"La Ley De La Calle" - читать интересную книгу автора (Walters Minette)

LA MUERTE DE LA INOCENCIA

Al término de uno de los juicios por asesinato más espantosos de la última década, Marie Thérèse Kouao, de 44 años, y su novio, Carl Manning, de 28, fueron condenados a cadena perpetua por las brutales torturas y el asesinato de la sobrina nieta de Kouao, Anna Climbie, de 8 años. Anna, nacida y criada en Costa de Marfil, fue confiada al cuidado de Kouao, por parte de sus afectuosos padres después de que la tía homicida, que se presentaba ante su clan familiar de África como una «mujer rica y con éxito», se hubiera ofrecido a dar a la pequeña una vida mejor en Inglaterra. En realidad se trataba de un parásito trapacero que necesitaba a una «hija» para beneficiarse del sistema de prestaciones de la seguridad social. La pequeña Anna falleció de hipotermia y malnutrición después de que la obligaran a vivir desnuda en un baño, atada de pies y manos, y cubierta únicamente por una bolsa de basura. La tenían amarrada como a un perro y la alimentaban con sobras que tenia que comer del suelo. Su cuerpo revelaba 128 marcas de golpes que Kouao, haciéndose pasar por su madre, convenció a los médicos y trabajadores sociales de que eran autoinfligidos. Asimismo, persuadió a las autoridades religiosas de que realizaran un exorcismo a la traumatizada y atormentada niña asegurando que estaba poseída por los demonios.

Durante el proceso, Kouao, que llevaba una Biblia para convencer al jurado de que era una mujer religiosa, afirmó ser objeto de ataques constantes por parte de otras reclusas durante su estancia en prisión preventiva en la cárcel de Holloway. Se trataba de una muestra descarada del doble rasero que aplicaba esta criminal. «Me pegaron y rompieron mis cosas -explicó entre llantos-. Es muy duro de sobrellevar.» Ante dicho comentario, la persona encargada de interrogarla le preguntó con ira: «¿Qué me dice de lo fácil qué debía de ser, para Anna sobrellevar lo que usted le hacía?».

Resulta tentador tachar a Kouao de ser diabólico y aberrante y dar así por zanjado el asunto, pero las estadísticas sobre casos de homicidio infantil en el Reino Unido muestran cifras alarmantes. Un promedio de dos menores mueren cada semana a manos de sus progenitores o tutores, y miles son víctimas de malos tratos y conductas negligentes de tal magnitud que el daño físico y psicológico que sufren es irreparable. En cambio, el número de menores asesinados al año por un desconocido no llega a cinco.

Cuando el News of the World, el periódico más vendido del Reino Unido, emprendió el año pasado su campaña para «desenmascarar» a los pederastas, siguiendo la línea de la llamada «ley de Megan» implantada en Estados Unidos, con la publicación de nombres, direcciones y fotografías de los agresores conocidos, los puntos de vista sobre su eficacia se polarizaron. La opinión pública, horrorizada aún por un reciente y espantoso caso de homicidio infantil a cargo de un pederasta sospechoso, en buena parte la aplaudió. La policía, los agentes de libertad condicional y los abogados especializados en abusos infantiles argumentaron que era contra-producente y que con toda probabilidad obligaría a los pederastas a abandonar la terapia para ocultarse por temor a los ataques de las patrullas de vecinos.

Sus advertencias no tardaron en hacerse realidad. Según un informe redactado por agentes de libertad condicional, agresores sexuales de toda Gran Bretaña habían procedido ya a mudar de residencia, cambiar de nombre e interrumpir el contacto con la policía, o estaban planteándose dicha acción. Más preocupante aún resulta el hecho de que tras la publicación de 83 nombres, direcciones y fotografías en la prensa dominical, grupos de vigilancia vecinal enardecidos atacaron el domicilio de algunos de estos presuntos pederastas y provocaron disturbios callejeros. En casi todos los casos el objetivo fue una persona inocente, ya fuera porque el periódico había publicado una dirección incorrecta o sin vigencia, o bien porque los miembros de dichas asociaciones vecinales atribuían al propietario del domicilio parecido con alguno de los sujetos de las fotografías. El incidente más extraño y perturbador fueron los destrozos causados en la vivienda y el vehículo de una pediatra por parte de un grupo de ignorantes que pensaron que «pediatra», médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades: infantiles, era sinónimo de «pederasta», es decir, un adulto que siente una atracción sexual por los niños.

A raíz de dichos sucesos el News of the World suspendió su campaña tras haber prometido desde el principio «señalar y avergonzar» a todos los pederastas del Reino Unido. «Nuestra labor se centrará a partir de ahora en obligar al gobierno a actuar de acuerdo con la ley de Megan -declaró el asediado director del periódico-, y no dudaremos en señalar y avergonzar a todo político que se interponga en nuestro camino».

El debate sobre cómo abordar la cuestión de la pederastía continúa. Sin embargo, las estadísticas revelan que miles de niños se encuentran en una situación de mayor riesgo en sus propias casas que en la calle. A raíz de un proceso celebrado recientemente en el que se juzgaba a varios pederastas que compartían imágenes indecentes de menores por internet, un portavoz de la policía apuntó un elemento doméstico inquietante en la pornografía que se exhibe hoy en día. «Antes la pornografía infantil se filmaba en estudios -señaló-, pero últimamente parece como si las imágenes estuvieran rodadas en el interior de las casas de los menores. Se ven juguetes en segundo plano, lo que indica que uno o ambos progenitores estaban involucrados en el abuso». Por muy cómoda que resulte la creencia de que solo los desconocidos con tendencias sádicas abusan de los menores, nos equivocamos de enfoque si solo nos centramos en la pederastía fuera del entorno doméstico. A la pequeña Anna Climbie la torturaron y asesinaron las personas que en teoría debían cuidar de ella. Infinidad de bebés mueren por las violentas sacudidas que reciben a manos de sus cuidadores enfurecidos. El teléfono de atención al menor recibe 15. 000 llamadas diarias de niños angustiados. La mayor parte de los abusos sexuales se cometen en el seno del hogar. La mayoría de los pederastas sufrieron abusos sexuales durante su infancia. La pornografía infantil existe porque los padres colaboran, venden o empujan a sus pequeños a la corrupción.

¿Estamos preparados ya para «señalar y avergonzar» a los verdaderos maltratadores?

Anne Catrell