"¡Increíble Kamo!" - читать интересную книгу автора (Pennac Daniel)

6 Me too

Querido Kamo:

Estáis perdonado y debo pediros perdón a mi vez. Os he tratado con dureza y lo lamento.

La verdad es que vuestra carta no pudo ¡legar en peor momento. Primero aquel triste aniversario, y luego el ambiente que se ha apoderado de este lugar desde que mi hermano Hindley dirige la casa. Es un bruto y un débil (¡sí un bruto débil!) que tortura a los que le rodean porque está descontento consigo mismo. ¿Tenéis ese tipo de personas en Francia? Por mi parte, dudo de que exista otro Hindley en toda la superficie del Imperio. Sen'a una buena pregunta para hacérsela a nuestro viejo y querido capitán Cook, ¿no os parece? «Decidme, james Cook, capitán, ¿es cierto que habéis descubierto otro ejemplar de Hindley en las islas Sandwich? ¿No? ¿Quizá en ¡as costas de Terranova? ¿O acaso en Nueva Zelanda?

Hoy estoy de mejor humor, como veis. Quedáis pues totalmente perdonado. Ahora debo haceros una confesión: yo tampoco tenía la menor intención de aprender una lengua extranjera (¿para qué. si no salgo nunca de aquí?). Fue mi cuñada Frances la que dio mi nombre a esa tal agencia Babel. Dice, que para que se me pase el tedio. ¡Pero si yo no me aburro! ¡jamás me he aburrido! Sería más exacto decir que es para ocupar mi espíritu.

Sí, pretenden ocupar mi espíritu y asi conseguir que ¡legue a olvidar a «H», que lo aparte de mis pensamientos y de mi corazón, que cierre los ojos frente a los malos tratos de que le hace objeto Hindley (ayer le pegó tan fuerte que el propio Joseph tuvo que arrancarlo de su furor. ¡Si no. le habría matado!). ¿Ahuyentar a «H» de mi espíritu?}Es como pedirme que me olvide de mí misma!

Empecé jurándome que no escribiría a nadie. Pero llegó vuestra anta y, cuando se me pasó el primer momento de ira. pude intuir en ella una voluntad fuerte, un carácter próximo al mío tanto en ¡a cólera como en la risa, y la posibilidad de confiarme a un amigo que no me traicionaría. Por prudencia, sin embargo, os envié la respuesta que tanta pena os causó. Ahora sé que tengo en vos un amigo. Un amigo al que podré hablarle de otro amigo. Aquí, desde la desaparición de mi padre, todo el mundo ignora o detesta a «H». ¿Aceptáis que os hable de él? ¿De la vida que él y yo llevamos en esta casa… y que no es nada divertida, os lo advierto?

Sabed, mi querido Kamo. que ese papel de confidente será muy ingrato. Por eso. os dejo en libertad y no espero respuesta alguna.

Catherine

P.D.: Si, a pesar de todo, decidierais contestarme, hacedlo en francés. Vuestro inglés deja mucho que desear. Explicadme también este misterio: empleáis, incluso en mi lengua, una docena de palabras cuyo sentido ignoro totalmente. Habláis del «metro» («en el metro que nos llevaba al hospital») y de ''conversaciones telefónicas»… iMetro? ¿Telefónicas?.¿Podéis explicarme esas palabras?


Kamo escuchó mi traducción en silencio. Su rostro se distendía a medida que yo iba leyendo. De hecho, a la semana de buen humor había seguido una semana infernal. Había estado esperando esta carta en tal estado de impaciencia y angustia que el pobre Lanthier apenas se atrevía a cruzarse con él en los pasillos.

– Pero ¿qué te he hecho yo, Kamo? ¿Qué es lo que te he hecho?

Ahora se le veía calmado del todo, incluso radiante. Con una especie de felicidad reflexiva. Dejó pasar un momento y me preguntó:

– ¡Por qué me voseas?

– ¿Cómo?

– Sí. ¿Por qué me hablas de «vos» en tu traducción? ¡Puede que Cathy me tutee en sus cartas! Usa e! «you». ¿no?

Me miraba fijamente (una mirada muy suya, por cierto: a la vez allí y en otra parte). Tardé unos instantes en contestarle:

– ¡Pero. Kamo, eso no es lo que importa de esta carta!

– ¿Ah, no? A ti te parece que no es importante, ¿no? Soltó una risita nasal y metió la carta en su sobre sin apartar la vista de mí.

– De modo que si yo me pusiera a tratarte de vos,;no te parecería importante?

Ironía en la voz. Yo sabía que era inútil discutir y que era difícil detener a Kamo cuando se lanzaba por semejante pendiente. Continuó en el mismo tono, con la misma mirada.

– Tu traducción no debe de ser nada del otro jueves…

El amigo Kamo estaba empezando a jorobarme.

– Además, ya has visto lo que escribe Cathy: ¡tu inglés no es que sea gran cosa!

Y yo que acababa de desperdiciar mi miércoles por la tarde traduciendo aquella carta: ¡su carta! Así que, con toda calma y con la mano en el pomo de la puerta -estábamos en su cuarto-. le contesté:

– ¡Que te vayan dando, mamón! Traduce tú mismo tu correo.