"Los mundos fugitivos" - читать интересную книгу автора (Shaw Bob)Capítulo 6Divivvidiv flotaba cerca del puesto de mira de un telescopio electrónico y esperó hasta que el Xa hubo realizado todos los ajustes de los circuitos de enfoque. Cuando se estabilizó la imagen en la pantalla, quedó como fondo una zona relativamente pequeña del planeta de abajo; el resto se desplazó hacia fuera y desapareció. Parecía estar mirando verticalmente hacia abajo a través de una ventana, y la vista estaba atravesada por remolinos de nubes superpuestas sobre los diseños ocres de la tierra. En el centro mismo de la visión había un pequeño semicírculo, parecido a una luna en miniatura, que de algún modo había quedado congelado en su sitio. Un examen más meticuloso del objeto reveló que era una esfera marrón iluminada en un lado por el sol. Parecía lo bastante sólido como para ser un asteroide rocoso, pero Divivvidiv supo que estaba viendo uno de los globos de tela que usaban los primitivos para viajar entre los dos planetas. Como aún estaba ascendiendo hacia la zona de ingravidez, la barquilla de la nave era ópticamente invisible, pero el Xa podía «ver» a la tripulación muy bien por otros métodos. Hubo una breve pausa. — La comunicación del Xa era realizada correcta y cortésmente, pero tenía una tonalidad de colores mentales que parecía inadecuada. Divivvidiv la asoció con algún placer maligno, y no le costó mucho identificar el origen más probable. Divivvidiv se retiró inmediatamente al cerebro superior para poder meditar sobre el problema sin ser oído por el Xa. La exterminación de cinco bípedos ignorantes sería un suceso absolutamente trivial, sobre todo si se tenían en cuenta los acontecimientos que pronto ocurrirían en toda esa zona del espacio, pero él tenía que tomar la decisión personalmente. Y las muertes se producirían Esos hechos, unidos a su implicación directa, formarían una conexión mental entre él y los cinco cuyas vidas estaban a punto de terminar e, ineludiblemente, sería alcanzado por todos sus reflujos. El reflujo era la breve explosión increíblemente brutal e inexplicable que se producía siempre uno o dos segundos después de la muerte de un ser inteligente. Incluso cuando la forma física se evaporaba instantáneamente, y en teoría ya no podía tener lugar más interacción mental con el ser vivo, siempre se producía esa ardiente punzada —agudísima, mortificante, indescriptible, penetrante—, esa refulgencia espiritual momentánea que tenía un efecto profundamente perturbador en aquellos que la sentían. El hecho de que se produjese el reflujo era considerado por muchos como una prueba de la continuidad de la personalidad después de la muerte. Algún componente del complejo cuerpo/mente migraba a otra nueva existencia, afirmaban. Otros, de una naturaleza más materialista, opinaban que la forma en que la fuerza del reflujo se desvanecía en la distancia era un indicio de que había dominios de la física que la ciencia de Dussarra aún tenía que explorar. Divivvidiv no adhería a ninguna de las dos escuelas de pensamiento, pero había estado cerca de epicentros de reflujos dos veces en su vida —cuando sus padres habían muerto— y no tenía ningunas ganas de repetir la experiencia si podía evitarlo. La moral estaba poderosamente reforzada por el interés personal, dejándole en un dilema que tendría que resolver rápidamente si quería cumplir con sus obligaciones para con el importantísimo Xa. El Xa, un ser que era en parte cristal, en parte ordenador, en parte sensible, sólo podía aumentar hasta el tamaño necesario para su propósito final en una región donde hubiese una completa ausencia de gravedad junto con una abundancia de oxígeno. Los dussarranos habían tenido la suerte de encontrar tal ambiente a corta distancia de su patria original, pero la existencia de una floreciente sociedad técnica en los planetas gemelos era una complicación inoportuna para sus planes, principalmente porque la estructura del Xa, a pesar de ser tan enorme, era relativamente frágil. Los primitivos podían dañarlo, con o sin mala intención, y por tanto debían de ser controlados con cuidado si se acercaban. Divivvidiv reflexionó sobre el problema durante un breve lapso de tiempo, luego llegó a la solución que más satisfizo su tendencia a los acuerdos originales. Tendría que salir de las viviendas presurizadas de la estación para poder comunicarse en privado y de forma eficaz con el director Zunnunun, que se hallaba en el planeta de Dussarra. Afortunadamente las operaciones de resituación se habían terminado satisfactoriamente, y Dussarra ahora formaba parte del sistema local, visible como una mota azul brillante sobre el rico fondo estrellado. A una distancia de sólo varios millones de kilómetros, sería fácil establecer un contacto mental con Zunnunun sin riesgo de que otros interceptasen la comunicación. Divivvidiv volvió al cerebro medio y, con los ojos fijos en la imagen de la nave que ascendía trabajosamente desde el planeta extraño, contactó con el Xa. Hubo una breve pausa mientras el Xa llevaba a cabo la investigación necesaria. — Divivvidiv sintió una oleada de repulsión y lástima. ¿Cómo podía soportar su existencia una criatura en un estado de ceguera mental? La falta de órganos sensoriales superiores de los primitivos en este caso facilitaba el trato con ellos, pero el aspecto cauteloso y meticuloso de la naturaleza de Divivvidiv le llevó a hacer más preguntas. Siguió otra pausa antes de que Xa hablase. — Simultáneamente, el Xa transmitió a Divivvidiv los detalles exactos de las dimensiones y las capacidades de transferencia de energía de las armas que los primitivos llevaban sobre sus personas, así como a bordo de sus lentas naves. Divivvidiv experimentó una sensación creciente de satisfacción al sentirse seguro de que no habría ningún obstáculo al plan que había concebido para tratar con la nave que se aproximaba y su tripulación. Divivvidiv sintió una repentina impaciencia por el Xa, y su obsesión por preservar su pseudovida. Cada vez que volvía al tema su mente se ofuscaba con oscuros pensamientos de genocidio y, a pesar de las disciplinas mentales a las que era aficionado, los ecos de esos pensamientos perturbaban sus sueños. |
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