"Falsa identidad" - читать интересную книгу автора (Scottoline Lisa)8 Star echó una ojeada al chalado que llevaba en el asiento del acompañante. Casi no se le veía en el asiento, tan pequeñajo era. Era un tipo endeble incluso para ser un blanco y con el pelo en punta. Los mechones castaños salían de aquella cabeza como hileras de tomateras. Star le miraba y no conseguía creer que aquel chalado estuviera en sus cabales, aunque T-Boy afirmaba que sí. – T-Boy cree que tu amigo puede echarme una mano -dijo Star. – T-Boy tiene razón. Mi amigo conoce a todo el mundo -respondió el chalado asintiendo-. A todo el mundo. Yo te ayudo, tranquilo. – Lo que te pregunto es si tu amigo conoce a alguien de dentro. – Conoce a todo el mundo de dentro. A todos los que hace falta, mejor dicho. – Tiene que ser alguien que pueda hacer el trabajito. -Star dirigió el Cadillac calle arriba, pasando por delante de una serie de casas cerradas con tablas. No se veía a nadie por allí pero Star seguía con el cuello de la cazadora levantado. No podía permitirse que le reconociera nadie y era demasiado corpulento para pasar inadvertido. Se había hecho demasiado famoso llevando a cabo tareas de ese estilo-. Ni un fallo, ¿me oyes bien? – No habrá fallos. Star vacilaba, pero no porque estuviera asustado, pues lo que iba a hacer ni siquiera era ilegal. El Campeón decía siempre: «Cien por cien Frazier». No, lo que ocurría era que Star se sentía fatal al tener que pagar a alguien para que hiciera su trabajo. Un hombre tenía que cargar con sus propios muertos, pero Star tenía que reflexionar sobre su futuro. – Tú conoces a esa zorra, ¿eh? A esa Connolly, Alice Connolly. – De nombre, sí. – El tipo tiene que haberla liquidado a final de semana. Es decir, queda una semana. Es lo que hay hasta el día del juicio. – Mi amigo lo resolverá. Seguro que lo resuelve. – ¡La madre que lo parió! -gritó Star, volviéndose hacia él-. ¡A mí no me hables en ese tono! No necesito que un gilipollas se me ponga chulo. Yo hago el trato. Yo aguanto a Harris hasta el séptimo, luego se cae. Eso es todo lo que conseguirá de mí. Le dices a tu amigo que suelte la pasta. Yo aseguro el fuera de combate de Harris en el séptimo. – No puede ser por puntos, tiene que ser por fuera de combate. – ¡Ya lo sé, acabo de decirlo! El chalado miró por la ventanilla hacia la oscuridad. – Mi amigo ha oído que dicen pestes de ti. Que has perdido pegada. No cree que lo consigas. – ¡Me importa un puto pimiento lo que diga tu amigo, capullo! Claro que le ganaré. -Star dio una palmada contra el volante. No soportaba aquel negocio condenado al fracaso. No soportaba que Anthony le hubiera abandonado. No se soportaba a sí mismo-. ¡Harris caerá fuera de combate en el séptimo! ¡El tipo no conocerá ni a su propia madre! – Tranqui. Mi amigo ha puesto un montón de pasta en ti. Un montón. Y no es un mendas al que uno pueda joder. – ¡Y yo tampoco soy de los que se dejan joder! ¡No te fastidia! -Star notaba una especie de volcán en su interior. Al chalado no le importaba que él hubiera participado en los Guantes de Oro, que fuera el futuro Tyson. Un negro nunca podía convencer. Star acercó el Cadillac a la acera y abrió de golpe la puerta del acompañante-. ¡Baja ahora mismo, monstruo! – ¿Cómo? ¿En este barrio? -dijo el chalado, en tono asustado. – ¡Te he dicho que bajes! -Star empujó al desgraciado hacia la acera y cerró de un portazo-. ¡Yo de ti echaría a correr, cabrón! ¡Está anocheciendo! |
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