"¡Increíble Kamo!" - читать интересную книгу автора (Pennac Daniel)7 My GodY ¡Pero, eso sí, aprender inglés ya lo creo que aprendió! ¡Y deprisa! ¡Y bien! En cuanto tenía una hora libre, la pasaba con la señorita Nahoum. – ¡Señorita, tengo que preguntarle una cosa! Ella no le pedía explicaciones y. cuando él quiso pagarle aquellas clases particulares, lo rechazó con elegancia: – Tus progresos serán mi recompensa, querido La recompensa llegó pronto. La curva de las notas de Kamo subió como la temperatura en verano (¡un súbito verano después de un largo invierno!). Ya no estaba nunca disponible, sino en su rincón y sumergido en uno de los enormes diccionarios que le compraba su madre. Siempre le estaba pidiendo más y más. Para hacerle justicia, la verdad es que su madre no disfrutó mucho con la victoria. Incluso llegó a inquietarse: – Descansa un poco, querido. ¡Te he pedido que aprendas inglés, no que te vuelvas inglés! Como él no contestaba, ella me usaba de intermediario: – ¡Dile tú que trabaja demasiado! ¡Llévatelo al cine, anda! Luego, se volvía a meter en sus propios papeles. Porque también ella se ponía a trabajar cada vez más temprano y acababa cada vez más tarde. Apenas se veían un momento cada día. Sus cuartos permanecían con la luz encendida hasta el alba mientras Kamo viajaba por enciclopedias en lengua inglesa y su madre trabajaba en los cartapacios cada vez más voluminosos que traía de la oficina. En el fondo, todo el mundo era feliz. La señorita Nahoum, Kamo, su madre… Yo era el único que estaba preocupado. Preocupado ero poco.,. La historia me estaba quemando la sangre, ni más ni menos. Desde la lectura de la segunda carta de Catberine Earnshaw, había sonado en mi interior una especie de señal de alarma que venía a confirmarme el malestar que me había producido la vehemente escritura de la primera. No dejó de funcionar. Al contrario: al ir pasando las semanas se intensificó, y pronto fue como si en mi cabeza aullaran todas las sirenas de Londres antes de un bombardeo… «¿Qué chica es ésa, que no sabe lo que es el metro y desconoce la existencia del teléfono?» Ésa fue la primera pregunta que me hice. ¡Tenía que vivir realmente aislada para no saber una cosa así en nuestra época! «Por cierto, ¿aislada, dónde? En su carta, Catherine Earnshaw decía siempre «aquí» («la vida que llevamos aquí») sin concretar nunca el sitio. Y ese amigo, «H»… ¿Por qué sólo una inicial? Fueron mis primeras preguntas. Inútil planteárselas a Kamo, cuya gran preocupación era saber si se le tuteaba o no. Increíble… Por lo que entendí de sus exaltados discursos, «H» era un niño expósito que vivía con la familia de Cathy, una especie de rebelde permanente que pasaba de todo, no tenía miedo a nada y amaba a un solo ser en este mundo: Cathy. Más que el mismo «H». era la fuerza de aquel amor lo que entusiasmaba a Kamo. – ¡Está dispuesto a todo por ella! A veces, cuando caminábamos juntos, Kamo se paraba en seco y me agarraba del brazo (tenía una fuerza terrible en las manos). – Ese pájaro. Hindley. ¿sabes?, el de Cathy: ese que martiriza a «H», no te puedes imaginar la clase de hijo de su madre que es… Cocido de la mañana a la noche. La semana pasada tiró a su propio hijo por el hueco de la escalera. Menos mal que «H» estaba abajo y pudo agarrar al vuelo al bebé. |
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