"La Rana Viajera" - читать интересную книгу автора (Camba_Julio)

inmortalizado por Heine. Seg·n _Atta Troll_, los hombres son unos
animales infelices y depravados, y todo su mal proviene de la invenciєn
de los bolsillos. Si los hombres no usсramos bolsillos, no habrэa entre
nosotros egoэsmo, no habrэa ambiciєn, no habrэa _tuyo_ y _mэo_, no
habrэa propiedad, no habrэa tiranэa... Serэamos como unos osos de
diferente especie, serios y dignos, aunque aficionados a la danza.
Desgraciadamente, un dэa los hombres inventaron los bolsillos, y desde
entonces cada uno trata de meter en los suyos lo que debiera estar a la
disposiciєn de todos...

En el Casino de San Sebastiсn, los empleados de las mesas de juego
carecen de bolsillos. La direcciєn del establecimiento, como el oso de
Heine, cree que, despojando de bolsillos a los hombres, se suprime en
ellos el sentido de la propiedad, y a medida que los empleados llegan,
hace que cambien sus trajes por unos trajes especiales, en los que no
hay medio de guardar ni una sola perra chica. Los empleados pueden, asэ,
manejar todas las noches miles y miles de duros sin la menor emociєn. Si
tuvieran bolsillos, tendrэan, con ellos, el sentido de la propiedad, y
al pensar que todo aquel dinero era un dinero ajeno, sufrirэan tormentos
espantosos. Sin bolsillos, esto es, sin sentido de la propiedad, no se
les ocurre nunca guardarse un duro de nadie. Juegan con el dinero como
jugarэan con chinas al borde de la playa. Las fichas de 1.000 pesetas no
los tantalizan ni poco ni mucho. Su estado de espэritu es igual al de
los osos, para quienes no existe el concepto de la propiedad individual.

Yo creo que todos los concurrentes al Casino debiщramos tomar ejemplo de
los empleados, y no penetrar nunca en las salas de juego con nuestros
trajes de costumbre. En vez del _smocking_, debiщramos ponernos tambiщn,
para ir al Casino, unos trajes desprovistos de bolsillos. De este modo
no se nos ocurrirэa nunca ganar el dinero de la banca y nos ahorrarэamos
el nuestro. Y, aunque se nos ocurriese, no podrэamos intentarlo, porque
nos habrэamos dejado la cartera en casa.

Mientras tanto, esto es, mientras la supresiєn de los bolsillos no se
extienda de los empleados a los clientes, la cosa nunca podrс tener el
valor de un ensayo social. Y es que, detrсs de estos empleados
desbolsillados que cantan los plenos y los colores, uno ve,
imaginativamente, unos bolsillos enormes, profundos e insondables,
adonde afluye el dinero de todos nosotros.

Todavэa es tiempo de que suprimamos nuestros bolsillos. Y si no los
suprimimos ahora, espontсneamente, tendremos que suprimirlos muy pronto,
por in·tiles...




IV

UN NUEVO SISTEMA PLANETARIO