"Me Muero Por Ir Al Cielo" - читать интересную книгу автора (Flagg Fannie)

¡Yuju!

10h 9m de la mañana

Cuando Elner se despertó de su sueñecito, la habitación estaba oscura como boca de lobo. No tenia ni idea de qué hora sería, pero sabía que aún se hallaba en el hospital, pues alcanzaba a oír los típicos pitidos y a gente andando al otro lado de la puerta. No obstante, imaginó que se encontraba bien, pues no sentía dolor y podía mover todos los dedos de manos y pies. Ningún hueso roto, perfecto. Permaneció tumbada unos cuantos minutos más y se preguntó dónde estarían Norma y Macky. «Bah», pensó. A lo mejor Norma había tenido otro de sus ataques, y eso los había demorado. Llegarían pronto, supuso. También esperaba que esas personas de la bata verde no la hubieran dejado en una habitación y se hubieran olvidado de ella. «Espero que no me hayan perdido.» Sería realmente difícil perder a una vieja gorda como ella, pero si por casualidad era eso lo que había sucedido, seguro que Norma se pondría como un basilisco.

La pobre Norma había heredado la hermosura y los nervios de su madre. Elner siempre había sido una mujer de aspecto agradable, pero no una belleza como su hermana pequeña Ida. Tampoco había sido una persona nerviosa ni excitable, y más o menos tomaba las cosas tal como venían. Sin embargo, Ida había sido ya una niña inquieta. Y Norma también. Aunque Elner la quería como si fuera su propia hija, a veces era difícil entenderse con ella. Norma, por ejemplo, era una fanática de la limpieza. Macky solía contar que tenía miedo de levantarse en mitad de la noche para ir al lavabo porque a la vuelta ella ya había hecho la cama. Decía que Norma seguramente salió de la barriga de su madre con un bote de Lysol en una mano y un trapo en la otra. Pero pese a sus rarezas, tenía un corazón de oro. Su principal problema era que se preocupaba demasiado por la gente y quería atender a todo el mundo. Si en la ciudad había que hacer algo, lo hacía Norma. Gracias a Norma, no había una sola persona mayor que no recibiera una comida caliente o una visita de alguien una vez al día. De modo que, aun con sus pequeños defectos y sus achaques nerviosos, en el fondo era una de las personas más afectuosas que conocía.

Transcurrió aproximadamente otra media hora sin aparecer nadie, y entonces a Elner se le ocurrió algo de repente. Quizá Norma ni siquiera sabía que ella estaba en el hospital. Tal vez los de la bata verde no sabían quién era ella o con quién ponerse en contacto. Tenía que ser eso, de lo contrario ya habrían llegado, así que Elner supuso que lo mejor era levantarse e intentar que alguien llamara a Norma para que ésta viniera y se la llevara a casa. Desde luego no quería quedarse a pasar la noche. Se incorporó y se levantó de la cama con cuidado. «Sólo me faltaría esto, resbalar y romperme el cuello después de haber sobrevivido a la primera caída.» Pero cuando ya estuvo de pie, se sorprendió de lo fácil que había sido y de lo ligera que se sentía. Calculó que habría perdido peso mientras esperaba. «Norma se alegrará de esto.» Norma estaba siempre preocupada por el sobrepeso de Elner y cada día iba a su casa a tomarle la presión. Incluso le había reducido el bacón a un máximo de dos trozos en el desayuno y ninguno por la noche. Lógicamente, cuando el otro día fue a cenar con Merle y Verbena y comió hígado y bacón, no se lo dijo a su sobrina. No tenía sentido disgustarla.

Ahora Elner estaba de pie junto a la cama, pero la habitación estaba tan oscura que no veía nada y tuvo que andar a tientas. Se dirigió hacia las voces y, una vez localizada la puerta, fue palpando hasta encontrar el pomo, abrió, y salió a la brillante luz del pasillo. Miró a un lado y a otro, pero no vio a nadie en ninguna parte.

Echó a andar por el pasillo pasando frente a un montón de habitaciones vacías.

– ¡Yuju! -gritó, pero no muy fuerte, pues no quería molestar a ninguna persona enferma que estuviera intentando dormir.

Lo había recorrido hasta un extremo y luego hasta el otro cuando vio el ascensor. Como al parecer en aquella planta no había un alma, pensó que sería mejor ir a otra y tratar de encontrar a alguien. Pulsó el botón, y al cabo de unos instantes el ascensor se detuvo de repente y se abrieron las puertas. Entró y se volvió, pero antes de poder pulsar otro botón, las puertas se cerraron y se fue para arriba.