entonces leer la otra etiqueta que habнa estado oculta debajo: Amor en уrbita, Ўboing, boing, boing!, cantado por Los Coleуpteros.

- їNo es ingenioso? El recipiente se ha transformado en un disco de una de las mбs molestas canciones del momento, un objeto que ningъn adicto a la Alco-Sacudida puede, en ningъn caso, arrojar. Es recogido pues y guardado con cariсo, y no lanzado a un recipiente de basuras para crearnos otro problema.

El inspector Jeyes tomу ambas manos de Bill entre las suyas, y cuando lo mirу directamente a los ojos los suyos estaban bastante hъmedos.

- Diga que lo harб, Bill... que se dedicarб a la investigaciуn. Tenemos tal falta de hombres ingeniosos y entrenados que comprendan nuestros problemas. Tal vez no acabу con su carrera de Operador Tйcnico en Fertilizantes, pero puede ayudar, una mente joven con ideas jуvenes, una nueva escoba para ayudar a barrer las cosas, їeh?

- Lo harй - dijo con determinaciуn Bill -. La investigaciуn en los residuos es algo en lo que un hombre puede hincar el diente.

- Se lo ha ganado. Habitaciуn, manutenciуn y uniforme, mбs un salario digno, y todos los restos y porquerнas que desee. Nunca le sabrб mal esta decisiуn...

Una aullante sirena lo interrumpiу, y un instante despuйs un hombre sudoroso y excitado entrу corriendo en la habitaciуn.

- ЎInspector, esta vez sн que se ha disparado el cohete: la Operaciуn Platillo Volador ha fallado! Hay aquн un equipo de astronomнa que se estб pelando con nuestro grupo de investigaciуn, revolcados por el suelo como si fueran animales...

El inspector Jeyes estaba en la puerta antes de que el mensajero hubiera terminado, y Bill corriу tras suyo, lanzбndose por una rampa justamente despuйs de йl. Tomaron una cinta de sillas rodantes, pero era demasiado lenta para el inspector, que saltaba como un conejo de silla en silla, y Bill le seguнa de cerca. Entonces entraron en un laboratorio repleto de complejo equipo electrуnico y de hombres que se agitaban y luchaban, rodando y pateando en un lнo inexplicable.

- ЎParen en seguida, paren! - chillу el inspector, pero nadie le escuchу.

- Tal vez yo pueda ayudar - dijo Bill -. Aprendemos estas cosas en el ejйrcito. їCuбles son los Agentes de Saneamiento?

- Los de uniforme marrуn.

- No me diga mбs - dijo Bill, zumbando alegremente, se introdujo en la gruсente multitud y, con un puсetazo aquн, un aplastamiento de riсones allб, y tal vez con algunos golpes de karate que destruyen la laringe, restaurу el orden en la habitaciуn. Ninguno de aquellos agitados intelectuales tenнa un gran fнsico, y pasу a travйs de ellos como un cuchillo por la mantequilla, y entonces comenzу a extirpar a sus nuevos camaradas del lнo.

- їQuй ocurre, Basurero, quй ha pasado? - preguntу el inspector Jeyes.

- Son esos, seсor. Irrumpen aquн gritando, diciйndonos que acabemos con la Operaciуn Platillo Volador, justo cuando habнamos superado nuestro rйcord de eliminaciуn, cuando habнamos hallado que casi podнamos aceptar el doble de entradas...

- їQuй es eso de la Operaciуn Platillo Volador? - preguntу Bill, muy confuso por lo que sucedнa. Ninguno de los astrуnomos estaba aъn despierto, aunque alguno de ellos gemнa ya, asн que el inspector tuvo tiempo para explicarle, apuntando a un gigantesco aparato que llenaba todo un costado de la habitaciуn.

- Quizб fuera la respuesta a nuestros problemas - dijo - Son todos esos malditos platos y vasos eliminables de las comidas preparadas y demбs. ЎNo me atrevo ni a decirle cuantos metros cъbicos se han acumulado! Tal vez serнa mejor decir kilуmetros cъbicos. Pero Basurero estaba mirando un dнa una revista y leyу un artнculo sobre un transmisor de materia, e hicimos un pedido y compramos el modelo mбs grande que encontramos. Lo conectamos a la cinta sin fin y a los cargadores - abriу un panel al lado de la mбquina, y Bill vio un torrente de utensilios de plбstico usados que entraban a gran velocidad -, y alimentamos todos estos malditos desperdicios en el lado de entrada de la mбquina, y ha funcionado como un sueсo desde entonces.

- Pero... їadуnde van? - Bill seguнa alelado -. їDуnde estб la salida del transmisor?

- Una pregunta inteligente: ese era nuestro gran problema. Al principio simplemente los lanzбbamos al espacio, pero Astronomнa dijo que demasiados de ellos regresaban como meteoritos y estropeaban sus observaciones estelares. Aumentamos la energнa y los lanzamos mбs lejos, poniйndolos en уrbita, pero Navegaciуn dijo que estбbamos creando una molestia en el espacio, formando un peligro para la navegaciуn, y tuvimos que ir mбs lejos. Finalmente, Basurero consiguiу de Astronomнa las coordenadas de la estrella mбs cercana, y desde entonces los hemos estado echando a la estrella sin tener problemas y satisfaciendo a todo el mundo.

- So estъpido - dijo uno de los astrуnomos, entre labios rotos, mientras trataba de ponerse en pie -. ЎSus malditos desperdicios voladores han iniciado una nova en esa estrella! No podнamos imaginar quй era lo que la causaba hasta que hallamos su peticiуn de informaciуn en los archivos y nos enteramos de su imbйcil operaciуn de aquн abajo...

- Cuidado con lo que dice o lo vuelvo a dormir, so mamуn - gruсу Bill. El astrуnomo retrocediу y se puso pбlido, luego continuу en un tono mбs suave:

- Mire, tienen que comprender lo que ha pasado. No pueden estar lanzando todos esos бtomos de carbono e hidrуgeno a un sol y esperar que no pase nada. La cosa se ha vuelto nova, y me han dicho que no lograron evacuar completamente algunas bases de los planetas interiores.

- La eliminaciуn de los desperdicios no se realiza sin peligros. Al menos murieron en servicio a la humanidad.

- Bueno, sн, eso es fбcil de decir. Lo hecho, hecho estб. Pero tendrбn que detener su Operaciуn Platillo Volador. ЎInmediatamente!

- їPor quй? - preguntу el inspector Jeyes -. Tengo que admitir que este pequeсo asunto de la nova no estaba previsto, pero ya ha sucedido y no podemos hacer mucho al respecto. Y han oнdo decirle a Basurero que casi ha doblado la entrada, y que pronto recuperaremos el tiempo perdido...

- їPor quй cree que se ha doblado la capacidad de eliminaciуn? - gruсу el astrуnomo -. Han convertido a esa estrella en tan inestable que estб consumiйndolo todo y a punto de convertirse en una supernova, que no solo destruirб a todos sus planetas, sino que tal vez sus efectos lleguen hasta Helior y su sol. ЎDetenga inmediatamente su mбquina infernal!

El inspector suspirу y luego agitу la mano, en forma cansada y sin embargo final.

- Apбgala, Basurero... Tenнa que haber imaginado que esto era demasiado bueno para durar.

- Pero, seсor - el ingeniero estaba apretujбndose las manos con desesperaciуn -, volveremos a donde empezamos. Se comenzarб a amontonar de nuevo...

- ЎHaga lo que se le ordena!

Con un suspiro resignado, Basurero se arrastrу hasta el tablero de control y cerrу un conmutador. El tableteo y repiqueteo de las cintas sin fin muriу, y los zumbantes generadores cayeron en el silencio. Por toda la habitaciуn, los hombres de limpieza se hallaban en grupos silenciosos y deprimidos, mientras los astrуnomos volvнan a la consciencia y se ayudaban los unos a los otros a salir de la habitaciуn. Cuando salнa el ъltimo, se girу y, mostrando los dientes, escupiу la palabra:

- ЎRecogebasuras! - una llave inglesa lanzada contra йl golpeу la puerta cerrada, y la derrota fue completa.

- Bien, uno no puede vencer en todas las ocasiones - dijo enйrgicamente el inspector Jeyes, aunque sus palabras tenнan un tono hueco -. No obstante, Basurero, te traigo sangre nueva. Este es Bill, un joven de brillantes ideas para tu equipo de investigaciуn.

- Es un placer - dijo Basurero, haciendo desaparecer la mano de Bill en el interior de una de sus manazas. Era un hombre enorme, ancho, alto y grueso, con tez olivбcea y pelo negro oscuro que le colgaba casi hasta los hombros -. Ven, vamos a tripear un poco, y mientras te explicarй como estбn las cosas aquн y tъ me hablarбs de ti.

Caminaron por los prнstinos corredores del DM de L, mientras Bill le contaba su vida a su nuevo jefe. Basurero estaba tan interesado en esta que se equivocу al dar un giro y abriу una puerta sin mirar. Surgiу un torrente de potes y bandejas de plбstico que les llegу hasta las rodillas antes de que pudieran forzarla a cerrarse de nuevo.

- їLo ves? - le dijo a Bill con mal contenida rabia -. Estamos inundados. Hemos usado todo el espacio disponible para almacenamiento, y siguen amontonбndose las cosas. Por Krishna que no sй lo que va a pasar; ya no tenemos donde poner mбs.

Se sacу un silbato de plata del bolsillo y soplу enйrgicamente por йl. No produjo sonido alguno. Bill se distanciу un poco, contemplбndolo con sospecha, y Basurero le dirigiу un resoplido.

- No pongas esa cara de susto... aъn no se me ha perdido ningъn tornillo. Esto es un Silbato Supersуnico para Robots, que produce un sonido demasiado agudo para los oнdos humanos, pero que los robots pueden oнr perfectamente... їlo ves? - Con un resonar de ruedas, un robot basurero, un robas, llegу rбpidamente y, con veloces movimientos de sus brazos recogedores, comenzу a cargar toda la basura plбstica en su depуsito.

- Eso del silbato es una gran idea - comentу Bill -. Me gusta eso de poder llamar a un robot cuando uno lo necesita. їCrees que podrнa tener uno, ahora que soy Agente de Saneamiento como tъ y los demбs?

- Son algo especial - le contestу Basurero, entrando en la cantina por la puerta correcta -. Difнciles de conseguir, їentiendes?

- No, no entiendo. їTendrй uno o no?

Basurero lo ignorу, contemplando absorto el menъ y marcando un nъmero. La comida preparada y congelada saliу por el dispensador, y la empujу al calentador radar.

- їBien? - inquiriу Bill.

- Si tanto te interesa - explicу Basurero un tanto embarazado -, te dirй que los sacamos de los paquetes de cereales. En realidad, se trata de silbatos para perros que les regalan a los chicos consumidores. Ya te mostrarй donde estб el vertedero de las cajas y te podrбs buscar uno.

- Lo harй. Yo tambiйn quiero poder llamar a los robots.

Se llevaron sus comidas, ya calientes, a una de las mesas y entre bocados Basurero maldijo la bandeja de plбstico de la que estaba comiendo, pinchбndola irritado al final.

- Mira esto - dijo -: contribuimos a nuestra propia perdiciуn. Espera a ver como se amontonan ahora que hemos apagado el transmisor de materia.

- їHabйis pensado en echarlas al mar?

- El Proyecto Gran Chapuzуn estб trabajando en eso. No puedo contarte mucho acerca del mismo porque es alto secreto. Tienes que pensar que los mares de este planeta estбn cubiertos como todo lo demбs y que, en estos dнas, el agua ya es un verdadero purй. Echamos desperdicios en ellos tanto tiempo como pudimos, hasta que elevamos tanto su nivel que las olas llegaban hasta las escotillas de inspecciуn a la marea alta. Seguimos echando, pero a un ritmo mucho mбs lento.

- їY cуmo es eso posible? - se asombrу Bill.

Basurero mirу cuidadosamente a su alrededor, luego se inclinу por sobre la mesa, se colocу el нndice junto a la nariz, guiсу un ojo, sonriу y dijo chissss en un siseo apagado.

- їEs secreto? - interrogу Bill.

- Puedes estar seguro. Metereologнa se nos echarнa encima si se enterase. Lo que hacemos es evaporar y condensar el agua, y volver a tirar la sal al mar. ЎAdemбs, hemos arreglado en secreto ciertas tuberнas para que funcionen en sentido contrario! En cuanto nos enteramos que estб lloviendo en el techo, bombeamos nuestra agua y la dejamos mezclarse con la lluvia. Los de Metereologнa ya estбn medio locos. Cada aсo, desde que iniciamos el Proyecto Gran Chapuzуn, se ha incrementado la densidad de la lluvia en las zonas templadas en setenta y cinco centнmetros, y cae tanta nieve en los polos que algunos de los pisos superiores se estбn desplomando bajo el peso de la nieve. ЎPero hay que Eliminar la Basura! ЎSeguiremos siempre barriendo! No cuentes nada de esto: como sabes, es un secreto.

- Ni una palabra; aunque, realmente, es una gran idea.

Sonriendo orgullosamente, Basurero limpiу su bandeja y, echбndose hacia delante, la introdujo por un vertedero de desperdicios en la pared. Pero, al hacerlo, cayeron en cascada otras catorce bandejas sobre la mesa.

- ЎLo dicho! - Rechinу los dientes, instantбneamente deprimido -. Aquн es donde se acaba todo. Estamos en el fondo, y todo lo que echan en los demбs niveles acaba aquн, y estamos siendo invadidos sin que tengamos donde guardarlo ni forma en que eliminarlo. Tendrй que correr ahora. Serб preciso poner en marcha el Proyecto Gran Pulga de inmediato.

Se alzу, y Bill lo siguiу hasta la puerta.

- їEso de la Gran Pulga tambiйn es secreto?

- No lo serб en cuanto salga a la luz. Hemos sobornado a un inspector del Departamento de Salubridad para que diga haber encontrado evidencias de que uno de los dormitorios, uno de los grandes, estб siendo infestado por los insectos. Uno de los de kilуmetro de largo, por kilуmetro de ancho, por kilуmetro de alto. Piensa en eso: 1.000.000.000 de metros cъbicos de espacio de almacenamiento no utilizado. Sacarбn a todo el mundo para fumigar el lugar, y antes de que logren volver ya lo habremos llenado de bandejas de plбstico.

- їY no protestarбn?

- Naturalmente que protestarбn, pero їde quй les va a servir? Le echaremos las culpas a un error departamental, y les diremos que envнen la protesta a travйs de los canales habituales; y, en este planeta, los canales habituales son realmente complicados. Uno tiene que acostumbrarse a un retraso de diez a veinte aсos en la mayor parte de los trбmites. Aquн estб tu oficina - seсalу a una puerta abierta -. Ponte cуmodo y estudia los archivos, y mira a ver si se te ocurre alguna idea para el turno siguiente.

Se alejу a toda prisa.

Era una oficina pequeсa, pero Bill se sintiу orgulloso de ella. Cerrу la puerta y admirу los archivadores, el escritorio, la silla giratoria, la lбmpara, todo ello construido con una gran diversidad de botellas viejas, potes, cajas, bandejas y desperdicios. Pero ya habrнa mucho tiempo para disfrutar de ello. Ahora tenнa que ponerse a trabajar. Abriу el cajуn superior de un archivador y se quedу mirando al cadбver de ropa negra, barba espesa y rostro blanco que estaba allн metido. Lo cerrу de un golpe y se retirу rбpidamente.

- Venga, venga - se dijo a sн mismo con firmeza -. Soldado, ya has visto los suficientes cadбveres antes como para que te pongas nervioso al ver a este.

Regresу, tirу de nuevo del cajуn, y el cadбver abriу unos ojos perlinos y gomosos y lo contemplу fijamente.

 

SEIS

 

- їQuй es lo que estб haciendo usted en mi archivador? - le preguntу Bill al hombre cuando este saliу del interior, estirando sus agarrotados mъsculos. Era bajito, y su traje mugriento y pasado de moda estaba muy arrugado.

- Tenнa que verle... en privado. Esta es la mejor forma, lo sй por experiencia. їEstб usted descontento?

- їQuiйn es usted?

- La gente me llama Equis.

- їX?

- Lo ha cogido en seguida, es usted inteligente - una sonrisa pasу por su rostro, dejбndole contemplar por un instante los restos ennegrecidos de sus dientes, desvaneciйndose luego tan rбpidamente como habнa llegado -. Es usted el tipo de hombre que necesitamos en el Partido, un hombre que promete.

- їQuй partido?

- No pregunte mucho o se meterб en lнos. La disciplina es estricta. Pнnchese en la muсeca para poder hacer el Juramento de Sangre.

- їPara quй? - Bill lo contemplу muy fijamente, al tanto de cualquier movimiento sospechoso.

- Usted odia al Emperador que lo esclavizу en su ejйrcito fascista; usted es un hombre libre, amante de la libertad y temeroso de Dios, dispuesto a perder su vida para salvar a sus seres queridos; usted estб dispuesto a unirse a la lucha, a la gloriosa revoluciуn que liberarб...

- ЎFuera! - aullу Bill, cogiйndolo por las ropas y empujбndolo hacia la puerta. X se escapу de su apretуn y corriу tras el escritorio.

- Ahora es tan solo un lacayo de los criminales, pero libere su mente de las cadenas, lea este libro - algo revoloteу hasta el suelo -, y piense. Volverй.

Cuando Bill saltу sobre йl, X hizo algo a la pared y se abriу un panel, tras el que se desvaneciу. Se cerrу con un click, y cuando Bill lo mirу de cerca no pudo hallar ni marca ni seсal en la superficie, aparentemente sуlida. Con dedos temblorosos recogiу el libro y leyу el tнtulo: SANGRE, UNA GUIA PARA EL AFICIONADO A LA INSURRECCION ARMADA; luego, con rostro pбlido, lo echу a un lado. Tratу mбs tarde de quemarlo, pero las pбginas eran ininflamables. Tampoco pudo romperlas, las tijeras se embotaron sin poder cortar una sola hoja. Desesperadamente, acabу por tirarlo detrбs del archivador y tratar de olvidar que estaba allн.

Tras la calculada y sбdica esclavitud del servicio, el trabajar honestamente por sus basuras le representу un gran placer para Bill. Se zambullу en sus tareas, y estaba tan concentrado que ni notу que se abrнa la puerta, por lo que se asustу cuando el hombre hablу:

- їEs este el Departamento de Limpieza? - Bill alzу la mirada para ver a la rubicunda faz del reciйn llegado contemplбndole por encima de la inmensa pila de bandejas de plбstico que agarraba entre sus extendidos brazos. Sin mirar atrбs, el hombre cerrу la puerta de una patada y, bajo la pila de bandejas, apareciу otra mano con una pistola -. Un movimiento y lo mato - amenazу.

Bill podнa contar tan bien como el que mбs, y dos manos mбs una hacen tres, asн que decidiу efectuar un movimiento que valiese la pena, o sea que largу una patada al montуn de bandejas para que le pegaran al pistolero en la barbilla y lo echaran hacia atrбs. Cayeron las bandejas, y antes de que la ъltima hubiera llegado al suelo, Bill ya estaba sentado sobre la espalda del hombre, doblando su cabeza en el mortнfero casi dislocamiento venusiano que podнa partir una espina dorsal como si se tratase de un dйbil bastoncillo.

- Me rindo - gimiу el hombre -. I surrender, tu m'as eu, jб estб bй, ti prego camerata...

- Supongo que todos vosotros, los espнas chinger, hablбis un montуn de idiomas - replicу Bill, aumentando la presiуn.

- Mi ser... amigo - gorgoteу el hombre.

- Tъ ser chinger, tener tres brazos.

El hombre Se estremeciу un poco mбs y se le saltу uno de los brazos. Bill lo recogiу para mirarlo mejor, dбndole primero una patada a la pistola y mandбndola a un apartado rincуn.

- Es un brazo falso - dijo Bill.

- їQuй otra cosa podнa...? - dijo roncamente el hombre, dбndose masajes en el cuello con las dos manos autйnticas - Es parte del disfraz. Muy efectivo. Puedo llevar algo y seguir teniendo aъn una mano libre. їCуmo es que no se uniу a la revoluciуn?

Bill comenzу a sudar y a mirar subrepticiamente al archivador que ocultaba el libro peligroso.

- їDe quй habla? Soy un leal amante del Emperador...

- Ya. Entonces, їcуmo es que no ha informado a la C.I.A. que un hombre llamado X vino a ganarlo para su causa?

- їCуmo sabe eso?

- Nuestra tarea es saberlo todo. Aquн estб mi identificaciуn: agente Pinkerton, de la Comisiуn Intergalбctica de Averiguaciones - le pasу una tarjeta de identidad incrustada de joyas, con foto en colores y todo eso.

- Simplemente no querнa lнos - gimiу Bill -. Eso es todo. No molesto a nadie, y no quiero que nadie me moleste.

- Un noble sentimiento... Ўpara un anarquista! Muchacho, їes usted un anarquista? - sus aguzados ojos atravesaron una y otra vez a Bill.

- ЎNo! ЎEso no! ЎNo sй ni como se escribe eso!

- De verdad que espero que sea asн. Es usted un buen chico, y me gustarнa que siguiese asн. Le voy a dar una segunda oportunidad. Cuando vea de nuevo a X dнgale que ha cambiado de idea y que quiere unirse al Partido. Lo harб y trabajarб para nosotros. Cada vez que haya una reuniуn, me telefonearб al regresar, mi nъmero estб escrito en esta barra de caramelo - lanzу un envoltorio sobre la mesa -: Memorнcelo, y despuйs se la come. їQueda todo claro?

- No. No quiero hacerlo.

- Lo harб, o mandarй que lo fusilen por ayudar al enemigo antes de que pase una hora. Durante el tiempo que nos informe, le pagaremos cien pavos al mes.

- їPor adelantado?

- Por adelantado - el montуn de billetes aterrizу en el escritorio -. Eso es por este mes. Vea de ganбrselo -. Se metiу el brazo extra bajo otro real, recogiу las bandejas y se fue.

A medida que Bill pensaba en ello, mбs nervioso estaba al ver el lнo en que lo habнan metido. Lo ъltimo que deseaba era ser mezclado en una revoluciуn ahora que habнa logrado paz, seguridad, y una cantidad ilimitada de desperdicios; pero no, no lo dejaban en paz. Si no se unнa al Partido, la C.I.A. no lo dejarнa en paz, y una vez descubriesen su verdadera identidad ya podнa considerarse muerto. Pero aъn habнa la posibilidad de que X se olvidase de йl y no regresase, y, si no se lo pedнan, їcуmo iba a afiliarse? Se agarrу a este clavo ardiendo y se sumergiу en su trabajo para olvidarse de los problemas.

Casi de inmediato, hallу un filуn en los archivos de Desperdicios. Tras una cuidadosa comprobaciуn, averiguу que su idea no habнa sido intentada antes. Le llevу menos de una hora el reunir el material que necesitaba y, menos de tres horas mбs tarde, tras interrogar a todos los que encontraba y caminar interminables kilуmetros, logrу hallar la oficina de Basurero.

- Ahora ya puedes buscarte el camino de regreso - gruсу este -. їO es que no puedes ver que estoy ocupado?

Con temblorosos dedos, se sirviу otro medio vaso de Viejo Veneno Orgбnico y lo tragу de un sorbo.

- Puedes olvidarte de tus problemas...

- їY quй te crees que estoy haciendo? Esfъmate.

- No sin haberte enseсado esto. Una nueva manera de sacarse de encima las bandejas de plбstico.

Basurero se tambaleу, poniйndose en pie, y la botella cayу, sin que tratase de retenerla, al suelo, donde su contenido, al derramarse, comenzу a hacer un agujero en el revestimiento de teflуn.

- їHablas en serio? їEs positivo? їTienes una nueva soluciуn...?

- Positivo.

- Desearнa no tener que hacer esto - Basurero se estremeciу y tomу de un estante una jarra marcada SERENADOR, LA CURA INSTANTБNEA PARA LA EMBRIAGUEZ. NO DEBE DE TOMARSE SIN RECETA MЙDICA Y UNA PУLIZA DE SEGURO DE VIDA. Extrajo una pнldora moteada, del tamaсo de una nuez, la mirу, se estremeciу, y luego la tragу con un dolorido gulp. Instantбneamente, todo su cuerpo comenzу a vibrar y cerrу los ojos cuando algo hizo gmmmmmff en su interior y una dйbil columna de humo surgiу de sus orejas. Cuando abriу de nuevo los ojos, estos tenнan un brillante color escarlata, pero estaban sobrios.

- їQuй es? - preguntу roncamente.

- їSabes lo que es esto? - le preguntу Bill, lanzando un grueso volumen sobre el escritorio.

- El listнn de telйfonos de la ciudad de Storhestelortby en Prociуn III, segъn dice en la portada.

- їSabes cuбntos directorios telefуnicos viejos tenemos?

- Mi mente se niega a pensar en ello. Continuamente estбn cambiбndolos, y nosotros recibimos los viejos. їY quй?

- Te lo voy a enseсar. їTienes algunas bandejas de plбstico?

- їBromeas? - Basurero abriу un armario empotrado y de йl cayeron con estrйpito centenares de bandejas.

- Estupendo. Ahora yo pondrй algunas cosas mбs: algo de papel de embalar, cordel y cartуn tomados de un montуn de desperdicios, y ya tendremos todo lo que necesitamos. Si llamas a un robot de trabajos generales, te demostrarй el siguiente paso de mi plan.

- Un tra-ge-bot, son dos largos y un corto - Basurero silbу con fuerza con su silbato silencioso, y luego gimiу y se aferrу la cabeza hasta que dejу de vibrar. Se abriу la puerta de un empellуn y por ella apareciу un robot, cuyos brazos y tentбculos vibraban expectantes. Bill seсalу.

- Al trabajo, robot. Toma cincuenta de esas bandejas, empaquйtalas con cartуn y papel, y бtalas bien aseguradas con el cordel.

Zumbando con electrуnica dicha, el robot se abalanzу y un momento mбs tarde, un perfecto paquete se hallaba en el suelo. Bill abriу el listнn al azar y seсalу un nombre.

- Ahora pon la direcciуn que te seсalo, marca el paquete como «regalo gratuito, sin impuestos»... Ўy mбndalo por correo!

De uno de los dedos del robot surgiу un rotulador, con el que rбpidamente copiу la direcciуn en el paquete, lo pesу balanceбndolo en un brazo, lo franqueу con la franqueadora del escritorio de Basurero, y lo lanzу limpiamente por el buzуn de la pared. Se oyу el chuff del soplido cuando el tubo neumбtico se lo llevу hacia los niveles superiores. La boca de Basurero estaba desencajada mientras seguнa la rбpida desapariciуn de las cincuenta bandejas, asн que Bill redondeу su argumentaciуn:

- El trabajo robуtico para el empaquetado es gratuito, las direcciones nos salen gratis, y tambiйn los materiales de embalado. Y a eso se aсade el que, al ser esta una oficina gubernamental, el franqueo es gratuito.

- Tienes razуn... Ўfuncionarб! Un plan muy inspirado. Lo pondrй en marcha en gran escala de inmediato. Inundaremos la Galaxia habitada con esas malditas bandejas. No sй como agradecйrtelo...

- їQuй te parecerнa una prima en metбlico...?

- Una excelente idea. Te harй un cheque ahora mismo. Bill regresу a su oficina con la mano todavнa dolorida por los apretones de felicitaciуn y los oнdos aъn vibrando por las palabras de agradecimiento. Era un mundo maravilloso en el que vivir. Cerrу la puerta de golpe tras йl y se sentу en su escritorio, antes de darse cuenta de que un amplio y mugriento abrigo negro colgaba tras la puerta. Luego se dio cuenta de que era el abrigo de X. Luego se dio cuenta de que unos ojos lo miraban desde la oscuridad del cuello del abrigo, y se le detuvo el corazуn al comprender que X habнa regresado.

 

SIETE

 

- їHa cambiado de idea acerca de unirse al Partido? - le preguntу X mientras se liberaba del colgador y caнa al suelo.

- He estado pensando en ello - se estremeciу culpablemente Bill.

- El pensar equivale al actuar. Debemos apartar el hedor de las sanguijuelas fascistas de los olfatos de nuestros seres queridos y de nuestros hogares.

- Me ha convencido. Me afiliarй.

- La lуgica siempre vence. Firme en este impreso, una gotita de sangre aquн, y alce la mano mientras pronuncio el juramento secreto.

Bill alzу la mano, y los labios de X se movieron en silencio.

- No le oigo - se quejу Bill.

- Ya le dije que era un juramento secreto. Todo lo que tiene que hacer es decir sн.

- Sн.

- Bienvenido a la Gloriosa Revoluciуn - X le besу calurosamente en ambas mejillas -. Ahora venga conmigo a la reuniуn de la resistencia; estб a punto de empezar.

X corriу hacia la pared trasera y recorriу con los dedos el dibujo que formaba, apretando en una forma especial sobre algunos puntos; se oyу un clic, y la puerta secreta se abriу. Bill mirу dubitativo la oscura y hъmeda escalera que bajaba.

- їAdуnde va esto?

- A la resistencia, їadуnde iba a ir? Sнgame, procurando no perderse. Estas son catacumbas milenarias desconocidas para los de la ciudad de arriba, y en ellas habitan cosas desde tiempos inmemoriales.

Habнa antorchas en un nicho en la pared, y X prendiу una y abriу camino por entre la repugnante y hъmeda oscuridad. Bill lo acompaсу, siguiendo la parpadeante y humeante luz mientras serpenteaban a travйs de cavernas que amenazaban derrumbarse, tropezando con herrumbrosos raнles en un tъnel y chapoteando en oscura agua que les llegaba hasta las rodillas. En una ocasiуn, oyeron el chasquido de gigantescas garras cerca de ellos y una raspante voz inhumana les hablу desde la negrura:

- San... - dijo.

- ...gre - respondiу X; y luego le susurrу al oнdo de Bill, cuando hubieron pasado sin percance -: Es un excelente centinela. Se trata de un antropуfago de Dapdrof, que se lo come a uno al momento si no le da el santo y seсa del dнa.

- їY cuбl es el santo y seсa? - preguntу Bill, dбndose cuenta de que estaba haciendo demasiado por los cien pavos de la C.I.A.

- Los dнas impares es Sangre, los pares Delenda est Cartago y los domingos Necrofilia.

- No les ponen las cosas fбciles a los miembros.

- El antropуfago tiene hambre, y tenemos que mantenerlo contento. Ahora... silencio absoluto. Apagarй la luz, y lo llevarй por el brazo. - Se apagу la luz, y unos dedos se clavaron profundamente en el bнceps de Bill. Caminaron a tientas durante un tiempo que pareciу interminable, hasta que se vio una dйbil luz muy por delante. El suelo del tъnel se hizo llano, y vio una puerta abierta iluminada por una luz parpadeante. Se girу hacia su acompaсante y gritу:

- їQuй es usted?

La pбlida, blanca y renqueante criatura que lo aferraba por el brazo se girу lentamente para contemplarlo a travйs de ojos parecidos a huevos escalfados. Su tez era totalmente blanca, su cabeza estaba desprovista de cabello y por toda vestimenta llevaba tan solo un trozo de ropa arrollado a su cintura, mientras que en su frente llevaba marcada al fuego la letra escarlata A.

- Soy un androide - dijo con voz бtona -, como cualquier estъpido podrнa saber al ver la letra A en mi frente. Los hombres me llaman Golem.

- їY quй es lo que le llaman las mujeres?

El androide no contestу a esta ridнcula broma, empujando a Bill a travйs de la puerta hasta una amplia sala iluminada con antorchas. Bill dio una mirada, con los ojos desorbitados, a su alrededor, y tratу de escapar, pero el androide estaba bloqueando la puerta.

- Siйntese - le dijo a Bill, y este se sentу.

Se sentу entre la mбs asombrosa colecciуn de tipos raros, extraсos y estrafalarios que jamбs se hubiera reunido. En adiciуn a hombres de aspecto muy revolucionario con barbas, sombreros negros y pequeсas bombas redondas con largas mechas, y mujeres revolucionarias con faldas cortas, medias negras, cabello largo, boquillas, sostenes con las cintas rotas y halitosis, tambiйn habнan robots revolucionarios, androides, y un cierto nъmero de cosas extraсas que es mejor no describir. X estaba sentado tras una mesa de madera de cocina golpeando sobre ella con la culata de un revуlver.

- ЎOrden! ЎOrden! El camarada XC-189-725-PU de la Resistencia Unificada Robot tiene la palabra. ЎSilencio!

Un gran y muy mellado robot se puso en pie. Uno de sus tubos oculares habнa desaparecido. Mirу a la concurrencia con su ojo bueno, hizo la mejor mueca que podнa con un rostro inmуvil, y luego dio un largo trago de aceite de mбquina de una lata que le entregу un delgado y adulador robot barbero.

- Nosotros, los de R.U.R. - dijo con voz cascada -, conocemos nuestros derechos. Trabajamos duro y valemos tanto como cualquiera, y mбs que los desgraciados androides que dicen que casi son hombres. Todo lo que queremos es igualdad de derechos, igualdad de derechos...

Le obligaron a volver a su asiento entre las protestas de una claque de androides que agitaban sus pбlidos brazos como si fuesen un puchero de fideos al fuego. X golpeу de nuevo pidiendo orden, y casi lo habнa logrado cuando se produjo una repentina conmociуn en una entrada lateral y alguien se abriу camino hasta la mesa del orador. Aunque en realidad no era alguien, sino algo; para ser exactos, se trataba de una caja rectangular de un metro de lado, con ruedas, y repleta de luces, diales y conmutadores que arrastraba tras de sн un pesado cable que se desvanecнa mбs allб de la puerta.

- їQuiйn es usted? - preguntу X, apuntando con recelo su pistola a la cosa.

- Soy el representante de los computadores y cerebros electrуnicos de Helior, unidos en comitй para obtener igualdad de derechos segъn la ley.

Mientras hablaba, la mбquina escribнa las palabras en tarjetas perforadas que surgнan en un rбpido torrente, a cuatro palabras por tarjeta. X apartу irritado las tarjetas de la mesa.

- Esperarб su turno como los demбs - dijo.

- ЎDiscriminaciуn! - aullу la mбquina, en una voz tan alta que las antorchas parpadearon. Continuу gritando y escupiendo un torrente de tarjetas, en cada una de las cuales estaba escrita con airadas letras la palabra ЎDiscriminaciуn!, asн como metros y metros de cinta amarilla en la que estaba grabado el mismo mensaje. El viejo robot, XC-189-725-PU, se alzу de su silla con un rechinar de engranajes desgastados y claqueteу hasta el cable blindado que surgнa del representante de los computadores. Sus garras cortadoras hidrбulicas dieron un solo tajo, y el cable quedу segado. Las luces de la caja se apagaron y el rнo de tarjetas se secу; el cable cortado se agitу, escupiу algunas chispas por la parte seccionado, y luego se arrastrу hacia atrбs en direcciуn a la puerta, como una monstruosa serpiente, y se desvaneciу.

- Orden en la reuniуn - dijo X roncamente, y golpeу de nuevo.

Bill se estrechу la cabeza entre las manos y se preguntу si esto valнa los cien pavos al mes.

Pero cien pavos al mes era buen dinero, a pesar de todo, y Bill lo ahorrу hasta el ъltimo cйntimo. Pasaron fбciles y descansados meses en los que asistiу regularmente a las reuniones, y en los que informу regularmente a la C.I.A., y a primeros de cada uno de ellos encontraba su dinero como relleno de la pasta que invariablemente escogнa para el desayuno. Guardaba los grasientos billetes en un gato de juguete de goma que hallу en un montуn de desperdicios, y poco a poco el gatito creciу. La revoluciуn tan solo empleaba una pequeсa parte de su tiempo, y le encantaba su trabajo en el DM de L. Estaba al frente de la Operaciуn Paquete Sorpresa, y ahora tenнa a un equipo de un millar de robots trabajando a tiempo completo en el empaquetado y envнo de bandejas de plбstico a cada planeta de la Galaxia. Pensaba en ello como un trabajo benйfico, y podнa imaginar los emocionados gritos de alegrнa en el lejano planeta Lejano o en el distante planeta Distante, cuando el inesperado paquete llegase y el tesoro de bello, brillante y moldeado plбstico cayese estrepitosamente al suelo. Pero Bill estaba viviendo en un idнlico paraнso; y su complacencia bovina fue cruelmente despedazada un dнa cuando un robot se le acercу y le susurrу al oнdo:

- Sic temper tiranosaurio, pбsalo - y luego se alejу.

Era la seсal. ЎIba a comenzar la revoluciуn!

 

OCHO

 

Bill cerrу la puerta de su oficina y apretу por ъltima vez en una forma especial sobre algunos puntos, y el panel secreto se descorriу, abriйndose. Realmente ya no se descorrнa, sino que se desplomaba con un tremendo estrйpito, y ya lo habнa usado tanto durante aquel feliz aсo como Agente de Saneamiento que hasta cuando estaba cerrado dejaba pasar una muy perceptible corriente de aire que le daba en el cogote. Pero ya no serнa necesario mantener el secreto: habнa llegado al fin la crisis que tanto le habнa preocupado, y sabнa que se acercaban grandes cambios, fuera cual fuese el resultado de la revoluciуn; y la experiencia le habнa enseсado que los cambios siempre eran para empeorar. Con piernas pesadas e inseguras, trastabillу por las cavernas, tropezу con los herrumbrosos raнles, vadeу el agua, y dio la contraseсa al invisible antropуfago que hablaba con la boca llena, por lo que casi no se le entendнa. Alguien, en la excitaciуn del momento, habнa dado un santo y seсa equivocado. Bill se estremeciу; esto era un mal presagio para el porvenir.

Como de costumbre, Bill se sentу junto a los robots, buenos y sуlidos tipos con una educaciуn intrнnseca, por su construcciуn, a pesar de sus tendencias revolucionarias. Mientras X martilleaba pidiendo silencio, Bill se preparу para la prueba. Durante meses el agente Pinkerton le habнa estado pidiendo mбs informaciуn que la simple fecha de las reuniones, temario discutido y nъmero de asistentes. Insistнa en pedir hechos, hechos, hechos, que hiciera algo por ganarse el dinero.

- Tengo una pregunta - dijo Bill en voz alta pero temblorosa, mientras sus palabras caнan como bombas en el repentino silencio que siguiу al frenйtico golpear de X.

- No es tiempo para preguntas - le respondiу impacientemente X -. Ha llegado la hora de actuar.

- No me importa el actuar - dijo Bill, nerviosamente consciente de que todos los ojos, humanos, electrуnicos y criados en probetas, lo contemplaban -. Pero desearнa saber para quiйn lo voy a hacer. Nunca nos ha dicho quiйn va a suceder al Emperador cuando este haya desaparecido.

- Nuestro lнder es un hombre llamado X, eso es todo lo que necesita saber.

- ЎPero ese es tambiйn el nombre de usted!

- Al fin estб adquiriendo un rudimento de la Ciencia Revolucionaria. Todos los jefes de cйlula son llamados X para confundir al enemigo.

- No sй lo que le pasarб al enemigo, pero a mн sн que me confunde.

- Habla como un contrarrevolucionario - chillу X, y apuntу el revуlver a Bill. Las filas de atrбs se vaciaron cuando todos se apresuraron a salir del campo de tiro.

- ЎNo lo soy! Soy tan buen revolucionario como cualquiera de los presentes... ЎArriba la Revoluciуn! - dio el saludo del Partido, con las dos manos agarradas sobre la cabeza, y se sentу apresuradamente. Todos los demбs saludaron a su vez y X, algo aplacado, apuntу con el caсуn de su arma a un gran mapa colgado de la pared.

- Ese es el objetivo de nuestra cйlula: la Planta de Energнa Imperial en la Plaza Chauvinнstica. Nos concentraremos cerca de ella en pelotones, y luego nos uniremos para un ataque conjunto a las 0016 horas. No se espera que haya resistencia, pues la planta no estб vigilada. Se les entregarбn armas y antorchas al salir, asн como instrucciones impresas sobre la ruta correcta hasta los puntos de reuniуn, en beneficio de los desplanados de entre ustedes. їAlguna pregunta? - amartillу el revуlver, y lo apuntу al encogido Bill. No hubo preguntas -. Excelente. Nos pondremos en pie, y cantaremos el Himno de la Gloriosa Revoluciуn.

En un coro mixto de voces y altavoces mecбnicos, cantaron:

Alzaos, oh prisioneros de la burocracia, Repugnantes obreros de Helior, Alzaos y haced la Revoluciуn, ЎCon pistolas, pies, puсos y garras!

Animados por este entusiasta y monуtono ejercicio, salieron en lentas filas, recogiendo sus equipos revolucionarios. Bill se metiу en el bolsillo las instrucciones impresas, se echу al hombro su antorcha y el lanzarrayos de pedernal, y se apresurу una vez mбs a lo largo de los corredores. Casi no le quedaba tiempo para el largo viaje que tendrнa que hacer, y debнa de informar previamente a la C.I.A.

Esto era mбs fбcil de decir que de hacer, y comenzу a sudar mientras marcaba de nuevo el nъmero. Era imposible conseguir lнnea y, o bien las centralitas estaban ocupadas, o bien los revolucionarios habнan comenzado a interferir las comunicaciones. Suspirу tranquilizado cuando las insolentes facciones de Pinkerton llenaron por fin la pequeсa pantalla.

- їQuй pasa?

- He descubierto el nombre del lнder de la revoluciуn. Es un hombre llamado X.

- їY pretende una prima por eso, estъpido? Esa informaciуn estб en los archivos desde hace meses. їAlgo mбs?

- Bueno... la revoluciуn va a comenzar a las 0016 horas, y pensй que le gustarнa saberlo.

Esto le demostrarб lo que valgo, pensу. Pinkerton bostezу.

- їEso es todo? Para su conocimiento, le dirй que esa informaciуn ya estб pasada. No es usted el ъnico espнa que tenemos, aunque probablemente sea el peor. Ahora escuche. Anуtese esto en algъn sitio para que no lo olvide. Su cйlula tiene que atacar la Planta de Energнa Imperial. Vaya con ellos hasta la Plaza, luego busque una tienda con el letrero JAMONES HEBREOS CONGELADOS, donde estarб escondida nuestra unidad. Vaya allн y presйntese a mн, їentiende?

- Afirmativo. - Se cortу la comunicaciуn, y Bill buscу un trozo de papel de embalar y una cuerda con los que envolver la antorcha y el lanzarrayos hasta que llegara el momento de usarlos. Tenнa que apresurarse: quedaba poco tiempo para la hora cero, y la distancia a recorrer era mucha y la ruta muy complicada.

- Casi ha llegado tarde - le dijo Golem el androide, cuando Bill casi se derrumbу en el callejуn sin salida que era el punto de reuniуn.

- No me grites, hijo de probeta - jadeу Bill, rasgando el papel del paquete -. Dame lumbre para mi antorcha.

Ardiу una cerilla, y en un instante se prendieron y humearon las embreadas antorchas. La tensiуn creciу mientras el segundero se acercaba a la hora, y los pies se agitaron nerviosos sobre el pavimento metбlico. Bill saltу cuando sonу el agudo toque de un silbato, y entonces surgieron del callejуn en una oleada humana e inhumana, con un gutural grito surgiendo de gargantas y altavoces, con las armas dispuestas. Corrieron por pasillos y corredores, con chispas como lluvia cayendo de sus antorchas. ЎEso era la revoluciуn! Bill se dejу llevar por la emociуn y la masa de cuerpos, y vitoreу tan enйrgicamente como los demбs, y apretу la antorcha primero contra una pared y luego contra una de las sillas de una acera rodante, lo cual hizo que se apagara, pues todo lo que hay en Helior o estб hecho en metal o es incombustible. No habнa tiempo de volverla a encender, y la arrojу a lo lejos cuando surgнan a la inmensa plaza que se hallaba frente a la planta de energнa. La mayor parte de las antorchas se habнan ya apagado, pero no las necesitarнan, tan solo tendrнan que utilizar ahora sus lanzarrayos de pedernal para volarle las tripas a cualquier sucio lacayo del Emperador que tratase de interponerse en su camino. Otros grupos estaban surgiendo de las calles que llevaban a la plaza, uniйndose en una arrolladora masa ciega que atronaba hacia las tйtricas paredes de la estaciуn de energнa.

Un letrero luminoso que parpadeaba llamу la atenciуn de Bill. Decнa: JAMONES HEBREOS CONGELADOS, y tragу saliva al volverle la memoria. ЎPor Arimбn que se habнa olvidado de que era un espнa de la C.I.A., y habнa estado a punto de unirse al ataque a la planta de energнa! ЎAъn tenнa tiempo de escapar antes de que cayese el contragolpe! Sudando bastante, comenzу a abrirse camino por entre la multitud hacia el letrero... luego se hallу al borde de la misma y corriendo hacia la seguridad. No era tarde todavнa. Asiу la manija y tirу de ella, pero la puerta no quiso abrirse. Aterrorizado, la girу y agitу hasta que todo el frontis del edificio comenzу a estremecerse, moviйndose de un lado para otro y crujiendo. Se lo quedу contemplando en paralizado horror, hasta que un fuerte siseo le llamу la atenciуn:

- Ven aquн, estъpido mamуn - susurrу la voz; y mirу, para ver al agente Pinkerton de la C.I.A. en la esquina del edificio haciйndole seсas irritado. Bill siguiу al agente, torciendo la esquina, y encontrу allн a una apreciable multitud, y habнa sitio bastante para todos porque no habнa edificio. Ahora Bill podнa ver que el edificio era tan solo un decorado hecho de cartуn piedra con una manija clavada, asegurado por unos soportes de madera a la parte delantera de un tanque atуmico. Un cierto nъmero de soldados con pesadas armaduras y agentes de la C.I.A., asн como un nъmero aъn mayor de revolucionarios, estaban agrupados alrededor de los costados acorazados y de las orugas del tanque. Al lado de Bill estaba el androide, Golem.

- ЎUsted! - se atraganto Bill, y el androide arrugу los labios en una cuidadosa y ensayada mueca despectiva.

- Naturalmente... lo vigilaba para la C.I.A. No se deja nada al azar en esta organizaciуn.

Pinkerton estaba mirando a travйs de un orificio en el falso frontis.

- Creo que todos los agentes se han puesto ya a salvo - dijo -, pero tal vez deberнamos esperar algo mбs. Segъn las ъltimas estadнsticas, habнa agentes de sesenta y cinco grupos de investigaciуn, espionaje y contraespionaje vigilando esta operaciуn. Esos revolucionarios no tenнan ninguna posibilidad...

Desde la planta aullу una sirena, lo cual era aparentemente una seсal preestablecida, pues los soldados golpearon el decorado de cartуn piedra hasta que se soltу y cayу al suelo.

La Plaza Chauvinнstica estaba vacнa.

Bueno, realmente, no estaba vacнa. Bill mirу bien y vio que todavнa quedaba en ella un hombre; al principio, no lo habla visto. Estaba corriendo en su direcciуn, pero se parу con un dйbil gemido cuando vio lo que estaba escondido tras el edificio.

- ЎMe rindo! - gritу, y Bill vio que era el hombre llamado X. Se abrieron las puertas de la planta de energнa y por ellas surgiу un escuadrуn de tanques lanzallamas.

- ЎCobarde! - bufу Pinkerton, echando hacia atrбs el seguro de su pistola -. No trate de escurrir el bulto ahora, X, y al menos muera como un hombre.

- No soy X... ese es tan solo un nombre falso - se arrancу su falsa barba y bigote para mostrar un agitado y anodino rostro -. Soy Gill O'Teen, Graduado y Doctor por la Escuela Imperial de Contraespionaje y Dobleagentismo. Fui encargado de esta operaciуn, puedo probarlo, tengo documentos. El Prнncipe Microcйfalo me pagу para que destronase a su tнo y asн pudiese proclamarse йl Emperador...

- Me cree estъpido - cortу Pinkerton, apuntбndole con su arma -. El Viejo Emperador, descanse en paz, muriу hace un aсo, y el Prнncipe Microcйfalo es el Nuevo Emperador. ЎNo puede hacer una revoluciуn contra el hombre que lo contratу!

- Nunca leo los periуdicos - gimiу O'Teen, alias X.

- ЎFuego! - ordenу implacable Pinkerton, y de todos lados cayу una avalancha de proyectiles atуmicos, chorros de llamas, balas y granadas. Bill se echу al suelo y, cuando alzу la cabeza, la plaza estaba vacнa, a excepciуn de una grasienta mancha y un poco profundo hueco en el pavimento. Mientras seguнa mirando, apareciу zumbando un robot barrendero y absorbiу la grasa. Zumbу otro poco, y rellenу el hueco con un chorro de lнquido reparador de un tanque de su interior.

Cuando rodу alejбndose, no quedaba ni rastro de nada.

- Hola, Bill... - dijo una voz que era tan paralizadoramente familiar que el cabello de Bill se puso de punta y le quedу como si fuera la cerda de un cepillo. Se girу y vio un pelotуn de PM que estaba allн, y especialmente contemplу a la enorme y repugnante forma del que los mandaba.

- Deseomortal Drang... - se asombrу.

- El mismo.

- ЎSбlveme! - jadeу Bill, corriendo hacia el agente Pinkerton de la C.I.A. y abrasбndose a sus rodillas.

- їSalvarlo? - riу este, dбndole un rodillazo en la mandнbula y echбndolo de espaldas -. Yo soy quien los ha llamado. Muchacho, comprobamos tu historial, y averiguamos que estбs en un buen lнo. Hace un aсo que desertaste del Ejйrcito, y no queremos a desertores en nuestro equipo.

- Pero trabajй para usted... le ayudй...

- Llйvenselo - dijo Pinkerton, y le dio la espalda.

- No hay justicia - gimiу Bill, mientras los odiados dedos se clavaban de nuevo en sus brazos.

- Claro que no - le dijo Deseomortal -. їO es que creнas lo contrario?

Se lo llevaron a rastras.

 

 

LIBRO TRES - E= MC O Al INFIERNO

 

UNO

 

- Quiero un abogado. ЎTengo que tener un abogado! ЎSй cuales son mis derechos!

Bill golpeaba los barrotes de su celda con la jarra mellada en la que le servнan su ъnica comida diaria de pan y agua, gritando a todo pulmуn para atraer la atenciуn. Nadie llegу en respuesta a sus llamadas y finalmente, ronco, cansado y deprimido, se echу en el nudoso camastro de plбstico y se puso a contemplar el techo metбlico. Hundido en su miseria, contemplу el gancho durante largos minutos hasta que finalmente lo vio por primera vez. їUn gancho? їPara quй habrнa allн un gancho? Aъn en su apatнa le preocupaba, tal y como le preocupaba el que le hubieran dado un resistente cinturуn de plбstico con una firme hebilla para sus pantalones de presidiario. їY quiйn usa un cinturуn en unos pantalones que forman parte de un mono? Le habнan quitado todo lo que llevaba y le habнan entregado tan solo unas zapatillas de papel, un mono arrugado y un excelente cinturуn. їPor quй? їY por quй habнa un sуlido gancho rompiendo la simйtrica desnudez del techo?

- ЎEstoy salvado! - gritу Bill; y saltу hacia arriba, balanceбndose en el borde del camastro y secбndose el cinturуn. Habнa un agujero en el refuerzo del extremo del cinturуn que se ajustaba perfectamente al gancho; mientras que, por otra parte, la hebilla formaba un perfecto nudo corredizo que se ajustarнa maravillosamente a su cuello. Y podrнa pasбrselo por la cabeza, ajustar la hebilla bajo su oreja, saltar desde el camastro y estrangularse dolorosamente con los pies a un palmo del suelo. Era perfecto.

- ЎEs perfecto! - gritу alegremente, y saltу del camastro y corriу en cнrculos bajo el nudo, gritando Jauu-jauu-jauu tapбndose y destapбndose la boca con la mano.

- ЎNo estoy perdido, acabado, terminado y eliminado! ЎQuieren que me mate yo mismo para facilitarles las cosas!

Esta vez se echу en la cama sonriendo feliz y tratando de pensar en ello. Tenнa que haber una posibilidad de que pudiera escapar de esto con vida, o no se habrнan tomado este trabajo para asegurarse de que tenнa una oportunidad de colgarse йl mismo. їO acaso estarнan jugando una partida doble, haciйndole creer que habнa esperanzas cuando no habнa ninguna? No, eso era imposible. Tenнan una buena serie de atributos: mezquindad, avaricia, irritabilidad, vengatividad, superioridad, apetencia de poder... la lista era casi interminable, pero de una cosa estaba seguro: la sutileza no estaba en ella.

Pero, їa quiйn le estaba echando las culpas? Por primera vez en su vida, Bill se preguntу quienes serнan esos ellos a los que siempre se les echan las culpas. Todo el mundo los culpaba a ellos de todo, todo el mundo sabнa que ellos traнan los problemas. Hasta sabнa por experiencia propia como eran ellos. Pero, їquiйn eran ellos?

Se oyу raspar una pisada en la parte exterior de la puerta, y cuando mirу vio a Deseomortal Drang contemplбndolo con resentimiento.

- їQuiйn son ellos? - preguntу Bill.

- Ellos son cualquiera que quiere formar parte de su grupo - le contestу filosуficamente Deseomortal, haciendo resonar uno de sus colmillos -. Ellos son tanto un estado mental como una instituciуn.

- ЎNo me suelte esas paparruchadas mнsticas! Lo que quiero es una respuesta concreta a una pregunta concreta.

- Estoy contestбndote concretamente - le dijo con toda sinceridad Deseomortal -. Mueren y son reemplazados, pero la instituciуn de los ellos continъa.

- Lamento haber hecho esa pregunta - dijo Bill, deslizбndose hasta que pudo susurrar por entre los barrotes Necesito un abogado. Deseomortal, viejo camarada, їpuede hallarme un buen abogado?

- Ya nombrarбn un abogado para representarte.

Bill produjo el sonido mбs soez que conocнa.

- Claro, y todos sabemos lo que me pasarб con uno de esos abogados. Necesito un abogado que me ayude. Tengo dinero para pagarle...

- Bueno, їy por quй no lo dijiste antes? - Deseomortal se puso sus gafas de montura de oro y ojeу lentamente las pбginas de una pequeсa agenda -. Me llevarй un diez por ciento de comisiуn por ocuparme de este asunto.

- Afirmativo.

- Bien... їquieres un abogado barato y honesto o uno caro y deshonesto?

- Tengo 17.000 pavos escondidos donde nadie puede encontrarlos.

- Tendrнas que habйrmelo dicho desde el principio. - Deseomortal cerrу la agenda y se la guardу -. Debieron de sospechar algo de esto, y por eso te dieron el cinturуn y la celda con el gancho. Con esa cantidad de dinero puedes contratar al mejor de todos.

- їY quiйn es?

- Abdul O'Brien-Cohen.

- Mбndelo a buscar.

No habнan pasado mбs que dos jarras de agua y pan duro cuando se oyeran nuevos pasos en el corredor y una clara y penetrante voz rebotу en las gйlidas paredes.

- Salaam, muchachуn, a fe mнa que he pasado un condenado rato para llegar hasta aquн.

- Este es un caso de consejo de guerra - le dijo Bill al hombre de aspecto ordinario y con rostro vulgar que se hallaba al otro lado de los barrotes -. No creo que permitan que intervenga un abogado civil.

- Begorrah, pueblerino... por voluntad de Alб estoy preparado para cualquier contingencia - se sacу un enhiesto bigote de engomadas puntas de un bolsillo y se lo pegу al labio superior. Al mismo tiempo, sacу pecho, y sus hombros parecieron hacerse mбs anchos, y un resplandor acerado apareciу en su mirada, y su rostro adquiriу una rigidez militar -. Me complace conocerle. Estamos juntos en esto, y quiero que sepa que no lo abandonarй aunque tan solo sea un soldado.

- їQuй pasу con Abdul O'Brien-Cohen?

- Estoy en la escala de reserva del Cuerpo Imperial de Leguleyos: el capitбn A. C. O'Brien a su servicio. їSe mencionу una suma de 17.000?

- Me llevarй el diez por ciento de eso - dijo Deseomortal, apareciendo.

Se iniciaron las negociaciones, que duraron un cierto nъmero de horas. Los tres se agradaban, se respetaban y desconfiaban mutuamente unos de otros, asн que se establecieron elaborados sistemas de seguridad. Cuando Deseomortal y el abogado se marcharon, tenнan minuciosas instrucciones de como hallar el dinero, y Bill tenнa declaraciones firmadas con sangre y las huellas digitales de los otros jurando que eran miembros del Partido dedicados a destronar al Emperador. Cuando regresaron con el dinero, Bill les devolviу las declaraciones tan pronto como O'Brien le hubo firmado un recibo comprometiйndose a defenderlo en el consejo de guerra a cambio de la suma de 15.300 pavos. Todo se llevу a cabo en una forma muy digna y satisfactoria.

- їLe gustarнa saber mi versiуn de los hechos? - preguntу Bill.

- Naturalmente que no, no tiene nada que ver con las acusaciones. Cuando se alistу en el Ejйrcito firmу una renuncia a todos sus Derechos Humanos. Pueden hacer lo que quieran con usted. La ъnica ventaja que tiene es que tambiйn ellos son prisioneros de su propio sistema, y deben regirse por el complejo y autocontradictorio cуdigo de leyes que han edificado durante siglos. Quieren fusilarlo por desertor, y han preparado una acusaciуn irrebatible.

- ЎEntonces me fusilarбn!

- Quizб, pero ese es un riesgo que tenemos que correr.

- їTenemos...? їRecibirб usted la mitad de los disparos?

- No se haga el listo cuando hable con un oficial, so cerdo. Confнe en mн, tenga fe, y espere a que cometan algunos errores.

Despuйs de esto, solo fue cosa de marcar el tiempo que pasу hasta el juicio. Bill supo que ya estaba cerca cuando le dieron un uniforme con la insignia de especialista en fusibles de primera clase en la manga. Luego llegу la guardia marcando el paso, se abriу la puerta, y Deseomortal le hizo una seсa para que saliera. Marcharon juntos, y Bill sacу todo el placer que pudo de cambiar el paso para hacer equivocarse a sus guardianes. Pero una vez hubo traspuesto la puerta de la corte, adoptу una postura marcial y tratу de parecer un viejo luchador con sus medallas tintineando en el pecho. Habнa una silla vacнa al lado de un muy arreglado, uniformado y militar Capitбn O'Brien.

- Asн estб bien - le dijo O'Brien -. Siga con el papel de veterano, gбneles en su propio juego.

Se pusieron en pie cuando entraron los oficiales de la Corte. Bill y O'Brien estaban sentados a un extremo de una larga mesa de plбstico negro, mientras que al otro extremo de la misma se hallaba el fiscal, un Mayor canoso y de aspecto severo que llevaba un corsй barato. Los diez oficiales de la Corte se sentaron en el lado largo de la mesa, desde donde podнan mirar ceсudos a la audiencia y a los testigos.

- Comencemos - dijo el Presidente de la Corte, un Almirante de la Flota, calvo y regordete, con la adecuada solemnidad -. Que se inicie el juicio, que se cumpla la justicia en el mбs breve plazo, y que se halle culpable al prisionero para que sea fusilado.

- Protesto - dijo O'Brien, saltando en pie -. Esos comentarios demuestran prejuicios contra el acusado, que es inocente hasta que no se pruebe su culpabilidad...

- Se deniega la protesta - el mazo del Presidente golpeу la mesa -. Se impone una multa de 50 pavos al abogado defensor por interrupciуn injustificada. El acusado es culpable, como demostrarбn las pruebas, y serб fusilado. Se harб justicia.

- Asн que van a jugar de esa manera - murmurу O'Brien entre semicerrados labios -. Puedo enfrentarme con ellos en cualquier terreno, siempre que conozca las reglas del juego.

El fiscal ya habнa comenzado su intervenciуn inicial con monуtona voz:

- ...y por tanto probaremos que el especialista en fusibles de primera clase Bill sobrepasу alevosamente el permiso que le habнa sido concedido oficialmente durante un perнodo de nueve dнas, y consiguientemente resistiу su arresto y escapу de quienes pretendнan retenerlo, eludiendo con йxito su persecuciуn, tras lo cual permaneciу ausente por un perнodo de mбs de un aсo standard, por lo que consecuentemente es culpable de deserciуn...

- ЎCulpable hasta el cuello! - gritу uno de los oficiales de la Corte, un Mayor de Caballerнa con el rostro rojizo y un monуculo negro, saltando en pie y haciendo caer su silla -. Voto culpable... ЎFusilen a este hijo de madre!

- Estoy de acuerdo, Sam - aceptу el Presidente, dando un golpecito con su mazo -. Pero tenemos que fusilarlo segъn las reglas, asн que todavнa nos llevarб un tiempo.

- Todo eso es falso - siseу Bill a su abogado -. Los hechos son...

- No se preocupe por los hechos, Bill, a nadie de aquн le preocupan. Los hechos no pueden alterar el caso.

- ...y por consiguiente pedimos la pena mбxima: la muerte - dijo finalmente el fiscal, arrastrбndose hasta el fin de su intervenciуn.

- їVa a hacernos perder nuestro tiempo con una intervenciуn, Capitбn? - preguntу el Presidente, fulminando a O'Brien con la mirada.

- Tan solo unas pocas palabras, si la Corte me permite...

Se produjo una repentina conmociуn entre los espectadores y una mujer desmaсada, con una toquilla sobre la cabeza, aferrando contra su pecho un paquete envuelto en una manteleta, corriу adelantбndose hasta la mesa.

- Excelencias... - jadeу -, no me quiten a mi Bill, la luz de mi vida. Es un buen hombre, y todo lo que hizo fue solo por mн y por mi pequeснn - alzу el paquete, y se pudo oнr un dйbil gemido -. Cada dнa querнa dejarme y regresar a su deber, pero yo estaba enferma y el niсito estaba enfermo, y le suplicaba con lбgrimas en los ojos que se quedase...

- ЎSбquenla de aquн! - la maza golpeу estrepitosamente. -... y йl se quedaba, jurando siempre que serнa tan solo por otro dнa mбs, sabiendo siempre mi amor que si nos dejaba нbamos a morir de hambre... - su voz fue apagada por la masa de los PM uniformados de gala que se la llevaron forcejeando hacia la puerta - ...y benditas sean sus excelencias si lo liberan, pero si lo condenan, malditos almas negras, que se pudran sus cuerpos y ardan en el infierno... - se cerrу la puerta y se cortу su voz.

- Borren eso de los archivos - dijo el Presidente, y le lanzу una airada mirada al abogado defensor -. Y si creyese que usted tenнa algo que ver en este asunto, lo harнa fusilar junto con su cliente.

O'Brien aparecнa como el hombre mбs inocente, con los dedos sobre el pecho y la cabeza echada atrбs, comenzando un comentario inocente, cuando se produjo otra interrupciуn: un viejo se puso en pie en uno de los bancos del pъblico y agitу sus brazos para llamar la atenciуn.

- Escuchadme, todos y cada uno de vosotros. La justicia debe de ser cumplida, y yo soy su instrumento. Habнa pensado guardar mi silencio y permitir que un hombre inocente fuera ejecutado, pero no puedo hacerlo. Bill es mi hijo, mi ъnico hijo, y le roguй olvidara su deber para ayudarme, pues muriйndome como estaba de cбncer, deseaba verle por ъltima vez, pero йl se quedу para cuidarme... - se vio una lucha cuando los PM asieron al hombre y comprobaron que estaba encadenado al banco -. Sн, lo hizo, me cocinу gachas y me las hizo comer, y lo hizo tan bien que poco a poco fui recuperбndome hasta que ya me ven ahora, soy un hombre sano, curado por las gachas cocinadas por mi leal hijo. Y ahora mi niсo tiene que morir porque me salvу, pero esto no serб asн. Tomad mi pobre vieja vida inъtil a cambio de la suya. - Resoplу un cortafrнos atуmico, y el viejo fue lanzado por la puerta.

- ЎYa estб bien! ЎYa es demasiado! - aullу el enrojecido Presidente de la Corte, golpeando con tal fuerza que rompiу el mazo y lanzу los fragmentos por la sala -. Vacнen la sala testigos. Esta Corte ordena que el resto de espectadores del juicio sea llevado a travйs de las normas de la Jurisprudencia sin que sean admitidos ni testigos ni pruebas - paseу una rбpida mirada por sus cуmplices, que asintieron en solemne acuerdo - Por lo tanto, se halla al encausado culpable y serб fusilado tan pronto como puedan arrastrarlo al pabellуn de fusilamientos

Los oficiales de la Corte estaban ya levantбndose de sus sillas cuando la lenta voz de O'Brien los detuvo:

- Naturalmente, cae dentro de la jurisdicciуn de esta Corte el resolver la causa en la forma asн prescrita, pero tambiйn es necesario citar el Artнculo o Precedente en el cual se basa la decisiуn.

El Presidente suspirу y se sentу de nuevo.

- Desearнa que no tratase de ponerse difнcil, Capitбn.. conoce usted tan bien los Reglamentos como yo, pero si insiste... Pablo, lйaselo.

El Experto Legal pasу las hojas de un grueso volumen sobre la mesa, encontrу el lugar, seсalбndolo con el dedo, y comenzу a leer:

- Artнculos de Guerra, Ordenanzas Militares, pбrrafo, pбgina, etc., etc... sн, aquн estб, pбrrafo 298-B... Si cualquier soldado de tropa se ausenta de su puesto designado por un perнodo de mбs de un aсo standard, serб considerado como culpable de deserciуn aunque se halle ausente en el juicio, y su castigo serб una muerte dolorosa.

- Eso parece bastante claro. їAlguna otra pregunta. - inquiriу el Presidente.

- No hay preguntas, pero me gustarнa citar un precedente - O'Brien habнa colocado frente a sн un alto montуn de libros y estaba leyendo del de mбs arriba -. Aquн estб: el soldado Acuclillado Lьvening contra el Cuerpo Aйreo del Ejйrcito de los Estados Unidos, en Texas 1944. Se dice aquн que Lьvening permaneciу ausente de su puesto durante catorce meses, y entonces fue descubierto en un escondrijo sobre el techo del comedor, de donde descendнa tan solo a altas horas de la noche para comer y beber lo que hallaba en la despensa y para descargar sus tripas. Como no habнa abandonado la base, no se le pudo considerar desertor ni ausente de su destino, y tan solo se le pudo dar un leve castigo disciplinario.

Los oficiales de la corte se habнan sentado de nuevo y estaban contemplando al Experto Legal, que estaba pasando a toda prisa las pбginas de sus propios libros. Finalmente, emergiу de entre ellos con una sonrisa y una referencia.

- Todo eso es correcto, Capitбn, excepto por el hecho de que el acusado de este caso sн se ausentу de su punto de destino: el Cuartel de Trбnsito para Tropa, y permaneciу errante por el planeta Helior.

- Todo eso es correcto, caballero - contestу O'Brien, tomando otro grueso volumen y agitбndolo por sobre su cabeza -. Pero en el caso de Arrastrado contra el Cuerpo Naval Imperial de Acomodaciones, en Helior 8832, se aceptу a fines de definiciуn legal que el planeta Helior serнa considerado como la ciudad de Helior, y que la ciudad de Helior serнa considerada como el planeta Helior.

- Todo lo cual es indudablemente cierto - interrumpiу el Presidente -, pero totalmente fuera de lugar. No tiene relaciуn con el presente caso, y le ruego que se apresure, Capitбn, puesto que tengo un compromiso para ir a jugar al golf.

- Podrб estar jugando dentro de diez minutos, seсor, si acepta ambos precedentes. Entonces, introducirй un ъltimo documento, una proclama redactada por el Almirante de la Flota Marmoset...

- ЎPero si ese soy yo! - boqueу el Presidente.

- ...al inicio de las hostilidades con los Chingers, cuando la ciudad de Helior fue puesta bajo ley marcial y considerada como un ъnico establecimiento militar en todo su conjunto.

Por consiguiente, someto a la decisiуn de la Corte el hecho de que el acusado es inocente del delito de deserciуn porque no saliу de este planeta, y por consiguiente nunca abandonу esta ciudad, y por consiguiente jamбs saliу del puesto al que estaba destinado.

Cayу un pesado silencio, que fue finalmente roto por la preocupada voz del Presidente cuando se volviу hacia el Experto Legal:

- їEs cierto lo que dice este cochino, Pablo? їNo podemos fusilar al tнo ese?

El Experto Legal estaba sudando copiosamente mientras rebuscaba enfebrecido por sus textos legales, hasta apartarlos finalmente y contestar con voz amargada:

- Es lo bastante exacto, y no hay forma de escaparnos de ello. Ese maldito pisaverde judeoбrabeirlandйs nos tiene cogidos. El acusado es inocente de los cargos que se le imputan.

- їNo habrб ejecuciуn...? - preguntу uno de los oficiales de la Corte con una voz aguda y entrecortado; y otro, mбs viejo, dejу caer la cabeza entre sus brazos y comenzу a sollozar.

- Bueno, pero no se va a escapar tan fбcilmente - dijo el presidente, haciendo una mueca hacia Bill -. Si el acusado estuvo en su puesto durante el pasado aсo, entonces tenнa que haber estado de servicio. Y, durante ese aсo, durmiу. Lo que significa que durmiу estando de servicio. Por consiguiente, lo condeno a trabajos forzados en una prisiуn militar por un perнodo de un aсo y un dнa, y ordeno que sea degradado a especialista en fusibles de sйptima clase. Arrбnquenle los galones y llйvenselo; me esperan en el campo de golf.

 

DOS

 

La prisiуn de trбnsito era un edificio provisional hecho de planchas de plбstico atornilladas a torcidos marcos de aluminio, y estaba en el centro de un gran cuadrilбtero. PM con бtomorifles con las bayonetas casadas hacнan la ronda alrededor del perнmetro de seis alambradas electrificadas. Se abrieron las puertas mъltiples por control remoto, y el robotesposador que lo habнa llevado hasta allн lo arrastrу a travйs de ellas. Esta condenada mбquina consistнa en un robusto y macizo cubo de una altura que le llegaba hasta las rodillas y que rodaba sobre ruidosas orugas. De su parte superior surgнa una barra terminada en unas esposas. Bill estaba encadenado a ellas. Era imposible escapar, pues si se intentaba forzar cualquier parte del robot este hacнa estallar, sбdicamente, una minibomba atуmica que llevaba en su interior, volбndose junto con su prisionero, asн como cualquier otra persona que se hallase en los alrededores. Una vez dentro del edificio, el robot se detuvo, y no protestу cuando el Sargento de Guardia abriу las esposas. Tan pronto como fue soltado su prisionero, la mбquina rodу, desvaneciйndose en su perrera.

- De acuerdo, chico listo, ahora estбs a mi cargo, y eso significa que tendrбs problemas - le espetу el Sargento a Bill. Tenнa la cabeza rapada, una mandнbula amplia y cubierta de cicatrices, y ojos pequeсos y juntos en los que ardнa la consumidora llama de la estupidez.

Bill cerrу sus propios ojos hasta que no fueron mбs que rendijas y lentamente alzу su brazo izquierdo/derecho, flexionando el bнceps. El mъsculo de Tembo se hinchу y partiу la delgada manga de la chaqueta de presidiario con un sonido rasgante. Luego, Bill seсalу la cinta del Dardo Pъrpura que llevaba clavada en el pecho.

- їSabe como me ganй esto? - preguntу con una cortante voz бtona -. La obtuve matando con mis propias manos trece chingers en el interior de una casamata contra la que me habнan mandado. Y estoy ahora aquн porque despuйs de matar a los chingers regresй a matar al sargento que me habнa enviado contra ella. Asн que... їde quй problemas hablaba, sargento?

- Si no me buscas problemas, yo no te los buscarй a ti - chirriу el Sargento de Guardia mientras se alejaba -. Estбs en la celda 13, justo ahн arriba... - se detuvo repentinamente y comenzу a comerse todas las uсas de una mano al mismo tiempo, con un sonido masticante. Bill le lanzу una buena mirada asesina, para acabar de redondear la cosa, y luego se girу y subiу arriba.

La puerta del nъmero 13 estaba abierta, y Bill contemplу la estrecha celda, mal iluminada por la luz que se filtraba a travйs de las paredes translъcidas de plбstico. La litera de dos pisos casi ocupaba todo el espacio, dejando tan solo un estrecho pasadizo a un lado. En la parte opuesta habнan dos maltrechas taquillas atornilladas a la pared, que, junto con el pintado mensaje: SED LIMPIOS, NO OBSCENOS: LA PALABRA SOEZ AYUDA AL ENEMIGO, completaban el mobiliario. Un hombrecillo de rostro puntiagudo y ojos saltones yacнa en la litera inferior, mirando fijamente a Bill. Este le devolviу la mirada y frunciу el ceсo.

- Adelante, sargento - le dijo el hombrecillo, mientras se subнa por el soporte hasta la litera de arriba -. Te he estado guardando la litera de abajo, seguro que sн. Mi nombre es Negrillo y estoy cumpliendo una condena de diez meses por decirle a un segundo teniente que se fuera a...

Terminу la frase con un tono interrogativo que Bill ignorу. Le dolнan los pies. Se sacу a tirones las botas pъrpura y se tendiу sobre la colchoneta. La cabeza de Negrillo apareciу por el borde de la litera, semejante a un roedor contemplando el paisaje.

- Falta aъn mucho para el rancho... їquй te parecerнa una Trotamburguesa? - al lado de la cabeza apareciу una mano que le pasу un brillante paquete a Bill.

Tras contemplarlo con recelo, Bill tirу de la cinta selladora en el extremo del envoltorio de plбstico. Tan pronto como el aire se introdujo y entrу en contacto con el forro combustible, la hamburguesa comenzу a humear, y al cabo de tres segundos estaba en su punto. Alzando el pan, Bill le puso catchup de un pequeсo bolsillo situado al otro extremo del envoltorio, y le dio un dubitativo bocado. Era estupenda y jugosa carne de caballo.

- Esta vieja yegua gris sigue sabiendo tan bien como siempre - dijo Bill con la boca llena -. їCуmo consigues meterlas aquн dentro?

Negrillo sonriу e hizo un guiсo teatral.

- Contactos - dijo -. Me las traen, todo lo que tengo que hacer es pedirlas. No entendн bien tu nombre...

- Bill - la comida habнa apaciguado su pйsimo humor. - Un aсo y un dнa por dormirme estando de servicio. Me iban a fusilar por desertor, pero tenнa un buen abogado. Y esa era una buena hamburguesa. Lбstima no tener nada con que pasarla.

Negrillo sacу una botellita marcada JARABE PARA LA TOS Y se la pasу a Bill:

- Especialmente preparado para mн por un amigo enfermero. Mitad alcohol de quemar y mitad йter.

- ЎGulppp! - dijo Bill, limpiбndose las lбgrimas tras haberse tragado media botella. Se sentнa casi en paz con el mundo -. Eres un buen compaсero, Negrillo.

- Puedes estar seguro - le dijo Negrillo ansiosamente -. Y nunca es malo tener compaсeros en el Ejйrcito, la Marina o las Fuerzas Espaciales, en cualquier parte. Eso lo sabe bien el viejo Negrillo, seguro. їTienes buenos mъsculos, Bill?

Bill flexionу lentamente los mъsculos de Tembo.

- Eso es algo que a mн me gusta ver - dijo admirado Negrillo -. Con tus mъsculos y mi cerebro podremos apaсбrnoslas de maravilla...

- ЎYo tambiйn tengo cerebro!

- ЎRelбjalo! Dale un respiro, mientras yo pienso por los dos. He servido en mбs ejйrcitos que dнas hayas pasado tъ en este. Obtuve mi primera medalla a las уrdenes de Anнbal, por la herida de aquн - seсalу una blanca cicatriz del dorso de su mano -. Pero me di cuenta de que llevaba las de perder y me pasй a los chicos de Rуmulo y Remo mientras era tiempo. He estado aprendiendo desde entonces, y siempre logro salir con bien. Vi de donde soplaba el viento y comн un trozo del jabуn de la lavanderнa y asн estuve malo la maсana de Waterloo, y te aseguro que no me supo mal perderme aquello. Vi como se estaba preparando algo similar en el Somme... їo era Ypres?; me olvido de algunos de los antiguos nombres; asн que masquй un cigarrillo, y me lo puse en el sobaco, y asн logrй tener fiebre y tambiйn me perdн aquel espectбculo. Siempre hay una forma en que escaparse, ese es mi lema.

- Nunca he oнdo hablar de esas batallas. їFueron contra los chingers?

- No, mucho antes, muchнsimo antes. Guerras y guerras antes.

- Eso significarнa que eres muy viejo, Negrillo. Y no pareces muy viejo.

- Soy realmente viejo, pero normalmente no se lo digo a la gente porque se rнen de mн. Pero me acuerdo de haber visto construir las pirбmides, y aъn recuerdo el repugnante rancho que nos daban en el ejйrcito asirio, y la vez que le ganamos a la tribu de Wug cuando trataron de entrar en nuestra caverna, a base de echarles piedras encima.

- Eso suena a una sarta de trolas - dijo cansinamente Bill, vaciando la botella.

- Ajб, eso es lo que me dicen todos, y por eso ya no cuento las viejas historias. No me creen ni cuando les muestro mi amuleto - le mostrу un pequeсo triбngulo blanco con un borde irregular -. El diente de un pterodactilo. Se lo volй con una pedrada de una honda que acababa de inventar...

- Parece un trozo de plбstico.

- їEntiendes ahora? Es por eso por lo que ya no cuento las viejas historias. Simplemente, me voy reenganchando y sigo la corriente...

Bill se sentу y se quedу con la boca abierta.

- ЎReengancharse! Pero eso es un suicidio...

- Ni hablar. En una guerra, el sitio mбs seguro es el Ejйrcito. A los imbйciles de primera lнnea les vuelan los culos a tiros y a los civiles de retaguardia se los vuelan a bombazos, pero los tнos de enmedio viven completamente seguros. Se necesitan 30, 50 o quizб hasta 70 tipos en medio para suministrar a cada uno de los de primera lнnea. Una vez aprendes a ser un buen archivero ya estбs a salvo. їQuiйn ha oнdo hablar de que disparen contra un archivero? Yo soy un excelente archivero. Pero eso solo en tiempo de guerra. En tiempo de paz, cuando se equivocan y hay paz por un tiempo, es mejor estar con las tropas de combate. Tienen mejor comida, permisos mбs largos, y bien poco mбs que hacer. Viajan mucho.

- їY quй pasa cuando comienza una guerra?

- Conozco 735 formas distintas de que me lleven al hospital.

- їMe enseсarбs un par? - dijo Bill.

- Harнa cualquier cosa por un compaсero. Ya te las enseсarй por la noche, despuйs de que nos hayan traнdo el rancho. Y el guardiбn que lo trae estб siendo difнcil acerca de un pequeсo favor que le pedн. ЎMuchacho, cуmo me gustarнa que se le partiese un brazo!

- їQuй brazo? - Bill chascу sus nudillos con un fuerte sonido.

- El que quieras.

 

La Prisiуn Plasticasa era un centro de trбnsito en donde guardaban a los prisioneros que llevaban de un lugar a otro. En ella se vivнa una vida fбcil y relajada que era disfrutada tanto por los guardianes como los prisioneros, sin que nada estropeara el tranquilo discurrir de los dнas. Habнa habido un guardiбn nuevo, un tipo verdaderamente ansioso que venнa de la Guardia Nacional Territorial, pero tuvo un accidente mientras servнa las comidas y se rompiу un brazo. Hasta los otros guardianes se habнan alegrado de verlo partir. Mбs o menos una vez a la semana se llevaban a Negrillo con una guardia armada a la Secciуn de Archivos de la base, donde estaba falsificando documentos para un teniente coronel que era muy activo en el mercado negro y querнa llegar a millonario antes de retirarse. Mientras trabajaba en los archivos, Negrillo hacia que los guardianes de la prisiуn recibiesen promociones no merecidas, tiempo libre extra y primas en metбlico por medallas inexistentes. Como resultado, Bill y Negrillo comнan y bebнan muy bien, y engordaron. Todo era muy pacнfico hasta el dнa en que Negrillo regresу de una sesiуn en los archivos y despertу a Bill.

- Buenas noticias - le dijo -: nos largamos.

- їY quй hay de bueno en eso? - preguntу Bill, molesto porque lo hubieran despertado y aъn medio trompa de la borrachera de la tarde anterior -. Me gusta este lugar.

- Pero pronto se iba a poner mal para nosotros. El coronel me mira de mala manera, y creo que piensa enviarnos al otro extremo de la Galaxia, donde se lucha en serio. Pero no pensarб hacerlo hasta la semana prуxima, cuando acabe de arreglarle los libros, asн que he preparado unas уrdenes secretas para que seamos enviados esta semana a Tabes Dorsalis, donde estбn las minas de cemento.

- ЎEl Mundo Polvoriento! - gritу roncamente Bill, y agarrу a Negrillo por el cuello, agitбndolo -. Una mina de cemento que ocupa todo un mundo, y en donde la gente muere de silicosis a las pocas horas. Es el lugar mбs infecto del Universo...

Negrillo logrу soltarse y escapar al otro extremo de la celda.

- ЎAlto! - se atraganto -. ЎNo te precipites! ЎCierra la tapa de tu buzуn y mantйn seca la pуlvora! їTe crees que iba a enviarnos a un sitio asн? Eso es lo que muestran en los programas de la tele, pero yo sй la verdad. Si trabajas en las minas de cemento, de acuerdo, las cosas no estбn muy bien. Pero tienen una enorme base llena de oficinistas y similares, y usan a prisioneros en libertad provisional en la secciуn mуvil porque no tienen bastantes tropas. Cuando estaba trabajando en los archivos cambiй tu clasificaciуn de especialista en fusibles, que es un trabajo suicida, a conductor, y aquн tienes tu carnet de conducir que te autoriza para hacerlo con cualquier cosa, desde un monociclo hasta un tanque atуmico de 89 toneladas. Asн que tendremos trabajos fбciles y, ademбs, toda la base cuenta con acondicionamiento de aire.

- Pero se estaba bien aquн - se quejу Bill, mirando ceсudo la tarjeta de plбstico que certificaba su aptitud en el manejo de una serie de extraсos vehнculos que en muchos casos ni conocнa de vista.

- Las cosas vienen y van, pero son todas iguales - dijo Negrillo, empaquetando un pequeсo equipaje.

Comenzaron a darse cuenta de que algo andaba mal cuando la columna de prisioneros fue aherrojada y encadenada con argollas y esposas, y arrastrada hasta el transporte espacial por un pelotуn de PM de combate.

- ЎMovйos! - gritaban -. Ya tendrйis tiempo de relajaros cuando lleguemos a Tabes Dorsalgia.

- їAdуnde vamos? - se atraganto Bill.

- Ya me oнste; salta, so mamуn.

- Me dijiste Tabes Dorsalis - le rezongу Bill a Negrillo, que estaba delante suyo en la cadena -. Tabes Dorsalgia es la base en Veniola donde hay los peores combates... Ўvamos a la lucha!

- Un error de escritura - suspirу Negrillo -. Uno no puede ganar siempre.

Evitу la patada que le lanzу Bill, y luego esperу pacientemente mientras los PM lo dejaban sin sentido con sus porras y los arrastraban a bordo.

 

TRES

 

Veniola... un mundo neblinoso de horrores innombrables arrastrбndose en su уrbita alrededor de la macabra estrella verde Hernia como algъn repugnante monstruo estelar reciйn salido del pozo de la nada. їQuй secretos se ocultan entre sus nieblas eternas? їQuй horrores sin nombre ondulan y se estremecen en sus tenebrosas ciйnagas y oscuros lagos sin fondo? Enfrentados con los inenarrables terrores de este planeta, los hombres se vuelven locos antes que enfrentarse con lo inenfrentable. Veniola... mundo de pantanos, el cubil de los repugnantes e inimaginables venianos...

Hacнa calor, habнa humedad y hedнa. La madera de las reciйn construidas chozas estaba ya blancuzca y comenzaba a pudrirse. Uno se sacaba los zapatos y, antes de que llegasen al suelo, los hongos ya crecнan en su interior. Una vez en el campamento, les quitaron las cadenas, ya que no habнa ningъn lugar al que pudieran escapar los trabajadores forzados, y Bill buscу a Negrillo mientras los dedos del brazo derecho de Tembo se abrнan y cerraban como hambrientas bocas. Entonces recordу que Negrillo le habнa hablado a uno de los guardianes cuando estaban saliendo de la nave y le habнa pasado algo, y un poco despuйs lo habнan liberado de la hilera y se lo habнan llevado. En aquel momento ya debнa de estar dirigiendo la secciуn de archivos, y maсana vivirнa en los alojamientos de las enfermeras. Bill suspirу y dejу que todo aquello se fuera de su mente, ya que era tan solo otro factor antagуnico sobre el que no tenнa control, y se dejу caer en la litera mбs prуxima. Instantбneamente, un zarcillo surgiу veloz de una grieta en el suelo, dio tres vueltas a la litera, atбndolo sуlidamente contra ella, y clavу once pequeсos tentбculos en su pierna, comenzando a chuparle la sangre.

- ЎUggggg! - se esforzу Bill contra la presiуn de la cosa verde que le ahogaba.

- Nunca te acuestes sin un cuchillo en la mano - le dijo un delgado y amarillento sargento, mientras pasaba a su lado con su propio cuchillo y segaba el zarcillo por donde surgнa de las planchas del suelo.

- Gracias, sargento - dijo Bill, desenredando los anillos y tirando el vegetal por la ventana.

De repente, el sargento comenzу a vibrar como un alambre en tensiуn al que se le da un pellizco y se desplomу al pie de la litera de Bill.

- Bo... bolsillo... camisa... pipipнldoras... - tartamudeу por entre castaсeteantes dientes. Bill sacу una caja de pнldoras del bolsillo del sargento y le introdujo algunas en la boca. La vibraciуn se detuvo y el hombre se desplomу contra la pared, mбs chupado y amarillo que antes e inundado en sudor.

- Ictericia y fiebre de los pantanos y filariasis galopante, nunca sй cuando me darб un ataque, es por eso por lo que no pueden devolverme al combate, pues no puedo aguantar un arma. Yo, el Sargento Primero Ferkel, el mejor de los malditos lanzallameros de los Kortacuellos de Kirjassoff, y aquн me tienen haciendo de niсera en un campo de trabajos forzados. їY crees que me molesta? Pues no, me hace feliz, y la ъnica otra cosa que me harнa mбs feliz serнa que me sacasen de este maldito pozo de letrina del tamaсo de un planeta.

- їCree que el alcohol le harнa daсo en sus condiciones? - le preguntу Bill, pasбndole una botella de jarabe para la tos -. їVan mal las cosas por aquн?

- No solo no me harб daсo sino que... - se oyу un profundo gorgoteo,. y cuando el sargento hablу de nuevo su voz era mбs ronca pero mбs fuerte -. Mal no es la palabra adecuada. El luchar con los chingers ya es malo de por sн, pero en este planeta tienen a los nativos, los venianos, de su parte. Esos venianos son como lagartijas acuбticas mohosas y tienen apenas la bastante inteligencia como para aguantar un arma y oprimir el gatillo, pero este es su planeta, y ahн en los pantanos son la misma muerte personificada. Se esconden bajo el barro, y nadan bajo el agua, y saltan desde los бrboles, y todo el planeta estб repleto de ellos. No tienen fuentes de aprovisionamiento, ni divisiones organizadas, ni mandos, tan solo luchan. Si uno se muere, los demбs se lo comen. Si uno es herido en la pierna, los demбs se la comen y le crece otra nueva. Si uno de ellos se queda sin municiуn o dardos venenosos o lo que sea, simplemente nada un centenar de kilуmetros hasta su base, carga y regresa al combate. Llevamos aquн luchando tres aсos, y ahora controlamos un centenar de kilуmetros cuadrados de territorio.

- Un centenar, eso suena a mucho.

- Pero solo a un estъpido como tъ. Eso son diez por diez kilуmetros, y tal vez sean dos kilуmetros cuadrados mбs de lo que capturamos en los primitivos aterrizajes.

Se oyу un chapoteo de cansados pies, y unos agotados y embarcados hombres comenzaron a arrastrarse al interior de las chozas. El Sargento Ferkel se alzу trabajosamente y le dio un largo soplido a su silbato.

- De acuerdo, los nuevos, oнd esto. Habйis sido asignados a la escuadra B que ahora estб formбndose, escuadra que irб al pantano y acabarб la tarea que estos insolentes cebollones de la escuadra A han comenzado esta maсana. Trabajarйis como los buenos allб afuera. No voy a apelar a vuestra lealtad, vuestro honor y vuestro sentido del deber... - sacу su pistola atуmica de la funda y abriу de un tiro un boquete en el techo, por el que de inmediato comenzу a gotear la lluvia -. Tan solo voy a apelar a vuestro instinto de supervivencia, porque a todo aquel que se escabulla, se haga el remolуn o no dй todo de sн, le volarй la tapa de los sesos. Ahora, afuera.

Con los dientes desnudos y las manos temblando, parecнa lo bastante enfermo y de mala uva como para hacerlo. Bill y el resto de la escuadra B se apresuraron a salir bajo la lluvia y a formar filas.

- Coged las hachas, coged los picos, sacad el uranio - rugiу el cabo de la guardia armada mientras se peleaban con el barro camino de la puerta de la empalizada. La escuadra de forzados, llevando sus herramientas, iba en el centro, mientras que la guardia armada iba en la parte exterior. La guardia no estaba allн para impedir que algъn prisionero escapase, sino para darles una relativa protecciуn contra el enemigo. Se arrastraron lentamente a lo largo del sendero de бrboles abatidos que serpenteaba por el pantano. De pronto, se oyу un silbido en lo alto y pasaron relampagueantes transportes pesados.

- Hoy tenemos suerte - dijo uno de los prisioneros mбs veteranos -, envнan la infanterнa pesada otra vez. No sabнa que les quedase alguna.

- їQuieres decir que capturarбn mбs territorio? - preguntу Bill.

- Ni hablar, todo lo que consiguen es que los maten. Pero, mientras los aniquilan, nos presionarбn menos y tal vez podamos trabajar sin perder demasiados hombres.

Sin que se lo ordenasen, se detuvieron todos para mirar como la infanterнa pesada caнa como lluvia en los pantanos de enfrente... y se desvanecнa con la facilidad de las gotas de agua. De tanto en tanto se oнa un «buum» y se veнa un resplandor cuando una bomba atуmica mediana estallaba, atomizando posiblemente algunos venianos, pero habнan billones de enemigos esperando su turno. A lo lejos chasquearon las armas cortas y restallaron las granadas. Luego vieron como por sobre los бrboles se aproximaba una rebosante e insegura figura. Era un infante pesado con su escafandra acorazada y casco hermйtico, con bombas atуmicas y granadas sujetas por todas partes, un verdadero polvorнn andante, o mejor dicho saltante, ya que con toda la chatarra que llevaba encima no habrнa podido caminar ni por una carretera asfaltada, por lo que se movнa a saltos, usando dos cohetes atornillados a sus caderas. Sus saltos se hacнan mбs y mбs bajos a medida que se acercaba. Cayу a unos cincuenta metros o asн de distancia y se hundiу lentamente hasta la cintura en el pantano, mientras sus cohetes siseaban al tocar el agua. Luego saltу de nuevo, mucho menos esta vez, con sus cohetes disparando en falso y apagбndose, y lanzу el casco por el aire.

- Hey, chicos - dijo -. Los malditos chingers me dieron en el tanque de combustible. Casi se me han apagado los cohetes, no puedo saltar mucho mбs. їVerdad que le echarйis una mano a un compaсero...? - golpeу el agua con un gran salpicуn.

- Sal de ese traje de lata y te sacaremos - le gritу el cabo de la guardia.

- їEstбs mochales? - gritу el soldado -. Lleva una hora el meterse o salir de esta cosa.

Disparу sus cohetes, pero estos tan solo hicieron puffff y se levantу un palmo en el agua, para caer de nuevo.

- ЎSe acabу el combustible! ЎAyudadme, bastardos! їEs que estamos en la semana-de-joder-al-compaсero...? - aullу, y luego se hundiу, hasta que su cabeza estuvo bajo el agua y se vieron unas pocas burbujas y luego nada mбs.

- Siempre estamos en la semana-de-joder-al-compaсero - dijo el cabo -. ЎPoned en marcha la columna! - ordenу, y se arrastraron hacia adelante -. Esos trajes pesan una tonelada y media, se hunden como el plomo.

Si este era un dнa tranquilo, Bill no deseaba ver uno ajetreado. Como todo el planeta Veniola era un pantano, no se podнan realizar avances hasta que no se construнa una ruta. Los soldados en solitario podнan penetrar algo mбs allб del camino, pero para los suministros o el equipo y hasta para los hombres muy armados se necesitaba un camino. Por tanto, los forzados estaban construyendo un camino de бrboles abatidos. En primera lнnea.

Los disparos de los бtomorifles hacнan hervir el agua a su alrededor, y los dardos venenosos caнan tan densamente como las hojas de los бrboles. Los ataques y contraataques de los dos lados eran constantes mientras los prisioneros cortaban бrboles, los descortezaban y los ataban, para hacer avanzar la ruta unos centнmetros mбs. Bill descortezу y talу y tratу de ignorar los alaridos de los cuerpos que caнan, hasta que comenzу a hacerse de noche. La escuadra, ahora mucho mбs reducida, marchу de regreso en el atardecer.

- Al menos avanzamos 30 metros esta tarde - le dijo Bill al prisionero veterano que marchaba a su lado.

- Eso no significa nada. Los venianos vienen nadando por la noche y se llevan los troncos.

Instantбneamente, Bill tomу la decisiуn de largarse de allн.

- їTienes algo mбs de ese zumo de la alegrнa? - le preguntу el Sargento Ferkel cuando Bill se desplomу en su litera y comenzу a desprenderse parte del barro de las botas con la hoja de su cuchillo. Antes de responderle, le dio un rбpido tajo a una planta que salнa por entre las planchas del suelo.

- їCree que podrнa perder un momento en darme unos consejos, sargento?

- Soy una fluida fuente de consejos una vez tengo lubrificada la garganta.

Bill se sacу una botella del bolsillo.

- їCуmo sale uno de este equipo? - le preguntу.

- Uno hace que lo maten - le contestу el sargento mientras se llevaba la botella a los labios.

Bill se la arrebatу.

- Eso lo sabнa sin su ayuda - resoplу.

- Bueno, pues eso es todo lo que vas a saber sin mi ayuda - resoplу en respuesta el sargento.

Sus narices se tocaban y se gruснan desde lo mбs hondo de sus gargantas. Habiendo probado lo valientes que eran los dos y como sabнan demostrarlo, se relajaron, y el Sargento Ferkel se echу hacia atrбs mientras Bill suspiraba y le pasaba la botella.

- їQuй tal si me diera un trabajo en la furrielerнa? - preguntу Bill.

- No tenemos furrielerнa. No tenemos oficina. Todo el mundo muere mбs pronto o mбs tarde aquн, asн que, їpara quй preocuparse en llevar archivos?

- їY si le hieren a uno?

- Lo envнan al hospital, lo ponen bueno, lo devuelven aquн.

- ЎSolo queda el amotinarse! - chillу Bill.

- No nos valiу las ъltimas cuatro veces que lo intentamos. Simplemente se llevaron las naves de suministro y no nos dieron vнveres hasta que aceptamos volver a combatir. La quнmica de este lugar estб mal, y toda la comida del planeta es puro veneno para nuestros metabolismos. Un par de chicos lo comprobaron por las malas. Cualquier motнn que quiera tener posibilidades de йxito ha de conseguir capturar las bastantes naves como para escapar del planeta. Si tienes alguna idea de como hacerlo, te pondrй en contacto con el Comitй Permanente de Motines.

- їNo hay forma alguna en que salir de aquн?

- Ya te humm a esto humm... - le dijo Ferkel, y se desplomу borracho como una cuba.

- Ya lo verй por mн mismo - dijo Bill, mientras le sacaba la pistola de su funda al sargento y luego se deslizaba por la puerta trasera.

Reflectores blindados iluminaban las posiciones avanzadas, enfrentadas al enemigo, y Bill se dirigiу en el sentido opuesto, hacia el distante resplandor de los cohetes aterrizando. El terreno pantanoso estaba moteado por barracones y almacenes, pero Bill se mantuvo alejado de ellos porque estaban todos guardados, y los guardianes tenнan el disparo fбcil. Disparaban contra todo lo que veнan, contra todo lo que oнan, y si no veнan o oнan nada disparaban de vez en cuando, de todas formas, para mantenerse alta la moral. Las luces brillaban fuertes al frente, y Bill reptу sobre su estуmago para atisbar por encima de una mata a una alta verja iluminada por reflectores y protegida por alambres de espino que se extendнa en ambas direcciones hasta perderse de vista.

Un disparo de un бtomorifle quemу un boquete en el barro a un metro tras йl, y un reflector girу, enmarcбndolo en su destello.

- Saludos de su oficial de mando - atronу una voz amplificada desde los altavoces de la verja -. Esta es una grabaciуn. Estб usted tratando de salir de la zona de combate para entrar en la zona restringida al mando. Esto estб prohibido. Su presencia ha sido detectada por maquinaria automбtica y estos mismos dispositivos tienen ahora apuntado un cierto nъmero de armas contra usted. Dispararбn en sesenta segundos si no se marcha. ЎSea patriota! Cumpla con su deber. ЎMuerte a los chingers! Cincuenta y cinco segundos. їLe gustarнa que su madre supiese que su hijo es un cobarde? Cincuenta segundos. Su Emperador ha gastado un capital en su entrenamiento, їes esa la forma de pagбrselo? Cuarenta y cinco segundos...

Bill maldijo y disparу contra el altavoz mбs prуximo, pero los restantes a lo largo de la valla continuaron sonando con la voz. Se dio la vuelta y volviу por donde habнa venido.

Cuando se acercaba a su choza, evitando la parte delantera para no arriesgarse al fuego de los nerviosos guardianes del complejo, se apagaron todas las luces. Al mismo tiempo sonaron disparos y explosiones por todas partes.

 

CUATRO

 

Algo se deslizу cerca por el barro, y el dedo de Bill se contrajo espontбneamente sobre el gatillo, disparando. Al breve resplandor atуmico vio los humeantes restos de un veniano muerto, asн como un gran nъmero de venianos vivos chapoteando al ataque. Bill se zambullу a un lado al momento, de forma que los disparos que le hicieron en contestaciуn no le alcanzaron, y huyу en la direcciуn opuesta. Tan solo pensaba en salvar el pellejo, y lo hizo escapando de los disparos y de los enemigos que le atacaban tan lejos como pudo. El que lo hiciera en la direcciуn en que no habнa sendero, metiйndose en el pantano, fue algo que no se detuvo a considerar en aquel momento. Sobrevive, le gritaba su arrugado y empequeсecido ego, y йl corrнa.

El correr se hizo mбs difнcil cuando el suelo se transformу en barro, y aъn mбs cuando el barro dejу paso al agua abierta. Tras chapotear desesperadamente por un tiempo interminable, Bill llegу a mбs barro. Ya le habнa pasado el primer momento de histeria, el combate era tan solo un lejano murmullo en la distancia, y estaba exhausto. Se dejу caer sobre una masa de barro, e instantбneamente unos agudos dientes se le clavaron profundamente en las nalgas. Chillando roncamente, corriу hasta chocar con un бrbol. No iba lo bastante aprisa como para hacerse mucho daсo, y el tacto de la rugosa corteza bajo sus dedos despertу todos sus instintos eoantrуpicos de supervivencia: se subiу a йl. En lo alto habнa dos ramas que salнan en бngulo del tronco, y se apoyу en ellas, apretado contra la sуlida madera y con su arma preparada y apuntada hacia adelante. Nada le molestaba ahora, y los sonidos nocturnos se hicieron mбs dйbiles y lejanos, la oscuridad era completa, y al cabo de unos segundos comenzу a cabecear. Se sobresaltу algunas veces, parpadeу, y finalmente se quedу dormido.

Ya brillaban las primeras grisбceas luces del alba cuando abriу sus pesados ojos y parpadeу. En una rama cercana estaba colgado un pequeсo lagarto que lo contemplaba con sus ojos como joyas.

- Je, je... de verdad que estabas como un tronco - le dijo el chinger.

El disparo de Bill abriу una cicatriz humeante en la parte superior de la rama, y luego el chinger apareciу de nuevo por debajo de la rama y se limpiу meticulosamente la ceniza de sus garras.

- Ojo con ese gatillo, Bill - dijo -. Je, je... si hubiera querido te podrнa haber liquidado en cualquier momento mientras estabas dormido.

- Te conozco - dijo hoscamente Bill -. Eres Ansioso Beager, їno?

- Je, je... їno te gusta encontrarte con viejos amigos? - un cienpiйs pasaba a su lado y Ansioso Beager, el chinger, lo agarrу con tres de sus brazos y comenzу a arrancarle patas con el cuarto y a comйrselas -. Te reconocн, Bill, y quise hablar contigo. Me he sentido mal desde que te llamй soplуn, no hice bien. Tan solo cumplнas con tu deber cuando me denunciaste. Pero, їquerrнas decirme como fue que me descubriste...? - dijo, guiсando un ojo en complicidad.

- їPor quй no te vas a comer mierda, desgraciado? - gruсу Bill, y buscу en su bolsillo una botella de jarabe para la tos. Ansioso Chinger suspirу.

- Bueno, supongo que no querrбs hablar de nada de trascendencia militar, pero espero que quieras contestarme a unas preguntas. - Echу a un lado el cadбver desmembrado y rebuscу en su bolsa marsupial, sacando una tablilla y un diminuto instrumento de escritura -. Tienes que darte cuenta de que no escogн voluntariamente el espionaje como profesiуn, sino que me obligaron a hacerlo en virtud de mi especialidad, la exopologнa... їhas oнdo hablar de esta ciencia?

- Una vez nos dieron una charla de orientaciуn, la hizo un exopуlogo, y de lo ъnico que sabнa hablar era de tipos y bichos extraterrestres.

- Sн, mбs o menos es eso. Es la ciencia que estudia las formas de vida distintas a la propia y, naturalmente, para nosotros el homo sapiens entra en esa clasificaciуn: es un bicho raro... - se ocultу a medias tras al rama cuando Bill alzу el arma.

- ЎOjo con lo que dices, mamуn!

- Lo siento, tan solo es una forma de expresarse. Resumiendo, como me especialicй en el estudio de tu especie, me enviaron como espнa, en contra mнa; pero esos son los sacrificios que uno tiene que realizar en tiempo de guerra. No obstante, al verte aquн, he recordado que hay una serie de preguntas y problemas aъn sin respuesta, y me gustarнa tener tu ayuda para resolverlos, por pura curiosidad cientнfica, naturalmente.

- їComo cuбles? - preguntу suspicaz Bill, vaciando la botella y lanzбndola contra la selva.

- Bueno... je, je... para empezar por algo simple, їque es lo que sientes por los chingers?

- ЎMuerte a los chingers! - la pequeсa pluma volaba sobre la tablilla.

- Pero te han condicionado para que digas, eso. їQuй es lo que sentнas antes de entrar en el Ejйrcito?

- Los chingers no me importaban un pito - con el rabillo del ojo, Bill vigilaba un movimiento sospechoso entre las hojas del бrbol, arriba.

- ЎEstupendo! Entonces, їpodrнas explicarme quiйn es el que nos odia a los chingers hasta el punto de querer luchar contra nosotros una guerra de exterminio?

- Supongo que, en realidad, nadie odia a los chingers. Es simplemente que no hay nadie mбs con quien hacer la guerra, asн que tenemos que hacerla con vosotros - las inquietas hojas se habнan separado y unos ojos alargados, colocados en una gran cabeza plana, miraban hacia abajo.

- ЎLo sabнa! Y esto me lleva a la pregunta verdaderamente importante: їPor quй os gusta a los horno sapiens hacer la guerra?

La mano de Bill se apretу sobre la culata de la pistola, mientras la monstruosa cabeza descendнa silenciosamente por entre las hojas tras Ansioso Chinger Beager. Estaba unida a un cuerpo serpentina de un palmo de grosor y, aparentemente, interminable.

- їHacer la guerra? No sй - dijo Bill, distraнdo por el silencioso aproximarse de la gigantesca serpiente -. Supongo que es porque nos gusta. No parece haber otra razуn.

- ЎOs gusta! - rechinу el chinger, saltando arriba y abajo excitado -. A ninguna raza civilizada le pueden gustar las guerras: la muerte, el asesinato, la mutilaciуn, las violencias, la tortura y el dolor, para nombrar tan solo algunos de los factores - concomitantes a la misma. ЎVuestra raza no puede ser civilizada!

La serpiente atacу con la velocidad del rayo, y Ansioso Chinger Beager se desvaneciу por su espinosa garganta con tan solo un apagado gemido.

- Ajб... supongo que no estamos civilizados - dijo Bill con la pistola dispuesta, pero la serpiente siguiу descendiendo. Al menos pasaron reptando cincuenta metros de la misma antes de que apareciese y desapareciese la cola -. El maldito espнa se lo tenнa bien merecido - gruсу feliz, y comenzу a descender.

Una vez en el suelo, Bill comenzу a darse cuenta del mal lнo en que se hallaba. El hъmedo pantano se habнa tragado todas las huellas de su paso de la noche anterior, y no tenнa ni la menor idea de en quй direcciуn se hallaba la zona de los combates. El sol tan solo era una difusa luz tras las capas de nubes y niebla, y notу un escalofrнo repentino al darse cuenta de las escasas posibilidades que tenнa de hallar su camino de regreso. El бrea de invasiуn, de tan solo diez kilуmetros de lado, era un punto microscуpico en la piel de este planeta. Y no obstante, si no la encontraba, ya podнa darse por muerto. Y si se quedaba allн tambiйn morirнa, asн que, tomando lo que le parecнa la direcciуn mбs prometedora, iniciу la marcha.

- Estoy chafado - dijo, y lo estaba. Unas pocas horas de arrastrarse por los pantanos no habнan hecho mбs que debilitar sus mъsculos, llenarle la piel de picaduras de insectos, sacarle un litro de sangre gracias a las omnipresentes sanguijuelas y vaciar la carga de su pistola al matar a una docena o asн de las formas de vida locales que lo querнan como desayuno. Tambiйn sentнa hambre y sed. Y seguнa perdido.

El resto del dнa siguiу la pauta de la maсana, asн que cuando el cielo comenzу a oscurecer estaba al borde del agotamiento y habнa terminado su suministro de medicina para la tos. Cuando subiу a un бrbol para encontrar un punto en el que descansar, estaba aъn mбs hambriento, por lo que cogiу un excelente fruto rojo.

- Se supone que es veneno. - Lo mirу con suspicacia, y luego lo husmeу. Olнa excelentemente. Lo tirу lejos.

Por la maсana todavнa tenнa mбs hambre.

- їDeberнa meterme el caсуn de la pistola en la boca y disparar? - se preguntу, sopesando la pistola atуmica en la mano -. Aъn queda mucho tiempo para hacer eso. Aъn pueden pasar muchas cosas - y, sin embargo, no pudo acabar de creйrselo cuando oyу voces que venнan por la jungla, voces humanas. Se ocultу tras la rama y apuntу en aquella direcciуn.

Las voces se acercaron, y tambiйn un sonido de cadenas. Un veniano armado pasу bajo el бrbol, pero Bill retuvo el fuego cuando otras figuras surgieron de entre la niebla. Era una larga hilera de prisioneros humanos que llevaban al cuello las argollas usadas para traer a Bill y a los otros al campo de trabajos forzados, unidas por una larga cadena. Cada uno de los hombres llevaba una enorme caja sobre la cabeza. Bill los dejу pasar por debajo y contу cuidadosamente los guardianes venianos. Eran cinco mбs un sexto vigilando la retaguardia, y cuando este estuvo bajo el бrbol Bill se dejу caer sobre йl, abriйndole el crбneo con sus pesadas botas. El veniano estaba armado con una copia, hecha por los chingers, del бtomorifle standard, y Bill sonriу malйvolamente cuando sostuvo su familiar peso. Tras guardarse la pistola en el cinto, se deslizу tras la columna, con el rifle a punto. Logrу matar al quinto guardiбn poniйndose tras йl y reventбndole la cabeza con la culata del rifle. Los dos ъltimos humanos de la hilera lo vieron, pero tuvieron la suficiente cordura como para callarse cuando se acercу sigilosamente al cuarto. Pero un estremecimiento de los prisioneros o algъn sonido casual puso en guardia al veniano, que se dio la vuelta, alzando el rifle. Ya no habнa posibilidad de matarlo en silencio, asн que Bill le asу la cabeza y corriу tan de prisa como pudo hacia delante. Se produjo un incrйdulo silencio cuando resonу el disparo entre la neblina y Bill lo llenу con un grito:

- ЎCuerpo a tierra... rбpido!

Los soldados se zambulleron en el barro, y Bill aguantу su бtomorifle a la altura de la cadera mientras corrнa, abanicando de un lado a otro, frente a йl, como si manejase una manguera, y manteniendo el gatillo en tiro automбtico. Una lнnea continua de fuego cruzу el aire a la altura de un metro del suelo y formando un arco. Se oyeron chillidos y gemidos entre la niebla, y al fin se agotу la carga del rifle. Bill lo echу a un lado y sacу la pistola. Dos de los guardias que quedaban estaban por el suelo, y el ъltimo estaba herido y solo pudo lanzar un mal dirigido disparo antes de que tambiйn lo asase.

- No estб mal - dijo, deteniйndose y jadeando -. Seis de un total de seis.

De la lнnea de prisioneros le llegaban dйbiles gemidos, y Bill ahuecу disgustado los labios cuando vio los tres hombres que no se habнan tirado al suelo al oнr su grito de aviso.

- їQuй pasa? - le dijo a uno, moviйndolo con la bota. -. їNunca habнas entrado en combate? - pero no le contestу porque estaba tostadamente muerto.

- Nunca... - le contestу el de al lado, boqueando de dolor -. Llame al enfermero. Estoy herido, hay uno al principio de la hilera. ЎOh, oh, їpor quй salн nunca de la Fanny Hill?! Enfermero...

Bill frunciу el entrecejo al ver los tres balones dorados de un Cuarto Teniente en el cuello del hombre, y luego se inclinу y le raspу algo del barro de la cara.

- ЎTъ! ЎEl oficial de lavanderнa! - gritу con ultrajada ira, alzando la pistola para completar el trabajo.

- ЎNo soy yo! - gimiу el teniente, reconociendo por fin a Bill -. ЎEl oficial de lavanderнa se fue, tragado por un desagьe! Yo soy tu amado pastor local que te trae las bendiciones de Ahura Mazdah, hijo mнo... їHas ido leyendo el Avesta cada dнa antes de irte a dormir...?

- ЎBah! - rugiу Bill; ahora ya no podнa matarlo, asн que caminу hasta el tercer herido.

- Hola Bill... - le saludу una dйbil voz -. Supongo que ya he perdido mis antiguos reflejos... No puedo culparte por haberme dado, tendrнa que haberme incrustado en el barro como los otros...

- Maldita sea, eso es lo que tendrнas que haber hecho - dijo Bill, contemplando al familiar y odiado rostro colmilludo -. Te estбs muriendo, Deseomortal. Esta vez te ha tocado.

- Lo sй - dijo Deseomortal, y tosiу. Tenнa cerrados los ojos.

- Haced un cнrculo con la cadena - gritу Bill -. Quiero aquн al enfermero.

La hilera de prisioneros se curvу y miraron como el enfermero examinaba a los heridos.

- El teniente solo necesita una venda - dijo -. Tan solo tiene quemaduras superficiales. Pero a este tнo de los colmillos le ha llegado la hora.

- їPuedes conservarlo con vida? - le preguntу Bill.

- Por un tiempo, aunque no puedo asegurar cuanto.

- Mбntenlo en vida. - Mirу alrededor del cнrculo de prisioneros -. їHay alguna manera en que sacaros esas argollas? - preguntу.

- No sin las llaves - le dijo un tosco sargento de infanterнa -, y los lagartos no las traнan. Tendremos que llevarlas hasta que estemos de regreso. їCуmo es que arriesgaste el cuello para salvarnos? - preguntу con sospecha.

- їY quiйn querнa salvaros? - resoplу Bill -. Tenнa hambre, y me imaginй que eso que llevabais serнa comida.

- Sн, lo es - contestу el sargento, pareciendo ya mбs tranquilo -. Asн se entiende el por quй corriste el riesgo.

Bill abriу una lata de raciones y hundiу el rostro en ella.

 

CINCO

 

El muerto fue cortado de su sitio en la cadena, y los dos hombres de delante y atrбs del herido Deseomortal querнan hacer lo mismo con йl. Bill razonу con ellos, les explicу que lo mбs humanitario era cargar con su compaсero, y estuvieron de acuerdo con йl cuando los amenazу con asarles las piernas si no lo hacнan. Mientras los encadenados comнan, Bill cortу dos ramas flexibles y construyу una camilla con tres guerreras que le dieron. Entregу los rifles capturados al tosco sargento y a los soldados que parecнan con mбs experiencia de combate, guardбndose uno para sн mismo.

- їHay alguna posibilidad de que podamos regresar? le preguntу el sargento, que estaba limpiando cuidadosamente el agua del arma.

- Tal vez. Podemos regresar por donde hemos venido, es fбcil seguir las seсales que hemos dejado todos nosotros arrastrбndonos hasta aquн. Tendremos que estar atentos por si hay venianos, y cazarlos antes de que puedan correr la voz acerca de nosotros. Cuando lleguemos donde podamos oнr los combates, trataremos de hallar un бrea tranquila... y de abrimos paso. Un cincuenta por ciento de posibilidades.

- Eso es mбs de lo que tenнamos hace una hora.

- Ya lo sй. Pero disminuirбn si nos quedamos mucho tiempo aquн.

- Entonces pongбmonos en marcha.

El seguir la pista fue aъn mбs fбcil de lo que Bill se habнa imaginado, y a primera hora de la tarde oyeron los primeros sonidos de la lucha, un retumbar apagado en la distancia. Habнan matado instantбneamente al ъnico veniano al que habнan visto. Bill detuvo la marcha.

- Comed todo lo que querбis, luego tirad la comida - dijo -. Pasad la orden. Pronto tendremos que marchar a toda prisa - fue a ver que tal estaba Deseomortal.

- Mal - jadeу este, con la cara tan blanca como el papel -. Esto es el fin, Bill... lo sй... ya he aterrorizado a mi ъltimo recluta... he cobrado mi ъltima paga... he hecho mi ъltima guardia... hasta la vista, Bill... eres un buen compaсero... cuidбndote de mн asн...

- Me alegra que pienses eso, Deseomortal, y tal vez quieras hacerme un favor. - Rebuscу por los bolsillos del moribundo hasta que encontrу su libro de notas de suboficial, abriйndolo y garabateando en una de las pбginas en blanco -. їQuй tal si me firmaras esto, en recuerdo de los viejos tiempos...? їDeseomortal?

La gran mandнbula colgaba abierta, los malйvolos ojos rojos estaban desorbitados y perdidos en el infinito.

- El sucio mamуn se me ha muerto antes - dijo disgustado Bill. Tras meditar por un momento, mojу con tinta de la pluma la yema del pulgar de Deseomortal y la apretу contra el papel para dejar la huella.

- ЎEnfermero! - gritу, y la hilera de hombres se arqueу para que el enfermero pudiera llegar -. їCуmo estб?

- Tieso como un arenque - dijo el enfermero, tras un examen profesional.

- Antes de morir me dejу en herencia sus colmillos, lo tengo aquн escrito, їves? Son colmillos verdaderos, hechos crecer en una probeta, y cuestan un fortunуn. їPueden ser trasplantados?

- Seguro, siempre que se los arranquen y los congelen antes de que pasen doce horas.

- No hay problema con eso, simplemente nos llevaremos el cadбver con nosotros. - Mirу a los dos camilleros y jugueteу con su arma, y no hubo protestas -. Mбndeme aquн a ese teniente.

El teniente vino.

- Capellбn - dijo Bill, alzando la pбgina del libro de notas -. Me gustarнa tener la firma de un oficial en esto. Justo antes de morir este hombre me dictу su testamento, pero estaba demasiado dйbil para firmarlo, asн que le puso la huella dactilar. Ahora usted escriba que lo vio hacerlo y que todo estб bien y es legal, y firme con su nombre.

- Pero... no podrнa hacer eso, hijo mнo. No vi como el fallecido dictaba su testamento y Glummmmp...

Dijo Glummmmp porque Bill le habнa metido el caсуn de la pistola atуmica en la boca y lo estaba haciendo girar con el dedo vibrando sobre el gatillo.

- Dispara - dijo el sargento de infanterнa, y tres de los hombres, que podнan ver lo que estaba pasando, aplaudieron. Bill retirу lentamente la pistola.

- Tendrй gran placer en ayudar - dijo el capellбn, arrebatбndole la pluma.

Bill leyу el documento, gruсу satisfecho, y luego se acuclillу junto al enfermero.

- їEstбs en el hospital? - le preguntу.

- En efecto, y si logro regresar no voy a salir de йl nunca mбs. Tuve la mala suerte de estar recogiendo heridos cuando se produjo el ataque.

- He oнdo que no se llevan a ningъn herido. Que solo los ponen en condiciones y los devuelven a la lнnea de fuego.

- Oнste bien. Esta va a ser una guerra difнcil de sobrevivir.

- Pero deben de haber algunos heridos demasiado graves como para volverlos al servicio activo.

- Son los milagros de la medicina moderna - le contestу el enfermero, mientras se enfrentaba con un pastel de carne deshidratado -. O te mueres, o te han puesto bueno en un par de semanas.

- їY si a uno le vuelan un brazo?

- Tienen un congelador lleno de brazos viejos. Te cosen uno y bang, de vuelta al servicio.

- їY que tal con los pies? - le preguntу Bill preocupado.

- ЎTienes razуn... me olvidй! Hay escasez de pies. Tenemos a tantos tнos sin pies que se nos estбn acabando las camas. Habнan comenzado justamente a sacarlos del planeta cuando me capturaron.

- їTienes algunas pнldoras contra el dolor? - le preguntу Bill, cambiando de conversaciуn. El enfermero sacу una botella blanca.

- Tres de estas y te reirнas mientras te estuviesen cortando la cabeza.

- Dame tres.

- Si por casualidad ves a un tipo que le hayan volado un pie, lo mejor serб que le ates algo alrededor de la pierna, por sobre la rodilla, para cortar la hemorragia.

- Gracias, compaсero.

- De nada.

- Pongбmonos en marcha - dijo el sargento de infanterнa -. Cuanto antes lo hagamos, mбs posibilidades tendremos.

Ocasionales relбmpagos de los бtomorifles quemaban el follaje por encima de ellos, y el estampido seco de las armas pesadas hacнa agitarse el barro bajo sus pies. Caminaron paralelamente a la lнnea de fuego hasta que este hubo cesado, luego se detuvieron. Bill, que era el ъnico no encadenado, se adelantу en reconocimiento. Las lнneas enemigas parecнan poco densas, y encontrу un lugar que parecнa ser el mejor para atravesarlas. Luego, antes de regresar, se sacу una fuerte cuerda que habнa tomado de los paquetes y se hizo un torniquete sobre la rodilla derecha, apretбndolo con un palo, tragбndose luego las tres pнldoras. Se quedу tras unos espesos matorrales cuando llamу a los otros.

- Todo recto, y luego a la derecha por entre esos бrboles. Vamos... Ўrбpido!

Bill abriу la marcha hasta que los primeros hombres pudieron ver las lнneas al frente. Luego gritу:

- їQuй es esto? - y se introdujo entre el espeso follaje ЎChingers! - gritу, y se sentу con la espalda recostada en un бrbol.

Tomу buena punterнa con la pistola y se volу el pie derecho.

- ЎMovйos, rбpido! - aullу, y escuchу el estrйpito de los asustados hombres entre la maleza. Lanzу lejos su pistola, disparу al azar hacia los бrboles unas cuantas veces, luego se irguiу. El бtomorifle le servнa bastante como muleta para cojear, y no tenнa mucho camino que recorrer. Dos soldados, que debнan ser bisoсos o habrнan sabido mejor lo que se hacнan, salieron de sus refugios para ayudarle.

- Gracias, compaсeros - jadeу, y se desplomу al suelo -. La guerra es un puro infierno.

 

EPILOGO

 

La mъsica marcial creaba ecos en la ladera de la colina, rebotando en las aristas rocosas y perdiйndose en las silenciosas sombras verdes bajo los бrboles. Girando la curva, marcando orgullosamente el paso entre el polvo, llegу el pequeсo desfile a cuya cabeza se encontraba la magnнfica forma del robot-banda. El sol se reflejaba en sus doradas extremidades y parpadeaba en los metбlicos instrumentos que tocaba con tanto entusiasmo. Una pequeсa formaciуn de robots surtidos rodaba y traqueteaba tras йl, y cerrando la columna iba la solitaria figura del canoso sargento reclutador, marchando solitario, con las hileras de sus medallas tintineando. Aunque el camino era liso, el sargento trastabilleу de pronto, casi cayendo, y se puso a blasfemar con toda la experiencia de los largos aсos de oficio.

- ЎAlto! - ordenу, y, mientras su pequeсa compaснa frenaba hasta detenerse, se recostу contra la pared de piedra que bordeaba el camino y se arremangу la pernera derecha de su pantalуn. Cuando silbу, uno de los robots se acercу rбpidamente y le presentу una caja de herramientas, de la que el sargento tomу una gran llave inglesa, con la que se apretу una de las tuercas del tobillo de su pie artificial. Luego le echу unas gotas de aceite a una juntura y volviу a bajarse la pernera. Cuando se irguiу, se dio cuenta de que una robomula estaba tirando de un arado tras la verja, con un robusto mocetуn pueblerino guiбndola.

- ЎCerveza! - ladrу el sargento, y luego -: El lamento de un espacionauta.

El robot-banda iniciу los compases de la suave melodнa de la vieja canciуn, y para cuando el surco llegу hasta los lнmites del campo ya estaban sobre la cerca dos jarras de cerveza helada.

- Esa es una bonita canciуn - dijo el campesino.

- Bebe una cerveza conmigo - dijo el sargento, echando en la jarra un polvillo blanco de un paquete que tapaba con la mano.

- No me importarнa hacerlo, hoy hace aquн mбs calor que en el in...

- Dilo tranquilamente: infierno. Ya he oнdo antes esa palabra.

- A mami no le gusta que diga palabrotas. Vaya si tiene usted unos dientes largos, seсor.

El sargento hizo resonar un colmillo.

- Un tiparrуn como tъ no deberнa preocuparse por algunas palabrotas mбs o menos. Si fueras soldado, podrнas decir infierno, o hasta mamуn, todas las veces que quisieras.

- No creo que desee decir nada como eso - se ruborizу, a pesar de lo curtido de su rostro -. Gracias por la cerveza, pero ahora tengo que seguir arando. Mami me dijo que jamбs tenнa que hablar con los soldados.

- Tu mami tiene razуn, hijo. La mayor parte de ellos son un rebaсo de sucios borrachos y blasfemos. Escucha: їte gustarнa ver una foto que tengo de una robomula nueva que puede funcionar 1.000 horas sin que tenga que ser lubrificada? - el sargento echу la mano hacia atrбs y un robot le puso en ella un visor.

- ЎEso sн que suena interesante! - el pueblerino se llevу el visor a los ojos y mirу por йl, y se puso aъn mбs encarnado -. Esto no es una mula, seсor, es una chica, y sus ropas son...

El sargento extendiу rбpidamente la mano y apretу un botуn en lo alto del visor. Algo hizo trunk en su interior, y el campesino se quedу quieto, rнgido y paralizado. No se moviу ni cambiу de expresiуn cuando el sargento le quitу la pequeсa mбquina de entre sus paralizados dedos.

- Toma esta pluma - le dijo el sargento, y los dedos del otros se cerraron sobre ella -. Ahora firma en este documento, justamente debajo de donde dice firma del recluta... - la pluma rechinу, y un repentino chillido traspasу el aire.

- ЎMi Charlie! їQuй le estб haciendo a mi Charlie? - una vieja mujer de pelo blanco gimiу mientras llegaba corriendo por la colina.

- Su hijo es ahora un soldado para mayor gloria del Emperador - dijo el sargento, haciйndole una seсa al robot sastre.

- ЎNo... por favor! - suplicу la mujer, agarrando la mano del sargento y regбndola con sus lбgrimas -. Ya perdн un hijo... їno es eso bastante...? - Parpadeу entre las lбgrimas, y luego parpadeу de nuevo -. Pero tъ... Ўtъ eres mi hijo! ЎMi Bill que ha vuelto a casal Te reconozco a pesar de esos dientes, y de las cicatrices, y de esa mano negra y del pie artificial. ЎUna madre nunca olvida!

El sargento mirу con el ceсo fruncido a la mujer.

- Creo que tal vez tenga razуn - dijo -. Ya me pareciу que el nombre de Phigerinadon II me sonaba familiar.

El sastre robot habнa cumplido con su tarea, la guerrera de papel rojo brillaba orgullosa al sol, las botas unimoleculares resplandecнan.

- ЎA formar! - gritу Bill, y el recluta saltу la tapia.

- Billy, Billy... - gimoteу la mujer -, Ўeste es tu hermanito Charlie! No irбs a llevarte a tu propio hermanito al Ejйrcito, їno?

Bill pensу en su madre, y luego pensу en su hermano menor Charlie, y luego pensу en el mes que le quitarнan de su perнodo de servicio por cada recluta que llevase, y dio al momento su respuesta:

- Sн - dijo.

La mъsica resonу, los soldados marcharon, la madre llorу, como siempre han hecho las madres, y la marcial pequeсa formaciуn marcу el paso por el camino, sobre la colina, y se perdiу de vista en el atardecer.

 

FIN