"La mandolina del capitán Corelli" - читать интересную книгу автора (de Bernières Louis)

16. CARTAS A MANDRAS EN EL FRENTE

I

Agapeton:

Hace mucho que no tengo noticias de ti, no me has escrito desde ese triste día en que fui a despedirte a Sami. Yo te he escrito cada día, y empiezo a sospechar que no has recibido ninguna de mis cartas o que tus respuestas no me llegan por culpa de la guerra. Ayer escribí la mejor de todas y, lo creas o no, se la comió la cabra. Me puse furiosa y le di un zapatazo en la cabeza. Supongo que debí dar el espectáculo y sé que tú te habrías reído si me hubieras visto. Constantemente veo cosas y pienso que ojalá estuvieras aquí para verlas con tus propios ojos. Trato de ver las cosas por ti, de recordarlas, y fantaseo con la idea de que si me concentro mucho puedo enviarte esas cosas para que las veas en tus sueños. Si la vida pudiera ser así…

Me aterra no recibir carta tuya porque te hayan herido o hecho prisionero, y tengo pesadillas de que has muerto. Por favor, escríbeme para que pueda respirar tranquila y para que mi corazón tenga un poco de paz. Cada día espero que vuelva gente de Argostolion con la correspondencia para el pueblo, pero nunca hay nada para mí, me siento desesperada e impotente y me devano los sesos de preocupación. Como estamos en diciembre aquí los días se han vuelto muy fríos, no hay sol y llueve casi a diario. Me imagino que el cielo llora mientras yo también lloro. Tiemblo sólo de pensar en el frío que ha de hacer en los montes del Epiro. ¿Recibiste los calcetines que tejí para ti y el jersey de pescador y la bufanda? ¿Te pareció buena idea por mi parte teñirlos de caqui?, ¿o fue una estupidez no hacerlo todo en blanco? Espero que te haya llegado el café y el bote de miel y la carne ahumada. Pobrecito mío, cómo debes de sufrir con ese frío, en ese lugar tan remoto y salvaje que es casi otro país. Cuánto debes de echar de menos tu barca y tus delfines; ¿te fijaste en que sabía lo de tus delfines, que ahora no tienen un amigo que les dé de comer peces hasta tu vuelta?

Aquí todo sigue más o menos igual, salvo que empiezan a escasear algunas cosas. Ayer no pude conseguir petróleo para la lámpara y la semana pasada no había harina para hacer pan. Mi padre ha hecho lámparas a base de meter una mecha por un corcho y dejarlo flotar en un cuenco con aceite de oliva, que según dice es lo que hacíamos en la antigüedad. Pero dan muy poca luz, hacen mucho humo y el olor es desagradable. ¿Quién iba a pensar que sentiríamos nostalgia del queroseno?

Todo el mundo comenta lo silencioso y deprimente que se ha vuelto esto desde que se fueron los jóvenes, y nos preguntamos cuántos de ellos volverán. He sabido que mataron a Dimos y que el novio de Marigo fue hecho prisionero. Cuando me entero de estas cosas doy gracias a Dios de que no hayas sido tú, aunque sé que es terrible desear que las desgracias caigan sobre otros. Si te mataran, no podría soportarlo. Creo que yo también moriría. Creo que le propondría a Dios que me llevara a mí en tu lugar, con tal de que siguieras con vida. Las mujeres nos avergonzamos de no poder hacer sacrificios comparables a los vuestros, pero cada una de nosotras cogería un fusil y se iría al frente si eso fuera posible o estuviera permitido. Papakis me ha dado una pistola pequeña; duermo con ella bajo la almohada, y de día la llevo metida en el bolsillo de mi delantal. Si invadieran la isla, aquí hay mujeres y hombres mayores que lucharían hasta la muerte con escobas y cuchillos de cocina, y ya nos hemos acostumbrado a hacer las cosas que antes hacían los hombres. Lo único que no hacemos es ir a pasar el rato a la kapheneia y jugar al chaquete. Vamos mucho a la iglesia, eso sí, el padre Arsenios ha pronunciado unos sermones muy emotivos. Nos ha dicho que en una cueva que sirvió de refugio a Gerasimos apareció un icono de san Juan, y que ha sido declarado genuino archeiropoietion. Parece que hasta Dios nos manda mensajes y nos muestra que vamos por el buen camino. Alguien me hizo ver que somos el único país que sigue luchando, aparte del imperio británico. Cuando lo pienso cobro nuevos ánimos, porque ese es el mayor imperio que el mundo ha visto jamás y, de ser así, ¿cómo vamos a perder? A menudo veo los barcos ingleses, son tan enormes que parece imposible que puedan navegar. Sé que venceremos.

Las noticias que llegan del frente son tan buenas que nuestra victoria parece asegurada. Cada día nos enteramos de nuevas derrotas o retiradas de las tropas italianas y sentimos el júbilo de David teniendo a sus pies a Goliat. ¿Quién lo hubiera dicho hace dos meses? Nadie lo habría imaginado. Os enviamos a contener al invasor por aquello del honor, pero sin esperanzas de éxito, y ahora esperamos vuestro regreso para recibiros como héroes. Toda Grecia rebosa de orgullo y gratitud hacia nuestros hombres, que son más grandes que Aquiles y Agamenón juntos. Se dice que habéis recuperado todo el territorio que fue motivo de disputa en tiempos pasados, y que los italianos han sido prácticamente expulsados de Albania. Qué grandes sois, vuestros nombres vivirán para siempre en los corazones de los griegos y el mundo recordará eternamente lo que le pasa a quien se atreve a herirnos. Qué orgullosos estamos, Mandras de mi vida, qué orgullosos. Vamos con la cabeza erguida y nos acordamos del glorioso pasado que nos arrebataron romanos y turcos, y que tú y tus compañeros de armas nos habéis devuelto por fin. Llegará un día en que nosotros y el imperio británico nos plantaremos juntos y diremos al mundo: «Nosotros os dimos la libertad», y los americanos y los rusos y demás Poncios Pilatos agacharán la cabeza y sentirán vergüenza de que toda la gloria sea para nosotros.

Aquí el espíritu de la guerra ha afectado a todo el mundo. Papá, que tanto detestaba a Metaxas, Kokolios, que es comunista, y Stamatis, que es monárquico, coinciden los tres en aclamar a Metaxas como el griego más importante desde Pericles o Alejandro, y todos elogian el éxito militar de Papagos. Trabajan juntos recogiendo paquetes para nuestras tropas; mi padre llegó a ofrecerse para ir al frente como médico. Le rechazaron al saber que lo había aprendido todo en los barcos y que carecía de documentos que le acreditaran. Si vieras qué furioso se puso. Iba por toda la casa pisando fuerte, y nunca le he oído decir «Heston» tantas veces y con tanto rencor. Yo me alegro de que no se vaya, pero es injusto porque hasta la gente rica acude a él en lugar de ir a los médicos de universidad. Mi padre tiene el don de curar como el santo, le basta con tocar una herida y ya empieza a sanar.

No sabes cómo ha prosperado la adivinación en el pueblo desde que empezó la guerra. Todo el mundo consulta los posos del café para averiguar cuándo volverán sus primos, hermanos o hijos, y se ha convertido en una verdadera industria. La mujer de Kokolios leyó mi café y me dijo que alguien vendría desde muy lejos y cambiaría mi vida. Así de seria lo dijo, como si no supiera ella que yo sé que ella sabe que estoy esperando que regreses desde muy lejos.

Las familias italianas de la isla han pasado apuros, y han tenido que intervenir las autoridades para impedir la quema de casas y otros estúpidos actos de violencia. Unos exaltados de Lixouri apalearon a un viejo que lleva viviendo aquí cuarenta años y que había colgado nuestra bandera de su balcón. ¿Por qué será tan bestia la gente?

Te alegrará saber que Psipsina y la cabra están bien. Bueno, yo al menos me alegro, y como pronto seremos una sola persona, se supone que tú también te alegras. Espero que te alegrará saber que he decidido reunir mi propia dote. Creo que mi padre no tiene sentido de la vergüenza y a veces siento mucha rabia contra él por negarme lo que para cualquier otra chica es una cosa normal. No es justo porque es demasiado racional. Se cree Sócrates y que puede oponerse abiertamente a la costumbre, pero yo me siento incómoda cada vez que me encuentro con alguien de tu familia, y no puedo permitir que nadie piense que tenemos mala opinión de ti, aun cuando no sea así. He empezado a tejer una colcha grande para nuestra cama de matrimonio, pero he tenido que deshacer la labor porque el ganchillo no se me da muy bien y aquello parecía un animal muerto. No soy diestra en cosas de mujeres porque mi madre murió cuando yo era muy pequeña, y ahora estoy intentando aprender todo lo que habría tenido que aprender de niña. He empezado con las cosas de la cama, porque ahí es donde va a empezar nuestra vida juntos, pero después haré otras cosas para los días de fiesta o para cuando vengan visitas. La verdad es que me aburre mucho hacer ganchillo, aunque me consuelo pensando que cuando vuelvas encontrarás todas las pruebas de mi amor por ti. Estoy pensando que estaría bien hacerte un chaleco de hilo dorado y con flores bordadas en fil tiré para que cuando bailes resplandezcas al sol.

El día de Navidad los italianos bombardearon Corfú, y hasta a mi padre le chocó tanta impiedad. Por la radio oímos que los ingleses han hundido muchos de sus barcos. Así lo espero, aunque de todos modos son cosas que detesto oír porque no soporto la pérdida de vidas y porque me desconsuela pensar en todos los viejos cuyos hijos van a la tumba antes que ellos. He visto a tu madre en el ágora, me dice que tampoco ha recibido noticias de ti. Está muy preocupada y tiene más arrugas en la cara que antes. Escríbele, por favor, aunque no me escribas a mí. Estoy segura de que sufre más que yo, si es que eso es posible.

No hemos comido pescado desde que te fuiste, Mandras, y empiezo a echarlo de menos. Sólo comemos alubias, como los pobres. Mi padre dice que son muy sanas, pero te ponen la tripa como un tambor. El día de Navidad tuvimos que pasar sin kourabiedes, sin christopsomo y sin loukoumades. La cosa fue un poco triste, aunque hicimos cuanto pudimos. El padre Arsenios nos sorprendió a todos no emborrachándose.

Recuerda que aquí quedan los que te quieren y rezan por ti, y que toda Grecia va contigo dondequiera que estés. Vuelve con nosotros tras la victoria para que las cosas puedan ser como antes. Tus delfines te esperan, y también tu barca y tu isla, y también te espero yo, que te quiero tanto y te echo de menos como si fueras un miembro de mi cuerpo que me hubieran arrancado. Sin ti nada está completo, vida mía, e incluso cuando soy feliz la felicidad me duele por dentro.

Tu querida novia, Pelagia, que te besa con estas palabras.