"¡Increíble Kamo!" - читать интересную книгу автора (Pennac Daniel)

3 Dear Bif

DeaR Cathy. querida Bif:

Míes como os llamamos a los británicos aquí, en Francia: ¡Rosbifes!

Parece que sois unos guiris importantes, que la mitad del planeta chamulla vuestro puñetero idioma. A mí eso no me parece un idioma: en cada frase os coméis la mitad de las palabras, y en cada palabra, í«s tres cuartas partes de las sílabas. Queda ¡o justo para parir un telegrama.

Cathy preciosa, querida rosbif, tengo una gran ambición: ¡ser el único que no hable nunca inglés! Entonces, dirás, ¿a qué viene esta pápela? Es por mi madre. Un cambalache que he hecho con ella. Me ha cazado bien y tengo que respetar el contrato. Además, mis asuntos de familia no son cosa tuya; tú métete en tus rollos.

Chao, querida corresponsal. Si acaso tuvieras intención de aprender francés con este menda, cómprate un buen diccionata. El más gordo. Y no te enrolles mucho con la gramática.

P.D.: -¿Te interesaría saber por que te he elegido a ti? la agencia le ha largado a mi madre una lista de quince mendas. He clavado mi compás en ella cerrando ¡as pupilas y se ha plantado en tu nombre: Earnshaw. En mitad de la E mayúscula. ¿No has sentido nada?


Kamo escribió las señas con su más cuidada caligrafía (Catherine EARNSHAW, Agencia multilingüe Babel, apartado de correos 723, 75013 París), puso un sello y corrió en mitad de la noche a echarla a un buzón.

Al día siguiente, el desayuno fue el más alegre desde hacía mucho tiempo. Su madre se había levantado temprano para comprar cruasanes y se marchó a trabajar algo más tarde que de costumbre. Hablaron de todo menos del inglés. Kamo prometió unas patatas gratinadas con nata para la noche, «con el punto justo de nuez moscada», como las hacía su padre.

Me lo explicó tranquilamente en el colegio:

– Le prometí que escribiría y lo he hecho. No puedo prometer que me contesten…

Estuvo de un humor excelente toda la semana. Lanthier el Largo se aprovechó y consiguió que te hiciera los deberes de mates. Arènes, nuestro profesor de matemáticas, pensó que Lanthier estaba progresando. Felicitaciones por un lado, legítimo orgullo por el otro, el buen humor se propagó a toda la clase, como siempre que Kamo ponía de su parte. Hasta le dedicó dos o tres radiantes sonrisas a la señorita Nahoum, nuestra profe de inglés. Ella se las devolvió llamándole «my gra-cious lord».

La señorita Nahoum nos caía muy bien. Llamaba al tiovivo «the living únele», y todo lo que le gustaba decía que era «hallucinating». Nos caía la mar de bien: defendía a los malos alumnos en el claustro de profesores. «Sólo se aprende una lengua extranjera si se tiene algo que decir», les decía a los padres preocupados.

Yo sí que tenía un montón de cosas que decirle a la señorita Nahoum.

Por ejemplo, que se parecía a Moune, mi madre, en lo joven y casi en lo guapa. Yo era bueno en inglés. El primero de la clase.

Así pues, una semana de buen humor general. Era raro desde que Kamo había perdido a su padre. Una semana entera. No sé si hubiera podido durar más. Se acabó el día que Kamo recibió aquella carta de la agencia Babel: la contestación de Catherine Earnshaw.