"Factor de Humanidad" - читать интересную книгу автора (Sawyer Robert J.)

Agradecimientos

Mi más sincero agradecimiento a mi agente, Ralph Vicinanza, y su socio Christopher Lotts; mi editor en Tor, David G. Hartwell; Joy Chamberlain y Jane Johnson de HarperCollins UK; Rudy Rucker; Tad Dembinski; Tom Doherty, Andy LeCount, Jim Minz, y Linda Quinton de Tor; y Robert Howard y Suzanne Hallsworth de H. B. Fenn.

Gracias especiales al artista de Ottawa Larry Stewart, quien amablemente proporcionó los bocetos.

Muchas gracias a aquellos que leyeron y comentaron el manuscrito en parte o en su totalidad: Ted Bleaney, Linda C. Carson, Merle Casci, David Livingstone Clink, Martin Crumpton, James Alan Gardner, Terence M. Green, Tom McGee, Howard Miller, Ariel Reich, Alan B. Sawyer, Edo van Belkom, y sobre todo mi encantadora esposa, Carolyn Clink.s


Hacía casi diez años que llegaban los mensajes del espacio. La recepción de una nueva página de datos comenzaba cada treinta horas y cincuenta y un minutos, un intervalo que supuestamente era la duración del día en el mundo original de los remitentes. Hasta el momento, se habían recogido 2.841 mensajes.

La Tierra no había contestado nunca a ninguna de las transmisiones. La Declaración de Principios Referidos a las Actividades a Seguir tras la Detección de Inteligencia Extraterrestre, adoptada por la Unión Astronómica Internacional en 1989, decía: “No debe enviarse ninguna respuesta a señales u otras pruebas de inteligencia extraterrestre hasta que hayan tenido lugar las adecuadas rondas de consultas internacionales”. Siendo ciento cincuenta y siete los países miembros de las Naciones Unidas, el proceso iba para largo.

No había ninguna duda de la dirección de donde procedían las señales: ascensión derecha 14 grados, 39 minutos, 36 segundos; declinación menos 60 grados, 50,0 minutos. Y los estudios paralácticos revelaban la distancia: 1,34 parsecs de la Tierra. Los alienígenas que enviaban los mensajes vivían al parecer en un planeta que orbitaba la estrella Alfa Centauri A, la estrella que más se parecía a nuestro sol.

Las primeras once páginas de datos se habían descifrado con facilidad: eran sencillas representaciones gráficas de principios físicos y matemáticos, además de las fórmulas químicas de dos sustancias aparentemente benignas.

Pero aunque los mensajes eran de domino público, nadie había sido capaz, en ninguna parte, de encontrar sentido a las imágenes decodificadas posteriormente…