"El Cuarto Reino" - читать интересную книгу автора (Miralles Francesc)

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Cuando llegamos al aeropuerto de Narita eran las once de la mañana, pero mi cabeza -pesada como el hormigón- pedía una cama donde olvidarme de todo por unas horas.

Tras una formidable cola en el control de aduanas, me encontré totalmente perdido en la terminal de llegadas, lo que me hizo tomar conciencia de lo absurdo que había sido aceptar el encargo en aquellas condiciones.

Sólo sabía que en algún lugar de aquel enorme recinto había un teléfono móvil reservado a mi nombre. Aparte de eso, todo era incertidumbre.

Dispuesto a ordenar un poco mis pasos, cambié 1.000 dólares en una ventanilla bancaria y me dieron 110.000 yenes, lo cual no sabía si era mucho o poco.

Había oído que en Japón los precios eran disparatados, así que la segunda medida fue hacerme con una guía del país para encontrar al menos un hotel barato donde dar descanso a mis huesos.

Acto seguido, empecé a buscar el mostrador donde se alquilaban los teléfonos móviles. Pregunté a varios japoneses, pero la única respuesta que obtuve fue una disculpa extremadamente educada por no hablar inglés.

Finalmente, un empleado del aeropuerto me acompañó entre el gentío -casi como a un ciego- hasta un tenderete con el nombre de la compañía telefónica que ofrecía ese servicio: docomo.

Allí anoté mi nombre en un formulario y una eficiente comercial, tras mirar largamente mi pasaporte asintiendo con la cabeza, me entregó un teléfono con un manual de instrucciones en inglés. La misma joven me indicó que tenía que bajar al subterráneo de la terminal para tomar el tren hasta Tokio.

– ¿En qué área tiene su hotel? -me preguntó.

– La verdad es que no lo sé -reconocí mostrándole la guía Lonely Planet-, pero acepto sugerencias.

La japonesa respondió a esto último con una sonrisa exagerada, lo cual podía significar que no me había entendido o bien que no sabía qué decirme. Guardé el móvil en mi bolsillo y me despedí antes de dirigirme a las escaleras mecánicas que conducían al subterráneo.

Al abandonar la superficie me detuve un momento ante un cartel publicitario en inglés que me pareció, como mínimo, intrigante:

YOUR GOOD TIMES ARE JUST BEGINNING. TOMORROWLAND