"Cuentos de mí mismo" - читать интересную книгу автора (Unamuno Miguel de)
Originalidad de su narrativa
A su posición filosófica fundamental hay que atribuir su fuerte originalidad de escritor, sus innovaciones técnicas y, en definitiva, sus aciertos mayores. Francisco Ayala ("El arte de novelar de Unamuno", Realidad y ensueño, Madrid, Gredos, 1963) ha señalado la identidad que se opera entre novela y vida: "Su manera de comprender hombre y mundo, es decir, de comprenderse a sí mismo y de entender la vida, produce una obra literaria cuyas características formales deben reflejarla y comunicársela al lector con eficacia máxima". La personalidad absorbente tenía que arrebatarle toda sustantividad al conjunto de personas y cosas que pretende reproducir, conviertiéndolas en mera sombra de sí mismo, sin autonomía alguna. El escritor procede a desencarnar a sus personajes, desnudándoles del ambiente, sacándolos de toda circunstancia concreta. Para Antonio Sánchez Barbudo ("La experiencia decisiva: la crisis de 1897", Miguel de Unamuno, Madrid, Taurus, 1974, previamente en Hispanic Review, 1950) esta crisis religiosa resulta ser, aparte de un motivo directo de inspiración en las obras anteriores a 1900, una como fuente secreta de todo su pensamiento posterior, en cuya formulación intervinieron mucho sus lecturas, especialmente Kierkegaard.
En reiteradas ocasiones nos dejó su singular concepción de novela. En Cómo se hace una novela (1927) -cuyo título más apropiado quizá fuese "La novela de Unamuno"- se leen expresiones como ésta: "Escribir contando cómo se hace una novela es hacerla. ¿Es más que una novela la vida de cada uno de nosotros? ¿Hay novela que sea más novelesca que una auto-biografía?", insistiendo en el carácter autobiográfico que alcanza su obra. "Sí, toda novela, toda obra de ficción, todo poema, cuando es vivo es autobiográfico. Todo ser de ficción, todo personaje poético que crea un autor hace parte del autor mismo. Y si este pone en su poema un hombre de carne y hueso a quien ha conocido, es después de haberlo hecho suyo, parte de sí mismo". Y es que don Miguel defiende su yoísmo, su no ser de nadie ni pertenecer a nada; personalismo que le llevará a alguna arbitrariedad, como la célebre frase "¡Que inventen otros!". Y en Tres novelas ejemplares y un prólogo llega más lejos todavía a la hora de definir sus personajes de ficción: "Una cosa es que todos mis personajes novelescos, que todos los agonistas que he creado los haya sacado de mi alma, de mi realidad íntima -que es todo un pueblo-, y otra cosa es que sean yo mismo. Porque ¿quién soy yo mismo? ¿Quién es el que se firma Miguel Unamuno? Pues… uno de mis personajes, una de mis criaturas, uno de mis agonistas"
En semejantes términos se expresará en algunos cuentos. Así, en "Don Catalino, hombre sabio", el escritor aparece con su propio nombre discutiendo y exponiendo personales opiniones, emociones y reacciones: "Esto que yo le digo a usted, amigo don Miguel,…", en el que trata de mostrar al lector, entre bromas y veras, el horror implacable a las verdades científicas que dejan de lado el humanismo, el hombre. Igual ocurre en "Y va de cuento…", donde con tono juguetón, ligerísimo, se establece resueltamente la que pudiera llamarse teoría del cuento. Unas veces se introduce como personaje en la narración desde el principio -"A Miguel, el héroe de mi cuento, habíanle pedido uno"-; otras, con personaje interpuesto como en "La beca", hablando el autor en la persona del médico, y en "Una visita al viejo poeta" adonde el viejo poeta se enfrenta con el mismo problema que más tarde alcanzará a don Miguel, la escisión entre el ser íntimo y la imagen que ha creado la fama. Y es que para el escritor, bufón genial, pedagogo por vocación, juglar infatigable y proteico, pocos medios tan adecuados como el cuento para su tarea de decirse sin descanso, de mostrar cada día una parcela (cuando menos una parcela) de su personalidad total.