"¡Increíble Kamo!" - читать интересную книгу автора (Pennac Daniel)2 Kamo's fatherKAMO ya era bilingüe: francés-argot, argot-francés en traducción directa e inversa… El inglés era una herencia de su padre. -¡El argot es la lengua de los Parises, chaval! Pero algunas veces los padres se mueren. El último día, en la clínica, el padre de Kamo aún tuvo fuerzas para tomárselo a broma: – Mala pata; hubiera preferido que llegara más tarde, pero va a tener que ser ahora. ¡Qué blanca, la clínica! Su madre hablaba con un médico en el pasillo. Negaba con la cabeza, detrás del cristal. ¡No, no y no! El médico bajaba los ojos. Sentado a los pies de la cama, Kamo escuchaba las palabras que le susurraba su padre… sus últimas palabras… – Comprobarás que tiene su genio..Sólo hay una receta: hacerla reír, le encanta. Si no cierras el pico y oído al parche. Siempre tiene razón. – ¿ Siempre? – Siempre. No se columpia nunca. Kamo había creído durante mucho tiempo que era verdad (que su madre jamás se equivocaba!. Pero ya no pensaba lo mismo. – Esta vez se cuela. Nadie puede aprender un idioma en tres meses. ¡Nadie! – Pero ¡por qué tiene tanto empeño en que hables inglés? – Precauciones de emigrante. Mi abuela se piró de Rusia en el 23, y de Alemania diez años después por culpa del bigotes de la cruz gamada. Por eso su hija aprendió casi una docena de idiomas y le gustaría que yo hiciera lo mismo, por si… Nos quedamos un momento en silencio. Recorrí con los ojos la lista de corresponsales: Maisie Parange, Gaylord Fentecost. John Trenchard. Catherine Earnshaw, Holden Caufield… etcétera, etcétera: quince nombres. Esto ocurría en el colegio. Nos habíamos quedado castigados. Lanthier el Largo inclinó sobre nosotros su corpachón. – ¿Una lista de invitados? ¿Das una fiesta, Kamo? – ¡La fiesta la vas a tener tú como no me dejes en paz, Lanthier! Lanthier el Largo se replegó como un acordeón. Yo pregunté: – ¿Qué vas a hacer? Kamo se encogió de hombros. – ¿Qué quieres que haga? ¡Obedecer, maldita sea! Luego esbozó una sonrisa disimulada: – A mi manera… Su madre volvió tarde aquella noche. Kamo se había encerrado en su cuarto. -¿Estás ahí, querido? Siempre llamaba a la puerta de su hijo. Nunca se molestaban el uno al otro en su trabajo. – Estoy. Pero ella no intentó abrir. – ¿No cenas conmigo? Él no había hecho la compra. Tampoco había preparado la cena. – Estoy escribiendo. Kamo escuchó una risa contenida detrás de la puerta. – ¿Una novela? Él sonrió a su vez. Hubiera preferido ir a charlar y reír con ella. Se limitó a responder: – De eso nada, querida mamaíta; estoy escribiendo a mi corresponsal; miss Catherine Earnshaw. Queda rosbif en la nevera. |
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